sábado, 24 de noviembre de 2018

EL PAPEL DE LOS ILUMINADOS


Los Budas juegan un papel porque la consciencia humana no es únicamente individual; es también colectiva. Está en ti, pero también está fuera de ti. En cierto modo, la consciencia está en ti y tú estás dentro de una consciencia aún mayor, como un pez en el mar. El pez está en el mar y el mar está dentro del pez.

Existimos en un gran océano de consciencia y siempre que un Buda nace, siempre que alguien alcanza la condición de Buda, siempre que alguien alcance la Iluminación a través de sus esfuerzos, mediante su evolución consciente, se alza una ola en el océano. Con esa ola todo lo que está en el océano se ve afectado. Ha de ser así porque una ola en el océano forma parte de un esquema aún mayor.

Cuando Buda alcanza una determinada altura, todo el océano se ve afectado en múltiples maneras. Esta altura será entonces reverberada en todas direcciones. Lanzas una piedra a un lago: se crea un pequeño círculo. Luego se va expandiendo y por último todo el lago se ve afectado por él. Un Buda es una piedra en el lago de la consciencia humana. La Humanidad nunca volverá a ser la misma que fue antes de un Buda.

Los cristianos lo han convertido en un punto de partida. Dividen la historia en “antes de Cristo y después de Cristo”. Es algo muy significativo. En realidad la historia es diferente y no está dividida, pero la división es creada porque después de Cristo surge un cambio. Debido a que Cristo ha nacido, la Humanidad nunca podrá volver al mismo anterior estado mental. Todo se ve afectado. Nos elevamos con los Budas y caemos con los Hitlers, pero el elevarte y el caer es algo natural para ti. Un Buda nace: todo el mundo se elevará con él. Pero éste no es un esfuerzo consciente por tu parte.

Puedes emplear esta oportunidad. Un Buda está ahí: una posibilidad ha florecido en su pura esencia, una consciencia ha llegado a su culminación. Este es un instante adecuado para vuestros esfuerzos conscientes. Te tomará menos tiempo, necesitarás menos esfuerzo. Es como si la historia al completo fluyera hacia arriba. Ahora puedes nadar fácilmente. Pero si no usas la oportunidad alcanzarás la altura y bajarás. Con un Buda, asciendes; con un Hitler desciendes. Seguirás yendo arriba y abajo. Este ir hacia arriba y hacia abajo será una fuerza natural para ti. Para un Buda, supondrá un esfuerzo consciente; para ti será algo natural.

¡Empléalo! El hombre puede emplearlo de dos formas. Cuando un Buda está presente, alzarse es fácil. La consciencia entera se halla abierta encarando la cumbre. La cumbre está ahí. En tus profundidades ella resuena. La música se escucha en lo profundo; puedes seguirla. Si haces un pequeño esfuerzo, puedes alcanzar la condición de Buda con facilidad.

Existe una historia muy significativa. Buda alcanzó lo Supremo; luego permaneció en silencio durante siete días. No sentía que debiera decir nada sobre lo que había alcanzado. El silencio parecía total, indestructible. Entonces Brahma se sintió asustado, “Puede que no hable, y ¡sucede en tan pocas ocasiones que un hombre alcanza la condición de Buda!”. Por eso la historia cuenta que Brahma acudió a Buda, se postró a sus pies y dijo, “¡Has de hablar! No te quedes en silencio. ¡Debes hablar!”.

Buda dijo, “Parece que es algo inútil porque aquellos que pueden oírme y entenderme, serán capaces de entender aun sin mí. Pero aquellos que no pueden oírme, incluso aunque escuchen no podrán entenderme. Parece pues que no hay necesidad de hablar”.

Brahma dijo, “Hay otros pocos a los cuales estás excluyendo. Hay unos pocos más que se hallan en la línea fronteriza. Si hablas, te escucharán y darán el salto. Si no hablas, puede que incluso retrocedan. Están en el límite. Te escucharán y darán el salto”.

Un Buda está ahí. Es una posibilidad para dar el salto. Pero tú resultas afectado des o no des el salto. ¡Serás afectado! Pero esta influencia, sin tu voluntad consciente, será una fuerza natural. Y cuando surja un Hitler, descenderás. Tal y como ascendiste con un Buda, puedes descender con cualquiera, porque el ascender no es un logro tuyo. Con una ola que se eleva, tú asciendes; con una ola que baja, desciendes. Pero puedes emplear la oportunidad. Cuando asciendes, con sólo un poquito de esfuerzo de parte de tu voluntad, eres capaz de alcanzar más. Por eso con un Buda, miles se convierten en Budas.

Desconozco si lo sabes o no, pero en quinientos años sucedieron grandes cosas con respecto a la religión. ¡En quinientos años! Buda, -Gautama el Buda- Mahavira, Sócrates, Platón, Aristóteles, Confucio, Lao Tse, Zarathustra, Jesús aparecieron en un lapso de quinientos años, en un período determinado en el que todo ascendía. Todas las grandes religiones surgieron en esos quinientos años.

Algo misterioso radicaba en su origen, algo muy misterioso. Tan sólo en Bihar, en un lugar muy pequeño, en una minúscula provincia, en los tiempos en que Buda vivió allí hubo ocho personas de la altura de Buda. Tan sólo en la pequeña área de Bihar hubo ocho Iluminados. Estaba Mahavira, estaba Buda, estaba Ajit Keshanbal, estaba Belatiputta, ¡ocho de tales personas! Y esos eran personajes conocidos.

Alguien le preguntó al Buda, Tienes a 10.000 bikus contigo. ¿Cuántos de ellos han alcanzado la condición de Buda?”.

Buda respondió, “Tantos que no puedo contarlos”.

El que preguntaba le dijo, “¿Por qué están tan silenciosos? ¿Por qué no nos damos cuenta de ellos? ¿Por qué no son famosos?”.

Buda le dijo, “Cuando estoy hablando no hay necesidad de que ellos hablen. Y aún más, cuando alcancé por primera vez la condición de Buda, traté por todos los medios de permanecer en silencio. Fue Brahma el que me persuadió para que hablara. Por eso se han vuelto silenciosos. Nadie sabrá sobre ellos; ni sus nombres serán conocidos”.

Un día Buda acudió a su asamblea de monjes con una flor en la mano. Tenía que hablar, pero no habló. Simplemente se sentó y así continuó por largo tiempo. Todo el mundo se sintió inquieto y empezaron a susurrar de oreja a oreja. “¿Qué ocurre? ¿Por qué no habla hoy?”. Èl estaba sentado allí con una flor en la mano, una flor de loto, observándola, totalmente absorto en ella. Entonces alguien preguntó, “¿Acaso no vas a hablar?”.

Buda dijo, “Estoy hablando. ¡Escucha! Y permaneció en silencio”.

Alguien más preguntó, “Somos incapaces de comprender lo que está haciendo, señor. Está observando la flor y hemos acudido para oír algo de usted”.

Buda dijo, “Os he dicho muchas cosas que podían ser dichas. Ahora estoy diciendo algo que no puede ser dicho y si alguien lo entiende, que ría”.

Solamente una persona rió, Mahakashyapa. No era nadie conocido anteriormente; nadie sabía nada de él. Este es el único incidente que se conoce. Mahakashyapa era su nombre”.

Ananda era un discípulo muy conocido, Sariputta era un discípulo muy conocido, Mogdalayan era un discípulo muy conocido, pero Mahakashyapa era un discípulo absolutamente desconocido. Ni Sariputta, ni Ananda, ni Mogdalayan, fueron capaces de reír; solamente un hombre desconocido, del que nadie sabía nada, rió. Buda le llamó, “Mahakashyapa, ¡ven!”. Y Buda le dio la flor a Mahakashyapa y le dijo, “Todo lo que podía decir lo he dicho a los demás y lo que no podía decir te lo he dicho a ti. Toma esa flor”. Este es el único incidente conocido sobre Mahakashyapa, la única mención de su nombre.

Cuando Bodidharma llegó a la China setecientos años después de Buda, dijo, “Soy un discípulo de Mahakashyapa. Buda fue el primer Maestro, Mahakashyapa fue el segundo Maestro y en esa saga soy el vigésimo octavo”. Por esto la tradición zen en Japón dice que Mahakashyapa fue su fundador; el hombre que rió y el hombre al que Buda le dio la flor.

Por la noche, cuando todo el mundo se había ido, cuando todos se habían dispersado, Ananda le preguntó, “¿Quién es este Mahakashyapa? Nunca oímos hablar de él. Es un hombre extraño y totalmente desconocido”.

Buda dijo, “¿Cómo vas saber de él. Ha permanecido en silencio durante años. Y solamente él pudo reír debido a que había permanecido tan en silencio. Solamente él fue capaz de entender. Fue una transmisión sin palabras, una comunicación sin palabras. Solamente él fue capaz”.

Cuando un Buda está presente, con un pequeño esfuerzo de tu voluntad eres capaz de lograr mucho. Cuando un Buda no está allí, estás luchando contra la corriente. Cuando un Hitler o un Gengis Kan están presentes, se requiere mucho esfuerzo. Incluso entonces, el tener éxito es muy difícil.

Se dice que Buda dijo, “Elige el momento adecuado para nacer, escoge un tiempo en el que se halle presente”.

sábado, 17 de noviembre de 2018

EL ESFUERZO CONSCIENTE


La antigua cultura hindú intentó por todos los medios transformar la vida de un modo tal que todo se convirtiera en fuente de crecimiento. Es natural para un niño que respete a su padre, pero no es natural que lo respete cuando se ha vuelto viejo, anciano, incapaz de hacer nada por el niño y se ha convertido simplemente en una carga para él. ¡Entonces no es natural! Ningún animal hace esto; la pauta natural se ha roto. Solamente el hombre es capaz de hacerlo, y si se hace, creces. Es volitivo. Creces con cualquier acto volitivo, sea simple o complejo.

Te voy a contar una historia. En el Mahabarata, el padre de Bishma se enamora de una chica. Era muy anciano. Pero incluso cuando eres viejo, enamorarse, es algo natural. Incluso en el lecho de muerte puedes enamorarte. La chica estaba dispuesta pero el padre de ella estableció una condición. Dijo, “Tú tienes a tu hijo, Bishma”. Bishma era joven, en la edad de casarse. El padre de la chica dijo, “Bishma heredará tu reino, por eso asegúrame que si mi hija te da un niño, él heredará el reino, no Bishma”.

Era antinatural para el padre el decir esto a Bishma. Era un anciano que podía morir en cualquier momento, pero se sentía preocupado y se volvió triste, por lo que Bishma le preguntó: “¿Qué ocurre? ¿En qué piensas? ¿Qué puedo hacer, dímelo?”.

Por eso se inventó una historia. Los ancianos son muy duchos en eso. Dijo, “Debido a que eres mi único hijo, el único, y debido a que nadie puede confiar en la naturaleza, si murieras o algo te sucediera, ¿quién heredaría mi reino? He hablado con los sabios y me han aconsejado que es mejor que me case de nuevo para que pueda tener así otro heredero”.

A lo que Bishma dijo, “¿Qué hay de malo en ello? ¡Cásate!”.

Entonces el padre le dijo, “Existe un problema. Quiero casarme con esa chica, pero su padre quiere como condición “Que tu hijo Bishma no herede el reino. Solamente podrá hacerlo el hijo de mi hija”.

A lo que Bishma dijo, “De acuerdo. Te lo prometo”.

Bishma acudió al hombre cuya hija iba a desposarse con su padre. Le dijo, “Te prometo que no heredaré el reino”.

Pero ese hombre era un pescador, muy vulgar. Le dijo, “Lo sé. Pero, ¿cómo puedes prometerme eso? Tus hijos pueden crear problemas. Y nosotros somos simples pescadores, gente muy sencilla. Si tus hijos crean problemas, no podremos hacer nada”.

A lo que Bishma respondió, “Te lo prometo: nunca me casaré. ¿De acuerdo?”. Y entonces se acabó toda la historia.

Esto es algo muy poco corriente. El era un joven y nunca se casó, nunca miró a una mujer con deseo carnal. Esto supuso un crecimiento. Esto creó un sutil ser, una integración, una cristalización. No hubo entonces necesidad de otra sadana, de otra práctica espiritual! Esta única acción fue suficiente. Cristalizó. ¡Esta promesa fue suficiente! Se convirtió en un hombre distinto, empezó a crecer en vertical. La línea natural horizontal se detuvo. Con esa promesa, todo se detuvo. No había una posibilidad biológica ahora. Todo lo que fuera natural se volvió carente de sentido.

Pero un Bishma es raro. Sin ninguna otra práctica espiritual, sin otro esfuerzo espiritual más que éste, alcanzó la culminación más alta posible. Por eso con cualquier acción simple o compleja que sea una decisión consciente de tu parte –sin ninguna fuerza orientadora detrás, sin ninguna fuerza natural obligándote a decidir-, si es tu decisión, a través de esta decisión tú eres creado. Toda decisión es decisiva para tu nacimiento; naces en una nueva dimensión. Emplea pues cada acción; incluso las acciones más comunes.

Estás sentado. Decide que “No voy a mover mi cuerpo durante diez minutos”. Te sorprenderás al ver que aunque el cuerpo no se estaba moviendo antes, ahora el cuerpo te obliga a moverte. Empiezas a percibir muchos sutiles movimientos en tu cuerpo de los cuales no eras consciente. El cuerpo se rebelará. Todo el pasado está tras él y el cuerpo dirá, “Me moveré”. El cuerpo empezará a temblar, habrá pequeños temblores y tendrás numerosas tentaciones de moverte, rascarte en alguna parte. Muchas cosas sucederán. Estabas sentado anteriormente sin moverte, pero ahora no puedes permanecer sentado. Pero si puedes permanecer sentado durante diez minutos sin moverte, no tendrás necesidad de otra meditación.

En Japón llaman al “estar simplemente sentado”, la única meditación. Lo denominan “Za-zen” significa simplemente estar sentado. Pero siéntate y no hagas nada más. Cuando un buscador acude a un Maestro zen, el Maestro le dice, “Simplemente permanece sentado; siéntate durante horas”. En un monasterio zen verás a muchos, muchos buscadores sentados durante horas. Simplemente estando sentados, sin hacer nada. No se les da meditación alguna, ni contemplación, ni oración. El estar sentado es la única meditación.

Un buscador permanecerá sentado durante seis horas sin movimiento alguno, y cuando todo movimiento se desvanece, se elimina, cuando no queda ningún movimiento, no tan sólo ningún movimiento, sino ningún deseo interno de moverse, estás centrado, ¡has cristalizado! Has empleado el mismo acto de sentarse para ejercer tu voluntad, tu volición, tu consciencia.

Es algo muy difícil. Si te digo, “Cierra simplemente los ojos y no los abras”, se te presentarán muchas tentaciones. Y entonces te sentirás incómodo por no abrirlos, y los abrirás. Y puedes engañarte a ti mismo con “No los estoy abriendo. De repente se han abierto por sí mismos; los ojos se han abierto solos. No era consciente”. O puedes engañarte de otra forma: puedes atisbar un poco, un pequeño vislumbre y luego los cierras.

Si puedes mantener tus ojos cerrados como un simple acto de tu voluntad, eso te ayudará. Cualquier cosa puede convertirse en un medio para crecer, así que observa tus hábitos. Y hagas lo que hagas, hazlo voluntariamente. Todo, cualquier hábito, puede ser utilizado, cualquier acción mecánica puede ser empleada. Empieza a actuar de otra forma; cambia y luego, una vez decidas hacer algo, hazlo. Sino, puede ser fatal.

¡Y es fatal! Si tomas una decisión y no la ejecutas, es mejor que no la hubieras tomado porque esto te conmocionará profundamente. Y seguimos haciéndolo. Seguimos decidiendo hacer y no hacemos. Por último, perdemos nuestra capacidad de ejercer la voluntad y empezamos a sentir una profunda carencia de voluntad, una profunda impotencia, una profunda debilidad. Y decides sobre cosas muy comunes. Alguien decide, “No voy a fumar”, y al día siguiente está fumando. Puedes pensar, “¿Qué hay de malo en ello? Fue una decisión mía y yo soy el amo de mis decisiones, por eso la he cambiado”.

¡No lo eres! Has cambiado porque no eres el amo. El fumar ha demostrado ser el amo, no tú. El fumar es más poderoso que tú. En este caso es mejor no tomar una decisión. Seguir fumando. Pero si tomas una decisión, haz que ésta sea una decisión definitiva. Nunca te apartes de ella. Eso te aportará un crecimiento.

Desde luego que todos los hábitos lucharán en tu contra y tu mente dirá, “¿Qué es lo que estás haciendo? ¡Te equivocas!”. Tu mente se justificará de muchas maneras. No digo que el fumar no sea algo malo. Digo que he decidido no fumar y entonces el fumar no es lo adecuado. Haz incluso a la inversa: si decides fumar, fuma. No te detengas entonces. Ocurra lo que ocurra, tengas cáncer o lo que sea, déjalo que ocurra. Si todo el mundo está en contra de ello, deja que lo estén. Si has decidido fumar, fuma. Aún si te cuesta la vida, sigue fumando. Eso te hará crecer.

En el instante en que tomas una decisión, serás tentado y el trascender la tentación es crecer. Recuérdalo, no es reprimir. ¡No es represión! Es trascender. La tentación está ahí. No has de combatirla; has de familiarizarte con ella. Dices, “De acuerdo, está ahí, pero ya he tomado una decisión”. Inténtalo como meditación.

Este esfuerzo consciente para tomar decisiones, para actuar, para ser, será a partir de ahora la evolución para el hombre. Un Buda es distinto de ti debido a este esfuerzo y a nada más. Potencialmente no existe diferencia alguna. Solamente este esfuerzo consciente es el que marca la diferencia. Entre un hombre y otro hombre, la única diferencia es la del esfuerzo consciente. Todo lo demás es superficial. Digámoslo así: solamente tus vestidos son distintos. Pero cuando has adquirido alguna consciencia en ti, cuando has crecido, cuando has adquirido cierto crecimiento interno que no es natural sino que va más allá, entonces posees una individualidad distinta.

sábado, 10 de noviembre de 2018

LA LIBERTAD


Sartre dice que el hombre está condenado a ser libre. ¡Condenado a ser libre! La naturaleza entera se halla en paz debido a que no hay libertad. La libertad es una pesada carga; ese es el motivo por el cual nos disgusta la libertad. Digamos lo que digamos, a nadie le gusta la libertad. Todos temen la libertad. La libertad es una cosa peligrosa. En la naturaleza la libertad no existe, por eso hay tanto silencio. Nunca le podrás decir a un perro, “Eres un perro imperfecto”. Todos los perros son perfectos. Puedes decírselo a un hombre, “No eres un hombre perfecto”. Entonces sí tiene sentido. Pero decirle a un perro, “No eres un perro perfecto”, es absurdo. Todos los perros son perfectos porque un perro no es libre para elegir. Es empujado por la evolución. Es hecho, no se crea a sí mismo.

Una rosa es una rosa. Por muy bella que sea, no es libre, es solamente una esclava. Es dirigida. No tiene libertad para florecer o no florecer. No existe ningún problema, no hay elección; una flor ha de florecer. La flor no puede decir, “No me gusta florecer” o “Me niego a ello”. No tiene elección, no tiene libertad, por eso la naturaleza es tan silenciosa: es una esclava. No puede equivocarse, no puede errar. Y si no puedes equivocarte, si siempre haces lo correcto, y si “lo correcto” no está en tus manos, estás simplemente dirigido por fuerzas externas.

La naturaleza es una gran esclavitud. Con el hombre, por vez primera, la libertad hace su aparición. El hombre tiene libertad para ser o para no ser. Y así surge la angustia, el miedo de si será o no capaz, de si podrá o no podrá ser, aparece el miedo por lo que va a suceder. Hay una profunda incertidumbre. Cada instante es un instante incierto. No hay nada fijo ni cierto, nada es predecible con el hombre. Todo es impredecible.

Hablamos de la libertad, pero a nadie le gusta la libertad. Por eso continuamos hablando de la libertad, pero creamos esclavitud. Hablamos de libertad y luego creamos una nueva esclavitud. Nuestra libertad misma no es más que un cambio de cautiverio. Cambiamos de una esclavitud a otra, de una dependencia a otra. A nadie le complace la libertad porque la libertad crea miedo. Entonces has de decidir y elegir. Le preguntamos a uno u a otro que nos indique qué hay que hacer. A la sociedad, al gurú, a las escrituras, a la tradición, a los padres. Alguien nos ha de indicar qué es lo que debemos hacer, alguien nos ha de indicar el camino. Luego podemos seguirlo, pero no somos capaces de movernos por nosotros mismos. Existe la libertad y existe el miedo.

Por eso existen tantas religiones. No existen por causa de Jesús, de Buda o de Krishna. Surgen debido a la existencia de un arraigado temor hacia la libertad. No puedes ser solamente un hombre. Has de ser un hindú, un cristiano o un musulmán. Así siendo un cristiano, pierdes tu libertad; siendo un hindú, dejas de ser un hombre porque ahora puedes decir, “Sigo una tradición. No estoy pisando suelo desconocido, inexplorado. Voy por un camino bien determinado. Sigo a alguien, no estoy yendo solo. Soy un hindú, por eso voy con la multitud, no me muevo como individuo.

Si me muevo como individuo, solo, entonces surge la libertad, entonces a cada instante he de decidir, a cada instante he de dar nacimiento a mí mismo, a cada instante estoy creando mi propia alma. Y nadie será el responsable; en última instancia sólo yo seré el responsable”.

Nietzsche ha dicho, “Ahora Dios ha muerto y el hombre es completamente libre”. Si Dios está realmente muerto, entonces el hombre es totalmente libre. Y el hombre no está asustado por la muerte de Dios; está mucho más asustado de su propia libertad. Si existe un Dios, entonces todo está bien con respecto a ti. Si no hay un Dios, entonces se te deja completamente libre. Estás condenado a ser libre. Haz entonces lo que quieras y sufre las consecuencias y nadie más será el responsable.

Erich Fromm ha escrito un libro titulado “El miedo a la libertad”. Te enamoras y empiezas a pensar en casarte. El amor es libertad; el matrimonio es esclavitud. Pero es difícil encontrar una persona que se enamore y no empiece a pensar en casarse inmediatamente. Debido a que el amor es una libertad, existe el miedo. El matrimonio es algo fijo; entonces no hay temor. El matrimonio es una institución muerta; el amor es un acontecimiento, vivo. Tiene vida, puede cambiar. El matrimonio carece de vida, nunca cambia. Por esto el matrimonio posee una certeza, una seguridad.

El amor no tiene certeza ni seguridad. El amor es inseguro. En cualquier instante puede desaparecer en la nada tal y como ha surgido de la nada. ¡En cualquier instante puede desaparecer! No es terrenal, no tiene raíces en la Tierra. Es impredecible. Así pues, “Mejor es casarse. Entonces habrá unas raíces. Entonces este matrimonio no podrá desaparecer en la nada. ¡Es una institución!”. En todas partes, tal y como ocurre con el amor, en todas partes, cuando encontramos la libertad, la transformamos en esclavitud. ¡Cuánto antes mejor! Entonces nos sentimos en paz. Por eso toda historia de amor acaba en matrimonio. “Se casaron y vivieron felices para siempre”.

Nadie es feliz, pero es bueno acabar ahí la historia porque entonces comienza el infierno. Por eso, toda historia acaba en el momento más hermoso. ¿Y cuál es ese instante? ¡La libertad convirtiéndose en esclavitud! Y no solamente ocurre con el amor, ocurre con todo. Por eso el matrimonio es algo repulsivo. Ha de serlo. Todas las instituciones han de ser repulsivas porque son solamente el cuerpo sin vida de algo que estuvo vivo. Pero con cualquier cosa que esté viva, la incertidumbre estará presente.

“Vivo” quiere decir que puede moverse, que puede cambiar, que puede ser diferente. Te quiero y un instante después puedo no quererte, pero si soy tu marido o tu mujer puedes tener la certeza de que en el instante siguiente sí seré tu marido o tu mujer. Es una institución. Lo muerto es permanente; lo vivo es momentáneo, cambiante, fluye.

El hombre se siente asustado ante la libertad, y la libertad es la única cosa que te hace un hombre. Por eso somos suicidas: destruimos nuestra libertad, y con esa destrucción estamos destruyendo todas nuestras posibilidades de ser. Entonces el “tener” es lo correcto porque “tener” significa acumular cosas muertas. Puedes seguir acumulando; no tiene fin. Y cuanto más acumulas, más seguro te sientes. Cuando afirmo, “Ahora el hombre ha de funcionar conscientemente”, quiero decir que tienes que ser consciente de tu libertad y también ser consciente de tu miedo a la libertad.

¿Cómo emplear esta libertad? La verdadera religión no es nada más que un esfuerzo hacia la evolución consciente, un esfuerzo en pos de cómo emplear esta libertad. Tus esfuerzos de voluntad son ahora importantes. Cualquier cosa que hagas de forma no voluntaria forma parte del pasado. Tu futuro depende de tus actos voluntarios. Un simple acto hecho conscientemente, según tu voluntad, te aporta cierto crecimiento. Incluso un acto ordinario.

Estás ayunando, pero no porque carezcas de comida. Tienes comida, puedes comerla. Tienes hambre, puedes comer, pero sigues ayunando. Este es un acto volitivo, una acción consciente. Ningún animal puede hacer esto. Un animal ayunará cuando no hay comida, pero solamente el hombre es capaz de ayunar cuando se juntan el hambre y las ganas de comer. Este es un acto volitivo. Empleas tu libertad. El hambre no puede coaccionarte. El hambre no puede impelerte y la comida no puede condicionarte.

Si no hay comida, no es un ayuno. Si no está presente el hambre, es naturopatía, no es un ayuno. El hambre está ahí, la comida está ahí y tú estás en ayuno. Este ayunar es un acto de voluntad, un acto consciente. Esto te aportará mucha consciencia. Experimentarás cierta sutil libertad. Liberación de la comida, liberación del hambre. En realidad, en lo profundo, liberación del cuerpo, y aún más profundo, liberación de la naturaleza. Y tu libertad crece y tu consciencia crece. A medida que tu consciencia crece, tu libertad crece. Están interrelacionadas. Sé más libre y serás más consciente; sé más consciente y serás más libre. Son interdependientes.

Pero somos capaces de engañarnos a nosotros mismos. Un hijo, una hija pueden decir, “Me rebelaré contra mi padre para ser así más libre”. La juventud actual están haciendo esto. Pero la rebelión no es libertad porque es sencillamente algo natural. A cierta edad el rebelarse en contra de los padres no supone libertad alguna, es simplemente algo natural. Un niño que está saliendo del vientre de su madre no puede decir, “Estoy abandonando el vientre”. Es algo natural.

Ahora ha de luchar en contra de sus padres porque únicamente combatiendo a sus padres podrá alejarse de ellos. Por eso todo niño irá en contra de sus padres; es algo natural. Y si un niño no se opone a sus padres, eso supone un crecimiento, porque entonces lucha contra la naturaleza.

Por ejemplo, te casas. Tu madre y tu esposa van a hallarse en conflicto, lo cual es natural, digamos, porque para la madre es un gran shock. Te has ido con otra mujer. Hasta ese instante eras total y exclusivamente de tu madre. Y no importa que ella sea tu madre, en lo más hondo nadie es una madre de nadie ni nadie es una esposa. En lo más profundo toda hembra es una mujer. De repente te has ido con otra mujer y la mujer que hay en tu madre sufrirá, se sentirá celosa. La lucha y el conflicto son algo natural. Pero si tu madre aún puede amarte, eso supone un crecimiento. Si tu madre puede amarte más de lo que te ha estado amando, ahora que te has ido con otra mujer, eso es crecer, eso es crecer conscientemente. Ella está superando sus instintos naturales.

Cuando eres un niño amas a tus padres. Eso es algo natural, un simple pacto. Estás indefenso y ellos hacen todo por ti. Los amas y los respetas. Cuando tus padres se hayan vuelto viejos y no puedan hacer nada por ti, si todavía les respetas y les amas, eso supondrá un crecimiento. En cualquier momento en que trasciendes los instintos animales, creces. Has realizado un acto voluntario, por eso tu ser crecerá y adquirirás una esencia.

sábado, 3 de noviembre de 2018

LA INVOLUCIÒN EN EL SER HUMANO


Un grupo determinado de científicos opina que el hombre es una regresión, no una evolución. Puede que sea así porque en la vida nunca puedes permanecer estático. Si no evolucionas, retrocedes. No hay un instante estático en la vida, no puedes quedarte en un punto determinado. No puedes decir, “No estoy desarrollándome, por lo tanto me quedaré tal y como soy, mantendré el status quo”. ¡No puedes mantenerlo! O bien vas hacia delante o bien retrocedes. Un grupo determinado de científicos opina que el hombre está retrocediendo día a día, que está ocurriendo una “infantilización”. El hombre se comporta más como un niño que como un adulto, en cualquier parte de la Tierra.

Analizando, muchas cosas resultan claras y obvias. Una: en el pasado, siempre era el anciano, el hombre evolucionado, el que era predominante en la sociedad, pero nuestra sociedad es la única sociedad en la historia mundial en la que los niños se han convertido en los que mandan. Lo dominan todo, todas las tendencias, todas las modas, todo. Son los modelos. Todo lo que hacen se convierte en religión, todo lo que hacen se convierte en política, todo lo que hacen establece determinadas tendencias en el mundo.

Si retrocedemos, un hombre de treinta años se comportaba de un modo maduro. Ahora no ocurre así. Incluso una persona de treinta años se comporta infantilmente, de forma juvenil, con las mismas rabietas, con las mismas actitudes infantiles. ¿Cuáles son esas actitudes infantiles? Un niño cree que es el centro del mundo y que todos sus deseos han de ser satisfechos de inmediato. Lo son. Cuando está hambriento se le proporciona leche, cuando solloza todo el mundo le presta atención. Toda la familia se dispone en torno a él.

Los niños se convierten en dictadores. Saben cómo ejercer una dictadura sobre la familia al completo. Un niño de muy poca edad es el dictador de toda la familia. Al padre, le persuade; a la madre la soborna. ¡Incluso con los invitados se comporta dictatorialmente! Un niño se cree el centro del mundo. Ha de ser soportado, ayudado por todos sin pagar nada. No está para dar amor, solamente para pedirlo. Desde luego no podemos esperar de un niño que ame. Pide y pide de todo y si sus peticiones no son satisfechas se vuelve violento, se enfada. Se vuelve en contra del mundo entero, se pone a romper cosas.

En la actualidad esto sucede con la mayor parte del mundo. Siempre fue así con los niños, pero ahora ocurre con todo el mundo. Nuestras mal llamadas revoluciones no son nada más que tentativas infantiles. Nuestras llamadas rebeliones no son nada más que el considerarse cada uno a sí mismo como centro del mundo. Todos sus deseos han de ser satisfechos inmediatamente y si no es así, entonces destruirá el mundo.

Los estudiantes se rebelan en las universidades de todo el mundo. Simplemente muestran sus mentes inmaduras, juveniles. ¿Qué significado tiene el que los estudiantes arrojen piedras a las ventanas de los edificios universitarios, el que incendien los edificios, que destruyan? ¿Qué quiere decir esto? Carecen por completo de madurez. Y si comienzas a pensar en ello, no son solamente los estudiantes y los niños, los chicos y las chicas. Si analizas al hombre moderno, incluso a un padre o a una madre, observarás que se comportan de un modo infantil. Si observas a nuestros políticos, verás que se comportan de forma infantil careciendo por completo de madurez alguna.

¿Qué es lo que ha sucedido? En realidad, el desarrollo del hombre se ha detenido. El crecimiento evolucionario se ha detenido y en la actualidad disponemos de un substituto para este desarrollo, la acumulación científica. El hombre se ha detenido; las cosas siguen creciendo. Tu casa se vuelve más y más grande y tú sigues siendo el mismo. Tu fortuna crece y por esto sientes que tú estás creciendo. Tu conocimiento crece, tu información aumenta y debido a esto crees que te estás desarrollando.

Desde luego que, obviamente, un Buda sabe menos que tú, pero eso no quiere decir que tú estás más desarrollado. Un Jesús sabe menos que tú, sabe menos que cualquier cura católico porque nunca fue educado, entrenado. Fue sencillamente el hijo de un carpintero, sin educación, sin información sobre el mundo, pero aún así no estás más evolucionado que él. Un Mahoma es un completo analfabeto, un Kabir es un don nadie, pero ellos están más evolucionados. Así pues esa evolución es algo más: una evolución de la consciencia, no solamente de las cosas.

Puedes sustituir el “ser” por el “tener”. El “ser” es una dimensión diferente del crecimiento, es una dimensión vertical. El “tener” es horizontal. Las cosas siguen y siguen y tú posees tantas cosas, tanta información, tanto conocimiento, tanta fortuna, tantos títulos, tantos honores. Pero esto es acumulación, es horizontal. No han un empuje vertical. Tú permaneces siendo el mismo. Y realmente, no puedes permanecer el mismo porque si no creces empiezas a comportarte infantilmente; retrocedes. Este es uno de los mayores problemas con los que la Humanidad se está enfrentando hoy en día.

La ciencia solamente puede aportarte cosas. Puede darte lunas y planetas, puede proporcionarte el universo entero. La religión sólo puede darte una cosa: el movimiento ascendente, un crecimiento vertical, una metodología consciente para crecer en el ser. Lo que tú posees no es algo importante. Es totalmente irrelevante con respecto a tu desarrollo. Lo único significativo es lo que eres y este crecimiento hacia el ser es una responsabilidad debido a que es una libertad. No eres obligado a crecer por las fuerzas de la evolución; puedes elegir.

La evolución no te está empujando. Ella incita a los animales, a los árboles, los dirige todo excepto al hombre. La evolución obliga tanto, que todo se ve impelido a crecer. Pero con el hombre esto se ha acabado. Ahora te has vuelto consciente de modo que puedes hacer lo que te dé la gana.






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