Tenéis dos ojos. Para el
taoísta, esos dos ojos son muy importantes. Solo la ciencia
moderna
ha sido capaz de ver la verdad. Esos dos ojos no son solo los ojos
visibles.
También representan el varón y la mujer que lleváis
dentro. Ahora la ciencia moderna afirma que el cerebro del hombre
está dividido en dos hemisferios, y que uno es masculino y el otro
femenino. El lado derecho de la mente es femenino, y el izquierdo es
masculino. De modo que un ojo representa el varón que hay en
vosotros y el otro la mujer que lleváis dentro. Y cuando vuestro
varón y mujer se juntan en vuestro interior, esa reunión, esa
comunión interior de vuestra parte masculina y femenina, es lo que
se llama «cielo».
Jesús dice: «Cuando vuestros
dos ojos sean uno, habrá luz». Habla como un
alquimista
taoísta. Cuando vuestros dos ojos sean uno, habrá luz. Cuando
vuestros dos ojos sean uno... cuando vuestro varón y mujer
desaparezcan en el otro... es la experiencia orgásmica definitiva.
Lo que sentís al hacer el amor con una mujer o un hombre es solo una
parte pequeña de ello, una parte muy fugaz. Es tan momentánea que
cuando sois conscientes de ella ya se ha desvanecido. Cobráis
consciencia de ella únicamente en el pasado, por lo fugaz que es.
Pero es un vistazo de la reunión del hombre y la mujer. Es una
reunión externa. Es un milagro que sucede durante un momento, pero
existe la profunda posibilidad. Y ese ha sido el trabajo del Tantra,
del Tao, del Yoga y de todas las grandes enseñanzas secretas del
mundo: ayudaros a llegar a ser conscientes de vuestro interior
femenino y masculino... lo que los tantrikas llaman Shiva y Shakti y
los taoístas yin y yang.
La polaridad, lo positivo y lo negativo que hay en vosotros, el día y la noche... tienen que reunirse ahí.
En un mito antiguo que sobrevive en muchos países del Lejano Oriente, dicen que Dios creó al hombre y a la mujer juntos, no como a dos seres; estaban unidos en un cuerpo. Pero luego se hizo difícil. Surgieron conflictos y problemas. La mujer quería ir al este y el hombre no estaba dispuesto. O el hombre se hallaba listo para hacer algo y la mujer quería descansar. Pero estaban juntos, unidos en sus cuerpos. De modo que se quejaron y Dios los separó. Desde entonces, cada hombre busca a la mujer, su mujer, y cada mujer busca a su hombre.
Ahora hay tal multitud que resulta muy complicado encontrar quién es vuestra mujer y quién vuestro hombre. Hay tanta desdicha, y uno continúa tropezando y avanzando a tientas en la oscuridad. Es casi imposible hallar a vuestra mujer. ¿Cómo vais a encontrarla?
El mito dice que si lográis
dar con ella, todo encaja; volvéis a ser uno. Pero es muy difícil.
Cuando os enamoráis de una
mujer, ¿qué sucede de verdad? Lo siguiente: de algún
modo la
mujer del exterior encaja con la imagen de vuestra mujer interior,
encaja con esa imagen, quizá no en un cien por cien, pero lo
suficiente como para enamoraros. Cuando os enamoráis de un hombre,
¿qué pasa? Algo en vuestro interior hace clic y dice: «Sí, este
es el hombre, el hombre adecuado». No es una conclusión lógica, no
es un silogismo. No es como si descubrierais todos los pros y los
contras del hombre para luego decidir, ni comparáis al hombre con
todos los hombres del mundo y luego decidís. No, de repente sucede
algo. De pronto ese es el hombre al que estabais esperando, que
llevabais esperando vidas enteras.
¿Qué sucede? Dentro lleváis
una imagen de hombre y una imagen de mujer. Sois
ambos y no
dejáis de buscar en el exterior. Nadie va a encajar en un cien por
cien, porque la mujer que encontráis en el exterior tiene sus
propias imágenes sobre vosotros; vosotros tenéis vuestras propias
imágenes. Es muy difícil que encajen la una con la otra. De manera
que todos los matrimonios siempre están inseguros, y a la larga la
gente aprende a convivir pacíficamente. Aprende a no «mover la
barca».
Cada hombre es también una mujer y cada mujer es también un hombre.
Podéis permanecer divididos
por dentro... el hombre separado de la mujer, la mujer
interior
separada del hombre interior. Entonces siempre habrá conflicto, una
cierta lucha.
Este es el estado corriente de la humanidad. Si vuestro hombre y mujer interiores pueden encontrarse en un abrazo profundo, pueden fundirse el uno en el otro, por primera vez seréis uno... ni hombre ni mujer. Entonces seréis trascendentales.
El hombre representa acción,
la mujer representa inacción. Tenéis que utilizar la
acción
para alcanzar la inacción. Tenéis que realizar el esfuerzo para
volveros sin esfuerzo.
Tenéis que poner todas
vuestras energías, tenéis que volveros tan activos que atrás
no
quede nada. Toda la energía participa de esa creatividad, y
entonces, de pronto, cuando toda la energía participa, acontece una
transformación. Así como a los cien grados el agua se evapora, la
acción, cuando es total, se evapora, y atrás queda la inacción.
Primero tenéis que aprender a bailar y debéis dedicar todas
vuestras energías al baile. Y un día acontece esa extraña
experiencia en que de repente el bailarín desaparece en la danza y
esta sucede sin esfuerzo. Entonces es inacción. Para entrar en la
inacción primero debéis aprender la acción. En eso radica la
meditación.
La gente viene a preguntarme
por qué enseño meditaciones activas... porque es la
única
manera de encontrar la inacción. Danzad hasta el máximo, danzad
hasta el frenesí, danzad locamente, y si dedicáis toda vuestra
energía, llega un momento en que de pronto veis que el baile sucede
por su propia cuenta... no hay esfuerzo en él. Es acción sin
acción.
Si os apoyáis demasiado en la
energía masculina, os volvéis demasiado activos y no
sabéis
cómo ser pasivos. Eso ha sucedido en Occidente. La gente enloquece
con su
actividad. Demasiada velocidad, todo ha de hacerse de
inmediato, no hay paciencia, no hay espera. Han olvidado cómo ser
pasivos, cómo ser pacientes, cómo esperar por las cosas.
Han perdido toda la capacidad de ser inactivos. No saben cómo disfrutar de los días libres. Y aunque lo hagan, se muestran más activos que nunca. Durante toda la semana laboral piensan que descansarán cuando lleguen los días festivos, y cuando sucede eso, tienen que hacer mil cosas. Y no son cosas necesarias, en absoluto; pero no pueden vivir con el descanso. No son capaces de echarse en el césped y ser uno con la tierra. Son incapaces de sentarse en silencio bajo un árbol sin hacer nada. No, empezarán a hacer mil cosas por la casa. Arreglarán esto y aquello, abrirán los capós de los coches y empezarán a hurgar en los motores. Harán algo. Pero permanecerán activos.
Toda su vida la gente piensa
que cuando se jubile disfrutará. Pero no puede, no es
capaz de
descansar. La gente muere demasiado rápidamente cuando se jubila,
porque no sabe qué otra cosa hacer. La muerte parece la única vía
de deshacerse de una vida que ha perdido el sentido, que nunca ha
tenido sentido, que siempre ha sido precipitada.
Oriente se ha vuelto demasiado
pasivo, demasiado fatalista: «No hay que hacer nada.
Simplemente
esperemos. Dios lo hará». Es otro tipo de necedad y estupidez.
Oriente es pobre, perezoso, ruidoso y a las personas no les preocupa
nada. Se encuentran rodeadas de desdicha, de pobreza, de mendigos, de
enfermedades... y nadie está preocupado. Todo se acepta. «¿Qué se
puede hacer? Es la voluntad de Dios. Tenemos que aceptarla.
Simplemente tenemos que
esperar. Cuando las cosas parezcan desbordadas, aparecerá
Dios.
¿Qué otra cosa podemos hacer?». Esa es la mente femenina. Tenéis
que estar
exactamente en el centro, ni masculino ni femenino,
sin decantaros por ningún extremo.
Entonces hay equilibrio.
Entonces uno está inactivo aunque permanezca activo por fuera.
Por fuera orientaos hacia el
sol, por dentro hacia la luna. Dejad que el sol y la luna se
reúnan
en vosotros, mientras estáis exactamente en el centro. En el centro
está la
trascendencia.
Si en vosotros existe el
conflicto interno entre hombre y mujer, entre el sol y la
luna,
entonces siempre estaréis interesados en el exterior. Si
sois hombre, estaréis interesados en la mujer exterior; estaréis
fascinados por ella. Si sois mujer, estaréis fascinadas por el
hombre exterior. En cuanto queda resuelto el conflicto y vuestra
energía del sol entra en la energía de la luna y se elimina la
separación, quedan unidas; entonces no os mostraréis fascinados por
el hombre o la mujer exteriores. Por primera vez estaréis
sexualmente satisfechos.
No digo que vayáis a dejar a
la mujer exterior. No es necesario. Tampoco al hombre
exterior.
Pero en ese momento toda la relación será absolutamente
diferente... muy
armoniosa. No será una relación de necesidad;
más bien será una relación basada en
compartir.
Por lo general, cuando un
hombre se acerca a una mujer es una cuestión de
necesidad.
Quiere utilizarla como un medio. La mujer quiere utilizar al hombre
como un medio. Esa es la razón por la que todos los hombres y las
mujeres mantienen una pelea continua: básicamente pelean dentro de
sí mismos. La misma pelea se refleja hacia fuera.
Y cuando usáis a una mujer,
¿cómo podéis pensar que ella va a estar totalmente
relajada
con vosotros, en armonía? Siente que está siendo reducida a un
medio. Y ningún hombre o mujer es un medio. Siente que está siendo
usada como una cosa, reducida a una cosa. Su alma parece estar
perdida; por eso se encuentra enfadada. Y trata de reducir al hombre
a una cosa. Convierte al marido en un marido tiranizado; lo fuerza. Y
eso continúa.
Es más un conflicto que
amor... una lucha. Más parecido a una guerra que a amor...
más
parecido al odio que al amor.
Cuando estáis sintonizados
con vuestra mujer y hombre interiores, de pronto estáis
sintonizados
también con otros. Vuestro conflicto interior desaparece; también
el conflicto exterior. Este es una sombra del interior. Entonces
podéis tener relaciones o no. Sois totalmente independientes. Es lo
que sea que elijáis que sea. Si queréis tenerlas, podéis tenerlas;
pero no habrá conflicto. Si no queréis estarlo, si queréis estar
solos, podéis estar solos; y no habrá soledad. Esa es la belleza
cuando se alcanza la unidad orgánica por dentro.
El amor es la parte femenina
en vosotros y la consciencia es la masculina. Y ambas
tienen que
encontrarse y fundirse entre sí. Si uno solo sabe cómo amar y no es
consciente, es únicamente una mitad. Si uno sabe cómo ser
consciente y no sabe amar, se sigue siendo una mitad. Y ser una mitad
es sufrir. Por eso el así llamado hombre cosmopolita sufre y el
hombre que vive en un monasterio sufre. Han elegido distintos tipos
de sufrimiento, es cierto, pero el sufrimiento es el sufrimiento. Da
lo mismo desde qué dirección avancéis hacia él.
En el mundo solo hay una
felicidad, y esta surge de convertirse en una persona
completa.
Esto es lo más fundamental de
convertirse en una persona completa: el hombre y la
mujer que
lleváis dentro deben enamorarse y desaparecer en el otro. El ser
interior debería volverse andrógino, ni hombre ni mujer. Entonces
estáis integrados, sois uno. De lo contrario, sois muchos, sois
polipsíquicos, y esto es ser neurótico. Ser polipsíquico significa
que tenéis muchas mentes, que sois una multitud... mil y una voces,
cada una arrastrándoos en su propia dirección. La vida sigue siendo
una lucha constante... sin objetivo alguno. Os precipitáis en una
dirección, luego en otra y luego en otra. Esto continúa hasta
vuestra tumba. Desde la cuna hasta la tumba os precipitáis, corréis
demasiado, perosin llegar a ninguna parte.
Convertirse en uno es llegar.
El sendero espiritual se puede
dividir en dos: el sendero masculino y el sendero
femenino, el
yin y el yang. Esta es la división básica. Toda la naturaleza está
dividida en dos: lo negativo y lo positivo, la materia y la mente, la
tierra y el cielo. La totalidad de la naturaleza depende de esta
dialéctica, de esta dualidad... y en este mismo momento nosotros
formamos parte de ella. Al iluminaros iréis más allá... entonces
no habrá dialéctica, ni dualidad y seréis uno... pero antes de
llegar a ser uno tendréis que averiguar qué trabajo encajará con
vosotros.
A estas dos clases de trabajo
las llamo: amor y meditación. El amor es el camino
femenino y
la meditación es el camino masculino.
La meditación significa la
capacidad de estar absolutamente solos, y el amor significa
la
capacidad de estar absolutamente juntos. Amor significa sentir
alegría con la unión; la meditación significa sentir alegría con
la soledad. Ambos desempeñan el mismo tipo de trabajo, porque en los
dos caminos el ego desaparece.
Si estáis realmente enamorados, tenéis que desprenderos del ego, de lo contrario el amor no será posible. Si queréis profundizar en la meditación, deberéis dejar el ego atrás, de lo contrario no estaréis solos. El ego se hallará presente y la dualidad permanecerá: el ser y el ego, la consciencia y la mente.
Tendréis que desprenderos de
la mente si queréis entrar en la meditación, y tendréis
que
hacer lo mismo si queréis entrar en el amor.
El meditador va hacia dentro;
es introvertido, busca la interioridad. Y el amante va
hacia
fuera, es extravertido, busca el ser del otro. Enamorado; el otro se
convierte en el espejo en el que encontráis vuestra cara, vuestro
rostro original. En la meditación, no os hace falta ningún espejo;
simplemente entráis en vosotros mismos y os encontráis, no
necesitáis vuestro reflejo. Estos son los dos tipos básicos de
trabajo.
Las personas mundanas han
elegido el amor, las personas espirituales han elegido la
percepción.
Es fácil elegir solo una... parece simple, menos complicado, pero
entonces vuestro ser también se mantiene pobre. La riqueza siempre
es compleja. No hace falta temer la complejidad; únicamente hay que
tenerle miedo a la multitud. La complejidad es perfectamente buena si
se centra en la unicidad, si es una armonía.
Si escucharais los corazones
de las personas, son como notas aisladas que repitieran
lo
mismo. En muy contadas ocasiones se encuentra a un hombre que sea una
orquesta. Pero una orquesta necesita mucho orden. Si cada intérprete
fuera por su lado, entonces sería enloquecedor... a menos que haya
un orden y una armonía en las que todos estuvieran separados y al
mismo tiempo encajaran en uno, todos centrados y arraigados en la
unicidad.
Entonces la vida posee riqueza.
Dejad que el amor y la
consciencia se fundan en vosotros. Sed más amorosos y
más
conscientes al mismo tiempo. Sed conscientes y amorosos al
mismo tiempo. Entonces
tendrá lugar una gran riqueza, una gran
satisfacción, una gran realización.
Cuando os volvéis conscientes, os volvéis extáticos: salís de vosotros mismos. Os
convertís en un observador en las colinas.
El verdadero tesoro se halla
en el interior. Desde el exterior, solo podéis recibir
indicios
del tesoro interior; desde el exterior, sólo flechas señalando
hacia el centro más profundo de vuestro ser; desde el exterior, solo
hitos. Pero no os aferréis a un hito, y no penséis que es la meta y
que ya habéis llegado.
Dejad que esto penetre en
vuestro corazón: a menos que el interior se vuelva más
importante
que el exterior, vivís una vida muy anormal. La persona normal es
aquella cuyo interior es la fuente de todo lo que hace. El exterior
solo es un medio, el interior el fin.
La relación amorosa que
tenéis con un hombre o una mujer es un medio para alcanzar
un
fin. El fin es tener una relación con vuestra mujer u hombre
interiores. El exterior ha de ser utilizado como una situación de
aprendizaje; es una gran oportunidad.
No estoy en contra de la
relación amorosa exterior, todo lo contrario, porque sin ella
jamás
seríais conscientes de la interior. Pero recordad, no os quedéis
enganchados en la exterior.
Primero tenéis que aprender
la lección con lo visible. Reunios con la mujer exterior,
reunios
con el hombre exterior, para que podáis tener unas pocas
experiencias acerca de la naturaleza de esa reunión. Luego,
despacio, despacio, podéis buscar hacia el interior para encontrar
la misma polaridad allí.
El día en que vuestro hombre
y mujer interiores se encuentran, quedáis iluminados. Es un día de
gran celebración; no solo para vosotros, sino para la totalidad de
la existencia.
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