sábado, 30 de diciembre de 2017

RECIBIENDO A LA NADA


A un rabino se le pidió en cierta ocasión que resumiera brevemente todo el mensaje de la Biblia. El contestó que todo el mensaje de la Biblia era muy simple y corto. Es Dios gritándole al hombre: " ¡Entróname!".

Esto es lo que pasó aquella mañana en el río Jordán en que Jesús, desapareció y Dios fue entronado. Jesús abandonó la casa, y Dios entró. O tú eres o Dios es; ambos no pueden existir al mismo tiempo. Si insistes en existir, entonces abandona la búsqueda de Dios; no va a completarse. Así es imposible, absolutamente imposible. Si estás ahí, Dios no puede estar; tu mismo ser, tu misma presencia son el obstáculo. Desapareces y Dios es. Siempre ha estado ahí.

El hombre puede vivir como una parte, separado de lo absoluto. El hombre puede crear a su alrededor ideas, sueños, ego, personalidad, y puede concebirse a sí mismo como una isla, desconectado de lo absoluto, sin relación alguna con la totalidad. ¿Te has sentido alguna vez relacionado con los árboles? ¿Has visto alguna vez una relación entre tú y las rocas, has visto alguna relación entre tú y el mar? Si no ves la relación, nunca podrás llegar a conocer lo que Dios es. Dios no es otra cosa que lo absoluto, lo total, el único. Si existes como una parte separada, existes innecesariamente como un mendigo. Podrías haber sido lo absoluto. Y aún cuando creas que estás separado, no lo estás, ése es sólo un pensamiento es sólo una barrera para que tus ojos se abran.

Aquella mañana en el río Jordán en que Juan el Bautista inició a Jesús, lo mató completamente: Jesús desapareció. Y en ese instante de nada, un Buda, lo que Buda llama sunyata, vaciedad ... los cielos se abrieron y el espíritu de Dios, a manera de paloma, descendió sobre Jesús, se posó sobre él.

Esto es sólo simbólico. Jesús murió, Dios fue entronizado. Esto es lo que en Zen llaman una transmisión especial, fuera de las escrituras. Juan el Bautista no le entregó ningún conocimiento a Jesús, ninguna escritura fue transmitida, no se pronunció ni una sola palabra. No hubo dependencia de palabras o cartas, sólo se apuntó directamente al alma del hombre: ver la propia naturaleza, el alcanzar el estado del Buda.

Esto es lo que pasó aquel día. Los Cristianos han pasado por alto ese detalle; lo que fue transferido de Juan el Bautista a Jesús no fue conocimiento, fue una visión. No fue verbal, fue existencial. Era más bien un saber que un conocimiento. Juan el Bautista le dio ojos a Jesús, una nueva manera de ver el mundo y estar en el, mundo. Una transmisión especial, fuera de las escrituras.

Por eso Jesús inmediatamente se sintió uno con Dios, pero desconectado de los judíos. Los judíos “son la gente del libro". La Biblia no significa otra cosa: simplemente, significa "el libro". Los Judíos son la gente del libro, los que han creído tremendamente en las escrituras, los que han amado y confiado en las escrituras durante siglos.

Jesús llegó a ser uno con Dios, pero de inmediato se desconectó de su propia tradición. Entonces intentó permanecer como parte de la comunidad de mil y una maneras, pero fue imposible. No pudo ser parte de las Escrituras, no pudo ser parte de la tradición. Algo del más allá penetró en él; y cuando Dios penetra, todas las escrituras se vuelven inútiles. Cuando tú mismo has llegado a saber, todo el conocimiento es una tontería.

Esa fue la lucha entre Jesús y los rabinos. Ellos tenían conocimiento, Jesús sabía y los dos nunca se encontraron. El hombre que sabe es rebelde, el hombre que sabe tiene sus propios ojos; dice todo lo que ve. El hombre de conocimiento está ciego; lleva las escrituras, nunca mira a su alrededor; sólo sigue repitiendo las escrituras. El hombre de conocimiento es mecánico, no tiene contacto personal con la realidad.

Tu mente es sólo una grabadora y las escrituras son viejos dictáfonos, un medio antiguo, pero es lo mismo de todas maneras. Alguien ha dicho algo; se graba allí. Después lo lees y queda registrado en tu propia grabadora, pero no hay nada personal.

El saber es personal, el conocimiento es mecánico. Nunca podrás llegar a descubrir la realidad, la verdad, a través de una aproximación mecánica. Va a ser una cosa muerta. Obtendrás mucha información, pero nunca tendrás una transformación. Puede que llegues a saber muchas cosas, pero nunca llegarás a saber lo que necesitas saber: el ser que eres y el ser que te rodea y lo que te rodea es lo mismo que tienes en tu interior.

Es necesario un contacto personal profundo. Aquella mañana, en el río Jordán, Jesús entabló contacto personal con lo divino. Juan el Bautista le inició en ser una nada.

Cuando eso ocurra, no habrá nadie dentro de ti que sepa y ese " no ser nadie " es la única manera de saber. En esa nada tu corazón está abierto, en esa nada la isla desaparece y te conviertes en el continente. En esa nada la separación desaparece: te transformas en lo absoluto. Y entonces lo absoluto existe a través de ti.

sábado, 23 de diciembre de 2017

ARREPENTIRSE O REGRESAR


Dios está a tu alcance, pero no puedes agarrarle. Puedes extender tus manos. Èl está a tu alcance, pero no puedes agarrarle. Èl deja que le agarres porque Èl también te está buscando. Èl puede buscarte en forma inmediata y directa. Sabe exactamente dónde estás. Pero no puede buscarte a menos que tú estés en su bùsqueda. Sólo puede buscarte cuando tú estás buscando, cuando estás haciendo todo lo que es posible hacer, cuando no te estás guardando nada, cuando tu búsqueda es total. Cuando tu búsqueda es total, los cielos se abren de inmediato y el espíritu de Dios desciende sobre ti. Èl está esperando, esperando con profundo apremio por encontrarte.

Esto debería ser así, porque la existencia es una historia de amor. Es un juego del escondite, un juego. La madre está jugando al escondite con el niño. La madre está esperando; y si el niño no viene, la madre comenzará a buscarle. Pero Dios te da libertad total: si no quieres buscar, Èl no se entrometerá; no será un intruso. Sólo llamará a tu puerta si tù deseas buscarle.

Si tú has invitado, sólo entonces acude el visitante. Este puede estar esperando sólo una seña de tu parte para llamar a la puerta; sólo tu invitación es necesaria. De otro modo, Èl puede esperar durante toda la eternidad; no hay prisa. Dios no tiene prisa.

Simplemente, dice que te has ido lejos, que has estado jugando demasiado tiempo, por favor vuelve. El niño ha estado jugando afuera y está cayendo la noche. El sol se está poniendo y la madre llama: "Por favor vuelve". Un sentido totalmente diferente, una connotación totalmente diferente. No hay condenación en ella, sólo una llamada de profundo amor: "¡Regresa!".

Sólo escucha la frase si, en lugar de decir “arrepiéntete…”, la digo así: "Regresa, pues está cerca el reino de los cielos". Toda la condenación, todo el pecado y todo el disparate que ha creado culpa en el hombre, desaparecen con sólo traducir una palabra en forma adecuada. Una sola palabra puede ser significativa, pero la cristiandad entera desaparecerá si traduces arrepentimiento como "retorno". Todas las iglesias, el Vaticano, todo desaparecerá, porque dependen del arrepentimiento.

Si se trata de un retorno y no eres condenado y no has cometido ningún pecado, la culpa desaparece. Y sin culpa no puede haber iglesias, sin culpa el sacerdote no puede vivir. El explota la culpa, te hace sentirte culpable, ése es su secreto profesional. Una vez que se las arregla para que te sientas culpable, tienes que buscar su ayuda porque pedirá perdón para ti, rezará para ti; él sabe la forma de rezar. Èl se encuentra en una relación más profunda con Dios: te defenderá, conseguirá que Dios te perdone y te mostrará cómo dejar de ser un pecador, cómo ser virtuoso. Te dará los mandamientos: haz esto, no hagas aquello.

El fundamento de todas las iglesias del mundo es la palabra "arrepentimiento". Si es sólo cuestión de retorno, el sacerdote no será necesario; puedes regresar a casa. No es cuestión de condenación: no necesitas a nadie para que te purifique, nunca has sido malo. Sí, te alejaste demasiado, pero no hay nada malo en ello. De hecho, no podrías haberte alejado tanto si no hubiese sido ésa la voluntad de Dios. Debe haber algo en ello: ese alejarse debe ser una manera de regresar, porque cuando vuelves a casa después de haberte alejado mucho, te das cuenta por primera vez de lo que es el hogar.

Se dice que los que viajan a países extranjeros se dan cuenta por primera vez de lo hermoso que es el hogar. Es difícil darse cuenta de eso cuando estás en casa; todo se da por sentado. Pero cuando te vas lejos, todo se vuelve difícil. Ya no estás en casa, no puedes dar nada por sentado. Hay mil y un inconvenientes, incomodidades y no hay nadie que te cuide, tú mismo tienes que cuidarte. A nadie le importas; te mueves en un mundo extraño, eres extranjero.

En contraste con eso, de pronto surge por primera vez el hogar, el significado del hogar. Antes era sólo una casa para vivir; ahora es un hogar. Ahora sabes que las casas son diferentes de los hogares. Una casa es sólo una casa; un hogar no es sólo una casa, es algo más. Ese algo más es el amor. Quizás sea necesario que el hombre se descarríe un poco fuera del camino, en la intemperie de modo que, por contraste, el volver al hogar pueda resultar significativo, lleno de sentido.

Digo "retorna", no digo "arrepiéntete". Jesús nunca dijo "arrepentíos". Se reiría de la palabra, porque todo el sentido está corrompido por la palabra. Las iglesias saben ahora muy bien que la palabra es una traducción errónea, pero aún así insisten en ella, porque se ha convertido en su fundamento. "Retornar" es tan simple: depende de ti y de tu Dios; no necesitas a ningún mediador, no necesitas a ningún agente. Desde entonces, comenzó Jesús a predicar y a decir: Regresen, pues está cerca el reino de los cielos.

En el momento en que el niño dice: "Sí, ya voy", ya ha emprendido el regreso. ¿Has oído la pregunta? Si aún no la has oído, ¿cómo vas a poder contestarla?

La gente viene a mi y me pregunta: "¿Dónde está Dios?".
Yo les digo: "Olvídense de Dios ¿han oído la pregunta?".
Ellos dicen: "¿Qué pregunta?".
" ¡La pregunta que hace Dios! ".

Si no has oído la pregunta, no puedes saber dónde está Dios. Apenas oyes la pregunta, la dirección está clara apenas oyes la pregunta que surge en lo profundo, de tu ser, en el centro más profundo, ésta se transforma en una obsesión constante en tu corazón: ¿quién eres, por qué estás aquí, por qué existes? ¿Para qué?

Si la pregunta ha surgido en el corazón, sabrás que Dios es, porque ¿quién está formulando la pregunta? Tú no puedes preguntarla. Tú eres inconsciencia, eres un profundo sueño, no puedes preguntar. En algún lugar en lo más profundo de ti Dios está preguntando, ''¿Quién eres?". Si has oído la pregunta, sabes la dirección. Y la respuesta sólo puede ser: "Regresa. Sigue esa dirección, vuelve".

Pero tus preguntas son falsas. No las has oído; alguien te las ha enseñado. Tus preguntas son falsas, y tus respuestas son entonces, también falsas. Aprendes la pregunta de otros, aprendes la respuesta de otros y permaneces falso,

Cada día me cruzo con alguien que dice: "Quiero meditar, quiero buscar, pero no pasa nada". Se está quejando, como si la existencia no hubiese sido justa con él "No pasa nada". Pero yo le miro a los ojos: su deseo es falso. En primer lugar, él nunca quiso meditar: ha venido formando parte de una muchedumbre. Alguien venía, un amigo, y le siguió. O bien, estaba de vacaciones y pensó, "Voy a ir a ver". Y ahora no está pasando nada.

Nada puede pasar, porque la meditación, Dios y la oración no son cuestiones de técnica. Puedes aprender la técnica, pero nada pasará a menos que primero oigas la pregunta, a menos que ésta se transforme en un deseo profundo en tu interior, por el cual puedas arriesgar tu vida, a menos que llegue a ser cuestión de vida o muerte, a menos que te penetre hasta el mismo centro de tu ser, a menos que se transforme en una espina en tu corazón, a menos que se vuelva una profunda angustia y dolor.

Y el reino de los cielos siempre está cerca, ésa es su naturaleza. No tiene nada que ver con la época de Jesús; eso es verdad ahora mismo, tal como fue entonces. Fue verdad antes de Jesús y lo será siempre.

El reino de Dios siempre está cerca, sólo búscalo. Su mano siempre te ha estado buscando, pero tu mano no está buscando. Responde, regresa, y Èl está a tu alcance. Todo lo que necesitas está a tu alcance; es sólo que tú no estás dispuesto a moverte hacia ello. Tienes miedo de perder algo que no tienes, y debido a ese miedo no puedes alcanzar aquello que siempre ha sido tuyo.

sábado, 16 de diciembre de 2017

OBSERVANDO A LA MENTE


No puedes detener la mente, porque no la has puesto a funcionar. No puedes detener lo que no has iniciado. No lo intentes: de lo contrario, simplemente estarás perdiendo tiempo, energía, vida. Puedes simplemente observar, y al observarla se detiene. No es que tú la detengas: al observarla, se detiene. La detención es una función de observar, es una consecuencia de observar.

No es que tú la detengas; no hay manera de detener la mente. Si tratas de detenerla, irá más de prisa; si tratas de pararla, luchará contra ti y te creará mil y un problemas. Nunca trates de detenerla.

Esta es la verdad: tú no la has puesto a funcionar; por lo tanto, ¿quién eres tú para detenerla? Ha llegado a través de tu inconsciencia; se irá a través de tu consciencia.

No tienes que hacer nada para detenerla, excepto volverte más y más alerta. Incluso el querer detener la mente será una barrera, porque dices: "De acuerdo; ahora trataré de estar consciente, y así podré detenerla". Entonces yerras el punto. Entonces, ni siquiera tu consciencia será de mucha ayuda, porque la misma idea está nuevamente presente: cómo pararla. Después de unos días de esfuerzo vano vano porque la idea está allí, de modo que no ocurrirá vendrás a mí y dirás: "He estado tratando de estar consciente, pero la mente no se detiene".

No puede ser detenida; no existe método para hacerlo. ¡Pero se detiene! No es que tú la detengas; se detiene por sí sola. Tú simplemente observa. Observando, retiras la energía que la ayuda a correr. Observando, la energía se invierte en la observación, y el pensamiento se debilita automáticamente más y más. Los pensamientos están ahí pero se vuelven impotentes, porque la energía no está para ellos. Girarán a tu alrededor, medio muertos, pero poco a poco irá llegando más y más energía a la consciencia. De repente, un día, la energía ya no va a los pensamientos. Estos han desaparecido. No pueden existir sin tu energía. Así que por favor olvídate de pararlos. Eso no es asunto tuyo.

Tal como tu corazón late constantemente, tu mente está pensando constantemente; tal como tu cuerpo está respirando constantemente, tu mente está pensando constantemente; tal como tu sangre está circulando constantemente y tu estómago digiere continuamente, la mente piensa todo el tiempo. No hay problema en ello; es simple. Pero no estás identificado con la circulación de la sangre; no piensas que tú estás circulando. De hecho, ni siquiera estás consciente de que la sangre circula; sigue circulando, no tienes nada que ver en ello. El corazón sigue latiendo; no piensas que tú estás latiendo.

Con la mente, el problema surge porque piensas que tú estás pensando; la mente se ha transformado en el foco de la identidad. Simplemente, esa identidad debe romperse. No es que cuando la mente se ha detenido, no volverá a pensar nunca más, no. Pensará solamente cuando sea necesario; y no pensará cuando no sea necesario. El pensamiento estará ahí, pero ahora será natural: una respuesta, una actividad espontánea, no una obsesión.

Por ejemplo, comes cuando tienes hambre. Pero te puedes obsesionar y puedes estar comiendo el día entero. Y entonces te volverás loco; te estarás suicidando. Caminas cuando quieres caminar. Cuando quieres ir a alguna parte, mueves tus piernas. Pero si sigues moviendo tus piernas cuando estás sentado en una silla, la gente pensará que estás loco y que algo hay que hacer para detenerte. Si preguntas cómo hacer que tus piernas dejen de moverse y alguien te dice: "Detenlas agarrándolas con tus manos. ¡Fuérzalas!", tu problema será aún más grave. Las piernas se están moviendo y ahora las manos también están ocupadas, y todos tus esfuerzos están invertidos en detenerlas. Tu energía está luchando contra sí misma.

Te has identificado con la mente, eso es todo. Es natural, porque la mente está muy cerca de ti y es mucho lo que tienes que usarla. Uno está constantemente en la mente.

Tú sólo eres el conductor de la mente. Es un mecanismo a tu alrededor, tu conciencia la utiliza. Pero nunca has salido fuera de tu cabeza. Por eso, insisto: sal un poco fuera de la cabeza, ve al corazón. Desde el corazón tendrás una mejor perspectiva de que la mente está separada de ti. O bien, trata de salir del cuerpo. Eso también es posible. Fuera del cuerpo estarás totalmente fuera de la mente. Te será posible ver que no eres ni el cuerpo ni el corazón ni la mente; tú estás separado.

Ahora mismo, sigue recordando sólo una cosa: que estás separado. De todo lo que te rodea, estás separado. El que conoce no es lo conocido. Sigue sintiéndolo más y más, de modo que llegue a ser una cristalización sustancial dentro de ti el saber que el que conoce no es lo conocido. Tú conoces el pensamiento, ves el pensamiento ¿cómo puedes ser el pensamiento? Tú conoces la mente, ¿cómo puedes ser la mente? Sólo aléjate; necesitas un poco de distancia. Un día, cuando estés realmente alejado, el pensamiento cesa. Ahora podrás pensar cuando quiera que necesites hacerlo.

La mente no ha perdido su capacidad de funcionar. Y en realidad, ahora su capacidad para funcionar y para hacerlo adecuadamente es mayor. Dado que no está funcionando constantemente, acumula energía; se vuelve màs clara. Por lo tanto, “cuando la mente se detiene" no quiere decir que no te sea posible volver a pensar. En realidad, sólo después de eso te será posible pensar por primera vez. El estar comprometido a propósito en pensamientos irrelevantes no es pensar. Es una cosa insana. Estar claro, limpio, inocente, es estar en el sendero adecuado para pensar.

Entonces, cuando un problema surge, no estás confuso; no miras el problema a través de prejuicios. Lo miras directamente, y en esa mirada directa el problema empieza a derretirse. Si el problema es un problema, se disolverá y desaparecerá. Si el problema no es un problema sino que es un misterio se disolverá y profundizará. Entonces te será posible ver en qué consiste un problema.

Un problema es algo que se puede resolver con la mente; un misterio es algo que no se puede resolver con la mente. Un misterio tiene que ser vivido; un problema debe ser resuelto. Pero cuando estás demasiado involucrado en tus pensamientos, no puedes distinguir entre un misterio y un problema. A veces confundes un misterio con un problema. Entonces luchas toda tu vida, y éste nunca se resuelve. Y otras veces confundes un problema con un misterio y esperas tontamente: podría haberse resuelto.

Es necesaria una claridad, una perspectiva. Cuando el pensamiento esta constante charla interior se detiene, y llegas a estar alerta y consciente te es posible ver las cosas como son, te es posible encontrar soluciones también serás capaz de saber qué es un misterio. Y cuando llegas a sentir que algo es un misterio, sientes reverencia, sientes temor reverente.

Esa es la cualidad religiosa del ser. Sentir reverencia es ser religioso; sentir temor reverente es ser religioso. Estar tan profundamente maravillado que eres nuevamente un niño es entrar en el reino de Dios.

sábado, 9 de diciembre de 2017

BUSCANDO LO DIVINO


Me gustaría contarles una historia acerca de un místico Sufi el Sheikh Farid. Un día, se dirigía hacia el río a tomar su baño matutino. Un buscador le siguió y le preguntó: "Por favor, espera un minuto. Pareces tan lleno de lo divino; pero yo ni siquiera siento un deseo por ello. Pareces tan loco, y observándote he sentido que debe haber algo en ello. Eres tan feliz y extático y yo soy tan desgraciado; pero aún así no aparece el deseo de buscar lo divino. Entonces, ¿qué hacer? ¿Cómo crear el deseo?".

Farid miró al hombre y dijo: "Ven conmigo. Voy a tomar mi baño matutino. Báñate conmigo en el río y quizás la respuesta pueda ser dada mientras te bañas. De otra forma, veremos después del baño. Ven conmigo".

El hombre se quedó un poco intrigado. Este Sheik Farid parecía un poco loco; ¿cómo iba a responderle mientras se bañaba? Pero nadie sabe cómo actúan los místicos, así que le siguió.

Ambos se metieron en el río, y cuando el hombre se estaba sumergiendo, Farid saltó sobre él y le hundió bajo la superficie del agua. El hombre empezó a inquietarse. ¿Qué clase de respuesta era ésta? Al principio pensó que Farid estaba bromeando, pero después la cosa se puso seria. ¡No lo iba a soltar! Se puso a luchar con él.

Farid era un hombre muy pesado y fuerte y el buscador era muy delgado, como son los buscadores. Pero cuando tu vida está en peligro ... Hasta ese hombre tan delgado arrojó a Farid a un lado, saltó sobre él y dijo: "¿Eres un asesino? ¿Qué estás haciendo? Soy un pobre hombre. Sólo he venido a preguntarte cómo puede surgir en el corazón el deseo de buscar lo divino, ¡y tú ibas a matarme!".

Farid le dijo: "Espera. Primero unas preguntas. Cuando te empujaba hacia abajo y te estabas asfixiando, ¿cuántos pensamientos había en tu mente?".

El hombre contestó, "¿Cuántos? Sólo uno, cómo salir afuera a respirar".

Farid preguntó, "¿Cuánto tiempo se prolongó ese pensamiento?".

El hombre respondió, "Tampoco eso permaneció allí durante mucho tiempo, porque mi vida estaba en peligro. Puedes permitirte el pensar cuando no arriesgas nada. Mi vida estaba en peligro, hasta ese pensamiento desapareció. Entonces, el salir fuera del agua no era un pensamiento: era todo mi ser".

Farid le dijo: "Lo has comprendido. Esta es la respuesta. Si te sientes asfixiado en este mundo, presionado por todos lados, y si sientes que nada va a pasar en este mundo excepto la muerte, entonces, el deseo de buscar la verdad, o Dios, o como quieras llamarlo, surgirá. Y eso tampoco durará mucho. Poco a poco ese deseo deja de ser un deseo, se convierte en tu ser. La sed misma se transforma en tu ser. Te he mostrado el camino", dijo Farid. "Ahora puedes irte".

Sólo trata de entender la situación total en el mundo. Si ya te está destruyendo, salta fuera de él. En realidad, no se trata de cómo buscar a Dios; de lo que se trata es de entender que donde crees que hay vida, no hay vida, sino sólo muerte.

Juan el Bautista o cualquiera que alguna vez haya bautizado a alguien, que alguna vez haya iniciado a alguien, que haya llevado a alguien al mundo de la verdad desde el mundo de los sueños, tiene que prepararte para la muerte. Sí, ése es el significado. Por bautismo, él se refería a: "El río se ha llevado tu viejo yo; ya no eres el mismo. Ha surgido una nueva identidad, ahora tienes un nuevo núcleo. Funciona a través de él, y no funciones a través del pasado".

La muerte es la cuestión. Uno tiene que morir para obtener la vida en abundancia, uno tiene que llevar su propia cruz. Nadie más te puede iniciar, sólo la muerte. La muerte es el Maestro. O bien, el Maestro es la muerte.

Si estás dispuesto a morir, nadie podrá impedir tu resurrección. Pero esta muerte no debería ser suicida. Mucha gente se suicida. Ellos no resucitan. Una muerte suicida no es una muerte a través de la comprensión; una muerte por suicidio es una muerte a través del malentendido. Mueres confundido, en agonía. Mueres obsesionado por el mundo, mueres ligado al mundo. Mueres como una queja.

Observa a la gente que piensa en suicidarse. No están en contra de la vida. De hecho, al contrario: están tan apegados a la vida que ésta no les puede satisfacer. Toman venganza, se quejan. Asesinan, se asesinan a sí mismos, sólo para albergar una queja contra toda la existencia, que no fue una realización. Están descontentos, están diciendo: la vida no vale la pena.

Pero, ¿por qué la vida no merece vivirse? Porque esperaban demasiado; por eso no valía la pena. Pidieron demasiado; nunca se lo ganaron. Pidieron demasiado y no les fue entregado. Están frustrados.

Uno que está dispuesto a morir sin frustración... viendo la verdad de la vida, viendo que, en verdad, la vida es sólo un sueño... que no puede llenar nada y que tampoco puede frustrar. Colmar, frustrar, ambas son partes de la ilusión de que la vida es real. Uno que ve que la vida es irreal, tal como un sueño, se despega. Surge una renuncia.

Los Upanishads tienen un dicho muy vital: "Ten tykten bhunjitha ... aquéllos que se han entregado a todos los placeres de la vida siempre han renunciado". Es muy revolucionaria; la implicancia es tremenda. Dice: aquellos que se han entregado a los placeres de la vida están destinados a renunciar, porque han visto la verdad, que la vida es falsa. La han mirado y no han encontrado nada. No es que estén frustrados; porque si lo estás, eso sólo demuestra que aún esperas algo. La frustración demuestra la existencia de profundas expectativas.

Aquél que ha llegado a darse cuenta de que la vida sólo puede prometer pero nunca puede dar -¡es un sueño! ni se frustra ni se realiza en la vida. Entonces llega la renuncia. La renuncia no significa dejar la vida; la renuncia es ver la vida tal cual es. Entonces uno está dispuesto a morir, porque en la vida no hay nada.

Esa disposición a morir es el punto hacia el cual Juan el Bautista estaba llevando a sus discípulos. Cuando estaban dispuestos, los llevaba al río Jordán y procedía al ritual, al último toque. El ego, la vieja personalidad, se iba junto con el agua que caía sobre tu cabeza y luego al río. La esencia pura había nacido, bañado en una nueva sensación de ser, con un nuevo misterio en el estar vivo, con una nueva sensación de la existencia.

Naturalmente, la muerte puede ser una experiencia terrorífica o algo tremendamente hermoso. Depende de la actitud. Si te sientes aterrorizado por la muerte, morirás pero no resucitarás. Si la muerte se transforma en una experiencia hermosa, estarás muriendo y al mismo tiempo resucitando.

Generalmente, la muerte es terror; por eso le temes tanto a la muerte. En la vida no sucede nada hermoso hasta que mueres; pero aún así, estás aterrorizado.

Un Maestro tiene que convencerte, poco a poco, de la belleza de la muerte. Tiene que cantar las glorias de la muerte. Tiene, poco a poco, que convencerte y crear una confianza en la muerte, de modo que puedas dejarte ir. Una vez que te dejas ir nada muere, sólo el ego. Tú permaneces para siempre.

Eres eternidad, no puedes morir el miedo es absolutamente vano y sin fundamento pero el ego tiene que morir. El ego es un fenómeno creado. No estaba ahí cuando naciste, lo creó la sociedad. La sociedad te ha dado el ego y ese ego puede ser quitado por la sociedad ... y ese ego se lo va a llevar, con toda seguridad, la muerte. Te irás tal como viniste: llegaste con las manos vacías, con las manos vacías te vas, el ego es sólo una ilusión que vives en el entreacto.

Ese ego le teme a la muerte. Una vez que comprendes que no vas a morir y que sólo el ego, sólo la enfermedad morirá, entonces estás dispuesto.

sábado, 2 de diciembre de 2017

LA SERIEDAD


Si puedes reírte de ti mismo, todo estará bien. La gente se ríe de los demás, pero nunca de sí mismos. Deben aprender a hacerlo. Si puedes reírte de ti mismo, la seriedad ya se ha ido. Si eres capaz de reírte de ti mismo, la seriedad no podrá morar dentro de ti.

En los monasterios Zen, cada monje tiene que reír. Lo primero que hay que hacer por la mañana es reír, lo primero. En el momento en que el monje se da cuenta de que ya no está dormido, tiene que saltar de la cama, pararse en actitud de bufón, como un payaso de circo, y empezar a reír, a reírse de sí mismo. El día no puede comenzar en mejor forma.

Reírse de uno mismo mata el ego; y, cuando te mueves en el mundo, te vuelves más transparente, más ligero. Y si te has reído de ti mismo, no te molestará que los demás se rían de ti. De hecho, están simplemente cooperando, están haciendo lo mismo que tú estabas haciendo. Te sentirás contento.

Reírse de los demás es egoísta; reírse de uno mismo es muy humilde. Aprende a reírte de ti mismo, de tu seriedad y cosas así. Puedes ponerte serio respecto a la seriedad: entonces, en vez de una enfermedad, has creado dos.

Entonces te puedes poner serio también por eso, y esto puede seguir y seguir. Y en esto no hay fin.

Por lo tanto, toma las riendas desde el principio. En el momento en que te sientas serio, ríete de ello y observa de dónde proviene la seriedad. Ríete, deja que surja una buena carcajada, cierra los ojos y observa de dónde viene. No la encontrarás. Solamente existe en un ser que no puede reír.

No se puede imaginar una situación menos afortunada, no puede concebirse a un ser más pobre que aquél que no puede reírse de sí mismo. Así que comienza la mañana riéndote de ti mismo, y cuando encuentres un momento en el día en que no tienes nada que hacer, suelta una buena carcajada. Sin ningún motivo en particular, sólo porque el mundo entero es tan absurdo, sólo porque la manera en que eres es tan absurda. No es necesario encontrar ninguna razón especial. Todo el asunto es tan absurdo que uno se tiene que reír.

Deja que la risa provenga del vientre, no de la cabeza. La risa puede venir de la cabeza; entonces está muerta. Todo lo que viene de la cabeza está muerto; la cabeza es absolutamente mecánica. Puedes reír desde tu cabeza; y entonces, tu cabeza creará la risa, pero ésta no irá a lo profundo del vientre. No se extenderá a los dedos de los pies, no se extenderá a todo tu cuerpo. Una verdadera risa es tal como la risa de un niño. Observa su vientre sacudirse, todo su cuerpo late con él: quiere revolcarse en el suelo. Es cuestión de compromiso total. Ríe tanto que empieza a llorar; ríe tan profundamente que la risa se convierte en làgrimas, las lágrimas brotan de él. La risa debiera ser profunda y total. Esta es la medicina que yo prescribo para la seriedad.

Te gustaría que te diera alguna medicina seria. Eso no ayuda. Tienes que ser un poco tonto. De hecho, el más alto pináculo de la sabiduría siempre lleva consigo un poco de necedad; los hombres más sabios del mundo fueron también los tontos más grandes.

Puede ser difícil entenderlo. No puedes imaginarte que puedan ser tontos, porque tu mente siempre divide: un sabio nunca puede ser un tonto y un tonto nunca puede ser un sabio. Ambas actitudes están equivocadas. Ha habido grandes necios que fueron muy sabios.

Antiguamente, en la corte de cada rey, había un gran tonto: el bufón de la corte. El bufón producía el equilibrio, porque demasiada sabiduría puede resultar absurda, demasiado de cualquier cosa puede resultar absurdo. Se requería a alguien que pudiera traer las cosas nuevamente a la tierra. En la corte de los reyes, era necesario un tonto que les ayudara a reír; de lo contrario, la gente sabia tiende a ponerse seria, y la seriedad es una enfermedad.

Con la seriedad pierdes las proporciones, pierdes la perspectiva. Así que en la corte de cada rey había un bufón, un gran tonto, que decía cosas y hacía cosas y bajaba todo a la tierra.

He oído una historia. Un emperador tenía un bufón. Un día, el emperador se estaba mirando en el espejo. El bufón llegó, saltó, y le golpeó con los pies en la espalda. El emperador cayó contra el espejo. Naturalmente, estaba muy furioso, y dijo: " A menos que para tu estúpido acto des un motivo que sea aún más criminal que el acto mismo, serás sentenciado a muerte".

El bufón dijo: "Mi Señor, nunca pensé que estuvieras aquí. Creí que la reina era la que estaba aquí".

Tuvo que ser perdonado, porque dio una razón que era aún más estúpida. Pero para encontrar una razón así el bufón debió haber sido muy sabio. Cada gran sabio, LaoTzu, Jesús, tiene una cierta cualidad de sublime necedad. Esto tiene que ser así, porque de otra manera, un sabio será un hombre sin sal, tendrá un sabor horrible. También tiene que ser un poco tonto. Entonces las cosas se equilibran. Mira a Jesús, cabalgando sobre un burro y diciéndole a la gente, “¡Soy el hijo de Dios!". ¡Observa eso! Debió de haber sido ambos. La gente debió reírse: "¿Qué estás diciendo? Declarando estas cosas y comportándote de esa manera...”

Pero sé que así es como la perfecta sabiduría aparece. Lao Tzu dice: "Todo el mundo es sabio excepto yo. Yo parezco ser un bobo. Todo el mundo tiene la mente clara; sólo la mía parece ser oscura y embrollada. Todo el mundo sabe qué hacer y qué no hacer; sólo yo estoy confuso". ¿Qué quiere decir? Está diciendo que, "En mí, se unen la sabiduría y la tontería". Y cuando la sabiduría y la tontería se encuentran, hay una trascendencia.

Así que no te pongas serio respecto a la seriedad. Ríete de ella, sé un poco bobo. No condenes la tontería; tiene sus propios encantos. Si puedes ser ambas, tendrás algo de la trascendencia en tu interior.

El mundo se ha puesto más y más serio. De ahí que haya tanto cáncer, tanta enfermedad del corazón, tanta presión sanguínea alta, tanta locura. El mundo ha sido demasiado llevado, forzado, hacia un extremo. Sé también un poco tonto. Ríete un poco, sé como un niño.

Diviértete un poco, no lleves una cara seria a todas partes, y de repente encontrarás que surge en ti una salud más profunda, aparecen fuentes más profundas de tu salud.

¿Has oído alguna vez de algún tonto que se haya vuelto loco? Nunca ha sucedido. Siempre he buscado un caso de algún tonto que se haya vuelto loco, Nunca me he encontrado con ninguno. Naturalmente, un tonto no se puede volver loco, porque para estar loco necesitas ser muy serio.

También he investigado para ver si los tontos están de alguna manera más propensos a ser sanos que los mal llamados sabios. Y así es: los tontos son más sanos que los que llaman sabios. Viven en el momento y saben que son tontos; por lo tanto, no se preocupan de lo que los demás puedan decir de ellos. Esa preocupación se transforma en un fenómeno canceroso en la mente y el cuerpo. Ellos viven más y son los últimos en reírse.

Recuerda que la vida debería estar profundamente equilibrada, en un profundo equilibrio. Entonces, tú escapas justo por el medio. La energía sube en una oleada, te empiezas a mover hacia arriba. Y esto debería ser así con todos los opuestos. No seas un hombre y no seas una mujer: sé ambos, de modo de no ser ninguno. No seas sabio, no seas un tonto: sé ambos, y así trascenderás.

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