Jesús dijo: "Los hombres probablemente piensan que he venido a traer paz al mundo, y no saben que he venido a traer divisiones sobre la tierra, fuego, espada, guerra".
Cuando llegas a un Maestro como Jesús, llegas en busca de paz. Estás bienaventuradamente inconsciente de que has ido donde la persona que no corresponde. Tal como estás, no puedes conseguir la paz. Y si alguien te da la paz, eso será la muerte para ti. Tal como estás, si llegas a tener paz ¿qué significará eso? Eso significará que la lucha ha cesado antes de que hayas logrado nada. Tal como estás, si alguien te da silencio, ¿que significará eso? No habrás logrado el Ser, y te habrás consolado con tu situación.
Esta es la forma por la cual podrás reconocer a un maestro falso de un Maestro verdadero: el maestro falso es un consuelo, te da paz tal como estás, nunca se preocupa de cambiarte, él es un tranquilizante. Es tal como las píldoras de dormir: llegas a él y te consuela. Pero si vas a un Maestro verdadero, éste es el criterio: aun si tuvieras algo de paz, eso también será destruido; si tuvieras tranquilidad, eso también se perderá.
Un Maestro verdadero creará más turbulencia, más conflicto. No te va a consolar porque no es tu enemigo. Todos los consuelos son venenos. El te ayudará a crecer. El crecimiento es difícil, tendrás que pasar por muchas dificultades. Muchas veces querrás escapar de este hombre, pero no podrás, porque él te rondará.
El consuelo no es la meta. El no puede darte una paz falsa. El te dará crecimiento y como resultado de ese crecimiento, algún día, florecerás. Y ese florecimiento será la verdadera paz, el verdadero silencio. El consuelo es falso. La gente llega a mí y yo puedo ver en la forma que viene, los problemas que trae: ellos quieren consuelo. Alguien llega y dice: "Estoy en muchas dificultades, mi mente no está en paz, estoy muy tenso. Dame algo, bendíceme para que llegue a tener paz". Pero, ¿qué querrá decir eso? Si este hombre puede alcanzar la paz ¿qué significará eso? Entonces este hombre nunca va a cambiar. No, esa no es la forma.
Aun si un Maestro verdadero te consuela, ese consuelo es como una red de pescar. Serás cogido en el consuelo y entonces, poco a poco, creará el caos. Tendrás que pasar a través del caos, porque tal como estás, estás absolutamente mal. En ese estado, si alguien te consuela es tu enemigo. Con él perderás tiempo, vida, energía, y al final los consuelos no te ayudarán. Cuando venga la muerte todos los consuelos se evaporarán.
Había un anciano cuyo hijo había muerto. Vino a mí y dijo: "¡Consuélame!".
Le dije: "No puedo hacer eso, eso es pecado".
El dijo: "He venido por eso".
Le dije: "Puedes haber venido por eso, pero no puedo hacerlo".
El dijo: "Pero fui a ese Shankaracharya y me consoló y dijo: No te preocupes, no te apenes, tu hijo ha renacido en un cielo muy elevado".
Conocí a su hijo también, eso es imposible, porque era un político, todos ellos van al infierno, nunca van al cielo. Y no sólo era un político, sino un político con éxito, era un Ministro de Estado. Con toda la astucia de un político, con toda la ambición de un político, ¿cómo puede ir al cielo?
Y este anciano también era un político. Básicamente él no estaba apenado porque el hijo haya muerto. El asunto básico era que su ambición había muerto, porque a través de ese hijo él estaba logrando más y más y más. El mismo se había vuelto anciano, él había trabajado continuamente toda su vida; pero era un poco tonto, no muy astuto, un poco ingenuo. El había trabajado duro, había sacrificado toda su vida pero no logró conseguir ninguna posición. Y eso era un dolor profundo, era una herida. Y entonces, por medio del hijo, ahora él lo estaba intentando, y el hijo lo había logrado. Ahora que su hijo estaba muerto, toda su ambición había muerto.
Cuando le dije: "Esta es la razón por la que estás sufriendo tanto; no es por tu hijo", él se perturbó mucho.
Dijo: "He venido para que me des consuelo y tú me estás perturbando más. Tal vez sea verdad. Todo lo que dices suena verdadero. Puede ser que mi ambición haya sido herida; y que no sea por mi hijo por lo que estoy llorando, puede ser por la ambición. Pero no me digas esas cosas tan duras, estoy en tal dolor en este momento. Mi hijo está muerto y tú estás diciendo esas cosas tan duras. Y fui donde este Mahatma y donde ese Shankaracharya, y donde ese Gurú, y todos ellos me consolaron. Dijeron: 'No te preocupes, el alma es eterna, nadie muere jamás. Y tu hijo no era un alma común y corriente, ¡él ha llegado a los cielos más altos!".
Estos son consuelos, y si este anciano continúa escuchando estos consuelos, está desperdiciando una gran oportunidad. El está desperdiciando una oportunidad donde podría haber encarado toda su ambición, lo cual es su problema. El podría haber encontrado que toda ambición es inútil, porque trabajas, trabajas y trabajas, y entonces la muerte se lo lleva todo. El podría haber penetrado en esto, pero no; él dejó de venir donde mí. Solía venir, pero desde aquél tiempo nunca más vino. Fue donde otros que lo consolaban.
¿Estás aquí para ser consolado? Entonces, estás en el sitio errado. Eso es lo que Jesús afirma cuando dice: "Los hombres probablemente piensan que he venido a traer paz al mundo, y no saben que he venido a traer divisiones sobre la tierra, fuego, espada, guerra".
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