sábado, 30 de marzo de 2019

ALEJARSE DEL CONOCIMIENTO


Ve más allá de la ignorancia, pero no te olvides de que el conocimiento no es la meta. Es solamente el medio. Has de trascenderlo. Y cuando alguien va más allá del conocimiento, se convierte en un Buda. Entonces es sabio, no erudito; es sabio, no está simplemente más enterado. No es que sea más erudito. Simplemente es sabio, simplemente es más consciente. Por eso el conocimiento es bueno porque te saca de la ignorancia, y el conocimiento es malo si empiezas a apegarte a él. Si se convierte en un apego, es malo. Emplea el conocimiento para ir más allá de la ignorancia, y entonces, mediante el conocimiento, trasciéndela.

Buda cuenta una historia que le gustaba mucho. Contó esta historia miles y miles de veces. El dice que el conocimiento es como una balsa. Cruzas un río con una balsa y luego abandonas la balsa y el río y sigues. Buda cuenta que había cinco hombres eruditos. Cruzaron el río con una balsa y entonces cavilaron y pensaron, “Ya que esta balsa nos ha ayudado a cruzar la corriente, debemos trasportarla sobre nuestras cabezas. ¿Cómo vamos a ser unos desagradecidos? Esto es pura gratitud”.

De modo que esos cinco eruditos transportaron esa balsa sobre sus cabezas hasta el mercado. Entonces se congregó todo el pueblo y les preguntaron, “¿Qué es lo que estáis haciendo? Esto es una novedad”.

Ellos dijeron, “Ahora no podemos abandonar esta balsa. Esta balsa nos ha ayudado a cruzar la corriente y estamos en tiempo de lluvias y el río está crecido. Era imposible sin esa balsa. Esta balsa es un amigo y simplemente nos mostramos agradecidos.

Todo el pueblo se rió. Dijeron, “Sí, esta balsa fue un amigo, pero ahora esta balsa es un enemigo. Ahora sufriréis por causa de esta balsa, ahora se convertirá en una atadura. Ahora no podréis ir a ninguna parte, ahora no podréis hacer nada”.

El saber es una balsa para ir más allá de la ignorancia, pero siendo así no has de llevarla sobre tu cabeza tal y como esos eruditos la llevaban. En realidad no es correcto decir “la llevaban”, porque la carga se va haciendo tan grande que no puedes ni moverte. ¡Tira esa balsa! Es difícil tirarla porque te ha salvado. Has cruzado la corriente y puede que tu lógica discurra así, “Si nos deshacemos de esta balsa, estaremos en la misma situación en la que estábamos entonces, antes de emplear la balsa”. Esto suena lógico, pero no lo es, porque cuando no existía la balsa estabais en una orilla del río; cuando usasteis la balsa llegasteis a la otra orilla del río y si os deshacéis de ella no estaréis en la misma situación de nuevo.

El hombre teme desembarazarse del saber porque teme convertirse de nuevo en ignorante. No puedes volverte ignorante de nuevo. Uno que ha conocido no puede caer otra vez en la ignorancia. Pero si ahora se apega a su saber, no podrá tampoco ir más allá. ¡Tíralo! No vas a regresar a la ignorancia. Ascenderás hasta la Iluminación.

Uno asciende hasta el conocimiento desprendiéndose de la ignorancia, y luego uno asciende hasta la Iluminación desprendiéndose del conocimiento. Por eso es bueno enseñar conocimiento al ignorante, y es bueno enseñar otra vez otra clase diferente de ignorancia a los que poseen el conocimiento. Uno ha de volverse ignorante en una dimensión diferente, con una cualidad distinta, simplemente desembarazándose del conocimiento.

Por eso es inevitable que uno alcance el conocimiento, pero luego no es inevitable el que uno haya de permanecer allí. Debes pasar por él. Es un deber, no lo puedes evitar, pero no te has de quedar ahí, debes irte, alejarte del conocimiento; esto es lo que significa. ¿Cómo alejarte de este conocimiento? Como dije, si te vuelves consciente del sufrimiento, lo trasciendes. Si te vuelves consciente de tu conocimiento, trasciendes el conocimiento. Ser consciente es la única técnica para trascender, sea cual sea el problema. ¡Ser consciente es la única técnica!
Sabes muchas cosas, entonces te identificas con lo que sabes, si alguien niega lo que conoce o lo contradice, te sientes herido como si te hubiese negado a ti o te hubiese contradicho a ti. Tu saber es algo distinto de ti. Siente la separación. Tú no eres lo que sabes. En el momento en que percibes esto, que “Yo no soy lo que sé”, entonces trata de ser consciente de ello. Sé consciente de que “Esto sé, esto no sé y eso que sé, puede que sea cierto o puede que no”.

No te vuelvas loco con ello, no te impliques.

Sócrates solía decir, solía decir siempre, “Por lo que respecta a lo que sé esto parece ser cierto, únicamente parece ser cierto. Y eso solamente por lo que respecta a mi conocimiento. Puede que no lo sea porque mi saber puede aumentar; puede que no sea cierto porque puede que solamente me parezca que es cierto”. Entonces si alguien te contradice, no te sentirás herido. Al contrario, esa persona te está ayudando. ¿Por qué has de sentirte herido?

Si alguien te dice, “Estás equivocado”, te está aportando más saber, algo más, algo distinto. Si no te identificas, te sentirás agradecido; si estás identificado, te sentirás herido. Entonces no es cuestión de saber, es cuestión de un ciclo egoísta. Entonces no es lo que ha dicho, “Digas lo que digas no es verdad”. En realidad él ha dicho, “Tú estás equivocado”. Lo percibes así. Si lo percibes así nunca podrás ser consciente de tu conocimiento. ¡Sé consciente! Es algo que has acumulado, pero ha ayudado. Tiene su utilidad.

Los budistas, la palabra de los budistas zen para el conocimiento es upaya. Lo llaman “solamente un instrumento”. Empléalo, pero no te vuelvas loco, no te obsesiones con él, no te identifiques con él. Permanece en la distancia, permanece separado. Esta distancia, este permanecer separado es lo primero que es necesario. Y entonces sé consciente. Cuando estés diciendo algo, dilo con plena consciencia de que lo que dices no eres tú, sino sólo lo que sabes. Está consciencia te llevará más allá.
Sea cual sea pues el problema, al identificarte con él creas inconsciencia, y retrocedes. Siendo consciente de él creas consciencia y lo trasciendes.

sábado, 23 de marzo de 2019

LA PARADOJA DEL SUFRIMIENTO


¿Qué es lo que realmente sucede cuando ganas en conocimiento? Te das cuenta de la ignorancia. Y, realmente, la riqueza quiere decir: abarcar ambos polos. No puedes ser rico si solamente conoces una parte. Cuando conoces ambos extremos opuestos, cuanto te desplazas a ambos extremos, entonces te vuelves rico.

Por ejemplo, si solamente conoces la belleza y no te das cuenta de la fealdad, tu sentido de la belleza no puede ser muy elevado. ¿Cómo va a serlo? Siempre va en proporción. Cuanto más empiezas a captar la belleza, más empiezas a captar la fealdad. No son dos cosas, sino un solo movimiento en una dirección y con dos sentidos. Pero la dirección es única. No puedes decir, “Solamente soy consciente de la belleza”. ¿Cómo vas a decirlo? Con este sentido, con este sentido estético de la belleza, el sentido de la fealdad va de la mano. El mundo se vuelve más bello, pero al mismo tiempo más feo. Esa es la paradoja.

Empiezas a sentir la belleza del atardecer, pero también simultáneamente empiezas a percibir la fealdad que hay a tu alrededor. Si alguien dice, “Percibo la belleza del atardecer, pero no percibo la fealdad de la pobreza y de los barrios bajos”, está, o bien engañándose a sí mismo o a los demás. ¡Es imposible! Cuando un atardecer se vuelve hermoso, los barrios bajos se vuelven feos. Y, teniendo como contraste una puesta de sol, cuando contemplas los barrios bajos estás simultáneamente en el cielo y en el infierno. Todo funciona así y todo ha de ser así. Una cosa crea su opuesto.

Por esto, si no percibes la belleza, no te darás cuenta de la fealdad. Si eres consciente de lo bello, serás consciente de lo feo. Disfrutarás, percibirás el éxtasis de la belleza y luego sufrirás. Esto forma parte del crecimiento. Crecer siempre implica el conocer los extremos que constituyen la vida. Por eso cuando un hombre se vuelve consciente, también se vuelve consciente de que no es consciente de muchas cosas, y por eso sufre.

En multitud de ocasiones he visto, he observado, a las personas que acuden a mí para meditar. Dicen, “Me encuentro muy alterado, con dolores internos, sufriendo. Ayúdame como sea a aquietar mi mente”. Les sugiero que hagan algo y al cabo de una semana vuelven y me dicen, “¿Qué nos has hecho? ¡Estamos más perturbados!”. ¿Por qué les sucede esto? Porque cuando comienzan a meditar, cuando empiezan a percibir cierto silencio, empiezan a notar más lo que les altera. Teniendo como fondo ese silencio, la perturbación se percibe con más claridad. Antes estaban simplemente perturbados, sin silencio interior. Ahora tienen algo para contrastar, para comparar. Ahora dicen, “¡Me estoy volviendo loco!”.

Por eso siempre que alguien empieza a meditar, se hará consciente de muchas cosas de las cuales no tenía consciencia, y debido a esa consciencia, sufrirá. Así son las cosas y uno ha de pasar por ellas.

Si empiezas a meditar y no sufres, quiere decir que no es meditación, sino hipnosis. Significa simplemente que te estás drogando a ti mismo. Te estás volviendo más inconsciente. Con una auténtica y verdadera meditación sufrirás más porque te volverás más consciente. Verás la fealdad de tu ira, percibirás la crueldad de tus celos, tendrás la evidencia de tu comportamiento. En cada gesto, empezarás a percibir un animal escondido en ti, y sufrirás. Pero así es como uno crece. El crecer es un nacimiento doloroso. El niño sufre cuando sale del vientre, pero es parte del proceso de crecimiento. De modo que está bien que la consciencia y el conocimiento aporten mayor riqueza y profundidad a la vida de un hombre, no porque el hombre no sufra, sino porque el hombre sufre.

Si alguien ha llevado una existencia cómoda, como sucede en las familias ricas, verás, observarás, que si una persona nace rica, si ha vivido sin conocer el sufrimiento, sin conocer lo que supone el dolor de vivir, sin saber nada, entonces siempre que surge la demanda, incluso antes de que surja la demanda, lo que pide está allí. No ha sufrido hambre, no ha sufrido el amor, no ha sufrido nada. Pida lo que pida se le complace, o mejor, se le complace antes de que surja la demanda. Pero mira entonces en los ojos de este hombre: no descubrirás profundidad alguna. Es como si no hubiera vivido. No ha luchado, no sabe lo que es la vida.

Por eso es difícil encontrar profundidad alguna en esos hombres. Son superficiales. Si ríen, su risa es superficial. Solamente está en los labios, nunca proviene del corazón. Si lloran, el llanto es superficial. No proviene de las profundidades del ser; es solamente algo formal. Cuanta más lucha, más profundidad. Esta profundidad, esta riqueza, este conocimiento, creará tal complejidad que te gustaría poder escapar de ella. Cuando sufres, deseas escapar de él. Si buscas escapar del sufrimiento, entonces puede que te atraiga el alcohol, la marihuana o el LSD o lo que sea.

La religión no significa escapar del sufrimiento, sino vivir con él. ¡Vivir con él, no escapar de él! Y si vives con él, te volverás más y más consciente. Si quieres escapar, tendrás que dejar de lado la consciencia. Entonces, de alguna forma, te tendrás que volver inconsciente.

Hay muchos métodos. El alcohol es el más fácil, pero no el único método ni el peor. Puedes escuchar música y quedarte absorto en ella; entonces estás empleando la música como el alcohol. Cuando te das cuenta, tu mente se ha desviado hacia la música y te has olvidado de todo lo demás. La música está funcionando como el alcohol. Puedes emplear todas esas cosas como el alcohol, como un intoxicante.

Cualquier cosa que te haga menos consciente de tu sufrimiento es antirreligioso. Todo lo que te haga más consciente de tu sufrimiento y que te ayude a encararlo, sin huir, es religioso. Si no escapas, si permaneces allí con tu sufrimiento, un día el sufrimiento desaparecerá y tú habrás crecido a una mayor consciencia.

El sufrimiento desaparece de dos maneras. Te vuelves inconsciente; entonces el sufrimiento desaparece para ti, pero, en realidad, el sufrimiento permanece allí. No puede desaparecer. ¡Permanece allí! En realidad ha sido tu consciencia la que ha desaparecido, de forma que eres incapaz de percibirlo, no puedes ser consciente de él. Si te vuelves más consciente, entretanto tendrás que sufrir más. Pero acepta el sufrimiento como parte del crecimiento, como parte del adiestramiento, simplemente como una disciplina y entonces, un día, el sufrimiento desaparecerá no solamente para ti. Desaparecerá objetivamente. Emplea el sufrimiento como un escalón, no escapes de él. Si escapas de él, estás escapando de tu destino, de la posibilidad de ir más allá de tu destino, de la posibilidad de ir más allá del conocimiento empleando el sufrimiento como medio.

Cada día hay sufrimiento. Sufre conscientemente, no trates de escapar. Entonces tendrás una llave, una llave secreta para transformar tu crecimiento en una bendición.


sábado, 16 de marzo de 2019

LA RELATIVIDAD Y LA CERTEZA


Steinbeck ha escrito en alguna parte en su diario, “Es mejor haber vivido y amado que no haber amado en absoluto”.

Tensión también ha dicho, “Es mejor haber amado y haber sentido su pérdida, que no haber amado nunca”. El amor posee su propio sufrimiento. En realidad una vida sin amor tiene menos sufrimiento; por eso si eres capaz de soslayar el amor, te evitarás mucho sufrimiento. Si eres vulnerable al amor, sufrirás más. Pero el amor aporta riqueza, profundidad; por tanto si no has amado, no habrás vivido. El amor es una clase de conocimiento más profundo.

El conocimiento al que nosotros llamamos conocimiento es sólo un conocimiento superficial; es conocer a alguien, a algo, solamente desde el exterior. Cuando amas a alguien, lo conoces desde dentro. Esto no es superficial. Ahora has profundizado en alguien y sufrirás más, pero el amor te aportará una nueva dimensión a la vida. Por eso una persona que no haya amado no ha vivido en el plano humano; debido a que el amor conlleva mucho sufrimiento, lo evitamos. Todo el mundo evita el amor. Hemos inventado muchas triquiñuelas para evitar el amor porque el amor conlleva sufrimiento. Pero si triunfas en evitar el amor, has triunfado al evitar una cierta profundidad que solamente el amor puede aportar a tu vida. Crece en conocimiento y crecerás en sufrimiento; crece en amor y sufrirás aún más, porque el amor es un conocimiento más profundo.

Surgirá la riqueza, pero ésta es la paradoja y ha de ser correctamente entendida: cuando más te enriquezcas, más pobreza percibirás. Cuando más rico te sientas, te sentirás también más pobre. En realidad un hombre que es pobre, un auténtico pobre, nunca se percibe a sí mismo como pobre. Solamente un rico empieza a sentir una mayor pobreza. Si observas al mendigo verás que es feliz con calderilla; muy feliz. No puedes ni imaginarte cómo es capaz de sentirse feliz. Recoge unas pocas monedas durante el día, pero es muy feliz.
¡Observa a un rico! Ha acumulado tanto que es incapaz de gastarlo, pero no es feliz. ¿Qué le ocurre? Cuanta más riqueza tienes, más pobre te sientes. Y esto sucede en todos los ámbitos. Cuanto más sabes, más ignorante te sientes. Una persona que nada sabe, nunca siente ser un ignorante. ¡Nunca siente serlo! Es imposible porque este sentimiento forma parte del saber. Cuanto más sabes, más cuenta te das de lo mucho que queda por conocer. Cuanto más sabes, más sientes que todo lo que conoces no es nada.

Se dice que Newton dijo, “He estado en la playa y todo lo que he podido reunir es un puñado de arena, nada más. Es una gran e infinita inmensidad. Todo lo que sé es como un puñado de arena en mi mano y todo lo que no sé es esta infinita inmensidad del océano”. Newton se siente más ignorante de lo que tú te puedas sentir, porque ese sentimiento es parte del saber.

Si eres capaz de amar, podrás sentir la imposibilidad de amar. Podrás sentir que es virtualmente imposible amar a alguien. Pero si no amas a nadie; nunca te darás cuenta de que el amor es un largo y tortuoso viaje, porque solamente cuando te introduces en algo es cuando te das cuenta de la finitud de tu capacidad y la infinitud de aquello en lo que estás entrando. Cuando salgo de casa me encuentro con el cielo. Si me quedo en mi casa, no lo llego a conocer y puede que, finalmente, me llegue a creer que aquella sea todo el universo.

Cuanto menos sabes, más confiado te sientes. Cuanto más sabes, menor es tu confianza. Cuanto mayor es tu conocimiento, más dudará la mente en afirmar, e incluso sólo en opinar, lo que es correcto y lo que está equivocado. Cuanto menos sabes, más certidumbre posees.

Hace tan sólo cincuenta años la ciencia poseía una certeza absoluta, una certeza total. Todo estaba claro y clasificado. Y entonces se presentó Einstein, quién probablemente fue la primera mente científica que se encontró en la plena inmensidad del mundo, del universo. Entonces todo se volvió incierto. Einstein dijo, “El poseer una certeza sobre algo demuestra que eres un ignorante. Si sabes, como mucho podrás estar relativamente en lo cierto”. “Relativamente en lo cierto”, es sencillamente otro nombre para la incertidumbre. “Al ser todo relativo”, enuncia Einstein, “la ciencia nunca podrá volver a ser absoluta”. Y en la actualidad nos hemos encontrado con tanto conocimiento que todo ha resultado alterado y hecho añicos. Todas las certezas han desaparecido.

Mahavira, una de las mentes más penetrantes de toda la historia de la Humanidad, no decía nada sin emplear “quizás” en ello. Si le preguntabas, “¿Existe Dios?”, él te contestaba “Quizás exista o quizás no exista”. Incluso si le preguntabas, “¿Eres tú real?”, él decía, “Quizás soy real y quizás no, porque en cierto sentido sí soy real y en otro sentido no lo soy. Puesto que voy a morir, ¿cómo puedo afirmar que soy real? Un día simplemente me evaporaré y no serás capaz de descubrir ni adonde me he ido. ¿Cómo voy a decir pues que soy real? Desapareceré tal y como un sueño desaparece por la mañana. Pero incluso entonces no podré afirmar con certeza que soy irreal, porque para afirmar que soy irreal, se necesita algo de realidad. Hasta para soñar se necesita de alguien que sueñe, alguien que sea real”. Por eso solía decir; “Quizás sea real y quizás no lo sea”.

Fue por esto que Mahavira no tuvo gran cantidad de seguidores. ¿Cómo vas a tener seguidores si tú mismo posees tal incertidumbre? Los seguidores necesitan de certezas, de dogmatismo absolutos. Di, “Esto está bien y eso está mal”. Si en realidad “eso” está bien es otra cosa, pero muéstrate seguro y crearás confianza en tus seguidores pues ellos han venido para saber, no para preguntar. Han venido a por certezas. Han venido por dogmas, no en busca de una auténtica indagación. Así, una mente inferior a la de Mahavira reunirá multitud de seguidores. En realidad, cuanto más inferior es la mente, más fácil es volverse un líder, porque todo el mundo necesita de certezas. De esta forma se sienten seguros.
Con Mahavira todo se vuelve incierto. Y lo tenían tan claro que si le preguntabas una cosa, te daba siete respuestas diferentes. Te daba siete respuestas, cada una contradiciendo a la anterior. Entonces todo adquiría tal complejidad que retornabas más ignorante que cuando habías llegado.

Con Einstein, por primera vez el genio de Mahavira se introdujo en la ciencia. La relatividad es un concepto de Mahavira. El afirma que todo está en relación, que no hay nada absoluto, y que lo diametralmente opuesto es verdadero en cierto modo. Pero entonces todas las frases se convierten en algo tan elevado, contienen tantos paréntesis, que no puedes tener certeza alguna con ellas.

Por eso solamente existen 2.500.000 de jainos en la India. Si Mahavira hubiera convertido solamente a veinticinco familias, en la actualidad se habrían convertido en esos 2.500.000, solamente reproduciéndose. ¿Únicamente 2.500.000 después de veinticinco siglos? ¿Qué ocurrió en realidad? Mahavira no pudo realmente convertir a nadie. Una mente tan aguda no era capaz de convertir. Se necesita una mente inferior para crear seguidores. Cuanto más estúpido es el líder, mejor, porque entonces podrá decir que sí o que no con plena seguridad y sin saber nada.



sábado, 9 de marzo de 2019

LA IGNORANCIA, EL CONOCIMIENTO Y LA ILUMINACIÒN


La ignorancia es felicidad porque en ella nadie es consciente de sus problemas. Pero uno tampoco es consciente de su dicha. Se asemeja a estar en un estado de coma. No hay sufrimiento, no hay ansiedad, porque los problemas no existen cuando estás dormido. Con el conocimiento uno empieza a darse cuenta de muchos problemas y entonces sobreviene el sufrimiento. Este sufrimiento continúa a menos que uno también trascienda el conocimiento.

Esos son pues los tres estados de la mente humana. El primero es la ignorancia en la cual eres dichoso, pero no eres consciente de ello; el segundo es el conocimiento en el cual eres consciente y dichoso. En cierto sentido la Iluminación se asemeja a la ignorancia y en otro se asemeja al conocimiento. En cierto sentido se parece a la ignorancia porque es dichosa, y contraria al conocimiento porque no contiene sufrimiento. En otro sentido se asemeja al conocimiento porque hay consciencia y es distinto de la ignorancia porque la ignorancia es una absoluta ausencia de consciencia.

La Iluminación es gozo consciente. El conocimiento es un camino, un viaje. Has abandonado la ignorancia, pero aún no has alcanzado la Iluminación. Estás a medio camino. Por eso el conocimiento es tensión. O bien has de trascender el conocimiento o has de volver atrás. Y el volver atrás no es posible. Has de esforzarte en trascender.

Se me pregunta si el conocimiento también aporta riqueza, crecimiento y profundidad a la vida del hombre. ¡desde luego que lo aporta! Aporta riqueza porque cuando te vuelves consciente, con la consciencia que se expande, tú te expandes, con la consciencia que se ensancha tú te vas ensanchando más y más porque tú eres tu consciencia. Cuando eres ignorante es como si no existieras. No sabes que existes. Existes, pero no hay profundidad, no hay un peso específico. Con el conocimiento comienzas a percibir tu ser multidimensional, y la riqueza la aporta al sufrimiento.

El sufrimiento no es algo contrario a la riqueza: el sufrir te enriquece. El sufrir es doloroso, pero el sufrimiento te aporta profundidad. Uno que no haya sufrido será solamente superficial. Cuanto más sufras, tanto más habrás llegado a niveles más profundos. Por ello un hombre sensible sufre más y uno con menor sensibilidad sufre menos. Una mente superficial no sufre en absoluto. Cuanto más profunda es tu mente, más profundo es tu sufrimiento.

De modo que el sufrir supone enriquecimiento. Los animales no pueden sufrir, solamente el hombre sufre. Los animales pueden sentir el dolor, pero el dolor no supone sufrimiento. Cuando la mente empieza a percibir el dolor y a reflexionar sobre él, a pensar en su significado y en la posibilidad de trascenderlo, entonces se convierte en sufrimiento. Si simplemente sientes el dolor, es algo muy superficial.

Se ha observado que las ratas tienen un período pensante de unos cuatro minutos. Son capaces de pensar en el futuro durante cuatro minutos y son capaces de pensar en el pasado durante cuatro minutos. Más allá de esos cuatro minutos no hay nada para ellas. Su espacio pensante tiene esa amplitud. En otros mamíferos ese período se extiende a doce horas. El período de los monos es de veinticuatro horas. El mundo que existía veinticuatro horas antes en su conciencia desaparece y el mundo que existirá después de veinticuatro horas tampoco existe. Sus mentes poseen un límite de veinticuatro horas, no pueden ir más allá.

El hombre posee un período más amplio. Toda su vida, desde la infancia hasta la muerte, es su período y para aquellos que son más sensibles, el período es aún mayor. Son capaces de recordar vidas pasadas y pueden predecir sucesos más allá de esta vida, en el futuro. Con ello se gana amplitud, pero también sufrimiento.

Si una rata no es capaz de ir más allá de los cuatro minutos, sufrir por el futuro es algo imposible; sufrir por el pasado es imposible. El mundo existe solamente en esos cuatro minutos, de modo que si había dolor cuatro minutos antes, ese dolor desaparece al cabo de cuatro minutos; no se guarda recuerdo alguno de él. Si hubiera miedo en esos cuatro minutos posteriores, no serían capaces de pensar en ello, no podría ser percibido, no podría ser observado, no.

Con el hombre el sufrimiento es más hondo porque es capaz de ir hacia el pasado e imaginarse el futuro. No solamente eso: la mente es capaz de percibir el sufrimiento de los demás. Los animales no pueden percibirlo. Los animales superiores poseen ciertos rasgos que los inferiores no poseen. En los animales inferiores, si muere alguien perteneciente al grupo, sencillamente se olvidan de él. Lo dejan. La muerte no supone un problema. Ni pueden imaginarse su propia muerte ni pueden imaginarse lo que le haya sucedido a algún miembro de su grupo. Es imposible. Es como si no existiera. Pero el hombre imagina, siente, contempla, su propio sufrimiento y también los sufrimientos de los demás. Con una mente más sensitiva incluso la simpatía puede convertirse en empatía. Estás sumido en un profundo dolor; me doy cuenta de que sientes dolor, lo comprendo. Siento compasión. Pero si mi mente es aún más aguda, más sensible, puede que empiece a sentir el mismo dolor.

Se dice que Sócrates dijo, “Aunque un cerdo sea absolutamente feliz prefiero seguir siendo un Sócrates e infeliz, que ser un cerdo y feliz”. ¿Por qué? Si un cerdo es feliz, sé un cerdo. ¿Por qué ser un Sócrates e infeliz? La razón es la profundidad. Un cerdo carece absolutamente de profundidad. Sócrates sufre, más que nadie, pero aún así prefiere seguir siendo Sócrates con su sufrimiento a cuestas.

Este sufrir posee su riqueza. Un cerdo es algo pobre. Es parecido a esto: alguien está en coma, inconsciente; no sufre. ¿Te gustaría estar inconsciente, en coma? Entonces no sufrirías. Si la elección que se plantea es ésta, entonces eliges ser tú mismo, sea cual sea el sufrimiento. Dirás, “Prefiero permanecer en coma y sufrir antes que estar en coma y no sufrir, porque ese “no sufrir” se asemeja a la muerte”. El sufrir está ahí, pero también una riqueza, la riqueza del sentir, la riqueza de la mente, la riqueza del vivir.

sábado, 2 de marzo de 2019

EL TRABAJO Y LA MEDITACIÒN


En esta industrializada era de la velocidad, de la prisa, de la actividad, de la tensión, el hombre se siente totalmente exhausto después de un día de trabajo. En esta situación resulta difícil para él tener silencio y quietud interior.

La situación aparenta ser así. No lo es. Más bien es al contrario. No te sientes exhausto por culpa de esta época industrializada y por el trabajo y las tensiones. Te sientes exhausto porque has perdido el contacto con tu quietud interior. El trabajo no es el problema: tú eres el problema. Tampoco la época es el problema: tú eres el problema.

No sigas creyendo que el hombre moderno está más agobiado por el trabajo. El está menos agobiado. Un hombre primitivo lo estaba en mayor medida. La mecanización, la industrialización, ayudan a ahorrar tiempo. Han surgido para ahorrar tiempo y han ahorrado mucho.

Pero debido a que ahora tienes tiempo y no tienes quietud, debido a que dispones de tiempo pero no sabes còmo emplearlo, surgen los problemas. Un hombre primitivo tenía menos problemas, no porque estuviera más en silencio y en quietud, sino porque no disponía de tiempo, no tenía tiempo, que le pudiera causar problemas. Tú dispones de más tiempo y no sabes qué hacer con él.

Esta disponibilidad de tiempo puede emplearse para un viaje hacia el interior. Y si un hombre no puede emplearlo para esa interiorización, entonces no hay solución porque cada vez ahorraremos más y más tiempo. Pronto el mundo se encontrará bajo una automatización completa.

Dispondrás de tiempo y no sabrás que hacer con él y, por primera vez en la historia, el hombre habrá alcanzado la utopía por la cual siempre ha suspirado, aquella que siempre ha deseado. Entonces se sentirá perdido por no saber qué hacer con ella.
Dispones de más tiempo que en cualquier otra época y no te sientes exhausto por culpa del trabajo. Estás exhausto porque has perdido tu contacto interno, porque no sabes cómo hacer para profundizar en ti y ser revitalizado. Has perdido incluso la capacidad de dormir. Ese solía ser el método habitual para ir hacia el interior de uno mismo. Así uno se sentía fresco, revitalizado, recargado, al amanecer. Pero en la actualidad hemos perdido la habilidad para dormir y la hemos perdido debido a la revolución mecánica, porque ahora tus cuerpos no son forzados a trabajar. Al trabajar menos estás menos cansado y por causa de ejercitarte menos, eres incapaz de dormir.

Un hombre del campo todavía duerme profundamente. Al estar su cuerpo agotado, duerme profundamente. Tu cuerpo no se siente agotado, por eso das vueltas en tu lecho. Las máquinas han reemplazado tu tarea y estás menos cansado. Recuérdalo. Y así eres incapaz de conciliar el sueño y el método natural para revitalizarte interiormente se pierde. Por la mañana estás más agotado que por la noche y entonces un nuevo día comienza y te sientes de nuevo exhausto.

Vives una vida de agotamiento. No es tan sólo que te sientas agotado al anochecer. Por la mañana también te sientes exhausto. ¿Qué es lo que ocurre? El hombre necesita el contacto continuo con la fuente interna. No me preguntes pues cómo puede un hombre agotado meditar.

Es como preguntarme el modo en que un hombre enfermo, un hombre con mala salud, puede tomar la medicina. Èl la necesita y solamente él la necesita.

Estás agotado, por eso la meditación será una medicina para ti. Y no alegues que no dispones de tiempo. Dispones de mucho, de mucho más del que puedes emplear. Todo el mundo desperdicia su tiempo de mil maneras. La gente suele jugar a cartas. Si les preguntas te dirán, “Estamos matando el tiempo”. Los cines están repletos. ¿Qué hace allí la gente? ¡Matan el tiempo! Acuden a hoteles, a clubs. ¿Qué es lo que hacen allí? Matan el tiempo.
Pero tú no puedes “matar el tiempo”. El tiempo es el que puede matarte”.

De modo que en la actualidad nadie carece de tiempo libre. Y no creas que el tiempo es algo limitado. No creas que el día consiste en veinticuatro horas, ¡no! Depende de ti. Depende de las horas que tú pongas en cada día. Depende de eso.

Alguien le preguntó a Emerson, “¿Cuántos años tienes?”. El contestó, “Trescientos sesenta años”.

Era inaudito por lo que el hombre le preguntó, “Perdóname, parece que no te he entendido bien. Dímelo de nuevo. ¿Cuántos años?”.

Emerson repitió en voz alta, “Trescientos sesenta”.

Pero el hombre dijo, “No puedo creerlo. Es imposible. No tienes más de sesenta”.

Emerson dijo, “De acuerdo, estás en lo cierto. Mi edad actual es de sesenta, pero he vivido seis veces más que tú. He empleado mis sesenta años de tal forma que son como si hubiera vivido trescientos sesenta”.

El hombre en cuestión tenía unos cincuenta y Emerson le dijo, “Si me dices que tienes cincuenta, voy a tener el mismo problema. No voy a creerlo porque para mí no tienes más de treinta. Simplemente has desperdiciado tu vida. No has vivido”.

Desperdiciar la vida es una cosa, vivir es otra. Por eso cada día no es algo prefijado. Un Buda puede emplearlo de tal forma que equivalga a una vida. No es “cuánto”; en último término depende de lo mucho que pongas en ello.

Eres un creador. Creamos nuestro tiempo, creamos nuestro espacio, creamos nuestro ambiente, mediante el vivir. Sea cual sea tu posición en la vida y sea cual sea tu trabajo y tu situación externa, no lo conviertas en una excusa. Puedes meditar igual y la meditación no necesita tiempo. Necesita comprensión, no tiempo.

Y no está en conflicto con otras cosas. Por ejemplo, si comes, comes conscientemente. No necesitas de ningún tiempo extra. Al contrario, ahorrarás tiempo porque comerás menos. Al hacerlo conscientemente, comerás menos; con consciencia te volverás más eficiente. Ahorrarás tiempo. Al ser consciente perderás menos energía, disiparás menos energía. E incluso, tras todo un día de trabajo te sentirás tan fresco como por la mañana, porque no es el trabajo lo que te agota; es la actitud.

Te diriges a tu oficina, a unos cuantos kilómetros. Acudes a tu oficina y eso te agota. Pero si es domingo y estás paseando por placer y vas hasta tu oficina y regresas, entonces es agradable y no te va a agotar. Te refrescará. Si haces algo como si estuvieras haciendo un trabajo, te agotará. Si haces lo mismo como si fuera por placer, te refrescará. No es el trabajo: es la actitud. La mente que vive en meditación transforma todo el trabajo en placer y la mente que no es meditativa trasforma incluso la diversión en trabajo.

Observa la gente que juega a las cartas. Están tensos. No “juegan” a cartas; lo han convertido en un trabajo. Ahora es un problema de vida o muerte. No es una diversión. Si pierden no podrán conciliar el sueño por la noche, y aún ganando tampoco podrán dormir por la noche. De cualquier forma, se sentirán exhaustos. No es una diversión, no les refrescará. Únicamente les agotará.

Observa a los niños. Se ejercitan más que tú, pero nunca se agotan. Siempre están plenos de energía. ¿Por qué? Porque todo es una diversión. Por causa de la industrialización más pronto o más tarde debido al proceso de automatización que está llegando, el hombre tendrá sólo una dimensión. Esa será la dimensión del juego. El trabajo será entonces inútil. Esa será la dimensión del juego. El trabajo será entonces inútil y todas las viejas enseñanzas de que “El trabajo es divino. “El trabajo es un deber y el trabajo es divino, y uno ha de trabajar, carecerán de sentido.

El ocio, el placer, la alegría, la fiesta, el juego, son los términos clave para el futuro. La seriedad se considerará una enfermedad. La alegría se considerará sinónimo de estar sano. Se ahorrará más y más tiempo y aun hasta los más ancianos tendrán que ser como niños que juega. Solamente entonces podrán vivir; sino, tendrán que suicidarse.

Toda la historia de la Humanidad hasta nuestros días ha estado orientada al trabajo. Desde ahora en adelante se orientará hacia la diversión. Y la meditación te proporciona una nueva infancia, una nueva inocencia, una nueva alegría. Entonces la vida entera se convierte en una ceremonia. Deja de ser un trabajo.

No te pongas excusas. Pueden parecer válidas, pero son un peligro. La meditación no entra en conflicto con nada. Si vas a la oficina, ve meditativamente. Si trabajas en la oficina hazlo meditativamente, relajadamente. Entonces no te sentirás agotado. Tómalo todo como una diversión y no te sentirás agotado. Al contrario, el trabajo se convertirá en un placer.

La meditación te otorga una nueva cualidad mental, de modo que no es una cuestión de si tienes tiempo o no. No te digo que medites tres o cuatro horas diarias, que apartes tres horas de tu vida, de tu vida de trabajo, ¡no! Si puedes hacerlo, bien. Si no puedes, no lo conviertas en una excusa. Trata entonces de cambiar y transformar tu trabajo en un acto meditativo.

Escribes algo: hazlo con plena consciencia. Cavas un hoyo en la tierra: hazlo con plena consciencia. Tanto si estás en la calle como si estás en la oficina o en el mercado, hazlo con plena consciencia.

Permanece en el presente y observa: no te sentirás agotado. Tendrás más tiempo, más energía, menos disipación y por último tu vida se convertirá en un juego.

Buscar este blog