En la India, Buda y Mahavira aparecieron cuando el país era muy rico. Desde entonces han existido solamente mal llamados santos, pero no un hombre como Buda, difícil, ¡muy difícil!, porque tal florecimiento es posible sólo cuando hay energía en exceso, energía que no hay necesidad de usar, sólo entonces la energía comienza a disfrutarse a sí misma. Y cuando la energía comienza a disfrutarse a sí misma se da un giro interno. Entonces se convierte en meditación, entonces nace un Buda, entonces existe el éxtasis.
Si no das agua al árbol... primero desaparecerán las flores, luego desaparecerán las hojas; después las ramas morirán y sólo en el último momento morirán las raíces, porque con las raíces las cosas pueden brotar de nuevo, así que el árbol protegerá la raíz. Y la raíz es lo más bajo, pero lo más bajo tiene que ser protegido porque es la base. Cuando vengan los buenos tiempos y haya agua y lleguen las lluvias, entonces de nuevo la raíz podrá germinar, de nuevo las hojas podrán salir, de nuevo el florecimiento. Y esta misma jerarquía existe en ti.
Sé bueno a causa de tu energía, nunca seas bueno a causa de tu debilidad. ¡No estoy diciendo que seas malo! porque por debilidad ¿cómo puedes ser malo? También la maldad necesita tanta energía como la bondad. No puedes ser malo, no puedes ser malvado sin energía, no puedes ser bueno sin energía, porque ambos son reales. Entonces, ¿qué puedes ser sin energía? Simplemente puedes tener una cara falsa: no serás nada, simplemente serás una fachada, un engaño, un fantasma, no una persona real, cualquier cosa que hagas será fantasmal. Y esto es lo que está ocurriendo. Entonces crearás una bondad falsa, una santidad falsa. Pensarás que eres un santo porque nunca has cometido ningún pecado, no porque hayas llegado a lo divino.
Cuando hayas alcanzado lo divino será un logro, un logro de energía positiva. Y entonces te vuelves como Dios, y no hay esfuerzo en ser como Dios, fluye espontáneamente. Puedes reprimirte; eso es negativo. Pero cuando te reprimes el deseo está presente; y si el deseo de hacer daño está presente, ya lo has cometido, no hay diferencia. Esa es la diferencia entre pecado y delito.
El delito tiene que ser un acto. Tú puedes estar pensándolo, ninguna corte puede castigarte porque ninguna corte tiene autoridad sobre la mente, sólo sobre el cuerpo, un delito tiene que ser un acto. Puedo ir pensando en matar a todo el mundo: ninguna corte puede castigarme simplemente porque lo estoy pensando, puedo decir me gustaría, pero no he matado a nadie, no ha llegado a ser un hecho. Un hecho está bajo la ley, no el pensamiento, y ésta es la diferencia con el pecado...
Pero no hay ninguna diferencia, ya sea que lo hagas o que lo pienses el pecado ha sido cometido. Piensa, la semilla está ahí; ya sea que germine y se vuelva un hecho o no, ese no es el asunto. Si se vuelve un hecho, entonces será un delito, pero si lo has pensado ya has cometido el pecado. Para lo divino ya te has vuelto un delincuente, ya te has descarriado. Pero éste es el punto a entenderse, muy difícil: que aquellos que se descarrían son siempre más fuertes que aquellos que permanecen en el camino.
Aquellos que se salen del camino son siempre los mejores. Anda a un manicomio y ve, y encontrarás que la gente más inteligente ha enloquecido. Mira los últimos setenta años de este siglo: la gente más inteligente ha enloquecido, no los mediocres. Nietzsche se vuelve loco -una de las mejores inteligencias que haya existido- tiene que volverse loco, tenía tanta energía; tanta energía que no puede ser confinada, tanta energía que tiene que volverse una inundación, no puede ser como un arroyo. No lo puedes canalizar, es como un océano bravo. Nietzsche enloqueció, Nijinsky enloqueció. Observa, en los últimos setenta años de este siglo encontrarás que lo mejor, la crema, los mejores enloquecieron y los mediocres estuvieron sanos.
Esto parece muy absurdo: los mediocres sanos y los genios locos. ¿Por qué una persona mediocre permanece sana? No hay energía para salirse del camino. Un niño se vuelve un niño problema cuando tiene mucho más energía, tiene que hacer mucho más cosas. Sólo un niño anémico permanece en una esquina, si le dices: "Repite ram, ram, ram", él repetirá, si le das un rosario lo rezará. Pero si el niño está realmente con vida, entonces el niño tirará el rosario y dirá: "¡Esto es estúpido! Voy a jugar y voy a subir a los árboles. ¡Voy a hacer alguna cosa!".
La vida es energía. Solamente una mente sin sangre, anémica, no se saldrá del camino, no lo puede hacer; es difícil poder tener tanta energía, es difícil irse a ese extremo, a ese abismo. Pero aquellos que se salen del camino -si alguna vez se les encuentra- se vuelven Budas. Si Nietzsche alguna vez entrara en meditación, sería un Buda. Tiene la energía para volverse loco, tiene la energía para volverse iluminado, la misma energía, sólo que la dirección cambia. Un Buda se volverá loco si no llega a ser un Buda ¿adónde irá la energía? Si no puede ser creativo, la energía se vuelve destructiva. Anda a los manicomios: encontrarás a los hombres más inteligentes ahí, están locos sólo por no ser mediocres; están locos porque pueden ver más allá que tú, más profundamente. Y cuando ven más profundamente, las ilusiones desaparecen.
Toda la vida es algo tan enigmático, que si puedes ver más profundo será muy difícil permanecer sano, muy difícil. Uno permanece sano porque no puede ver: puedes ver sólo el dos por ciento de la vida, y los psicólogos dicen que el noventiocho por ciento te ha sido impedido; porque si llegas a verlo será tal inundación que no serás capaz de resistirlo, te volverás loco.
Actualmente algunos psicólogos, aquellos que han estado estudiando la locura muy profundamente, como R.D. Laing y otros, están tropezando con ciertos hechos. Y uno de los hechos es éste: que la gente que enloquece es la mejor, la gente que entra al delito son los más rebeldes. Pueden llegar a ser grandes santos y no es sorpresa que un Valmiki se vuelva un santo.
Valmiki era un secuestrador, un criminal, vivía matando y robando. Y de pronto un suceso... y se iluminó.
Un iluminado estaba pasando... y Valmiki era un asesino, un hombre que vivía del robo. El tomó a un hombre iluminado. El iluminado dijo: "¿Qué vas a hacer?".
El dijo: "¡Voy a robarte todo lo que tienes!".
El iluminado dijo: "Si puedes hacer eso, estaré feliz, porque tengo algo muy interno ¡róbalo, eres bienvenido!".
Valmiki no podía entenderlo pero dijo: "Me interesan sólo las cosas externas".
El iluminado dijo: "Pero no serán muy útiles, ¿y para qué estás haciéndolo?".
El dijo: "Por mi familia mi madre, mi esposa, mis hijos ellos morirán de hambre si no hago esto; y sólo sé este arte".
Así que el iluminado dijo: "Amárrame contra un árbol de tal manera que no pueda escapar, regresa y dile a tu madre, a tu esposa y a tus hijos que estás cometiendo pecados por ellos. Pregúntales si están listos para compartir el castigo cuando estés delante de Dios, cuando venga el día del juicio ¿estarán listos para compartir el castigo?".
Valmiki por primera vez comenzó a pensar. Dijo: "Tal vez tengas razón. Debería ir a preguntar".
Fue y preguntó a la esposa y la esposa dijo: "¿Por qué debería compartir? Yo no he hecho nada. Si tú haces algo es tu responsabilidad".
La madre dijo: "¿Por qué debería compartir? Soy tu madre, tu deber es alimentarme. No sé cómo me traes el pan, esa es tu responsabilidad".
Nadie estaba listo a compartir y Valmiki se convirtió. Regresó, cayó a los pies del iluminado y dijo: "Ahora dame lo interno, no estoy interesado en lo externo. Ahora déjame ser el ladrón de lo interno, porque he entendido que estoy solo y cualquier cosa que esté haciendo es mi responsabilidad, nadie la va a compartir. He nacido solo, moriré solo, y cualquier cosa que haga es mi responsabilidad individual, personal, nadie la va a compartir. Así que ahora debo mirar hacia adentro y encontrar quién soy. ¡Se acabó! ¡Se acabó todo el asunto!". Este hombre dio un giro en un segundo.
La misma historia sucede con Buda: Había un hombre que estaba casi loco, un asesino loco. Había hecho una promesa, que mataría mil personas, ni una menos, porque la sociedad no lo había tratado bien. Así que él iba a vengarse, iba a matar a mil personas. Y de cada persona que mataba le sacaba un dedo y hacía un rosario en torno a su cuello, mil dedos.
Por esto su nombre cambió a Angulimala: el hombre con el rosario de dedos. Había matado a novecientos noventinueve personas. Nadie se acercaba por ese sitio, donde la gente se enteraba que estaba Angulimala el tráfico se detenía. Y le era muy difícil encontrar un hombre ahora. Y sólo era necesario un hombre más.
Buda estaba pasando por el bosque. La gente de la aldea vino a decirle: "¡No vayas! ¡Angulimala está ahí, ese asesino loco! Y no pensará dos veces, simplemente te matará; y no pensará que eres un Buda. No vayas por ese camino, hay otro camino. Puedes ir por ahí ¡pero no vayas por el bosque!".
Buda dijo: "Si yo no voy ¿quién irá? Y él está esperando a alguien; tengo que ir".
Porque él casi ha cumplido su promesa... y es un hombre de energía porque está peleando contra toda la sociedad. Y los reyes tenían miedo, los generales tenían miedo -y sólo un hombre había matado a mil personas- y el gobierno y la policía y la ley. Nadie podía hacer nada. Pero Buda dijo: "El es un hombre, me necesita. Debo tomar el riesgo. Bien me matará o yo lo mataré". Esto es lo que los Budas hacen, ellos se aventuran, arriesgan. Buda fue, aun los discípulos más cercanos que habían dicho que permanecerían con él hasta el final, comenzaron a quedarse atrás ¡porque esto era peligroso!
Cuando Buda llegó cerca a la montaña donde Angulimala estaba sentado en una roca, no había nadie detrás de él, estaba solo. Todos los discípulos habían desaparecido. Angulimala miró a este hombre tan inocente, como un niño, tan bello, pensó, aun un asesino sintió compasión por él. Pensó: "Este hombre parece estar absolutamente inconsciente de que estoy acá, de otro modo nadie pasaría por este camino". Y al hombre se le veía tan inocente, tan bello, que Angulimala pensó: "No es bueno matar a este hombre. Déjalo, puedo encontrar alguna otra persona".
Entonces le dijo a Buda: "¡Ándate! ¡Detente ahí y regresa! ¡No des un paso adelante! Yo soy Angulimala y estos son los novecientos noventinueve dedos, y necesito uno más, aun si mi madre viene la mataré y cumpliré mi promesa. Así que no te acerques ¡soy peligroso! Y no creo en la religión y no me interesa saber quién eres. Puedes ser tal vez un monje, un gran santo ¡no me importa! Sólo me importa el dedo, y tu dedo es tan bueno como el de cualquiera. Así que no des un paso más, de otro modo te mataré. “¡Detente!”.
Pero Buda continuó caminando.
Entonces Angulimala pensó: "¡Este hombre es sordo o está loco!". De nuevo gritó: "¡Detente! ¡No te muevas!".
Buda dijo: "Me he detenido hace mucho tiempo, y no me estoy moviendo; Angulimala, tú eres el que te estás moviendo, yo me he detenido hace mucho tiempo. Todo movimiento se ha detenido porque toda motivación se ha detenido. Cuando no hay motivación ¿cómo puede haber movimiento? No hay meta para mí, he realizado la meta, así que ¿para qué me voy a mover? Tú te estás moviendo y te lo digo a ti: "¡Detente!".
Y Angulimala que estaba sentado en la roca se comenzó a reír. Dijo: "¡Realmente estás loco! Yo estoy sentado y me dices: 'Tú te estás moviendo', y tú te estás moviendo y dices que te has detenido. Realmente eres un tonto o loco, no sé ¡qué tipo, qué clase de hombre eres!".
Buda se acercó más y dijo: "Oí que necesitas un dedo más. En lo que respecta a este cuerpo, mi objetivo se ha logrado, este cuerpo es inútil. Cuando muera la gente lo quemará, no será útil para nadie. Lo puedes usar, tu promesa puede ser cumplida: corta mi dedo y corta mi cabeza. Yo he venido a propósito porque ésta es la última oportunidad para que mi cuerpo pueda ser usado de alguna forma; de otra manera la gente lo quemará".
Angulimala dijo: "¿Qué estás diciendo? Yo he estado pensando que soy el único loco por aquí. Y no trates de ser listo porque soy peligroso, ¡todavía te puedo matar!".
Buda dijo: "Antes de que me mates haz una cosa, cumple el deseo de un condenado a muerte: corta la rama de ese árbol". Angulimala sacó su espada y con un golpe hizo caer una gran rama. Buda dijo: "Sólo una cosa más: ahora, ¡únela de nuevo al árbol!".
Angulimala dijo: "Ahora, sé perfectamente que estás loco, puedo cortarla pero no puedo unirla".
Entonces Buda comenzó a reírse y dijo: "Si sólo puedes destruir y no puedes crear, no deberías destruir, porque la destrucción puede ser hecha por cualquier niño, no hay bravura en eso. Esta rama puede ser cortada por un niño, pero para unirla es necesario un Maestro. Y si ni siquiera puedes unir una rama de vuelta al árbol, ¿cómo puedes cortar cabezas humanas? ¿Alguna vez lo has pensado?".
Angulimala cerró sus ojos, cayó a los pies de Buda y dijo: "¡Llévame por ese camino!". Y se dice que en ese mismo momento se iluminó.
Al día siguiente ya era un bhikkhu, un mendigo, un mendigo de Buda, y ahora estaba mendigando en la ciudad. Toda la ciudad se había cerrado, la gente tenía tanto miedo y decía: "Aun si se ha vuelto un mendigo no se le puede creer. ¡Ese hombre es tan peligroso!". Así que no había gente por los caminos. Cuando Angulimala iba a mendigar no había nadie que le diera comida, porque ¿quién iba a arriesgarse? La gente estaba parada en sus terrazas mirando hacia abajo y entonces comenzaban a tirar piedras, porque había matado a mil hombres de la ciudad. Casi todas las familias habían sido víctimas, así que comenzaron a tirarle piedras.
Angulimala cayó en la calle, la sangre fluía por todo su cuerpo, muchas heridas. Buda vino con sus discípulos y dijo: "¡Mira! Angulimala, ¿cómo te sientes?".
Angulimala abrió sus ojos y dijo: "Te estoy tan agradecido. Pueden matar mi cuerpo pero no me pueden tocar a mí y eso es lo que había estado haciendo toda mi vida y nunca me había dado cuenta del hecho".
Buda dijo: "Angulimala se ha iluminado, se ha vuelto un brahmin, un conocedor de Brahma".
En un solo momento puede suceder, si la energía está presente. Si la energía no está presente, entonces es difícil. Todo el sistema del Yoga es cómo crear energía, más energía.
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