sábado, 24 de abril de 2021

RELACIONARSE PRIMERO


Por qué es así? ¿Cuál es la necesidad de conocer y comprender a la mujer o al hombre?

Se debe a que todo hombre tiene una parte femenina en su ser, y toda mujer una
parte masculina en su ser. El único modo de entenderla, el más sencillo, el más natural, es mantener una relación profunda e íntima con alguien. Si sois hombres, mantened una relación profunda e íntima con una mujer. Dejad que se desarrolle la confianza, para que todas las barreras se disuelvan. Acercaos tanto el uno al otro para que podáis mirar en lo más hondo de la mujer y la mujer en lo más hondo de vosotros. No seáis deshonestos con el otro.

Si estáis teniendo muchas relaciones al mismo tiempo, seréis deshonestos, no dejaréis
de mentir. Tendréis que mentir, que ser insinceros, tendréis que decir cosas que no
queréis... y todas serán sospechosas. Resulta muy difícil crear confianza con una mujer si mantenéis alguna otra relación. Es fácil engañar a un hombre, porque él vive a través del intelecto; pero es muy difícil, casi imposible, engañar a una mujer, porque vive intuitivamente. No seréis capaces de mirarla directamente a los ojos; tendréis miedo de que comience a leeros el alma y todas las cosas engañosas y deshonestas que ocultáis.

De modo que si estáis teniendo muchas relaciones, no podréis sumergiros en
profundidad en la psique de la mujer. Y eso es lo único que se requiere: conocer vuestra propia parte femenina interna.

La relación se convierte en un espejo. La mujer empieza a mirar en vosotros y
comienza a encontrar su propia parte masculina; el hombre mira en la mujer y empieza a descubrir su propia feminidad. Y cuanto más conscientes seáis de vuestra feminidad -el otro polo-, más completos podéis ser, más integrados. Cuando vuestro hombre interior y mujer interior han desaparecido en el otro, se han disuelto en el otro, cuando ya no están separados, cuando se han convertido en un todo integrado, os habéis convertido en un individuo. Carl Gustav Jung lo llama el proceso de individuación.

Jugar con muchas personas os mantendrá superficiales, entretenidos, ocupados, pero
sin crecer; y lo único que importa en última instancia es el crecimiento, el crecimiento de la integración, de la individualidad, de un centro en vosotros. y ese crecimiento necesita que conozcáis a vuestra otra parte.

Intentad encontrar en el otro el ser verdadero que está oculto. No deis por hecho a
nadie. Cada individuo es tal misterio que si continuáis indagando en él descubriréis que es interminable.

Una relación significa algo completo, acabado, cerrado. El amor jamás es una relación; el amor es una unión. Siempre es un río que fluye sin fin. El amor no conoce un freno completo; la luna de miel empieza pero nunca acaba.

No es como una novela que comienza en determinado punto y termina en
determinado punto. Se trata de un fenómeno en curso. Los amantes terminan, el amor
prosigue. Es algo continuo. Es un verbo, no un sustantivo. ¿Y por qué reducimos la belleza de la unión a la relación? ¿Por qué tenemos tanta prisa? Porque unirse es inseguro y la relación es una seguridad, la relación posee una certeza. Unirse es el simple encuentro de dos desconocidos, quizá algo que dura una noche para despedimos por la mañana.

¿Sabemos qué va a pasar mañana? Y tenemos tanto miedo que queremos convertirlo en una certidumbre, queremos que sea predecible. Nos gustaría que el mañana estuviera de acuerdo con nuestras ideas; no le brindamos libertad para que se exprese como es. De modo que de inmediato reducimos cada verbo a sustantivo.

Estáis enamorados de un hombre o una mujer y de inmediato empezáis a pensar en
casaros. En hacer que sea un contrato legal. ¿Por qué? ¿Cómo es que la ley entra en el
amor? Lo hace porque el amor no está presente. Solo se trata de una fantasía y sabéis que la fantasía -desaparecerá. Pero antes de que desaparezca, asentaos; antes de que
desaparezca, haced algo para que sea imposible de separar.

En un mundo mejor, con personas más meditativas, con un poco más de iluminación
en la Tierra, la gente amaría, amaría inmensamente, pero su amor seguiría siendo una
unión, no una relación. Y no digo que ese amor llegará a ser únicamente momentáneo.

Existen todas las posibilidades de que ese amor sea más profundo que el vuestro, que posea una cualidad más elevada de intimidad, que tenga más poesía y más de Dios en él. Y existe toda la posibilidad de que ese amor dure más de lo que vuestra así llamada relación pueda llegar a durar jamás. Pero no lo garantizaría la ley, ni los tribunales ni la policía.

La garantía sería interior. Sería un compromiso desde el corazón, una comunión
silenciosa.

Olvidad las relaciones y aprended a relacionaros. En cuanto estáis en una relación empezáis a dar por hecho al otro. Eso es lo que destruye todas las aventuras amorosas. 

La mujer piensa que conoce al hombre, el hombre piensa que conoce a la mujer. Ninguno conoce al otro.

Es imposible conocerlo, ya que sigue siendo un misterio. y tomar al otro por sentado
es un insulto, una falta de respeto.

Pensar que conocéis a vuestra esposa es muy, muy desagradecido. ¿Cómo podéis
conocer a la mujer? ¿Cómo podéis conocer al hombre? Son procesos, no cosas. La mujer que conocíais ayer no está aquí hoy. Por el Ganges ha pasado mucha agua; ella es otra persona, completamente diferente. Volved a relacionaros, empezad otra vez, no lo deis por hecho.

El hombre con el que dormiste anoche... volved a mirarlo a la cara por la mañana. Ya no es la misma persona, tanto ha cambiado. Tanto, incalculablemente tanto ha cambiado. Esa es la diferencia que hay entre una cosa y una persona. El mobiliario en la habitación es el mismo, pero el hombre y la mujer ya no son los mismos. Explorad de nuevo, empezad otra vez. Eso es lo que quiero decir con relacionaros.

Relacionarse quiere decir que siempre estáis empezando, continuamente tratáis de
conoceros. Una y otra vez os presentáis al otro. Tratáis de ver las muchas facetas de la personalidad del otro. Intentáis penetrar más y más hondo en su reino de sentimientos interiores, en los profundos recovecos de su ser. Intentáis desentrañar un misterio, que no se puede desentrañar.

Ese es el gozo del amor: la exploración de la consciencia. Y si os relacionáis, y no
reducís eso a una relación, entonces la otra persona se convertirá en un espejo para
vosotros. Al explorarla, no sois conscientes de que también os exploráis a vosotros.

Al profundizar en el otro, conociendo sus sentimientos, sus pensamientos, sus remordimientos más hondos, estaréis conociendo también los vuestros. Los amantes se convierten en espejos y entonces el amor se convierte en una meditación. Una relación es algo feo, relacionase es algo hermoso.

En una relación ambas personas se vuelven ciegas a la otra. Pensad. ¿Cuánto tiempo
ha pasado desde la última vez que mirasteis a vuestra esposa a los ojos? ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que visteis a vuestro marido? Quizá años. ¿Quién mira a su propia esposa? Ya habéis dado por hecho que la conocéis. ¿Qué más hay para mirar? Os interesan más los desconocidos que las personas que conocéis, pues ya estáis al corriente de toda la topografía de sus cuerpos, sabéis cómo responden, sabéis que todo lo que ha pasado va a pasar de nuevo una y otra vez. Es un círculo repetitivo.

No es así, en realidad no lo es. Jamás se repite algo; todo es nuevo cada día. Lo que
pasa es que vuestros ojos envejecen, vuestras suposiciones envejecen, vuestro espejo
acumula polvo y os volvéis incapaces de reflejaros mutuamente.

Cuando digo relacionaros, me refiero a que permanezcáis continuamente en una luna
de miel. Continuad buscándoos, encontrando maneras nuevas de amaros, de estar juntos.

sábado, 17 de abril de 2021

LA RELACIÓN CON AMOR

Siempre que dos personas se conocen, se crea un mundo nuevo. Por el solo hecho de
conocerse cobra existencia un fenómeno nuevo, que antes no estaba, que nunca antes
existió. Y a través de ese fenómeno nuevo las dos personas experimentan un cambio y una transformación.

Por separado, sois una cosa; juntos, de inmediato os transformáis en otra. Ha
sucedido algo nuevo. Una mujer, cuando se convierte en amante, deja de ser la misma
mujer. Un hombre, cuando se convierte en padre, deja de ser el mismo hombre. Nace un bebé, y en cuanto nace, la madre también nace. Eso jamás existió con anterioridad.

La mujer existía, pero nunca la madre. Y una madre es algo absolutamente nuevo.

La relación es creada por vosotros, pero, a su vez, la relación os crea.

Cuando un hombre ha vivido con muchas mujeres, ha realizado muchas clases de
trabajo -ha sido zapatero, carpintero, ingeniero, pintor y músico-, naturalmente es muy rico.

Cada mujer con la que ha vivido le ha dado algo de color, y cada trabajo que ha ejecutado le ha abierto una puerta nueva a su ser. Despacio, despacio, están abriéndose muchas puertas hacia su ser; su consciencia se expande, se vuelve enorme, inmenso.

Sois vuestra propia experiencia. Por ende, experimentad más. Antes de asentaros,
experimentad todo lo que os sea posible. La persona verdadera jamás se asienta; la persona verdadera siempre permanece sin hogar, una trotamundos, vagabunda del alma. Permanece continuamente en una búsqueda, preguntando, aprendiendo... nunca deja de aprender.

No tengáis prisa por ser versados, continuad aprendiendo. Llegar a ser versado es feo, no abandonar jamás el aprendizaje posee una tremenda belleza y gracia, porque es la misma vida.

Cuando conseguís libertad, al principio os precipitáis hacia ella. Empezáis a hacer todo tipo de cosas que siempre habéis querido hacer pero que no se os permitía. Luego las cosas no tardan en asentarse. Sois conscientes de que todas las mujeres son parecidas, igual que todos los hombres son parecidos. Quizá haya diferencias, pero son periféricas.

Alguien tiene el pelo negro y alguien tiene el pelo rubio, alguien tiene ojos azules y alguien tiene ojos negros... solo diferencias periféricas. Pero a medida que adquirís más y más consciencia de muchas personas, a medida que os relacionáis con muchas personas, una cosa se os vuelve absolutamente clara: que todos los hombres son parecidos -casi iguales- lo mismo que todas las mujeres. Entonces empezáis a asentaros. Entonces empezáis a asentaros con una mujer, con un hombre, en una relación más íntima.

Emprendéis un tipo de viaje totalmente diferente, una nueva peregrinación de intimidad, una intimidad no impuesta. Cuanto más hondo queréis llegar a la otra persona, más tiempo se necesita, más paciencia y muchas clases de situaciones se necesitan.

El primer amor es realmente grande, porque es el primero... por lo demás es muy
peligroso. Es el primero, por ende es muy romántico, pero el romance desaparecerá pronto.

No va a convertirse en un cimiento estable; no va a convertirse en vuestro verdadero
matrimonio.

Un hombre, antes de decidir casarse, debería haber conocido a muchas mujeres. Y la
mujer debería haber conocido a muchos hombres. Solo entonces se puede elegir, solo
entonces podéis sentir con quién estáis en sintonía. Solo entonces podéis entender con
quién empezáis a elevaros.

Antes de poder comprometeros necesitáis tener una gran experiencia de otras
personas. Pero ahora nuestra ideología sigue siendo anterior a la tecnología. En el pasado era peligroso, porque la mujer podía quedarse embarazada y habrían surgido problemas para ella, para la familia, para toda su vida. Por eso jamás se cuestionó que el hombre tuviera que llegar virgen al matrimonio. Sin embargo, para la mujer ha sido en todo el mundo un requisito absoluto ser virgen.

¿Por qué este doble rasero? ¿Por qué la mujer debería ser virgen? ¿Y por qué no el
hombre? La respuesta que se da es que los chicos son chicos... ¿y las chicas no son chicas?

Sencillamente se debía a que para la mujer no había una protección tecnológica. Pero
ahora esa protección existe. Después de la invención del fuego, la píldora es la invención más grande del mundo. Y los más grandes revolucionarios no son nada comparados con la revolución que ha producido la píldora en el mundo.

Puede que no seáis conscientes de que la píldora ha cambiado el mundo... porque ha
cambiado todo el código sexual.

Vivís en una era postecnológica. No es necesario que tengáis ideologías
pretecnológicas; todas son dañinas. Otrora fueron necesarias, pero ya no. Solo entorpecen vuestro progreso; son cargas innecesarias. Las lleváis sin motivo y os perturban la vida.

Los hombres y las mujeres deberían conocerse, y no debería haber prisa alguna para
casarse. Despacio, lentamente, aprenderéis el arte del amor, y también aprenderéis con quién existe una afinidad espiritual.

No existe necesidad para el matrimonio. Si amáis a una mujer, vivís con ella. Cuando
el amor desaparece, os despedís con profunda gratitud: «Todos los días que pasé contigo fueron memorables. Los llevaré en mi mente, en mi memoria, como una hermosa fragancia. Me acompañarán como un sueño, un sueño hermoso. Pero ahora ha llegado el momento de que nos marchemos, gozosamente. A partir de ahora seremos amigos»... no hay necesidad de convertirse en enemigos.

Y ambos se cansan, es simplemente humano. La familia es inhumana. Os obliga a vivir con una mujer a la que odiáis. Os obliga a yacer con un hombre al que queréis matar. ¡Es prostitución, no es familia!

Mi definición de la prostitución es hacer el amor con una mujer a la que no se ama,
hacer el amor con un hombre al que no se ama. Se trata simplemente de un caso de
prostitución a largo plazo. Una prostituta está disponible solo por una noche; pagáis por ello.

Vuestra esposa está disponible toda vuestra vida, y pagáis por ello. Es un acuerdo
económico, financiero. Habéis comprado a la mujer para toda la vida.

Las personas deberían estar juntas por amor, únicamente por amor. Y en cuanto
sientan que el amor ya no está, y que permanecer juntas es un foco de tensión y ansiedad, lo mejor es despedirse antes de que las cosas se tornen demasiado amargas.

Marchaos a la primera señal de frustración, aburrimiento. Encontrad nuevos amigos.

De acuerdo con mi visión, los matrimonios deberían ser disueltos. La gente puede vivir junta toda la vida si así lo quiere, pero no se trata de una necesidad legal. La gente debería moverse, tener tantas experiencias de amor como sea posible. No debería ser posesiva. Esto destruye el amor. Y tampoco debería ser poseída, porque también eso destruye el amor.

Todos los seres humanos son merecedores de ser amados. No hay necesidad de estar
atado a una sola persona de por vida. Ese es uno de los motivos por los que todas las
personas del mundo parecen aburridas. ¿Por qué no pueden reír? ¿Por qué no pueden
bailar? Se hallan encadenadas con cadenas invisibles: el matrimonio, la familia, el marido, la esposa, los hijos. Están abrumados por todo tipo de deberes, responsabilidades, sacrificios.

¿Y queréis que sonrían y rían y bailen de alegría? Pedís lo imposible.

Haced que el amor de la gente sea libre, que las personas no sean posesivas. Pero
esto solo puede suceder si en la meditación descubrís vuestro ser. No es algo a practicar. No os estoy diciendo, «Esta noche id con otra mujer como práctica». No obtendréis nada, y podéis llegar a perder a vuestra esposa. Y por la mañana pareceréis tontos. No es una cuestión de práctica, sino de descubrir vuestro ser. Con el descubrimiento del ser surge la calidad del amor impersonal. Entonces simplemente amáis. Y continúa extendiéndose.

Primero a los seres humanos, poco después a los animales, pájaros, árboles, montañas, estrellas. Llega un día en que toda esta existencia es vuestra amada. Ese es vuestro potencial. Y cualquiera que no esté alcanzándolo desperdicia su vida.

El matrimonio es un asunto espiritual, no un fenómeno físico, en absoluto. Es una
sintonía espiritual. Estableceos solo cuando empecéis a sentir por alguna mujer o algún hombre que una gran música surge, que penetra algo del más allá. De lo contrario, no deberíais tener prisa.

sábado, 10 de abril de 2021

LA SEDUCCIÓN

Os enamoráis de una mujer porque es tan nueva: la fisiología, las proporciones de su cuerpo, la cara, los ojos, las cejas, el color del cabello, el modo en que camina, en que se vuelve, en que dice hola, en que mira. Todo es nuevo, todo el territorio desconocido. Os gustaría investigar ese territorio; es tentador, muy tentador. Estáis atrapados, hipnotizados.

Y cuando empezáis a acercaros, ella empieza a alejarse; eso es parte del juego. Cuanto más se aleja, más cautivadora se vuelve. Si simplemente dijera: «Sí, estoy lista», la mitad del entusiasmo moriría en ese mismo instante. De hecho, seríais vosotros quienes empezaríais a pensar cómo alejaros. Por ende, ella os brinda la oportunidad de perseguirla.

Hay dos tipos de seducción. Cuando un hombre seduce a una mujer, es enérgico. Lo intenta de todas las maneras, toma la iniciativa, pone una trampa, realiza todos los esfuerzos que puede. Una mujer seduce de un modo totalmente diferente. No toma la iniciativa, no pone ninguna trampa, no persigue al hombre; de hecho, finge no tener mucho interés. El hombre puede fallar, pero la mujer jamás falla... esa es la seducción femenina.

Su trampa es muy sutil. No se puede huir de ella; carece de escapatorias. Y sin perseguiros, os persigue. Os obsesiona en sueños... jamás llama a vuestra puerta, pero os obsesiona en sueños; jamás muestra algún interés, pero se convierte en la fantasía más profunda de vuestro ser. Ese es el truco femenino.

La energía femenina escapa. Ese es el juego.

No es que una mujer realmente desee escapar; practica al juego del escape. Si un
hombre aborda a una mujer y esta se encuentra preparada para irse a la cama con él, el hombre empezará a sentirse un poco preocupado. ¿Qué le pasa a la mujer? Porque no se ha ejecutado el juego. ... La belleza del amor no radica tanto en el amor como en el juego amoroso. Se realizan tantos esfuerzos... el cortejo. Pero este solo es posible si la mujer retrocede. Comprobadlo. Siempre que estéis hablando con una mujer, si os interesa, retrocederá y vosotros avanzaréis. Pero siempre hay una pared, de manera que la mujer choca contra la pared; entonces queda atrapada. Siempre avanza hacia la pared... ¡también eso es intencionado! Todo es intencional. Forma parte del juego, y es un juego hermoso.

La gente jamás se encuentra tan feliz como durante el cortejo, porque se trata de una persecución. Básicamente el hombre es un cazador, de modo que cuando la mujer es perseguida, y se aleja, tratando de esconderse, evitándolo, diciéndole que no, el hombre se enciende más y más. El desafío se toma intenso; hay que conquistar a la mujer. En ese momento está dispuesto a morir por ella, o a hacer lo que sea necesario, pero hay que conquistarla. Debe demostrar que no es un hombre corriente.

Pero una vez que están casados, entonces... porque todo el interés radicaba en la
persecución, en lo desconocido, en que en apariencia la mujer era inconquistable. Pero, una vez que ha sido conquistada, ¿cómo se puede mantener el viejo interés? Como mucho se puede fingir, pero el viejo interés no se puede mantener.

Habéis observado que la misma mujer que hoy es hermosa puede que mañana no lo sea, o que incluso se convierta en un incordio? Hoy os morís por conseguirla, ¡y mañana queréis moriros para deshaceros de ella! Es extraño... ¿qué fue de la belleza?

La belleza está en vuestro interior. Y cuando le concedéis a la mujer libertad para ser ella misma, o al hombre libertad para ser él mismo, funcionan como un espejo. En cuanto empezáis a decir: «Deberías ser esto o aquello», no permitís que el hombre o la mujer sean un espejo, comenzáis a convertirlos en una película virgen dentro de una cámara fotográfica.

Un espejo siempre está vacío, por eso puede seguir reflejando de forma continua, toda la eternidad. La película virgen se acaba solo en un reflejo, porque solo aferra ese reflejo. No es un espejo.

Si nuestras relaciones con las personas contuvieran esta gran comprensión, que al otro debería permitírsele libertad total para permanecer siendo lo que sea, quizá con cada momento se podría revelar más y más belleza. Cuando las personas no son posesivas entre sí sienten la belleza. En cuanto se casan, las cosas comienzan a ponerse difíciles, porque una nueva posesión hace acto de presencia. Y siempre veis lo que deseáis ver.

Cuando la mujer no estaba disponible, representaba un desafío... y cuanto mayor el desafío, más hermosa era. Pero una vez que está encadenada, el desafío se ha perdido y la belleza desaparece. Los más grandes amantes son aquellos que jamás se encuentran. El encuentro es una tragedia.

Parece que en la vida todo lo que os resulta hermoso solo es hermoso porque no es vuestro... la hierba es más verde del otro lado de la valla. No es la realidad, porque el vecino tiene el mismo problema... cuando ve vuestro jardín, la hierba es más verde. Es un espejismo que crea la distancia.

A los amantes que mejor les va en el mundo es a aquellos que no se conocen.
Provocan las historias más románticas y hermosas... sin riñas ni peleas. Y jamás llegan a averiguar que «Esta no es la mujer para mí ni yo soy el hombre para esta mujer».

Nunca alcanzan la suficiente intimidad para saber eso. Pero, por desgracia, la mayoría de los amantes llegan a casarse. Es el accidente más desdichado de la vida. Eso destruye toda la belleza; de lo contrario, habrían sido Laila y Majnu, Romeo y Julieta, Tristán e Isolda, grandes amantes de la historia. Pero esos grandes amantes jamás vivieron juntos en un apartamento de un dormitorio.

Primero creáis a un hombre hermoso y luego os ponéis a perseguirlo. Y pasados unos días de vivir con un hombre o una mujer hermosos, todas las fantasías se desmoronan. De pronto sois conscientes, como si os hubieran engañado, de que esa mujer tiene un aspecto corriente. Y pensabais que era una Laila o Julieta, o pensabais que era un Majnu o Romeo, y de repente, después de unos días, los sueños se han evaporado y la mujer se ha vuelto corriente o el hombre se ha vuelto corriente; entonces os sentís disgustados, como si la otra persona os hubiera engañado. Nadie os ha engañado y nada ha desaparecido del hombre o la mujer; lo que se ha esfumado es vuestra propia fantasía... porque las fantasías no se pueden mantener. Podéis soñar con ellas, pero no podéis mantenerlas durante mucho tiempo.

Las fantasías son fantasías! De modo que si de verdad queréis continuar en vuestras fantasías, entonces, al ver a una mujer hermosa, alejaos de inmediato de ella todo lo que podáis. Entonces siempre la recordaréis como la mujer más hermosa del mundo. De esa manera la fantasía jamás entrará en contacto con la realidad. No se quebrará. Siempre podréis suspirar y cantar y llorar por la hermosa mujer... ¡pero nunca os acerquéis a ella!

Cuanto más os aproximéis, más realidad, más realidad objetiva, se revelará. Y cuando se produzca un choque entre la realidad objetiva y vuestra fantasía, desde luego ya sabéis quién saldrá derrotada: vuestra fantasía. No se puede vencer a la realidad objetiva.

El matrimonio debería tener lugar únicamente cuando la luna de miel ha llegado a su fin. Cuando dos personas, que se conocen bien, deciden estar juntas, no se trata de una cuestión de conquista ni de algo nuevo. No es que se deciden por el matrimonio porque quieren conocerse; se deciden por el matrimonio porque se conocen. Es algo totalmente diferente.

sábado, 3 de abril de 2021

LO INACTIVO Y LO RECEPTIVO

 


 La masculinidad puede tener dos direcciones, igual que le sucede a la feminidad. La mente masculina puede ser agresiva, violenta, destructiva... esa es solo una de las posibilidades; los hombres han intentado eso, y como resultado la humanidad ha sufrido mucho. Y cuando los hombres prueban ese aspecto negativo de la masculinidad, de forma natural las mujeres comienzan a adoptar la feminidad negativa, con el fin de no separarse de los hombres. De lo contrario, el abismo sería demasiado -grande, insalvable. Cuando la feminidad es negativa, es inactividad, letargo, indiferencia. El hombre negativo únicamente puede tener un puente con una mujer negativa.

La masculinidad positiva es iniciativa, creatividad, aventura. Son las mismas energías, pero moviéndose en un plano diferente. La mente negativa masculina se vuelve destructiva, la mente positiva masculina se vuelve creativa. La destructividad y la creatividad no son dos cosas, sino dos aspectos de una energía. La misma energía puede tornarse en agresión y en iniciativa.

Cuando la agresión es iniciativa, posee una belleza propia. Cuando la violencia se transforma en aventura, en exploración, exploración de lo nuevo, de lo desconocido, tiene un beneficio tremendo. Y lo mismo sucede con lo femenino. La inactividad es negativa, la receptividad es positiva. Se parecen, tienen un aspecto muy similar. Os harán falta ojos muy penetrantes para ver la diferencia entre lo inactivo y lo receptivo. La inactividad es, sencillamente, aburrimiento, muerte, desesperanza. No hay nada que esperar, nunca va asuceder nada. Es caer en un letargo, en una especie de indiferencia. Lo receptivo es una bienvenida, es una espera, tiene una plegaria en su interior. La receptividad es un anfitrión,la receptividad es un útero.

La indiferencia y el letargo son venenos. Pero lo mismo que se vuelve indiferencia puede transformarse en desapego, y entonces posee un sabor por completo diferente.

La indiferencia se parece al desapego, pero no lo es; la indiferencia es, sencillamente, falta de interés. El desapego no es la ausencia de interés... el desapego es el interés absoluto, un interés tremendo, pero aún con la capacidad de no aferrarse. Disfrutad del momento mientras está ahí, y cuando el momento comience a desaparecer, como todo está destinado a desaparecer, dejadlo ir. Eso es desapego.

Un hombre, para ser realmente masculino, ha de ser aventurero, creativo, ha de ser capaz de tomar tantas iniciativas en la vida como le sea posible. La mujer, para ser de verdad una mujer, ha de ser un estanque de energía detrás del hombre, para que la aventura pueda disponer de tanta energía como sea posible. La energía será necesaria para que la aventura pueda tener cierta inspiración, cierta poesía, de modo que el alma aventurera pueda relajarse en la mujer y verse rellenada con vida, rejuvenecida.

El hombre y la mujer, juntos, moviéndose de manera positiva, son un todo. Y la verdadera pareja -y hay muy pocas parejas verdaderas- es una en la que cada uno se ha unido con el otro de una forma positiva.

Si el poeta sabe que la mujer está detrás de él, apoyándolo, su poesía puede alcanzar grandes alturas. Si el hombre sabe que la mujer está siempre con él, posee una gran fortaleza; puede lanzarse a cualquier aventura. En cuanto siente que la mujer no está con él, se le agota la energía. En ese momento solo le quedan sueños; pero son impotentes… carecen de energía, no se pueden llevar a cabo. El factor de realización es la mujer. El factor de soñar es el hombre.

En la búsqueda de Dios, o de la verdad, el hombre ha de conducir y la mujer ha de seguir. En vuestro interior el animus ha de convertirse en maestro y el anima en discípulo...y recordad, ajenos a que seáis hombre o mujer.

 

La mujer es inactiva. El hombre es dinámico. Por eso veis a las mujeres con aspecto apacible y a los hombres con aspecto inquieto. Incluso cuando erais bebés, bebés pequeños, la diferencia estaba ahí. El niño bebé es muy inquieto, intenta agarrar esto, agarrar lo otro, trata de llegar a alguna parte; es un incordio. Y la niña bebé jamás es un incordio; se sienta abrazando en silencio a su muñeca. Un tremendo reposo... El principio del reposo es la mujer y el principio de la inquietud es el hombre, de ahí las redondeces y la belleza de una mujer y el estado constantemente febril de un hombre.

Pero para crecer necesitaréis el principio de la inquietud en vosotros, porque el crecimiento significa cambio. La mujer es básicamente ortodoxa, el hombre básicamente es poco convencional. La mujer siempre apoya el statu quo, y el hombre ya está dispuesto a ir en pos de cualquier estúpida revolución. Apoya cualquier cosa en cambio. Que sea un cambio para bien o para mal es de poca importancia. «El cambio es bueno».

La mujer siempre es partidaria de lo viejo, de lo establecido, sin importar que sea bueno o malo. «Como siempre ha sido así, ha de ser así».

El desarrollo requiere que en vosotros se funda el principio del estancamiento. Si la mujer que hay en vosotros está helada, debe fundirse para que podáis convertiros en río. Pero el río también necesita el apoyo de las riberas... que son estáticas, no lo olvidéis. Si el río careciera de riberas, jamás llegaría hasta el océano. Y si el río estuviera helado, jamás llegaría hasta el océano. De modo que el río ha de derretirse, convertirse en agua, y aun así requerirá el apoyo de las riberas, que son estáticas.


Lo repito: el hombre ha de ser masculino y la mujer ha de ser femenina, pero de un modo positivo. Entonces estar juntos es una meditación, realmente es una gran aventura.


Entonces
estar juntos aporta sorpresas nuevas cada día. Entonces la vida es una danza entre esas dos polaridades, que se ayudan y se nutren.

El hombre solo no será capaz de llegar muy lejos. La mujer sola simplemente será un estanque de energía sin posibilidad alguna de movimiento dinámico. Cuando ambos están juntos son complementarios. Ninguno está por encima del otro. Los complementarios jamás están arriba o abajo, son iguales. Ni el hombre ni la mujer están arriba, son complementarios. Juntos conforman un todo y juntos pueden crear algo sagrado que no resulta posible para ninguno por separado.

Sed totales. Reclamad aquello que os ha sido negado por la sociedad; no temáis hacerlo. No temáis... si sois hombre, no temáis ser mujer a veces.

Alguien ha muerto; no podéis llorar porque sois hombres y las lágrimas solo son para las mujeres. Qué cosas tan hermosas son las lágrimas... negadas a los hombres. Entonces el hombre se vuelve más y más duro, violento, ansioso. Entonces no es de extrañar que nazcan personas como Adolfo Hitler. Un hombre cuyas lágrimas han desaparecido está destinado a convertirse en Adolfo Hitler un día cualquiera. Está destinado a convertirse en Gengis Kan, cuyas lágrimas han desaparecido. Entonces será incapaz de sentir simpatía; se volverá tan duro que no será capaz de sentir lo que le está haciendo a la gente. Hitler matóa millones sin el más leve remordimiento de consciencia. Es realmente el hombre; la mujer ha desaparecido por completo... la compasión, el amor, todo ha desaparecido. Las lágrimas han desaparecido.


Me gustaría que los hombres también pudieran llorar como las mujeres. Dejad que las lágrimas fluyan, os suavizarán los corazones. Os harán más líquidos y fluidos. Derretirán la estructura de vuestra ventana y os permitirán disponer de un cielo más grande.

A las mujeres no se les permite reír estruendosamente, va contra la gracilidad femenina. ¡Qué tontería! Si no podéis reír con intensidad, os perdéis mucho. La risa debe surgir del vientre. La risa debe ser tan hilarante como para sacudir todo el cuerpo. No debería ser embriagadora. Pero las mujeres sonríen; no ríen. Una risa estruendosa es tan poco femenina. Entonces las damas llevan una vida febril. Poco a poco se vuelven más oníricas, irreales, poco auténticas.

No os volváis damas y caballeros. Volveos completos.

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