sábado, 30 de agosto de 2014

LA INDIVIDUALIDAD Y LA PERSONALIDAD

El ser humano ordinario, inconsciente, no tiene individualidad; sólo tiene personalidad.

Personalidad es lo que te dan los demás -tus padres, los profesores, el sacerdote, la sociedad-, es todo lo que dicen de ti. Como has deseado ser respetable y ser respetado, has estado haciendo cosas que los demás valoran, y la sociedad te va premiando, respetándote cada vez más. Éste es su método para crear una personalidad.

Pero la personalidad es muy superficial, no va más allá de la piel. No es tu naturaleza. El niño nace sin personalidad, pero nace con una individualidad potencial. La individualidad potencial simplemente indica su peculiaridad frente a todos los demás; él es diferente.

Por tanto recuerda que individualidad no es personalidad. Cuando abandonas tu personalidad, descubres tu individualidad, y sólo el individuo puede iluminarse. Lo falso no puede convertirse en la realización última de la verdad. Sólo lo verdadero puede encontrarse con lo verdadero, sólo lo igual puede encontrarse con lo igual. Tu individualidad es existencial, de ahí que cuando tu individualidad florece te vuelves uno con la totalidad.

Ésta es la pregunta: ¿Si te haces uno con la totalidad, cómo puedes seguir siendo un individuo?

El problema simplemente está en tu falta de entendimiento. La experiencia de convertirte en la totalidad es una experiencia de consciencia, y se expresa a través del cuerpo, a través de la mente. La experiencia está más allá de la estructura cuerpo-mente. Cuando uno se queda en absoluto silencio, entra en samadhi, alcanza el cuarto estado, no es el cuerpo, no es la mente.

Éstos se quedan en silencio; él está muy por encima. Es pura consciencia.

Esta pura consciencia es universal, de la misma forma que la luz de todas las bombillas es una, pero puede expresarse de manera muy diferente. La bombilla puede ser azul, la bombilla puede ser verde, la bombilla puede ser roja; la forma de la bombilla también puede ser diferente. El cuerpo-mente sigue estando allí, y si el hombre que ha tenido la experiencia quiere expresarla, entonces tiene que usar el cuerpo-mente; no hay ninguna otra forma. Y su cuerpo-mente es único: sólo él tiene esa estructura, nadie más.

Entonces ha experimentado lo universal, se ha convertido en lo universal, pero para el mundo, para los demás, él es un individuo único. Su expresión va a ser diferente de la de otros seres realizados. No es que él quiera ser diferente; tiene un mecanismo diferente y sólo puede conectar contigo a través de ese mecanismo.

Si el hombre tiene la capacidad de expresar lo inexpresable, entonces habla; pero sus palabras tienen un impacto totalmente diferente. Todo el mundo utiliza las mismas palabras, pero no tienen el mismo impacto porque no llevan la misma energía, no vienen de la misma fuente. Un hombre que tenga la experiencia expresará palabras llenas de experiencia: no son palabras secas, no son las palabras de un orador, de un conferenciante.

Quizá no sea un gran orador, pero ningún orador podrá hacer lo que él hace con las palabras.

Puede transformar a la gente con que sólo le escuchen. Con sólo estar en su presencia, con sólo dejar que sus palabras se derramen sobre ti, sentirás una transformación: nace en ti un nuevo ser, renaces.

Por eso cuando digo que incluso los seres iluminados tienen individualidad, me refiero a que siguen siendo únicos, por la simple razón de que tienen una estructura cuerpo-mente que es única y todo lo que te llegue tiene que hacerlo a través de esa estructura.

Jesús, Buda hablan de una manera, Mahavira de otra. Chuang Tzu cuenta historias absurdas -es un gran narrador de historias, pero sus historias, a su vez, van jugando con tu corazón. Son tan absurdas que tu mente no puede hacer nada con ellas.

Por eso han elegido que las historias sean absurdas, para que tu mente no pueda entrometerse.

Detiene tu mente con las historias absurdas, y entonces su presencia está disponible para ti y para tu corazón; puedes beber el vino que te ha traído. Y ha alejado tu mente contándote una historia absurda. La mente se queda confundida y deja de funcionar.

Los discípulos de Jesús le reclamaban por hablar en parábolas, mucha gente se ha preguntado por qué Chuang Tzu escribe unas historias tan absurdas, pero nadie ha podido explicarlo por la simple razón de que la gente que se lo pregunta no tiene ni idea de que es un dispositivo para detener el funcionamiento mental: entonces estás disponible, plenamente disponible desde tu corazón. De esa forma él puede contactar contigo.

Pero Jesús y Buda no pueden contar una historia absurda. Ellos usan las parábolas, que son muy significativas. No quieren evitar la mente...; estás son las peculiaridades de las personas. Ellos quieren que la mente esté convencida y entonces, a través del convencimiento mental, quieren llegar a tu corazón. Si la mente está convencida, entonces dejará pasar. Y las parábolas, sus discursos, son todos muy lógicos; la mente tiene que dejar pasar antes o después.
Somos diferentes individualmente. Y no hay contradicción. Uno puede experimentar lo universal, y sin embargo cuando le llega la hora de expresarse, tiene que ser un individuo.

sábado, 23 de agosto de 2014

CUANDO DESPERTAMOS

Un hombre dormido puede soñar que está en cualquier lugar del Universo. Desde ese punto de vista, estar despierto le parecerá que está a miles de vidas de distancia. Pero se trata de un sueño; en lo que se refiere al hecho real de estar durmiendo, el despertar está muy cerca.

Puedes despertar en cualquier momento.

Cualquier situación puede hacer que despiertes.

El sueño es la distancia. Por supuesto, para soñar hay que dormir, pero en el momento que despiertas el sueño desaparece, y con él desaparece también todo el mundo de los sueños.

La verdad es que el despertar es la realidad que está más cerca de ti, está justo a tu lado. No está lejos, por eso no puede convertirse en un objetivo. Todos los objetivos pertenecen al sueño, todos los logros pertenecen al sueño.

El despertar no puede ser un objetivo porque el hombre que está dormido ni siquiera puede pensar en lo que sería el despertar. Mientras sueña, no puede hacer del despertar su objetivo, eso es totalmente imposible. O el objetivo que formule será totalmente diferente de la realidad de la iluminación.

La iluminación es parte de tu consciencia de vigilia.

En Oriente tenemos cuatro niveles de consciencia. Primero está la que conocemos como vigilia. No es una verdadera vigilia, porque justo debajo de ella flotan los sueños. Cierra los ojos y soñarás despierto. Cierra los ojos y lo verás inmediatamente: la imaginación asume el control y empiezas a alejarte del momento presente, del aquí. En la realidad no estás yendo a ninguna parte, pero en tu imaginación puedes ir a cualquier lugar.

Por eso el primer estadio es el llamado estado de vigilia; el segundo estadio es el sueño, dormir. De estos dos somos conscientes.

El tercero son los sueños, porque se puede dormir sin soñar; entonces el sueño tiene una cualidad muy diferente. Ese sueño es muy pacífico, muy silencioso, oscuro y profundo... es muy rejuvenecedor.

Por tanto dormir es el segundo estadio y después viene el tercero, soñar. Mientras duermes, la mayor parte del tiempo estás soñando. Si duermes ocho horas, estarás soñando al menos seis horas. Sólo estás dormido algún rato aquí y allá, por lo demás estás soñando continuamente.

Como no lo recuerdas, esto te parecerá exagerado: seis horas soñando y sólo dos de sueño sin sueños. Cuando te despiertas sólo recuerdas los últimos sueños, porque la memoria sólo empieza a actuar al despertar; por eso sólo capta el final de tu mundo de sueños. No recuerdas todos los sueños, sólo los anteriores al momento de despertar: los sueños mañaneros.

En Oriente siempre se ha entendido que las seis horas en las que soñamos son tan importantes como las dos de sueño silencioso. Y en Occidente, durante los últimos diez años, las investigaciones científicas han demostrado por primera vez que la comprensión oriental es absolutamente acertada. De hecho, los nuevos descubrimientos dicen que los sueños son aún más importantes que el sueño sin sueños, porque al soñar expulsas la basura de tu mente.

Durante el día la mente va almacenando todo tipo de palabras, todo tipo de deseos, ambiciones; ¡demasiado polvo! Tiene que ser retirado. Durante el día no dispones de tiempo para retirarlo y vas acumulando cada vez más. Por eso de noche, mientras duermes, la mente tiene la oportunidad de limpiarse. Soñar es como una limpieza de primavera. Éste es un ciclo que sigue sucediendo ininterrumpidamente: vuelves a acumular, vuelves a soñar, vuelves a acumular...

Éstos son los estadios o niveles que conocemos. El cuarto no tiene nombre en Oriente, simplemente se le llama el cuarto, turiya. Es un número, no es una palabra. No se le da ningún nombre para que no puedas interpretarlo, para que tu mente no pueda jugar con él y engañarte. ¿Qué puede hacer la mente si sólo escucha el número cuatro? Se quedará paralizada. Si le das cualquier nombre que tenga un significado, la mente tiene una forma de tratar con él, a través del significado. Pero el número cuatro no tiene ningún significado.

El cuarto estado es el verdadero despertar. El cuarto estado tiene que ser comprendido en relación a los otros tres. Tiene algo parecido al primero, al llamado estado de vigilia. El estado de vigilia es muy tenue, muy fino, casi insignificante, pero tiene cierta cualidad... El cuarto estado consiste sólo en esa cualidad: es puro despertar. Estás plenamente despierto.

También tiene alguna similitud con el segundo estado, el sueño. El sueño es silencioso, profundo, pacífico, relajado, pero en una medida muy pequeña, sólo lo necesario para los asuntos del día a día. El cuarto estado es un estado de totalidad: total relajación, total silencio, profundidad abismal.

También tiene alguna de las cualidades del sueño. El sueño te aleja de ti mismo. En el sueño puedes ir a la luna, puedes ir a una estrella, aunque estés aquí, en tu cama. En realidad no vas a ninguna parte, pero en la imaginación -mientras sueñas- parece absolutamente real. En el sueño no puedes pensar que se trata de un sueño. Si dentro de un sueño puedes pensar que es un sueño, el sueño se rompe: te despiertas y no consigues volver a atrapar ese sueño.

No puedes atrapar el mismo sueño de nuevo; una vez despierto no hay forma de recuperar el mismo sueño.

El sueño te aleja de ti mismo; esa es su cualidad básica. Quizá por eso te limpia y en cierta forma te ayuda a relajarte: te olvidas de tus preocupaciones. Al menos por unos segundos puedes estar en el paraíso, puedes estar en la situación en la que siempre has querido estar.

El cuarto estado también tiene algo parecido, pero sólo es un parecido. También te aleja de ti mismo, pero para siempre. No puedes volver a ti. En el sueño no puedes volver al mismo sueño; en el cuarto estado no puedes volver al yo que tenías. Te lleva tan lejos que verdaderamente puedes ser todo el Universo. Esto es lo que han dicho los místicos orientales: Aham brahmasmi, me he convertido en la totalidad.

Pero tienes que perder el yo. No puedes volver a él.

A este cuatro estado se le han dado diversos nombres. Este nombre es el más matemático, el cuarto. Le fue dado por Patanjali, que era un místico muy científico y matemático. Su tratado ha sido la única base del yoga durante miles de años. No se le ha añadido nada más porque no lo necesita. Es muy raro que una persona cree un sistema completo, tan completo y perfecto que sea imposible cambiar nada de él.

Ya conoces tres estadios; el cuarto es un poco más profundo. No está muy lejos.

La idea de estar a varias vidas de él es un sueño.

En realidad está a tu lado...; despierta y eres eso.

sábado, 16 de agosto de 2014

LA LOCURA

Locura significa literalmente salirse de la mente, de ahí que haya dos posibilidades: puedes salirte de la mente por encima o por debajo.

Ordinariamente, la gente sale de la mente por debajo porque no hace falta ningún esfuerzo, no tienes que hacer nada.

Cualquier conmoción puede romper tu estabilidad mental: la muerte de un ser querido, tu negoció entra en bancarrota; la alteración es tan grande que no puedes mantener tu normalidad. Caes por debajo de la mente, tu comportamiento se vuelve irracional.

Pero vas más allá de la miseria; si te hubieras quedado en la mente normal la conmoción habría creado una miseria inmensa. Es la forma natural de evitar la conmoción. Simplemente te tira para abajo; ahora no sabes qué ha pasado. Estás en bancarrota, tu esposa tu hijo se han muerto; no importa, de hecho ni siquiera te acuerdas. Has entrado en una nueva fase, te has convertido en una persona nueva. Pero va a ser algo irracional, anormal, impredecible.

Ordinariamente esto recibe el nombre de locura o insania en todo el mundo.

Sólo en Oriente hemos descubierto que también hay otro, tipo de locura que proviene de la meditación profunda: es ir más allá de la mente. Ambas están fuera de la mente; de ahí que haya cierta similitud. Por eso a veces un loco se comporta casi como un sabio. Tiene intuiciones pero no tiene control sobre ellas, sólo son flashes, pero a veces ve cosas que tú no puedes ver.

En Oriente, donde la mente ha sido el único centro de investigación a lo largo de siglos, hemos descubierto que puedes pasar por encima de la mente. El sufismo acepta dicho estado y lo llama el estado de masta: el loco divino. Está loco, pero es un loco suprahumano. Su comportamiento es irracional en lo que concierne a nuestra lógica. Pero quizá haya una lógica superior según la cual su comportamiento no es irracional.

La psicología occidental, aún no tiene una categoría para definir al segundo tipo de locura, pero la necesita. Esa categoría sólo surgirá cuando se acepte la supermente.

Antes de Sigmund Freud ni siquiera se aceptaba la mente inconsciente, sólo el consciente. Durante miles de años, en Occidente, no se ha tenido ni idea de la mente inconsciente.

Con Sigmund Freud, quedó establecida la existencia de la mente inconsciente. Con Jung, quedó establecida la existencia del inconsciente colectivo. Ahora hace falta que alguien establezca la existencia del inconsciente cósmico.

Hay un enorme campo preparado para que algún genio establezca su existencia. Pero la psicología oriental ya acepta todos estos campos y los ha aceptado durante miles de años.

Y todo lo anterior está por debajo de la mente consciente. Por encima de la mente consciente también hay tres capas: el superconsciente, el superconsciente colectivo; y el superconsciente cósmico. En ellos ni siquiera ha empezado el trabajo. La segunda categoría de locos de la que hablo está en algún lugar de estas tres categorías; evidentemente está en el superconsciente, pero quizá si la persona va más fondo puede tratarse del superconsciente colectivo. Y en un hombre como Ramakrishna se trata del superconsciente cósmico.

Así pues existe la posibilidad de volverse loco, por debajo de la mente, y en eso también puedes estar en tres niveles distintos. Puedes estar loco, simplemente inconsciente; también puedes estar loco en el inconsciente colectivo. En cada escalón hacia abajo estarás cada vez más loco. Y puedes estar loco al nivel de la mente inconsciente cósmica; eso es lo peor que le puede ocurrir a un hombre. Vivirá simplemente como una piedra, como una roca. Ha perdido todo contacto... está tan lejos, a kilómetros de la consciencia.

La psicología ha intentado devolver a estas personas al estado mental; no ha tenido mucho éxito, pero si la persona sólo ha caído un escalón, puede devolverle a la normalidad. Desde el segundo escalón se vuelve más difícil; y, desde el tercero creo que la psicología todavía no ha sido capaz de buscar la forma de recuperar a nadie.

Es muy difícil tirar a la persona hacia abajo desde la superconsciencia, pero es posible. Y la psicología lo está haciendo -al menos en Occidente- con unos pocos que quizá no estén locos en el sentido ordinario.

En fin, la locura puede ser definida como ir por debajo de la mente o ir por encima de ella. Caer por debajo de la mente es enfermedad; caer por encima de la mente es salud, totalidad.

sábado, 9 de agosto de 2014

LAS VIBRACIONES

La gente como Jesús, Pitágoras, Sócrates, Plotino, Gautama Buda, Lao Tse, Chuang Tzu... la gente que está en este estado irradia continuamente, pero no a base de esfuerzo: sin esfuerzo y espontáneamente. Su experiencia, como una vela, irradia luz; su consciencia se ha convertido en una luz. Su ser ha adquirido una fragancia, un florecimiento, y todo lo que les rodea atrapa esa vibración que continuará durante siglos.

En India he visitado algunos lugares... El lugar donde Gautama Buda se iluminó se llama Bodh Gaya. Es un pequeño templo. Algunos seguidores construyeron un templo que sirviera de recordatorio bajo el árbol donde Buda se iluminó. Ese árbol aún recuerda algo, y más tarde me enteré de que el árbol bodhi tiene cierta sustancia que no tiene ningún otro árbol, es la sustancia que hace del hombre un genio. Sólo los genios tienen esa sustancia en sus mentes, y en el mundo de los árboles, sólo el bodhi tiene esa sustancia. Quizá sea más perceptivo, más receptivo; tiene cierta genialidad.

Buda se quedó debajo del árbol durante muchos años. Toda aquella área aún desprende una fragancia, y justo al lado del árbol está el lugar donde él solía caminar. Cuando se cansaba de estar sentado en meditación, se levantaba y meditaba, y ese lugar está señalado por piedras de mármol. Pero sentado bajo el árbol o caminando sobre esas piedras, puedes sentir que no estás en este mundo, que ese lugar tiene algo que no tiene ningún otro lugar. Quizá en el momento en que se iluminó algo explotó en él y se quedó pegado a todo lo que pudiera atraparlo. Antes solíamos pensar..., pero no es el caso. Ahora está muy bien probado que los árboles son muy sensibles, más sensibles que los seres humanos, aunque su sensibilidad está a otro nivel.

Un científico estaba trabajando con árboles. Puso en el árbol cierto aparato, una especie de cardiograma que dibuja gráficos de los sentimientos del árbol, y se quedó sorprendido de que cuando vino el jardinero... El científico dijo al jardinero: «Ve y corta una de las ramas del árbol. Quiero ver el efecto.» Pero no hubo necesidad de cortar la rama. Cuando el jardinero vino con el hacha, ¡el gráfico ya estaba disparado!

El científico dijo: «No lo hagas; al árbol ya le ha llegado la idea de que vas a cortarlo y hacerle daño.» Más adelante se sorprendió todavía más porque, cuando cortas un árbol, los gráficos de todos los demás árboles de la zona se vuelven locos. Cuando el mismo jardinero viene a regar el árbol, el gráfico permanece perfectamente equilibrado. Se vuelve todavía más armonioso. Parece que el árbol es capaz de captar tus pensamientos, tus ideas.

Quizá suceda lo mismo con las rocas, la tierra, porque todas ellas están vivas. Su vida puede estar a otro nivel, pero siguen estando vivas, y ciertamente son más simples y más inocentes. En Tíbet han conservado los cuerpos de los iluminados porque si los árboles, las piedras y la tierra se quedan impresionados por una gran experiencia, entonces ciertamente el cuerpo humano, sus huesos, también deben quedarse impresionados; están más cerca.

Quizá los tibetanos fueron los primeros en entenderlo: recubrieron de oro los cuerpos de noventa y nueve grandes maestros. Ese solía ser el lugar más sagrado del Tíbet. Es justamente... Si has visto una fotografía del Potala, el palacio del Dalai Lama, está justo debajo. El Potala está en lo alto de una montaña y debajo hay muchas cuevas. Una de las cuevas está dedicada exclusivamente a esos noventa y nueve cuerpos.

¿Por qué se detuvieron en noventa y nueve? ¡Es un número extraño! El número cien habría sido más apropiado. Tuvieron que detenerlo porque el linaje del Dalai Lama cayó desde la altura a la que solía estar, y el país no podía producir a nadie que mereciera tomar el centésimo lugar en el templo sagrado. Se abría a la gente una vez al año y pasar por él era pasar por otro mundo.

Poco a poco en todos los países en los que florecía la espiritualidad, la gente se dio cuenta de que pasaba algo... Por eso se han preservado las cosas que eran usadas por estas personas y sus cuerpos se han convertido en reliquias. En India se queman los cuerpos, pero te sorprenderá saber que a los restos que quedan después de la cremación se les llama «flores.» Las cenizas de la gente común son arrojadas a ríos sagrados, pero las «flores» de los iluminados son preservadas en samadhis: en preciosos mausoleos de mármol. Simplemente el hecho de sentarse allí ya es una meditación. El problema es que el mundo está gobernado por gente que no sabe nada de esto.

Por ejemplo, Delfos no debería estar abierto a todo el mundo porque destruirán su vibración sutil. ¡Pero al Gobierno le interesa el turismo!

Delfos sólo debería estar abierto a unos pocos elegidos, elegidos por la escuela de misterios que debería existir allí. Delfos fue una escuela de misterios. En los días de Pitágoras y Sócrates, Delfos era el templo de la sabiduría, el más famoso de todos los templos. La sacerdotisa solía entrar en trance. Mientras rezaba, bailaba y cantaba en el templo, debía entrar en trance y durante ese estado decía cosas que siempre resultaban ser ciertas. Ella misma no podía recordar nada al regresar del trance; quizá el trance la llevaba a una capa superior de la mente, tal vez a la mente cósmica.

En uno de esos trances ella declaró que Sócrates era el hombre más sabio del mundo. Y unos pocos visitantes procedentes de Atenas se pusieron muy contentos porque Sócrates era ateniense. Llegaron hasta él -ya era anciano- antes de su muerte, antes de su asesinato y le dijeron: «Deberías estar contento; el oráculo de Delfos te ha declarado el hombre más sabio del mundo.»

Sócrates dijo: «Ya es demasiado tarde. Cuando era joven pensaba que sabía mucho, que era muy sabio. Cuanto más aprendía, más ignorante me hacía porque tomaba consciencia de que lo que se es poco y lo que no se es muchísimo. Ahora, a mi edad, puedo decir con certeza que no se nada. El oráculo, parece que por primera vez, ha fallado.»

La gente se quedó muy sorprendida porque Sócrates debería haberse sentido feliz al oírlo. Volvieron a Delfos y la sacerdotisa volvió a bailar y a caer en trance. Le preguntaron durante el trance: «Dijiste que Sócrates es el hombre más sabio del mundo, pero él lo niega. Él dice: "Yo no se nada..."»

Y la sacerdotisa en su trance dijo: «Por eso es el hombre más sabio del mundo. Sólo los insensatos dicen que saben. Los sabios no pueden decir eso.»

sábado, 2 de agosto de 2014

LAS VIDAS PASADAS

No hay recuerdo que no sea mental, pero no conoces la totalidad de tu mente. Cuando tratas de recordar, sólo utilizas la mente consciente y la mente consciente sólo puede llegar a la edad de cuatro años. Pero debajo de la consciencia está la mente inconsciente.

A veces, en tus sueños, vas más profundo de lo que la mente consciente puede llevarte jamás. Muchos de tus sueños son recuerdos de vidas pasadas, pero no hay forma de que puedas reconocerlo. Por eso existe un método especial que es parecido a la hipnosis. Otra persona te lo hace y así es más sencillo porque te puedes relajar completamente, y ella puede guiarte a entrar profundamente en tus vidas pasadas.

En la hipnosis, que en terminología budista o jaina -porque ellos fueron los primeros en descubrir el método- se le llama jati-smaran: recordar las vidas pasadas; en la hipnosis no oyes a nadie más que a la persona que te hipnotiza. Ella puede hablarte y tú puedes responderle, pero seguirás estando profundamente dormido, no pasarás a la mente consciente. Sólo en la hipnosis se puede comunicar con tu mente inconsciente, plantearle preguntas.

Esto puede repetirse una y otra vez, y si surge el mismo hecho continuamente, sin excepción, si surge el mismo recuerdo, la misma historia, entonces evidentemente no se trata de la imaginación.

Otra cosa es que... a través de la hipnosis la otra persona puede llegar hasta ti, pero no por medio de la mente consciente; porque en todo lo que hace la mente consciente hay esfuerzo y tensión, y eso impide que el inconsciente salga a la superficie.

La mente inconsciente es nueve veces mayor que la consciente; tiene tesoros tremendos, todos los recuerdos de tu pasado. Y debajo del inconsciente está el inconsciente colectivo.

Debajo del inconsciente colectivo está el inconsciente cósmico. Poco a poco uno puede ir profundizando más, y el inconsciente cósmico tiene más recuerdos.

La mente no es sólo lo que conoces de ella; tiene mucho por descubrir. Es tuyo, está allí, pero no resulta fácil acceder a ello. Y hay buenas razones para que el acceso no sea fácil.

La naturaleza ha construido barreras porque sería muy confuso para ti si no hubieran barreras entre el consciente, el inconsciente, el inconsciente colectivo y el inconsciente cósmico. Incluso esta pequeña mente -la mente consciente- es tan confusa, está tan alterada. Si supieras que has vivido durante milenios, desde el principio mismo, naturalmente te harías un enorme lío, sería una locura, por eso la naturaleza va poniendo barreras entre tus experiencias pasadas y sólo te permite recordar las de esta vida.

La ciencia de la hipnosis ha sido condenada por todas las religiones, y la razón es que si el hipnotismo se acepta como una investigación cien¬tífica -y una vez explorado tiene que ser aceptado, porque cumple todos los criterios científicos- entonces habrá problemas: los cristianos ya no puede decir que sólo hay una vida, los mahometanos no pueden decir que sólo hay una vida, Darwin no puede decir que el hombre ha evolucionado de los simios. Dependerá de los resultados de la investigación efectuada sobre la mente total de miles de personas y de lo que digan.

Los hindúes creen que la consciencia humana ha evolucionado de la consciencia de las vacas, por eso las llaman «madre». Y en mi opinión la maternidad de la vaca parece más relevante que la paternidad del mono. Los hindúes dicen esto después de cierta investigación mental que ha estado presente en Oriente durante siglos: el acceso a las vidas pasadas. y no ha habido ni una sola excepción: cuando cruzas el límite del inconsciente colectivo, procedes del cuerpo de una vaca, no del de un mono.

No se trata de una hipótesis. Lo que dice Darwin sólo es hipotético, sólo es una conjetura, y ahora está siendo negado, incluso por los científicos. Ya no quedan muchos darwinistas, están pasados de moda.

Las últimas investigaciones evolutivas no apoyan la teoría de Darwin. Dicen que durante miles de años no hemos visto a ningún mono evolucionando hacia el estado humano, y tampoco hemos visto lo contrario, que el hombre vuelva hacia el mono. Y Darwin no pudo mostrar el eslabón perdido, cosa que se le pidió una y otra vez durante toda su vida; ¡fue una pesadilla para él! No puede haber un simple salto del mono al hombre: en este momento eres un mono y al momento siguiente decides ser un hombre, y te conviertes en hombre. Debe haber un eslabón perdido... no sólo un eslabón, quizá muchos eslabones, muchos pasos lentos, lentos, pero deben ser accesibles.

Darwin ni siquiera pudo encontrar restos humanos que probaran la existencia del eslabón. Hemos estado buscando restos humanos y hemos encontrado un cuerpo humano que tiene noventa mil años, un cuerpo humano encontrado en China. Pero ya es humano; no es un mono. Fue conservado por la nieve. Y ya es humano, tan humano cómo tú.

Pero los hindúes tienen un planteamiento completamente diferente. Hay que recordar que éste es el único punto en el que las tres religiones nacidas en India se ponen de acuerdo: tienen su propia filosofía sobre todo lo demás, pero están de acuerdo respecto a la reencarnación. Y esto no es accidental, porque las tres religiones trabajaban siguiendo las mismas líneas -investigando el inconsciente humano- y todas llegaron a los mismos resultados. Llamar madre a una vaca... creo que el resto del mundo se ríe de ello pero no creo que nadie entienda por qué los hindúes llaman madre a las vacas.

Si tienen razón... las vacas tienen cualidades maternales, y es mucho mejor estar conectados con ellas que con los monos.

Por tanto no intentes recordar. No es una cuestión de recordar. No puedes cruzar la barrera con la mente consciente; sólo puedes imaginar, y sabes que sólo es imaginación porque cambia cada vez, sabes perfectamente bien que te lo estás imaginando. Pasa por el proceso hipnótico. Y el proceso hipnótico es muy simple, el más simple de todos.

Nuestra mente tiene siete mundos. Conocer el pasado, conocer nuestro trasfondo, es conocer toda la historia de la consciencia y de su evolución hasta este momento. Pero este viaje aclara que el nuestro no es el último estadio, no puede serlo. Si hay tanto detrás de ti, también debe haber algo por delante. Por eso la psicología occidental continúa trabajando con una sola cosa: el inconsciente, el primer escalón en la escala descendente. La psicología oriental ha trabajado con los siete.

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