Con la disciplina interior el amor surge naturalmente. Pero hay una gran diferencia entre la disciplina externa y el amor; y no sólo diferencia sino antagonismo. Si tú te impones a ti mismo una disciplina externa, ésta destruirá tu cualidad de amar, destruirá tu sensibilidad para amar, te volverá insensible. Perderás tu receptividad delicada, porque cualquier disciplina que se impone desde fuera va en contra de tu sensibilidad, y el amor es la culminación de toda sensibilidad.
Cuando te enamoras de una mujer, te enamoras con los cinco sentidos. Puede que tú no seas consciente, porque el ser humano se ha alejado tanto de sus propios sentidos que no es consciente, pero observa a los animales, los cuales están más arraigados a su ser, seguramente inconscientes, pero aun así arraigados a su ser.
Sucede algunas veces que una cara hermosa te atrae, pero el olor no. Entonces, si te casas con esa mujer tendrás problemas. Uno de tus sentidos estará divorciándose constantemente y tus otros sentidos estarán casándose constantemente, y habrá conflicto.
El amor real se produce sólo cuando tus cinco sentidos están en armonía, cuando son como una orquesta. Entonces hay una clase de eternidad en tu amor. Entonces no es algo temporal, entonces no es algo momentáneo. Cuando amas a una mujer, amas su voz, amas su tacto, amas su olor, amas la forma de caminar, amas la forma en que te mira. La amas en su totalidad, y esa totalidad se puede vislumbrar con el conjunto de los sentidos.
El hombre, sin embargo, se ha vuelto muy visual. A los otros sentidos no se les ha permitido decir algo; tú sólo miras con los ojos a la proporción. En los concursos mundiales de belleza no se huele el cuerpo. ¡Es una tontería! Simplemente es una tontería. Una mujer puede tener un cuerpo de bellas proporciones, ¡y oler mal! Puede tener las proporciones adecuadas, pero no una voz adecuada, un tono adecuado. Su voz puede no ser musical, entonces ella no es hermosa, hace falta algo. Un verdadero concurso mundial de belleza tendría que basarse en la totalidad de los cinco sentidos. ¿Por qué tienen que dominar y dictaminar los ojos? Resulta algo muy dictatorial. El ojo es el único que dictamina la totalidad de la propia vida; naturalmente no estás contento porque un sentido se ha convertido en un Adolf Hitler. Tendría que haber una democracia en tu ser, en tu cuerpo. Se les tendría que permitir a todos tus sentidos decir sus cosas y tú tendrías que escucharlos a todos.
Si tú impones una disciplina desde afuera, ésta va a destruir tu amor, porque todas las disciplinas externas tienden a embobarte.
Una disciplina externa tiene ese significado. Esto es lo que Mahatma Gandhi dice continuamente. Esto es lo que hizo Adolf Hitler: impuso una disciplina sobre toda la nación desde afuera, y la impuso con tal perfección que las personas empezaron a hacer cosas que nunca hubieran sido capaces de imaginar. La disciplina los embotó completamente; habían perdido la sensibilidad. Millones de judíos fueron incinerados, y la gente encargada de incinerarlos lo presenció sin sentirse afectada ¿Qué pasó? Su sensibilidad se quedó debilitada. La enorme capa de disciplina externa que les fue impuesta anuló por completo su ser.
Es algo que se hace en todos los ejércitos. Todo el entrenamiento militar no es otra cosa que una forma de anular a una persona, de debilitar su sensibilidad y su inteligencia. Nunca encontrarás a un militar inteligente; imposible. Si fueran inteligentes ¿cómo iban a estar en el ejército? ¿Es que no pueden ser alguna otra cosa? El ejército tendría que ser el último recurso. El entrenamiento militar no es más que una técnica para anular el verdadero ser de las personas. “Girar a la izquierda, girar a la derecha, girar a la izquierda, girar a la derecha”… Tres o cuatro horas haciendo lo mismo de buena manera.
Una vez un profesor se convirtió en soldado. Era un hombre muy inteligente, así que cuando se le ordenó girar a la derecha se quedó donde estaba, parado. Entonces el oficial le preguntó:
-¿Por qué te quedas parado si yo he dicho girar a la derecha y todo el mundo lo ha hecho?
El profesor dijo:
-Tarde o temprano usted dirá que giremos a la izquierda, entonces ¿qué sentido tiene girar ahora a la derecha? Todos volverán a la misma Posición nuevamente y esto va a seguir así durante tres o cuatro horas. ¿Para qué preocuparse?
¿Por qué este continuo, “girar a la izquierda, girar a la derecha”? Hay una razón: es un condicionamiento; no se te permite pensar. “Girar a la izquierda” quiere decir “girar a la izquierda”; tienes que hacerlo. Continúa haciendo algo, obedeciendo, y poco a poco pierdes tu inteligencia. Entonces no piensas; entonces un día se te ordena matar al enemigo y tú matas. Es simplemente lo mismo que “girar a la derecha, girar a la izquierda”. Tú no piensas, tú no evalúas las circunstancias así: “¿Qué me ha hecho este hombre? ¿Por qué tendría que matarle?”. El por qué no surge nunca; tú simplemente lo haces. Te conviertes en un robot, en algo mecánico; dejas de ser un hombre.
En la India, los sijs, la gente del Puntab, son los mejores militares, los mejores soldados y, por supuesto, en todo el país se piensa que son los más estúpidos. Estas dos cosas van juntas. Si una raza es de gran perfección en lo que se refiere a la guerra, entonces se vuelve menos inteligente. Tiene que suceder; las dos cosas no pueden ir juntas. Una persona inteligente tendrá que pensar antes de actuar. El soldado tiene que actuar antes que pensar. Ese es el todo el proceso: él tendría que actuar antes que pensar. Y entonces, cuando ya has actuado, ¿qué sentido tiene pensar? Entonces ya no es necesario.
Cualquier disciplina externa, sea ésta la de un soldado o la de un sabio, destruye tu sensibilidad, destruye tu fineza, tu receptividad. Y, naturalmente, destruye tu amor, porque el amor no es otra cosa que la armonía de todos tus sentidos y tu inteligencia. Sin embargo, cuando se trata de la disciplina interior, no hay contradicción con el amor. Con la disciplina interior surge el amor. No obstante, recuerda otra vez que el amor que surge con la disciplina interior no será el amor que has conocido hasta ahora. Tu amor es cualquier cosa menos amor.
Lo que tú llamas amor es pasión, fiebre, una clase de neurosis química; eso no es amor. ¿Cómo puedes tú amar? El amor sólo se produce como una consecuencia de la meditación. Cuando has llegado a estar muy alerta, surge una nueva cualidad; eso es amor.
Ahora mismo, lo que llamas amor son celos, competencia, posesión, ira, odio. A lo mejor estás cansado de ti mismo, no puedes estar contigo mismo, así que necesitas a alguien y a eso le llamas amor. Tú te aferras a alguien, dominas, manipulas a alguien. Esto es política, no amor; es ambición de dominar, no amor. Y naturalmente, eso te lleva al infierno, naturalmente te vuelves más y más infeliz.
¿Qué te ha ocasionado tu amor? Sueños y sueños y sueños. Y los sueños sólo se producen cuando miras a tu amor en algún momento del futuro; entonces son sueños. Cuando miras hacia atrás, al amor que ya pasó, entonces es una pesadilla. Todos los sueños terminan siendo pesadillas. No, esto no es amor; de otra manera la tierra toda sería feliz. Tanta gente amorosa, todo el mundo es amoroso… la madre es amorosa, el padre es amoroso, el hijo, la hermana, el hermano, la esposa, el esposo, el amigo, el cura, el político; todo el mundo ama a todo el mundo, debería haber tanto amor… Pero mira a los ojos de las personas: sólo hay infelicidad, nada más. Entonces algo no ha ido bien, se le ha llamado amor a otra cosa. Eso no es amor. El continente dice: “Amor”, pero mira el contenido: celos, posesión, ira, odio, dominación; todo lo feo está ahí. Sí, el continente es muy hermoso, está muy bien empaquetado, como un regalo de Navidad. Ábrelo… y en el interior solamente hay infierno.
Yo no estoy hablando de este amor. Cuando vas dentro de tu ser, surge una energía completamente nueva. Tienes tanta energía que te gustaría compartirla; entonces el amor es un compartir. Entonces no necesitas amor, entonces no necesitas que alguien te ame. Por primera vez posees tu tesoro, y aparece una nueva necesidad de compartirlo, de dárselo a quien lo necesite.
Compartes y das. Cuando el amor es una necesidad y quieres que alguien te ame, eso trae infelicidad. Es el amor de un mendigo, y los mendigos no pueden ser felices. Cuando se ha conocido el amor -y esto sólo es posible cuando has ido hacia adentro y llegas al santuario más profundo de tu ser-, cuando has conocido allí la fuente de tu amor, entonces surge una nueva necesidad de compartirlo, de darlo a quien lo necesite. Entrégalo, y te sentirá agradecido de que alguien lo haya recibido. Entonces hay felicidad, entonces el amor es celestial.
No obstante, en tal caso, la necesidad ha tomado un giro radical: ahora necesitas dar. Ahora mismo necesitas que alguien te de; eres un mendigo. Luego te conviertes en un emperador. La disciplina interior te convierte en un emperador.