Apareció un hombre enviado por Dios;
su nombre era Juan.
Este vino como testigo, para dar testimonio de la Luz,
a fin de que por medio de él todos creyesen.
Estoy aquí. Si puedes verme, llegarás a confiar en cosas que no habías sido capaz de darte cuenta por ti mismo. A través de mi, puedes tener un vislumbre de lo que todavía no ha sido visto.
Y Dios es lo que no ha sido visto. Se necesita a alguien que pueda ser un testigo, que pueda dar testimonio, que pueda decir: "Sí, yo Le conozco", que pueda resonar en tus profundidades, que te pueda dar el sabor, a través de su contacto, de que "Sí, Dios existe". Dios nunca puede ser sólo una creencia, porque una creencia será impotente. Su naturaleza será intelectual, mental, pero no te transformará. Puedes acarrear la creencia durante toda tu vida: será parte de tu chatarra, no te transformará.
La confianza, la fe, son diferentes. La creencia es intelectual; la confianza es existencial Pero, ¿cómo puedes llegar a confiar si no te acercas a un hombre que pueda dar testimonio, que pueda decir desde las profundidades de su ser: "Sí, Dios es”? Si te permites ser vulnerable a él, y su ser conmociona algo dentro de ti, entonces nace la confianza.
Este vino como testigo Juan se transformó en un testigo ... para dar testimonio de la Luz ... El ha conocido la Luz, él viene de la Luz. Recuerda, quien conoce la Luz también sabe que viene de la Luz, porque no hay otra manera de estar aquí.
Puede que no lo sepas, pero tú también vienes de la Luz. Esa es la verdadera fuente, la semilla y la fuente de toda vida. Puede que no te des cuenta, puede que lo hayas olvidado, puede que hayas olvidado totalmente de dónde viniste la fuente está tan lejos que no la recuerdas en absoluto pero quien sea que dentro de ti tome consciencia de la Luz, inmediatamente se dará cuenta de que "Yo vengo de Èl". En realidad, de inmediato se dará cuenta de que "Yo soy Èl. Mí padre y yo somos uno".
Como es arriba es abajo. Proclamará, al igual que los profetas de los Upanishads han proclamado: "Aham Brahmasmi ... Yo soy eso". 0 dirá, como Mansoor: "Ana Zahak ... Yo soy la verdad". O, como Jesús: "Yo y mi Padre somos uno". Jesús dice: "Si confías en mí, has confiado en Aquél que me ha enviado; si me amas, has amado al que no conoces".
Este vino como testigo, para dar testimonio de la Luz, a fin de que por medio de él todos creyesen. Juan es una puerta, una ventana: a través suyo, puedes tener un vislumbre de las lejanas cimas del Himalaya.
No era él la Luz, sino quien
había de dar testimonio de esa Luz.
Esto tiene que ser entendido, ésta es una de las cosas realmente significativas. Siempre que llega un hombre como Jesús, es precedido por alguien que prepara el terreno. Tiene que ser así, porque se necesita un terreno ya preparado. La vida es una profunda continuidad; todo está conectado, todo es una unidad. Juan vino a preparar el terreno porque habían muchas malezas. La hierba estaba creciendo, mil y un tipos de árboles repletaban la tierra. Tenían que ser cortados, quitar las malezas, cambiar la tierra. Sólo entonces podría venir el jardinero a sembrar las nuevas semillas.
Siempre hay alguien que precede a un hombre como Jesús. Así dice el evangelio: No era él la Luz, sino quien había de dar testimonio de esa Luz, él vino a preparar el terreno.
Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron.
Ha venido a ayudar; ha venido a satisfacer las aspiraciones de siglos. Ha venido a lo que era suyo y los suyos no le recibieron.. Esto es algo muy irónico, pero siempre ha sucedido así. Jesús nació judío y éstos no le aceptarán. Buda nació Hindú, y éstos no le aceptaron. Siempre ha sido así. ¿Por qué? Porque siempre que nacen hombres como Jesús o Buda, suponen tal rebelión que todo lo establecido se estremece.
El hombre corriente vive en el pasado y para el hombre corriente el pasado es más importante, porque ya está establecido, es sólido. Tiene muchos intereses en el pasado, mucha inversión en el pasado. Por ejemplo, si de repente me acerco a ti y te digo que la manera en que has orado es incorrecta, y has estado orando de esa manera durante cincuenta años, entonces es mucho lo que está en juego. El creerme supondrá poner en duda cincuenta años de tu propia vida; el creerme equivale a aceptar que has sido un bobo durante cincuenta años. ¡Es demasiado! Lucharás, te defenderás.
Y cuando es cuestión de raza ... durante miles de años, una raza completa ha estado haciendo ciertas cosas; y entonces, llega un Jesús y pone las cosas patas arriba. Todo es nuevamente un caos. Disuelve todo lo que está establecido, arranca todo lo que se creía importante, crea confusión. Tiene que hacerlo así, porque te trae la cosa verdadera. Pero durante siglos has creído que la verdad era otra. ¿Qué elegir: Jesús o tu propio y prolongado pasado? ¿Qué elegir: Jesús o la tradición?
¿Sabes de dónde viene la palabra "tradición"?
Viene de la misma raíz que la palabra “comercio". También viene de la misma raíz que la palabra "traidor". La tradición es un comercio, es un negocio y la tradición es también una traición.
La tradición cree en ciertas cosas que no son verdad, la tradición traiciona a la verdad; por lo tanto, cuando la verdad aparece, hay conflicto. Lo puedes ver aquí. He nacido Jaina, pero ellos no me aceptarán. Aquí puedes encontrar Cristianos, Judíos, Mahometanos, Hindúes, Budistas, pero muy pocos Jainas. A ellos les es imposible aceptarme. Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron.
Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron.
Mas a cuantos le recibieron,
aún a aquéllos que creen en su nombre,
les dio el poder de transformarse en hijos de Dios.
Y la Palabra se hizo carne...
Muy poca gente se acercó a él. Juan vivió cerca del río Jordán, en la intemperie, fuera de ciudades y pueblos. Los que realmente quisieran transformarse le buscarían y llegarían hasta él. Muy pocos fueron, pero aquellos que lo hicieron, aún a aquellos que creen en su nombre, les dio el poder de transformarse en hijos de Dios. Aquellos que pudieron confiar fueron transformados. Y él preparó el terreno: éstos serían los primeros que estarían preparados para la aparición de Jesús.
Y la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros
y contemplamos su gloria,
gloria como hijo único del Padre
lleno de gracia y de verdad.
Y la Palabra se hizo carne una de las frases más hermosas del evangelio, y habitó entre nosotros. Con Jesús, es como si la Palabra se hubiese convertido en carne: Dios se ha convertido en hombre. El secreto se ha abierto; lo oculto ha sido revelado; el misterio se ha convertido en una verdad abierta. Todas las puertas del templo están abiertas.
Y la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros... Juan produjo la atmósfera, porque la Palabra sólo puede llegar a ser carne cuando el que escucha está listo.
Si estás listo, te podré decir lo que llevo dentro de mi corazón. Si no estás listo, será imposible pronunciarlo; será absolutamente inútil. De hecho, no puede ser expresado hasta que estés listo. Cuando tu corazón esté dispuesto, esa misma disposición hará aparecer la verdad que llevo dentro de mi corazón. Entonces, el corazón puede hablar al corazón, lo profundo puede responder a lo profundo.
Juan reunió a un grupo, un pequeño grupo de gente escogida que fueran capaces de confiar, que fueran capaces de ver con los ojos de la confianza. Sólo en esa situación es posible la aparición de Jesús. Recuerda esto: si el que escucha está dispuesto, sólo entonces puede ser pronunciada la verdad.
Y la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros
y contemplamos su gloria,
gloria como hijo único del Padre
Y esto es, realmente, algo que tiene que ser entendido, porque los cristianos lo han estado mal interpretando continuamente. Ellos siguen diciendo que Cristo es el único hijo engendrado por Dios. Sí, por un lado es verdad, pero no es verdad en el sentido en que los cristianos lo dicen.
Buda también es el único hijo de Dios, y Krishna también es el único hijo de Dios. Recuerda, lo enfatizo: el único hijo engendrado por Dios. Yo también soy el único hijo de Dios., y tú también eres el único hijo de Dios. Entonces, ¿por qué decir "el único hijo engendrado"? Si todos son Sus hijos, ¿por qué decirlo?
Tiene un significado, un sentido; tiene que decirse. Es similar a esto: te enamoras de una mujer y dices: "Eres la única mujer, la única mujer hermosa en el mundo". No es que esto sea verdad; pero aún así, es la verdad de un instante de amor.
No es una realidad del mundo exterior; es una verdad de mí sentimiento interno. Esto es lo que siento: que ésta es la mujer más hermosa del mundo. No estoy diciendo nada acerca de esta mujer; estoy diciendo algo acerca de mi corazón. No conozco a todas las mujeres; no es necesario. No es una comparación. Es un sentimiento. Estás tan poseído por el sentimiento que no decir esto estará mal.
Cuando amas a Jesús, él es el único hijo de Dios. Por lo tanto, esta frase es correcta: dice, ... gloria como hijo único del Padre. "Como", como si fuera el único hijo de Dios. Para aquellos que se enamoran de Jesús para ellos, él es el único hijo de Dios. No dicen nada acerca de Buda o en contra de Buda. No están comparando.
A eso me refiero cuando digo que Buda también es el único hijo de Dios, y que tú también lo eres. Todos en este mundo son únicos. Una vez que alcanzas tu realización interior, eres el único hijo de Dios, como si toda la existencia existiera para ti, y nada más que para ti. Los árboles florecen para ti y los pájaros .cantan para ti y los ríos fluyen para ti y las nubes se juntan para ti.
Cuando alcanzas tu realización, te transformas en el centro de la existencia. O, si te llenas de amor hacia un Buda, un Jesús o cualquiera, estas afirmaciones de amor no deberían ser tomadas como la exposición de un hecho. Son realizaciones poéticas. No puedes discutirlas; no son en absoluto discutibles. Son afirmaciones del corazón.
Y la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros ... lleno de gracia y de verdad. Cuando la verdad existe, hay gracia. y cuando hay gracia, hay verdad.
Trata de entender esto. Sólo puedes poseer la gracia si eres verdadero. Si tienes alguna mentira dentro de ti, esa mentira perturbará tu gracia, esa mentira será venenosa para tu belleza, porque esa mentira tiene que estar oculta, reprimida. A nadie se le permitirá conocerla. No puedes estar abierto; estarás cerrado por la mentira. Si engañas, no puedes ser libre y fluido. Estarás estancado con tu engaño. Por lo tanto, no digo que las mentiras sean malas porque hagan daño a los demás, no. Son malas porque perderás tu propia gracia. Los engaños no son malos porque engañes a los demás; son malos porque perturbarán tu flujo, y no estarás fluyendo. Te empezarás a helar. Estarás estancado, muerto, en muchos puntos. Tendrás bloqueos en tu ser.
El evangelio capta el punto exacto del ser de Jesús: verdad y gracia. Èl era verdad, era profundamente verdadero hasta el núcleo mismo, suprema, absolutamente verdadero. Así es como se metió en problemas. Vivir con una sociedad que es absolutamente falsa, vivir en ella con absoluta veracidad, significa meterse en problemas.
Y la gracia. El no era ni un político ni un sacerdote. Simplemente, amaba la vida y la vivía. No estaba aquí para predicar nada, no tenía ningún dogma que inculcar, no tenía ideas que forzar sobre la gente. En realidad, vivió una vida llena de gracia, pureza y fluidez, y fue contagioso. Con quien fuera que se contactara, el que llegara a tener contacto con él se quedaría hipnotizado, magnetizado. Este hombre era un niño, un niño inocente. La gente se sentía atraída. La gente dejó sus casas, sus trabajos; simplemente, comenzaron a seguirle.
El no era un predicador, no estaba entregándole ninguna revolución política al mundo, no estaba proclamando ninguna reforma para el mundo. Simplemente, estaba entregándote una manera fluida de vivir. Y ése era el problema porque los Judíos son una de las razas más reprimidas del mundo. Muy reprimidos, moralistas, puritanos. Ese se convirtió en el punto problemático. Ellos se guían por principios. Se guían por la ley, y la ley debe ser respetada.
Naturalmente, tienen mucho éxito en el mundo. Si respetas la ley, tendrás mucho éxito. Si te guías por el amor, estás destinado al fracaso. Es una desgracia, es desafortunado, pero es así: la ley triunfa, el amor fracasa en el mundo. En lo que a Dios respecta, el amor triunfa, la ley fracasa; pero, ¿a quién le importa Dios?
Los judíos son muy respetuosos de la ley, muy buenos ciudadanos, y dondequiera que vayan siempre tienen éxito, porque siempre van con la ley. Se rigen por la aritmética. Por ese motivo, obtienen la mayoría de los Premios Nóbel. Nadie puede competir con ellos. Tienen mucho talento: tienen éxito en los negocios, en la política; hagan lo que hagan, siempre hacen lo adecuado. Pero son puritanos muy formalistas, profundamente cautivos de la mente. Una profunda resaca prosigue en la mente.