sábado, 6 de febrero de 2021

EL TODO Y LAS PARTES

 

La ciencia es una parte del vasto misterio de la vida. Si tomas la ciencia como una parte, entonces no hay nada malo. Pero la ciencia pretende, afirma, abarcar la totalidad, entonces todo sale mal. La situación es exactamente la misma, la inteligencia, el cálculo, la aritmética. No tiene nada de malo con el intelecto cuando funciona como una parte y mientras no afirma: “Yo soy el todo”. Pero cuando el intelecto afirma “Yo soy el todo”, entonces hay problemas.

Cuando el intelecto dice “Yo sólo soy una parte de una vasta entidad, de una gran entidad, y hago lo que me corresponde; aparte de esto no se qué está sucediendo”, entonces no hay problema. Yo no estoy en contra del intelecto como tal. Estoy en contra del intelecto que afirma ser el todo.

Éste es, además, el punto de vista de Lao Tzu, Chuang Tzu y Lieh Tzu. Ellos no están en contra del intelecto. ¿Cómo podrían estarlo? Ellos no están en contra de cosa alguna. Mi mano es parte de mi cuerpo, pero si la mano empieza a afirmar “Yo soy el todo”, si la mano empieza a decir “Debería dominar el todo, porque soy el todo, lo demás es secundario”, entonces la mano ha enloquecido. Entonces la mano es peligrosa; ha perdido contacto con el todo.

No tiene nada de malo la ciencia como tal, pero la ciencia tendría que formar parte de lo religioso; entonces sería algo bello. El intelecto tendría que ser una parte de la totalidad de los seres humanos; entonces sería algo bello. El intelecto también es hermoso. Yo continúo utilizando el intelecto a diario. Es lo que estoy haciendo aquí, ahora mismo, ¿no es así? El intelecto es tan significativo que incluso cuando tienes que hablar de algo que no forma parte del intelecto, tienes que usar el intelecto. Incluso para hablar del Tao tienes que usar la ayuda del intelecto. ¿Cómo puede estar el Tao en contra del intelecto, en contra de la razón? Lo único que quiere el Tao que entiendas es que la vida es más que la razón, más vasta que la razón. Ésta cubre un espacio pequeño, pero ese no es el límite de la totalidad.

Lao Tzu es grande y Confucio puede formar parte de él, pero Confucio es muy estrecho y Lao Tzu no puede formar parte de él. Lao Tzu es el Tao. Confucio es la Torá. Torá es una palabra hebrea, pero me gusta porque va bien con el Tao. Tao quiere decir “amor”, torah quiere decir “ley”. En la palabra “tarot” está la palabra “torá”. Tarot proviene de dos palabras: torah rota; significa la “rueda de la ley”, la “rueda giratoria de la ley”. Torá quiere decir “ley”. La ley acaba volviéndose rígida; la ley acaba volviéndose estrecha. La ley necesita estar perfectamente definida; si no está definida, no tendrá utilidad alguna. La ley debe tener definiciones, límites perfectamente claros; entonces puede ser de alguna utilidad.

En tales circunstancias, Jesús entró en la historia de los judíos: Él trajo el Tao al mundo de la Torá. Naturalmente, provocó así la crucifixión; fue completamente natural porque la Torá no puede tolerar el Tao. La ley y la mente inclinada hacia la ley no pueden permitir el amor, porque cuando llega el amor cualquier ley se vuelve añicos. El amor es tan vasto, tan oceánico, que cuando se acerca al estrecho mundo de la ley, ésta se desmorona. Los judíos no pudieron aceptar a Jesús porque él trajo un mensaje que nunca había podido imaginar la mente judía.

Jesús es indefinible; Moisés es perfectamente definible. Moisés estaría fácilmente de acuerdo con Confucio, no estaría de acuerdo con Lao Tzu. Los diez mandamientos son el fundamento de la mente que acata la ley y, por supuesto, la mente que acata la ley siempre puede encontrar maneras e interpretaciones y formas de esquivar la ley.

La ley es estrecha, tan estrecha que uno tiene que encontrar formas de esquivarla; de otra manera la vida se haría imposible. La ley produce al hipócrita, la ley produce a la persona astuta, la ley produce al criminal; de otra manera la vida se haría completamente imposible. La ley no deja vivir; hace la vida tan estrecha que te obliga a encontrar formas e interpretaciones… Y luego aparece el abogado. Él te ayuda, te ayuda a violar la ley y aun así a permanecer dentro de ella: ese es todo su trabajo. El abogado se necesita porque la ley crea al criminal por un lado y al abogado por el otro, y los dos son lo mismo.

El abogado y el criminal son consecuencia de la ley, de la Torá. Yo no estoy en contra de la Torá porque, en una humanidad tan vasta tiene que existir; la Torá se necesita, la ley se necesita. Tú tienes que circular por la derecha en la carretera. Si todo el mundo condujera cruzándose de cualquier manera –tal como lo hace la gente en la India-, entonces sería muy difícil, muy peligroso. Se tiene que seguir la ley.

Pero la ley no es la vida. Uno debe recordar que la ley se tiene que utilizar, se tiene que cumplir y, aun así, uno tiene que mantener una apertura hacia el Tao, hacia lo trascendente. El Tao tendría que ser el objetivo y la Torá tendría que convertirse sólo en un medio. Y la Torá no debería proclamar “Yo soy el todo”. Si la Torá proclama: “Yo soy el todo”, la vida se vuelve insignificante. Si la lógica proclama “Yo soy la totalidad”, la vida se vuelve insignificante. Si alguien dice: “La vida no es nada más que ciencia”, entonces hay una reducción y todo se rebaja al denominador más bajo. Entonces el amor no es otra cosa que química, un asunto de hormonas. Entonces todo se puede reducir a lo más bajo, entonces el loto no es más que lodo.

Tendrás que mantener una disponibilidad hacia el Tao; tendrás que mantener una apertura hacia el Tao mientras acatas la Torá. En realidad, la Torá es apropiada si te lleva en la dirección del Tao. La ley es realmente apropiada si te lleva hacia el amor. Si va contra el amor, entonces esa ley es ilegal.

Si Confucio está al servicio de Lao Tzu, si la Torá está al servicio del Tao, entonces no hay problema. Si es al contrario, entonces las cosas se tuercen, entonces tienes la cabeza en los pies, y se tiene que hacer algo inmediatamente.

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