Un Buda está meditando: se ha desplazado a lo interno. No existe el tiempo. El tiempo cesa; él no es consciente del tiempo. El tiempo se detiene. Si te vas hacia adentro el tiempo se detendrá. Buda, al meditar hace veinticinco siglos, sale del marco del tiempo; tú al meditar hoy, sales del marco del tiempo. Y no habrá diferencia entre tú y Buda, porque todas las diferencias son diferencias en el tiempo.
Tú llevas unas ropas que Buda no pudo llevar; sabes muchas cosas que Buda no pudo saber. Perteneces a un mundo diferente, a una educación distinta, a una cultura distinta y Buda pertenece a un mundo distinto. Pero cuando vas hacia tu interior, sales, sales de la cultura, sales de la sociedad, sales de la educación. Cuando vas hacia tu interior entras en un mundo distinto que no ha sido creado por la sociedad, y entonces eres capaz de moverte. Pero es una tendencia humana el pensar que nuestra propia época es mala, perversa, que los nuestros son malos tiempos. ¡Es una tendencia humana!
Y no ocurre así solamente hoy en día. Siempre ha sido así. El escrito más antiguo se ha encontrado en Babilonia. Tiene, al menos, 7.000 años, pero si lo publicaras en cualquier periódico mañana por la mañana como editorial, seguirá estando vigente. Dice así, “Esta es la edad de la oscuridad; ésta es la edad de la corrupción; ésta es la edad de la inmoralidad y del pecado. Todo lo bueno ha desaparecido, toda sabiduría ha desapareado. La juventud se ha vuelto rebelde; la esposa no escucha al esposo; el hijo no escucha a su padre; los profesores ya no son respetados por sus discípulos”. Este es un documento con 7.000 años de antigüedad.
Cada época cree que es en sí la peor. ¿Por qué? Porque solamente conocemos nuestra propia época y todo lo que nos rodea y empezamos a comparar a nuestro vecino con Buda. Desconocemos cómo eran los vecinos entonces. Buda no era tu vecino. Buda sólo hay uno. De modo que comparamos lo mejor del pasado con lo peor del presente. Ese es el problema, éste es el motivo por el que toda época parece ser la época del pecado.
Nos acordamos de Jesús; no nos acordamos de Judas. Nos acordamos de Ram; no nos acordamos de Ravan. Nos acordamos de Buda; no nos acordamos de Devadata. Era el primo de buda y trató en muchas ocasiones de asesinar a Buda. Estaba celoso, simplemente celoso de que este hombre fuera respetado y honrado en sumo grado. El era simplemente su primo y nada más. Cuando sintió que con ser su primo no era suficiente, renunció al mundo. Renunció a él porque pensó que la gente honraba al que renunciaba al mundo. Por esto renunció al mundo y empezó a practicar austeridades. Practicó yoga, lo practicó todo, únicamente para sobresalir por encima de Gautama.
No lo consiguió porque no te puedes obligar a ti mismo a ser un Buda, no puedes imitar. Pero Devadata ha sido olvidado y Buda permanece. Toda esa época ha sido olvidada; solamente Buda permanece. Todo ha desaparecido; sólo Buda permanece. Y luego comparamos a Buda con nuestra propia época. Es debido a esto que surge el problema de si puede, hoy en día, nacer un Buda o un Jesús. Parece algo imposible. ¿Cómo es posible en esta época de oscuridad, de corrupción, de inmoralidad? ¡Cómo va a ser posible!
Otro factor también interviene: siempre que alguien ha muerto hace veinte siglos nos olvidamos de cómo nos comportamos con él cuando estaba vivo. Jesús fue crucificado no porque fuera un gran Maestro o un gran Iluminado, sino porque era “inmoral, indisciplinado, porque iba en contra de la moral y la tradición”. Su comportamiento no era el de un hombre respetable. Y cuando fue condenado a muerte, fue una decisión unánime.
Pocos, muy pocos estuvieron con él y el país entero estaba en su contra. Solamente tenía doce discípulos y ellos también le abanaron cuando le llegó el momento de ser crucificado. ¡Le abandonaron! Se encontraban también llenos de dudas. ¡Cuando todos estaban en su contra algo debía haber que iba mal! Jesús fue crucificado como un vagabundo.
Puede que te sorprenda saber que no hay registro alguno de su crucifixión. Los judíos no registraron tan siquiera el incidente. Fue algo de tan poca importancia que ni un solo judío lo registró en la historia de los judíos. Los romanos no mencionan el hecho. Si tratas de hallar algún dato histórico que indique si Jesús existió, no podrás hallarlo. No hay nada. La Biblia, narrada por sus propios discípulos, es el único documento.
Así ha habido algunas personas que han dudado de la existencia misma de Jesús. Dicen que nunca existió. Aseguran más bien que este Jesucristo fue solamente una representación que se interpretaba en todos los pueblos, que fue solamente una representación, no un hecho histórico y que, después, poco a poco, la gente se olvidó de que era una representación y se convirtió en historia. Si la Biblia se hubiera perdido, no existiría documento alguno que probara que Jesús existió. Si él fue alguien importante, alguien destacado, si toda su época fue influenciada por él, es imposible imaginarse la razón de que no exista documento alguno.
Es como si no hubiera existido. Era desconocido, nadie le conocía. Solamente más tarde, cuando se reunieron los discípulos y crearon una organización, fue siendo conocido poco a poco. De otro modo hubiera sido el desconocido hijo de un carpintero. Si te encontraras a Jesús, no le reconocerías. Si te encontraras con Buda de improviso y nadie os presentara, no le reconocerías, porque este florecimiento interno es una fuerza tan sutil, tan escondida que, a menos que seas un compañero del camino, a menos que te estés moviendo en la misma dimensión, serás incapaz de reconocerle.
Por eso, cuando preguntas si es posible que ahora, en esta época exista un Buda o un Cristo, estás preguntando algo que carece de sentido. En cualquier lugar, en cualquier tiempo es posible un Cristo, es posible un Buda, porque la posibilidad pertenece al más recóndito lugar de tu ser, no a la sucesión de eventos a la que denominamos historia. No pertenece a la historia, no pertenece al tiempo. Pertenece al ámbito más interno del Ser, que es la eternidad, no el tiempo. Tú puedes ser un Buda. ¡Da el salto y lo serás! Y el tiempo no va a ser un obstáculo para que des el salto. El tema del tiempo es irrelevante.
Debes entenderlo totalmente y meditar sobre ello porque somos muy astutos y nos auto engañamos. Si alguien asegura que en esta época no es posible llegar a ser un Buda, entonces empiezas a sentir que “No es mi responsabilidad el transformarme”. Y hay religiones que aseguran que en esta época no es posible convertirse en un Buda y, en cierto modo, todas las religiones lo dicen. Cualquier religión organizada asegura que un Jesús solamente nace una vez. “Él es el hijo único de Dios y nadie puede ser un Jesús de nuevo”. Solamente puedes ser un cristiano, no un Cristo.
Los jainos afirman que no puedes ser un Tirthankara, que no puedes ser un Mahavira. Se acabó el cupo. Solamente veinticuatro personas podían ser Tirthankaras. No hay un vigésimo quinto. Los musulmanes no te permitirán que seas un profeta, un Paigamber, porque Mahoma fue el último Paigamber y fue el que trajo todo el mensaje final de Dios. No hay ahora alteración posible y tampoco dicen, hay por qué.
Toda religión organizada te dirá que no hay necesidad de que te conviertas en un Mahoma o en un Mahavira, que solamente has de ser un seguidor. Solamente puedes ser un seguidor.
¿Por qué? ¿Por qué dicen esto? Por dos razones. En tu interior esto te agrada mucho y no es tu responsabilidad el transformarte a ti mismo. El tiempo no es el adecuado, por eso no eres un Jesús. No es tu responsabilidad. Las religiones dicen, “En este Kali-Yuga, en esta edad del pecado, nadie puede ser un Cristo, por eso no eres uno”. Así que no es tu responsabilidad. “Es la época misma la que te lo impide; sino, en cualquier instante florecerás como un Jesús. Tú estás preparado, pero los tiempos no son los adecuados”.
A todo el mundo esto le satisface, le gusta. De este modo puedes seguir siendo lo que eres. No hay ningún obstáculo en ti para que florezcas como un Buda. Somos felices debido a esta honda satisfacción y a este astuto, sagaz, engaño. Creemos que solamente podemos ser criminales, que solamente podemos ser débiles seres humanos. “¡Esto es todo lo que la época nos permite!”.
Y, en segundo lugar, cada religión cree que si un Buda fuera a nacer una y otra vez no se podría disponer de una iglesia organizada para cada Buda, porque los demás Budas estropearían la cosa. Los cristianos no pueden permitir que nadie vuelva a ser un Cristo. Otro Cristo alteraría todo el imperio cristiano, porque este tipo de personas son anti tradicionales, esas personas son anti-sectarias, esas personas son absolutamente libres, independientes. Si nacieran, destruirían cualquier organización.
Por eso, a ninguna religión le gustaría o apreciaría el que Jesús volviera bajo cualquier forma. El Papa es el representante y con eso basta; no se necesita más a Jesús. Por eso todas las religiones insisten en que no se puede hacer nada más en este momento. Todo lo que puedes hacer es ser un seguidor; adorar y ser un seguidor: “Sé simplemente uno que sigue en la multitud; no trates de ser un individuo”.
Buda fue un individuo; él no fue un budista. Nació hindú y luego la organización no pudo abarcarlo. Ninguna organización podría. Jesús nació judío, murió judío. No fue un cristiano. Pero debido a que los judíos no pudieron albergar esa semilla, debido a que no podían contenerlo, lo expulsaron. Y al ser expulsada, la semilla germinó como cristianismo.
Buda fue un hindú. Vivió como hindú y murió como hindú. No fue budista. Pero los hindúes no pudieron absorberle, porque si tratas de absorber a un Buda tendrás que transformar la sociedad entera. No pudo ser absorbido, de modo que fue expulsado.
Si un Buda naciera de nuevo en una sociedad budista será otra vez expulsado. Si Jesús naciera de nuevo en una sociedad cristiana, sería expulsado. No es que los judíos o los hindúes estén en contra de los Budas y de los Cristos. Cualquier organización estará en su contra, incluso sus propias organizaciones, porque las organizaciones viven en la tradición. Existen por causa de la tradición y esas personas son absolutamente anti-tradición, carecen de tradición. Se mueven a cada instante con libertad; no puedes saber qué es lo que van hacer.
Por eso es difícil crear una secta cuando vive un Iluminado. ¡Es muy difícil! Nunca sabes qué es lo que va hacer, qué es lo que va a decir. Cuando el Maestro ha muerto, se puede crear la secta. Entonces sabes qué es lo que el Maestro quiere, cómo se comporta. Entonces puedes clasificarlo todo. Entonces puedes separar, dividir, analizar, puedes crear una doctrina y sus bases. Entonces se puede fabricar un credo.
Solamente un Maestro muerto permitirá que exista un credo. Con un Maestro vivo, la semilla crece cada día, cambia, se transforma, se adentra en lo desconocido. Nunca estás seguro con lo que hará. Solamente con los maestros muertos, nacen credos. Y cuando nacen los credos comienzas a pensar en Jesús y en Buda como en términos de algo muy elevado. Sus contemporáneos no pensaban así de ellos en sus tiempos.
Recuerda pues estas dos cosas. Una, la religión es un proceso continuo, no se detiene nunca en una época determinada. Dos, la espiritualidad es un fenómeno individual. Si optas por ella, te sobrevendrá, pero nadie puede compararla. Requiere una plena decisión.
Los Budas y los Cristos no pertenecen a épocas determinadas. En este mismo instante existen personas Iluminadas, pero no eres capaz de reconocerlas. Le llevará cientos de años a la sociedad el reconocerlas. Cuando lleven mucho tiempo muertas la sociedad empezará a percibir que eran diferentes, que algo único sucedió en el pasado.
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