"El dejó atrás a las noventa y nueve ovejas, buscó a aquella que se perdió hasta que la encontró".
Y recuerda que no necesitas ir a buscar a Dios, él vendrá a ti. Tú simplemente vuélvete valioso, el te encontrará, él tiene que hacer un camino hacia ti. En el momento en que alguien se cristaliza en alguna parte, toda la energía divina fluye hacia él. El puede llegar a ti en la forma de un iluminado, él puede llegar a ti como un Maestro, como un Gurú, él puede alcanzarte... En millones de formas puede alcanzarte. El asunto no es de cómo llega a ti, eso es preocupación de él, no es tu preocupación. Primero logra el ego, estate listo, vuélvete un individuo y entonces lo universal puede sucederte.
"Habiéndose extenuado, le dijo a la oveja "Te amo a ti más que a las noventa y nueve".
A uno que se ha vuelto rebelde, Dios lo ama más. Los sacerdotes dirán: "¡Qué tontería! A uno que se ha salido del camino ¿Dios lo ama más?". Los sacerdotes no pueden creer eso, pero así sucede. Jesús es la oveja perdida, Buda es la oveja perdida, Mahavira es la oveja perdida. La muchedumbre va moviéndose en su mediocridad; un Mahavira, un Buda, un Jesús es buscado. Dios se apresura hacia ellos.
Esto sucedió bajo el árbol bodhi donde Buda se sentaba, perfectamente individual, habiendo roto todas las cadenas con la sociedad, con la cultura, con la religión, todas las cadenas rotas, perfectamente solo. Entonces Dios se apresuró hacia él, desde todas partes, desde todas las direcciones, porque él está en todas las direcciones y Buda se volvió un Dios. Y él había negado que hubiera Dios, porque esa era una de las formas de salirse del camino. El había dicho: "No hay sociedad, no hay religión". El había negado los Vedas, él había negado el sistema de castas, brahmins, shudras. Había negado toda la estructura del pensamiento hindú. Había dicho: "No soy un hindú y no pertenezco a ninguna sociedad, y no creo en ninguna teoría. A menos que sepa la verdad, ¡no voy a creer en nada!".
Continuó negándolo. Llegó un momento cuando quedó solo y ya no había ningún vínculo con nada, estaban absolutamente rotos. Se volvió una isla, absolutamente solo. Bajo ese árbol bodhi, hace veinticinco siglos, Dios se apresuró hacia este hombre desde todas partes, hacia esta oveja que se había descarriado, y le dijo a Buda...Habiéndose extenuado, le dijo a la oveja "Te amo a ti más que a las noventinueve". Esto se lo dijo a Jesús, esto siempre ha sido así, ésta es la ley fundamental. Dios busca al hombre, no el hombre... El hombre simplemente tiene que estar listo.
¿Y cómo estar listo? ¡Volviéndote un individuo, siendo un revolucionario, yendo más allá de la sociedad, siendo osado, rompiendo todas las cadenas, todas las relaciones! ¡Estando solo y existiendo como si fueras el centro del mundo! Entonces Dios corre hacia ti, y en su avalancha tu ego se pierde, la isla desaparece en el océano, repentinamente ya no más eres.
Primero la sociedad tiene que ser abandonada, y ese es el mecanismo interno, porque tu ego puede existir sólo con la sociedad. Si insistes en dejar la sociedad de lado, llegará el momento cuando el ego estará solo, porque la sociedad ha sido abandonada. Pero entonces el ego no puede existir sin la sociedad, porque la sociedad te ayuda a existir como un ego.
Si insistes en dejar la sociedad, poco a poco se deja la base. Cuando no hay un "Tú", el "Yo" no puede existir. En el estado final el "yo" desaparece, porque el "tú" ha sido abandonado. Cuando no hay el "tú", "yo" no soy. El "tú" tiene que ser dejado, entonces el "yo" desaparece. Pero al dejar el "tú" primero, el "yo" se vuelve más claro, cristalizado, centrado, bello, poderoso. Después es consumido, esto es la avalancha de lo divino.
Jesús fue crucificado a causa de estos dichos. El estaba volviendo rebelde a la gente, les estaba enseñando a salirse del camino. Les estaba diciendo que Dios ama a aquél que se ha salido del camino, al pecador, al rebelde, al egoísta. Los judíos no lo pudieron resistir, era demasiado. Este hombre tenía que ser silenciado: "Este hombre tiene que ser detenido, está yendo muy lejos, ¡destruirá toda la sociedad!". Estaba creando tal situación en la cual los sacerdotes no podrían permanecer, la iglesia se disolvería.
El está contra la muchedumbre -es todo lo que hay a tu alrededor- y la muchedumbre entró en pánico. Pensaron: "Este hombre es el enemigo, está cortando las mismas raíces. Sin la muchedumbre, ¿cómo podemos vivir?". Yendo y enseñando a las noventa y nueve ovejas a que se salgan del camino, ellas se juntarán más, irán del brazo. Y si continúas enseñando, se vengarán, te matarán, dirán: "¡Basta ya!".
Vivimos en la muchedumbre, somos parte de la muchedumbre. Solos no podemos existir. No sabemos cómo estar solos, siempre existimos con los otros. Los otros son necesarios, es una obligación. Sin los otros ¿quién eres? se pierde la identidad.
Este es el problema: noventa y nueve ovejas crean todas las religiones, y la religión real le ocurre sólo a aquella oveja que se salió del camino.
¡Atrévete! ¡Anda más allá del claro del bosque, ve hacia lo desconocido! La vida está ahí, y sólo entonces crecerás. Podrá haber sufrimiento porque no hay crecimiento sin dolor. Podrá haber una cruz, crucifixión, porque no hay madurez. Con la crucifixión la sociedad puede vengarse ¡acepta esto! Tiene que ser así, porque cuando aquella oveja regresa, las noventa y nueve dirán: "¡Este es el pecado! ¡Esta oveja se descarrió, ésta no es parte de nosotros, esta oveja no nos pertenece!".
Y esas noventa y nueve ovejas serán absolutamente incapaces de concebir que el pastor esté cargando a esa oveja en sus hombros, porque esta es la oveja perdida que ha sido encontrada.
Jesús dice que el pastor regresará a casa, llamará a sus amigos y hará una fiesta, porque una oveja se ha perdido y una oveja ha sido encontrada. Jesús dice que cada vez que un pecador entra al cielo hay regocijo, ¡porque una oveja se había perdido y una oveja ha sido encontrada!
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