sábado, 21 de noviembre de 2020

LA VERDADERA COMPRENSIÓN


 

Tú estás preocupado porque en tu infancia no fuiste bien educado, no se te envió a Harvard o a Oxford o a Cambridge, porque tus padres fueron pobres, porque no se te formó tan bien como te hubiera gustado, porque no se te preparó, porque perdiste muchas oportunidades. Eso te apena, eso te inquieta. Tendría que ser un motivo de alegría, todo tendría que ser un motivo de alegría; sólo entonces una persona puede ser feliz. De otra manera, el pobre sigue lamentándose y llorando por haber sido pobre; y el rico también sigue lamentándose y llorando por haber sido rico. He conocido a personas ricas que dicen que sus padres les destruyeron porque les proporcionaron tantas comodidades en su infancia que ellos nunca aprendieron a valerse por sí mismos. Tú lo has visto, debes haber observado que es raro encontrar a un hijo de un hombre rico que sea inteligente, muy raro. Todos ellos son estúpidos, tienen que serlo, porque ¿qué necesidad tienen de volverse inteligentes? ¿Para qué preocuparse? Ya tienen todo lo que necesitan. Ya disponen de todo lo que pueden conseguir con la inteligencia, así que ¿para qué cultivar la inteligencia? En las universidades suspenden; suspenden en todas partes. No les preocupa en absoluto.

Cuando estaba en la universidad tuve un alumno que suspendió mi asignatura durante cinco años. Le pregunté –esperé cinco años para hacerlo- al sexto año, cuando volvían otra vez los exámenes: “¿Qué planes tienes? ¿Vas a volver a suspender?”. Él contestó: “¿Qué más da? Mi padre es rico. Sólo los pobres se preocupan por eso”. Si has nacido en medio de una familia rica, entonces tampoco eres feliz. Si has nacido en medio de una familia pobre, por supuesto, ¿cómo vas a ser feliz? Si estás sano no eres feliz, porque al estar sano nunca piensas que la salud es motivo de alegría. Una persona sana nunca piensa en la salud. Si estás enfermo eres infeliz. Observa la lógica de tu mente. Te ocupas simplemente de todo lo que te hace desgraciado, y te olvidas de todo lo que te hace feliz; no te das cuenta de ello.

La explicación está en que las verdades son tales que los maestros tiene que repetirlas, porque si se dicen una vez no son entendidas. El Buda solía repetirlo todo tres veces, incluso las pequeñas cosas. Él le preguntaba al discípulo: “¿Me has escuchado? ¿Me has escuchado? ¿Me has escuchado?”. ¡Tres veces! Lo hacía con gran compasión. Cuando las escrituras budistas fueron traducidas a idiomas occidentales, la gente se quedó muy sorprendida: ¿Por qué? ¿Hablaba el Buda para gente muy estúpida? ¿Por qué se repetía tanto? No, ellos eran tan inteligentes como tú, como la gente de cualquier lugar lo ha sido siempre. No es cuestión de inteligencia, es una cuestión de atención consciente. Ellos no estaban atentos. Estaban tan desatentos como lo estás tú.

Yo tengo que repetirme continuamente. Mis editores se sorprenden, se sorprenden de mis repeticiones. Les gustaría arreglarlas. Yo no les dejo. Les digo: “Déjalo como está, porque las verdades son tales que puede que no te des cuenta la primera, la segunda vez; espero que pongas un poco de atención la tercera vez…”. Tengo que seguir repitiéndolo: es como si lo machacara en tu cabeza. ¿Durante cuánto tiempo puedes seguir sin darte cuenta? Es una guerra entre yo y tú.

La soledad y el aislamiento son sinónimos en el diccionario pero no en la realidad, hombre y humano son también dos cosas diferentes. Hombre es un concepto estático, como “perro”, como “búfalo”, como “burro”. “Hombre” es un concepto estático, nada más que el nombre de una cierta especie, una de las especies. Los monos forman una especie, los búfalos otra, el hombre otra. ¿Lo has observado? En el caso del hombre tenemos dos términos: hombre y humano. Para los perros tienes sólo un término: perros. Para los búfalos sólo uno: búfalos; para los burros, burros. ¿Por qué? ¿Por qué este “humano”? Tiene un significado: hombre se refiere simplemente a una especie biológica; humano no tiene nada que ver con la biología. Humano es un concepto en desarrollo, un concepto abierto; hombre es un concepto cerrado, hombre significa que eres un ser. Humano significa que eres un proceso, que estás yendo, que eres un recorrido, que eres un peregrinaje, que eres una continuidad, que eres un “ir más allá”.

Friedrich Nietzsche ha dicho: “Lo que más amo en el hombre es que él no es la meta sino el puente. Lo que más amo en el hombre es que él es un proceso continuo, no un fin sino un medio, un recorrido”.

Humano” se refiere al puente, a un puente entre el hombre y Dios. “Hombre” se refiere al hombre, simplemente, no hay en ello ninguna apertura. La palabra humano está abierta, va más allá de hombre. “Humano” es un puente, “humano” es un recorrido, un peregrinaje; uno va en alguna dirección, uno busca algo, uno está tratando de llegar a ser. “Hombre” es estático, “humano” es dinámico. “Hombre” se refiere a una cosa. “Humano” es un proceso, como un río, algo que fluye, que está llegando al más allá, que busca a tientas en la oscuridad. “Hombre” es inactividad, no ir a lugar alguno, estar lisiado, muerto, como una tumba. “Humano” es un río que no sabe dónde está el océano, pero está haciendo un gran esfuerzo por alcanzarlo.

Recuérdalo: el hombre le tiene miedo a la muerte. ¿Humano? No, no es humano tener miedo a la muerte. Una persona que está en un peregrinaje está preparada para morir si eso hace falta para continuar; está preparada para ir más allá, está preparada para usar la puerta de la muerte para cruzar al más allá.

No es humano querer una larga vida. Sí, es relevante en lo que concierne al concepto “hombre”. Los perros le tienen miedo a la muerte, los búfalos le tienen miedo a la muerte, los burros le tienen miedo a la muerte; el hombre también. Pero al ser un humano, uno se excita con la posibilidad; uno quiere saber qué es la muerte.

Cuando uno ha vivido su vida, empieza a sentir: “Ahora que se lo que es la vida, me gustaría saber qué es la muerte. La vida se ha conocido, ha sido hermosa. Ahora veamos qué es la muerte, dejemos que sea otra aventura”.

Sócrates fue humano cuando estaba muriendo, cuando se le estaba dando el veneno. Sus discípulos lloraban y gemían, y él dijo:

-¡Parad! Lo podéis hacer cuando me haya ido, pero no ahora. Es un desperdicio, un gran desperdicio. Una cosa tan importante está sucediendo, me estoy muriendo, ¡y vosotros estáis llorando!

Y ellos dijeron:

-Maestro, te estás muriendo, ¿no tienes miedo?

Él respondió:

-¿De qué? He vivido mi vida, la amé, fue hermosa. La he conocido, pero no hace falta seguir repitiéndola para siempre. Ahora, algo nuevo; la muerte es algo nuevo. Estoy encantado, estoy impresionado, la aventura es grande –dijo Sócrates-. Ahora me gustaría ver qué es la muerte.

Uno de sus discípulos, Crito, dijo:

-Pero, maestro, todo el mundo le tiene miedo a la muerte.

-No lo se –dijo Sócrates-. No entiendo por qué la gente tiene miedo a la muerte. Si los ateos están en lo cierto de que uno muere del todo y nada queda, entonces no hay por qué temer; Sócrates no estará allí; entonces, ¿qué hay que temer? Yo no estaba allí antes de nacer y no tengo miedo de ello.

¿Has tenido miedo alguna vez de no ser antes de haber nacido?

¿Te asalta algún miedo? Ninguno. Tú dirás: “Tonterías porque entonces yo no era, por tanto, ¿qué sentido tiene tener miedo?”.

Y Sócrates dijo: “Yo desapareceré de nuevo si los ateos tienen razón; entonces, ¿de qué tener miedo? No habrá nadie que tenga miedo. O puede que los creyentes dispongan de la verdad y yo esté allí. Si voy a estar allí, entonces ¿por qué tener miedo?”.

Ahora bien, éste es un hombre que ha vivido una vida dinámica, una vida de crecimiento, una evolución. Si tú has vivido una vida de evolución, entonces la muerte viene como una revolución, como un cambio súbito hacia una realidad desconocida. ¿Por qué tendrá uno que tener miedo? Humano, no, esto no es humano.

Pero no todos los hombres son seres humanos, recuérdalo. Muy raramente… en algún lugar… un Sócrates, un Lieh Tzu, un Buda; éstos son seres humanos. Normalmente existen hombres y mujeres, pero no seres humanos. Volverse un ser humano implica convertirse en un proceso, convertirse en un interrogante, convertirse en una pasión por lo imposible… en un buscador, en un buscador de la verdad.

La sabiduría, la verdadera sabiduría, es siempre agnóstica. Recuerda esta palabra: agnóstica. Un buscador real es agnóstico. Nunca dice: “Yo se”, y tampoco dice: Ésta es la verdad”. Él está muy abierto, no está cerrado. No tiene dogma, no tiene credo, él simplemente está consciente y atento, preparado para enfrentar cualquier realidad, la que sea. Cualquier realidad que le sea revelada, él está preparado para abordarla. Él confía en la vida. La gente que no confía en la vida inventa creencias, dogmas, teorías para protegerse a sí misma. El verdadero sabio es vulnerable; no se protege. Está expuesto a las lluvias, a los vientos, al sol, a la luna, a la vida, a la muerte, a la oscuridad, a la luz; está expuesto a todo. Él no tiene protección; su vulnerabilidad es total.

Recuerda, la verdadera comprensión está siempre esperando para darse en el momento. Nunca decide con anticipación, nunca planea con anticipación; es espontánea.

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