sábado, 29 de junio de 2019

QUÈ ES LA INICIACIÒN ESPIRITUAL


Iniciación significa que te has rendido a uno que está despierto. Dices: "Yo no entiendo esto y soy parte del mundo que está loco y dormido; sueño todo el tiempo. Mi razonamiento es superfluo porque siempre que actúo lo hago con la parte irracional de mi mente. Siempre actúo inconscientemente, sólo después lo razono. Si me enamoro de alguien y empiezo a investigar por qué amo ¿cuál es la razón? Sucede que primero me empieza a gustar algo y entonces encuentro razones por " las que me ha gustado. Primero me gusta y luego razono, y el gusto es irracional".

Este sentimiento penetra incluso en las personas literalmente dormidas, porque a veces el sueño no es muy profundo: fluctúa muy hondamente y luego sale a la superficie, nunca queda al mismo nivel. Hasta en el sueño ordinario hay fluctuaciones: cuando duermes tan profundamente que no recuerdas nada más tarde, sólo dirás: "No he soñado". Sí, has soñado, pero estabas tan distante de tu memoria consciente que nada recuerdas. Ahora hay aparatos para medir el sueño. Por lo general recordamos sólo lo soñado por la mañana. antes de despertar, cuando el sueño es ligero y el lapso breve. Algunas veces se vacila entre la vigilia y el sueño. Entonces uno puede oír algo que pasa; si es una conversación, parte se entiende y parte no, pero cuando estás profundamente dormido no oyes nada, no es cuestión, pues, de interpretación.

Como en el sueño ordinario, así sucede en el plano metafísico al que me estoy refiriendo. A veces uno está en la línea fronteriza, muy próximo al Buda, y puede uno entender algo de lo que el Buda expresa, algo por supuesto, no igual a lo que se dijo. Pero, al menos, se tiene una idea de la verdad.

Así, una persona que está en el borde del sueño metafísico querrá ser iniciada; podrá ver, entender, oír algo, aunque sea veladamente. Entonces puede aproximarse a alguien que haya despertado y rendirse a él. Hasta aquí una persona dormida, y su rendición, su entrega, significa que comprende que algo existe fuera de su sueño: no puede saber de fijo que es, pero presiente.

Siempre que pasa un Buda, aquellos que están en la zona fronteriza le sienten; ven que se comporta diferente, que habla distinto a los demás, que camina distintamente. Algo tiene. Pero esa zona no es permanente, pueden retornar al sueño; sin embargo, una palabra podría despertarlos. Y así, antes de caer en mayor inconciencia, es posible que se rindan ante el que está despierto. He ahí la iniciación por parte del iniciado que dice: "No puedo hacer nada, y comprendo que si no me rindo ahora, podría volver a dormir profundamente, cuando sería imposible entregarme". Así pues, hay momentos que no deben perderse. Y aquel que los pierda puede que no tenga otra oportunidad en siglos, porque no depende de uno estar en el borde. A veces sucede por razones fuera del propio control. Tú no puedes controlar tu sueño.

Alguna vez Buda pasa; puedes rendirte, pero sólo si estás en la orilla del sueño. Hay una historia significativa en su vida: cuando él mismo despertó, durante siete días continuos estuvo silencioso. Escuchen la hermosa historia. Los dioses empezaron a inquietarse, pues si Buda permanecía en silencio ¡qué pasaría con aquellos que estaban en la zona fronteriza! Para aquellos que estaban en sueño profundo, nada podía hacer, y tampoco para quienes ya habían despertado. Pero había muchos en la orilla que necesitaban un ligero empujón. Su sola presencia podría bastar.

Se acercaron los dioses a Buda y le pidieron que hablara. Buda les respondió: "¿para qué?" Quienes le oirían ya estaban despiertos, y los dormidos estaban sordos. Era mejor, pues, permanecer inalterado”. Pero los dioses insistieron: "Falta una categoría de hombres: los que pueden entender porque ni están tan dormidos, ni están tan despiertos, y a quienes una palabra podría llegarles: debes hablar". Se preocupaban porque la presencia de un Buda significa miles de años. Tenía que hablar; no podía permanecer en silencio. Era una oportunidad que no podía perderse. Buda se convenció. Esa tercera categoría es la de los iniciados.

Por parte de ellos, iniciación implica rendición, entrega; esto es lo que significa la palabra iniciado. El término budista para iniciación e iniciado es Shrotapann, el que ha entrado en la corriente. Buda fluye como una corriente, el que se rinde entra en ella y empieza a fluir. La corriente no puede venir a ti; pasa, a tu lado. Puedes saltar a ella, pero si nadas, te resistes y luchas con la corriente. Tienes tu propia meta, tratarás de llegar a alguna parte. Hay personas que llegan con un iluminado para discutir. Quieren razones, piden pruebas, ser convencidos. Esto es lucha, lucha que no afecta al iluminado, que no le daña, pero a ellos sí, pues el momento se pierde. Estaban en la tercera categoría, por eso llegaron, pero perdieron su momento.

Pueden volver a dormir profundamente: rendirse significa empezar a fluir con la corriente, entregarse a ella.

La corriente fluye y él la sigue en completo abandono. Por parte del iniciado, la iniciación es un abandono, una plena confianza, una rendición; no puede ser parcial. Si te rindes parcialmente, te engañas, porque en una rendición parcial algo escamoteas y este escamoteo te empujará otra vez al sueño profundo, y puede serte fatal. La rendición ha de ser total. He ahí porquè la fe se requiere; siempre es indispensable en la iniciación.

La fe es una condición total, y en el momento en que te rindes plenamente todo empieza a cambiar. Ya no puedes regresar a tu sueño: la rendición conmueve tu entera proyección; conmueve la mente protectora porque está ligada al ego: no puede vivir sin él. EI ego es su centro. ¿Por qué llamo a alguien mi amigo y a otro mi enemigo? El enemigo es aquel que ha herido mi ego, y el amigo es aquel que lo ha alimentado. Por eso decimos que al amigo se le conoce en tiempos' de necesidad: "Amigo en la necesidad es amigó de verdad", ¿cuál es la necesidad? La necesidad se siente cuando el ego está hambriento. Nuestro entero mundo de sueños -nuestra mente dormida- se basa en el pedestal del ego. Si te rindes, has minado la base. Te has entregado. No puedes continuar fluctuando porque renunciaste al sueño.

He ahí la parte del iniciado, ¿qué pasa con el que te inicia? No es difícil entender la iniciación desde el punto de vista del iniciado; es muy simple. Es una persona dormida que pide ayuda para despertar. No hay complicación. Pero sí la hay para el que inicia. Comúnmente pensamos que lo difícil es rendirse, pero no. Quizá no quieras rendirte, pero cuando más sepas llegará el momento en que te sea necesario. Ese día debe llegar porque tú resistencia a la no entrega te originará mise¬rias, agonías; un infierno para ti. No podrás continuar así, llegará un momento en que tu frustración, tu pesadilla misma, te harán rendir. Todo esto es muy simple. Más para el que te inicia es asunto difícil porque muchas cosas esotéricas están involucradas: son esotéricas. Es bueno verlas desde el lado exotérico, es decir de lo externo y luego proceder hacia lo esotérico, lo interno.

Lo primero que corresponde a la rendición es la responsabilidad: el que duerme se rinde, el que está despierto acepta la responsabilidad. Si llegas con un Buda, un Jesús o un Mahoma y te rindes, él acepta toda la responsabilidad. Sólo puedes rendir lo que tienes, nada más: tu sueño, y eso rindes, tu dormir; la entera insensatez del pasado, eso también rindes. La rendición es siempre del pasado, la responsabilidad es del futuro, ese futuro que tú no tienes, porque eres solamente un pasado. Una larga lista de memorias, de sueños de muchas vidas se rinde: y lo rindes trabajosamente: ¡Es tan difícil rendir el pasado, aunque sea un pasado polvoso! Porque nada más que eso tienes. Has estado dormido y soñando. Sólo existe un inventario de sueños buenos o malos, hermosos o feos, pero todos sueños. Te rindes antes de perderte, y con tanta dificultad, con tanta lucha, que también tratas de escamotear algo: resistes. Algo hay que salvar. ¿Qué es lo que tienes? ¡Nada, sino una serie de sueños!

Así, por parte del iniciado es una rendición del pasado. Por parte del que te inicia, una responsabilidad hacia el futuro. Sólo él puede ser responsable, tú no podrías. ¿Cómo puede quien duerme responsabilizarse? La responsabilidad nunca es parte del sueño. Si cometes un crimen en sueños, si eres sonámbulo y cometes homicidio, ninguna corte podría hacerte responsable. ¿Cómo responsabilizar a quien duerme profundamente? La responsabilidad empieza con el despertar, he ahí una ley fundamental de la vida. Aquel que duerme no es responsable ni de sí mismo, y aquel que está despierto incluso de otros es responsable.

Una persona iluminada, la que está despierta, se siente responsable hasta del caos que has creado. Un Buda siente compasión y se siente responsable de tus crímenes y pecados. Se siente involucrado en ello; comprende que no sabes y él tiene plena conciencia. Por ejemplo: se anuncia la tercera guerra mundial. El que está despierto sabe perfectamente que se acerca, cada día más. Pronto se nos echará encima. Tú estás profundamente dormido, él está alerta, como un radar: conoce el futuro que se aproxima y siente que debe hacer algo. Por ejemplo, estás en el avión que vuela por los aires; tú duermes, pero el piloto está consciente; si algo pasa en el motor y oye ruidos inquietantes; si algo anda mal, solamente él puede ser responsable, nadie más: èl es el único que está consciente.

No sólo Buda se siente responsable de nuestros desaciertos y errores. La entera vida de Jesús está basada en esta responsabilidad: se siente responsable de todos los pecados del hombre desde Adán y Eva, y carga con la cruz para que nuestros pecados puedan perdonarse. De ninguna manera él es responsable: si Adán ha cometido algo y la entera mente humana también, ¿por qué él sería culpable? Los cristianos dogmáticos lo han discutido a través de los siglos. Èl no ha cometido pecados, pero se siente responsable porque está despierto. Por el solo hecho de despertar se ha convertido en responsable de lo que todos los que duermen han cometido. Su cruz es pesada; su crucifixión simbólica; por nosotros muere, para que vivamos: por esto la crucifixión de Jesús se convirtió en un acontecimiento histórico.

Es un ser que se sintió responsable de toda la raza humana, y muere para que los hombres puedan transformarse. Pero ni con su muerte nos hemos transformado. Su mensaje fue escuchado en nuestro sueño e interpretado a nuestro modo, y entonces su vida se incorpora a nuestro mundo de sueños. Creamos iglesias y dogmas. Sectas; unas católicas, otras protestantes y con distintos nombres. La entera insensatez prosigue con nuevas formas, y el mundo prosigue igual. Empezamos a adorarle, es decir, a soñar sobre Èl, como el hijo de Dios. No estamos iniciados, transformados, sino al contrario, hemos transformado su realidad en nuestro sueño. Hemos creado una iglesia para El; lo hemos convertido en ídolo, le rendimos culto y continuamos durmiendo. Realmente lo utilizamos como tranquilizante y lo volvemos en asunto de domingo. Durante una hora a la semana nos ocupamos de él y luego regresamos a nuestro carril: nos ayuda a dormir bien; aligera nuestra conciencia, nos sentimos religiosos, y así vamos a la iglesia a rezar, a orar, y regresamos igual, no hay aflicción por transformarnos; ya somos religiosos, pues asistimos a la iglesia y allí hemos rendido culto de adoración: todo continúa igual.

Lo que corresponde a rendición es responsabilidad, es decir, que se responde; significa en este caso, que Jesús se siente responsable de ti. Siente que si hay Dios, Èl será responsable; tendrá que ser interrogado acerca de lo que ha acontecido a la humanidad; es consciente de este aconteci¬miento natural. Pero si llegas hasta él y te rindes; él se vuelve particularmente responsable de ti.

Krishna diría a Arjuna: "Déjalo todo; ven a mí; ríndete a mis pies". Jesús diría: "Yo soy el Camino, la Verdad, y la Vida; ven a mí; pasa a través de mí. Yo seré tu testigo en el último día de tu juicio. Responderé por ti". Pura analogía. Cada día es el día del juicio, y cada momento el momento del juicio. No habrá un último día, esto sólo pudo ser entendido así por la gente a quien Jesús hablaba. Esto es una gran responsabilidad, que ninguna persona dormida puede tomar, pues incluso la propia es difícil en sueños; menos pues, la ajena. Tú puedes aceptar la responsabilidad de los demás sólo cuando la tuya ya no exista, cuando carezcas de carga, cuando tú ya no seas. Esta declaración de ya no ser, se ha hecho en muchas formas.

Cuando Jesús afirma: "Yo soy el hijo del Padre que está en los cielos", realmente aclara que Èl no es hijo del hombre, conocido como su padre ni dé la mujer conocida como su madre ¿Por qué? Algunas veces parece cruel. Un día, estando él en medio de la multitud, alguien le dice: "María, tu madre, ha venido, y te llama". Y Jesús responde: ":No tengo madre. ¿Quién es mi madre? ¿Quién es mi padre? Nadie es mi padre ni mi madre". Esto parece cruel, la madre espera ante la multitud y Jesús manda decir que nadie es su madre, ni su padre. ¿Por qué? Está negando el patrón de tus sueño: "tu esposa, tus padres, tus hermanos. . .", El patrón de la mente dormida, del mundo de los sueños, de la proyección: él simplemente lo niega. Cuando niegas a tu madre, has negado al mundo entero, porque con ella todo empieza, el mundo todo. He ahí el comienzo, la raíz de este mundo durmiente, la raíz de la interrelación, la raíz de Sansara. Si niegas a tu madre, lo has negado todo. Es amargo para aquéllos que duermen profundamente, pero es un hecho; y el ser hijo de aquel que está en los cielos es simplemente patentizar que no es un individuo, el hijo de José y María, sino parte integrante de la Fuerza Divina, la Fuerza Cósmica

sábado, 22 de junio de 2019

SOMOS NUESTRA PROYECCIÒN MENTAL


El hombre existe como en sueños; está dormido, como lo dijo Jesùs en el Evangelio no revelado de Tomàs. Lo que se conoce como vigilia es también un sueño, y la iniciación significa estar en íntimo contacto con alguien que está despierto. A menos que lo estés, es imposible que salgas de tu sueño, porque la mente es capaz de soñar que ha salido de su sueño: puede imaginar que ya no duerme, y en sueños no puedes saber lo que es el sueño. Sólo lo sabrás cuando hayas salido de él.

Nunca puedes conocer un sueño en el presente, no eres consciente de él hasta que ha pasado. El presente no puede hablarnos del sueño, porque mientras dura todo parece real. Si no fuera así, se desvanecería. La apariencia de realidad solo puede crearse en el sueño.

Cuando digo que el hombre está dormido, debes entenderlo. Estamos durmiendo las veinticuatro horas del día. De noche, cerrados al mundo exterior; en vigilia, abiertos a él nuestros sentidos, pero el sueño continúa. Cierra tus ojos por un momento, puedes soñar; esto es una continuidad. Estás consciente del mundo externo, pero la conciencia no está exenta de la mente que sueña, sino sobrepuesta a ella, pues, internamente, el sueño continúa. Por esto no percibimos lo real, aunque creamos estar despiertos, imponemos el sueño a la realidad; no vemos lo que está, sino únicamente nuestra proyección.

Si te miro mientras sueño, te volverás objeto de proyección; proyectaré mi sueño en ti, y lo que perciba de ti estará mezclado con mi sueño, con mi proyección. Cuando te amo apareces ante mí completamente diferente que cuando no te amo: no eres el mismo porque te he usado como pantalla y he proyectado mi mente en ti. Si te amo o no, tú eres el mismo, la pantalla es la misma, pero la proyección es distinta. Te uso como pantalla para otro sueño que puede cambiar. Nunca vemos lo que es. Siempre estamos mirando nuestro propio sueño proyectado en lo que es.

Así, la mente que sueña crea un mundo irreal a su alrededor. He ahí lo que quiere decir maya, ilusión. Esto no implica que el mundo no exista, que sea falso; existe el ruido que oímos tal como es, pero eso no lo podemos saber hasta que cesa el sueño de la mente. Para algunos, estos ruidos pueden ser música, para otros molestia. A veces no notas el ruido, a veces tienes conciencia de él; a veces lo toleras y a veces te es insoportable: el ruido es el mismo, todo está igual, pero tu mente cambia.

Con tu mente que sueña, todo a tu alrededor se colorea. Cuando se dice que el mundo es maya, ilusión, no quiere decir que el mundo sea ilusorio; pero tal como lo vemos, lo parece; no se encuentra en ninguna parte. Así es que cuando alguien despierta, no es que desaparezca el mundo, pero sí el que conocía antes: un mundo totalmente nuevo, un mundo objetivo aparece en su lugar; ya no existen los colores, las formas, los significados e interpretaciones dados por ti de acuerdo con tu mente dormida.

En lo que a este mundo de maya o ilusión concierne, nunca vivimos en el; cada uno vive en el suyo propio; y hay tantos como gente dormida. Yo no soy el mismo para cada uno de vosotros pues cada uno proyecta algo sobre mí. Soy uno en lo que a mí concierne, pero si estoy soñando, entonces, incluso para mí, soy distinto a cada momento, porque mi interpretación cambia. Si estoy despierto, sí soy el mismo. Buda dice que el sabor de un iluminado es siempre igual como el agua de mar, que dondequiera es salada.

Si estoy despierto, entonces para mí soy el mismo, no en esta vida, sino en todas las que han pasado en la eternidad. Mi yo real ha permanecido igual, es inmutable; sólo la proyección cambia, la imagen; cambia. Pero la pantalla no se ve nunca. Tú ves sólo la imagen proyectada en ella. Cuando no haya proyección verás la pantalla, de otro modo no. La imagen cambia, pero es el cambio en mi, me ves de tantos modos, porque llegas con tu mente que sueña y proyecta. Para alguno soy amigo y para otro enemigo. El mismo es quien se proyecta. Así creamos un mundo alrededor nuestro y cada uno vive en el suyo. Por eso hay choque: los mundos chocan. Cuando dos personas empiezan a vivir en una habitación, el encuentro es inevitable: la habitación, tiene espacio suficiente para dos personas; no para dos mundos.

El conflicto de la sociedad humana, de las relaciones humanas, es problema de mundos, no de individuos. Si somos dos personas, sin un mundo creado por nuestros sueños, podemos vivir hasta la eternidad sin conflicto, pues hay lugar para todos. Más para dos mundos, ni siquiera el planeta entero es suficiente; y ¡existen tantos!, cada individuo es un mundo en el que se encierra: es su sueño y tiene alrededor de ti un cerco de proyecciones, ideas, nociones, concepciones, interpretaciones. Constantemente proyectas cosas que no existen en ninguna parte, sólo dentro de ti; y el todo se convierte en una pantalla. Nunca te das cuenta de que estás en sueño profundo.

Hay un santo sufi, Hijra; un ángel aparece en su sueño, y le dice que debe acaparar tanta agua como pueda, pues al día siguiente, estará envenenada por el diablo y quien la beba enloquecerá. Cumple la orden él fakir, y sucede lo anunciado: todos enloquecen a la siguiente mañana, pero nadie se da cuenta de esta general locura, sólo está cuerdo el fakir. Los habitantes de la ciudad hablan de que el fakir está loco. Èl sabe lo que pasa y lo dice, pero nadie le cree. Y pronto se queda aislado. La ciudad entera vive en un mundo diferente, no le hacen caso. Finalmente deciden encarcelarlo; una mañana llegan a prenderlo; hay que curarle o encerrarlo; resulta ininteligible lo que dice, como si hablara diferente lenguaje. El fakir se siente perdido. Trata de ayudarles recordándoles su pasado, pero todo lo han olvidado, y el fakir se ha vuelto incomprensible para ellos. Lo rodean, lo sujetan, y el fakir exclama: "Dadme un momento, me haré un tratamiento". Corre hacia el pozo, bebe el agua y se cura. Ahora ya todos son felices. El fakir, deja de ser persona extraña, y es que pertenece, al fin, al mismo mundo común. Si todos duermen, no te das cuenta de que también tú duermes. Si todos están locos y tú también, nunca tendrás conciencia de ello.

sábado, 15 de junio de 2019

ESTAR ALERTA


Un maestro Zen te arrojaría por la ventana gritándote: "ponte alerta". Mientras estás en el aire atravesando la ventana, te pide que estés alerta: al caer al suelo tu cara cambia; la situación es muy diferente: viniste a preguntar algo sobre metafísica y él actúa no metafísicamente. Te ha arrojado por la ventana cuando preguntabas si Dios existe o no: carece de sentido, pero al mismo tiempo te grita que estés alerta en el preciso momento en que cambias de estado. Cuando estás en el aire, no solamente tu cuerpo experimenta un cambio, también estado de conciencia. Y un maestro sabe exactamente lo que hace. En ese exacto momento gritará: "ponte alerta", y si tú puedes prestar atención entonces, serás arrojado al Centro, lejos de la periferia.

Cuando te encuentres, pues, en cualquier situación cambiante, mira hacia adentro cuidadosamente. No hay tránsito: sólo un salto de la periferia al Centro y del Centro a la periferia; el comportamiento es como el del electrón, o como en los sueños.

Profundiza esta conciencia, es todo lo que puedes hacer. Es algo negativo, pues tener conciencia no es actuar. En realidad, cuando estés en estado de tránsito está alerta y no habrá acción, ya que se detendrá con tu estado de alerta: ni siquiera respirarás entonces. Si te pongo una daga en la garganta incluso la respiración cesará, pues te pones tan alerta que todo cesa. Eres arrojado al Centro: no es una acción. El afán de actuar es sólo para escapar de la conciencia, por esto nos volvemos adictos a ella: haciendo algo ayudamos a la continuidad.

Usa cualquier oportunidad para estar alerta, hay miles todos los días: Ponte alerta y sentirás el salto de la periferia al Centro. Estás fuera de casa, entra; puedes entrar y salir sin dificultad. Cuando el movimiento de la periferia al Centro se ha convertido en algo similar se volverá fácil quedarte allí, y entonces se producirá la explosión.

Uso las palabras "entonces", "lentamente", "gradualmente", "poco a poco", aunque son impropias, pero no puedo hacer otra cosa, tengo que usarlas. Son impropias en lo que a la explosión concierne, pues nunca es lenta, gradual ni poco a poco: es intempestiva. Pero no podrías sentenciarlo. Así es que por razones de comprensión o si prefieres, para que lo malentiendas, recurro a estos términos. El patrón del lenguaje está hecho para la periferia. Nada puede hacerse. Crearon el lenguaje las mentes que están en la periferia y lo necesitan las mentes que viven en ella; el Centro es absolutamente silencioso, no tiene necesidad de palabras. Pero si tenemos que interpretar el Centro en términos de la periferia, este es el único camino.

No me interpretes erróneamente cuando te digo "gradualmente". La explosión nunca llega poco a poco, pero uso esas palabras para darte confianza, para que te sea concebible, y así, desde la periferia, algo puedes entender. Es como hablar del mundo de la vigilia a una persona que duerme. Habría que usar el lenguaje de los sueños, y es absurdo. En cierto modo, toda expresión es absurda, pero no hay nada qué hacer. Uno se siente completamente imposibilitado, con imposibilidad suma.

Por ejemplo, sé lo que quiere decir explosión y lo que está en el Centro, pero no puedo expresarlo. Tú me preguntas y te respondo y, al mismo tiempo, sé que no puedo decírtelo. Cuando empiezo a hablar, uso el lenguaje de la periferia y todo se distorsiona: comprende, pues, las consecuencias.

Unas palabras sobre actitudes corporales. En la India el aspirante debe tocar los pies del guru. Parece una actitud inútil, formulista, pero tiene su objetivo. Si te inclinas ante el Maestro para tocar sus pies, tu centro sexual no queda afectado por su presencia, porque su energía totalmente invade un cuerpo rendido se convierte en un todo. Cuando todas las partes del cuerpo tocan la tierra, muchas cosas, científicamente, empiezan a suceder: tu cuerpo permanece uno, y el impacto vibra en todo él, no en un centro: penetra desde la cabeza hasta los pies. Si estás en posición vertical te llega el mismo impacto, pero no a todo el cuerpo, sino que afecta a la parte que es más sensible, generalmente el sexo.

En este país (India), el desarrollo de esta ciencia interna, implicó siglos. Y el hombre las conoció a través de infinitas experiencias, porque las suyas no pueden ser como las de un conejo. La condición básica fue tener fe y confianza. Si confías te abres; si dudas te cierras; entonces la misma energía que podría conducirte a la explosión, da vueltas en redondo y no te penetra. Cerrado no puedes recibir ayuda. En cambio, abierto sí, la ayuda entonces penetra hondo y la explosión se convierte en cadena. Siempre sucede así; una actitud de confianza crea grandes cadenas de explosión.

Algunas veces esto se produce sin interrupción aun cuando el maestro original haya muerto. Por ejemplo, en la tradición de los sikhs, el décimo guru es el último. Hasta el décimo, los gurus se sucedieron, uno después de otro, pero en el décimo la tradición se interrumpió. ¿Por qué razón? ¿Por qué Govind Singh detuvo la cadena? Había sido continua desde Nanak, era una fuerza viva, pero con Govind Singh no pudo transferirse, no había nadie capaz. Nadie estaba abierto para recibirla completamente, totalmente, y la entrega parcial, no era posible: o estás totalmente abierto o no. Confianza parcial no es confianza, es engaño. No puedes creer el 99%; el restante uno por ciento de duda acabará con todo porque te cerrará. Si confías abiertamente habrá una reacción en cadena, incluso tú entrarás en contacto, más que contacto, será una parte integrante de tu ser.

Realmente no estamos tan aislados como creemos. El aislamiento se debe a la actitud cerrada del ego, pues no existe la separación. Tú no eres distinto de mí, estás separado. Si te sientes así, es debido al ego que te aísla. Y el milagro de la fe es que si confías, no serás un ego: una y otra cosa no pueden existir simultáneamente: si confías, no eres un ego; si dudas, no puedes ser más que un ego. Así, al confiar dejas de ser un ego y el aislamiento se desvanece. Estar abierto no implica que tomes cualquier cosa de mí. No existe el "mí". Nada tomas de nadie; tú mismo te reflejas en tu propio Ser; parecemos sepa¬rados debido al ego, si te abres, la cadena perdurará por siglos. Por ejemplo, la cadena de Buda existe todavía; no es tan amplia por supuesto; se ha convertido en angosta corriente, pero continúa.

Cuando Bodhidharma se trasladó de la India a la China no fue a enseñar el mensaje de Buda a los chinos y a otros, sino a buscar un hombre a quien transmitir la explosión, encontrar alguien tan abierto que antes de morir Bodhidharma pudiera recibirlo todo. Llegó a China y estuvo sentado durante nueve años consecutivos de cara a la pared. Si alguien llegaba ni siquiera le miraba. Daba la espalda a todos los visitantes. Y muchos preguntaban: "¿qué es esto?", y él les respondía: "Me he enfrentado con personas por muchos años, pero nunca he encontrado en su cara otra cosa que no fuera una pared: nadie es receptivo. Cuando alguien venga a mí, no como una pared, entonces le daré la cara y lo miraré".

Por nueve años ninguno fue digno de que Bodhidarma volviera la cabeza. Llego un día Hui-Neng; se paró detrás de él, se cortó una mano y se la dio a Bodhidharma diciéndole: "vuelve la cabeza, de otro modo me cortaré la mía". Bodhidharma miró a Hui-Neng y le dijo: "Ahora ha venido el hombre. Por ti he atravesado los Himalayas". Y hubo la transmisión, sin escrituras. Bodhidharma no las tenía. Sólo miró a los ojos de Hui-Neng y hubo transmisión directa, sin ningún intermediario.

Esto debe entenderse: la cadena de explosiones es, de nuevo, un salto. Cuando algo de mi conciencia llega a ti, esto es un salto: estaba aquí, ahora está ahí, y nunca estuvo en medio: no hay proceso. Si eres receptivo, abierto, la llama que está aquí se hallará allá instantáneamente; no habrá lapso. La cadena puede continuar para siempre. Sin embargo no continúa; es muy difícil pues incluso con un maestro vivo no es fácil abrirse. La mente trata en todas formas de permanecer cerrada ya que su abertura le significa la muerte. Así es que argumentará y encontrará razones para continuar cerrada. Inventará lo absurdo. En otros momentos más tarde, te será inconcebible que todo aquello te hubiera hecho dudar, que tanta: insignificancia te hicieran escéptico. Cosas sin sentido, a veces crean barreras. Y si no te abres, la cadena no es posible.

Toda tu meditación, y todo mi énfasis sobre ella es para que te abras. En cualquier momento lo harás y se realizará la transmisión. Explosiones menores suceden a diario. Son sólo vislumbres del Centro; pero esto no basta. Pueden ayudarte, pero no te contentes con esto. Comúnmente un solo vislumbre queda convertido en tesoro y lo sigues recordando. Pero el paso del Centro a la periferia, se vuelve memoria, y la memoria se alimenta de su recuerdo, te sientes alborozado. Piensas que puede ocurrir otra vez, pero se ha convertido en parte de la periferia, de la memoria, ya es inútil. Las explosiones menores pueden ser fatales si las alimentas como memoria: arrójalas, olvídalas; no esperes su repetición; sólo entonces la explosión mayor será posible.

Así pues, yo no presto atención a explosiones menores que no destruyen la memoria, por el contrario, la fortalecen. Una pequeña experiencia no tiene valor; hasta que la Totalidad se alcance, no estés contento. Hasta que llegue la última explosión, muéstrate descontento; no recuerdes nada de lo que haya sucedido; ninguna experiencia debe acumularse y nutrirse; olvídala y sigue adelante.

Muchas cosas han pasado y muchas pasarán, pero nunca comento las explosiones menores. Si alguno llega y me las cuenta las elimino; no deben recordarse, pues se convertirían en barrera. Continúa hacia el Centro hasta llegar al punto de donde ya no hay regreso. Cuando este punto se alcanza la memoria no existe. Recuerdas sólo lo que has perdido, no lo que está siempre contigo. Realmente, tomas conciencia de una experiencia cuando se ha desvanecido. Si dices "te amo mucho", puede que tu amor esté desapareciendo. Quizá ya no existe. Es sólo un ego del pasado; por eso lo enfatizas y el "te amo mucho" es un esfuerzo para llenar el vacío. Cuando el amor existe, lo vives y lo sientes, el silencio basta. Cuando se marcha, hablas de él, porque el silencio ya no basta, al contrario, en el silencio tu amor muerto estará en peligro, no lo podrás esconder. Generalmente no hablamos para exponer algo, sino por el contrario, para esconderlo. En silencio no puedes esconderlo con palabras.

Siempre que seas consciente de cualquier explosión menor, no la recuerdes ni desees su repetición; se ha ido, ha entrado a ser parte del pasado muerto. Arrójalo, deja que lo muerto quede enterrado, y sigue adelante. Y cuando la explosión mayor, la última suceda, no la recordarás. No necesitarás recordarla, estará contigo, será tu Centro, tu Ser, no podrás olvidarla; no tendrá sentido olvidar o recordar. Y a menos que la mayor advenga, la menor no tiene sentido.

sábado, 8 de junio de 2019

PENSAMIENTO LÒGICO Y ANALÒGICO


Hay dos clases de pensamiento: uno lógico y otro analógico. El lógico procede en secuencia: "esto es así, por lo tanto, esto sucederá". La causa está determinada, por lo tanto el efecto seguirá. Este proceso lógico es definido, seguro: mediante ciertas premisas, ciertos resultados se producirán automáticamente. No hay libertad en el pensamiento lógico. Todo está motivado por el pasado, supeditado a él. Si te doy cierta cantidad de veneno, mueres; no eres libre, pues algo causa tu muerte: es fatal. Esto es una seguridad, una continuidad, un vínculo causal.

El pensamiento analógico es diferente, en cierto modo, poético: se salta de una cosa a otra simplemente por analogía, no por secuencia lógica. Por ejemplo, puedo amar a alguien y escribir un poema en que diga: "Mi bien amado es como la luna"; en esto no hay conexión; no hay vínculo causal entre el bien amado y la luna; no hay relación: sólo analogía. He saltado de un punto a otro sin moverme en secuencia: es como la conducta del electrón. Los poetas siempre se han manifestado así, saltan de un punto a otro simplemente por analogía; ni siquiera necesitan semejanzas: si al poeta le parece que hay una resonancia, pues, basta. Entonces hay un salto que podemos denominar analógico.

La entera literatura mística es analógica. Los místicos sólo pueden moverse en analogías, es el mundo de las parábolas: todas son analógicas. Jesús hablaba así. Buda también y todos los demás: no dan razones lógicas ni argumentos; realmente Jesús nunca discutió ningún punto, y es que no hay posibilidad de debate, simplemente analogía. Si ves las cosas con simpatía, entenderás el pensamiento analógico; si no, no podrás entender; la analogía no depende de la razón, sino de las actitudes que te permiten continuar el mismo proceso dentro de ti mismo.

Por analogía pues, recurro al electrón cuya conducta es similar a la explosión espiritual. Lo viejo se desvanece en la periferia, sin vinculación entre ella y el centro, sin desplazamiento. Si te desplazas, creas un vínculo con la periferia, tu primer paso hacia el centro partirá de la periferia y debe conectarse con el anterior: existe un vínculo causal.

Estás en la periferia, y de improviso te encuentras en el centro, sin traslado; he ahí la explosión. Si la física no te es conocida tomaré otro ejemplo: tú duermes en Bombay y sueñas que estás en Londres. En la mañana, cuando tu sueño termina, ¿tendrás que viajar de regreso de Londres a Bombay? ¿En dónde vas a despertar, en Londres o en Bombay? Despertarás en Bombay, pero ¿cómo regresaste? ¿Recorriste alguna distancia? Si la recorres entonces no has despertado, porque sólo existe en el sueño. Si tomas un avión, será parte de tu sueño. Si despiertas, el sueño será discontinuado en Londres y despertarás en Bombay, sin trasladarte. Así, pues, el despertar es algo nuevo; no tiene continuidad con el sueño.

La periferia es el sueño, el sueño de la acción, el sueño del ego. Por eso en la India los místicos han dicho: "Esto es ilusión, un sueño; el mundo es sólo eso". Y cuando Shankara y otros han afirmado que el mundo es un sueño, han establecido una analogía y no debe malinterpretarse, como se ha hecho frecuentemente. Tú puedes notar que es tontería lo que dicen. ¿Es un sueño este mundo? ¡Parece tan real! El místico hindú Shankara lo sabía; en verdad es real, pero está hablando en analogía. Cuando se dice que el mundo es un sueño no significa que, de veras, lo sea; sólo implica que si despiertas, la conciencia de lo anterior será discontinuada. No hallarás ninguna conexión entre el sueño y el despertar; ninguna, en absoluto; sólo quedarás sorprendido de haber ido a Londres y estar de regreso. Pero, en verdad, no muy sorprendido, sólo exclama¬rás: "¡Ah, fue un sueño!", y se cerrará el capítulo. Ni siquiera pensarás en ello. Lo mismo sucede con la explosión. Sabes que la entidad que sueña se ha desvanecido: "Era un sueño y ahora estoy en el Centro". No te preguntas cómo es que estabas en la periferia y cómo regresaste al centro otra vez, ni cómo te trasladaste.

La gente preguntaba a Buda: "¿cómo te convertiste en un iluminado?", pregunta absurda; es como preguntarle a alguien cómo despertó, qué método usó, qué técnica. ¿Cómo practicar la salida de un sueño? Simplemente se interrumpe, pero mediante sus propios modos. Algunas veces vuelves de una pesadilla, se hace insoportable, y esa imposibilidad, la angustia que produce, causa el cese. Si la vida, pues, en la periferia se ha convertido en pesadilla, si vivir como vivimos nos parece infernal, terminarás tu sueño. Pero cuando hayas salido de él sabrás que no era causa, que correspondía a una continuidad. Algo nuevo sucede y lo llamamos explosión, algo que no puede entenderse en términos de lo antiguo.

¿Qué puedes hacer incluso negativamente? Cuando menos tres cosas: una, estar alerta, aunque sea por un momento siquiera; sé consciente de que te has identificado con un pasado que no es tu Ser, ese Ser que está en el presente, aquí y ahora, y estabas identificado con algo que no estaba ni aquí ni ahora. Ponte alerta. Sé consciente de esto, y deja que esa conciencia venga hacia ti repentinamente, de dondequiera. Si caminas por la calle, detente un momento, está súbitamente alerta. En cualquier parte y situación, detente y sé consciente de dónde estás, en la periferia o en el Centro. ¿Estás identificado con la memoria o no lo estás? Al principio esto puede venir como un relámpago; como un abrir y cerrar de ojos: lo sentirás y se escapará; pero se ahondará el resplandor, y llegará un nuevo movimiento de la periferia hacia el Centro, un movimiento como el del electrón, un salto como un brinco de un punto a otro. La situación se ahondará.

Permanece alerta tanto como puedas, y aprovecha todas y cada una de las situaciones. Por ejemplo, la respiración. Entre la inspiración y la espiración hay un lapso, un momentito: no has tomado el aire ni lo estás expulsando: se consciente de este lapso, permanece en él lo que puedas, sentirás el Centro y estarás lejos de la periferia: fuera del sueño.

Cuando vas a dormir, sé consciente del sueño que va entrando, descendiendo hacia ti: te hundes en él. Hay un momento en el que no estás ni despierto ni dormido. La mente está cambiando su dimensión; sé consciente de ello y mantente en el intervalo; serás arrojado al Centro, estarás fuera de la periferia.

En la mañana regresas del estado de sueño, siente el instante del despertar, aunque no estés bien despierto; el sueño ya se ha terminado. Hay siempre un instante, cuando la mente cambia de un estado a otro; sin ese intervalo el cambio es imposible, y en él no estás en la periferia. Debes entender exactamente lo que digo: no hay lapso en la periferia, los intervalos están en el Centro.

La continuidad existe en la periferia: un acontecimiento sucede a otro; y en el medio, en el lapso, se va siempre al Centro, y al siguiente momento se regresa a la periferia. Pero esto pasa tan rápidamente, en cierto modo fuera del tiempo, que ordinariamente no puedes darte cuenta. Pero si estás alerta, atento, cuidadoso, consciente, poco a poco lo captarás.

Amas a alguien y tu amor se ha ido y el odio no ha llegado aún. Hay un intervalo. El amor sucede en la periferia; el odio también, pero el lapso entre los dos en el Centro. Así es que cuando amas estás afuera, y cuando odias también, pero cuando cambias del amor al odio o del odio al amor estás siempre en el Centro. No puedes cambiar en la periferia porque allí sólo está la acción; el Ser está en el Centro. Mas el vaivén de ir y volver es tan infinitamente rápido, que ordinariamente no lo percibes.

Estás alerta a los cambios. Si estás enfermo, cuando la enfermedad es vencida, pero la salud no se ha restablecido, aún estarás en el Centro. Ningún cambio es posible en la periferia misma. Por eso todos necesitamos dormir, porque durante el sueño un gran cambio acontece. Si no puedes dormir profundamente no puedes vivir, pues la vida ha menester de cambios cotidianos. Cada día mucho cambiamos corporal, mental y emotivamente, y la naturaleza sabe cómo entras en inconsciencia, ya que conscientemente no permanecerías en el Centro por largo tiempo: estás arrojado a la inconsciencia para alejarte de la periferia; inconsciente, moras en el Centro, instalado en el Ser.

Incluso cuando despiertas se producen cambios. Como en analogía, podría decir que cambias la velocidad del automóvil. Por un tiempo mínimo queda entonces en un punto muerto, allí donde no hay velocidad. De la primera a la segunda no puedes pasar directamente; el cambio requiere pasar por un punto neutral. Cuanto más experto eres, menos tiempo necesitas; de hecho, un conductor hábil no se da cuenta de que en cada cambio pasa por el punto neutro, tan rápido es el cambio. Sólo aquél que está aprendiendo lo observa, y el punto muerto constituye una dificultad para el aprendizaje. Ten presente, pues, que siempre que pasas de una acción a otra, regresas al estado neutro, al Centro: estás alerta.

Alguien te insulta; cambias, no puedes permanecer igual. Cambiarás en la periferia. La cara te cambiará totalmente; detente en lo que sucede adentro: ir al Centro y regresarás a la periferia, y tu rostro volverá a cambiar. Así, si alguien te insulta, medita, adéntrate: él te ha dado oportunidad de cambio.

sábado, 1 de junio de 2019

LA EXPLOSIÒN ESPIRITUAL


Hay que entender qué es explosión espiritual: implica muchas cosas. La explosión es algo por lo cual nada puedes hacer directamente; tu esfuerzo no tiene sentido, no es algo que puedas manejar. La explosión te sucede. Nada puedes hacer, porque si la has provocado no será explosión en absoluto. "Tú" permanecerás, y “tú" continuarás, después de ella; "tú" estarás ahí. Si esto es lo ocurrido no habrás explotado. Positivamente no es posible ningún esfuerzo para lograr la explosión; he ahí la primera implicación básica.

Explosión significa discontinuidad con el pasado. Lo antiguo se ha desvanecido completamente y lo nuevo ha llegado sin continuidad entre los dos. La nuevo no está conectado con lo viejo, no hay vínculo causal; no está cansado de lo viejo. Si lo está no hay explosión, hay continuidad; lo viejo perdura en forma nueva. Quizá algo hayas ganado, quizá algo hayas agregado a ti, pero eres el mismo. El ser en esencia permanece igual. Sólo en la periferia hay acumulación y tu ego se ha fortalecido: eres más rico. Pero no hubo explosión en la continuidad.

Explosión significa que lo viejo ha muerto completamente y lo nuevo ha nacido. No hay relación causal entre los dos; existe un espacio infranqueable, un abismo. Puedes llamarlo explosión, pero es muy difícil entenderlo. En nuestra vida todo es inteligible, causal. Nuestro entero pensamiento lógico se basa en la causalidad, todo se halla conectado, relacionado y en continuidad con algo. Nada es nuevo; sólo hay modificación de lo viejo, y así es inteligible. Esto es porque la mente es la continuidad. La mente con su plenitud de conocimiento, la memoria, y lo nuevo, no puede entenderlo, y si tu mente trata de captarlo, se transforma en términos del pasado; le dará forma y significado; lo clasificará.

Si las cosas están vinculadas con lo viejo, la mente está tranquila porque puede entender. Explosión es algo que la mente no puede entender, pues en realidad ella es quien estalla y queda descartada completamente. Lo segundo que hay que comprender es que tú no eres capaz de saber lo que es la explosión: todo lo que entiendas no puede serIo pues lo que tú cambiarás es algo conocido en viejo. Puedes pensar que es como cualquier otra explosión, pero la explosión espiritual no es similar a fenómeno alguno.

Si una bomba estalla, todo se destruye; desaparece el orden anterior desaparece y se produce el caos. Nada nuevo se ha creado; subsiste el caos, la continuidad con el viejo orden. Es lo viejo en forma desordenada. Ninguna explosión material podría ser jamás símbolo o metáfora de mutación espiritual. La palabra proviene de un hecho material y tiene una connotación engañosa. Explosión espiritual no significa que lo viejo se haya desordenado, vuelto caótico, sino que algo nuevo ha nacido.

La explosión material es destructiva; la espiritual creadora. Si la queremos entender por analogía no podremos conocerla: algo muy nuevo adquiere existencia; puedes crearla; tan sólo estar vacío. Sólo puedes ayudar negativamente con tu ausencia, tu desaparición. Si estás ausente, la explosión tendrá lugar. Tu cooperación se necesita, pero de modo negativo, y esto es arduo; en cambio en forma positiva es fácil. Cooperar es fácil, no cooperar también; pero intervenir negativamente es muy difícil, porque implica no crear obstáculos, y los vamos creando al estorbar la creación de lo nuevo. Siempre enfatizamos lo viejo; el "nosotros" el "yo". Cuando digo que el yo es el pasado total, ¿cómo puede engendrar lo nuevo? ¿Cómo crear el futuro siendo el pasado? Siempre que digas yo, existirá el pasado en una sola palabra, lo muerto, lo que debiera estar enterrado y subsiste detrás del yo. Por eso es el yo el estorbo, el único obstáculo y obstrucción para que entre lo nuevo.

Comprende que tú eres lo viejo, y deja que esta comprensión se ahonde, penetre profundamente en lo más íntimo de tu ser. Date cuenta de que tú no puedes ayudar al surgimiento de lo nuevo, y, a menos de que lo nuevo surja, no hay espiritualidad; a menos de que lo nuevo explote, no puedes renacer, no estarás en la dimensión de lo Divino.

No es que yo tenga que liberarme, más bien hay que liberarse del yo. No es que yo deba hacer algo para que este fenómeno suceda. Pero continuamos en el hacer esto o lo otro, en la continuación del yo, su prolongación. Me proyecta en el futuro, y entonces no puede haber explosión.

El pasado muerto, que se acumula como el polvo, se sigue acumulando en el espejo de la Conciencia, desaparece el espejo y sólo el polvo queda; nos identificamos entonces con el polvo. ¿Puedes imaginarte a ti mismo sin pasado? Si se destruyera, ¿dónde estarías? ¿Qué harías entonces? ¿Quién serías? Si todo lo que forma tu pasado se desvaneciera, paso a paso sentirías tu desintegración y desaparición. ¿Entonces con que ibas a identificarte? Sin pasado todavía existirías, pero no del mismo modo; serías diametralmente opuesto a lo que eras. Si todo tu pasado se desvaneciera serías sólo Conciencia, ya no un ego. El ego es la acumulación del ayer, del pasado. Si se desvaneciera te convertirías en un espejo, reflejándolo todo con una nueva identidad. Si te das cuenta que eres tú el estorbo, no tienes que hacer nada, tu estado de alerta destruirá la vieja identidad, y cuando esto sea así completamente, cuando se produzca la abertura entre tu Ser real y tus memorias; entre tu ego y tú, en esa abertura, en ese espacio se producirá la explosión, esta explosión que no puede captarse intelectualmente en ningún sentido, y peor será cuanto más lo trates. No te preocupes, pues, relájate; no te esfuerces en entenderme, siente más bien, dentro de ti mismo lo que digo. Si te afirmo que eres el pasado, no juzgues si es cierto o no. Simplemente adéntrate y siente lo que, has oído; piensa en términos de hechos consumados. Porque lo son.

Adéntrate y mira si de veras eres el pasado, si lo que te he dicho es realmente un hecho. ¿Tienes algo más que tu pasado? ¿Eres el pasado muerto, o hay algo vivo en ti que no sea parte integrante de tu ayer? ¿Qué es? No puedes encerrarlo en tu pasado, porque el yo es confinamiento. Puesto que el pasado es limitado, puedes confinarlo: es finito. Pero cuando te das cuenta de que hay algo en ti que no es parte del pasado sino del aquí y ahora, entonces, aunque todo el pasado se destruya, permanecerá, y lo que subsista, a pesar de la eliminación del pasado, es la conciencia como un espejo, la Conciencia pura: eres el espejo que lo refleja todo, sientes el espacio entre tu ego y tú.

Si puedes permanecer alerta a esto, consciente, estás meditando; si puedes permanecer en este entendimiento alerta, en este espacio entre tu Ser real (Conciencia) y tu pasado, la acumulación de tu ser (ego) se convierte en capa externa, línea fronteriza. Tu centro es Conciencia pura, permanece en él. Será muy difícil, muy arduo e inconveniente, porque nunca has estado así. Siempre corremos hacia la periferia y nos identificamos con ella; vivimos en la superficie, nunca en el centro; en la periferia que es el ego, pues todos los acontecimientos ahí suceden.

La circunferencia es el lugar donde te encuentras con los demás. Si te aman, el suceso de amor está en la periferia pues sólo la tuya entra en contacto con la del otro. Todo, en el mundo, sucede en la línea superficial, y allí permanecemos; nuestro campo de actividad. Pero el Ser está siempre en el centro, si en ese centro te mantienes, eres tú el mismo; si puedes darte cuenta de la periferia como tu pasado muerto, como la superficie, como un cuerpo, el tú se desvanece, y no me refiero al cuerpo físico; el ego es el cuerpo.

Si este espacio es, no intelectualmente comprendido, no entendido lógicamente, sino sentido existencialmente, se convertirá en algo impropio, te sentirás incómodo, como si te fueras a morir, pues siempre permaneciste en la periferia donde realizaste tu vida, y no conoces otra. Parecerá que te ahogas, y la mente te murmurará: "regresa a la periferia, allí está la vida", Pero no es así; en ella no hay vida, sólo acción; sólo qué hacer, no ser. Por esto no soportas no hacer nada; hay que hacer algo: leer el periódico, oír el radio, cualquier cosa, o irse a dormir.

La inactividad es lo más difícil, y el Ser se revela únicamente a quienes pueden permanecer en inacción, sólo en el centro. He ahí lo que quiero decir por cooperación negativa; se coopera, pero negativamente. Entonces la explosión tiene lugar; algo te sucede, pero situado tú en el centro. No quiere con esto decir que no seas capaz de nada, sino que la calidad de la acción será del todo diferente: florecerá un amor distinto que no será un acto, sino un estado de la mente, y se convertirá en tu propia existencia. Estarás henchido de amor, y toda acción, toda relación poseerá una distinta calidad, un significado diferente.

A través de esta explosión quedarás absolutamente desidentificado de la mente, del ego, del cuerpo, de la periferia… totalmente: la explosión habrá destruido la identificación; habrás perdido tu continuidad pues pertenecía a la periferia; habrás dado un salto. Si sólo vas corriendo por la superficie, tendrás continuidad, en ella puedes correr y correr toda tu vida, ya que cada paso está ligado al anterior, y te conduce al siguiente: es un proceso de eslabones. Pero saltar de la periferia al centro no es continuación de nada; es discontinuidad, sin un paso adelante ni causa anterior: algo completamente nuevo y sin causa.

Es difícil captar esto porque en nuestro mundo de acontecimientos todo tiene su causa. Pero ya la moderna física se ha acercado a este punto; y ha alcanzado una situación paralela. El comportamiento del electrón es discontinuo, y esto ha conducido a la física a entrar en una nueva dimensión.

Antes de este siglo, la física era la ciencia más firmemente basada en el método científico: todo tenía una causa y una continuidad, todo poseía una certidumbre porque sólo en un proceso causal existe la seguridad. Cuando las cosas acontecen sin causa no hay certeza, no hay leyes que puedan aplicarse. La ciencia se puso temerosa al observar la conducta del electrón: carece de causas. A veces desaparece de un punto y aparece en otro sin continuidad entre los dos. Del punto A se desvanece y aparece en el B, sin continuidad de existencia entre A y B. No se ha trasladado, su tránsito no ha sido continuo: es misterioso. Y yo recurro a ello como analogía.

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