sábado, 26 de septiembre de 2020

VIVIR EN CONSCIENCIA

¿Quién muere? Y ¿quién es el que nace? El ego es el que nace, y el ego es el que muere. En lo profundo, donde no hay ego, tú nunca has nacido y nunca morirás. Tú eres eterno, eres eternidad, eres el sustrato mismo, el material del que está hecha la existencia; ¿cómo puedes morir? No obstante, el ego nace y el ego muere. Tú nunca has nacido y nunca morirás, pero ¿cómo saberlo? Te gustaría esperar a que llegara la muerte? Eso es muy arriesgado, porque si ves toda tu vida inconscientemente, no hay muchas posibilidades de que te puedas volver consciente cuando mueras. 

No es posible, si toda tu existencia ha sido una continuidad de vivencias inconscientes; morirás en la inconsciencia, no serás capaz de saber. Morirás en estado de coma, no serás capaz de observar y ver qué está pasando. Ni siquiera fuiste capaz de ver la vida, ¿cómo vas a ver la muerte? La muerte es más sutil. Si realmente quieres saber, empieza entonces a volverte más alerta, más atento. Vive conscientemente, aprende sobre la consciencia, acumula consciencia. Conviértete en una gran llama de consciencia; entonces, cuando venga la muerte, serás capaz de observarla, serás capaz de verla y sabrás que “El cuerpo está muriendo, el ego está muriendo, pero yo no estoy muriendo porque soy el observador”. Este observador es la esencia misma de la existencia. A este observador se le llama “Dios” en otras religiones y “Tao”, según Lieh Tzu y Chuang Tzu, el conocedor, el elemento que conoce, consciencia, atención, estado de alerta. 

Empieza a vivir una vida consciente. Haz lo que estás haciendo, pero hazlo como si fueras un testigo de ello: obsérvalo, continúa observándolo en silencio. No te pierdas en medio de las cosas; permanece alerta, permanece distante. Empieza con las pequeñas cosas: caminar por la calle, comer, tomar un baño, coger la mano de un amigo, hablar, escuchar; pequeñas cosas, pero permanece, recupéralo otra vez, encuéntralo otra vez. Esto es lo que el Buda llama plena atención, lo que Gurdjieff llama recuerdo de sí. Continúa recordando que eres un testigo. Al comienzo es arduo, duro, porque nuestro sueño es prolongado. Hemos dormido por muchas vidas; nos hemos acostumbrado a dormir, estamos roncando, metafísicamente. Es una cosa difícil, pero si lo intentas, poco a poco un rayo de atención empezará a entrar en tu ser. Es una posibilidad; difícil, pero posible, no es imposible. Y es lo más valioso que hay en la vida. Nunca morirás porque nunca has nacido, pero no lo sabes. Mi conocimiento no te va a ayudar, tienes que saberlo tú. Tienes que convertirte en tu propia comprensión, en una luz para ti mismo. Tienes que meditar en la pregunta: ¿Quién es realmente feliz? ¿Eres feliz sólo porque estás vivo? No lo eres; el mundo en su totalidad es muy desgraciado. En consecuencia se puede deducir una cosa, y se puede deducir incondicionalmente: el simple hecho de estar vivo no es suficiente para ser feliz; hace falta algo más para ser feliz, algo “más”. 

Vive con más atención consciente, con la luz de la atención consciente la oscuridad del ego desaparece. En consecuencia, cuando la vida tiene un punto adicional de atención consciente, se producen grandes cosas. Primero, el ego desaparece, y junto con el ego desaparece la muerte, porque sólo el ego puede morir, dado que el ego ha nacido. Con la desaparición del ego desaparece el nacimiento y la muerte. Con la desaparición del ego tu separación de la existencia desaparece. Éste es el significado de la crucifixión: el ego es crucificado. 

Cuando Jesús es crucificado nace Cristo; éste es el significado de la resurrección. Por una parte crucifixión, por la otra resurrección. Muere si quieres estar realmente vivo. Es muy paradójico, pero tremendamente cierto, absolutamente cierto. Tal como estás, no estás ni vivo ni muerto. Tú estás suspendido en el medio por eso hay infelicidad, tensión, angustia. Estás dividido: no estás ni vivo ni muerto. Permanece, o bien completamente vivo, y sabrás lo que es la vida, o bien completamente muerto, y también sabrás lo que es la vida porque la totalidad abre la puerta del Tao. 

Sé total. El hombre que está dormido no puede ser total para nada. Si estás comiendo no eres total; piensas en mil y una cosas, sueñas mil y un sueños, simplemente te llenas mecánicamente. Se total en tus actos, y al ser total tendrás que estar alerta; nadie puede ser total sin estar alerta. Ser total implica no pensar en otra cosa. 

Si estás comiendo, estás comiendo simplemente; estás totalmente aquí y ahora. El comer lo es todo: no te estás llenando únicamente; lo estás disfrutando. El cuerpo, la mente, el alma, están todos en sintonía mientras comes: hay una armonía, un ritmo profundo entre los tres niveles de tu ser. Entonces el comer se vuelve una meditación, el caminar se vuelve una meditación, el cortar leña se vuelve una meditación, el sacar agua del pozo se vuelve una meditación, el cocinar se vuelve una meditación. 

Las pequeñas cosas se transforman, se convierten en actos luminosos, y cada acto se vuelve tan completo que adquiere la cualidad del Tao. Cuando eres total no eres el hacedor. Entonces Dios es el hacedor, o la totalidad es el hacedor; tú sólo eres un vehículo, un pasadizo, y volverse un pasadizo es dicha, es bendición.

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