sábado, 24 de abril de 2010

TOMAR LO IMPURO POR LO PURO

¿Qué es lo puro y qué es lo impuro? No tiene nada que ver con tu moralidad corriente. La moralidad normal cambia. Algo puede ser puro en la India e impuro en China. Algo puede ser impuro en la India y puro en Inglaterra. La moralidad cambia. En realidad, si comienzas a penetrar las capas de moralidad, ésta diferirá con cada individuo. La moralidad es sólo algo pactado; es útil; pero no contiene verdad alguna. En el mundo existen miles de moralidades y van cambiando cada día. Las cir­cunstancias cambian y entonces la moralidad ha de cambiar.

La "pureza" se refiere a lo natural; la "impureza" se refiere a lo no-natural. Y no existe ningún criterio para definir lo natural y lo no-natural; en ti puede ser una cosa y en otro, otra. Tomar lo impuro por lo puro significa tomar lo no-natural por lo natural. Esto es lo que has hecho, lo que toda la humanidad ha hecho. Y es por eso que te has vuelto más y más impuro.

Permanece siempre fiel a lo natural. Simplemente observa lo que es natural, descúbrelo. Porque con lo no-natural siempre permane­cerás tenso, incómodo, intranquilo. Nadie puede estar cómodo en una situación no-natural y tú creas a tu alrededor cosas no-natura­les. Entonces se convierten en una carga y te van destruyendo. Cuando digo "no natural" me refiero algo ajeno a tu naturaleza.

Por ejemplo: llega el lechero; tú recoges la leche y dices que es impura. ¿Por qué dices que es impura? Lo dices porque le han añadido agua. Pero si el agua era pura y la leche era también pura, entonces dos purezas harían una pureza doble. ¿Cómo pueden en­contrarse dos purezas y la mezcla volverse impura? Pero eso es lo que sucede. Mezclas agua pura y leche pura y las dos se impurifi­can, así el agua es impura y la leche es impura, porque algo extraño, algo procedente del exterior ha entrado en ellas.

Te has olvidado por completo de lo que es natural. Ten­drás que profundizar mucho en ti mismo para encontrar lo natural. La sociedad al completo te hace impuro; te va obligando a cosas que no son naturales, continúa condicionándote, continúa dán­dote ideologías, prejuicios y toda clase de estupideces. Has de descubrir por ti mismo aquello que es natural en ti.

Uno ha de seguir su propio ser y su propia naturaleza; ha de ser muy sincero y auténtico. Los caminos son infinitos y los abis­mos millones. La carretera se bifurca en muchas, muchas dimen­siones y direcciones. Puedes perderte.

Sócrates fue uno de los maridos que más sufrió en toda la his­toria. Su mujer, Xantipe, fue una de las mujeres más peligrosas. Pegaba a Sócrates. Una vez volcó el contenido de la tetera sobre su cabeza. Para el resto de su vida conservó media cara quemada. Un día un joven se le acerco y le preguntó: "¿Debería o no debería casarme?" Obviamente esperaba que Sócrates le dijera, "¡No!", había sufrido mucho por eso. Pero él le contestó, "Sí; deberías casarte". El joven le dijo, "Pero ¿cómo puedes decir esto? He oído mucho rumores sobre ti y tu esposa" Él contestó, "Sí; te digo que deberías casarte. Si te casas con una buena esposa, serás feliz, y gracias a esa felicidad desarrollarás muchas cosas porque la felicidad es algo natural. Y si te casas con una mala esposa, entonces se desarrollarán el desapego y la renunciación. Te convertirás en un gran filósofo como yo. En ambos casos resultarás beneficiado. Cuando acudes a preguntar­me si te has de casar, la idea de casarte está en ti, ¿sino, cómo ibas a venir?"

Recuerda siempre que tú eres tú. No eres nadie más. No te dejes influenciar; el dejarse influenciar es aceptar impurezas. No te dejes influenciar; esa influencia es una impureza. Mantente alerta, observa, ve, y a menos que algo encaje con tu naturaleza, nunca lo aceptes; no es para ti o tú no eres para eso. Sea cual sea la situación, en este instante no es para ti. Has de avanzar mediante tu propia experiencia. El sufrir también es necesario para que alcances tu madurez, tu punto de madurez. Nada se obtiene deprisa.

La vida es eterna, no tiene prisa. No le falta tiempo. La vida es absolutamente paciente; en ella no hay impaciencia. Puedes ir a tu paso, no necesitas tomar atajos. Nadie nunca ha ganado nada a través de los atajos. Si tomas un atajo, ¿quién te va a proporcionar la experiencia del largo, largo viaje? Te lo perderás. Y tienes todas las probabilidades de que vuelvas a ella y todo habrá sido una pérdi­da de tiempo y energía. Los atajos son siempre una ilusión. Nun­ca elijas el atajo; elige siempre lo natural. Puede que te lleve más tiempo; acéptalo. Así es como crece la vida; no puedes cambiarlo.

Cuando se dice, "La falta de consciencia es tomar lo impuro por lo puro", "pureza" significa tu "naturaleza”, tal y como eres, sin ser contaminado por los demás. No conviertas a nadie en un ideal. No trates de convertirte en un Jesús, Buda o Ramakrishna; solamente puedes ser tú mismo. Nadie puede ser como otro. Todos tenemos nuestra pro­pia forma de ser. Y ésa es la pureza. Seguir tu propio ser, ser tú mismo, es ser puro. Es muy difícil porque te dejas influenciar, porque resultas hipnotizado. Es muy difícil porque hay gente ló­gica que te convence. Es muy difícil. Son bella gente; su belleza te impresiona. Hay mucha gente encantadora a tu alrededor; son magnéticos, poseen un carisma. Cuando estás cerca de ellos sim­plemente te atraen; poseen una fuerza de gravedad.

Has de estar alerta, muy alerta, ama a Buda, a Jesús, a Ramakris­hna, enriquécete con sus experiencias, pero que no te influencien. Es algo muy difícil, porque la diferencia es muy sutil. Ámales, escú­chales, embébete de ellos, pero no les imites. Toma lo que puedas, pero tómalo siempre de acuerdo a tu naturaleza. Si algo encaja con tu naturaleza, tómalo, pero no porque ellos ni nadie te lo diga.

Recuerdo siempre el libro "Así habló Zarathustra", de Friedrich Nietzsche. Cuando Zarathustra estaba despidiéndose de sus discípulos lo último que les dijo fue muy hermoso. Era el último mensaje; lo había dicho todo, les había entregado todo su corazón y lo último que les dijo fue, "Ahora escuchadme, y escuchadme como nunca lo ha hayáis hecho. Mi último mensaje es "¡Cuidado con Zarathustra! ¡Cuidado conmigo!" Éste es el último mensaje de todos los Iluminados; puedes convertirte en su víctima, por­que son muy atractivos. Y una vez algo del exterior entra en tu naturaleza, estás en el camino equivocado.

sábado, 17 de abril de 2010

FALTA DE CONSCIENCIA. SEGUNDA PARTE

“Falta de consciencia es tomar lo transitorio por lo eterno, lo impuro por lo puro, lo doloroso como placentero y al no-Yo por el Yo”

¿Qué es falta de consciencia? ¿Cómo la reconoces? ¿Cuáles son sus síntomas? Estos son los síntomas:

"...tomar lo transitorio por lo eterno…"

Observa a tu alrededor. La vida es un flujo; todo está en movi­miento. Todo se mueve continuamente, cambia continuamente. La revolución es la naturaleza de todo lo que te rodea. El cambio parece ser lo único permanente. Acepta el cambio y todo cambiará. Es como las olas del océano: nacen, existen durante un tiempo y luego se disuelven y mueren. Es como las olas.

Vas al mar; ¿qué ves? Ves las olas; sólo la superficie. Y luego regresas y dices que has ido al mar y que era hermoso. Lo que dices es absolutamente falso. No has visto el mar en absoluto; solamente la superficie, la superficie con olas. Estabas en la orilla; miraste el mar, pero no era realmente el mar. Sólo era su capa más exterior, el límite donde el viento se encuentra con las olas.

La vida es un flujo; todo se mueve, todo se transforma. TÚ estás muy, muy distante, lejos de la vida, del centro, de su profun­didad. En la superficie hay cambios, en la periferia hay movi­miento, pero en el centro nada se mueve. No hay movimiento, no hay cambio.

Es como la rueda de un carro. La rueda sigue girando y girando y girando, pero en su centro algo permanece inmóvil. Sobre ese eje inmóvil, la rueda gira. Puede que la rueda recorra toda la Tierra, pero gira sobre algo inmóvil. Todo movimiento depende de lo eterno, de lo que no se mueve.

Si solo has visto sólo el movimiento de la vida, eso es falta de consciencia. Entonces no has visto sufi­ciente. Si crees que alguien es un niño y que luego se convierte en un joven y luego en un viejo y que luego muere, solo has visto el movimiento: el niño, el joven, el viejo, el cadáver, el muerto. ¿Has visto aquello que se mantenía inmóvil en todo ese movimiento? ¿Has visto aquello que no era el niño, ni el joven, ni el viejo? ¿Has visto aquello de lo que dependen todos esos esta­dos? ¿Has visto eso que lo contiene todo y que siempre permane­ce siendo lo mismo y lo mismo y lo mismo? ¿Aquello que nunca nace, ni muere? Si no has visto eso, si no has sentido eso, entonces estás sumido en la falta de consciencia.

No estás suficientemente atento porque no puedes ver. No tienes ojos para ver, porque no puedes penetrar lo suficiente. Una vez que tengas ojos, una vez que veas, percibas, una vez que tengas la claridad y tu fuerza penetrante, inmediatamente te darás cuenta de que el cambio está ahí, pero que no es todo. En realidad, sólo es la perife­ria la que cambia, la que se mueve. En su base, en lo profundo, está lo eterno. ¿Has visto lo eterno? Si no lo has visto, estás hipnotizado por la periferia. Los escenarios que cambian te han hipnotizado; te has identificado demasiado con ellos. Necesitas una cierta separación, necesitas una cierta distancia, necesitas un poco más de observación. Tomar lo transito­rio por lo eterno, lo impuro por lo puro, lo doloroso como placentero, al no-Yo por el Yo, es falta de consciencia.

sábado, 10 de abril de 2010

LA FALTA DE CONSCIENCIA (AVIDYA)

Qué es avidya? La palabra significa "ignorancia", pero avidya no es la ignorancia corriente. Has de comprenderlo en profundidad. "Ignorancia" es falta de conocimiento. La igno­rancia puede ser disuelta muy fácilmente; puedes adquirir cono­cimiento. Es cuestión de adiestrar la memoria. El conocimiento es mecánico; no necesita nada de consciencia. Es tan mecánico como lo es la ignorancia corriente. Avidya es falta de consciencia. Has de tratar de adquirir más y más consciencia, no más y más conocimiento.

Avidya es lo que Gurdjieff solía llamar "sueño espiritual". El hombre vive, muere, se mueve, sin saber porqué está vivo, sin saber de dónde viene, sin saber hacia dónde va, para qué lo hace. Gurdjieff lo denomina sueño, Patanjali lo denomina avidya; signi­fican lo mismo. No sabes por qué existes. Desconoces el propósito de tu estancia aquí; en este mundo, en este cuerpo, el por qué vives estas experiencias. Haces muchas cosas sin saber por qué las estás haciendo, sin saber que tú las estás haciendo, sin saber que tú eres el que las ejecuta. Todo transcurre como en un sueño profundo, avidya: si tuviera que traducirlo para ti, significa "hipnosis".

El hombre vive en una profunda hipnosis. He estado trabajando con la hipnosis porque es la única forma de sacar al hombre de este estado: comprenderla. Todo despertar es una deter­minada clase de des-hipnotización, así que el proceso de hipnosis ha de ser comprendido muy, muy claramente. Solamente enton­ces podrás salir de ella. Has de comprender que se debe diagnosticar la enfer­medad y solamente entonces podrá ser tratada. La hipnosis es la enfermedad del hombre y la des-hipnosis será el camino.

De repente una mujer te resulta atractiva, o un hombre, pero tú desconoces la razón. Es parecido a la hipnosis. Desde luego, es natural. Nadie te ha hipnotizado; la naturaleza te ha hipnotizado. Este poder de la naturaleza para hipnotizarte es lo que los hindúes denominan maya, el poder de lo ilusorio. Estás bajo una ilusión, bajo una gran alucinación. Vives como un sonám­bulo; continúas haciendo cosas profundamente dormido, sin saber por qué. Y todas las razones que argumentas son simplemente justificaciones; no son auténticas razones.

Ves a una mujer, te enamoras y dices, "Me he enamorado". Pero eres incapaz de decir por qué. ¿Por qué ha sucedido? Encuentras algunas justificaciones. Dices, "Sus ojos son muy hermosos, su nariz es muy fina y su rostro es como una estatua de mármol". En­cuentras razones, pero son justificaciones. En realidad, no lo sabes y no tienes el suficiente valor como para decir que no lo sabes. ¡Ten valor! Cuando no sabes... es mejor saber, que no saber. Eso será un punto de partida. Podrás salir de toda esa alucinación que te rodea. Patanjali la denomina avidya. Avidya significar "falta de consciencia". Esto sucede debido a la falta de consciencia.

La naturaleza es el mayor hipnotizador que existe; te sugestiona. Esas sugestiones se encuentran en los cromosomas, en las células de tu cuerpo. En la actualidad, los científicos dicen que una sola célula es capaz de contener casi diez millones de mensajes dirigidos a ti. Los llevas en ti. Cuando un niño es concebido, se encuentran dos células: una de la madre y la otra procedente del padre. Dos cromosomas se juntan; con­tienen millones de mensajes. Se convierten en tu genotipo y de este nace un niño. Van multiplicándose; así es como se desarrolla el cuerpo.

Todo tu cuerpo está constituido por pequeñas células invisi­bles; millones de ellas. Y cada célula lleva mensajes de la misma forma que cada semilla contiene todo el mensaje del árbol: la clase de hojas que tendrá, la clase de flores que dará, si serán rojas, azules o amarillas. Una pequeña semilla contiene el genoma de toda la vida del árbol. El árbol puede que viva cuatro mil años. La semilla contiene todo lo necesario para esos cuatro mil años. El árbol no tiene que ocuparse ni preocuparse de ello; todo lo lleva implementado. Tú también contienes semillas: una de tu pa­dre y otra de tu madre. Y proceden de hace miles de años porque la semilla de tu padre también le fue dada por su padre y por su madre. De esta forma, la naturaleza penetra en ti.

Tu cuerpo procede de la naturaleza; TÚ vienes de alguna otra parte. Esa otra parte es Dios. Eres el punto de encuentro entre la consciencia y la inconsciencia del cuerpo. Pero el cuerpo es muy, muy poderoso y a menos que hagas algo permanecerás prisione­ro bajo su poder.

sábado, 3 de abril de 2010

LA POLARIDAD DE LA EXISTENCIA

Los opuestos coexisten. Así es como es la vida. La vida no puede existir con un solo polo; necesita los dos polos. Los dos polos eléctricos: positivo y negativo; hombre y mujer, etc. ¿Puedes imaginar­te un mundo con sólo hombres? Sería un mundo muerto. Hombre y mujer son los dos polos, existen juntos. En realidad, decir hombre y mujer, no es adecuado; deberías decir "hombremujer" sin ningún guión que los separara. Existen juntos.

Si deseas ser muy, muy feliz, desarrollarás además la capacidad de ser muy, muy infeliz. Se desarrollarán ambos estados de ánimo, negativo y positivo. Si quieres que no se desarrolle el estado negativo, entonces has de abandonar el positivo. Y esto es lo que ha sucedido: se te ha enseñado a no enfadarte. Pero si no eres capaz de enfadarte, carecerás de compasión. Entonces no serás capaz de sentir compasión. Se te ha enseñado a no odiar, pero carecerás de amor; no serás capaz de amar. Y éste es el dilema.

El amor y el odio crecen juntos. En realidad no son dos cosas. El lenguaje te proporciona una falsa impresión. No deberíamos emplear las palabras "amor" y "odio"; deberíamos utilizar amor­odio. Es una sola palabra. Y no debería haber ni siquiera un guión entre ellas: "amorodio"; ni siquiera un guión. Porque con eso también se indicaría que son dos, pero enlazadas de alguna forma. ¡Y son una! "Luzoscuridad"; es una. "Vidamuerte", es una. Éste ha sido todo el problema para la mente humana. ¿Qué hacer? Porque si el amor crece, también crecerá la capacidad de odiar.

De modo que sólo hay dos posibilidades: o permites que el odio crezca al crecer el amor, o acabas con el amor al mismo tiempo que con el odio. Y de ahí que la segunda alternativa haya sido escogida. Todas las religiones han escogido la segunda alternativa: has de erradicar ese odio, incluso al precio del amor. El odio ha de ser erradicado, la vida ha de ser erradicada. Así que todos continúan predicando el amor y continúan diciendo, "No has de odiar". Su amor se vuelve falso; es puro parloteo. Algunas religiones continúan hablando de amor; es lo más falso del mundo, sino, ¿cómo entender el odio que muchos practican en la política, negocios y en su vida egoísta?

Crece en el amor y deja que también crezca el odio; y déjalo formar parte de tu amor. No te digo que coloques al amor contra el odio, no. Te digo que ames permitiendo el odio... y surgirá una transfiguración, una transformación de la energía. Tu odio tam­bién será hermoso; tendrá la misma cualidad que el amor. A veces uno se ha de enfadar,... y si eres realmente compasivo, utilizarás la ira en tu compasión.

Recuérdalo siempre: existe esa polaridad. ¿Cómo armonizarla? Antiguamente se la dividía: abandona el odio y trata de amar sin odiar. Entonces el amor se vuelve falso porque carece de energía. Y tú temes al amor porque de él surgirá inmediatamente el odio. Al temer que el odio crezca, también reprimes el amor. Entonces hablas de amor, pero no amas realmente. Entonces tu amor se convierte en simple parloteo, en algo verbal; no es algo vivo y existencial.

No estoy diciendo que odies. Estoy diciendo que hables, que crezcas en el amor, y que, obviamente, el odio crecerá con él. Pero no te preocupes. Continúa desarrollando tu amor y el odio será absorbido por el amor. El amor es tan grande que puede ab­sorber el odio. La compasión es tan vasta, tan inmensa, que es capaz de absorber ese poco de ira.

Entonces ¿cuál es el mensaje que te doy? Mi mensaje es: el amor es grande, tan grande que no necesitas preocuparte del odio. Deja que el odio forme parte de él, déjalo crecer... Y añadirá sal a su sabor. La compasión es inmensa; puedes conceder una pequeña parte del cielo a la ira. No temas. Pero la ira debería formar parte de la compasión. La ira no debería de mantenerse apartada; debería formar parte de la compasión. El odio debería ser parte del amor y la muerte debería formar parte de la vida; el dolor debería for­mar parte del placer; el sufrimiento, parte de la celebración, de la dicha; la oscuridad, parte de la luz. Y entonces todo está bien; no hay pecado. El pecado debería ser parte de la virtud.

¿Cómo puede la vida convertirse en parte de la muerte? La muerte es simplemente una ausencia. ¿Cómo puede la luz conver­tirse en parte de la oscuridad? La oscuridad no es más que la ausencia de luz, pero la oscuridad puede ser absorbida en la luz.

Deja que todo lo negativo sea parte de lo positivo. Y lo contrario no es posible, porque lo positivo existe de por sí; lo negativo es simplemente una ausencia.

La vida no se ha de convertir en una sola nota, sino en una armonía. Una sola nota, por muy bella que sea, produce aburri­miento. Un conjunto de diversas notas-muchas de ellas diver­gentes, notas diametralmente opuestas-cuando se encuentran en una armonía, crean belleza. La belleza no pertenece ni a lo positivo, ni a lo negativo; la belleza reside en la armonía. Pero deja que lo repita: la belleza no reside ni en la verdad, ni en la mentira. La belleza no está ni en la compasión, ni en la vida; la belleza reside en la unidad. Donde los opuestos se encuentran, ahí está el tem­plo de lo Divino. Cuando las contradicciones se encuentran, ése es el pináculo, el clímax de la vida.

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