sábado, 20 de febrero de 2021

EL EGOÍSMO Y LA PEREZA

 


Recuerda, que si tienes que caer en una trampa, la de la pereza es mejor que la del egoísmo. Éste es más peligroso; la persona perezosa no hace nada malo; una persona perezosa no puede hacer mal alguno. Nunca hará algo bueno, de acuerdo, pero tampoco hará algo malo. No se ocupará de matar a otros, de torturar a otros, de crear campos de concentración, de ir a la guerra; no se molestará. La persona perezosa dice: “¿Para qué? Si puedo descansar, ¿para qué?”. Una persona perezosa no es peligrosa por naturaleza. La única cosa que puede echar a faltar es su propio crecimiento espiritual, pero ella no interferirá en el crecimiento de los demás; no será un obstáculo. No será un benefactor, pues las personas más maliciosas del mundo son los benefactores. Una persona perezosa está casi ausente. ¿Qué puede hacer? ¿Has oído alguna vez que algún perezoso haya hecho algo malo?

No te preocupes porque unos cuantos se vuelvan perezoso; déjalos, no hay nada malo. El problema real está en el egoísta, en el que quiera ser espiritual, en el que quiere ser especial, en el que quiere obtener poderes espirituales. El problema real está en el que quiere demostrar al mundo algo espiritualmente. Si tienes que fracasar, elige la pereza. Si no puedes fracasar, si tienes que evitarlo, vale la pena evitar ambos.

La pereza es simplemente como el resfriado común; no hay mucho de que preocuparse. El ego es como el cáncer. Es mejor no tener ninguno de los dos, pero si tienes que elegir y quisieras tener un asidero, el resfriado común está bien, puedes depender de él, nunca mata a nadie, nunca ha matado a nadie. Pero no escojas nunca el cáncer… y esa es la mayor posibilidad.

Cuando empiezas a pensar en los demás, estás cayendo en una trampa del ego. ¿Quién eres tú para que te metas en la vida de otros? Es su vida. Si se sienten perezosos, ¿quién eres tú para interferir?

La pereza como hábito es mejor que estar obsesionado por la actividad. Estar obsesionado por la actividad es demencial. Una persona perezosa puede estar sana. Algunas veces se ha encontrado que las personas más perezosas son las más sanas.

Lao Tzu puede parecer perezoso al no pretender nunca fin o propósito alguno. Si conocieras a Diógenes, pensarías que es perezoso. Si conocieras al Buda pensarías que es perezoso. “Sentado debajo de un árbol bodhi… ¿qué estás haciendo? Podrías al menos dirigir una escuela primaria y enseñar a los niños, o puedes fundar un hospital y servir a la gente enferma. Hay tanta gente muriendo, pasando hambre… ¿qué estás haciendo aquí, sentado debajo del árbol bodhi?”.

Esa persona que piensa así, habría cogido al Buda para llevarle a trabajar. “¿Qué estás haciendo? ¿Sólo sentarte a meditar? ¿Acaso es éste el momento para meditar? ¿Es acaso el momento para sentarse en silencio sin más, y disfrutar de tu dicha? ¡Eso es egoísmo!”. Esta actitud condenatoria es realmente peligrosa: Te hace creer que eres más santo que el otro. “Soy mejor que tú. Tú… ¡perezoso!”.

Sí, existen las imperfecciones, existen las limitaciones, pero todo el mundo tiene estas limitaciones. Si quieres amar, tienes que amar a un hombre con todas sus limitaciones. Tú no puedes encontrar a la persona perfecta. La perfección no existe. La existencia no permite la perfección, porque la perfección es muy monótona. Piensa simplemente en lo que es vivir con una persona perfecta… Después de veinticuatro horas te suicidarás. ¿Vivir con una persona perfecta? ¿Cómo sería tu vida? Él sería casi como una estatua de mármol: muerto. Cuando una persona se vuelve perfecta está muerta. Una persona viva nunca es perfecta, y mi enseñanza tiende básicamente hacia la totalidad y no hacia la perfección.

Se total y recuerda la diferencia. El ideal de la perfección dice: “Se de esta manera, sin ira, sin celos, sin ser posesivo, sin imperfecciones, sin limitaciones”. El ideal de la totalidad es completamente diferente: si estás enojado, enójate completamente. Si amas, ama por completo. Si estás triste, entristécete completamente. Nada se deniega, únicamente lo parcial se tiene que dejar y así una persona se vuelve hermosa.

Una persona total es hermosa. Una persona perfecta está muerta.

No estoy tratando de crear mahatmas. ¡Ya está bien! Esos mahatmas ya han hecho suficientes tonterías en el mundo. Necesitamos gente hermosa, floreciente, fluida, vital. Sí, algunas veces se pondrán tristes, pero ¿qué hay de malo en sentirse triste? Algunas veces se enojarán, pero ¿qué hay de malo en sentirse enojado de vez en cuando? Esto simplemente indica que estás vivo, que no eres una cosa muerta, que no eres un leño a la deriva.

Algunas veces peleas, algunas veces lo dejas correr, tal como cambian los climas: algunas veces está lluvioso y lleno de nubes, otras veces está soleado y las nubes han desparecido. Además se necesitan todas las estaciones: la fría, la caliente, el invierno, el verano; todas las estaciones son necesarias. Y el hombre real, el hombre auténtico tiene todos los climas en su ser, sólo que con un punto de atención: cualquier cosa que hace, la tendría que hacer completamente y con plena atención; eso es todo, es suficiente: ahí tienes una hermosa persona.

Recuerda, sin embargo, que no estoy alabando la pereza. Simplemente condeno la actitud egoísta. Estoy más a favor de la pereza que del egoísmo. Pero no estoy a favor de la pereza en sí misma; la pereza tendría que estar llena de atención consciente. Entonces tú estás más allá, tanto de la actividad como de la pereza. Entonces te vuelves trascendental. No eres activo ni inactivo; estás centrado. Haces lo que es necesario, no haces lo que no es necesario. No eres un hacedor ni un no-hacedor. Dejas de concentrarte en el hacer. Eres consciencia.

Así que, por favor, no tomes lo que he dicho n el sentido de que te estoy ayudando a que seas perezoso. Ser realmente perezoso no quiere decir ser inactivo, sino estar tan lleno de energía que te conviertes en un acumulador de energía, perezoso en lo que respecta al mundo, pero tremendamente dinámico interiormente, no indolente.

Un taoísta es perezoso en lo exterior; en lo interior se ha convertido en un fenómeno similar a un río, está fluyendo continuamente hacia el océano. Ha abandonado muchas actividades porque estaban sustrayendo innecesariamente su energía. El peligro siempre está ahí –en todo lo que digo hay peligro-, el peligro de la interpretación. Si digo “se activo”, existe la posibilidad de que te vuelvas egoísta. Si digo “se inactivo”, existe la posibilidad de que te puedas volver indolente. La mente es astuta. No deja de interpretar a su manera; no deja de encontrar razones, racionalizaciones, trucos para defenderse a sí misma. Quiere permanecer como es.

En eso consiste todo el esfuerzo de la mente: quiere permanecer como es. Si es perezosa quiere seguir siendo perezosa. Si es activa –muy activa, obsesivamente activa-, quiere seguir siéndolo. Por tanto, tienes que ser cuidadoso para no defender tu mente cuando yo diga algo. Tienes que desembarazarte de tu mente.

No hay comentarios:

Buscar este blog