sábado, 12 de junio de 2021

VIVIR EN INCONSCIENCIA


La gente vive inconscientemente. No son conscientes de lo que dicen, de lo que hacen; no son observadores. La gente se dedica a adivinar, no a ver; no tienen ninguna profundidad, no pueden tenerla. La profundidad surge sólo después de mucha observación; entonces puedes ver incluso con los ojos cerrados. Ahora no ves ni siquiera con los ojos abiertos. Adivinas, supones, impones, proyectas.

Tu mente está continuamente proyectando, proyectándose a misma. Tu mente está constantemente interfiriendo con la realidad, dándole un color, una imagen y una forma que no le corresponden. Tu mente nunca te permite ver lo que existe; te deja ver lo que quiere ver.

Los científicos suelen pensar que nuestros ojos, oídos, nariz, el resto de los sentidos y la mente no son sino puertas a la realidad, puentes hacia la realidad. Pero ahora ha cambiado toda la interpretación. Ahora dicen que nuestros sentidos y nuestra mente no son realmente puertas a la realidad, sino guardianes contra ella. Sólo un dos por ciento de esa realidad logra burlar a esos guardianes y llegar a ti; el noventa y ocho por ciento de la realidad se queda fuera. El dos por ciento que llega a ti y a tu ser ya no sigue siendo el mismo. Ha tenido que traspasar tantas barreras, se ha tenido que adaptar a tantos esquemas mentales, que cuando llega a ti ya no sigue siendo el mismo.

Meditar significa dejar la mente a un lado de forma que no interfiera más con la realidad y puedas ver las cosas tal como son.

¿Por qué interfiere la mente? Porque la mente es algo creado por la sociedad. Es un agente de la sociedad que hay dentro de ti; no está a tu servicio, ¡recuerda! Es tu mente, pero no está a tu servicio; conspira contra ti. Ha sido condicionada por la sociedad; la sociedad ha implantado en ella muchas cosas. Es tu mente, pero ya no está a tu servicio; está al servicio de la sociedad. Si eres cristiano, funciona como agente de la Iglesia; si eres hindú, entonces tu mente es hindú; si eres budista, tu mente es budista. Pero la realidad no es ni cristiana, ni hindú, ni budista; la realidad, simplemente, es como es.

Tienes que dejar de lado estas mentes: la mente comunista, la mente fascista, la mente católica, la mente protestante... Hay miles de religiones en el mundo —grandes y pequeñas religiones, y pequeñas sectas que se subdividen en otras muchas sectas—, tres mil en total. Por tanto, existen tres mil mentes, tres mil tipos de mente; ¡sin embargo, la realidad es una y la existencia es una y la verdad es una!

La meditación significa: deja tu mente a un lado y observa. El primer paso ámate a ti mismo te ayudará muchísimo. Al amarte a ti mismo destruirás gran parte de las cosas que la sociedad te ha impuesto. Te liberarás de la sociedad y de sus condicionantes.

El segundo paso es: observa, simplemente observa. Buda no especifica qué hay que observar. ¡Todo! Cuando camines, observa tu caminar. Cuando comas, observa tu acción de comer. Cuando te duches, contempla el agua, el agua fría cayendo sobre ti, el roce del agua, la frialdad, el escalofrío que recorre tu espalda; obsérvalo todo, hoy mañana, siempre.

Al final llega un momento en el que puedes observar incluso mientras duermes. Esto es lo máximo que puedes alcanzar en la observación. El cuerpo continúa durmiendo; pero, aun así, hay alguien que observa despierto, observando en silencio el cuerpo dormido. Esto es lo máximo que puedes alcanzar en la observación. Ahora mismo te encuentras en el caso opuesto: tu cuerpo está despierto, pero estás dormido. De la otra manera, estarás despierto y tu cuerpo estará dormido.

El cuerpo necesita descanso, pero tu conciencia no necesita descanso. Tu conciencia es conciencia, está alerta, ésa es su naturaleza intrínseca. El cuerpo se cansa porque el cuerpo vive bajo la ley de la gravedad. Es la gravedad lo que te cansa; por eso al correr rápido te cansas antes y subiendo las escaleras te cansas antes, porque la gravedad te empuja hacia abajo. De hecho, estar de pie cansa, sentarse cansa; sólo cuando estás tumbado, horizontal, descansa un poco el cuerpo, porque en ese momento estás de acuerdo con la ley de la gravedad. Cuando estás de pie, vertical, estás yendo contra esta ley; la sangre circula hacia la cabeza, contra la ley; el corazón tiene que bombear más fuerte.

La conciencia, en cambio, no se rige por la ley de la gravedad; por tanto, no se cansa nunca.

La gravedad no tiene ningún poder sobre la conciencia; no es una piedra, no pesa. Se rige por una ley totalmente diferente: la ley de la gracia, o, como se conoce en Oriente, la ley de la levitación.

La gravedad hace referencia a una atracción hacia abajo; la levitación, a un impulso hacia arriba.

El cuerpo es impulsado continuamente hacia abajo, por eso, al final yace en una tumba. Ésees su auténtico descanso; el polvo al polvo. El cuerpo ha vuelto a su origen, ha cesado el torbellino, ya no hay conflicto. Los átomos de tu cuerpo descansarán sólo en la tumba.

El alma se encumbra cada vez más alto. A medida que empiezas a ser más observador, comienzas a tener alas; entonces el cielo entero es tuyo.

El hombre es un encuentro de cielo y tierra, de cuerpo y alma.

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