sábado, 28 de noviembre de 2020

LA FILOSOFIA


 

Tzu Kung estaba harto de sus estudios, así que le dijo a Confucio:

-Quiero encontrar descanso.

-No hay descanso para los vivos –dijo Confucio.

-¿No lo voy a encontrar nunca, entonces?

-Anhelarás el nombre y arqueado montículo de tu tumba y sabrás dónde encontrarás descanso.

-¡Grande es la muerte! ¡El caballero encuentra en ella descanso, el miserable se le somete!

-Tzu Kung, lo has entendido. Todos los seres humanos entienden el disfrute de estar vivos, pero no su miseria; el hartazgo de volverse viejos, pero no su calma; la fealdad de la muerte, pero no su reposo.

La filosofía es enemiga de la verdad, y cuando digo filosofía, me refiero a toda filosofía, la mía incluida, porque la filosofía crea una cortina de palabras que no te deja ver la realidad como es. Distorsiona la realidad, interpreta la realidad, adorna la realidad, esconde la realidad, oculta la realidad.

La verdad está desnuda, la verdad está en todas partes, la verdad está adentro y afuera, y las únicas barreras son las palabras, las teorías, las teologías que has aprendido. Ellas no te permiten ver lo que es, se cruzan en el medio; son los prejuicios. Toda filosofía es prejuicio y todos los conceptos desunen. Ningún concepto une; son unos obstáculos.

Tarde o temprano, el que indaga verdaderamente llega a aquel gran momento de comprensión en el que se siente harto, cansado, cansado de toda la tontería que sigue produciéndose con el nombre de pensamiento. La palabra Dios, no es Dios. ¿por cuánto tiempo puedes seguir jugando con la palabra? La palabra alimento no es alimento. ¿Por cuánto tiempo puedes seguir manteniendo la palabra alimento y continuar con hambre? Tarde o temprano te darás cuenta de que lo que mantienes es una palabra únicamente; ella no te puede nutrir, no te puede dar vida, no te puede dar paz. No te puede dar cosa alguna. Por supuesto, lo promete todo; por eso la filosofía se vuelve tan importante, debido a sus promesas. Pero todas esas promesas están vacías, nunca se cumplen. La filosofía nunca ha ayudado a captar la verdad.

Este gran momento de comprensión ha llegado a Tzu Kung. Él era el discípulo más cercano a Confucio.

Tzu Kung estaba harto de sus estudios… Mirar es una cosa, estudiar es algo diametralmente opuesto. Si yo te digo: “Ve y mira las rosas del jardín”, y tú en vez de ir al jardín vas a la biblioteca y estudias las rosas, eso es estudiar. Es algo que da vueltas sobre lo mismo una y otra vez; nunca toca el punto verdadero.

Tzu Kung estaba harto de sus estudios… Ya basta de palabras, ya basta de teorías, de dogmas, ya basta de doctrinas. Considero que éste es un gran momento en la vida de un buscador. Todo el mundo tiene que pasar por las palabras, porque se nos ha preparado para las palabras. Todo el mundo tiene que pasar por las teorías. Se nos han dado teorías desde nuestra infancia. Hemos sido criados de acuerdo con los prejuicios, las doctrinas, las iglesias, las escuelas.

Se es un cristiano, se es un mahometano, se es un hinduista, y todos hemos sido criados con condicionamientos. Así que, cuando comienza a preguntar: “¿Qué es la verdad?”, tu mente empieza a suministrar palabras; ella conoce las respuestas. Todas esas respuestas son falsas, todas esas respuestas son prestadas, pero la mente te da hermosas respuestas que te satisfacen por un tiempo, y si tu búsqueda no es grande, puede que te satisfagan para siempre. Sólo un gran buscador comprende que las palabras no tienen sentido.

El lenguaje no es la puerta a la realidad; el silencio sí lo es. La conversación interior tiene que cesar; sólo entonces tendrás claridad. Sólo entonces la realidad se te revelará por sí misma. Tú continúas parloteando interiormente, y tu mente comienza funcionando constantemente de forma obsesiva, como una maníaca. Y la mente es una maníaca. Sigue creando nuevas palabras, nuevas combinaciones, nuevas teorías; sigue especulando. Es una gran inventora en lo que respecta a teorías; además, no te da un solo intervalo, un solo espacio para mirar lo que hay. La conversación interior tiene que acabarse… Entonces, de repente no hay barreras, nunca las habido.

Los monjes zen dicen que, desde el mismo comienzo, la verdad está al descubierto, la verdad está frente a ti. ¿Qué estás buscando? ¿Hacia dónde estás corriendo? Tus ojos se han cerrado, no obstante, con los prejuicios.

Tzu Kung estaba harto de sus estudios… Ha aprendido mucho y ahora se da cuenta de que el aprendizaje no le ha nutrido. No le ha fortalecido, no le ha dado algo, no le ha hecho sentir más real de lo que era antes. Él no ha llegado a ningún lado, aún está vacío. No hay integración. En realidad, él no sabe quien es. Ya está harto. Tiene que haber sido un gran buscador; ni siquiera Confucio pudo engañarlo.

Confucio es un gran erudito: puede dar respuestas a todas las preguntas posibles y puede inventar hermosas respuestas. Todas esas respuestas son fabricadas, para estar por casa, pero pueden engañar a los tontos. Pueden hacer que mucha gente sienta que sabe. Pueden convertirse en consuelos. Además, él con sus conocimientos, su respetabilidad, su carácter impecable… Es un hombre virtuoso, recuerda, un hombre muy moral, un hombre de carácter, de grandes maneras, de etiqueta, un caballero. La caballerosidad es la meta de toda la filosofía confuciana; un hombre tiene que convertirse en un caballero. Él es impecable, tú no puedes encontrar una fisura en su carácter; todas las virtudes se han realizado en él. Es un hombre con un gran conocimiento, apoyado por la tradición, por las convenciones, las escrituras, respetado por reyes y reinas, respetado en todo el país pero, aún así no pudo engañar a Tzu Kung.

Tzu Kung estaba harto de sus estudios… Cuando llegas a estar harto de tus estudios, llega el momento en que el estudiante se convierte en discípulo. Cuando estás harto de tus estudios, entonces das un giro de ciento ochenta grados. Ya no te interesan las teorías, quieres lo real, quieres alimentos para comer y así poder nutrirte. Y no quieres más recetas, no quieres más libros de cocina, quieres la comida de verdad.

Así que le dijo a Confucio: “Quiero encontrar descanso”. Las palabras crean desasosiego. Las doctrinas, los dogmas, te hacen sentir más tenso porque te extravían, te alejan de la realidad.

Cuanto más lejos estés de la realidad, más desasosegado te sentirás. Deja que éste sea un criterio. Cuando sientes desasosiego, quiere decir que te has alejado mucho de la realidad. Cuando estás cerca de la realidad, hay una calma tremenda, una quietud, una gracia, un silencio, una paz. Te sientes en tu casa, porque la realidad es tu casa. El desasosiego indica simplemente que te estás alejando y que todo tu ser está siendo arrancado de tu casa, de ahí el desasosiego.

Tzu Kung dijo: “Quiero encontrar descanso”. Basta de teorías y basta de estudios. He estudiado todo lo que se puede estudiar. Me he convertido en un respetable hombre instruido, tu discípulo más cercano, pero eso no es satisfactorio. Ayúdame a encontrar descanso.

¿Lo has observado? Cuanto más conoces sobre las palabras, sobre las escrituras, sobre el cristianismo, el islamismo, el hinduismo, el budismo, la Bhagabad-gita, el Corán, la Biblia, los Vedas, más sentirás que tu mente se vuelve cada vez más loca; se te está empujando en todas las direcciones. Una teoría dice algo, otra teoría dice algo más; se contradicen mutuamente, siempre se asfixian mutuamente. Grandes argumentos sin conclusión alguna.

En todos estos siglos la filosofía no ha llegado a una sola conclusión. Los filósofos han estado discutiendo durante cinco mil años, pero nunca ha habido una conclusión, una conclusión en la que todos estén de acuerdo. Nunca ha habido un acuerdo. No ha sucedido y no va a suceder. Dos filósofos no pueden estar de acuerdo, porque el acuerdo sólo es posible cuando conoces la realidad; entonces hay acuerdo. Si tú conoces la realidad y yo conozco la realidad, entonces hay acuerdo, porque de esta manera no hay problema. Tú conoces la misma realidad, yo conozco la misma realidad. ¿Cómo puede haber alguna discusión? La discusión es posible si yo tengo mi teoría y tú tienes tu teoría; entonces no hay posibilidad de encontrar un acuerdo. El acuerdo se da únicamente a través de la experiencia.La experiencia es concluyente. La discusión no es concluyente. Un argumento lleva al otro y así sucesivamente.

Cuando dos personas están discutiendo, ambas no pueden estar en lo correcto. Ambas pueden estar equivocadas, pero las dos no pueden estar en lo correcto.

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