Los Budas juegan un papel porque la consciencia humana no es únicamente individual; es también colectiva. Está en ti, pero también está fuera de ti. En cierto modo, la consciencia está en ti y tú estás dentro de una consciencia aún mayor, como un pez en el mar. El pez está en el mar y el mar está dentro del pez.
Existimos en un gran océano de consciencia y siempre que un Buda nace, siempre que alguien alcanza la condición de Buda, siempre que alguien alcance la Iluminación a través de sus esfuerzos, mediante su evolución consciente, se alza una ola en el océano. Con esa ola todo lo que está en el océano se ve afectado. Ha de ser así porque una ola en el océano forma parte de un esquema aún mayor.
Cuando Buda alcanza una determinada altura, todo el océano se ve afectado en múltiples maneras. Esta altura será entonces reverberada en todas direcciones. Lanzas una piedra a un lago: se crea un pequeño círculo. Luego se va expandiendo y por último todo el lago se ve afectado por él. Un Buda es una piedra en el lago de la consciencia humana. La Humanidad nunca volverá a ser la misma que fue antes de un Buda.
Los cristianos lo han convertido en un punto de partida. Dividen la historia en “antes de Cristo y después de Cristo”. Es algo muy significativo. En realidad la historia es diferente y no está dividida, pero la división es creada porque después de Cristo surge un cambio. Debido a que Cristo ha nacido, la Humanidad nunca podrá volver al mismo anterior estado mental. Todo se ve afectado. Nos elevamos con los Budas y caemos con los Hitlers, pero el elevarte y el caer es algo natural para ti. Un Buda nace: todo el mundo se elevará con él. Pero éste no es un esfuerzo consciente por tu parte.
Puedes emplear esta oportunidad. Un Buda está ahí: una posibilidad ha florecido en su pura esencia, una consciencia ha llegado a su culminación. Este es un instante adecuado para vuestros esfuerzos conscientes. Te tomará menos tiempo, necesitarás menos esfuerzo. Es como si la historia al completo fluyera hacia arriba. Ahora puedes nadar fácilmente. Pero si no usas la oportunidad alcanzarás la altura y bajarás. Con un Buda, asciendes; con un Hitler desciendes. Seguirás yendo arriba y abajo. Este ir hacia arriba y hacia abajo será una fuerza natural para ti. Para un Buda, supondrá un esfuerzo consciente; para ti será algo natural.
¡Empléalo! El hombre puede emplearlo de dos formas. Cuando un Buda está presente, alzarse es fácil. La consciencia entera se halla abierta encarando la cumbre. La cumbre está ahí. En tus profundidades ella resuena. La música se escucha en lo profundo; puedes seguirla. Si haces un pequeño esfuerzo, puedes alcanzar la condición de Buda con facilidad.
Existe una historia muy significativa. Buda alcanzó lo Supremo; luego permaneció en silencio durante siete días. No sentía que debiera decir nada sobre lo que había alcanzado. El silencio parecía total, indestructible. Entonces Brahma se sintió asustado, “Puede que no hable, y ¡sucede en tan pocas ocasiones que un hombre alcanza la condición de Buda!”. Por eso la historia cuenta que Brahma acudió a Buda, se postró a sus pies y dijo, “¡Has de hablar! No te quedes en silencio. ¡Debes hablar!”.
Buda dijo, “Parece que es algo inútil porque aquellos que pueden oírme y entenderme, serán capaces de entender aun sin mí. Pero aquellos que no pueden oírme, incluso aunque escuchen no podrán entenderme. Parece pues que no hay necesidad de hablar”.
Brahma dijo, “Hay otros pocos a los cuales estás excluyendo. Hay unos pocos más que se hallan en la línea fronteriza. Si hablas, te escucharán y darán el salto. Si no hablas, puede que incluso retrocedan. Están en el límite. Te escucharán y darán el salto”.
Un Buda está ahí. Es una posibilidad para dar el salto. Pero tú resultas afectado des o no des el salto. ¡Serás afectado! Pero esta influencia, sin tu voluntad consciente, será una fuerza natural. Y cuando surja un Hitler, descenderás. Tal y como ascendiste con un Buda, puedes descender con cualquiera, porque el ascender no es un logro tuyo. Con una ola que se eleva, tú asciendes; con una ola que baja, desciendes. Pero puedes emplear la oportunidad. Cuando asciendes, con sólo un poquito de esfuerzo de parte de tu voluntad, eres capaz de alcanzar más. Por eso con un Buda, miles se convierten en Budas.
Desconozco si lo sabes o no, pero en quinientos años sucedieron grandes cosas con respecto a la religión. ¡En quinientos años! Buda, -Gautama el Buda- Mahavira, Sócrates, Platón, Aristóteles, Confucio, Lao Tse, Zarathustra, Jesús aparecieron en un lapso de quinientos años, en un período determinado en el que todo ascendía. Todas las grandes religiones surgieron en esos quinientos años.
Algo misterioso radicaba en su origen, algo muy misterioso. Tan sólo en Bihar, en un lugar muy pequeño, en una minúscula provincia, en los tiempos en que Buda vivió allí hubo ocho personas de la altura de Buda. Tan sólo en la pequeña área de Bihar hubo ocho Iluminados. Estaba Mahavira, estaba Buda, estaba Ajit Keshanbal, estaba Belatiputta, ¡ocho de tales personas! Y esos eran personajes conocidos.
Alguien le preguntó al Buda, Tienes a 10.000 bikus contigo. ¿Cuántos de ellos han alcanzado la condición de Buda?”.
Buda respondió, “Tantos que no puedo contarlos”.
El que preguntaba le dijo, “¿Por qué están tan silenciosos? ¿Por qué no nos damos cuenta de ellos? ¿Por qué no son famosos?”.
Buda le dijo, “Cuando estoy hablando no hay necesidad de que ellos hablen. Y aún más, cuando alcancé por primera vez la condición de Buda, traté por todos los medios de permanecer en silencio. Fue Brahma el que me persuadió para que hablara. Por eso se han vuelto silenciosos. Nadie sabrá sobre ellos; ni sus nombres serán conocidos”.
Un día Buda acudió a su asamblea de monjes con una flor en la mano. Tenía que hablar, pero no habló. Simplemente se sentó y así continuó por largo tiempo. Todo el mundo se sintió inquieto y empezaron a susurrar de oreja a oreja. “¿Qué ocurre? ¿Por qué no habla hoy?”. Èl estaba sentado allí con una flor en la mano, una flor de loto, observándola, totalmente absorto en ella. Entonces alguien preguntó, “¿Acaso no vas a hablar?”.
Buda dijo, “Estoy hablando. ¡Escucha! Y permaneció en silencio”.
Alguien más preguntó, “Somos incapaces de comprender lo que está haciendo, señor. Está observando la flor y hemos acudido para oír algo de usted”.
Buda dijo, “Os he dicho muchas cosas que podían ser dichas. Ahora estoy diciendo algo que no puede ser dicho y si alguien lo entiende, que ría”.
Solamente una persona rió, Mahakashyapa. No era nadie conocido anteriormente; nadie sabía nada de él. Este es el único incidente que se conoce. Mahakashyapa era su nombre”.
Ananda era un discípulo muy conocido, Sariputta era un discípulo muy conocido, Mogdalayan era un discípulo muy conocido, pero Mahakashyapa era un discípulo absolutamente desconocido. Ni Sariputta, ni Ananda, ni Mogdalayan, fueron capaces de reír; solamente un hombre desconocido, del que nadie sabía nada, rió. Buda le llamó, “Mahakashyapa, ¡ven!”. Y Buda le dio la flor a Mahakashyapa y le dijo, “Todo lo que podía decir lo he dicho a los demás y lo que no podía decir te lo he dicho a ti. Toma esa flor”. Este es el único incidente conocido sobre Mahakashyapa, la única mención de su nombre.
Cuando Bodidharma llegó a la China setecientos años después de Buda, dijo, “Soy un discípulo de Mahakashyapa. Buda fue el primer Maestro, Mahakashyapa fue el segundo Maestro y en esa saga soy el vigésimo octavo”. Por esto la tradición zen en Japón dice que Mahakashyapa fue su fundador; el hombre que rió y el hombre al que Buda le dio la flor.
Por la noche, cuando todo el mundo se había ido, cuando todos se habían dispersado, Ananda le preguntó, “¿Quién es este Mahakashyapa? Nunca oímos hablar de él. Es un hombre extraño y totalmente desconocido”.
Buda dijo, “¿Cómo vas saber de él. Ha permanecido en silencio durante años. Y solamente él pudo reír debido a que había permanecido tan en silencio. Solamente él fue capaz de entender. Fue una transmisión sin palabras, una comunicación sin palabras. Solamente él fue capaz”.
Cuando un Buda está presente, con un pequeño esfuerzo de tu voluntad eres capaz de lograr mucho. Cuando un Buda no está allí, estás luchando contra la corriente. Cuando un Hitler o un Gengis Kan están presentes, se requiere mucho esfuerzo. Incluso entonces, el tener éxito es muy difícil.
Se dice que Buda dijo, “Elige el momento adecuado para nacer, escoge un tiempo en el que se halle presente”.
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