La realización viene a través de la naturaleza, no de la sociedad. Llevas tu destino en tu interior, pero es algo inconsciente. Síguelo. Nadie más sabrá que lo has alcanzado, pero tú serás consciente de ello. Puede que no obtengas el premio Nobel porque nunca se ha concedido a una persona realizada. Nadie realizado ha recibido nunca el premio Nobel –ningún Buda, ningún Jesús- y tampoco sucederá en el futuro, porque el premio Nobel se otorga a alguien que haya obedecido a la sociedad con sinceridad, y que haya logrado alcanzar los objetivos de la sociedad, no los suyos propios. Mira a los ganadores del premio Nobel y no hallarás personas más tristes que ellas. Muchos se han suicidado, y no se trata de una mera coincidencia, sino que tiene un significado. La mayoría no se sienten realizados. Los premios no pueden colmarte.
Permite el fluir de la naturaleza inconsciente; no la fuerces conscientemente.
Para triunfar en este mundo hay que ser un mentiroso. Pero entonces te pierdes a ti mismo. Triunfas en este mundo y te conviertes en un fracaso en el otro. Y finalmente, el otro es el que cuenta.
Una vez que muestras una cierta inclinación hacia las demostraciones y la teatralidad, llega el mundo y te apresa de inmediato. Te convierte en una víctima.
Una vez que te interesas en lo que los demás dicen de ti, cada uno de tus actos será un fracaso. Aquí puede que tengan éxito, pero ese éxito es totalmente inútil porque nunca te realizará, nunca florecerás a partir de él. Nunca alcanzarás la realización de tu destino; tu simiente seguirá siendo una simiente. Puedes acumular recortes de periódicos que hablen de ti, pero esos recortes mortecinos, esos certificados que cuelgas de la pared de tu sala de estar, no son la vida. Los rostros con los que cargas cuando sales, las sonrisas falsas, no son la vida. Y poco a poco, con cada nuevo acto, más te hundes en la mentira. ¿Cómo puedes creer que alcanzarás el gozo a través de esas mentiras? Puedes lograr gran parte de la porquería de este mundo, pero te perderás todo lo que es real.
Dice Chuang Tzu. Sé en el Tao, de manera auténtica y sincera. Solo se requiere de un tipo de sinceridad: hacia el Tao, hacia tu naturaleza interior, tu auténtica naturaleza. No se necesita ningún otro tipo de sinceridad; deja que todo el mundo de tache de insincero. No te preocupes.
Eso es lo que le dijo al Buda su padre, porque el Buda abandonó a sus padres. Eso es lo que le dijo al Buda su esposa, porque él la abandonó. Eso es lo que le dijo todo el reino, porque él lo dejo. Pero era feliz, y fue sincero con su Tao, con su naturaleza. Y dijo: “No hay otro camino posible. Si sufrís, lo hacéis a causa de vuestras expectativas, no por mí”.
Estás aquí para realizarte; los demás tienen que realizarse a sí mismos. Si esperan algo de ti, ese es su problema; sufrirán, pero tú no tienes por qué ser falso a causa de ello.
Sé sincero con tu naturaleza interior y ayuda a los demás a ser sinceros con la suya propia. A eso lo llamo un hombre religioso. Un hombre así es alguien que es sincero respecto a su naturaleza interior y que ayuda a los demás a ser sinceros respecto a las suyas. Estás aquí para realizar tu destino, y los demás están aquí para realizar los suyos. No esperes nada de ellos; si no, los convertirás en exhibicionistas, los convertirás en mentirosos. No esperes nada de nadie, y no colmes las expectativas que tienen los demás acerca de ti. Ni siquiera les des el mínimo indicio de que vas a colmarlas. Pasa por los sufrimientos que tengas que pasar y estate preparado para hacerlo, pero no permitas que otros se formen expectativas respecto a ti. De lo contrario, el mundo te atrapará y encerrará.
Los hinduistas lo han llamado rit. Jesús lo llamó el Reino de Dios. Chuang Tzu lo llama el Tao. Sea cual fuere la palabra que se utiliza, significa permanecer cerca de la propia inconsciencia y fluir con ella sin condiciones. Significa fluir incondicionalmente con el inconsciente, lleve donde lleve, y confiar en ello.