Jesús dice: "El reino del padre es como un hombre, un mercader, quien poseía mercancías y encontró una perla, el mercader fue prudente, vendió las mercancías y compró la perla para sí mismo".
La historia es esta: Un hombre fue a un país muy lejano para hacer dinero. Ganó mucho, acumuló muchas mercancías, pero en el último momento encontró una perla. La canjeó, vendió todas sus mercancías y compró la perla.
Cuando estaba viniendo de regreso, hubo un accidente y el barco se hundió. Pero, él pudo nadar hasta la orilla con la perla; llegó a su casa con todos sus tesoros.
Esta es la historia a la que Jesús se refiere: ese hombre compró lo uno en lugar de lo mucho, así que aun cuando el barco se hundió, nada se perdió. Lo uno puede ser salvado, no lo mucho.
Cuando la muerte venga y tu barco se hunda, si tienes una perla puedes llevarla hasta la otra orilla, pero si tienes muchas cosas no podrán ser llevadas. Una perla puede ser llevada, ¿pero cómo podrías llevar muchas mercancías?
“….el mercader fue prudente...".
El fue sabio, porque ésta es la tontería: vender lo uno y comprar lo mucho. Esto es sabiduría: vender lo mucho para comprar lo uno. La perla es simbólica de lo uno, de lo interno.
"El mercader fue prudente. Vendió las mercancías y compró la perla para sí mismo".
"También tú, busca aquel tesoro que no fracasa, aquél que perdura, donde la polilla no se acerca a devorarlo y donde ningún gusano lo destruye".
Entonces sé como ese mercader, prudente, sabio. Cualquier cosa que puedas conseguir en este mundo te será arranchada. ¿Has observado el hecho de que en realidad no puedes poseer nada en el mundo? Simplemente sientes que posees, pero la cosa estuvo aquí cuando tú no estabas, alguna otra persona lo poseía. Pronto tú ya no estarás aquí y la cosa estará ahí, y alguna otra persona la poseerá. Tu posesión es tal cual un sueño: a veces está ahí y a veces se ha ido.
Sucedió que había un rey, Ebrahim. Una noche escuchó un ruido en el techo, alguien estaba caminando, así que preguntó: "¿Quién está ahí?".
El hombre dijo: "No te perturbes, mi camello se ha perdido y lo estoy buscando". ¡En el techo del palacio... el camello se ha perdido!
Ebrahim se rió y dijo: "¡Tú loco! ¡Bájate de ahí! Los camellos nunca se pierden en el techo de un palacio. ¡Vete a casa!".
Pero entonces él no pudo dormir porque era un hombre de contemplación. Pensó: "Tal vez el hombre no estaba loco, tal vez él haya estado diciendo simbólicamente; tal vez sea un gran místico, porque su voz era tal cuando dijo: 'No te preocupes, no te perturbes', había tanto consuelo y silencio, la voz era tan musical y armoniosa, no puede ser de un loco.
Y cuando dijo eso: 'Mi camello se ha perdido y estoy buscando mi camello', la voz era tan penetrante, parecía indicar algo... ¡Ese hombre tiene que ser encontrado mañana en la mañana! Debo ver quién es ese hombre, si es que es loco o un loco de Dios; si es que estaba en el techo simplemente por su locura o si es que fue mandado hacia mí particularmente a darme un mensaje".
El rey no pudo dormir toda la noche. En la mañana le dijo a sus cortesanos: "Vayan y encuentren a ese hombre... con este tipo de voz". Pero se buscó por toda la capital y el hombre no pudo ser hallado, porque sólo por el tono de voz ¿cómo puedes encontrar a un hombre? ¡Difícil!
Justo a mediodía hubo mucho bullicio en la puerta. Un faquir, un mendigo, había aparecido y le estaba diciendo al portero: "Déjame entrar porque quiero estar aquí, pasar unos cuantos días en esta posada, en este hotel". El portero estaba diciendo: "Esto no es una posada, no es un hotel, éste es el propio palacio de un rey ¡su propia residencia!".
Pero el faquir dijo: "¡No! Sé muy bien que esto es una posada: los viajeros vienen, se quedan por un tiempo y se van. Nadie es un residente aquí, así que déjame, permíteme, le hablaré al rey quien parece ser un tonto".
Esto fue escuchado y se le llamó. El rey estaba muy molesto; dijo: "¿Qué estás diciendo?".
El faquir dijo: "¡Escucha! Yo vine antes pero en este trono había otra persona sentada. Y él era el mismo tipo de tonto que tú, porque pensaba que ésta era su residencia. ¡Ahora tú estás pensando que ésta es tu residencia!".
El rey dijo: "¡No seas estúpido! Y no te comportes en esta forma tan incivilizada, él fue mi padre y ahora ha muerto".
El faquir dijo: "Te digo que regresaré otra vez y no te encontraré aquí. Otra persona estará aquí. Será tu hijo y dirá: '¡Esta es mi residencia!' ¿Qué tipo de residencia es ésta? La gente viene y va, yo la llamo una posada de viajeros".
¡La voz pudo ser reconocida! El rey dijo: "¡Entonces tú eres el loco que estaba buscando al camello en el techo!".
El loco dijo: "Sí, yo soy el loco, y tú también lo eres. Si te estás buscando a ti mismo en la riqueza, ¡estás buscando un camello en el techo!".
El rey bajó del trono y le dijo al faquir: "Quédate en esta posada, pero yo me voy, porque me estaba quedando sólo porque creía que ésta era una residencia, que éste era un hogar. Si éste no es un hogar, entonces debo ir y buscar el hogar ¡antes de que sea demasiado tarde!".
Ebrahim se volvió místico por derecho propio. Y cuando llegó a ser conocido, cuando llegó a ser un hombre realizado, solía vivir en las afueras de la ciudad, de su propia capital. Una vez había sido su posesión, ahora era simplemente una posada. Solía vivir afuera y la gente venía y le preguntaba: "¿Dónde está la basti?, basti quiere decir "la ciudad". Pero la palabra es muy bella, la palabra significa "donde la gente reside". Y Ebrahim les mostraba el cementerio; él les decía: "Anda hacia la derecha, llegarás al basti, donde la gente reside".
Entonces la gente iba y luego regresaba muy molesta y decía: "¿Qué tipo de hombre eres? Te preguntamos por la basti, la ciudad, donde la gente reside ¡y nos mandas al cementerio!".
Y Ebrahim se reía y decía: "¡Entonces parece que usamos los términos en modos distintos! porque ahí en el cementerio, una vez que entras eres un residente para siempre. Esa es una basti real, la residencia permanente, donde la dirección nunca cambia, donde estás ahí por siempre y por siempre y por siempre. Así que entonces, no estás preguntando por la basti real, entonces estás preguntando por esta ciudad que es un cementerio, porque la gente está en fila tan solo esperando morir".
"El tiempo de uno se acaba hoy día, el de alguien se acabará mañana, el de otro pasado mañana, pero todo el mundo está esperando ¡solamente morir! ¿Y tú llamas a esto basti? ¿Y llamas a esto el sitio donde la gente reside? Yo lo llamo cementerio, marghat, la gente simplemente está esperando morir, donde no existe nada excepto la muerte".
Y si existe la vida, no es nada sino una espera hacia la muerte, ¿y cómo la vida puede ser una espera hacia la muerte? ¿Cómo la vida puede ser momentánea? ¿Cómo la vida puede ser tan solo como un sueño? Está ahí, y desaparece, ¡y ya no está ahí! La vida debe ser algo eterno. Pero si estás buscando lo eterno, entonces sé como un mercader prudente: ¡vende todo lo que tienes! Véndelo y compra lo uno, la única perla de tu ser interno, la que no puede hundirse, la que no puede ser arranchada, porque esa perla eres tú. Puedes poseerte sólo a ti mismo, ninguna otra cosa puede poseerse realmente. Puedes vivir en una ilusión, eso es otra cosa.
Puedes vivir bajo la ilusión de que posees esta casa, esta esposa, este esposo o estos hijos, pero esto es una ilusión, tarde o temprano el sueño desaparecerá. Puedes poseerte sólo a ti mismo, porque eso nunca se irá. El ser es permanente, eterno. Es tuyo por el tiempo sin fin. No se te puede quitar.