sábado, 26 de febrero de 2022

EL MIEDO AL AMOR

 

¿Qué es el miedo al amor? Se produce porque cuando realmente amas a alguien tu ego empieza a desaparecer, a desvanecerse. Con el ego no puedes amar; el ego se convierte en una barrera, y cuando quieres saltar la barrera entre tú y la otra persona, el ego dice: “Esto significa la muerte. ¡Cuidado!”.

La muerte del ego no es tu muerte; en realidad, la muerte del ego es tu posibilidad de vida. El ego no es más que una corteza muerta que te recubre; hay que romperla y eliminarla. Surge de forma natural, al igual que el viajero acumula polvo en la ropa, en el cuerpo, y tiene que lavarse para librarse del polvo. A medida que pasa el tiempo se acumula el polvo de nuestras experiencias, de nuestro conocimiento, o de la vida que hemos llevado, del pasado. Ese polvo se convierte en el ego. Se acumula y se convierte en una corteza a tu alrededor que hay que romper y eliminar. Hay que lavarse todos los días; incluso continuamente, para que esa corteza no se convierta en una prisión.

Será útil entender de dónde viene el ego, buscar sus raíces.

Cuando un bebé nace, se encuentra totalmente indefenso, particularmente en el caso del ser humano. No puede sobrevivir sin la ayuda de los demás. La mayoría de los cachorros de los animales, los pájaros, o los árboles sobreviven sin padres, pueden sobrevivir sin una sociedad, sin una familia. Incluso aunque a veces necesiten ayuda, es mínima; unos días, como máximo unos meses. Sin embargo, el niño está tan indefenso que depende de los demás durante años. Ahí es donde hayque buscar la raíz.

¿Por qué la indefensión crea el ego en el ser humano? El niño está indefenso, depende de los demás, pero la mente ignorante del niño malinterpreta esta dependencia y cree que es el centro del mundo. El niño piensa: “Cada vez que lloro mi madre acude inmediatamente; cada vez que tengo hambre, no tengo más que hacer una señal y me da el pecho. Cada vez que estoy mojado, no tengo más que llorar un poco y enseguida viene alguien a cambiarme la ropa”. El niño vive como un emperador. En realidad, está totalmente indefenso y es dependiente, y sus padres, su familia y sus cuidadores le están ayudando a sobrevivir. Ellos no dependen del niño, es el niño quien depende de ellos. Sin embargo, la mente del niño interpreta esto como si él fuera el centro del universo y todo el universo existiera solo para él.

Evidentemente, al principio, el mundo del niño es muy reducido. Está formado por la madre y el padre, más alejado; ese es todo su universo. Estas personas lo aman. Y el niño se vuelve cada vez más egoísta. Se cree el centro de la existencia de los mayores y así es como se crea el ego. El ego se crea a partir de la dependencia y la indefensión.

En realidad la situación real del niño es justo la contraria a la que él cree; no existe una justificación real para crear ese ego. Pero el niño es totalmente ignorante, no es capaz de entender la complejidad de la cuestión. No puede saber que está indefenso, ¡actúa como un dictador! Así que durante toda su vida intentará seguir siendo un dictador. Se convertirá en un Napoleón, en un Alejandro Magno, en un Hitler; todos los presidentes, primeros ministros y dictadores son infantiles. Están intentando lograr lo mismo que experimentaron cuando eran pequeños; quieren ser el centro de la existencia. El mundo debe vivir y morir con ellos; el mundo es su periferia y ellos son el centro; el verdadero sentido de la vida está oculto en ellos.

Por supuesto, al niño le parece correcta esta interpretación, porque cuando la madre le mira, ve en sus ojos que él es quien da sentido a su vida. Cuando el padre llega a casa, el niño siente que él da verdadero sentido a la vida del padre. Esta situación dura tres o cuatro años; y los primeros años de vida son los más importantes. En la vida de una persona no volverá a haber otro período con ese mismo potencial.

Los psicólogos dicen que después de los primeros cuatro años el niño está prácticamente formado. Ya se ha establecido el patrón; durante el resto de su vida repetirá ese mismo patrón en cualquier situación. Hacia el séptimo año ya se han confirmado todas las actitudes del niño, ya se ha asentado su ego. Ahora se dirige al mundo, pero entonces encuentra problemas por todas partes, ¡millones de problemas! Una vez que sales del círculo de la familia, surgen los problemas porque nadie más se preocupa por ti de la misma manera que tu madre se ocupaba de ti; nadie se interesa por ti como lo hacía tu padre. Por el contrario, descubres indiferencia por todas partes, y el ego se siente herido.

Pero ya el patrón está establecido. Independientemente de que se sienta herido o no, el niño no puede cambiar ese patrón; se ha convertido en la verdadera huella digital de su ser. Jugará con otros niños e intentará dominarlos. Irá al colegio e intentará dominar, ser el primero de la clase, ser el estudiante más brillante. Puede que crea que es superior, pero entonces descubre que los demás niños piensan lo mismo. Hay conflicto, hay egos, hay lucha, hay peleas.

Esta es la historia de la vida: hay millones de egos a tu alrededor, exactamente como el tuyo, y todo el mundo está intentando controlar, maniobrar, dominar, a través de la riqueza, el poder, la política, el conocimiento, la fuerza, las mentiras, las pretensiones, la hipocresía.

Incluso en la religión y en la moralidad, todo el mundo está intentando dominar, mostrar al resto del mundo que “yo soy el centro del mundo”. Esta es la raíz de todos los problemas que surgen entre las personas. Por culpa de esta idea siempre estás en conflicto y luchando con una persona u otra. No es que los demás sean tus enemigos; todo el mundo es exactamente como tú, estáis todos en la misma barca. La situación es igual para todos; los han educado de la misma manera.

En Occidente existe una tendencia en psicología que ha planteado que a menos que los niños sean educados sin sus padres, el mundo nunca hallará la paz. Yo no estoy de acuerdo con ellos, ¡porque entonces nadie educará a los niños! Hay algo acertado en esta propuesta pero es una idea muy peligrosa, porque si se educa a los niños en guarderías sin sus padres, sin ningún tipo de amor, con total indiferencia, puede que no tengan problemas de ego pero tendrán otros problemas incluso más dañinos y peligrosos.

Si se educa a un niño con total indiferencia no tendrá un centro. Será una persona caótica, desgarbada, no sabrá quién es. No tendrá identidad. Se sentirá asustado, atemorizado y no será capaz de dar ni un solo paso, porque nadie lo ha amado. Por supuesto, no tendrá ego, pero sin él no tendrá centro. No se convertirá en un buda; estará apagado y mutilado; se sentirá siempre atemorizado.

El amor es necesario para hacer que no tengas miedo, para que sientas que eres aceptado, que no eres inútil, que no pueden tirarte a la basura. Si los niños se educan en un entorno en el que falta amor, no tendrán ego, eso es cierto. En sus vidas no habrá tantas luchas ni peleas, pero serán totalmente incapaces de defenderse a sí mismos. Siempre estarán huyendo, escapando de todo el mundo, ocultándose en las cuevas de su propio ser. No serán budas, no estarán radiantes de vitalidad, no estarán centrados, cómodos, en casa. Sencillamente serán excéntricos, descentrados. Esta tampoco es una buena situación.

Asi que yo no apoyo a esos psicólogos. Su enfoque crearía robots, no seres humanos; y es evidente que los robots no tienen problemas.

O puede que creen seres humanos que sean más parecidos a animales. Habrá menos ansiedad, menos úlceras, menos cáncer, pero no vale la pena conseguir eso si significa que no puedes llegar a un nivel más elevado de conciencia. Por el contrario, irás cayendo más bajo; sufrirás una regresión. Evidentemente, si te conviertes en un animal, tendrás menos angustia porque tendrás menos conciencia. Y si te conviertes en una piedra, en una roca, no padecerás ninguna angustia en absoluto, porque no habrá nadie para sentirse ansioso, para sentirse angustiado. Pero no vale la pena conseguir eso. Hay que ser como un dios, no como una roca. Y con esto quiero decir que hay que alcanzar la absoluta conciencia y, a pesar de ello, no tener preocupaciones, ansiedades, problemas; disfrutar de la vida como los pájaros, celebrar la vida como los pájaros, cantar como los pájaros; no a través de la regresión sino creciendo hasta el máximo grado de conciencia.

El niño acumula ego; es natural, no se puede hacer nada para evitarlo. Hay que aceptarlo. Sin embargo, posteriormente, no hace falta seguir cargando con él. El niño necesita el ego al principio para sentir que es aceptado, amado, recibido; que es un huésped deseado, no un accidente. El padre, la madre, la familia, y la calidez en torno al niño le ayudan a crecer fuerte, arraigado, asentado. El ego es necesario, lo protege; es bueno, como la cáscara de una semilla. Pero la cáscara no debe convertirse en lo más importante, de ser así la semilla morirá. Si la protección continúa durante mucho tiempo, se convierte en una prisión. La protección debe seguir ejerciendo como tal mientras haga falta, pero cuando llegue el momento de que la cáscara muera, deberá hacerlo de forma natural, para que pueda brotar la semilla y nacer la vida.

El ego no es más que una cáscara protectora; el niño la necesita porque está indefenso. El niño la necesita porque es débil, porque es vulnerable y está rodeado de millones de fuerzas. Necesita protección, un hogar, una base. Puede que todo el mundo se muestre indiferente pero él siempre puede volver la vista hacia su hogar, donde recuperará su importancia.

Sin embargo, junto con la importancia llega el ego. El niño se vuelve egoísta, y con ese ego surgen todos los problemas a los que te enfrentas. Ese ego no te permitirá enamorarte. A ese ego le gustaría que todo el mundo se rindiera ante ti; no permitirá que te rindas ante nadie. Pero el amor solo ocurre cuando tú te rindes. Cuando fuerzas a otra persona a que se rinda es odioso, destructivo. No es amor. Y si no hay amor, tu vida no tendrá calidez, no tendrá ninguna poesía. Será prosa, matemática, lógica, racional. ¿Cómo puede vivir alguien sin poesía?

La prosa está bien, la racionalidad está bien, es útil, hace falta, pero la vida que se desarrolla únicamente a través de la razón y la lógica nunca puede ser una celebración, nunca puede ser festiva. Y cuando la vida no es festiva, es aburrida. Hace falta poesía, pero para que haya poesía debes rendirte. Necesitas eliminar ese ego. Si eres capaz de hacerlo, si puedes dejarlo a un lado aunque sea solo durante unos instantes, tu vida tendrá destellos de lo maravilloso, de lo divino.

Sin poesía no puedes vivir realmente, solo puedes existir. El amor es poesía. Y si no es posible el amor, ¿cómo vas a rezar, a meditar, a ser consciente? Se convierte en algo prácticamente imposible. Y sin una conciencia meditativa, seguirás siendo solo un cuerpo, nunca serás consciente de la profundidad de tu alma. Solo en la oración, en la profunda meditación y en el profundo silencio alcanzarás las cumbres. Ese silencio lleno de oración, esa conciencia meditativa es la experiencia más elevada; pero el amor es el que abre la puerta.

sábado, 19 de febrero de 2022

EN BUSCA DEL AMOR PERFECTO


 Mucha gente cree que solo podrá amar cuando encuentre una pareja digna; ¡qué estupidez! Nunca la encontrarás. La gente cree que solo amará cuando encuentre al hombre perfecto o a la mujer perfecta. ¡Qué estupidez! Nunca lo encontrarás porque no existen ni la mujer ni el hombre perfecto. Y si existieran, no se preocuparían por tu amor. No les interesaría.

Me contaron que hubo un hombre que permaneció soltero toda su vida porque estaba buscando a la mujer perfecta. Cuando tenía setenta años, alguien le preguntó:

—Llevas mucho tiempo viajando; has estado buscando desde Nueva York a Katmandú, de Katmandú a Roma, de Roma a Londres. ¿No lograste encontrar a una mujer perfecta? ¿Ni siquiera a una?

El anciano se puso muy triste y contestó:

—Sí, en una ocasión la encontré. Una vez, hace mucho tiempo, conocí a una mujer perfecta.

La otra persona insistió:

—Entonces, ¿qué pasó? ¿Por qué no os casasteis?

Con gran tristeza el anciano respondió:

—¿Qué le vamos a hacer? Ella estaba buscando a un hombre perfecto.

Recuerda: cuando dos seres son perfectos, su necesidad de amor no es igual a tu necesidad de amor. Es totalmente distinta.

Tú ni siquiera entiendes el amor que es posible en ti, de modo que no serás capaz de entender el amor de Buda, o el amor que fluye desde un Lao Tzu hacia ti; no serás capaz de entenderlo.

En primer lugar tienes que entender el amor que nace como un fenómeno natural. Ni siquiera has logrado eso. Primero tienes que entender el natural, después el trascendental. Así que lo segundo que debes recordar es que nunca busques al hombre perfecto o a la mujer perfecta. Esta también es una idea que te han inculcado; que a menos que encuentres al hombre o a la mujer perfecta, no serás feliz. De modo que continúas buscando la perfección, pero como no la encuentras, eres infeliz.

Para fluir y crecer en el amor no es necesaria la perfección. El amor no tiene nada que ver con la otra persona. La persona amorosa, sencillamente ama, al igual, que la persona viva, respira, bebe, come y duerme. Exactamente del mismo modo, la persona realmente viva, la persona amorosa, ama. No dices: “No voy a respirar a menos que haya un aire perfecto, libre de contaminación”. Sigues respirando en Los Ángeles, sigues respirando en Bombay. Sigues respirando en todas partes, aunque el aire esté contaminado, envenenado. ¡Sigues respirando! No puedes permitirte no respirar por el mero hecho de que el aire no sea como debería ser. Si tienes hambre, comes algo, lo que sea. Si te estás muriendo de sed en el desierto, beberás cualquier cosa. No te obstinarás en pedir una bebida en especial, cualquier cosa valdrá; cualquier bebida, simplemente agua, incluso agua sucia. Hay personas que se han

bebido su propia orina. Cuando alguien se está muriendo de sed no se preocupa por lo que bebe, beberá cualquier cosa con tal de saciar la sed. Hay personas que, en el desierto, han matado a sus camellos para beber agua, ya que estos almacenan agua en su interior. Eso suponía un peligro, ya que entonces tendrían que caminar muchos kilómetros. Pero tenían tanta sed que para ellas lo primero era lo primero; primero el agua, de lo contrario morirían. Por mucho que conservaran el camello, ¿qué iban a hacer sin agua? El camello únicamente llevaría un cadáver a la ciudad más próxima, porque sin agua morirían.

La persona viva y amorosa sencillamente ama. El amor es algo natural.

Por tanto, la segunda cosa que debes tener en cuenta es no buscar la perfección; si lo haces, el amor no fluirá en ti. Al contrario, te volverás poco afectuoso. Las personas que exigen la perfección son personas muy poco afectuosas; son neuróticas. Aunque encuentren a un amante, exigen la perfección, y esa exigencia destruye el amor.

En cuanto un hombre ama a una mujer o una mujer ama a un hombre, inmediatamente entra en juego la exigencia. La mujer empieza a exigirle al hombre que sea perfecto, solo porque la ama. ¡Como si hubiera cometido un pecado! Ahora tiene que ser perfecto, tiene que superar todas sus limitaciones. ¿Así de repente? ¿Solo por esta mujer? ¿Ahora ya no puede seguir siendo humano? O se convierte en un ser sobrenatural o es un farsante, un falso, un fraude.

Naturalmente, es muy difícil convertirse en alguien sobrenatural, por eso las personas se convierten en fraudes. Empiezan a fingir, a actuar y a engañar. En nombre del amor, la gente solo engaña. Así que la segunda cosa que hay que recordar es que nunca hay que exigir la perfección. No tienes derecho a exigir nada a nadie. Si alguien te ama, siéntete agradecido, pero no le exijas nada, porque la otra persona no tiene la obligación de amarte. Si alguien te ama, es un milagro. Siéntete emocionado por ese milagro.

Pero las personas no están emocionadas. Destruirán cualquier posibilidad de amor por pequeñeces. No están muy interesadas en el amor ni en la alegría que este conlleva. Están más interesadas en otras cosas relativas a su ego.

Interésate por tu alegría. Interésate totalmente por tu alegría; interésate únicamente por tu alegría. Todo lo demás es no-esencial. Ama; de forma natural, al igual que respiras. Y cuando ames a una persona, no empieces a exigirle cosas, porque estarás cerrando las puertas desde el principio. No esperes nada. Si algo te llega en el camino, siéntete agradecido. Si no llega nada es porque no hace falta que llegue, no hay necesidad de que llegue. No debes esperarlo.

Sin embargo, observa a las personas, fíjate que lo dan todo por descontado. Cuando tu mujer te prepara la comida nunca se lo agradeces. No estoy diciendo que tengas que verbalizar tu agradecimiento, pero deberías demostrarlo con la mirada. En cambio, no te molestas en hacerlo, lo das por descontado; ese es su trabajo. ¿Quién te ha dicho eso?

Cuando tu marido sale a ganarse el sueldo tú nunca se lo agradeces. No sientes ninguna gratitud. “Eso es lo que tiene que hacer un hombre” Así es como piensas. ¿Cómo va a crecer el amor? El amor necesita una atmósfera de amor. El amor necesita una atmósfera de gratitud, de agradecimiento. El amor necesita una atmósfera de no-exigencia, de no-expectación. Esta es la segunda cosa que hay que recordar.

La tercera cosa es: en vez de pensar en cómo recibir amor, empieza a darlo. Si das, recibirás. No existe otra manera. La gente está más interesada en cómo conseguir y recibir. Todo el mundo está interesado en recibir y parece que nadie disfruta dando. La gente da de muy mala gana; cuando dan, lo hacen para obtener algo a cambio, son como negociantes. Es una negociación. Solo quieren asegurarse de que obtienen más de lo que dan; en tal caso es un buen trato, un buen negocio. Y la otra persona está haciendo lo mismo.

El amor no es un negocio, así que deja de ser un negociante. De lo contrario desperdiciarás tu vida y el amor, y todo lo que hay de bello en él, porque lo que es bello no tiene nada que ver con los negocios. Los negocios son la cosa más horrible que hay en el mundo, aunque sea un mal necesario; pero la existencia desconoce completamente los negocios. El árbol florece, no es un negocio; las estrellas brillan, no son un negocio, y no tienes que pagar por ello ni nadie te exige nada a cambio. Un pájaro se posa en la puerta de tu casa y entona una melodía, pero no te pedirá un certificado ni ninguna muestra de agradecimiento. Una vez entonada la melodía, se irá volando feliz, sin dejar ninguna huella.

Así es como crece el amor. Da sin esperar a ver cuánto recibes. Sí, llega, y multiplicado por mil, pero lo hace de forma natural Llega por sí solo, no hace falta exigirlo. Cuando lo exiges, no llega. Una vez que lo exiges, lo has matado. Así que da. Comienza a dar.

Al principio será difícil porque nunca te han enseñado a dar sino a recibir. Al principio tendrás que luchar con tu propia coraza. Tus músculos se han endurecido, tu corazón se ha congelado, te has vuelto frío. Al principio será difícil, pero cada paso te conducirá un paso más adelante, y poco a poco el río comenzará a fluir.

Primero libérate de cómo te criaron tus padres. Al liberarte así de tus padres te liberas de la sociedad; al liberarte así de tus padres, te liberas de la civilización, de la educación, de todo, porque tus padres representan todo eso. Te conviertes en un individuo. Por primera vez en tu vida ya no formas parte de la masa, tienes una auténtica individualidad. Vives por tu cuenta. En eso consiste la madurez. Así es como debería ser la persona madura.

Una persona madura es aquella que no necesita padres. Una persona madura es aquella que no necesita a nadie a quien apegarse o en quien apoyarse. Una persona madura es aquella que es feliz con su soledad; su soledad es una canción, una celebración. Una persona madura es aquella que puede sentirse feliz consigo misma. Su soledad no es aislamiento, su alejamiento; es un retiro, es meditativo.

Un día tuviste que salir del vientre de tu madre. Si hubieras permanecido allí más de nueve meses habrías muerto; no solo tú, también habría muerto tu madre. Un día tuviste que salir del vientre de tu madre; después, llegó un día en el que tuviste que salir del entorno de tu familia, otro vientre, para ir al colegio. Después, llegó otro día en el que tuviste que salir del entorno de tu colegio, otro vientre, para ir a un mundo más vasto. Pero en lo más profundo sigues siendo un niño. ¡Sigues permaneciendo en el vientre! Hay infinidad de capas en el vientre y hay que romper ese vientre.

Esto es lo que en Oriente hemos denominado el segundo nacimiento. Una vez que logras nacer por segunda vez te liberas totalmente de las huellas paternas. Y lo bello es que solo entonces la persona siente agradecimiento hacia los padres. La paradoja es que esa es la única persona que puede perdonar a sus padres. Siente compasión por ellos y los ama, se compadece de ellos porque ellos también han sufrido mucho. No está enfadada, en absoluto. Puede que tenga lágrimas en los ojos, pero no está enfadada, y hará todo lo posible por ayudar a sus padres a dirigirse a esa plenitud de soledad, a ese grado de soledad.

En primer lugar: conviértete en un individuo. En segundo lugar: no esperes la perfección, no la requieras ni la exijas. Ama a la gente corriente. La gente corriente no tiene nada de malo. ¡La gente corriente es extraordinaria! Cada ser humano es único; respeta esa unicidad.

En tercer lugar: da, sin condiciones; entonces sabrás qué es el amor. Yo no puedo definirlo. Tan solo puedo mostrante el camino para que lo cultives. Puedo enseñarte a plantar un rosal, a regarlo, a fertilizarlo, a protegerlo. Entonces, un día, inesperadamente, nacerá la rosa, y tu hogar se llenará con su fragancia. Así es como ocurre el amor.

sábado, 12 de febrero de 2022

QUÉ ES EL AMOR



Si las cosas siguieran su curso natural, todo el mundo sabría qué es el amor, pero, en realidad, nadie lo sabe, o solo en muy contadas ocasiones. El amor se ha convertido en una de las experiencias más excepcionales. Sí, se habla de él, se ruedan películas y se escriben historias sobre él, se componen canciones sobre él, y está presente en los programas de televisión, en la radio, en las revistas; hay toda una industria dedicada a proporcionarte ideas acerca de qué es el amor. Hay mucha gente involucrada en la industria de ayudar a las personas a entender qué es el amor pero, a pesar de ello, sigue siendo un fenómeno desconocido.

Y debería ser uno de los más conocidos.

Es como si alguien preguntara: “¿Qué es la comida?”. ¿Acaso no te sorprendería que alguien te hiciera esa pregunta? Solo tendría sentido en el caso de que a una persona se le hubiera privado de alimento desde que nació y nunca hubiera probado la comida. Eso mismo ocurre con la pregunta “¿Qué es el amor?”.

El amor es el alimento del alma pero te han privado de él. Tu alma no ha recibido nada de amor, por tanto desconoces su sabor. Por ello tiene sentido esta pregunta, aunque es lamentable que así sea. El cuerpo ha recibido alimento, por eso sigue viviendo, pero el alma no ha recibido alimento así que está muerta, o todavía no ha nacido, o está siempre en su lecho de muerte.

Nacemos completamente equipados de la capacidad de amar y de ser amados. Todo niño nace lleno de amor y sabe perfectamente qué es. No hace falta explicarle lo que es. Sin embargo, el problema surge porque la madre y el padre desconocen qué es el amor. Ningún niño tiene los padres que se merece; ningún niño tiene nunca los padres que se merece; sencillamente, esos padres no existen en la Tierra. Y cuando llegue el momento en que el niño se convierta en padre, también habrá perdido la capacidad de amar.

En una ocasión me contaron que había un pequeño valle donde los niños se quedaban ciegos a los tres meses de haber nacido. Era una comunidad pequeña, primitiva, en la que había una mosca que provocaba una infección en los ojos que terminaba en ceguera, así que toda la comunidad se había quedado ciega. Todos los niños nacían con ojos completamente sanos, pero a los tres meses la mayoría de ellos se quedaban ciegos a causa de esas moscas. Así que, más tarde, en algún momento de su vida esos niños se preguntarían: “¿Qué son los ojos? ¿Qué quieres decir cuando dices la palabra “ojo”? ¿Qué es la visión? ¿Qué significa ver? ¿Qué quieres decir?”. En ese caso, estas preguntas tendrían sentido. Esos niños nacieron con el sentido de la vista pero al crecer lo perdieron.

Eso es lo que le ha ocurrido al amor. Todos los niños nacen con tanto amor como se puede atesorar, con más amor del que nadie puede atesorar, rebosan amor. El niño nace como amor; el niño está hecho de un material llamado amor. Sin embargo, los padres no le pueden dar amor. Tienen sus propias carencias: sus padres nunca los amaron. Los padres solo pueden fingir. Pueden hablar del amor. Quizá digan: “Te queremos mucho”, pero en sus acciones realmente no hay amor. La manera de comportarse, la manera de tratar al niño es insultante; no sienten respeto. Ningún padre respeta a su hijo. ¿Quién se plantea siquiera respetar al hijo? No se considera en absoluto que el niño sea una persona. Al niño se le considera un problema. Si está quieto, es bueno; si no chilla ni hace travesuras, es bueno; si se mantiene lejos del camino de los padres, es todavía mejor. Así deberían ser los niños. Pero no hay respeto ni amor.

Los padres no han conocido el amor. La esposa no ha amado al marido, el marido no ha amado a la esposa. Entre ellos no hay amor; al contrario, lo que hay es dominación, deseo de posesión, celos y todo tipo de venenos que destruyen el amor. Al igual que existe un tipo de veneno que puede arrebatarte la vista, el veneno del deseo de posesión y de los celos destruye el amor.

El amor es una flor frágil. Hay que protegerlo, hay que fortalecerlo, hay que regarlo; solo entonces se vuelve fuerte. Y el amor del niño es muy frágil; es normal porque él es frágil, su cuerpo es frágil. ¿Crees que si se dejara solo a un niño sería capaz de sobrevivir? Piensa en lo indefenso que es un niño; si se le deja solo es prácticamente imposible que sobreviva. Morirá, y eso es lo que le está ocurriendo al amor. Se le deja solo, desatendido.

Los padres no pueden amar, no saben qué es el amor, nunca se han dejado llevar por el amor. Piensa en tus padres; aunque recuerda, no estoy diciendo que ellos sean responsables. Son víctimas, al igual que tú eres una víctima; sus propios padres también lo fueron. ¡Y así hasta Adán y Eva e incluso hasta Dios Padre! Al parecer, ni siquiera Dios Padre fue muy respetuoso con Adán y Eva. Por eso, desde el principio ya empezó a darles órdenes: “Haz esto”. “No hagas aquello.” Comenzó a hacer las mismas tonterías que hacen todos los padres. “No comáis del fruto de este árbol.” Y cuando Adán y Eva comieron aquel fruto, el Dios Padre se enfadó tanto que los expulsó del paraíso.

Esa expulsión siempre está presente; todos los padres amenazan con expulsar al hijo, con echarlo. “Como no me escuches, como no te comportes bien, te echo de casa.” Evidentemente, el niño tiene miedo.

¿Expulsado? ¿A la jungla de la vida? De modo que empieza a transigir. Poco a poco el niño se vuelve retorcido y empieza a manipular. No tiene ganas de sonreír, pero si la madre está cerca y él quiere leche, sonríe. Es política; el comienzo, el abecé de la política.

En lo más profundo, el niño comienza a odiar a los padres porque no lo respetan; en lo más profundo, comienza a sentirse frustrado porque no lo aman tal como es. Se espera que haga determinadas cosas; solo entonces lo amarán. El amor impone condiciones; tal como es, no es digno de ser amado. Primero tiene que hacerse digno, solo entonces los padres le concederán su amor. Así que para ser “digno” el niño empieza a volverse falso; pierde el sentido de su valor intrínseco. Pierde el respeto por sí mismo, y poco a poco empieza a sentirse culpable.

En muchas ocasiones el niño piensa: “¿Serán estos mis verdaderos padres? ¿Me habrán adoptado? A lo mejor me están engañando porque no parece que me quieran”. En numerosas ocasiones ve la ira en sus ojos, la terrible ira en los rostros de sus padres, y por cosas tan nimias que no puede entender que puedan causar tal ira. Ve el enfado que sienten sus padres por cosas muy pequeñas; no puede creerlo, ¡es realmente injusto e injustificado! Pero tiene que rendirse, tiene que inclinarse, tiene que aceptarlo como una necesidad. Poco a poco su capacidad de amar va quedando destruida.

El amor solo crece con amor. El amor necesita un entorno de amor; esta es la idea fundamental que hay que recordar. Solo en un entorno de amor crece el amor; necesita la misma vibración a su alrededor. Si la madre ama, si el padre ama —no solo al niño, si ellos también se aman, si en el hogar hay una atmósfera en la que se respira el amor— el niño empezará a vivir como un ser amoroso, y nunca hará la pregunta: “¿Qué es el amor?”. Lo sabrá desde el principio, se convertirá en sus cimientos.

Sin embargo, no es así como ocurre. Es una pena, pero hasta ahora no ha ocurrido. Los niños aprenden las costumbres de sus padres; sus peleas, sus conflictos. No tienes más que observarte a ti mismo. Si eres una mujer, fíjate; puede que estés repitiendo casi de forma idéntica el modo en que se comportaba tu madre. Obsérvate cuando estás con tu novio o con tu marido. ¿Qué es lo que haces? ¿No estás repitiendo un patrón? Si eres un hombre, fíjate. ¿Qué es lo que estás haciendo? ¿No te estás comportando justo como hacía tu padre? ¿No estás haciendo las mismas tonterías que él solía hacer? En cierta ocasión te sorprendiste —“¿Cómo puede hacer esto mi padre?”— y ahora tú estás haciendo lo mismo. La gente no hace más que repetir; son imitadores. El ser humano es un mono amaestrado. Estás repitiendo lo que hacía tu padre o tu madre, hay que detener eso. Solo entonces sabrás qué es el amor, de lo contrario seguirás estando corrompido.

Yo no puedo definir lo que es el amor porque no existe una definición del amor. Es una de esas cosas indefinibles como el nacimiento, como la muerte, como Dios, como la meditación. Es una de esas cosas indefinibles; yo no puedo definirlo. No puedo decir: “esto es amor”. No puedo mostrártelo. No es un fenómeno visible. No se puede diseccionar, no se puede analizar; solo se puede experimentar, y únicamente a través de la experiencia puedes saber qué es. Sin embargo, puedo indicarte el camino para experimentarlo.

El primer paso es: libérate de tus padres. Y con ello no quiero decir que les faltes el respeto, no. Yo sería la última persona que pediría eso. Tampoco quiero decir que debas liberarte de tus padres físicamente; me refiero a que te liberes de las voces paternales que hay en tu interior, del programa que hay en tu interior, del disco grabado en tu interior. Elimina todo eso,.. y te sorprenderás al ver que si te liberas de tus padres en lo más profundo de tu ser, serás libre. Por primera vez sentirás compasión por tus padres, de lo contrario, no podrás; seguirás estando resentido. Todo el mundo está resentido con sus padres. ¿Cómo no vas a estarlo cuando te han hecho tanto daño? Pero no te han hecho daño a propósito; te deseaban todo el bien, querían a toda costa procurarte bienestar, pero ¿qué podían hacer? No por querer algo, ocurre. Las cosas no ocurren solo por desearlas. Es verdad que te deseaban lo mejor, no hay duda: todo padre quiere que su hijo disfrute de todas las alegrías de la vida. Pero ¿qué pueden hacer? Ellos mismos no han tenido ninguna alegría. Son robots y, a sabiendas o sin saberlo, consciente o inconscientemente, crearán una atmósfera en la que tarde o temprano sus hijos se convertirán en robots.

Si quieres convertirte en un ser humano y no en una máquina, libérate de tus padres. Pero tendrás que estar atento. Es una tarea difícil, ardua; no puedes hacerlo instantáneamente. Tendrás que tener mucho cuidado con tu comportamiento. Debes estar pendiente y observar en qué momento tu madre está ahí, actuando a través de ti; en ese momento tienes que detenerte, alejarte. Haz algo completamente nuevo que tu madre ni siquiera habría imaginado. Por ejemplo, si tu novio está contemplando a otra mujer con una mirada de admiración, observa cómo reaccionas. ¿Estás haciendo lo mismo que habría hecho tu madre si tu padre hubiera contemplado a otra mujer con admiración? Si haces eso no sabrás nunca qué es el amor, no harás más que repetir la historia. Será el mismo acto interpretado por distintos actores; el mismo acto rancio repetido hasta la saciedad. No seas un imitador, sal de ahí. Haz algo nuevo. Haz algo que tu madre no habría imaginado siquiera. Algo nuevo que tu padre ni siquiera habría imaginado. Tienes que llevar esta novedad a tu ser, entonces empezará a fluir el amor.

Así que la primera cosa esencial es liberarte de tus padres.

sábado, 5 de febrero de 2022

LA UNIÓN MÍSTICA

 



Es maravilloso estar solo; también es maravilloso estar con otras personas. Además, son cosas complementarias, no contradictorias. Cuando estés disfrutando de
los demás, disfruta y disfruta al máximo; no tienes por qué preocuparte por la soledad. Cuando estés harto de los demás, entonces encamínate hacia la soledad y disfruta de ella al máximo.

No trates de elegir; si tratas de elegir te encontrarás con problemas. Cada elección producirá una división en ti, una especie de desgarro. ¿Qué necesidad hay de elegir? Si puedes tener ambas cosas, ¿por qué tener sólo una?

Todas mis enseñanzas se pueden resumir en dos palabras: «meditación» y «amor». Medita de manera que puedas sentir el inmenso silencio, y ama de forma que tu vida se convierta en una canción, en una danza, en una celebración. Tendrás que vivir entre ambas cosas y, si puedes pasar fácilmente de una a otra, si puedes cambiar sin esfuerzo, habrás aprendido lo más importante de la vida.

En el transcurso de los siglos, éste ha sido uno de los problemas más importantes: la meditación y el amor, la soledad y la relación, el sexo y el silencio. El problema es uno; sólo cambian los nombres. En el transcurso de los siglos, el hombre ha sufrido mucho porque no se ha entendido el problema correctamente; la gente ha elegido.

Aquellos que han elegido la relación son llamados mundanos, y aquellos que han elegido la soledad son llamados monjes, los ultramundanos. Sin embargo, ambos sufren, porque están divididos, y estar dividido quiere decir ser infeliz. Ser entero quiere decir estar sano, feliz; ser entero es ser perfecto. Estar dividido es algo horrible, porque la otra parte se dedica ha sabotear, la otra parte se dedica a preparar su venganza. ¡La otra parte no se puede destruir nunca, porque es tu otra parte! Es una parte esencial en ti; no es algo accesorio de lo que puedas prescindir.

Es como una montaña decidiera que no quiere tener valles a su alrededor. Sin valles, la montaña no puede existir. Los valles son parte de la esencia de la montaña; la montaña no puede existir sin valles; ambas cosas se complementan. Si la montaña elige ser sin valles, no habrá montaña. Si los valles eligen ser sin la montaña, tampoco habrá valles. O te convertirás en un fingidor; la montaña fingirá que no hay valle: sin embargo, el valle está ahí; puedes esconder el valle, puedes apartarlo al último rincón de tu conciencia, pero ahí está, persiste, es existencial, no hay forma de destruirlo. De hecho, montaña y valle son una misma cosa. Lo mismo ocurre con el amor y la meditación; lo mismo ocurre con la relación y la soledad. La montaña de la soledad se alza solamente en los valles de la relación.

En realidad, serás capaz de disfrutar de la soledad si puedes disfrutar de la relación. Es la relación la que crea la necesidad de la soledad; es algo cíclico. Cuando has tenido una relación profunda con alguien, surge una gran necesidad de estar solo. Te empiezas a sentir agotado, exhausto, cansado; felizmente agotado, dichosamente cansado, pero toda excitación es agotadora. Fue maravilloso relacionarse, pero ahora te gustaría pasar a la soledad de modo que puedas reunirte contigo mismo otra vez, de modo que otra vez puedas estar rebosante, de modo que arraigues otra vez en tu propio ser.

En el amor pasaste al ser de la otra persona, perdiste contacto con tu propio ser. Quedaste ahogado, embriagado. Ahora necesitarás encontrarte a ti mismo de nuevo. Sin embargo, cuando estás solo, estás creando de nuevo una necesidad de amor. Pronto estarás tan lleno que querrás compartirlo, estarás tan rebosante que querrás alguien en quien derramarte, alguien a quien darte. El amor surge de tu soledad. La soledad te hace estar rebosante, el amor recibe tus dones. El amor te vacía de tal forma que tienes que llenarte de nuevo. Cada vez que el amor te vacía, ahí está la soledad para alimentarte, para integrarte. Es algo cíclico.

La mayor y más peligrosa estupidez que ha sufrido el hombre ha sido considerar estas dos experiencias como algo separado. Hay algunas personas que se vuelven mundanas; están agotadas, exhaustas, vacías. No tienen espacio para mismas. No saben quiénes son; no se cruzan nunca con ellos mismos. Viven con otros, viven para otros. Son parte de una multitud; no son individuos. Recuerda: su vida de amor no será de realización; estará cercenada, y nada que esté cercenado puede estar realizado. Sólo la totalidad está realizada.

También hay monjes que han elegido la otra mitad. Viven en los monasterios. La palabra monje significa aquel que vive solo; la palabra monje proviene de la misma raíz que monogamia, monotonía, monasterio, monopolio. Significa uno, solo.

El monje es una persona que ha elegido estar solo; pero pronto estará repleto, maduro y no sabrá dónde derramarse. ¿Dónde derramarse? No puede permitirse el amor, no puede permitirse una relación; no puede salir, encontrarse y mezclarse con otras personas. Así que sus energías se empiezan a agriar. Toda energía que cesa de fluir se vuelve amarga. Incluso el néctar, si se estanca, se convierte en veneno; y viceversa: el veneno, si fluye, se convierte en néctar.

Fluir significa saber lo que es el néctar, y quedarse estancado significa saber lo que es el veneno. El veneno y el néctar no son dos cosas sino dos estados de la misma energía. Cuando fluye es néctar; cuando se congela es veneno. Siempre que hay algo de energía y no puede salir por ningún lado, se agria. Se vuelve amarga, se vuelve triste, se vuelve fea. En vez de proporcionarte totalidad y salud te hace enfermar. Todos los monjes están enfermos; todos los monjes están destinados a ser casos patológicos.

Las personas mundanas están vacías, aburridas, cansadas; en cierto modo, viven arrastrándose en nombre del deber, en nombre de la familia, en nombre de la nación —baluartes sagrados todos ellos—; en cierto modo, viven arrastrándose hacia la muerte, esperando simplemente que venga la muerte y se los lleve. Sólo conocerán a su otra parte en la tumba.

Mientras vivan, no conocerán a su otra parte, y una vida que no conoce a su otra parte no es realmente una vida. Es como una música que no incluyera el silencio: sería sólo ruido, horrible; te pondría enfermo.

La mejor música es aquella que sintetiza sonido y silencio. Cuanto mejor sintetizadas estén ambas cosas, más profunda será la música. El sonido crea silencio y el silencio crea receptividad para recibir el sonido, y así sucesivamente. El sonido crea un mayor amor a la música, una mayor capacidad para permanecer en silencio. Al escuchar buena música siempre te sientes colmado, como en oración. Hay algo que se integra en ti. Te centras, te arraigas. El cielo y la tierra se encuentran; ya no están separados. El cuerpo y el alma se encuentran y se fusionan; pierden su definición.

Ése es el gran momento, el momento de la unión mística.

Es una antigua batalla; además, estúpida, totalmente estúpida, así que, por favor, ten cuidado: no provoques ninguna batalla entre el sexo y el silencio. Si provocas una batalla, tu sexo será feo, enfermo y tu silencio será aburrido y muerto. Permite que el sexo y el silencio se encuentren y se unan. De hecho, los mejores momentos de silencio son aquellos que van seguidos de amor, de gran amor, de cumbres de amor. Y los momentos cumbre de amor siempre van seguidos de grandes momentos de silencio y soledad. La meditación conduce al amor; el amor conduce a la meditación. Son compañeros: es imposible dividirlos. No es cuestión de sintetizarlos, ya que no se pueden dividir. Es cuestión de entendimiento, de ver que son indivisibles. La síntesis ya está ahí; es algo que ya ocurre. ¡Son una misma cosa! Dos caras de la misma moneda. No necesitas sintetizarlas; nunca han existido separadas. El hombre lo ha intentado y se ha esforzado mucho por conseguirlo, pero siempre ha fracasado.

La religiosidad todavía no se ha convertido en la atmósfera de la tierra; la religiosidad todavía no se ha convertido en algo realmente vital, en una fuerza vital en el mundo. ¿Por qué? Por esta división. Tienes que ser o bien mundano, o bien extramundano; ¡elige! En el momento que eliges, pierdes algo. Elijas lo que elijas, vas a salir perdiendo.

Yo, en cambio, te digo: no elijas. Yo te digo: vive ambas cosas en su unidad. Por supuesto, el hecho de vivir las dos cosas requiere mucho arte. Es muy sencillo elegir y estar apegado a una cosa.

Cualquier lo puede hacer; de hecho, sólo lo hacen los idiotas. Unos cuantos idiotas han
elegido ser mundanos y otros cuantos idiotas han elegido ser extramundanos. Al hombre inteligente le gustarán ambas cosas. En eso consisten las sannyas. Puedes tener el pastel, y también comértelo; eso es inteligencia.

Estate alerta, consciente, inteligente. Descubre cuál es el ritmo y muévete a ese ritmo sin hacer ninguna elección. Permanece consciente sin hacer ninguna elección. Descubre ambos extremos. Superficialmente parecen opuestos, contradictorios, pero no lo son. En lo más profundo hay una complementariedad. Es el mismo péndulo que se mueve de derecha a izquierda. No trates de pararlo a la izquierda o a la derecha; si lo paras, habrás destruido el reloj. Eso es lo que has estado haciendo hasta ahora. Acepta la vida en todas sus dimensiones.

Y yo entiendo cuál es el problema; el problema es muy simple, es algo bien conocido. El problema es que cuando te empiezas a relacionar, no sabes cómo estar solo; esto únicamente demuestra falta de inteligencia. No es que sea una relación equivocada; simplemente demuestra que no eres lo suficientemente inteligente, de modo que la relación se vuelve abrumadora y no encuentras espacio para estar solo y te sientes cansado y agotado. Entonces, un día decides que la relación es mala, que no tiene sentido: «Quiero hacerme monje. Me voy a ir a una cueva del Himalaya y voy a vivir ahí solo», y tendrás grandes fantasías de vivir solo, de lo maravilloso que será, sin nadie que se interponga en tu libertad, sin nadie que intente manipularte; no tendrás que pensar en los demás en absoluto.

Jean-Paul Sartre dice: «El otro es el infierno». Lo único que demuestra esta afirmación es que no ha sido capaz de entender la complementariedad del amor y la meditación. «El otro es el infierno». Sí, el otro se convierte en el infierno si no sabes cómo estar solo a veces. En medio de todo tipo de relaciones, el otro se convierte en el infierno. Es tedioso, cansado, agotador, aburrido.

El otro pierde toda su belleza porque el otro se vuelve conocido. Lo conoces demasiado bien; ya no hay ninguna sorpresa. Has conocido el territorio perfectamente bien; has viajado tanto por ese territorio que ya no encuentras ninguna sorpresa. Estás completamente harto.

Sin embargo, te has apegado a la otra persona, y la otra persona se ha apegado a ti. El otro también se siente desgraciado, porque eres su infierno, al igual que él o ella es tu infierno. Cada uno está creando un infierno para el otro, y cada uno está aferrado al otro, con miedo de perderlo, porque... cualquier cosa es mejor que nada: Al menos ahí tienes algo en lo que apoyarte; además, siempre puedes pensar que las cosas mejorarán mañana. Hoy no han mejorado, pero mañana las cosas van a mejorar. Puedes esperar y sigues esperando. Vives desesperado, pero sigues esperando.

Antes o después empiezas a sentir que sería mejor estar solo. Pero si te vas a vivir solo durante unos días será totalmente maravilloso, al igual que lo es con la otra persona: durante unos días. Al igual que en las relaciones hay una luna de miel, también hay una luna de miel en la meditación. Durante unos días te sentirás libre, sentirás que puedes ser mismo, sin nadie que te cuestione, sin nadie que espere algo de ti. Si te quieres levantar pronto por la mañana, puedes hacerlo; si no quieres levantarte pronto, puedes seguir durmiendo. Si quieres hacer algo, estupendo; si no quieres hacer nada, no hay nadie que te obligue. Durante unos días te sentirás inmensamente feliz; sólo durante unos días.

Pronto te cansarás. Estarás rebosante y no habránadie para recibir tu amor. Estarás maduro, y la energía necesita ser compartida. Te sentirás pesado, estarás agobiado bajo el peso de tu propia energía. Te gustaría que hubiera alguien que acogiera tu energía, que recibiera tu energía. Te gustaría librarte de ese peso. Entonces, la soledad no parecerá soledad, sino aislamiento. Entonces las cosas cambiarán; ha terminado la luna de miel. La soledad se empezará a convertir en aislamiento. Sentirás un gran deseo de encontrarte con la otra persona. En tus sueños, empezará a aparecer la otra persona.

Ve y pregunta a los monjes con qué sueñan: sólo sueñan con mujeres; no pueden soñar con otra cosa. Sueñan con alguien que les pueda liberar. Pregunta a las monjas: sólo sueñan con hombres. Y esto se puede convertir en algo enfermizo. Seguro que conoces la historia cristiana.

Las monjas y los monjes empiezan a soñar incluso con los ojos abiertos. El sueño se convierte en una realidad tan substancial que no hace falta esperar a que llegue la noche. Incluso durante el día, una monja está sentada y ve que el demonio se acerca y trata de hacer el amor con ella. Te asombrará esto: en la Edad Media quemaron en la hoguera a muchas monjas porque confesaron que habían hecho el amor con el demonio. Ellas mismas lo confesaron; no sólo que hubieran hecho el amor con el demonio, sino que se habían quedado embarazadas del demonio; un falso embarazo; sus vientres empezaron a crecer cada vez más, pero no era más que aire caliente. Un embarazo psicológico. Además, describían al demonio con mucho detalle; el demonio era una invención suya. El demonio las seguía día y noche..., y lo mismo les ocurría a los monjes.

Esta elección de estar solo ha creado una humanidad enfermiza. Las personas que viven en el mundo no son felices, los monjes no son felices; nadie parece ser feliz. Todo el mundo vive en una infelicidad constante. Puedes elegir entre una infelicidad u otra, puedes elegir entre esta infelicidad mundana o aquella infelicidad mundana, pero la infelicidad sigue siendo la misma. Durante unos cuantos días te sentirás bien.

Yo, en cambio, te ofrezco un nuevo mensaje. Mi mensaje no es que elijas; permanece alerta sin elegir en tu vida y inteligente en vez de cambiar según las circunstancias. Cambia tu mentalidad; más inteligente. ¡Para ser dichoso hace falta más inteligencia! Entonces podrás tener soledad, y mantener una relación al mismo tiempo.

Haz que tu mujer o tu marido también sea consciente del ritmo. Hay que enseñar a las personas que nadie es capaz de amar durante veinticuatro horas al día; hace falta tener períodos de descanso. Además, nadie puede amar obligado. El amor es un fenómeno espontáneo: cuando surge, surge, y cuando no surge, no surge. No hay nada que hacer. Si haces algo, crearás un pseudofenómeno, una actuación.

Los amantes auténticos, los amantes inteligentes se alertarán el uno al otro de lo que ocurre: «Cuando quiero estar solo no quiere decir que te esté rechazando. De hecho, gracias a tu amor puedo estar solo». Si tu mujer quiere estar sola una noche o unos días, no te sentirás herido. No dirás que has sido rechazado, que tu amor no ha sido recibido y acogido. Respetarás su decisión de estar sola durante unos días. De hecho, ¡te sentirás feliz! Fue tan grande tu amor que ahora se siente vacía; ahora necesita descansar para llenarse de nuevo.

Esto es inteligencia.

Normalmente piensas que has sido rechazado. Te acercas a tu mujer y, si ella no quiere estar contigo, o no está muy cariñosa, te sientes realmente rechazado. Tu ego se siente herido. El ego no es algo muy inteligente; todos los egos son idiotas. La inteligencia no conoce el ego; la inteligencia simplemente observa el fenómeno e intenta entender por qué la mujer no quiere estar contigo. No es que te esté rechazando; sabes bien que te ha amado mucho, que te ama mucho, pero en este momento quiere estar sola. Si la amas, la dejarás sola; no la torturarás, no la forzarás a que haga el amor contigo. Si el hombre quiere estar solo, la mujer no pensará. «Ya no le intereso, quizás le guste otra mujer». Una mujer inteligente dejará al hombre solo para que pueda reunir de nuevo su ser, para que pueda tener de nuevo energía que compartir. Este ritmo es como el día y la noche, como el invierno y el verano; sigue cambiando.

Si las dos personas sois realmente respetuosas —y el amor es siempre respetuoso, reverencia a la otra persona; es un estado de adoración, de oración—, entonces, poco a poco, entenderás cada vez más a la otra persona y serás consciente de su ritmo y de tu propio ritmo. Y pronto descubrirás que, como consecuencia del amor, como consecuencia del respeto, vuestros ritmos se van acoplando. Cuando te sientes cariñoso, ella se siente cariñosa; la situación se va asentando. Se va asentando por sola; es una sincronía.

¿Te has fijado alguna vez? Si te encuentras con dos auténticos amantes, verás que tienen muchas cosas en común. Los amantes auténticos se convierten casi en hermanos y hermanas. Es algo que te sorprenderá; ni siquiera los hermanos y las hermanas son tan parecidos. Su expresión, su manera de caminar, su manera de hablar, sus gestos; dos amantes se vuelven muy parecidos y, a la vez, muy distintos. Esto es algo que empieza a ocurrir de manera natural. Por el hecho de estar juntos, poco a poco se adaptan el uno al otro. Los auténticos amantes no necesitan decirse nada el uno al otro; la otra persona entiende inmediatamente, entiende intuitivamente.

Si la mujer está triste, puede que no lo diga, pero el hombre se da cuenta y la deja sola. Si el hombre está triste, la mujer se da cuenta y le deja solo; encuentra cualquier excusa para dejarle solo. Los estúpidos hacen precisamente todo lo contrario. No dejan nunca a la otra persona sola; están siempre junto a ella, mareándola y aburriéndola sin dejar ningún espacio para que la otra persona sea.

El amor da libertad y ayuda a la otra persona a ser ella misma. El amor es un fenómeno realmente paradójico. Por un lado, os hace que seáis un alma dentro de dos cuerpos; por otro lado, os da individualidad, singularidad. Os ayuda a abandonar vuestros pequeños seres, pero, a la vez, os ayuda a alcanzar el ser supremo. De esa manera, desaparecen las dificultades: el amor y la meditación son como dos alas que se equilibran la una a la otra. A través de los dos, creces; a través de los dos, alcanzas la plenitud.

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