El hombre ha convertido a la mujer en una esclava, y la mujer ha convertido al hombre en un esclavo. Evidentemente, los dos odian la esclavitud, los dos se resisten a ella. Siempre están peleándose; basta cualquier pequeña excusa para iniciar una pelea.
Sin embargo, la auténtica pelea tiene lugar en un lugar más profundo; la auténtica pelea consiste en que están pidiendo libertad. No lo pueden decir claramente; lo deben de haber olvidado por completo. Esta es la forma en que las personas han vivido durante miles de años.
Han visto que su padre y su madre vivían de la misma manera; han visto que sus abuelos también vivían así. Ese es el modo de vivir de las personas; lo han aceptado. Se ha destruido su libertad.
Es como si intentáramos volar en el cielo sólo con un ala. Unas pocas personas tienen el ala del amor y otras pocas el ala de la libertad; ninguna de ellas puede volar. Hacen falta las dos alas.
Los filósofos siempre han creído que la esencia precede a la existencia, que el hombre nace ya determinado para ser aquello que va a ser. Al igual que una semilla, contiene todo su programa: sólo es cuestión de irlo manifestando. No hay libertad; ésa ha sido la actitud que han adoptado los filósofos en el pasado: el hombre tiene un determinado sino, un destino. Se convertirá en una entidad que ya está prefijada; el guión ya está escrito. No eres consciente, ésa es otra cuestión; pero hagas lo que hagas no lo estás haciendo tú. Lo están haciendo a través de ti fuerzas naturales e inconscientes o Dios.
Ésa es la actitud que adoptan deterministas, fatalistas. Toda la humanidad ha sufrido mucho a causa de este tipo de enfoque, ya que implica que no hay ninguna posibilidad de un cambio radical. No se puede hacer nada en cuanto a la transformación del hombre; todo va a ocurrir de la manera en que va a ocurrir. Oriente es la que más ha sufrido como consecuencia de esta actitud.
Si no se puede hacer nada, uno empieza a aceptarlo todo: la esclavitud, la pobreza, la fealdad; uno tiene que aceptarlo. Esto no es comprensión, no es conciencia; no es lo que Gautama Buda llama semejanza. Es sólo desesperación; desesperanza escondiéndose tras bellas palabras.
La consecuencia de esto es desastrosa. Lo puedes ver en India en su expresión más extrema: la pobreza, los mendigos, la enfermedad, los tullidos, los ciegos. Nadie presta atención porque así es la vida, así es como ha sido siempre y así es como será siempre. Una especie de aletargamiento penetra hasta la propia alma.
Sin embargo, todo este enfoque es falso. Es un consuelo, no un descubrimiento consecuencia de contemplar la realidad. Es una manera de ocultar las propias heridas, es una racionalización. Y siempre que la racionalización empieza a ocultar tu realidad estás destinado a caer en reinos cada vez más oscuros.
Me gustaría deciros que la esencia no precede a la existencia; por el contrario, la existencia precede a la esencia. El hombre es el único ser sobre la tierra que tiene libertad. El perro nace perro, vivirá como perro y morirá como perro; no tiene libertad. La rosa seguirá siendo una rosa. No tiene ninguna posibilidad de transformación; no se puede convertir en un loto. No puede elegir, no es libre. Aquí es donde el hombre es totalmente diferente. Aquí radica la dignidad del hombre, su carácter especial dentro de la existencia, su carácter único.
Por eso digo que Charles Darwin se equivoca, porque empieza por clasificar al hombre junto con los demás animales; ni siquiera se ha dado cuenta de esta diferencia. La diferencia básica es que todos los animales han nacido con un programa; sólo el hombre ha nacido sin programa. El hombre ha nacido como una pizarra limpia; sin nada escrito. Tú eres el que tiene que escribir todo lo que quieras escribir; será creación tuya.
El hombre no sólo es libre; me gustaría decir que el hombre es libertad. Ésta es su esencia, su alma verdadera. En el momento en que niegas la libertad del hombre, le están negando su más preciado tesoro, su verdadero reino. Entonces se convierte en un mendigo y su situación es aún mucho peor que la de otros animales, porque al menos ellos tienen un cierto programa: sencillamente el hombre está perdido.
Una vez que se entiende esto, que el hombre nace como libertad, todas las dimensiones se abren para crecer. Ahora dependerá de ti en qué te quieres convertir y en qué no te quieres convertir; será tu propia creación. De ese modo la vida se convierte en una aventura; no una sucesión de acontecimientos, sino una aventura, una exploración, un descubrimiento. La verdad no te ha sido dada, tienes que crearla. En cierto modo, te estás creando a ti mismo a cada momento.
Aunque aceptes la teoría del destino, esta aceptación supone también un acto de decisión sobre tu vida. Al aceptar el fatalismo has elegido tener una vida de esclavo; ¡tú lo has elegido! Has elegido entrar en una prisión, has elegido estar encadenado, pero no deja de ser una elección tuya. Puedes salir de la prisión.
Por supuesto, la gente tiene miedo de ser libre porque la libertad es arriesgada. Uno nunca sabe lo que hace, hacia dónde se dirige, qué ocurrirá al final. Si no estás prefabricado, toda la responsabilidad recae sobre ti. No puedes cargar la responsabilidad en hombros de nadie. Por el contrario, te encontrarás frente a la existencia totalmente responsable de tu propio destino. Seas lo que seas, seas quien seas, no lo puedes evitar; no puedes escapar; ahí está el miedo. Como consecuencia de este miedo la gente ha adoptado todo tipo de ideas deterministas.
Y es extraño: las personas religiosas y las no-religiosas sólo están de acuerdo en un punto, en que no hay libertad. Sobre todo lo demás están en desacuerdo, pero, insisto, existe un extraño acuerdo en torno a ese un punto.
Yo, en cambio, te digo: eres totalmente libre, incondicionalmente libre. No evites la responsabilidad; evitarla no te va a servir de ayuda. Cuanto antes la aceptes, mejor será, porque inmediatamente podrás empezar a crearte a ti mismo. En el momento en que te creas a ti mismo surge una gran alegría, y cuando te has completado a ti mismo del modo en que tú querías, hay una inmensa satisfacción. Como cuando un pintor finaliza un cuadro: tras la última pincelada surge una gran satisfacción en su corazón. El trabajo bien hecho proporciona una gran paz. Uno siente que ha participado junto con la totalidad.
La única oración consiste en ser creativo, porque únicamente a través de la creatividad participas con el todo; no existe otra manera de participar. No tienes que pensar en Dios, tienes que participar de alguna manera. No puedes ser un observador, tienes que ser un participante; sólo entonces saborearás su misterio. Crear una pintura no es nada, crear un poema no es nada, crear música no es nada comparado con el hecho de crearte a ti mismo, de crear tu conciencia, de crear tu más profundo ser.0
Sin embargo, la gente ha tenido miedo, y hay razones para tener miedo. La primera razón es que es algo arriesgado, porque el único responsable eres tú. La segunda razón es que se puede hacer un mal uso de la libertad, porque puedes elegir ser algo equivocado. Libertad significa que puedes elegir lo correcto o lo equivocado; si sólo pudieras elegir lo correcto, no sería libertad.
Sería como cuando Ford fabricó sus primeros coches: eran todos negros. Él llevaba a sus clientes a la tienda y les decía: «Usted puede elegir cualquier color, ¡con tal de que sea negro!».
¿Qué clase de libertad es ésa?: con tal de que sea correcto. Con tal de que siga los Diez Mandamientos, con tal de que esté de acuerdo con El Gita o El Corán, con tal de que esté de acuerdo con Buda, Mahavira, Zaratustra. ¡Entonces no hay libertad! La libertad significa básicamente, significa intrínsecamente, que eres capaz de ambas cosas: de elegir lo correcto o lo equivocado.
El peligro está —de ahí el miedo— en que lo equivocado es siempre más fácil de hacer. Lo equivocado es una tarea cuesta abajo y lo correcto es un esfuerzo cuesta arriba. Ir cuesta arriba es difícil, arduo; cuanto más hacia arriba te diriges, más difícil es. Sin embargo, ir cuesta abajo es muy fácil. No necesitas hacer nada; la ley de la gravedad lo hace todo en tu lugar. Puedes dejarte rodar como una piedra desde la cima, y la piedra llegará abajo; no hay que hacer nada. Pero si quieres elevar la conciencia, si quieres elevarte en el mundo de la belleza, la verdad, la dicha, entonces aspiras a las más altas cumbres, y eso sí es difícil.
En segundo lugar, cuanto más alto llegues, más peligro hay de caer, ya que el camino se vuelve estrecho y estás rodeado por todas partes de oscuros valles. Un paso en falso y te perderás en el abismo, desaparecerás. Es más cómodo, más conveniente, caminar por la llanura y dejarse de alturas.
La libertad te ofrece la oportunidad o bien de caer más bajo que los animales, o bien de elevarte por encima de los ángeles. La libertad es una escalera. Uno de los extremos de la escalera alcanza el infierno y el otro toca el cielo. Es la misma escalera; la elección depende de ti, tú eres el que tiene que decidir la dirección.
Yo pienso que, si no eres libre, no puedes emplear mal tu falta de libertad. Tu falta de libertad no puede ser mal empleada. El prisionero no puede hacer mal uso de su situación; está encadenado, no tiene libertad para hacer nada. Ésa es la situación de todos animales, excepto del hombre; no son libres; han nacido para ser un determinado tipo de animal y cumplirán su misión.
De hecho, la propia naturaleza cumple su misión; no tienen que hacer nada. No hay desafío en su vida. Sólo el hombre tiene que enfrentarse al desafío, al gran desafío. Pero muy pocas personas han elegido el riesgo, subir a las alturas, descubrir las cumbres más altas. Sólo unos pocos —Buda, Cristo—, sólo muy pocos; se podrían contar con los dedos de una mano.
¿Por qué no ha elegido toda la humanidad lograr el mismo estado de dicha que Buda, el mismo estado de amor que Cristo, el mismo estado de celebración que Krishna? ¿Por qué? Por la sencilla razón de que el mero hecho de aspirar a esas alturas es muy peligroso. Es mejor no pensar en ello, y la mejor manera de no pensar en ello es pensar que no hay libertad; tú estás determinado a priori. Se te ha dado un determinado guión antes de que nacieras y sólo tienes que cumplirlo.
Sólo la libertad puede ser mal usada; la esclavitud no puede ser mal usada. Por eso ves tanto caos en el mundo hoy en día. Nunca antes ha sido así, por la sencilla razón de que el hombre no era tan libre.
Yo no os doy ninguna disciplina, porque toda disciplina es una forma sutil de esclavitud. No os doy ningún mandamiento, porque cualquier mandamiento que venga de fuera os aprisionará, os esclavizará. Sólo os enseño cómo ser libres y después os dejo libres para que hagáis lo que queráis con vuestra libertad. Si queréis caer más bajo que los animales, es una decisión vuestra, y podéis hacerlo, porque es vuestra vida, Si decidís que sea así, es vuestra prerrogativa. Pero si entendéis la libertad y su valor, no empezaréis a caer; no iréis por debajo de los animales, empezaréis a ascender por encima de los ángeles.
El hombre no es una entidad, es un puente, un puente entre dos eternidades, la animal y la divina, la inconsciente y la consciente. Aumenta tu conciencia, aumenta tu libertad. Que cada paso sea fruto de una decisión personal. Créate a ti mismo y hazte responsable de ello.
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