sábado, 23 de diciembre de 2023

LA VIDA INCONSCIENTE


 Jesús dice:

"Tomé mi puesto en medio del mundo y en carne aparecí ante ellos...". "Y no estaba en espíritu". Porque muchos Maestros continuamente te visitan sólo en espíritu. Buda aún te toca la puerta, pero sólo en espíritu. Y si no puedes ver a una persona que ha venido en carne y hueso, ¿cómo podrías reconocer a Buda?

En este siglo, cuando H.P. Blavatsky descubrió o redescubrió la existencia de Maestros en espíritu que van trabajando y ayudando a la gente que está en el camino, nadie le creyó. La gente creyó que se había vuelto loca, porque la gente decía: "Danos pruebas ¿dónde están esos Maestros?". Una de las más grandes cosas que hizo la teosofía fue el redescubrir a los Maestros, porque cualquiera que haya llegado a la iluminación permanece en el mundo, porque no hay ningún otro sitio dónde ir. Esta es la única existencia que hay. El permanece, pero sin el cuerpo, y su ser continúa funcionando, ayudando, porque esa es su naturaleza, eso no es algo que él tenga que hacer.

Simplemente es como la luz. La luz está presente: y va iluminando todo lo que está a su alrededor. Si el camino está desierto y no pasa nadie, entonces la luz también continúa encendida porque esa es su naturaleza. Alguien llega al camino, y entonces la luz está presente y la luz guía; no es que él tenga que hacer algo de su parte, simplemente es su naturaleza.

Cada vez que un ser llega a la iluminación permanece como guía. Pero no podrás reconocer un guía en espíritu si no puedes reconocer a un guía de carne y hueso.

Jesús dice: "Me aparecí ante ellos en carne y hueso, estaba en el cuerpo, podían verme, podían oírme, podían sentirme, pero aun así erraron. Erraron porque los encontré a todos ebrios. Realmente no estaban presentes, y la consciencia tampoco, en absoluto. Toqué sus puertas, pero no estaban en casa".

Si Jesús llega a tu casa y toca la puerta, ¿estarás ahí para recibirlo? Estarás en alguna otra parte, nunca estás en casa. Vas vagando por todo el mundo, excepto en casa. ¿Dónde está tu hogar? Dentro de ti, donde está el centro de la consciencia, es tu hogar. Nunca estás ahí, porque solamente en profunda meditación estás ahí. Y cuando estés en meditación profunda podrás reconocer a Jesús inmediatamente, ya sea que venga en carne y hueso o sin cuerpo, no habrá diferencia. Si estás en casa reconocerás su toque. Pero si no estás en casa, ¿qué se puede hacer? Jesús tocará y no estarás ahí. Ese es el significado de la palabra "ebrio": no estar en casa.

Realmente, cada vez que quieres olvidarte de ti mismo, tomas alcohol, drogas; cada vez que quieres olvidarte de ti mismo bebes. Beber quiere decir olvido, y toda la religión consiste en recordarse. Por lo tanto, toda las religiones insisten en que no bebas. No es que haya algo de malo en beber intrínsecamente; si tú no estás en el camino no hay nada de malo. Pero si tú estás yendo en el camino, entonces no puede haber nada más errado que eso, porque todo el camino consiste en el auto-recuerdo, y el beber es olvido.

Pero ¿por qué quieres olvidarte de ti mismo? ¿Por qué estás tan aburrido contigo mismo? ¿Por qué no puedes vivir contigo mismo? ¿Por qué no puedes estar alerta y en tranquilidad? ¿Cuál es el problema? El problema es que cada vez que estás alerta, solo, te sientes vacío; te sientes como si no fueras nadie. Sientes una nada adentro y esa nada se vuelve el abismo. Te asustas, comienzas a huir de eso.

En la profundidad de tu interior, eres un abismo; por eso es que vas escapando. Buda, llamó a ese abismo el "no ser", anatta. No hay nadie allá adentro. Cuando lo observas es una vasta expansión, pero no hay nadie ahí, tan solo un cielo interno, un abismo infinito, sin fin, sin comienzo. Desde el momento en que lo miras, te mareas, comienzas a correr, inmediatamente escapas. Pero ¿a dónde puedes escapar? Dondequiera que vayas ese vacío irá contigo, porque eso eres tú, es tu Tao, tu naturaleza. Uno tiene que llegar a entenderlo y a aceptarlo.

La meditación no es otra cosa que llegar a entender y a aceptar tu vacío interno: reconociéndolo, no escapando; viviendo a través de él, no escapando; siendo a través de él, no escapando. Entonces de pronto el vacío se vuelve la plenitud de la vida. Cuando no escapas es la cosa más hermosa, la más pura, porque sólo el vacío puede ser puro. Si hay algo ahí, ha entrado suciedad; si hay algo ahí, entonces ha entrado la muerte; si hay algo ahí, entonces ha entrado la limitación. Si hay algo ahí, entonces Dios no puede estar ahí. Dios quiere decir el gran abismo, el último abismo. Está ahí, pero nunca te has entrenado para verlo ahí.

Uno tiene que llegar a entender y a aceptar el vacío interno. Y una vez que lo entiendas y aceptes, repentinamente el vacío cambia de naturaleza se convierte en todo. Entonces no está vacío, no es negativo; es la cosa más positiva en la existencia. Pero la aceptación es la puerta.

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