Jesús dijo: "Desde la mañana hasta la noche y desde la noche hasta la mañana, no piensen en qué ropa van a vestir".
No pienses en las caras, en las ropas, en las falsedades. Permanece tú mismo como eres, acéptate tu mismo como eres. Difícil, muy difícil, porque si piensas en ti mismo como eres, de pronto te sentirás intranquilo.
De dónde viene esta intranquilidad, porque los profesores te han estado enseñando, y estos profesores son envenenadores de la vida. Realmente, no son profesores, son enemigos. Han estado enseñando: "Este es un animal, ese es un animal, y tú eres un hombre ¿Qué están diciendo? Están diciendo que: "Cualquier cosa que sea animal en ti ¡niégalo!". Y yo te digo: "Que el hombre no es algo contra el animal, el hombre es el animal supremo. No algo en contra, el más elevado, el mismo pico. Si niegas la animalidad, negarás la misma fuente de vida. Y entonces siempre serás falso".
No te pongas nada. No te estoy diciendo que vayas y camines desnudo en la ciudad, pero no te pongas nada encima: simplemente sé tú mismo. Cualquier cosa que la vida haya hecho de ti, acéptala, disfrútala, ¡dale la bienvenida! ¡Celébrala! Estate agradecido a lo divino porque él te ha hecho, cualquier cosa que seas. No la rechaces, cuando rechazas algo en ti, has rechazado a Dios; porque él te ha creado, él te ha creado en esta forma.
Por supuesto, él sabe más que tú. Cuando rechazas algo en ti, has rechazado al creador, estás encontrándole fallas al universo, a la misma existencia. Jesús dice que no pienses en lo que te vas a poner, simplemente fluye espontáneamente en la vida. Respóndele a la vida, pero no pongas ninguna falsedad entre tú y el flujo de la vida.
Vive momento a momento sin pensar, porque el pensar es la máscara más profunda. Vas donde una mujer y ensayas en la mente lo que le vas a decir: "Te amo", o "No hay nadie como tú". Si estás haciendo un ensayo, no estás enamorado. De otro modo no hay necesidad, porque el amor hablará por sí mismo, el amor fluirá por sí mismo; las cosas ocurrirán por sí mismas, las flores florecerán, pero por sí mismas, no es necesario un ensayo.
Cierta vez un amigo le preguntó a Mark Twain, él estaba saliendo del salón de conferencias, había dado una hermosa conferencia, el amigo le preguntó: "¿Qué tal? ¿Te gustó tu charla o no?" Mark Twain dijo: "¿Qué charla? Porque hay una que había preparado, y hay una que realmente di, y hay otra que quise dar, ¿sobre cuál charla estás preguntando?". Pero ésta es toda tu vida: preparas algo, das algo diferente y querías dar algo absolutamente distinto.
¿Por qué ocurre, tanta división? Porque no eres espontáneo. Uno que es espontáneo necesitará sólo una cosa, nada más, y eso es estar alerta, atento. Entonces responderá en base a su atención. Preparas porque estás inconsciente, no atento. Tienes miedo, tienes temor, porque ¿quién sabe qué situación habrá? "¿Seré capaz de responder o no?" ¡el miedo! Entonces te vuelves falso.
Y Jesús dice: "No pienses en qué ropa te pondrás".
Sus discípulos dijeron: "¿Cuándo nos serás revelado y cuándo te veremos?". Jesús dijo: "Cuando se quiten la ropa sin estar avergonzados, y tomen la ropa y la pongan bajo sus pies como los pequeños niños y la pisen, entonces podrán tomar al hijo del ser viviente y no temerán".
Trata de entender cada una de las palabras. Los discípulos preguntaron: "¿Cuándo nos serás revelado...?". Jesús está ahí revelándose en toda su gloria. El está presente delante de ellos. Ellos le están preguntando al mismo Jesús: "¿Cuándo nos serás revelado...?". Ellos piensan como si Jesús se estuviera escondiendo.
Una vez le preguntaron a Buda... estaba pasando a través de un bosque. Habían hojas secas en el camino, las hojas estaban cayendo, el viento estaba soplando y había mucho ruido en las hojas secas que habían caído. Y Ananda preguntó, -no había nadie más, otros discípulos se habían adelantado, algunos otros venían atrás siguiéndolos, pero en ese momento sólo Ananda estaba cerca a Buda- él preguntó: "Siempre he querido preguntar una cosa: ¿nos has revelado todo lo que tienes, o nos estás escondiendo algo?".
Buda dijo: "Mi mano es una mano abierta, un Buda no cierra el puño. Mira al bosque tal como se te revela, no hay nada escondido. Estoy tan abierto como este bosque, y un Buda no cierra el puño". Luego tomó unas cuantas hojas secas, hizo un puño y dijo: "Ahora mi puño está cerrado, no puedes ver esas hojas. La gente ambiciosa con su conocimiento -aquellos que no les gusta compartirlo- es como un puño.
Entonces Buda abrió la mano y las hojas cayeron y dijo: "Pero la mano de un Buda no es como un puño, él está abierto. He revelado todo. Y si tú sientes que algo aún permanece escondido, es a causa tuya, no mía".
Jesús está ahí, presente. Los discípulos le están preguntando: "¿Cuándo nos serás revelado?" -¡él está revelándose!- "¿y cuándo te veremos?". Ellos piensan como si Jesús estuviera escondiendo algo de sí. No, Jesús no está escondiendo. Al contrario, los discípulos no están abiertos, están cerrados; ¡sus ojos no están abiertos! Ellos están escondiéndose, no Jesús.
La verdad no está escondida, tú estás cerrado. La verdad es revelada en todas partes, a cada momento. La verdad, por su propia naturaleza, no puede ser escondida. Sólo las mentiras tratan de esconderse a sí mismas, no la verdad. Sólo las mentiras son secretas. La verdad es siempre como una mano abierta, nunca es como un puño. Pero tú estás cerrado.
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