sábado, 15 de mayo de 2021

LA MADUREZ Y EL AMOR


El amor es una consecuencia de ser. Cuando sois, os rodea el aura del amor. Cuando no sois, no poseéis esa aura a vuestro alrededor.

Y cuando no lo tenéis, le pedís al otro que os dé amor. Dejad que lo repita: Cuando no tenéis amor le pedís al otro que os lo dé; sois mendigos. Y el otro os pide que se lo deis.

Tenemos a dos mendigos que extienden las manos Y ambos esperan que el otro lo tenga...

Desde luego, al final ambos se sienten derrotados Y engañados.

Los dos esperabais que el amor fluiría del otro, y ambos estabais vacíos. ¿Cómo puede suceder el amor? En el mejor de los casos, podréis ser desdichados juntos.

Antes, solíais ser desdichados solos, por separado, ahora podéis serlo juntos. Y recordad, siempre que dos personas son desdichadas juntas, no se trata de una simple adición, sino de una multiplicación.

Solos os sentíais frustrados, juntos os sentís frustrados. Tiene una cosa buena, ya que
ahora podéis achacarle la responsabilidad al otro: es el otro quien os hace desdichados...eso es lo bueno. Podéis sentiros relajados. «A mí no me sucede nada... el otro... ¿Qué hacer con semejante esposa... desagradable, molesta?». Es obligatorio ser desdichado. «¿Qué hacer con semejante marido... feo, avaro?». Ya podéis achacarle la responsabilidad al otro; habéis encontrado vuestra cabeza de turco. Pero la desdicha permanece, se multiplica.

Podéis seguir cambiando de marido o de esposa, pero volveréis a encontrar el mismo
tipo de mujer y la misma desdicha se repetirá de diferentes formas... pero la desdicha se repetirá; es casi igual. Podéis cambiar de esposa, pero vosotros no habéis cambiado. ¿Quién va a elegir a la otra esposa? Vosotros. La elección volverá a salir de vuestra inmadurez.

Volveréis a elegir un mismo tipo de mujer.

El problema básico del amor radica en ser maduro primero, luego encontraréis a una
pareja madura; entonces la gente inmadura no os atraerá en absoluto. Es así. Si tenéis
veinticinco años de edad, no os enamoráis de un bebé de dos años... exactamente de esa manera. Cuando psicológica y espiritualmente sois una persona madura, no os enamoráis de un bebé. No sucede. No puede suceder. Podéis ver que no tendrá ningún sentido.

De hecho, una persona madura se eleva con el amor. Solo las personas inmaduras
trastabillan y caen con el amor. De algún modo antes lograban mantenerse de pie. Pero ya no lo consiguen y no son capaces de erguirse... encuentran a una mujer y se pierden, encuentran a un hombre y se pierden. Siempre han estado dispuestas a caer postradas y a arrastrarse. No tienen la firmeza ni la determinación; carecen de la integridad de erguirse solas.

Una persona madura posee la integridad de estar sola. Y cuando una persona madura
ofrece amor, da sin ningún hilo oculto: simplemente entrega.

Cuando una persona madura da amor, se siente agradecida de que hayáis aceptado su
amor, no al revés. No espera que estéis agradecidos, en absoluto, ni siquiera necesita
vuestras gracias. Ella os da las gracias por aceptar su amor. Y cuando dos personas maduras están enamoradas, sucede una de las grandes paradojas de la vida, uno de los fenómenos más hermosos: están juntas y al mismo tiempo tremendamente solas; están tan juntas que casi son una sola persona. Pero su unicidad no destruye su individualidad; de hecho, la potencia: se vuelven más individuales. Dos personas maduras enamoradas se ayudan mutuamente a ser más libres. No hay política involucrada, ni diplomacia ni esfuerzo por dominar. ¿Cómo podéis dominar a la persona que amáis?

Pensadlo. La dominación es una especie de odio, de ira, de enemistad. ¿Como podéis
pensar en dominar a una persona a la que amáis? Os encantaría ver a esa persona
totalmente libre, independiente; le daríais más individualidad. Es la mayor paradoja: están tan juntas que casi son una, pero, no obstante, en esa unicidad son individuos.

Sus individualidades no quedan destruidas... se han visto potenciadas. El otro ha enriquecido su libertad.

La gente inmadura que cae en el amor destruye la libertad del otro, crea servidumbre,
levanta una prisión. Las personas maduras enamoradas se ayudan a ser libres; se ayudan entre sí a destruir todo tipo de servidumbre. Y cuando el amor fluye con libertad hay belleza.

Cuando el amor fluye con dependencia hay fealdad.

Recordad, la libertad es un valor más elevado que el amor. La libertad es un valor más elevado que el amor. De modo que si el amor está destruyendo la libertad, no vale la pena.

Se puede prescindir del amor; hay que salvar la libertad: la libertad es un valor más
elevado.

Sin libertad jamás podéis ser felices... no es posible. La libertad es el deseo intrínseco
de cada hombre, de cada mujer... libertad absoluta. De modo que cualquier cosa que resulte destructiva para la libertad se empieza a odiar.

¿No odiáis al hombre al que amáis? ¿No odiáis a la mujer a la que amáis? Los odiáis.
Es un mal necesario; tenéis que tolerarlo. Debido a que no podéis estar solos, debéis
arreglaros con alguien, y tenéis que adaptaros a las exigencias del otro. Tenéis que tolerar, tenéis que soportar.

El amor, para ser realmente amor, ha de ser un regalo, un estado de ser. Cuando
habéis llegado a casa, cuando habéis sabido quiénes sois, entonces el amor surge en
vuestro ser. La fragancia se extiende y podéis ofrecérsela a otros.

Millones de personas se mantienen infantiles toda su vida; jamás crecen. Crecen en
edad, pero nunca mentalmente, su psicología sigue siendo juvenil, inmadura. Siempre están necesitando amor. Lo anhelan como si fuera comida.

El hombre se vuelve maduro en cuanto empieza a amar en vez de necesitar. Comienza a rebosar, a compartir. Comienza a dar. El énfasis es totalmente diferente. Con el primero, el énfasis radica en cómo obtener más. Con el segundo, el énfasis está en cómo dar, cómo dar más, cómo dar de manera incondicional. De ese modo crecéis y maduráis.

En cierto sentido, la meditación es ir más allá de la naturaleza. Por eso se la llama
trascendental. La naturaleza no ha proporcionado ningún modo automático, de la forma en que ha proporcionado ojos, manos, oídos; no ha proporcionado ningún modo para que vuestra energía puede entrar en vosotros. La meditación es trascender los regalos naturales, ir más allá de la naturaleza. No va contra esta, simplemente avanza hacia una naturaleza más grande, más abrumadora, más universal.

Y en cuanto hayáis encontrado el camino y hayáis tocado vuestro propio ser, habréis
pasado a través de una magia. Nunca más volveréis a ser la misma persona. No solo eso, sino que el mundo que os rodea nunca volverá a ser el mismo. En ese momento vuestro amor poseerá una nueva fragancia... no la antigua posesividad y dominación.

Vuestra amistad será más que amistad, será amigabilidad. No tendrá ninguna esclavitud ni condicionamiento.

En cuanto sentís que ya no dependéis de nadie, os domina un profundo frescor y silencio, un desprendimiento relajado. Eso no significa que dejáis de amar. Todo lo contrario, por primera vez conocéis una cualidad nueva, una nueva dimensión de amor: un amor que ya no es biológico, que está más próximo a la amistad que cualquier relación. Vuestro amor se convierte más en un aura a vuestro alrededor que se puede compartir con cualquiera, incluso un extraño. De hecho, no es una cuestión de hacer algo cuando compartís. Se convierte simplemente en vuestra naturaleza. Os volvéis cariñosos. En el pasado solíais enamoraros de algún individuo. Ahora ya no os enamoráis de nadie... Sois amor.

Allí donde estéis, lleváis vuestra fragancia. Allí donde estéis, portáis vuestra brisa

fresca, vuestro frescor relajado. Y sentiréis una tremenda libertad.

Dejad que el amor sea vuestro estado de ser. No es que vayáis a enamoraros, sino
que sois amorosos. Sencillamente en vuestra naturaleza. El amor, para vosotros, es la
fragancia de vuestro ser. Aunque estéis solos, os veis rodeados por energía amorosa.
Aunque toquéis algo muerto, como una silla, vuestra mano irradia amor... no importa a quién. El estado amoroso no va dirigido a nadie en particular. Y no os impido que estéis enamorados, pero solo podréis estarlo si os olvidáis del viejo patrón mental de las relaciones. El amor no es una relación. Dos personas pueden ser muy amorosas. Cuanto más amorosas sean, menos posibilidad existe de una relación. Cuanto más amorosas sean, más libertad existe entre ellas. Cuanto más amorosas sean, menos posibilidades existen de exigencias, dominación y expectativas.

Cuando amáis profundamente una flor, también amáis su marchitamiento. Cuando
amáis profundamente a una mujer, también amáis que se haga vieja, algún día asimismo amaréis su muerte. Eso forma parte de ser mujer. La vejez no ha sucedido desde el exterior, ha llegado desde el interior. La cara hermosa ya se ha arrugado... también amáis esas arrugas. Son parte de vuestra mujer. Amáis a un hombre y su pelo se ha tornado blanco...también amáis esos pelos. No han ocurrido desde fuera; no son accidentes. La vida se despliega. El cabello negro ha desaparecido y ha llegado el cano. No lo rechazáis, os encanta, son una parte. Luego vuestro hombre envejece, se debilita... también amáis eso. Y un día el hombre ya no está... también amáis eso.

El amor lo ama todo. El amor no conoce otra cosa que no sea amor.

No hay comentarios:

Buscar este blog