sábado, 25 de agosto de 2018

SER TOTAL


Desde luego cuando Adán se hizo consciente por primera vez, se hizo consciente del sexo. Este es el hecho fundamental básico. Pero esto fue mal interpretado por la cristiandad y así surgió todo el galimatías consiguiente. Se dijo que, debido a que Adán se dio cuenta de su sexualidad y se sintió avergonzado, el sexo era malo y que era un pecado, el pecado original. No lo es. Es la luz original. Se sintió avergonzado no porque el sexo fuera malo; se sintió avergonzado porque vio que el sexo es cosa de animales y pensó “Yo no soy un animal”. Por eso el sexo ha de ser combatido, derrotado y desterrado. En alguna forma uno se ha de despojar del sexo.

Esto es una malinterpretación, la interpretación cristiana de la parábola. Debido al “¡Combate al sexo!”, la religión se convirtió en una lucha contra el sexo. Y si la religión se convierte en una lucha contra el sexo entonces la religión es una lucha en contra de la vida.

En verdad, la religión no es una lucha en contra del sexo. Más bien es un esfuerzo por trascenderlo, no por combatirlo. Si estás en su contra estás en el mismo nivel que el sexo. Entonces nunca podrás trascenderlo.

Por eso los místicos y los santos cristianos luchan hasta su muerte en contra del sexo. Luego surge la tentación y a cada instante son tentados. No hay nadie que los tiente. Su propia represión es la creadora de su tentación. Viven en un mundo mental interior torturado en el que están continuamente en lucha con ellos mismos.

La religión es para trascender, no para luchar. Y si quieres trascender, has de trascender el sexo. Usa la energía sexual para trascenderlo. Has de ir a la par con ella, no luchar con ella. Has de saber más de ella. Es imposible mantenerse en la ignorancia. Has de conocerla mejor. El conocer es libertad. Si la conoces más y más y más llega un momento en el que eres totalmente consciente, y entonces el sexo desaparece. En esa consciencia total, la energía es trasformada, mutada. Ahora conoces una nueva dimensión de esa misma energía.

El sexo es horizontal. Cuando te vuelves totalmente consciente, el sexo se vuelve vertical. Y el movimiento en vertical del sexo es kundalini. Si el sexo se mueve horizontalmente, te dedicas a reproducir y a reproducir. Si la energía comienza a ascender, a subir en vertical, simplemente te deslizas fuera, sales de la rueda de la Existencia; como dicen los budistas: “Fuera de la rueda de la vida”. Este es un nuevo nacer, no en un nuevo cuerpo sino en una nueva dimensión de la Existencia. A esto los budistas lo han denominado Nirvana. Puedes llamarlo Moksha, Liberación, o llámalo como quieras. Los nombres no tienen mucha importancia.

Hay pues dos formas. Adán se volvió consciente de su sexualidad y luego pudo reprimirla, pudo moverse horizontalmente, luchando con ella en una angustia incesante, sabiendo siempre del animal que aguarda dentro y simulando siempre que no está allí. Esta es la angustia y uno puede desplazarse horizontalmente durante vidas sin llegar a ninguna parte porque es un círculo repetitivo. Por eso lo llamamos rueda: un círculo que se repite. Pero puedes salirte de la rueda.

Este salto no se logra mediante la represión; se logra con más conocimiento. Por esto te digo que si has comido del fruto del árbol prohibido, cómete ahora el árbol entero. Es la única forma. ¡Cómete ahora todo el árbol” ¡No dejes ni una hoja! ¡Haz que desaparezca el árbol! ¡Cómetelo todo! Solamente entonces te liberarás del conocimiento, nunca antes.

Y cuando te digo que te comas el árbol entero, quiero decir ahora mismo; cuando te hayas vuelto consciente, sé totalmente consciente. La consciencia parcial es el problema.

Sé o bien totalmente ignorante o totalmente consciente. Ser total es la dicha. Sé totalmente ignorante: entonces estarás en la dicha. No te darás cuenta de ella, pero estarás en la dicha, tal y como cuando estás sumido en un profundo suelo, sin soñar, simplemente dormido sin oscilaciones de la mente, estás en la dicha, pero sin darte cuenta. Por la mañana dices que el sueño de esa noche fue verdaderamente dichoso, pero mientras dormías no te dabas cuenta de ello. Solamente te diste cuenta cuando despertaste, cuando intervino el conocimiento, cuando intervino la consciencia. Entonces puedes decir que la noche fue muy dichosa.

Sé o bien totalmente ignorante, cosa que es imposible, o bien totalmente consciente, cosa que sí es posible. Con la condición de ser total llega la dicha. La totalidad es la dicha. Cómete pues el árbol, con raíces y todo, y sé consciente. Esto es lo que quiere decir con Uno-Que-Ha-Despertado, un Buda, un Iluminado: se ha comido todo el árbol. No queda nada de lo que ser consciente, sino que existe simplemente la consciencia.

Esta simple consciencia es un volver a entrar en el Edén. No puedes hallar de nuevo el antiguo camino; se ha perdido para siempre. Pero puedes descubrir un nuevo camino, puedes entrar de nuevo. Y realmente, fuera lo que fuera lo que el Diablo le prometió a Adán, será cumplido: serás como los dioses. Tenía razón en cierta forma. Si comes del fruto del conocimiento serás como los dioses.

No podemos imaginarnos esto en nuestro actual estado mental porque estamos sumergidos en un infierno. Por causa de esta tentación diabólica estamos sumidos en un infierno. Estamos entre dos aguas, siempre divididos, en agonía, angustiados. Parece que el Diablo engañó a Adán y nos engañó a nosotros. Esto no es todo; la historia está incompleta. Tú puedes completarla y únicamente entonces podrás juzgar si lo que afirmó el Diablo era cierto o no. Cómete todo el árbol y serás como los dioses.

Una persona que se ha vuelto totalmente consciente es Divina. No es humana. La humanidad es una especie de enfermedad, o sea, una especie de inquietud, una continua inquietud. O bien sé como los animales y entonces estarás sano o sé como los dioses y estarás también sano; sano porque estarás inmerso en la Totalidad, en el Todo.

¡Sé total! Y sólo hay dos maneras de ser un todo: una es según el modo animal; la otra es según el modo de los dioses.

sábado, 18 de agosto de 2018

ATRACCIÒN Y REPULSIÒN


Un psicólogo estuvo experimentando con ciertos hechos ocultos que, lo intentes como lo intentes, eres incapaz de esconder. Por ejemplo, si alguien dice que no le atraen las mujeres, puede sentirse prácticamente no atraído y es capaz de convencer a los demás y a sí mismo de que no siente atracción. Pero Adán ha de ser atraído por Eva y Eva ha de ser atraída por Adán. Es parte de la naturaleza humana, a menos que la trasciendas, a menos que te conviertas en un Buda.

Pero un Buda nunca dirá: “No me siento atraído por las mujeres”, porque para poder decir esto has de estar pensando en términos de atracción y repulsión. No dirá, “Me repelen las mujeres”, porque nadie puede ser repelido por algo a menos que sea también atraído. Si le preguntas te dirá sencillamente, “Hombres y mujeres se han convertido en algo irrelevante para mí. No soy ni lo uno ni lo otro. Si fuera un hombre, habría una mujer oculta en alguna parte. Si fuera una mujer, habría un hombre oculto en alguna parte”.

Con todo, este psicólogo estuvo experimentando recientemente con un hombre que afirmaba, “No me siento atraído por las mujeres”. Y no lo estaba, por lo que concierne a las evidencias externas. Nunca había sido visto siendo atraído por ninguna. Entonces ese psicólogo le enseñó algunas fotos; diez fotos de temas diversos. Había solamente una foto de una mujer desnuda. El psicólogo no sabía cuál era la foto que el otro estaba viendo en un momento dado. Solamente observaba sus ojos. La cara posterior de la foto era la que observaba el psicólogo. Enseñaba una de las fotos al hombre y simplemente observaba sus ojos. Le dijo, “Si no eres atraído, lo sabré. En caso contrario te diré cuándo estás viendo la foto de la mujer desnuda solamente observando tus ojos. No estoy viendo la foto”.

La foto le fue mostrada y en ese mismo instante el psicólogo dijo, “Ahora estás viendo la foto de la mujer desnuda”. Porque en el momento en que aparece la mujer desnuda, los ojos se dilatan. Y eso es involuntario, no puedes controlarlo. No puedes hacer nada por evitarlo. Es un acto reflejo. Los ojos están hechos biológicamente de esta forma. El hombre afirma, “No me atraen”, pero simplemente es una afirmación de la mente consciente. El inconsciente sí es atraído.

Cuando se esconden ciertos hechos éstos continúan manipulándote y luego te sientes más y más avergonzado. Cuanto más desarrollada es la civilización y más elevada la cultura, más se sentirá avergonzado el ser humano. ¡Más se avergonzará! En realidad, cuanta más vergüenza sientes por el sexo, más civilizado eres. Pero de esta forma el ser humano está condenado a estar loco, esquizofrénico, dividido.

El sexo es lo primero en conocerse y también el sexo es lo último en ser conocido. Cuando entras en la humanidad la primera cosa que empiezas a sentir y de la que eres consciente es el sexo, y la última cosa, cuando trasciendes la humanidad, es, de nuevo, el sexo. Lo primero y lo último. Debido a que el sexo es lo más básico, ha de ser lo primero. Es el alfa y el omega. Un niño es solamente un niño a menos que se vuelva sexualmente maduro. En el momento en que madura sexualmente, es un hombre. Con la madurez sexual el mundo entero se vuelve distinto. Deja de ser el mismo mundo porque tu enfoque, tu visión, tu modo de ver las cosas, cambia.

Cuando comienzas a ser consciente de las mujeres, empiezas a ser un hombre.

En realidad, en los antiguos textos bíblicos, la palabra “conocimiento” es utilizada en la lengua hebrea con una connotación sexual. Por ejemplo, con frases como, “No conoció a su mujer durante dos años” o “No conoció a su marido durante dos años, significa que no hubo relación sexual durante dos años. “Conoció a su mujer por primera vez ese día” significa que tuvo lugar por primera vez una relación sexual. “Conocimiento” en hebreo es empleado para indicar conocimiento sexual, por eso es correcto el decir que Adán se volvió consciente del sexo después de comer la manzana.

El sexo es lo más fundamental. Sin sexo no hay vida. La vida existe debido al sexo y la vida desaparece con el sexo. Por eso Buda y Mahavira dicen que a menos que trasciendas el sexo nacerás una y otra vez. No puedes trascender la vida porque con el deseo sexual en tu interior nacerás de nuevo. Por eso sexo no quiere decir solamente “dar vida a alguien”; en último término quiere decir darte vida a ti mismo. Funciona en un doble sentido. Reproduces a alguien mediante el sexo, pero esto no es tan importante. Debido a tu deseo sexual renaces, te reproduces a ti mismo una y otra vez. Adán se volvió consciente de su sexualidad; ésa fue su primera consciencia. Pero esta sexualidad es solamente un comienzo. Todo lo demás viene después.

En realidad, los psicólogos dicen que toda curiosidad es sexual en cierta forma. Si una persona nace impotente no sentirá curiosidad por nada, ni siquiera por la Verdad, porque la curiosidad es intrínsecamente sexual. El descubrir algo oculto, el conocer algo que no se conoce, el saber de algo desconocido, es sexual. Los niños juegan unos con otros para descubrir las partes ocultas de sus cuerpos. Ese es el conocimiento de toda curiosidad y el comienzo de toda ciencia: el descubrir lo que está oculto, lo que no se conoce.

En realidad, cuanto más sexual es una persona, más inventiva puede ser, cuanto más sexual es una persona, más inteligente es. Con menor energía sexual, hay menos inteligencia y con mayor energía más inteligencia, porque el sexo es un tremendo factor por descubrir, no solamente en el cuerpo, no solamente en el cuerpo del sexo opuesto, sino en todo aquello que está oculto.

De modo que si una sociedad condena al sexo en gran medida, nunca podrá ser científica porque condena la curiosidad. Oriente no puede ser científico porque muestra gran antagonismo hacia el sexo. Y Occidente no podría haber sido científico si el cristianismo hubiera mantenido su dominio. Únicamente cuando el Vaticano desapareció, Roma dejó de ser importante, en esos trescientos años en que la gloria de la Cristiandad se derrumbó y desapareció, fue cuando Occidente pudo volverse científico. La liberación de la energía sexual también fue una liberación hacia la investigación.

Una sociedad sexualmente libre será una sociedad científica y una sociedad sexualmente limitada será no-científica. Con el sexo todo empieza a tomar vida. Si tu niño comienza a rebelarse al alcanzar la madurez, la madurez sexual, no te preocupes. Es natural. Con una nueva energía corriendo por sus venas, con una nueva vida recorriéndolo, se ha de comportar de forma rebelde. Esa rebelión es solamente una parte. También se convertirá en un inventor. Inventará cosas nuevas, modos nuevos, estilos nuevos, nuevas maneras de vivir, una nueva sociedad. Soñará nuevos sueños, pensará en nuevas utopías. Si condenas al sexo no habrá una rebelión juvenil. En todo el mundo la rebeldía juvenil es parte de la libertad sexual.

En la antigua cultura no existía la rebelión porque el sexo era absolutamente condenado, la energía era absolutamente reprimida. Con esa energía reprimida, se suprimía la rebeldía. Si liberas la energía sexual, se presentará todo tipo de rebeldía; toda clase de rebeldía estará presente.

El conocimiento pose una dimensión sexual en sí mismo, de ahí el decir que, en cierto modo, Adán se hizo consciente del sexo, de la dimensión del sexo. Pero además de la dimensión sexual se hizo consciente también de muchas otras cosas. Todo este conocimiento, esta explosión de conocimiento, este afrentarse en lo desconocido, este ir a la Luna y a otros planetas, es una sed sexual. Y se ahondará más y más en el conocimiento porque de este modo se libera la energía y así esta energía adquirirá nuevas formas, nuevas perspectivas.

Con el sexo y con la consciencia del sexo, Adán comenzó un largo viaje. Seguimos en él, todo el mundo sigue en él porque el sexo no es simplemente un componente del cuerpo; eres tú. Naces del sexo y morirás por causa del sexo; exhausto. Tu nacimiento es el nacimiento del sexo y tu muerte es la muerte del sexo. Has de saber pues que en el instante en que sientas que esa energía sexual se ha evaporado, la muerte se está aproximando.

sábado, 11 de agosto de 2018

EL FLUJO DE LO NATURAL


Si un león mata por su comida, no existe el que mata, no hay violencia. Es un fenómeno simple: hambre en pos de comida. No hay nadie hambriento, sino simplemente hambre; un mecanismo para encontrar comida, sin violencia. Solamente el hombre es capaz de ser violento porque solamente con el hombre aparece el que actúa. Tú eres capaz de matar sin sentir hambre, pero un león nunca mata si no siente hambre, porque en el león el hambre es la que mata, no el león. Un león nunca matará por placer. No existe algo así como la caza para un león. Esta solamente existe para el hombre. Tú eres capaz de matar por placer, por diversión. Si un león se siente satisfecho, no existe la violencia, no existe la división, ni el juego, ni nada. Es un producto del hambre. El que obra no está presente.

La naturaleza existe como un auténtico fluir cósmico. En este fluir Adán se conciencia de sí mismo y se vuelve consciente porque come del fruto prohibido del conocimiento. El conocimiento estaba prohibido. El mandato rezaba, “No comerás del fruto del Árbol del Conocimiento”. Adán lo infringió y luego no pudo volver atrás. Y la Biblia dice que todo hombre deberá sufrir por causa de la rebeldía de Adán, porque en cierto modo, todo hombre es de nuevo un Adán.

Pero tú no has de sufrir por ello. ¿Cómo vas a tener que sufrir por algo que hizo otro? Pero ésta es una historia que se repite cada día. Cada niño ha de ir desde el Jardín del Edén hasta la expulsión. Todo niño nace como un Adán, y luego es expulsado. Por eso existe tanta nostalgia en los poetas, en los pintores, en los literatos. En todos aquellos que son capaces de expresarse, existe siempre una cierta nostalgia. Creen que la edad de oro fue la infancia.

Todo el mundo opina que esa infancia fue algo grande, utópico, y todos desean volver a ella. Incluso un anciano en su lecho de muerte se acuerda de su infancia con nostalgia: de su belleza, de su felicidad, de su dicha, de las flores, de las mariposas, de los sueños, de su magia. Todo el mundo está en el País de las Maravillas cuando es niño; no solamente Alicia, sino todo el mundo. Y este recuerdo persiste.

¿Por qué es la infancia algo tan hermoso, tan dichoso? Porque eras todavía una parte del flujo cósmico, sin responsabilidades, con absoluta libertad, sin consciencia, sin cargas. Existías, no como si tuvieras alguna misión que cumplir, sino que más bien, estabas simplemente ahí, y luego apareció el ego y llegó el conflicto y la lucha. Entonces todo se convirtió en una responsabilidad y cada instante fue una esclavitud sin libertad.

Los psicólogos dicen que la religión es solamente un reflejo de esta nostalgia, del deseo de volver a la infancia. E incluso van más allá. Afirman que en último término todos ansiamos estar en el vientre de la madre porque cuando estabas en su vientre eras verdaderamente una parte del Cosmos. El Cosmos te estaba alimentando. No necesitabas por tu parte ni siquiera respirar. La madre respiraba por ti. No eras consciente de la madre; no eras consciente de ti mismo. Estabas allí sin consciencia.

El vientre es el Jardín del Edén. Así, todo hombre nace como un Adán y todo hombre ha de comer del fruto prohibido del conocimiento, porque al crecer, creces en conocimiento. Eso es algo inevitable. Por eso no es que Adán se rebelase. El rebelarse es parte del proceso del crecimiento. No podía hacer otra cosa: tuvo que comer del fruto. Cada niño ha de rebelarse, ha de comer del fruto. Cada niño ha de rebelarse, ha de desobedecer; la vida lo exige. Ha de alejarse de la madre, del padre. Suspirará por ello; una y otra vez lo deseará y soñará, pero aún así se irá alejando. Es un proceso inevitable.

Se pregunta, “¿Cuál es el significado real que oculta este sentimiento?”. Este es el significado: el conocimiento te proporciona el ego; el ego te da el poder de comparar, de enjuiciar, te da la individualidad. No eres capaz de pensar en ti mismo como en un animal. El hombre ha hecho todo lo posible para esconder el hecho de que él es un animal. ¡Ha hecho todo lo posible! Cada día nos esforzamos por ocultar que somos animales, pero somos animales, y ocultando el hecho, la evidencia no es destruida; más bien se convierte en una realidad pervertida. Por eso siempre que esa oculta perversión emerge, el hombre demuestra ser más animal que los propios animales. si eres violento, no hay animal que pueda competir contigo. ¿Cómo va a poder competir? Ningún animal sabe nada de Hiroshimas, de Vietnams. Solamente el hombre es capaz de crear un Hiroshima. No hay comparación posible.

Todos los animales, en cualquier época, no han hecho más que nimiedades en comparación con Hiroshima. Su violencia es algo nimio. Esta es una violencia acumulada –escondida, acumulada-. Seguimos ocultando y luego acumulando violencia. Y cuanta más acumulamos, más avergonzados nos sentimos porque sabemos qué es lo que ocultamos dentro. No podemos escaparnos de ello.

sábado, 4 de agosto de 2018

EL EGO


Los niños carecen de egos porque carecen de conocimiento. Son ignorantes y el ego no puede surgir de la ignorancia. Cuanto más creces, más creces hacia el ego. Los viejos tienen egos muy fortalecidos, profundamente arraigados. Es natural. Sus egos han existido durante setenta u ochenta años. Poseen una larga historia.

Si retrocedes en tu memoria y tratas de recordar tu infancia te sorprenderás al ver que eres incapaz de recordar. No puedes ir más allá de tu tercer o cuarto año. Por lo general recuerdas los hechos que corresponden al cuarto o quinto año de vida, al tercero como máximo, pero los tres primeros años están vacíos. Existieron y sucedieron muchas cosas, pero ¿por qué no las recordamos? Se debe a que el ego no estaba presente; por eso es difícil el recordar. En cierto modo, no existías, así que ¿cómo vas a recordar? Si hubieras estado allí, recordarías; pero no estabas.

No eras capaz de recordar. La memoria existe solamente después de que el ego hiciera acto de presencia, porque la memoria necesita de un centro al que referirse. Si no estabas allí, ¿en qué se apoyará la memoria? Tres años es mucho tiempo y para un niño cada momento es un acontecimiento. Todo adquiere un carácter extraordinario, nada es ordinario. En realidad debería poder recordar más cosas. Debería poder recordar los primeros años, los primeros días de vida porque en aquellos días todo era especial, significativo. Todo lo que sucedía era algo nuevo. Pero no existen recuerdos de aquello. ¿Por qué? Porque el ego no estaba allí. La memoria requiere un ego en el que apoyarse.

En el instante en que el niño comienza a percibirse como una entidad separada de los demás, empieza a sentirse avergonzado. Empezará a sentir la misma vergüenza que sintió Adán. Adán se descubrió a sí mismo desnudo, desnudo como los animales, desnudo como todos los demás seres. Tú has de ser distinto y especial, no como los demás, solamente entonces eres capaz de desarrollar el ego. El primer acto fue ocultar su desnudez. De pronto, Adán se volvió diferente. Dejó de ser un animal.

El hombre nace como Adán y con la vergüenza de Adán. Con el sentimiento de vergüenza de Adán, nace el hombre. Un niño no es un hombre. Se convierte en un hombre únicamente cuando empieza a percibirse como algo separado, distinto de los demás; cuando se convierte en un ego. Por esto, en realidad, no es la religión la que te da el sentimiento de culpa; es tu ego. La religión explota este hecho; esto es otro asunto. Cada padre lo explota; esto, también es otro asunto. Todo padre le dice a su hijo, “¿Qué es lo que haces comportándote como un animal? Deja de reír, deja de llorar, deja de hacer esto, no hagas eso otro, no hagas esto delante de los demás. ¿Qué es lo que estás haciendo? Te estás comportando como un animal”. Y si el niño se cree que es un animal, su ego se siente herido. Para satisfacer su ego, se comporta bien, se somete.

Ser un animal es algo muy dichoso porque entonces existe la libertad, una entera libertad para moverse, para hacer. Pero es algo doloroso para el ego y así pues, uno ha de elegir. Si eliges la libertad, te comportarás como los animales; serás condenado. Tanto en éste como en el otro mundo, serás condenado, serás lanzado al infierno por la sociedad. Por eso debes “ser un hombre”, no debes ser como un animal. Así se alimenta al ego.

Uno empieza a vivir en torno al ego, entonces uno empieza a actuar de acuerdo a lo que satisface al ego. Pero no puedes negar por completo a la naturaleza. Sigue afectándote. Entonces comienzas a vivir dos vidas: una, la vida anterior a Adán; la otra, la vida posterior a Adán. Uno empieza a vivir dos vidas, uno empieza a vivir una vida doble. Se crea una cara para mostrarla a la sociedad. Hay un rostro público y uno privado. Pero tú eres tu rostro privado y todos somos como Adán; estamos desnudos, somos como animales. Pero no puedes mostrárselo al público. Al público le enseñas tu rostro anterior a Adán, todo pulcro, todo encajando con la norma social. Todo lo que le muestras al otro no es lo real, sino lo que deseas; no es lo que es, sino lo que debería ser.

Por eso todo el mundo ha de estar cambiando continuamente de una cara a otra. En cada momento cambias de lo público a lo privado. Esto supone un gran esfuerzo. Disipa mucha energía. Pero no te estoy diciendo que seas como un animal: ahora ya no puedes serlo. El fruto prohibido no puede ser recuperado. Te lo has comido, se ha convertido en tu sangre y tus huesos. No hay forma de deshacerte de él, no hay forma de devolverlo y acudir a Dios, al Padre y decir, “Te devuelvo esto, el fruto prohibido del Conocimiento. Perdóname”. ¡No hay forma de hacerlo! No hay forma de retroceder!

Ahora es tu sangre. No podemos volver atrás, solamente podemos ir hacia adelante. No podemos descender por debajo de lo que ya conocemos. Solamente podemos ir más allá de lo que conocemos. Solamente es posible una clase distinta de inocencia: la inocencia de la consciencia total.

Hay dos clases de inocencia. Una es inferior al conocimiento; es infantil, pre-Adánica, animal. Por debajo del saber, tú no existes, el ego no existe, el que crea los problemas no existe, existes solamente como parte de la Totalidad Cósmica. Desconoces que eres una parte, desconoces que existe una Totalidad Cósmica, no sabes nada. Existes sin saberlo. Desde luego que no existe el sufrimiento porque el sufrimiento es imposible sin el conocimiento. Uno ha de ser consciente de que se sufre para poder sufrir. ¿Cómo vas a sufrir si no te das cuenta?

Te están operando, un cirujano te está operando. Si te mantienes consciente, sufres. Si estás inconsciente, no hay sufrimiento. La pierna puede ser cortada, separada e incluso así no hay sufrimiento porque el sufrimiento no es registrado en ninguna parte, no es conocido por nadie; tú estás inconsciente. No puedes sufrir estando inconsciente. Puedes sufrir solamente estando consciente. A más consciencia, más sufrimiento. Por eso es que cuanto más crece un hombre en consciencia, más sufre.

Los primitivos son incapaces de sufrir tanto como sufres tú, no porque sean mejores, sino porque son ignorantes. Incluso hoy en día, la gente del medio rural no forma parte del mundo moderno y viven de una forma más inocente. No sufren tanto. Debido a este hecho, muchas falacias se les han ocurrido a los pensadores, a los filósofos. Por ejemplo, Rousseau o Tolstoi o Gandhi, creyeron que debido a que la gente de pueblo era más feliz, sería conveniente que el mundo se volviera de nuevo primitivo, que retrocediera a la selva, a los bosques, que regresara a la naturaleza. Pero se equivocan porque el hombre que ha llevado una vida civilizada sufriría viviendo en una aldea. Ningún hombre de pueblo ha sufrido de este modo.

Rousseau habla y habla sobe el volver a la naturaleza y seguía viviendo en París. No va al pueblo. Habla sobre la poesía de la vida rural, de su belleza, de su inocencia, pero él mismo nunca participó de ella. Y si participa, sabrá que va a sufrir como ningún aldeano ha sufrido, porque una vez que se alcanza la consciencia, no puedes desprenderte de ella. ¡Forma parte de ti! No es algo de lo que puedas desprenderte, ¡forma parte de ti! ¿Cómo te vas a desprender de ti mismo? Tu consciencia eres tú.

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