El silencio es meditación y el silencio es algo básico para cualquier experiencia religiosa. ¿Qué es el silencio? Puedes crearlo, puedes cultivarlo, puedes forzarlo, pero entonces es algo superficial, falso, pseudo. Puedes practicarlo y comenzarás a percibirlo y experimentarlo, pero tu práctica lo convertirá en autohipnótico. Este no es el verdadero silencio. El verdadero silencio llega cuando tu mente se disuelve, no mediante el esfuerzo, sino mediante la comprensión; no con práctica, sino mediante una consciencia interna.
Estamos repletos de ruidos, por dentro y por fuera. En el mundo externo es imposible crear una situación silenciosa. Aunque huyamos a lo más profundo de un bosque, no habrá silencio; solamente habrá sonidos nuevos, sonidos naturales.
A media noche todo se detiene, pero esto no es silencio, solamente son nuevos sonidos, sonidos con los que no estás familiarizado. Son más armoniosos, desde luego, más musicales, pero aún son sonidos, no silencio.
Un músico y compositor actual, John Cage, ha repetido en muchas ocasiones que el silencio es imposible. Puede haber sonidos musicales, puede haber sonidos que no sean musicales, puede haber sonidos que te gusten y sonidos que no te gusten. Cuando no te gusta un cierto sonido, se convierte en ruido; cuando te gusta el ruido, se convierte en música, pero no puedes alcanzar el silencio. ¡Cage afirma que no puedes conocer el silencio!
Cuenta un incidente. Antes de este incidente, pensaba que el silencio era una posibilidad, pero nunca había meditado sobre ello. Una vez entró en una sala de la Universidad de Harvard diseñada especialmente para cierto propósito científico. El salón estaba absolutamente insonorizado, absolutamente a prueba de eco. Entró en la sala, pero tenía un oído tan fino que descubrió un sonido. Èl es un gran músico, uno de los más importantes del siglo XX. En ese salón empezó a oír dos sonidos: un sonido agudo y uno grave.
Le dijo al ingeniero jefe: “Dices que esta sala está totalmente insonorizada; afirmas que es a prueba de ecos, pero estoy oyendo dos sonidos: uno agudo y uno grave”.
El ingeniero le dijo, “El sonido agudo es el de tu sistema nervioso funcionando y el sonido grave es el de tu sistema circulatorio”.
Cage dice, “Ese día me convencí absolutamente de que el silencio es imposible, a menos que muera”.
El silencio es imposible en el mundo exterior y tu sistema nervioso forma parte del exterior, no del interior. El auténtico interior es absolutamente silencioso. Si me lo permites te diré que el punto de silencio absoluto es el interior. El sonido es exterior; el silencio es interior. “Silencio” e “interior” son sinónimos. Si vives en el exterior, te mueves en el sonido. Si vives en el interior, te mueves en el silencio. Debes llegar a un punto en el que se da la ausencia de sonido, o como dice el Maestro zen, el sonido sin sonido. Los yoguis hindúes siempre le han llamado anahat nada, el sonido del silencio que no tiene origen.
Pero uno no tiene porquè emplear términos paradójicos; es más fácil de entender empleando palabras comunes. El exterior es sonido, el interior es silencio, ausencia de sonido. Pero Cage está en lo cierto. Si piensas objetivamente en términos de silencio, no hay posibilidad de que exista el silencio. Si piensas en el silencio como en algo que hay posibilidad de que exista. Pero eres capaz de crear muy fácilmente un pseudo silencio. Puedes cultivarlo, puedes practicarlo.
Por ejemplo, puedes emplear cualquier mantra. La repetición constante te dará un pseudo sentimiento de silencio, una falsa percepción de silencio. La repetición constante de un mantra te hipnotizará. Te empezarás a sentir embotado, perderás tu consciencia, te sentirás somnoliento. En medo de este estado semidormido puede que empieces a creer que te has vuelto silencio, pero no eso no es silencio. El silencio significa que la mente se ha disuelto mediante la comprensión. Cuando más entiendes a tu mente, más te das cuenta de su mecanicidad y de su funcionamiento y más te desidentificas con tu mente.
Es esa identificación la que crea el ruido interior. Se presenta la ira en la mente, te identificas con ella; no la ves como un objeto. La ira está en algún lugar afuera de ti, pero empiezas a sentirte enojado, empiezas a volverte uno con ella. Entonces no te das cuenta de tu centro interno, te has ido. En la mente fluyen muchos pensamientos continuamente, el proceso del pensar está en marcha y tú te identificas con todos y cada uno de los pensamientos. Todo pensamiento se vuelve tuyo, te identificas con él. Entonces te has ido.
No es solamente con los pensamientos con los que te sientes uno, sino también con las cosas aún más alejadas de tu centro. Tu casa no es solamente tu casa; tú te conviertes en tu casa. Tus pertenencias no son sólo tus pertenencias: te identificas con ellas. Cuando se estropea tu coche, se daña también tu estado interior. Cuando se incendia tu casa, tú también te incendias. Si todas tus posesiones te fueran arrebatadas, morirías.
Estamos identificados con nuestras posesiones, estamos identificados con nuestros pensamientos, nos identificamos con nuestras emociones, nos identificamos con todo excepto con nosotros mismos. Nos identificamos con todo excepto con nuestro centro más interno. Debido a esta identificación, se genera el ruido, el conflicto, una angustia, una tensión continua.
Ha de ser así porque tú no estás en tu casa. Hay una cierta separación y te has olvidado de esa separación. Tú no eres tu esposa; tú no eres tu marido. Hay una distancia: te has olvidado de esa distancia. Tú no eres tus pensamientos, tu ira o tu amor o tu odio. Hay una separación. Cuando empiezas a percibir esa separación, siempre estás afuera, como un testigo, sin implicarte. Estás afuera de cualquier cosa con la que no te sientes implicado.
Si John Cage, como dice, oye su propio sonido, el sistema nervioso en funcionamiento, la sangre circulando, entonces existen dos cosas: una es la consciencia, el saber, el conocimiento, el ser consciente. Existe un punto interior que se da cuenta de que dos sonidos están ahí. Pero él se da cuenta solamente de dos sonidos. No se da cuenta del centro que percibe esos sonidos. Si se vuelve consciente de ese centro de consciencia, esos dos sonidos estarán muy alejados. Habrá una distancia. Y en el instante en que tu foco de consciencia se transfiere desde los objetos a los sonidos, al centro de consciencia sin sonidos, entonces estás en silencio. Me gustaría decir que tú estás en silencio y que todo excepto tú es sonido.
Si te identificas con algo, nunca alcanzarás esa ausencia de sonido.
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