sábado, 13 de julio de 2019

EL MAESTRO EN LA INICIACIÒN


El maestro trabaja, primero con tu cuerpo, luego con tus emociones, y más aún con tu intelecto. He ahí la parte consciente exotérica. El maestro interviene en las partes externas, en la iniciación. Pero existe la parte interna, la esotérica, y que ha de funcionar mediante mensajes telepáticos, a través de tus sueños, de tus visiones, de comunicaciones secretas. Hablándole, puede pacificarse directamente, tu intelecto; pacificarse y discutirse con él, pero no tus emociones. Con ellas ha de intervenir indirectamente, crear medios a través de los cuales tus emociones cambien, se transformen.

Pero eso también es externo. Tus emociones, tu intelecto, tu cuerpo; todo ello partes de tu ser externo: tú resides en el interior; tu Ser está adentro; ese Ser que también debe transformarse. Esto se hace a través de medios telepáticos; esotéricos, secretos. Tus sueños se usan, quizá ordinariamente aunque tú no seas consciente de tus sueños, pero si lo está tu maestro, quien hallase más interesado en ellos que en tu estado de vigilia. Tu llamada conciencia despierta es falsa, no es real, no te manifiestas en ella; sólo actúas; tus sueños son más reales

Freud recurrió al análisis de los sueños siguiendo cierta tradición alquímica que le llegó. Algo que se filtró de cierto círculo esotérico; y así lo uso, y creó toda una ciencia. Por supuesto que él no podía conocer tus sueños directamente, tenía que hacer confesar a su paciente, que mostrara su sueño, lo recordara, hablara de él. Entonces él podía analizarlo. Pero en la iniciación, el maestro conoce tus sueños, puede penetrarlos, ser de ellos testigo. Conoce más cosas secretas de ti de las que tú mismo, eres consciente. Edgar Cayce podía entrar en un coma autohipnótico en el que podías revelarle algo acerca de tu sueño, donde existen cabos sueltos. Èl podía introducirse en él en su estado inconsciente y contemplar el cuadro entero. Te podría decir después cuáles eran los vínculos perdidos, es decir, tu sueño completo. Y te sorprenderías, porque nadie lo recuerda totalmente al despertar. Es imposible.

Cuando la mente consciente interviene, lo distorsiona todo, ya que el mensaje viene del inconsciente, está en contra del consciente que falsea, interpreta, y con su eliminar y agregar el todo, se vuelve una tontería. Imaginas entonces que tu sueño no tiene sin sentido: ningún sueño carece de él, tienen siempre un significado más profundo que tus momentos de vigilia.

Así, un maestro tiene que trabajar con tus sueños. Y a menos de que lo haga no puede intervenir en tu vigilia, pues todo deriva de tu fuente interna originadora de tus sueños. Esa fuente tiene que destruirse, arrancarse de cuajo su raíz desde tu conciencia El entero mecanismo onírico tiene que aniquilarse, desarraigarse. Cuando esto sea totalmente, sentirás, primero: que has perdido los sueños; luego, que has perdido el dormir. Dormirás, pero algo permanecerá despierto. El cuerpo estará descansado en la mañana, pero sabrás que has permanecido consciente: si el soñar se pierde, el dormir también se perderá.

Te sorprenderás saber que el soñar ayuda constantemente a dormir; no puedes dormir sin soñar. Los sueños ayudan a continuar tu sueño. Por ejemplo, tienes hambre mientras duermes, el cuerpo se despertará "ve á comer algo" dirá. Pero la estructura del ensueño ayudará completamente; creará un sueño. Tú comes o bebes algo en sueños, entonces no hay necesidad de despertar. Ahora puedes seguir durmiendo. El sueño ha sustituido algo que necesitabas, y puedes continuar.

Tu reloj despertador sueña. Son las cinco de la mañana y tienes que levantarte; la estructura onírica creará un sueño: estás en un templo y la campana está sonando; la alarma sonando afuera se transforma en parte del sueño: ahora la campana suena adentro, no hay necesidad de levantarse; puedes continuar durmiendo. Los sueños ayudan a continuar durmiendo, de otra manera no podrías dormir, pues despertarías muchas veces, por el ruido del exterior, intolerable para el cuerpo. Hasta un simple mosquito lo perturbaría, pero soñando su zumbido se convierte en música onírica: continúas durmiendo y soñando.

La entera estructura onírica de la conciencia tiene, pues, que quedar desarraigada, y el maestro ha de trabajar para lograrlo. Hasta que destruye todo el mecanismo, las puertas interiores no se abren para que él se comunique directamente. Ahora no hay necesidad de lenguaje, de palabras: sólo directa comunicación, sin palabras, y la verdad puede revelársete, no de otro modo. La parte más esotérica es con tu conciencia onírica; hay que cambiarla.

Algo puede traslucirse, y así ha sucedido muchas veces. Inclusive hay ciencias basadas en eso. Con un punto solo que se haya escapado del mundo esotérico, se puede crear una ciencia que, sin duda, será incompleta, imperfecta. El análisis de Freud no puede ser perfecto porque él no conoce la totalidad. Ha tropezado con algo y lo ha desarrollado completamente, pero es sólo una parte, porque el todo no le es conocido.

Cuando la conciencia onírica ha sido erradicada, empieza el verdadero trabajo esotérico. El maestro puede tomarte de la mano y conducirte a dondequiera, a cualquier realidad, a cualquier profundidad de este universo. Pero eso no puede platicarse, no puede discutirse. Los maestros han conducido a sus discípulos al cielo, al infierno, a cada esquina y rincón del universo, a cada planeta, a reinos superiores, todo esto sólo es posible cuando tu conciencia onírica está completamente ausente, cuando no puedes ya proyectar nada; porque te has convertido en la pantalla. Entonces este mundo será diferente para ti porque tú serás diferente; él continúa igual, pero tú no ya no proyectarás nada.

Algo siempre faltarà, no al maestro, pero sí a ti, y falta, a menos que el fenómeno te suceda. Entonces todo estará completo, ligado. Hay muchos eslabones, y los perdidos siempre los hay, podrás encontrarlos sólo con tu esfuerzo, y te hablo de esos cabos sueltos para que te convenzas que el trabajo es duro. Cuanto más firmemente trabajes, más cabos perdidos encontraràs.

Realiza tu parte, y recuerda que tú eres capaz de ello. Siempre que seas capaz de entregarte, vendrá el maestro: aquí está. Los maestros siempre han existido, el mundo nunca ha carecido de ellos; pero sí de discípulos. Pero ningún maestro puede empezar algo, a menos que alguien se rinda. Así; cuando tengas un momento de rendición no lo pierdas. Si no encuentras a nadie a quien rendirte, entrégate a la Existencia: no pierdas las posibilidades de rendición, porque entonces estás en la frontera entre el sueño y la vigilia. ¡Entrégate!

Bueno es que encuentres a alguien, sino, entrégate al Universo; y el maestro aparecerá. Èl se apresura cuando hay rendición; te vuelves vacío; espiritualmente, estás vacío, y la fuerza espiritual desciende hacia ti y te llena. Recuerda, siempre que sientas el impulso de entrega no pierdas el momento. Quizá no regrese o regrese tras siglos y vidas innecesariamente vividas. Siempre que el momento llegue; ¡entrégate!

Pero la mente tiene un truco. Si te enojas, te enojas al momento. Pero si sientes el impulso de rendirte, lo piensas y lo pospones, y con la mente es siempre un solo instante: el que está en la línea ilusoria. Entrégate a la Divinidad, a lo que quieras, aunque sea a un árbol, porque lo importante no es a quien te rindes, sino la rendición. Entrégate al árbol y el árbol se convertirá en tu maestro. Muchas cosas te serán reveladas, lo que ninguna escritura puede transmitirte. .

Entrégate a una piedra, y la piedra se volverá un Dios. Y la piedra te revelará lo que ningún Dios te revelaría. Lo indispensable es la entrega. Siempre que haya rendición, alguien aparecerá responsable de ti. He ahí lo que la iniciación significa.

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