Una filosofía dice que la vida es lucha, que la vida es acción, que la vida es conflicto, que la vida es una guerra por la subsistencia; ¿cómo puedes descansar así? Esta misma filosofía se ha vuelto predominante en Occidente con Darwin y la filosofía de la “supervivencia del más fuerte” y con Nietzsche y “el poder de la voluntad”. A Confucio se le entiende profundamente en Occidente, él es un hombre occidental. Nació en Oriente pero no es oriental en absoluto. Su actitud hacia la vida es de actividad. Es una actitud yang, una actitud masculina: lucha, pelea, conquista, entra en conflicto, demuestra tu voluntad. Tú estás aquí para poner a prueba tu voluntad; tienes que demostrarle al mundo que eres alguien. Tienes que dejar una huella en la historia; de otra manera tu vida no tiene sentido. Tienes que competir, tienes que luchar; sólo entonces puedes dejar tu huella en la historia. Si permaneces en descanso y en silencio, ¿cómo vas a dejar tu huella?
Lao Tzu no ha dejado ninguna huella en la historia. Tamerlán ha dejado su huella en la historia. Chuang Tzu no ha dejado marca alguna en la historia. Nadir Shah, Alejandro, Napoleón, Hitler, Stalin, Mao, ellos han dejado su huella en la historia. Mao fue un confuciano. Él creía en Confucio e intentó tenazmente destruir todas las posibilidades y potencialidades taoístas en China. Destruyó muchos monasterios taoístas, quería hacerlos desparecer por completo. ¿Por qué? Porque en ellos no se enseña a luchar en absoluto. Si no enseñas a luchar, ¿cómo puedes predicar la revolución?
La actitud del Tao es de cooperación, no de conflicto. La actitud del Tao no es de ir contra la naturaleza, sino de estar con ella, de admitir la naturaleza, de dejar que tome su curso, de cooperar con ella, de acompañarla. El Tao tiene una actitud de gran relajamiento.
Recuerda que no es de inactividad. No es de actividad, tampoco de inactividad: es trascendental. El término taoísta es wu wei significa acción a través de la inacción. Esa es la meta del Tao: haz pero no seas el hacedor. Actúa pero deja que el Tao actúe a través de ti; simplemente coopera. Entonces, a través del Tao puedes descansar en la vida.
Pero ¿cómo vas a poder descansar con Confucio? Él está en lo cierto; dice que, en lo que respecta a su filosofía, “no hay descanso para los vivos”.
Tienes que luchar duro, tienes que mostrar tu determinación, tienes que mostrar tu voluntad. La vida está aquí para que puedas tener la oportunidad de probarte a ti mismo. Es una competición, una competición despiadada. Unos y otros se quieren ahorcar mutuamente, y si te relajas estás perdido. ¡Pelea con fuerza! Usa todas las posibilidades de mantenerte alerta y no pienses en descansar. La palabra descanso es escapista para la mente confuciana. No busques la meditación; esto es escapismo. No te vayas a los Himalayas, y no te sientes en silencio; esto es escapismo. ¡Haz algo! La vida es para hacer y la muerte es para no hacer: esa es su lógica. Naturalmente, un día morirás y entonces descansarás; así que ¿para qué preocuparse? La división que hacen es muy clara y atrayente para las mentes lógicas.
Naturalmente, si no hay descanso para los vivos, entonces ¿cuándo? ¿Cuándo voy a poder descansar? ¿No lo voy a poder hacer nunca? ¿Esta pesadilla va a seguir siempre? ¿Y no tiene fin?
Confucio le dijo: “Anhelarás el noble y arqueado montículo de tu tumba y sabrás dónde encontrarás descanso”.
“Encontrarás”. Atención a esta palabra. Ésta es la mayor decepción jamás inventada por el ser humano: “Encontrarás”… no ahora, sino en algún momento en el futuro… no aquí sino en algún otro lugar. Y todas las llamadas “religiones” han utilizado este artificio decepcionante. Prometen. Dicen: “Encontrarás todo lo que quieres, pero no ahora… mañana”.
Y el mañana nunca llega; por su misma naturaleza no puede llegar. El futuro nunca llega porque siempre lo que llega es el presente. Siempre es ahora, y ahora, y ahora. Dondequiera que vayas a estar, será aquí y ahora.
Y la primera es: “Encontrarás”. La promesa es muy ingeniosa. Eso es lo que han hecho todas las religiones. “En el cielo encontrarás paz, descanso, felicidad”. Llegarás algún día pero no ahora. Y si quieres llegar allí, sacrifica la felicidad del día presente por eso.
“Se tiene que pagar un precio”, dicen. “Y el precio es el siguiente: sacrifica tu presente por el futuro. Sacrifica lo real por lo imaginario. Sacrifica la vida por lo que viene después de la muerte”.
Y ellos han convencido a la humanidad, y casi todos han sacrificado sus vidas. Nadie regresa del paraíso para contar lo que sucede. Nadie viene después de morir a decir: “Sí, Confucio está en lo cierto”. Por tanto, la decepción permanece, porque no puedes contradecirla. No puedes refutarla aunque no puedes probarla; no obstante, tampoco puedes refutarla.
“Encontrarás”. Escucha simplemente esta palabra: “Encontrarás”. Ese es todo tu condicionamiento. Durante la infancia los padres dicen: “Ahora no. Cuando seas mayor encontrarás”. Cuando eres mayor ellos empiezan a decir: “Ahora no. Cuando seas mayor, ya jubilado, con una buena cuenta bancaria, todo está hecho y el tiempo para relajarse y descansar habrá llegado entonces”. Y cuando eres viejo te dicen: “Después de muerto”. Ellos continúan posponiendo. La zanahoria del futuro sigue colgando frente a ti, y cuanto más te acercas a ella más sigue retrocediendo… mientras tanto, tú continúas perdiéndote todas las posibilidades.
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