sábado, 22 de enero de 2022

EL HACER SIGUE AL SER


Existe un dicho en latín: agere sequitur esse, el hacer sigue al ser, la acción sigue al ser. Es totalmente maravilloso. No trates de cambiar tu acción; trata de descubrir tu ser, y la acción será una consecuencia. La acción es secundaria; el ser es primario. La acción es algo que haces; ser es algo que eres. La acción surge de ti, pero la acción no es más que un fragmento. Aunque juntes todas tus acciones no equivaldrán a tu ser; porque todas tus acciones juntas serán tu pasado. ¿Qué pasa con el futuro? Tu ser contiene tu pasado, tu futuro y tu presente; tu ser contiene tu eternidad: Tus acciones, aunque las reúnas, serán sólo parte del pasado. El pasado es limitado, el futuro es ilimitado. Aquello que ha ocurrido es limitado; puede ser definido; ya ha ocurrido. Aquello que no ha ocurrido es ilimitado, indefinible. Tu ser contiene la eternidad; tus acciones sólo contienen tu pasado.

De modo que es posible que un hombre que hasta ahora ha sido un pecador se convierta en santo en el futuro. No juzgues nunca a un hombre por sus acciones; júzgalo por su ser. Hay pecadores que se han convertido en santos, y santos que han caído y se han convertido en pecadores. Todo santo tiene un pasado y todo pecador tiene un futuro.

No juzgues nunca a un hombre por sus acciones. Sin embargo, no existe otra alternativa, ya que ni mismo conoces tu propio ser. ¿Cómo vas a conocer el ser de los demás? Una vez que conozcas tu propio ser, aprenderás el lenguaje, conocerás la clave para ver el ser de los demás.

Sólo puedes ver en los demás en la medida en que eres capaz de ver dentro de ti mismo. Si te has visto a ti mismo plenamente, serás capaz de ver a los demás plenamente.

Si a través de tus meditaciones te estás volviendo frío, ¡cuidado! Si tu meditación te está haciendo más cálido, más afectuoso, más fluido, muy bien, estás en el camino adecuado. Si te estás volviendo menos afectuoso, si está desapareciendo tu compasión y la apatía se está instalando dentro de ti, entonces, cuanto antes cambies de dirección mucho mejor. De lo contrario, te convertirás en un muro de piedra.

No te conviertas en un muro de piedra. Sigue vivo, palpitando discurriendo, fluyendo, derritiéndote. Por supuesto que hay problemas. ¿Por qué las personas se convierten en muros de piedra? Porque los muros se pueden definir. Te dan una frontera, unos límites definidos y una norma; lo que los hindúes llaman nam roop, nombre y forma. Si estás derritiéndote y fluyendo, no tiene límites; no sabes dónde estás, ni dónde terminas, ni dónde empieza el otro. Continúas estando tan cerca de los demás que las fronteras se desvanecen poco a poco. Y un día desaparecen.

Así es la realidad. La realidad no tiene límites. ¿Dónde piensas que terminas? ¿Dónde termina tu piel? Normalmente pensamos: «Claro, estamos dentro de nuestra piel, y la piel es nuestra muralla, la frontera». Pero tu piel no podría vivir si no estuviera rodeada de aire. Si tu piel no estuviera constantemente respirando el oxígeno que le proporciona el aire que la rodea, tu piel no podría vivir. Elimina la atmósfera y tu piel morirá inmediatamente. Morirá aunque no haya sido siquiera rozada. Así que esa no puede ser tu frontera.

Hay tres mil trescientos kilómetros de atmósfera alrededor de la tierra. ¿Es ésa tu frontera? Tampoco puede ser ésa tu frontera. El oxígeno, la atmósfera, la calidez y la vida no podrían existir sin el sol. Si el sol dejara de existir o se apagara... Esto es algo que va a ocurrir un día. Los científicos dicen que un día el sol se enfriará y morirá. Entonces, de repente, la atmósfera no tendrá vida. Entonces, ¿es el sol tu límite? Ahora los científicos dicen que el sol está conectado a una fuente central de energía que todavía no hemos descubierto, pero que intuimos, porque no hay nada que no esté relacionado.

Así que ¿dónde decimos que está nuestro límite? La manzana que está en el árbol no eres tú; en cambio, si te la comes se convierte en ti. Así que sólo está esperando para convertirse en ti. Es tu potencialidad, es tu futuro tú. Después defecas y expulsas todo lo inservible del cuerpo. Hace un momento era parte de ti. Así que ¿dónde decides que está el límite? Yo estoy respirando; el aire que está dentro de soy yo, sin embargo, hace un momento puede que haya sido tu respiración. Debe de haber sido así, ya que respiramos en una atmósfera común. Nos respiramos los unos a los otros; somos miembros unos de otros. me respiras, yo te respiro.

Además, esto no es algo que ocurra únicamente con la respiración; ocurre lo mismo con la vida. ¿Te has dado cuenta? Hay personas con las que te sientes muy vivo, rebosan energía. Y, a veces, provocan en ti una respuesta y también te sientes desbordante de energía. Sin embargo, hay otras personas... ¡Sólo verles la cara y te sientes decaído! Su sola presencia es suficiente veneno. Deben estar difundiendo algo venenoso en ti. Cuando te acercas a una persona y te vuelves radiante y feliz, y de repente algo empieza a palpitar en tu corazón, y tu corazón late más rápido, eso quiere decir que esta persona ha difundido algo en ti.

Nos difundimos unos en otros. Por eso, en Oriente, el satsang se ha convertido en algo muy importante. Estar con alguien que ha conocido, estar simplemente en su presencia, es suficiente, porque no hace más que derramar su ser en ti. Puede que te des cuenta o puede que no. Puede que lo reconozcas hoy, o puede que no lo reconozcas hoy, pero más tarde o más temprano florecerán esas semillas.

Nos difundimos unos en otros. No somos islas separadas. La persona fría se convierte en una isla y es una desgracia, una gran desgracia, porque se podía haber convertido en un vasto continente, pero ha decidido convertirse en una isla. Ha decidido seguir siendo pobre cuando podía haber sido todo lo rico que hubiera querido.

No seas un muro de piedra, y nunca intentes reprimirte; de lo contrario, te convertirás en un muro de piedra. Las personas reprimidas llevan máscaras, caretas. Fingen ser otra persona. La persona reprimida carga con el mismo mundo que tú; sólo hace falta la mínima oportunidad, una provocación e inmediatamente la realidad saldrá a la luz. Por eso los monjes abandonan el mundo porque hay demasiadas provocaciones, demasiadas tentaciones. Para ellos es difícil contenerse, aguantar. Así que se van al Himalaya o a una cueva, se retiran del mundo de forma que, aunque tengan ideas, tentaciones, deseos, no encuentren la forma de cumplirlos.

Sin embargo, ésta no es una manera de transformación.

Las personas que se vuelven frías son personas muy calientes. Las personas que hacen votos de permanecer célibes son personas enormemente sexuales. La mente pasa de un extremo a otro con mucha facilidad. Me he dado cuenta de que muchas personas que un día están totalmente obsesionadas con la comida, al día siguiente se obsesionan con hacer régimen. No puede ser de otra manera, porque no puedes permanecer mucho tiempo en un extremo. Te estás esforzando mucho, pronto te hartarás, te cansarás. Entonces, no hay otra opción; tienes que pasar al otro extremo.

Las personas que se han convertido en monjes son personas muy mundanas. Les gustaba mucho el bullicio, han vivido mucho en medio del bullicio; ahora el péndulo se mueve hacia el otro extremo. Las personas avariciosas renuncian al mundo. Esta renunciación no nace del conocimiento; es la otra cara del egoísmo. Antes acaparaban, acaparaban... Ahora, de repente, ven la inutilidad de esto, la futilidad de esto y empiezan a tirar cosas. Antes tenían miedo de perder siquiera una peseta; ahora tienen miedo de acaparar siquiera una peseta; pero el miedo sigue ahí. Antes eran muy avariciosos con las cosas de este mundo; ahora son muy avariciosos con las cosas del otro mundo, pero la avaricia sigue ahí. Estas personas están destinadas a entrar en un monasterio tarde o temprano; entonces se convertirán en grandes célibes, en grandes renunciantes. Pero su naturaleza no cambiará.

Nada cambia en una persona, excepto la conciencia; nada en absoluto. Así que no intentes fingir. Lo que no ha ocurrido, no ha ocurrido. Tienes que entenderlo; no intentes fingir ni intentes hacer creer a otros que ha ocurrido, porque la única persona que va a perder con este engaño vas a ser tú.

Las personas que intentan controlarse a mismas eligen una forma de hacerlo muy estúpida. No conseguirán controlarse, pero ellos se volverán fríos. Ésa es la única manera en que el hombre se puede controlar a mismo: congelarse de manera que no salga la energía. La gente que hace votos de castidad no come mucho; de hecho, harán a sus cuerpos pasar hambre. Si se crea más energía en el cuerpo, habrá más energía sexual, y ellos no saben qué hacer con ella.

Así, los monjes budistas comen sólo una vez al día y, aun así, no es suficiente. Comen sólo lo suficiente para que sus necesidades corporales estén cubiertas, unas necesidades realmente mínimas; así que no les queda energía. Este tipo de celibato no es celibato. Cuando fluyes con energía y la energía se empieza a transformar en amor, es cuando tiene lugar un celibato maravilloso.

Una encantadora anciana fue a una tienda y compró un paquete de naftalina. Al día siguiente volvió por otros cinco. Un día más tarde volvió por una docena más.

Debe de tener un montón de polillas —le dijo el vendedor.

¡Si! —contestó la anciana—, pero llevo tres días tirándoles estas bolas y sólo he conseguido dar a una!

¡A través del control no serás capaz de dar a una siquiera! Ésa no es la manera. Estás luchando con hojas, ramas, cortándolas por aquí y por allí. Ésa no es la manera de destruir el árbol del deseo; la manera de destruirlo consiste en cortar las raíces. Pero sólo puedes cortarlas cuando has llegado a las raíces del deseo. En la superficie sólo hay ramas: celos, ira, envidia, odio, lujuria. Sólo están en la superficie. Cuanto más profundices, más lo entenderás: surgen de una misma raíz, y esa raíz es la falta de conciencia.

Meditación significa conciencia. Elimina la raíz. Entonces el árbol entero desaparece por solo. La pasión se convierte en compasión.

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