sábado, 30 de enero de 2021

LA DISCIPLINA INTERIOR Y EL AMOR



Con la disciplina interior el amor surge naturalmente. Pero hay una gran diferencia entre la disciplina externa y el amor; y no sólo diferencia sino antagonismo. Si tú te impones a ti mismo una disciplina externa, ésta destruirá tu cualidad de amar, destruirá tu sensibilidad para amar, te volverá insensible. Perderás tu receptividad delicada, porque cualquier disciplina que se impone desde fuera va en contra de tu sensibilidad, y el amor es la culminación de toda sensibilidad.

Cuando te enamoras de una mujer, te enamoras con los cinco sentidos. Puede que tú no seas consciente, porque el ser humano se ha alejado tanto de sus propios sentidos que no es consciente, pero observa a los animales, los cuales están más arraigados a su ser, seguramente inconscientes, pero aun así arraigados a su ser.

Sucede algunas veces que una cara hermosa te atrae, pero el olor no. Entonces, si te casas con esa mujer tendrás problemas. Uno de tus sentidos estará divorciándose constantemente y tus otros sentidos estarán casándose constantemente, y habrá conflicto.

El amor real se produce sólo cuando tus cinco sentidos están en armonía, cuando son como una orquesta. Entonces hay una clase de eternidad en tu amor. Entonces no es algo temporal, entonces no es algo momentáneo. Cuando amas a una mujer, amas su voz, amas su tacto, amas su olor, amas la forma de caminar, amas la forma en que te mira. La amas en su totalidad, y esa totalidad se puede vislumbrar con el conjunto de los sentidos.

El hombre, sin embargo, se ha vuelto muy visual. A los otros sentidos no se les ha permitido decir algo; tú sólo miras con los ojos a la proporción. En los concursos mundiales de belleza no se huele el cuerpo. ¡Es una tontería! Simplemente es una tontería. Una mujer puede tener un cuerpo de bellas proporciones, ¡y oler mal! Puede tener las proporciones adecuadas, pero no una voz adecuada, un tono adecuado. Su voz puede no ser musical, entonces ella no es hermosa, hace falta algo. Un verdadero concurso mundial de belleza tendría que basarse en la totalidad de los cinco sentidos. ¿Por qué tienen que dominar y dictaminar los ojos? Resulta algo muy dictatorial. El ojo es el único que dictamina la totalidad de la propia vida; naturalmente no estás contento porque un sentido se ha convertido en un Adolf Hitler. Tendría que haber una democracia en tu ser, en tu cuerpo. Se les tendría que permitir a todos tus sentidos decir sus cosas y tú tendrías que escucharlos a todos.

Si tú impones una disciplina desde afuera, ésta va a destruir tu amor, porque todas las disciplinas externas tienden a embobarte.

Una disciplina externa tiene ese significado. Esto es lo que Mahatma Gandhi dice continuamente. Esto es lo que hizo Adolf Hitler: impuso una disciplina sobre toda la nación desde afuera, y la impuso con tal perfección que las personas empezaron a hacer cosas que nunca hubieran sido capaces de imaginar. La disciplina los embotó completamente; habían perdido la sensibilidad. Millones de judíos fueron incinerados, y la gente encargada de incinerarlos lo presenció sin sentirse afectada ¿Qué pasó? Su sensibilidad se quedó debilitada. La enorme capa de disciplina externa que les fue impuesta anuló por completo su ser.

Es algo que se hace en todos los ejércitos. Todo el entrenamiento militar no es otra cosa que una forma de anular a una persona, de debilitar su sensibilidad y su inteligencia. Nunca encontrarás a un militar inteligente; imposible. Si fueran inteligentes ¿cómo iban a estar en el ejército? ¿Es que no pueden ser alguna otra cosa? El ejército tendría que ser el último recurso. El entrenamiento militar no es más que una técnica para anular el verdadero ser de las personas. “Girar a la izquierda, girar a la derecha, girar a la izquierda, girar a la derecha”… Tres o cuatro horas haciendo lo mismo de buena manera.

Una vez un profesor se convirtió en soldado. Era un hombre muy inteligente, así que cuando se le ordenó girar a la derecha se quedó donde estaba, parado. Entonces el oficial le preguntó:

-¿Por qué te quedas parado si yo he dicho girar a la derecha y todo el mundo lo ha hecho?

El profesor dijo:

-Tarde o temprano usted dirá que giremos a la izquierda, entonces ¿qué sentido tiene girar ahora a la derecha? Todos volverán a la misma Posición nuevamente y esto va a seguir así durante tres o cuatro horas. ¿Para qué preocuparse?

¿Por qué este continuo, “girar a la izquierda, girar a la derecha”? Hay una razón: es un condicionamiento; no se te permite pensar. “Girar a la izquierda” quiere decir “girar a la izquierda”; tienes que hacerlo. Continúa haciendo algo, obedeciendo, y poco a poco pierdes tu inteligencia. Entonces no piensas; entonces un día se te ordena matar al enemigo y tú matas. Es simplemente lo mismo que “girar a la derecha, girar a la izquierda”. Tú no piensas, tú no evalúas las circunstancias así: “¿Qué me ha hecho este hombre? ¿Por qué tendría que matarle?”. El por qué no surge nunca; tú simplemente lo haces. Te conviertes en un robot, en algo mecánico; dejas de ser un hombre.

En la India, los sijs, la gente del Puntab, son los mejores militares, los mejores soldados y, por supuesto, en todo el país se piensa que son los más estúpidos. Estas dos cosas van juntas. Si una raza es de gran perfección en lo que se refiere a la guerra, entonces se vuelve menos inteligente. Tiene que suceder; las dos cosas no pueden ir juntas. Una persona inteligente tendrá que pensar antes de actuar. El soldado tiene que actuar antes que pensar. Ese es el todo el proceso: él tendría que actuar antes que pensar. Y entonces, cuando ya has actuado, ¿qué sentido tiene pensar? Entonces ya no es necesario.

Cualquier disciplina externa, sea ésta la de un soldado o la de un sabio, destruye tu sensibilidad, destruye tu fineza, tu receptividad. Y, naturalmente, destruye tu amor, porque el amor no es otra cosa que la armonía de todos tus sentidos y tu inteligencia. Sin embargo, cuando se trata de la disciplina interior, no hay contradicción con el amor. Con la disciplina interior surge el amor. No obstante, recuerda otra vez que el amor que surge con la disciplina interior no será el amor que has conocido hasta ahora. Tu amor es cualquier cosa menos amor.

Lo que tú llamas amor es pasión, fiebre, una clase de neurosis química; eso no es amor. ¿Cómo puedes tú amar? El amor sólo se produce como una consecuencia de la meditación. Cuando has llegado a estar muy alerta, surge una nueva cualidad; eso es amor.

Ahora mismo, lo que llamas amor son celos, competencia, posesión, ira, odio. A lo mejor estás cansado de ti mismo, no puedes estar contigo mismo, así que necesitas a alguien y a eso le llamas amor. Tú te aferras a alguien, dominas, manipulas a alguien. Esto es política, no amor; es ambición de dominar, no amor. Y naturalmente, eso te lleva al infierno, naturalmente te vuelves más y más infeliz.

¿Qué te ha ocasionado tu amor? Sueños y sueños y sueños. Y los sueños sólo se producen cuando miras a tu amor en algún momento del futuro; entonces son sueños. Cuando miras hacia atrás, al amor que ya pasó, entonces es una pesadilla. Todos los sueños terminan siendo pesadillas. No, esto no es amor; de otra manera la tierra toda sería feliz. Tanta gente amorosa, todo el mundo es amoroso… la madre es amorosa, el padre es amoroso, el hijo, la hermana, el hermano, la esposa, el esposo, el amigo, el cura, el político; todo el mundo ama a todo el mundo, debería haber tanto amor… Pero mira a los ojos de las personas: sólo hay infelicidad, nada más. Entonces algo no ha ido bien, se le ha llamado amor a otra cosa. Eso no es amor. El continente dice: “Amor”, pero mira el contenido: celos, posesión, ira, odio, dominación; todo lo feo está ahí. Sí, el continente es muy hermoso, está muy bien empaquetado, como un regalo de Navidad. Ábrelo… y en el interior solamente hay infierno.

Yo no estoy hablando de este amor. Cuando vas dentro de tu ser, surge una energía completamente nueva. Tienes tanta energía que te gustaría compartirla; entonces el amor es un compartir. Entonces no necesitas amor, entonces no necesitas que alguien te ame. Por primera vez posees tu tesoro, y aparece una nueva necesidad de compartirlo, de dárselo a quien lo necesite.

Compartes y das. Cuando el amor es una necesidad y quieres que alguien te ame, eso trae infelicidad. Es el amor de un mendigo, y los mendigos no pueden ser felices. Cuando se ha conocido el amor -y esto sólo es posible cuando has ido hacia adentro y llegas al santuario más profundo de tu ser-, cuando has conocido allí la fuente de tu amor, entonces surge una nueva necesidad de compartirlo, de darlo a quien lo necesite. Entrégalo, y te sentirá agradecido de que alguien lo haya recibido. Entonces hay felicidad, entonces el amor es celestial.

No obstante, en tal caso, la necesidad ha tomado un giro radical: ahora necesitas dar. Ahora mismo necesitas que alguien te de; eres un mendigo. Luego te conviertes en un emperador. La disciplina interior te convierte en un emperador.

sábado, 23 de enero de 2021

ESTAR VACÍO


 

Ramana Maharshi solía pedir a sus discípulos que meditasen únicamente sobre una cosa: ¿quién soy yo?, tarde o temprano comprenderás que no eres nadie. No eres el cuerpo ni eres la mente, tampoco eres el hijo de alguien o el padre de alguien; ni un rico, ni un pobre. No eres nadie.

El día que llegues a ser nadie llegarás a saber quién eres. Tú eres ese nadie.

Lo mejor es estar vacío. En la quietud y en la vacuidad encontramos una morada…”.

El vacío es tu hogar. Te conviertes en un templo, en un santuario. En este vacío arde la llama de tu consciencia, y esa llama es la de la divinidad, la del Tao. Ésta es la vía negativa.

Al dar y recibir perdemos el sitio”.

Cuando empiezas a dar y recibir, a hacer esto, a no hacer aquello, a relacionarte, a conectar con la gente, pierdes tu lugar, pierdes tu llama interior, pierdes contacto con tu interior. Esto pasa sólo al comienzo. Lieh Tzu se dirige a un buscador principiante, por eso habla así. Al comienzo pasará. Cada vez que estés solo, tranquilo, quieto, te sentirás súbitamente centrado, arraigado; sentirás el tremendo gozo de no ser, de ser nadie. Tu “ser nadie” será luminoso, estará lleno de luz, de fragancia, de bendición y de belleza.

Pero al comienzo sucederá una y otra vez que al relacionarte con otro lo perderás: perderás tu espacio interior. El peligro está en que empieces a tener miedo de relacionarte. Al comienzo está bien tener miedo, pero si eso se vuelve un hábito y el miedo llega a arraigarse, entonces es peligroso. Este peligro se ha dado en Oriente, en el pasado. Mucha gente llegó a tener miedo de relacionarse: los budistas escaparon de la vida, los taoístas escaparon a los Himalayas o a las montañas para no estar en contacto, porque “al dar y recibir perdemos el sitio”.

Pero Lieh Tzu no le da este sentido. Él dice: “Sí, al dar y tomar cuando vamos al mercado se pierde la meditación. Primero logra la meditación, luego ve allí una y otra vez y procura estar cada vez más alerta, a fin de que un día puedas ser capaz de relacionarte como de permanecer solo, de estar en el mercado y aun así de no estar allí, de estar en la multitud y aun así estar solo”. Esto es lo más elevado. Es algo que no se le puede decir a un principiante. Es algo que sucede sólo cuando se ha llegado a ser un maestro.

Lieh Tzu le dice al principiante: “Entonces tú sabrás quién eres y entonces verás repentinamente que al dar y tomar pierdes una y otra vez”. Tú ganas algo y luego, cuando conectas, cuando te relacionas –con la esposa, con el marido, con los hijos, en el mercado, con el cliente, con el jefe-, lo pierdes. Una y otra vez, gánalo: cuando tengas tiempo, vuelve a conectar otra vez contigo mismo. Poco a poco, poco a poco… lentamente. Un día verás que puedes estar en el mercado y permanecer tan solitario y silencioso como en cualquier parte. Entonces te has convertido en un loto: estás en el agua, pero el agua no te toca.

Primero desarróllalo, evoluciona –lo que suele llamarse en sánscrito shunya- al cero, al vacío, y luego tráelo al mundo. Lo perderás una y otra vez, es verdad, pero no trates de escapar del mundo por esto, no te vuelvas un escapista. Es un desafío. Y el punto más elevado se logra cuando nadie puede alterar tu espacio interior, nadie, ninguna situación puede alterarlo. Entonces, por primera vez llegas a ser un poseedor. Entonces eres el poseedor y ello te posee. Entonces eso es tuyo, realmente tuyo. Pero si algo puede hacerlo desaparecer, entonces eso no es aún tuyo por completo. Lo has tocado, pero aún no has sido su poseedor.

Me gustaría contarte una historia:

En un país lejano vivía un inventor ingenioso que se había vuelto chiflado un poco jugando con la televisión. En el curso de sus experimentos fabricó una especie de espejo mental al que llamó psicoscopio, por medio del cual una persona podía ver su estado mental con la misma claridad con que podía ver su cuerpo físico a través de una lupa.

Una vez fue perfeccionado el instrumento, se abrió una fábrica para producirlo y se dio a conocer en el país con la publicidad adecuada. Pronto hubo un montón de pedidos. Las esposas lo compraban para sus esposos –atención, las esposas lo compraban para sus esposos- y los esposos lo compraban para sus esposas y cuñados. Los padres lo compraron para sus hijos, e incluso los hijos lo compraron para sus padres. Los empresarios hicieron grandes pedidos para sus empleados. Se sabe, o quizás es sólo un rumor, que únicamente un individuo en todo el país, confesó haberlo comprado para su propio uso. El alborozado inventor se vio nadando en la abundancia: se vendieron millones de estos artefactos.

Entonces, casi con la misma celeridad, las ventas descendieron y sin más cayeron a cero. Los investigadores que se enviaron a recorrer el país informaron de que las casas de empeño estaban abarrotadas de psicoscopios, mientras millares de ellos se habían estropeado accidentalmente o habían ido a parar misteriosamente a la basura.

Desesperado, el inventor se dedicó a una nueva tarea. Le dio un sentido opuesto al funcionamiento del instrumento, a fin de que idealizara el estado mental reflejado. De esta manera la persona se veían a sí mismas no como eran, sino como querían aparecer, con sus defectos arreglados y coloreados de rosa, y su fealdad encubierta de inocencia. Al final del año, por lo visto, la compañía declaró dividendos del cincuenta por ciento.

La mayor parte de la gente no quiere verse a sí misma como es, ni le gustaría dar una segunda mirada a un espejo mental. Pero aquellos que validan las ilusiones que nos hacemos de nosotros mismos pueden obtener de nosotros prácticamente lo que sea.

Recuerda, estar vacío es llegar a una situación en la que te verás tal como eres. Las personas temen esto, no quieren percibir esta situación interior. Tienen sus imágenes ideales, sus propias imágenes hermosas, decoradas. Tienen miedo de que, al interiorizar, esas imágenes se derrumben. Tienen que derrumbarse y desaparecer porque son falsas y no pueden ser reales. De ahí que nadie interiorice. Todos los maestros en el mundo, ya sean los del camino de la vía afirmativa o los del camino de la vía negativa, todos los maestros han insistido en una cosa: tienes que acceder a tu realidad, a lo que eres de verdad. Pero nadie los escucha.

Incluso cuando las personas quieren saber quiénes son, están esperando realmente tener la misma personalidad que proyectan.

Cuando empiezan a trabajar, llegan las dificultades; surge la fealdad; se siente la malicia, la ira terrible, el odio, los celos. Todo un infierno irrumpe y uno empieza a tener miedo y escapa y vuelve a aferrarse a una personalidad ideal.

Eso no vale mucho. Recuerda, uno tiene que conocerse tal como es. Abandona todos los ideales. Son hermosos pero ponzoñosos; son ilusiones. Si no abandonas todos los ideales que tienes sobre ti mismo, todas las imágenes que has creado en tu impotencia a fin de ocultarte para enmascarar tu realidad… abandona esas máscaras, permanece quieto, permanece vacío y mira en tu ser.

Sea lo que sea. Al comienzo será una experiencia casi infernal, pero ese es el precio que tenemos que pagar. Si tienes suficiente valor y puedes perseverar, pronto desaparece el infierno, se van las nubes y el sol brilla en un firmamento despejado. Entonces llegas a tu paraíso interior.

El infierno y el cielo están en tu interior. El infierno es sólo tu circunferencia. El cielo es tu mismo centro. Tú eres el centro del ciclón. El Tao dice que en realidad no se debe hacer nada. Uno simplemente tiene que penetrar en su propio ser.

sábado, 16 de enero de 2021

LA ACCIÓN DE LOS PENSAMIENTOS


 

Precisamente, el otro día, alguien estaba diciendo: “En la meditación los pensamientos siguen, no se detienen; en realidad vienen más”. Cuando tú estás ocupado con tu vida ordinaria de cada día, no te llegan tantos; tú estás ocupado, absorto. Pero cuando estás sentado sin hacer nada, entonces toda tu energía se va a los pensamientos. Entonces surge una gran tormenta en tu ser: pensamientos y pensamientos, e incluso algunas veces ni siquiera puedes imaginar ¡qué clase de pensamientos! Memorias del pasado: algo que sucedió hace treinta años surge repentinamente. O pensamientos del futuro; puede que tu esposa ni siquiera esté embarazada y tú estés pensando: “Una ve que haya nacido el niño, ¿a qué colegio lo enviaremos?”. Cosas imposibles siguen yendo y viniendo, y tú sabes que son tonterías. Muchas veces las reconoces y quieres dejarlas, pero te sientes impotente.

Los pensamientos no se pueden detener en forma directa; permite que esto se entienda muy profundamente. Deja que se asiente en tu ser. Los pensamientos no se pueden detener directamente, porque los pensamientos no son más que sirvientes de los deseos. Cuando se presenta un deseo no puedes detener los pensamientos. El amo está ahí; los sirvientes tiene que seguirlo.

Tú quieres detener los pensamientos. Es una tontería, una idiotez: tu esposa ni siquiera está embarazada y tú estás pensando en el niño que ha crecido y va a la universidad. ¿A qué universidad enviarlo? ¿A Cambridge o a Oxford? Y tú estás muy inquieto: ¿Adónde enviarle? ¿Cuál será la mejor? Y de repente lo reconoces, ¡qué tontería! Es una idiotez. Entonces, ¿por qué surge?

No se trata del pensamiento mismo. Tú tienes un deseo, tienes una ambición. Muchas cosas se han quedado sin satisfacer. Tú quisieras satisfacerlas por medio de tu hijo. El hijo no es otra cosa que la personificación de tu ambición. Tú querías ir a Oxford, pero no pudiste hacerlo; te gustaría ir en la forma de tu hijo. Por eso ha surgido la idea, ha surgido el pensamiento.

Han pasado treinta años, y de repente algo sale a la superficie. Nada es repentino, nada deja de ser causado en la mente. Si algo surge, esto quiere decir que hay algo en ello; no se le puede llamar simplemente una estupidez y dejarlo. Hace treinta años alguien te insultó y todavía no lo has dejado pasar. La herida todavía duele. Te sientas en silencio y la herida sale a la superficie. Ocupado en las mil y unas cosas del mundo, tú lo olvidas, pero cuando no estás ocupado, ha herida se abre. La herida empieza a enviarte mensajes: “Haz algo al respecto. Todavía no hago daño. Todavía no he sido curada. ¡Haz algo al respecto!”. ¿Cuántas veces la herida se te ha manifestado, y cuántas veces has decidido vengarte o hacer algo? Y el dolor de la herida regresa una y otra vez, y todavía tienes el deseo de vengarte del enemigo que te ha insultado.

Esto no concierne al pensamiento, concierne al deseo. Analiza tus pensamientos y siempre hallarás que son los sirvientes y que en algún lugar oculto está el amo, protegido por los sirvientes. Mata al amo y los sirvientes desparecen. Si continúas matando a los sirvientes nada pasará: el amo seguirá trayendo nuevos sirvientes. Mientras el amo esté vivo seguirá trayendo nuevos sirvientes. Tú podrás seguir matando a los viejos; él proporcionará otros nuevos.

Los pensamientos nunca se detienen por sí mismos. Sólo se detienen cuando la mente que desea desaparece. Éste es el significado de “lo mejor es estar quieto”. Esa es la forma taoísta de decir “no desees”. Por eso se dice incluso el deseo de conocer a Dios, de llegar a Dios, es una barrera. Permanece quieto, simplemente, sin deseos, como si nada se tuviera que hacer, como si nada fuera a suceder. Mantén una carencia absoluta de esperanzas, porque la esperanza no es otra cosa que un nombre nuevo para el deseo. La esperanza es el deseo con un nombre hermoso. El deseo como nombre es un tanto feo, el deseo es algo un tanto desnudo, expuesto. La esperanza es un deseo vestido.

Permanece sin esperanza. Nada va a pasar. Nunca sucede nada. No hay futuro, así que abandona toda ambición. Sólo existe este momento, así que no corras de aquí para allá. No tiene sentido, es de neuróticos, es de locos. Sólo relájate en este momento; simplemente se. Éste es el significado de “lo mejor es estar quieto…”.

Y la diferencia se tiene que entender. Si vas a donde un profesor de yoga, él te dirá cómo estar quieto. Él te dirá qué postura te ayudará a estar quieto, cómo respirar, qué ritmo facilitará la quietud, si debes cerrar los ojos completamente o sólo mirar a la punta de la nariz. Él te dará indicaciones, ayudas; él te dará un mapa.

Los taoístas no tienen mapa alguno. Dicen que si practicas una postura determinada y miras tu nariz y respiras de una forma correcta, impondrás una cierta quietud, pero no será verdadera. Es cultivada, es algo que se practica, es falsa. La quietud verdadera viene de la comprensión, de la comprensión de que el deseo es inútil.

Trata de comprenderlo. En el Tao no hay ejercicios, no existe algo como los Sutra yoga de Patanjali. No existen las “ocho ramas del yoga”. No se te da una postura, una disciplina, una clase de moralidad… No se te dice qué comer, cuándo acostarse y cuándo levantarse por la mañana. Nada se te dice, porque se considera que todas estas cosas pueden darte una experiencia falsa de la quietud, pueden forzarla.

Y esto se tiene que entender. Cuando te sientas en una postura determinada, puedes ayudar a que la mente se quede un poco más quieta. Si el cuerpo está totalmente quieto, la mente se queda ligeramente quieta, porque la mente y el cuerpo no son dos cosas; la división no es completamente clara. La mente y el cuerpo están unidos. Aunque se diga que eres cuerpo y mente, eres cuerpomente, una sola palabra. El “y” no es correcto, déjalo. “Mentecuerpo” “psicosomático”. La mente es tu cuerpo más profundo, y el cuerpo es tu mente más externa. Por tanto, cuando el cuerpo está quieto, naturalmente algunas vibraciones de quietud llegan a la mente más profunda. Eso crea una base física y tú sientes algo de quietud.

Míralo de otra forma. Cuando te enojas, ¿qué haces? Aprietas los dientes, cierras los puños. ¿Por qué? ¿Es que no puedes enojarte sin más, sin apretar los dientes y los puños? Inténtalo un día: enójate simplemente, sin apretar los puños, sin apretar los dientes. Permanece relajado en el cuerpo e intenta enojarte y verás que es imposible. ¿Cómo puedes enojarte si no tienes la ayuda del cuerpo? Y después, un día, prueba lo siguiente: sin enojo alguno aprieta los puños y los dientes; muestra únicamente el gesto de enojo y verás que una forma de enojo surgirá repentinamente en ti. Tú te puedes llegar a enojar sólo creando los síntomas; eso es lo que hacen los actores. El actor tiene que actuar en momentos en los que puede no sentirse enojado y tiene que estarlo. ¿Qué se supone que tiene que hacer? Él hará la parte corporal y la parte mental le seguirá. Él no se está sintiendo feliz, pero tiene que hacer la parte corporal; se muestra feliz, y una forma de felicidad le sigue en consecuencia.

Cuerpo y mente van juntos. Los taoístas dicen que esto se debe entender, pues de lo contrario crearás una quietud falsa. La quietud que se crea con la postura corporal no es la quietud real; es un truco. Tiene casi los mismos efectos químicos que cuando tomas un tranquilizante; es una droga.

Si te pones a ayunar, sentirás mucha quietud, porque la química del cuerpo cambia; el cuerpo tiene menos trabajo que hacer, está más relajado; el estómago no tiene nada que hacer, está más relajado. Y si el estómago no tiene nada que hacer, más energía se libera desde el estómago hacia la cabeza. Eso lo sabes; cuando comes demasiado te sientes somnoliento, porque el estómago se apodera de toda la energía disponible para digerir el alimento. La cabeza no es muy importante –es un lujo-, por tanto, cuando el estómago necesita la energía, la energía va al estómago y abandona la cabeza inmediatamente. Debido a eso empiezas a sentirte somnoliento; los ojos se van cerrando y tú empiezas a dormir. Esto implica simplemente que la energía se ha desplazado de la cabeza al estómago. Te quedas dormido.

¿Lo has observado? Cuando no has comido bien, te resulta difícil dormir, porque cuando el estómago no tiene de qué ocuparse, se libera energía. La energía va inmediatamente a la cabeza y ésta empieza a funcionar, a fantasear y a pensar.

Por tanto, cuando una persona está ayunando, al tercer o cuarto día siente mucha quietud. Pero éste es un cambio químico, no es una quietud real. Proporciónale alimento y la quietud desaparecerá. ¿Qué tipo de cambio es éste entonces? Si una persona continúa ayunando durante muchos días, sentirá que surge en ella una cierta falta de sexualidad. Esto es falso porque el alimento tiene que suministrar energía sexual. Si no se le da alimento al cuerpo, no se crea energía sexual, la energía sexual desaparece. Después de tres semanas de ayuno, un hombre perderá interés por las mujeres y una mujer perderá interés por los hombres. Así es como han caído en el engaño muchas personas religiosas. Piensan que han logrado el celibato. Esto no es celibato; es una forma de impotencia. Se pierde vigor, se pierde vitalidad. Y luego empiezan a tenerle miedo a la comida, entonces no pueden comer bien, porque en cuanto comen bien, se suministra energía a los órganos sexuales y la energía sexual vuelve a surgir.

sábado, 9 de enero de 2021

EL VALOR DEL VACÍO


 

El diablo sólo puede existir en una mente activa, nunca en una mente inactiva. El diablo sólo puede existir en una mente ocupada, no en una mente desocupada. El diablo sólo puede moverse en los pensamientos, puede utilizar los pensamientos y los deseos. ¿Cómo podría usar el vacío? Y parece que ellos están en lo cierto.

Hitler no está vacío, tampoco Gengis Khan, tampoco Tamerlane: son personas muy activas. El diablo ha entrado en el mundo a través de ellos. Bodhidharma está vacío, Lieh Tzu está vacío, Nagarjuna está vacío; el diablo ni siquiera se les ha acercado. Nada malo ha salido jamás de esta gente vacía; sólo bien, y sólo lo bueno ha florecido. Su fragancia ha sido grandiosa. Han pasado siglos, pero su fragancia está más fresca que nunca.

¿Qué clase de valor? ¿Qué puedes hacer con el vacío? El valor se produce con el uso. Trata de comprenderlo: el valor se produce cuando algo es útil. ¿Cómo puedes valorar algo que no lo es? No sólo no es útil, sino que no tiene entidad. ¿Cómo puedes valorarlo? Sin embargo, éste es el enfoque de lo negativo.

Lao Tzu dice: “La habitación tiene valor, no por las paredes, sino por el vacío interior”. Tú utilizas la habitación, no las paredes. Por supuesto, cuando tú haces la casa haces las paredes, no el vacío; nadie puede hacer el vacío. El vacío es eterno, pertenece a la naturaleza, a la existencia; no está hecho por el ser humano. Las casas están hechas por el ser humano, no el vacío. Pero ¿qué es lo que utilizas? ¿Utilizas las paredes o utilizas el espacio interior? La palabra “habitación” es adecuada. “Habitación” quiere decir espacio. Tú usas el espacio, la espaciosidad. La pared, ¿cómo se atraviesa? ¿Cómo entras y sales? Por la puerta. La puerta está vacía. “Puerta” quiere decir lo vacío, lo que no es, de ahí que puedas entrar y salir. Tú utilizas la puerta, no usas la pared. Tú usas la habitación, no las paredes. ¿Qué utilizas cuando le das uso a una vasija de barro? ¿Las paredes de barro o el vacío interior? Cuando vas al pozo a sacar agua y traerla a casa, ¿qué utilizas? El vacío de la vasija de barro. El vacío es valioso y ese vacío ha sido creado por ti.

Los taoístas dicen: todo lo que no es creado por el ser humano es valioso. Lo que es creado puede tener un valor relativo, un valor de mercado, pero no es realmente valioso; no tiene valor. Los objetos creados por el hombre son comodidades. Por supuesto, si vas al mercado y empiezas a vender vacío, nadie lo comprará. No tiene valor y la gente se reirá.

Lao Tzu va atravesando el bosque, y el bosque está siendo talado. Miles de carpinteros están cortando los árboles. Entonces se acerca a un árbol grande, un árbol realmente grande; mil carretas de bueyes pueden descansar a su cobijo; además es muy verde y hermoso. Él envía a sus discípulos a preguntar a los carpinteros por qué no se ha cortado ese árbol todavía. Les dicen: “No es utilizable. No se puede hacer nada con él. No se pueden hacer muebles, no se puede utilizar como combustible: produce mucho humo. No sirve; por eso no lo hemos cortado”. Y Lao Tzu dice a sus discípulos: “Aprendan de este árbol. Vuélvanse tan inútiles como este árbol, entonces nadie los cortará”.

La inutilidad tiene un gran valor.

Lao Tzu dice: “Mira, observa este árbol. Aprende algo de este árbol. Este árbol es grandioso. Mira, los otros árboles ya no existen. Eran útiles, por tanto ya no existen. Uno de los árboles era muy recto, por eso ya no existe. Seguramente era muy egoísta, derecho, orgulloso de ser alguien; ya no está. Este árbol no es recto, ni una sola rama está recta. No es orgulloso en absoluto; por eso existe”.

Lao Tzu dice a sus discípulos: “Si quieres vivir largo tiempo vuélvete inútil”. Recuerda, sin embargo, que para él la palabra “inútil” significa no volverse una mercancía, no volverse un objeto.

Si te conviertes en un objeto, serás vendido y comprado en el mercado, y te volverás un esclavo. Si no eres un objeto, ¿quién te puede comprar y quién te puede vender?

No dejes de ser la creación de la existencia, de la naturaleza. No te conviertas en una mercancía humana y nadie será capaz de utilizarte. Y si nadie es capaz de utilizarte, tendrás una hermosa vida propia, independiente, libre, gozosa. Si nadie te puede utilizar, nadie te puede reducir a ser un instrumento. Nunca serás insultado, porque en esta vida no hay un insulto mayor que convertirse en un instrumento. Unos y otros te van a utilizar; a tu cuerpo, a tu mente, a tu ser.

Lao Tzu dice: vuélvete una no-entidad para que nadie te mire, y puedas vivir tu vida como quieras vivirla. Que nadie venga a interferir contigo.

Sucedió que el discípulo de Lao Tzu, Chuang Tzu, se volvió muy famoso, así que el emperador envió a sus ministros para invitarle a convertirse en el primer ministro. Lao Tzu se enojó mucho. Dijo:

-Debes haber hecho algo equivocado, ¿o si no por qué ha llegado a interesarse el emperador por ti? Tienes que haber demostrado que eres de alguna utilidad. Tienes que haber desoído mis enseñanzas, ¿o si no, cómo es que el emperador se ha interesado por ti? Ahora no vas a poder descansar jamás.

Se una no-entidad, a fin de que nadie llegue siquiera a pensar que puedes ser de alguna utilidad. Hay inutilidad que es tremendamente útil. Lao Tzu la llama la “utilidad de la inutilidad”. Pero ciertamente no hay en ella valor alguno, no al menos un valor de mercado. Normalmente tú quieres llegar a tener algún valor –como doctor, ingeniero, pintor, poeta, mahatma-, quieres llegar a ser alguien valioso, alguien que se vuelve indispensable para el mundo. Te sientes muy feliz si la gente viene y te dice: “Cuando te hayas ido nunca seremos capaces de reemplazarte”. Te sientes tremendamente feliz, pero ¿qué te están diciendo? Te están diciendo: “Eres un objeto que estamos utilizando”.

Cuánto más indispensable te vuelvas, más quedas reducido a ser un objeto y más pierdes tu libertad. Si puedes morir como si nada hubiera pasado, si desapareces del mundo y no queda siquiera una huella, entonces…

Cuando no eres útil para la humanidad, te vuelves tremendamente útil para la existencia. Entonces la existencia empieza a fluir a través de ti, entonces te conviertes en un vehículo, porque al estar tan vacío ella puede fluir a través de ti. Te vuelves un bambú hueco, la existencia puede cantar su canción a través de ti.

domingo, 3 de enero de 2021

LOS CAMINOS A LA VERDAD


 

Alguien le preguntó a Lieh Tzu:

-¿Por qué le das valor al vacío? En el vacío no hay valoración.

Lieh Tzu dijo:

-A eso no se le puede llamar valor. Lo mejor es estar quieto, lo mejor es estar vacío. En la quietud y en la vacuidad encontramos una morada; al dar y recibir perdemos el sitio.

La verdad es una; no puede ser de otra forma porque la existencia es un universo, no es un “multiverso”. Es uno. Es un aglutinamiento. Es una unión. Es un cosmos. Aquello que aglutina al universo es lo que llamamos Verdad, o Tao, o Dios. El Tao no es una persona; tampoco es Dios una persona, sino la unión que lo recorre todo, como un hilo a través de una guirnalda. El universo no es un montón de cosas separadas, y una especie de hilo lo mantiene unido… No se está deshaciendo. A eso que lo mantiene unido es lo que llamamos Dios, Tao.

No obstante, el ser humano puede enfocar esta verdad de dos maneras. Estas dos maneras deben ser comprendidas. La verdad es una, pero los caminos son dos. El primer camino es vía afirmativa, el camino positivo, el camino de “los que dicen sí”, el camino del devoto. Jesús, Mahoma y Krishna han seguido el camino de la afirmación. El camino de la afirmación parece ser una camino de esfuerzo, de mucho esfuerzo: uno está tratando de llegar a Dios, tiene que hacer todo el esfuerzo posible, tiene que hacer lo máximo, tiene que jugárselo todo. En los tiempos modernos, Gurdjieff y Ramakrishna siguieron el camino de la afirmación, la vía afirmativa.

El otro camino es la vía negativa, a través de la negación a través del “no”. Lao Tzu, el Buda y Nagarjuna siguieron el camino de la negación. En los tiempos modernos, Ramana Maharshi y Krishnamurti han seguido el camino del “no”.

Estos dos caminos se tienen que entender tan claramente como sea posible, porque es mucho lo que de ello depende; tú tendrás que elegir tarde o temprano. Los dos se mueven en dimensiones diferentes; llegan al mismo fin, pero se mueven en dimensiones diferentes.

El camino positivo es un enfoque positivo respecto a Dios, un llegar a Dios, una búsqueda, una indagación. El camino negativo es un esperar a Dios, no una búsqueda. El camino negativo consiste en mantener la puerta abierta, no en ir a buscar, no en indagar, sólo en ser receptivo, como un útero. El primero es yang, el segundo es yin. El primero es un camino de tendencia masculina; el segundo es un camino de tendencia femenina. En el segundo uno tiene que abandonarse simplemente: no hay voluntad sino entrega. Sólo se tiene que permitir que Dios sea. No llegues a él; deja que él llegue a ti. Permanece simplemente en silencio, vacío. Deja un espacio, de tal forma que si viene tú estés dispuesto; tú te mantienes dispuesto.

En el camino de la voluntad tendrás mucho que hacer; en el camino de la entrega no tienes nada que hacer, exactamente nada que hacer, solamente nada que hacer. Estos caminos se pueden nombrar también de forma diferente. El primer camino puede decirse que es el camino del asceta. La palabra “asceta” viene de la raíz griega ascesis, que quiere decir “ejercicio”. Muchos métodos –muchos ejercicios, metodologías, yoga, técnicas- son factibles. El segundo camino puede llamarse el camino del místico: no hay ejercicios, no hay métodos, no hay tecnología.

En el primer camino, el tiempo es una necesidad. Tú no te puedes iluminar inmediatamente. Los métodos requieren tiempo, los ejercicios requieren tiempo, la preparación requiere tiempo, y tú tendrás que esperar por muchas vidas. La iluminación será gradual, no puede ser súbita. En el camino negativo, la iluminación puede ser completamente súbita, puede suceder en este mismo momento.

El tiempo no es necesario porque el ejercicio no es necesario. Tú no tienes que ir a sitio alguno; simplemente tienes que sentarte en silencio, simplemente tienes que abandonarte. No necesitas esperar.

El camino del místico es misterioso, no se puede explicar. El camino del asceta se puede explicar: es muy científico, muy lógico. Se puede explicar paso a paso; se puede analizar, dividir en pasos sencillos. Los pasos se pueden hacer tan pequeños que todo el mundo puede darlos, incluso un niño. Pero el camino del místico es muy misterioso, de ahí que se le llame el camino místico. No existe la posibilidad de grados, de pequeños pasos, sino de un salto cuántico, de un salto a lo desconocido, súbito, como un alumbramiento. Naturalmente, no puede ser explicado de forma lógica. La mente lógica se encontrará perdida. Es necesaria una gran comprensión, no basada en la lógica sino en la intuición. Se necesita una mente ilógica, aventurera, que pueda sobrepasar todos los pasos, que esté dispuesta a ir hacia lo desconocido, que tenga el valor suficiente para dar el salto.

En el primer camino vas paso a paso, moviéndote hacia arriba. En el segundo camino, tú simplemente das un salto al abismo. El abismo no tiene fondo, está vacío, es la nada absoluta. Tú desapareces.

Estos dos son los caminos, y cada persona tiene que decidir en lo más profundo de su ser cuál le atrae más. Es difícil decidir, pero hay que decidirse, de otra forma tú puedes seguir haciendo cosas que no van a tener significado alguno. Si puedes dar el salto, entonces no hay necesidad de que practiques el yoga. Si no puedes dar el salto, entonces no tiene sentido que solamente te quedes a la espera.

En el primer camino, el mayor peligro viene del ego, porque tienes que hacer mucho, y si eres muy egoísta te volverás un hacedor y el ego se convertirá en tu barrera. Uno tiene que hacer pero sin fortalecer el ego. En el segundo camino, el aletargamiento es el problema. No tienes que hacer nada; uno se puede aletargar, uno se puede volver apagado o muerto. Ese es el peligro, muy natural: te sientas en silencio, no haces nada, poco a poco caes en una pesadez, en una especie de falta de inteligencia. Pierdes agudeza, pierdes vitalidad, te vuelves idiota. Esto es posible; uno tiene que estar muy consciente de ello.

En el primer camino uno tiene que observar para que el ego no surja. En el segundo camino uno tiene que observar para no acostumbrarse al aletargamiento. Si se evitan estas dos trampas entonces tú puedes llegar por ambos caminos, el afirmativo y el negativo. Hay gente que ha llegado a través de los dos, así que no es un asunto de llegar, sino de cuál va a ser más fácil, más adecuado a tu naturaleza interior; elige ese.

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