sábado, 29 de agosto de 2020

EL CAMINO DEL TAO


En Occidente, a excepción de las parábolas de Jesús no existe nada similar a las de Lieh Tzu, Chuang Tzu, el Buda… no existe nada como las parábolas de estas personas; sólo las de Jesús. E incluso las parábolas de Jesús son de una cualidad tal que sin duda debió haberlas traído de Oriente. Están las parábolas de Esopo, pero son también reflexiones del libro de parábolas más importantes de Oriente, el Panchatantra. La parábola es una invención oriental y de tremenda importancia.

Una teoría se puede diseccionar; en ello está su significado. No tiene trascendencia, el significado es inmanente. Una parábola no puede ser diseccionada. Disecciónala y morirá. El significado es trascendental; no está en ella. Está en otra parte. Tiene que estar. Tienes que vivir la parábola; entonces captarás su significado. Tiene que convertirse en tu corazón, en tu respiración. Tiene que convertirse en tu ritmo interior.

De ahí que estas parábolas sean tremendamente artísticas, pero no mero arte. Contienen una gran religiosidad.

Lieh Tzu no es un teólogo. No habla de Dios. Él expresa a Dios pero no habla de Dios. Todo lo que dice viene de Dios pero no habla de Dios. Todo lo que dice viene de la fuente, pero él no habla de la fuente. Deja que esto te quede muy claro. Hay dos clases de personas; unas hablan de Dios; son los teólogos. Otras transmiten a Dios; son los místicos. Lieh Tzu es un místico. El hombre que habla de Dios no ha conocido a Dios. De ser así, ¿por qué “hablar de”? El “de” muestra su ignorancia. Cuando una persona transmite a Dios, ha experimentado. Entonces Dios no es una teoría a probar o desaprobar, no; entonces Dios es su propia vida, algo que tiene que vivirse.

Para comprender a un hombre como Lieh Tzu, tendrás que vivir una vida auténtica. Sólo entonces, a través de tu propia experiencia, serás capaz de sentir lo que él quiere expresar con sus parábolas. No se trata de que puedas aprender las teorías y llegues a informarte; la información no ayudará. A menos que sepas, nada va a ayudar. Por tanto, si estas parábolas crean en ti una sed de saber, un gran deseo de saber, un hambre enorme de saber, si estas parábolas te llevan por una ruta desconocida, en un peregrinaje, sólo entonces, sólo al recorrer el camino, te llegarás a familiarizar con él.

Lieh Tzu, Chuang Tzu y Lao Tzu, los tres maestros taoístas hablan únicamente del camino. Tao significa “el camino”; ellos no hablan en absoluto de la meta. Dicen: la meta ya se cuidará por sí misma; no necesitas preocuparte por la meta. Si conoces el camino conoces la meta, porque la meta no está al final mismo del camino. La meta está a todo lo largo del camino; a cada momento, a cada paso está allí. No se trata de que al finalizar el camino llegas a la meta; a cada momento, donde quiera que estés, estás en la meta si estás en el camino. Estar en el camino es estar en la meta. Por consiguiente, ellos no hablan de la meta, no hablan de Dios, no hablan de moksha, nirvana, iluminación; no, absolutamente no. Muy simple es su mensaje: tienes que encontrar el camino.

Las cosas se vuelven un poco más complicadas porque ellos dicen que el camino no tiene mapa, el camino no está trazado, el camino no implica que puedas seguir a alguien y encontrarlo. El camino no es como una gran autopista; el camino es como un pájaro que vuela en el firmamento; no deja rastros tras de sí. El pájaro ha volado, pero no quedan rastros; nadie puede seguirlos. Por tanto, el camino es un camino sin sendero. Es un camino, pero es un camino sin sendero. No está hecho de antemano, no está disponible. No puedes simplemente decidir recorrerlo; tendrás que encontrarlo. Y tendrás que encontrarlo a tu manera. El camino de otros no va a servir.

El Buda lo ha recorrido, Lao Tzu lo ha recorrido, Jesús lo ha recorrido, pero estos caminos no te van a servir de ayuda porque tú no eres Jesús, no eres Lao Tzu, no eres Lieh Tzu. Tú eres tú, un individuo único. Sólo al caminar, sólo al vivir tu vida encontrarás el camino. Esto es algo de gran valor.
Por eso el taoísmo no es una religión organizada, no puede serlo. Es una religión orgánica, pero no una religión organizada. Tú puedes ser taoísta, si vives una vida de forma auténtica, espontánea, si tienes el coraje de ir hacia lo desconocido a tu manera, individualmente, sin apoyarte en otro, sin seguir a nadie, simplemente yendo hacia la noche oscura sin saber si llegarás a algo o si te perderás. Si tienes el valor, el riesgo está allí; es arriesgado, es osado.

El cristianismo, el hinduismo, el mahometismo son grandes autopistas. No necesitas arriesgar nada, tú simplemente sigues a la multitud, vas con la masa. Con el Tao tienes que ir solo, tienes que estar solo. El Tao respeta al individuo, no a la sociedad. El Tao respeta al que es único y no a la multitud. El Tao respeta la libertad y no la conformidad. El Tao no tiene tradición. El Tao es una rebelión, y la mayor rebelión posible.

Por eso llamo al Tao, “el camino sin sendero”. Es un camino pero no como los otros caminos. Tiene en sí una cualidad diferente: la cualidad de la libertad, la cualidad de la anarquía, la cualidad del caos. El Tao dice que si te impones a ti mismo una disciplina serás un esclavo. La disciplina tiene que surgir de tu atención consciente, entonces serás un maestro. Si impones un orden en tu vida, esto será sólo una pretensión. El desorden permanecerá profundamente, en propio fondo de tu ser. El orden estará en la superficie, en el centro habrá desorden. Esto no va a ayudar.

El orden real surge, no de afuera sino de lo más profundo de tu ser. Permite el desorden, no lo reprimas. Enfréntalo, asume el reto del desorden. Al asumir el reto del desorden y vivirlo –vivirlo peligrosamente- surge un orden en tu ser. Este orden sale del caos, no sale de ningún modelo. Esta gestalt es totalmente diferente: nace dentro de ti y es fresca; no es tradicional, es virgen; no es de segunda mano. El Tao no cree en una religión de segunda mano ni en un dios de segunda mano. Si tomas al Dios de Jesús, te vuelves un cristiano; si tomas al Dios de Krishna, te vuelves un hinduista; si tomas al Dios de Mahoma, te vuelves un mahometano. El Tao dice: sin embargo, mientras no encuentres a tu Dios, no estás en el camino.

Por tanto, todos estos caminos simplemente te distraen del camino real. Al seguir a otros te extravías. Al seguir cualquier modelo de vida te vuelves un esclavo. Al seguir cualquier modelo te aprisionas a ti mismo. Y Dios, o el Tao, o el dharma, o la verdad, es posible sólo para alguien que sea absolutamente libre, incondicionalmente libre.

Por supuesto, la libertad es peligrosa porque no da seguridad, no da certeza. Hay gran seguridad cuando estás siguiendo a una multitud: la multitud te protege. Hay mucha seguridad cuando estás siguiendo una multitud porque, en la misma presencia de tanta gente, sientes que no estás sólo y que no puedes perderte. Debido a esta seguridad estás perdido, debido a esta seguridad nunca buscas, nunca exploras y nunca investigas. Y la verdad no se puede encontrar a menos que hayas investigado, a menos que hayas investigado por tu cuenta. Si tomas verdades prestadas te vuelves erudito; pero ser erudito no implica saber.

El Tao está muy en contra de la erudición. El Tao dice que si eres ignorante, y la ignorancia es tuya, está bien; al menos es tuya y lleva consigo una inocencia. Pero si estás cargado de conocimiento acumulado, escrituras, tradiciones, entonces vives una vida falsa, una pseudovida. Entonces no estás viviendo realmente, sólo tienes la pretensión de que estás viviendo. Haces gestos impotentes, gestos vacíos. Tu vida no tiene la intensidad, la pasión; no puede tener la pasión. La pasión sólo surge cuando vas por tu cuenta, solitario, hacia el vasto firmamento de la existencia.

¿Por qué no puedes moverte tú sólo? Porque no confías en la vida. Tú sigues a los mahometanos, sigues a los hinduistas, sigues a los judíos porque no confías en la vida, confías en las multitudes. Para moverse en solitario uno necesita confiar enormemente en la vida… en los árboles, en los ríos, en el firmamento, en lo eterno de todo esto: uno confía en ello. Tú confías en las concepciones creadas por el ser humano; tú confías en los sistemas creados por el ser humano; tú confías en las ideologías creadas por el ser humano. ¿Cómo pueden ser verdaderas las ideologías creadas por el ser humano?

El ser humano ha creado estas ideologías sólo para ocultar el hecho de que no sabe, para ocultar el hecho de que es ignorante. El ser humano es astuto, ingenioso, y puede crear racionalizaciones, pero estas racionalizaciones son falsas; no puedes avanzar con ellas hacia la verdad. Tendrás que dejarlas. El Tao dice que la ignorancia no es el obstáculo frente a la verdad. La erudición es el obstáculo.

sábado, 22 de agosto de 2020

LOS RETOS DE LA VIDA

El único problema con la tristeza, con la desesperanza, con la ira con la desesperación, con la ansiedad, con la angustia, con el sufrimiento, es que tú quieres desembarazarte de ellos. Esa es la única barrera. Tendrás que vivir con ellos. No puedes simplemente escapar. Son la situación misma en la que la vida ha de integrarse y desarrollarse. Son los retos de la vida. Acéptalos. Son bendiciones disfrazadas. Si quieres escapar de ellos, si quieres liberarte en alguna forma de ellos, entonces surge el problema.

Debido a que quieres desembarazarte de algo, nunca lo observas directamente. Y luego eso empieza a ocultarse de ti porque tú lo condenas; entonces eso se va desplazando más y más hacia el inconsciente, se esconde en el rincón más profundo de tu ser donde nunca podrás encontrarlo. Penetra en la misma base de tu ser y ahí se oculta. Desde luego, cuando más profundo penetra, más problemas crea porque entonces empieza a funcionar desde puntos desconocidos de tu ser y tú estás totalmente indefenso.

Por eso lo primero es: nunca reprimas. Lo primero es: sea lo que sea, es. Acéptalo y déjalo que venga, déjalo que se sitúe delante de ti. En realidad, solamente decir «no reprimas» no es suficiente. Si me permites decirlo te diría, «Hazte su amigo». ¿Tienes tristeza? Hazte amigo de ella, ten compasión de ella. La tristeza también posee un ser. Permítela, abrázala, siéntate con ella, estrecha sus manos. Sé amistoso. Quiérela. ¡La tristeza es hermosa! No hay nada malo en ella. ¿Quién te dijo que había algo de malo en estar triste? En realidad solamente la tristeza te aporta profundidad. La risa es superficial; la felicidad es superficial. La tristeza penetra hasta los mismos huesos, hasta la médula. Nada profundiza tanto como la tristeza.

De modo que no te preocupes. Permanece con ella y la tristeza te llevará a tu centro más profundo. Puedes subirte en ella y podrás así conocer nuevas cosas sobre tu ser, cosas que nunca habías conocido antes. Esas cosas solamente pueden revelarse en un estado de tristeza, nunca pueden ser reveladas en un estado de felicidad. La oscuridad también es buena y la oscuridad también es divina. No solamente el día es de Dios; la noche también es suya. A esa actitud yo la llamo religiosa.

El miedo se vuelve sutil si quieres desembarazarte de él. Entonces; obviamente, se protege, se esconde en los rincones más profundos de tu ser. Se vuelve tan sutil y se disfraza de tal manera que eres incapaz de reconocerlo, Empieza a surgir bajo diferentes nombres. Si estás muy en contra de la ira, entonces la ira surgirá bajo otro nombre distinto, puede ser orgullo, puede convertirse en ego, puede incluso convertirse en orgullo religioso, puede incluso convertirse en pío. Puede ocultarse tras tus virtudes, puede que empiece a ocultarse bajo tu personalidad. Entonces se vuelve muy sutil porque ahora si ha cambiado la etiqueta. Está desempeñando el rol de otro, pero en lo profundo permanece siendo ira.

Deja las cosas como son. Esto es lo que es el coraje religioso: permitir que las cosas sean como son. No te estoy prometiendo ninguna rosa de jardín; las espinas están ahí, las rosas también. Pero solamente puedes alcanzar las rosas cuando has pasado por las espinas. Un hombre que nunca ha estado triste, no podrá ser verdaderamente feliz. Es imposible para él el ser feliz. Su felicidad será solamente un simple gesto, vacío, impotente. Puedes observarlo en las caras de la gente cuando ríen; su risa es muy superficial, solamente está dibujada en sus labios. No tiene relación alguna con su corazón; está absolutamente desconectada. Es como el lápiz de labios. Los labios lucen rojos y rosáceos, pero esa rojez no pertenece a la rojez de la sangre. Está bien que los labios sean rojos, pero esa rojez debería provenir del estar vivo, de tus células sanguíneas, de tu energía, de tu vitalidad, de tu juventud. No; pintas tus labios, parecen rojos, pero es feo. ¿Qué puede hacer una mujer hermosa con un lápiz de labios? En su conjunto parece absurdo. Si tus labios son rojos, vitales, vivos, ¿para qué pintarlos? Los estás volviendo feos y falsos.

Tu felicidad es también como lápiz de labios. No eres feliz y sabes que no eres feliz, pero no puedes aceptar el hecho porque sería demasiado demoledor para tu ego. ¿Tú, y no eres feliz? ¿Cómo puedes aceptarlo? Puede que por dentro no seas feliz, pero ése es tu problema; no has de expresarlo, no has de decir la verdad. Cara al mundo has de mantener una fachada, has de mantener una personalidad. De modo que sigues riendo. Observa la risa de la gente e inmediatamente distinguirás cuál es la risa que proviene del corazón. Cuando la risa surge del corazón, de inmediato puedes sentir una vibración diferente, un desbordamiento. Ese hombre es realmente feliz. Cuando la risa solamente está en los labios, es hueca. Es un simple gesto, no hay nada detrás. Es una fachada.

El hombre que no es capaz de reír profundamente es el hombre que ha reprimido su tristeza. No puede profundizar porque ha reprimido su tristeza. Incluso aunque profundice en su risa, existe miedo de que la tristeza pueda salir, pueda burbujear hasta la superficie. Siempre ha de estar en guardia. De modo que, por favor, sea cual sea la situación, empieza a permitirla. Si estás triste, está triste. Eso es lo que Dios significa para ti; en este momento al menos, quiere que estés triste. Sé pues auténtico... ¡está triste! Vive esa tristeza. Y si eres capaz de vivir esa tristeza, surgirá en ti una calidad distinta de felicidad. No será una represión de la tristeza, será trascender la tristeza.

Una persona que puede ser pacientemente triste, de repente descubrirá una mañana que la fe1icidad está surgiendo en su corazón desde un origen desconocido. Esa fuente desconocida es Dios. Te lo has ganado si has estado honestamente triste, si has estado auténticamente desesperado, desesperanzado, si has sido infeliz, miserable; si has vivido en el infierno, te has ganado el cielo. Has pagado su precio.

Sea cual sea la situación, si estás triste, está triste; si estás con ánimo de venganza, tómate tu venganza; si estás celoso, está celoso; si estás enfadado, está enfadado. Nunca evites el hecho. Has de vivirlo; eso es parte del progreso de la vida, del crecimiento, de la evolución. Aquellos que lo evitan, perma­necen inmaduros. Si deseas seguir inmaduro, entonces sigue evitándolo, pero recuerda que estás esquivando la vida misma. Sea lo que sea que evites, ése no es el punto; al evitar, evitas la vida. ­

Encara la vida, confróntala. Habrá momentos difíciles, pero un día verás que esos momentos difíciles te han proporcionado fortaleza debido a que los encaraste. Tenían que estar ahí. Esos momentos difíciles son duros cuando los estás atravesando, pero después verás que te han hecho más integrado. Sin ellos nunca habrías estado centrado, con una base. Las antiguas religiones en todo el mundo, han sido represivas. La nueva religión del futuro será expresiva. Y yo enseño esa nueva religión... deja que el expresar sea una de las reglas más fundamentales de tu vida. Incluso aunque hayas de sufrir por ello, sufre. Nunca serás un perdedor. Este sufrir te hará más y más capaz de disfrutar la vida, de regocijarte en la vida.

sábado, 15 de agosto de 2020

LOS OJOS


Los ojos que solamente ven lo exterior, están ciegos. Aún no son verdaderos ojos. Son primitivos, rudimentarios. Los ojos que ven el interior son más reales. ¿Has observado a los ciegos? En sus caras descubrirás siempre una cierta gracia. Incluso los ciegos corrientes aparentan mucha dignidad, aparentan ser muy silenciosos. No tienen ninguna de las distracciones del mundo exterior.

Los científicos dicen que el hombre vive a través de los ojos; casi el ochenta por ciento de su vida está relacionada con los ojos; ¡El ochenta por ciento! Solamente el veinte por ciento queda para los demás sentidos. Vives el ochenta por cien de tu vida a través de los ojos. Por eso, cuando ves a un ciego se despierta en ti mucha compasión. No sientes tanta compasión por un sordo o un mudo, no. Pero por un ciego surge una gran compasión. Sientes, «Pobrecito. Ha perdido el ochenta por ciento de su vida».

Los ojos son muy importantes. Toda la investigación científica depende de los ojos. ¿Has oído de algún científico que fuera ciego? Es imposible. Un ciego no puede estar impli­cado en la investigación objetiva; es algo muy difícil. Pero ha habido muchos buenos músicos ciegos, cantantes ciegos. En realidad un ciego posee unas tremendas cualidades en su oído que un hombre con visión no posee, porque el ochenta por ciento de su energía ha dejado de ser desperdiciada con los ojos. Esa energía se desplaza a sus oídos. Su oído se vuelve muy, muy receptivo y sensitivo. Empieza a ver a través de sus oídos.

Sostén la mano a un ciego y te sorprenderás mucho. Descubrirás un toque muy vivo, un toque que no encontrarás en la gente que ve. Sostén la mano de un ciego y sentirás una calidez fluyendo hacia ti, porque el ciego no puede verte; solamente puede tocarte. Toda su energía va en su tacto. Por lo general, tocas con los ojos. Una hermosa mujer pasa por tu lado; tú miras. La has tocado con tus ojos. Has tocado todo su cuerpo, y sin ofenderla, sin infringir ninguna ley. Poco a poco olvidas por completo lo que es tocar.

Los Ojos se han convertido en un monopolio, han extraído muchas energías de diversas fuentes. Por ejemplo, del olfato. Los ojos están muy próximos a la nariz. La gente no olfatea. Han perdido su poder olfativo. Sus olfatos están muertos. Un ciego, tiene olfato. Su capacidad de oler es tremenda. Cuando te acercas a él, te identifica por tu olor, te reconoce por tu olor. Te toca, te reconoce por tu tacto. Oye tus sonidos; te reconoce por tus sonidos. Sus otros sentidos recobran la vida. Posee cierta gracia, porque los ojos crean mucha tensión. Poco a poco, algunos ciegos descubren que su ceguera no es una maldición; es una bendición. Se hacen conscientes de infinitos colores en su interior, de un mundo psicodélico. Sutiles tonalidades, sueños muy hermosos empiezan a abrírseles.

Así ha sucedido muchas veces. Si, cuando una determinada persona se vuelve ciega repentinamente, puede aceptarlo, esa misma aceptación le brinda un nuevo mundo. Lo objetivo desaparece; lo subjetivo abre sus puertas. Y lo subjetivo está más próximo a lo trascendental; por eso todos los meditadores cierran sus ojos. Cuando te vuelves religioso, entonces surge la actitud tántrica. Entonces no ves con los ojos abiertos, ni ves con los ojos cerrados. ¡Simplemente ves al que ve! No te preocupas por la experiencia, observas al testigo. Entonces el amor se convierte en Tantra. Tanto si es un hombre como si es una mujer la que se mueve en la dimensión del Tantra, él o ella no están interesados en lo que está sucediendo, o más bien, él o ella están más interesados en el testigo que lo está observando todo. ¿Quién es este testigo? y cuando la energía explosiona de una forma tan natural y espontánea es mejor observar. Sé simplemente un observador en la colina. Olvídate de que eres un hombre o una mujer, olvídate de tu cuerpo, olvídate de que eres una mente y se solamente un testigo; y entonces habrás llegado a lo tras­cendental.

El Tantra es trascendental. Y esta dimensión ha de expandirse a todas tus situaciones de la vida ordinaria. Hagas lo que hagas, puedes hacerla de tres formas: objetivamente, esa es la forma científica, la forma occidental; o subjetivamente, esa es la forma oriental; o de forma religiosa, la forma trascendental, en la cual Oriente y Occidente se disuelven. El modo religioso no es ni oriental ni occidental. Occidente es científico, Oriente es poético. Occidente piensa en términos de historia; Oriente piensa en términos de mitos, de puranas. Occidente se preocupa más de la realidad; Oriente se ocupa más de la fantasía sobre la realidad, el sueño sobre la realidad. Occidente se ocupa más de la mente consciente; Oriente se ocupa más de la mente inconsciente.

Pero la religión trasciende ambos. La religión es la de la mente superconsciente, la mente trascendental, que ni es occidental ni oriental. Del mismo modo que el hombre y la mujer se encuentran, Oriente y Occidente se encuentran. Occidente es más masculino; Oriente es más femenino. Occidente es más la voluntad; Oriente es más la entrega. Pero la religión es ambos, y los trasciende. Es suficiente, más que suficiente, si eres capaz de ver al que ve. Si puedes ver al que ve, si puedes ser tu consciencia, tu atención, eso es suficiente. Todo está a tu alcance. Te has convertido en Dios; no necesitas nada más. Lucha por este estado de ser. Si vienes de Occidente, lucha por él. Si vienes de Oriente, entrégate por él. Si vienes de Occidente anhélalo. Si vienes de Oriente sé pasivo, espéralo. Y si sois sanyasins, esos que no pertenecen ni a Oriente ni a Occidente, entonces abandonad toda dualidad, sed no ­duales. Abandonad toda división. Sed simplemente indivi­duos.

sábado, 8 de agosto de 2020

LO OBJETIVO Y LO SUBJETIVO (II)


La gente sigue siendo la misma, tanto en su pena como en cualquier estado. Siguen siendo los mismos, no cambian de dimensión. Por eso, lo primero que hay que entender es que necesitas cambiar de lo objetivo a lo subjetivo. Medita más y más sobre tus emociones, sobre tus pensamientos, con los ojos cerrados. Mira más profundamente en tu mundo interior, en el mundo que es absolutamente privado; lo objetivo es público, lo subjetivo es privado. No puedes invitar a nadie a tus sueños, no es posible. No le puedes decir a tu amigo, «Esta noche ven a mi sueño», porque el sueño es totalmente tuyo. No puedes ni siquiera invitar a tu amada que está durmiendo a tu lado en la cama, que puede que esté durmiendo justo a tu lado.

Pero tú sueñas tus sueños y ella sueña sus sueños. Los sueños son privados. Lo subjetivo es lo privado; lo objetivo es lo público, lo objetivo es el mercado. Mucha gente es capaz de observar un hecho, pero casi nadie es capaz de observar un pensamiento; solamente puede hacerlo aquél a quien pertenece dicho pensamiento.

Desplaza tu consciencia más y más hacia lo privado. El poeta vive una vida privada; el político vive una vida pública. Mahatma Gandhi solía decir que él no tenía vida privada. Eso significa que debió de llevar una existencia muy pobre. Una vida privada es una vida rica. La vida del político es observada por todo el mundo: en la televisión, en los periódicos, en la calle, en la multitud. El político solamente tiene una cara pública. Cuando va a su casa, no es nadie. Pierde todos sus rostros.

Has de descubrir tu rostro privado. El énfasis debería radicar más en lo privado que en lo público y deberías empezar a aprender como amar lo privado, porque lo privado es la puerta hacia Dios. Lo público es la puerta hacia la ciencia, pero no hacia la religión, no hacia Dios. Lo público es la puerta hacia la aritmética, hacia el cálculo, pero no es la puerta hacia el éxtasis, hacia el amor. Y disfruta con las cosas que son privadas: la música, la poesía, la pintura. El zen insiste en la caligrafía, en la pintura, en la poesía, en la jardinería, en todo lo que es absolutamente privado, en eso que vives desde el interior hacia el exterior, en algo que surge como una ola desde el centro más interno de tu ser y que se expande hacia el exterior. La vida pública es simplemente lo contrario: algo surge en el exterior y se dirige hacia tu interior.

En una vida pública el origen, la fuente, siempre es externa. El centro de tu ser nunca está dentro de ti, siempre radica en el exterior. Por eso un político siempre está asustado del exterior, porque su vida depende de ese exterior. Si la gente no le vota, no será nadie. Pero para un pintor o para un poeta eso no importa. Nadie compraba las pinturas de Van Gogh. En toda su vida no vendió ni una sola de sus pinturas; pero eso no tenía importancia para él; él disfrutaba con ello. Si se vendían, bien; si no se vendían, bien. Su verdadero valor no estribaba en que se vendieran y fueran apreciadas; su verdadero valor estaba en la creatividad del pintor a través de ellas. Al crearlas, él alcanzaba su meta. En el instante de creadas, él se volvía divino. Te conviertes en Dios siempre que creas. Has oído una y otra vez que Dios creó al mundo. Yo te digo una cosa más: siempre que tú creas algo, te conviertes en un pequeño Dios por tu propio derecho.

Si Dios es el creador, entonces el ser creativo es la única forma de llegar a él. Entonces te conviertes en un participante, entonces dejas de ser un espectador. Van Gogh, reconocido o no, vivió una vida tremendamente bella en su mundo interior, con mucho colorido. La verdadera recompensa no llega cuando se vende una pintura y los críticos la elogian en todo el mundo; eso es solamente la recompensa de los tontos. La verdadera recompensa reside en el acto del pintor creándola. Cuando el pintor está perdido en su pintura, cuando el bailarín se ha disuelto en su danza, cuando el cantor ha olvidado quién es y su canción vibra llena de vida, ahí está la verdadera recompensa, ahí está el logro.

En el mundo exterior dependes de los demás. En la vida pública, en la vida política, dependes de los demás; eres un esclavo. En la vida privada comienzas a convertirte en el amo de tu propio ser. Deja que insista en ello y lo resalte porque me gustaría que mis sanyasins fueran creativos de uno u otro modo. Para mí, la creatividad tiene una tremenda importancia. Una persona que no es creativa, no es, en absoluto, una persona religiosa. No estoy diciendo que tengáis que ser Van Goghs; no podéis. No estoy diciendo que tengáis que ser Leonardo da Vincis, o Beethovens, o Mozarts; no estoy diciendo que tengáis que ser Wagners, o Picasos, o Rabindranaths, no. No estoy diciendo eso. No estoy diciendo que tengas que convertirte en un pintor, o en un poeta famoso, o que tengas que ganar el premio Nobel. Si esa es tu idea, has caído de nuevo en lo político. El premio Nobel te llega desde el exterior; es la recompensa de los tontos, no es la recompensa auténtica.

La verdadera recompensa llega desde adentro. No estoy diciendo que seáis capaces; no todos tienen la capacidad de llegar a ser Picasos. Y tampoco hay necesidad de ello, porque demasiados Picasos harían del mundo un lugar monótono. Está bien que solamente haya un Picaso y está bien que nunca se repita pues sino, llegaría a ser algo aburrido. Pero todos podéis ser creadores de una u otra forma. No importa si alguien lo llega a saber o no; carece absolutamente de importancia. Puedes hacer algo que nazca del amor; entonces será algo creativo. Puedes disfrutar mientras lo haces; entonces se convertirá en creativo.

Me gustaría recordar una y otra vez a todos vosotros: sed creativos. En el pasado, la mayoría de la gente religiosa demostró ser no creativa. Esto ha sido una calamidad, una maldición. Los santos han estado sentados sin hacer nada. Esta no es la auténtica religión. Cuando la auténtica religión hace explosión en las vidas de la gente, de repente también explosiona una gran creatividad. Cuando Buda vivía hubo una gran explosión de creatividad. Puedes encontrar las pruebas en Amanta, en Ellra. Cuando el tantra era una religión viva, hubo una gran explosión de creatividad. Puedes ir a Puri, a Kanorak, a Khajuraho, y observar. Cuando los Maestros zen estaban vivos crearon muchas nuevas dimensiones; de pequeñas cosas, pero muy creativas. Si no eres creativo simplemente significa que has estado practicando tu religiosidad, que debes de haberte encajado en un determinado modelo y que te has bloqueado, te has quedado congelado en ese modelo. Una persona religiosa fluye, discurre como un río, busca, explora, siempre en pos y explorando lo desconocido, siempre abandonando lo conocido y adentrándose en lo desconocido, siempre escogiendo lo desconocido en vez de lo conocido, sacrificando lo conocido en pos de lo desconocido. Y siempre dispuesto a ello.

Un hombre religioso es un vagabundo, un trotamundos; en su mundo interior sigue viajando, yendo de un lugar a otro. Anhela conocer todos los espacios que conforman su ser. Sé más creativo. Baila y no te preocupes por si a alguien le gusta o no le gusta tu danza; esa no es la cuestión. Si puedes disolverte en ella, eres un bailarín. Escribe poesía. No tienes porqué enseñársela a nadie. Si disfrutas, escribe y luego quémalo. Toca tu flauta o la guitarra o el sitar. Has de ver a nuestro tablista, Bodhi. ¡Cuán meditativamente toca su tabla! Eso es su meditación. El está creciendo, sumergiéndose en ello, disolviéndose, fundiéndose. Lo subjetivo es el reino de todo arte y creatividad. Esos son los dos ámbitos comunes del ser.

sábado, 1 de agosto de 2020

LO OBJETIVO Y LO SUBJETIVO (I)


Hay tres cosas en la vida. Una, el mundo objetivo, el mundo de las cosas. Todo el mundo es capaz de verlo. Por naturaleza somos capaces de ver el mundo objetivo. Pero esto es solamente el comienzo del viaje. Muchos se han detenido ahí creyendo que han llegado. Desde luego, no han llegado, por eso son desgraciados.

Más allá de lo objetivo está la abertura a otro mundo, el mundo de la subjetividad. Lo objetivo es el mundo de las cosas, de los objetos; lo objetivo es el mundo de la ciencia, de las matemáticas, de la física, de la química. Lo objetivo es muy claro porque por naturaleza, hemos nacido perfectamente capaces de ver lo objetivo.

Lo subjetivo ha de ser explorado; nadie nace con una visión de lo subjetivo. Lo subjetivo ha de ser explorado, uno ha de aprender lo que es; uno ha de probado poco a poco y ha de entrar en ello poco a poco. El mundo de la música, de la poesía, del arte, el mundo de la creatividad, es el mundo de lo subje­tivo. El hombre que empieza a moverse hacia adentro se va volviendo más poético, más estético. Posee un diferente aroma a su alrededor, un aura distinta. El científico vive con cosas; el poeta vive con personas, el científico no. Es consciente de quién es; simplemente es consciente de lo que le rodea. Puede que sepa de la Luna y de Marte y de las estrellas lejanas, muy lejanas, pero es completamente ajeno a su propio. Interior. En realidad, cuanto más se ocupa de lo lejano, más se olvida de sí mismo. Permanece casi en una especie de sueño sobre sí mismo.

El poeta, el pintor, el bailarín, el músico, están cerca de casa. Viven en lo subjetivo; saben que son personas. Y cuando sabes que eres una persona, de repente eres capaz de mirar en las demás personas. Para un poeta, incluso un árbol es una persona, incluso los animales son personas; para un científico, un hombre o una mujer no son más que objetos. Un científico considera al hombre como si fuera un objeto. Y si no es consciente de su propio interior, ¿cómo. va a ser consciente del interior de los demás?

Cuando empleo la palabra «persona» quiero decir que hay un «interior» que no es observable mediante la observación exterior, mediante el análisis, mediante la disección. Una roca existe, no posee interior; puedes partirla y lo verás todo. Si rompes una roca, no cambia nada, no se destruye nada, Incluso. Reduciéndola a trocitos es la misma roca. Pero si «rompes» una persona, de inmediato algo de un tremendo valor desaparece. Te quedas con un cuerpo sin vida, y el cuerpo sin vida no es la persona. La roca en pedazos es todavía la misma roca, pera la persona no es ya la misma persona. En realidad, la persona «rota» no es, en absoluto una persona. En la mesa de operaciones de un cirujano dejas de ser una persona. Solamente cuando un poeta te toca y sostiene tu mano, te haces persona.

Por eso la gente anhela el amor. La razón de este anhelo de amor no es otro que éste: te gustaría que alguien se diera cuenta de que eres una persona, no una cosa.

Vas al dentista. El no se preocupa por ti, simplemente está interesado en tus dientes. Incluso si voy al dentista... le estoy viendo. ¡Qué milagro! No se interesa por mí, simplemente observa mi dentadura. Yo estoy allí, sentado en la silla, y él es totalmente ignorante de mi presencia. Hay un gran espacio disponible en su habitación, pero ni me mirará; eso no le interesa. Solamente le interesan los dientes, solamente está interesado en su propia técnica. Su conocimiento del mundo objetivo es su único conocimiento.

La gente suspira por el amor porque solamente el amor hará de ti una persona, solamente el amor puede revelarte tu propio interior, solamente el amor puede hacerte sentir que tú no eres únicamente eso que se ve desde el exterior. Eres algo más, eres algo totalmente distinto a eso que aparentas ser. El reflejo en el espejo no es tu totalidad; el reflejo en el espejo es solamente el reflejo de tu exterior, no de tus profundidades. No dice nada de tu interior.

Cuando te acercas a un científico o a una persona que está absolutamente absorbida con la dimensión objetiva, te observa como si solamente fueras el reflejo en el espejo. No te mira a ti; mira a tu alrededor. Su acercamiento no es directo, su acercamiento no es íntimo y tú sientes que hay algo que falta. Te está maltratando porque no está aceptando tu personalidad. Te está tratando como si fueras una cosa. Hace sus cosas, pero no te llega a ti en absoluto. Para él permaneces siendo algo casi inexistencial!.

Y a menos que alguien te toque con amor, te mire con amor, tu propio interior permanecerá sin ser reconocido, sin ser colmado. Eso es lo que es la necesidad de ser necesitado.

La subjetiva es la dimensión, la dimensión interior, de la poesía, de la canción, de la danza, del arte. Es mejor que la dimensión científica porque es más profunda. Es mejor que la dimensión objetiva porque está más cercana a tu hogar. Pero todavía no es la dimensión de la religión; recuérdalo. Hay mucha gente cuya mente está obsesionada con lo objetivo; cuando piensan en Dios,
Dios se convierte en un objeto. Entonces Dios es algo exterior. Pregúntale a un cristiano dónde está Dios y él mirará hacia arriba, hacia algún lugar en el cielo; en el exterior. Cuando le preguntas a alguien que dónde está Dios y él mira hacia alguna otra parte distinta de su propio interior, entonces él pertenece a la dimensión no-reli­giosa: La gente pregunta, «¿Qué prueba tenemos de Dios?» Las pruebas son necesarias solamente para las cosas. Dios no necesita pruebas. Si yo te amo, ¿cuál es la prueba de ello? Para la poesía no existen las pruebas; para la química sí. Pero la poesía existe. Y un mundo sin química no sería mucho peor, pero un mundo sin poesía dejaría de ser humano.­

La poesía aporta significado a la vida; lo que no es sustentado con pruebas aporta significado a la vida. Lo que ha sido probado, a lo sumo, te hace sentirte más cómodo. Dios no es un objeto y no puede ser demostrado. Dios es más como la música. Existe, ciertamente existe, pero no hay forma de aprehenderlo. No puedes tenerlo en tu puño, no puedes encerrado en tu cámara de los tesoros; no hay forma.

El amor existe, pero no puedes poseerlo: Si tratas de poseerlo, entonces perteneces a la dimensión objetiva y estás matando al amor; por eso la posesividad es destructiva. Si posees una mujer, si dices, «Es mi esposa y la poseo», entonces deja de ser una persona. La has reducido a una cosa y ella nunca podrá perdonarte. Ninguna esposa ha sido capaz de perdonar a su marido; ningún marido ha sido nunca capaz de perdonar a su esposa, porque ambos se han reducido a objetos el uno al otro. Un marido es una cosa, una esposa es una cosa y cuando te conviertes en una cosa, entonces te vuelves repugnante, pierdes la libertad, pierdes tu espacio interior, pierdes la poesía, pierdes el romance, pierdes significado. Simplemente te conviertes en una cosa en el mundo de las cosas. Lo útil está ahí, pero ¿quién vive para lo útil? Lo útil nunca puede ser satisfactorio. Estás siendo utilizado, ¿cómo va a ser satisfactorio? Siempre que sientes que estás siendo utilizado, te sientes ofendido. Y deberías sentirte ofendido por­que utilizar a alguien es un crimen y permitir que alguien te utilice también es un crimen. Es un crimen contra Dios.

Pero hay gente que también utiliza a Dios. Cuando vas y oras por algo, estás tratando de emplear a Dios. Desconoces lo que es la oración, desconoces lo que es el amor, desconoces lo que es la poesía, desconoces por completo lo que es el mundo subjetivo. Tus rezos, si ocultan alguna motivación, algún deseo, son repugnantes. Pero somos gente muy astuta; encontramos, descubrimos, caminos y medios.

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