sábado, 24 de julio de 2021

EL AMOR SE BASTA A SÍ MISMO.

Al amor no hace falta mejorarlo. Es perfecto tal como es. No puede ser más perfecto. El simple deseo de que esto ocurra muestra una incomprensión del amor y su naturaleza. ¿Cómo vas a perfeccionar un círculo? Todos los círculos son perfectos; si no son perfectos, no son círculos. 

La perfección es intrínseca al círculo, y la misma ley rige el amor. Tú no puedes amar menos, y tampoco puedes amar más, porque no se trata de cantidad. Se trata de calidad; esto es algo que no se puede medir. No hay que comprender el amor como un apasionamiento biológico; eso es deseo. Eso existe también entre los animales, no tiene nada de especial; existe incluso entre los árboles. Es la forma de reproducción de la naturaleza. No hay nada espiritual en ello ni nada especialmente humano. 

Así que lo primero que hay que hacer es delimitar qué es deseo y qué es amor El deseo es una pasión ciega; el amor es la fragancia de un corazón callado, meditativo, en paz. El amor no tiene nada que ver con la biología o la química hormonal. El amor es el vuelo de nuestra conciencia hacia niveles superiores, por encima de la materia y por encima del cuerpo. En el momento en que entiendes el amor como algo trascendental deja de ser una cuestión fundamental. La cuestión fundamental es cómo trascender el cuerpo, cómo conocer algo dentro de ti que está más allá; más allá de todo lo conmensurable. Éste es el significado de la palabra, materia. Proviene de la raíz sánscrita matra, que significa medida; significa aquello que puede ser medido. La palabra metro proviene también de esta raíz. 

La cuestión fundamental consiste en cómo trascender lo conmensurable para entrar en lo inconmensurable. En otras palabras, cómo trascender la materia y abrir los ojos hacia una mayor conciencia. Y la conciencia no tiene límites; cuanto más consciente te vuelves, más te das cuenta de cuánto más es posible serlo. Cuando alcanzas una cumbre, otra cumbre se ofrece ante ti. Es una peregrinación eterna. El amor es una consecuencia de una conciencia emergente. Es como el aroma de una flor. No lo busques en las raíces; no se encuentra allí. Tu biología está en tus raíces; tu conciencia es tu florecimiento. 

A medida que te conviertas cada vez más en un loto abierto de conciencia, te sorprenderás, te quedarás desconcertado por esa experiencia increíble que sólo puede llamarse amor, estás completamente rebosante de alegría, completamente lleno de dicha; cada molécula de tu cuerpo danza en éxtasis. Eres como una nube de lluvia que quiere estallar y comenzar a llover. En el momento en que rebosas de dicha surge un intenso anhelo en ti: compartir esa dicha. Ese compartir es amor. 

El amor no es algo que puedas obtener de alguien que no ha logrado la dicha. Ésta es la infelicidad del mundo entero: todo el mundo está pidiendo ser amado y está pretendiendo amar. No puedes amar, porque no sabes lo que es la conciencia. No conoces el satyam, el shivam y el sundram; desconoces la verdad, desconoces la experiencia de lo divino y desconoces el aroma de la belleza. ¿Qué tienes que ofrecer? Estás totalmente vacío, estás totalmente hueco... Nada crece en tu ser, nada reverdece. No hay flores en tu interior; todavía no ha llegado tu primavera. El amor es una consecuencia. Cuando llega la primavera y de repente empiezas a florecer, a brotar, empiezas a liberar tu aroma potencial; el hecho de compartir ese aroma, de compartir esa dulzura, de compartir esa belleza, es amor. 

No quiero herirte, pero no puedo hacer otra cosa, te tengo que decir la verdad: no sabes lo que es el amor. No lo sabes porque no has profundizado suficientemente en tu conciencia. No te has experimentado a ti mismo, no tienes ni idea de quién eres. En medio de esta ceguera, de esta ignorancia, de esta inconsciencia, no puede crecer el amor. Estás viviendo en un desierto. En esa oscuridad, en ese desierto, es imposible que brote el amor. En primer lugar, tienes que estar lleno de luz y lleno de dicha, tan lleno que te empiece a rebosar. Esa energía que te rebosa es el amor. Por tanto, el amor es la mayor perfección que existe en el mundo. Ni más ni menos. Pero nuestra educación es tan neurótica, tan psicológicamente enferma que destruye toda posibilidad de crecimiento interior. 

Te han enseñado desde el principio a ser perfeccionista y, naturalmente, continúas aplicando tus ideas perfeccionistas a todo, incluso al amor. Precisamente el otro día encontré esta frase: un perfeccionista es una persona que sufre mucho y hace sufrir todavía más a los demás. ¡Y el resultado de esto no es más que un mundo desgraciado! 

Todo el mundo intenta ser perfecto. Y en el momento en que alguien intenta ser perfecto, empieza a esperar que todos los demás sean perfectos. Empieza a criticar a la gente, empieza a humillar a la gente. Esto es lo que han hecho, a lo largo de los siglos, aquellos a los que llamáis santos. Esto es lo que os han hecho vuestras religiones: han envenenado vuestro ser con esa idea de perfección. Dado que no puedes ser perfecto, te empiezas a sentir culpable, te pierdes el respeto a ti mismo. Y aquel que pierde el respeto a sí mismo pierde toda la dignidad del ser humano. Han aplastado tu orgullo, han destruido tu humanidad con bellas palabras como perfección. 

El hombre no puede ser perfecto. Sí, hay algo que el hombre puede experimentar, pero está más allá de la concepción normal del hombre. A menos que un hombre experimente también algo de lo divino no podrá conocer la perfección. La perfección no es una disciplina, no es algo que puedas practicar. No es algo que puedas ensayar. Sin embargo, esto es lo que le han enseñado a todo el mundo, y el resultado es un mundo lleno de hipócritas que saben perfectamente que están vacíos y huecos, pero continúan fingiendo todo tipo de cualidades que no son más que palabras vacías. 

Cuando le dices a alguien: «Te amo», ¿has pensado alguna vez en lo que significa? ¿Es solamente un apasionamiento biológico entre dos sexos? Una vez que hayas satisfecho tu apetito animal, desaparecerá lo que tú llamas amor. Era simplemente hambre; has saciado tu hambre y ya has acabado. 

La misma mujer que antes era la más bella del mundo, el mismo hombre que antes te parecía Alejandro Magno, ¡ahora empiezas a pensar en cómo librarte de ellos! El amor es algo eterno. Es la experiencia de los budas, no de la gente inconsciente de la que está llena el mundo. Sólo unos pocos han conocido lo que es el amor, y estas personas son las más iluminadas, las más benditas, las más altas cumbres de la conciencia humana. 

Si realmente quieres conocer el amor; olvídate del amor y acuérdate de la meditación. Si quieres que tu jardín esté lleno de rosas, olvídate de las rosas y ocúpate del rosal. Abónalo, riégalo, preocúpate de que le dé suficiente sol, de que tenga suficiente agua. Si cuidas de todo esto, en su debido momento, llegarán las rosas. No podrás tenerlas antes; no puedes obligarlas a que florezcan antes. No puedes pedir a la rosa que sea más perfecta. ¿Has visto alguna vez una rosa que no sea perfecta? ¿Qué más quieres? Cada rosa es perfecta en su unicidad. Danzando al son del viento, de la lluvia, del sol... ¿No ves la increíble belleza, la total alegría? Una pequeña rosa común irradia el esplendor oculto de la existencia. El amor es una rosa en tu ser. Pero prepara tu ser; disipa la oscuridad y la inconsciencia. Vuélvete cada vez más alerta y consciente, y el amor llegará por sí sólo, a su debido momento. No te debes preocupar por él. Y siempre que llega es perfecto. 

El amor es una experiencia espiritual; no tiene nada que ver con el sexo o con el cuerpo, sino con el más profundo ser. Sin embargo, tú no has entrado todavía en tu propio templo. Desconoces por completo quién eres y estás tratando de descubrir cómo amar mejor. En primer lugar, sé tú mismo; en primer lugar, conócete a ti mismo, y el amor llegará como recompensa. Es una recompensa del más allá. Es como una lluvia de flores sobre ti...; colma tu ser. No cesa de derramarse sobre ti y produce un gran deseo de compartirlo. En el lenguaje humano, ese compartir sólo puede ser expresado con la palabra amor. No dice mucho, pero indica la dirección adecuada. 

El amor es una sombra del conocimiento, de la conciencia. Sé más consciente y el amor te irá llegando progresivamente. Es un invitado que llega, que llega inevitablemente a todos aquellos que están dispuestos y preparados para recibirlo. ¡TÚ no eres capaz siquiera de reconocerlo! Si el amor llega a tu puerta, no lo reconocerás. Si el amor llama a tu puerta, encontrarás mil y una excusas; puedes pensar que quizás sea un viento fuerte o cualquier otro pretexto; no abrirás la puerta. Aunque abras la puerta, no reconocerás el amor, porque nunca antes has visto el amor; ¿cómo vas a reconocerlo? Sólo puedes reconocer aquello que conoces. 

Cuando el amor llega por primera vez, estás absolutamente abrumado y confundido. No sabes qué es lo que está ocurriendo. Sabes que tu corazón está danzando, sabes que estás rodeado de música celestial, descubres aromas que nunca habías conocido antes. Pero lleva algún tiempo agrupar todas esas experiencias y recordar que quizás eso es amor. Poco a poco se sumerge en tu ser. Sólo los místicos conocen el amor. Aparte de los místicos, no existe otra categoría de ser humano que haya experimentado nunca el amor. El amor es monopolio absoluto de los místicos. Si deseas conocer el amor tendrás que entrar en el mundo del místico. 

«Jesús dice: Dios es amor». Él formó parte de una escuela esotérica, los esenios, una antigua escuela mística. Pero debe de ser que no llegó a graduarse, porque lo que decía no era correcto. Dios no es amor; el amor es Dios. Hay una gran diferencia, no es sólo un cambio de palabras. En el momento en que dices que Dios es amor estás afirmando que el amor es sólo un atributo de Dios. Él es también sabiduría, Él es también compasión, Él es también perdón, Él puede ser millones de cosas aparte del amor; el amor es sólo uno de los atributos de Dios. Y en realidad, incluso el hecho de convertirlo en un pequeño atributo de Dios es algo absurdo e ilógico, porque si Dios es amor entonces, no puede ser «justo». Si Dios es amor; no puede ser lo suficientemente cruel como para arrojar a los pecadores al fuego eterno. Si Dios es amor, no puede ser la ley. Sin embargo, el amor es una de esas palabras que todo el mundo usa y nadie entiende. 

Hay padres que dicen a sus hijos: «Os amamos», y son personas que destruyen a sus hijos. Son ese tipo de personas que legan a sus hijos todo tipo de prejuicios, todo tipo de supersticiones muertas. Son ese tipo de personas que saturan a sus hijos con el peso de toda la basura que todas las generaciones han estado cargando y que cada generación sigue traspasando a la siguiente. La locura continúa… hasta convertirse en una montaña. A pesar de ello, todos los padres creen que aman a sus hijos. Si amaran realmente a sus hijos, no querrían que sus hijos fueran unas simples copias suyas, porque ellos no son más que unos infelices. 

¿Qué experiencia tienen de la vida? Simple infelicidad y sufrimiento... La vida no ha sido una bendición para ellos sino un insulto. Pero aun así quieren que sus hijos sean como ellos.. Vivimos en este mundo en el que padres, profesores, sacerdotes, todo el mundo te ha corrompido, te ha desplazado, te ha apartado de ti mismo. Todo mi esfuerzo se dirige a devolverte tu centro. A este proceso de centrarse yo lo denomino, «meditación». Simplemente quiero que seas tú mismo, con gran respeto hacia ti mismo, con la dignidad de saber que la existencia te necesitaba; entonces puedes empezar a buscar por ti mismo. Primero encuentra tu centro y después empieza a buscar quién eres.

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