sábado, 31 de diciembre de 2022

PENSAR Y MEDITAR


 Hay necesidades sociales y necesidades existenciales que deben ser satisfechas. No digo: "No condicionéis a los niños". Si se les deja totalmente sin condicionar, serán salvajes. No serán capaces de sobrevivir. La supervivencia precisa del condicionamiento, pero sobrevivir no es la meta.

En consecuencia debes ser capaz de activar tus condicionamientos o quitártelos de encima a voluntad. Al igual que con la ropa, has de poder ponértelas. salir a la calle y hacer tu trabajo, y después volver a casa y quitártelos. Entonces ... eres".

Si no estás identificado con tu ropa, con tu condicionamiento, si no dices, por ejemplo, "Soy mi mente", la cosa no es difícil. Podrás cambiar fácilmente. Pero si estás identificado con tus condicionamientos y dices: "Mi condicionamiento soy yo", y niegas todo cuanto no sean condicionamientos, dirás: "Todo lo que no está condicionado no soy "yo"; el inconsciente no soy ,.yo"; "yo" soy el consciente, la mente enfocada".

Esta identificación es peligrosa, y no debería ser así. Una educación apropiada no es condicionadora, pero está condicionada por "una condición": este condicionamiento es una necesidad práctica; debes ser capaz de ponértelo y quitártelo. Cuando lo necesites, te lo pones; cuando no lo necesites, te lo quitas. Los seres humanos no serán realmente humanos hasta que no sean educados de manera que no se identifiquen con sus condicionamientos. Mientras no ocurra así serán robots, estarán condicionados, limitados.

Entender esto es llegar a ser consciente de esa parte de la mente, la mayor, a la que se le ha negado la luz. Y percatarse de ello es descubrir que no eres sólo mente consciente. La mente consciente es una parte de todo. "Yo" soy ambas mentes, y la parte mayor no está condicionada. Por supuesto, está siempre allí... a la espera.

Mi definición de "meditación" es que es simplemente un esfuerzo para saltar al inconsciente. No puedes saltar si calculas, ya que todo cálculo es del consciente, y la mente consciente no te dejará hacerlo. Advertirá: "Acabarás loco. No lo hagas".

La mente consciente teme siempre al inconsciente, ya que si éste emerge, todo lo que está claro y en calma en el consciente será barrido. Todo quedará en tinieblas, como en un espeso bosque.

Por ejemplo, has hecho un jardín, un jardín vallado. Limpiaste un pequeño trozo de tierra, plantaste algunas flores y todo parece estar en orden; arreglado, claro. Lo único que ocurre es que el bosque está en los alrededores. Es indomable, incontrolable, y el jardín lo teme constantemente. En cualquier momento el bosque puede avanzar y hacer desaparecer el jardín.

De la misma manera has cultivado una parte de tu mente. Has hecho que todo esté claro. Pero el inconsciente merodeará siempre por allí y la mente consciente temerá siempre su presencia. La mente consciente dice: "No entres en el incon­sciente. No mires ahí; no pienses en ello".

El sendero del inconsciente es oscuro y desconocido. Para la razón, resultará irracional; para la lógica, parecerá lógico. Así, pues, si reflexionas antes de emprender el camino de la meditación, nunca lo emprenderás, puesto que la parte pensante te lo impedirá.

Y he aquí el dilema. No puedes hacer nada sin pensar, y pensando no puedes empezar a meditar. ¿Qué hacer? Incluso si piensas, "No voy a pensar", eso también es pensar. Es la parte pensante de la mente la que te está diciendo: "No voy a permitirte pensar".

No puede empezarse a meditar, pensando en ello. Este es el dilema, el mayor dilema. Toda persona que esté emprendiendo la búsqueda se tropezará con dicho dilema.

En cualquier sitio, en cualquier momento, ahí estará el dilema. Aquellos que saben dicen, "¡Salta! ¡No lo pienses!" Pero no puedes hacer nada sin pensar. Para paliar eso se han creado estratagemas innecesarias. Y digo estratagemas innecesarias porque si saltas sin pensar, no se necesitará de ninguna estratagema. Pero no puedes saltar sin pensarlo, de modo que el ardid es necesario.

Puedes pensar en la estratagema, tu mente pensante es tranquilizada con el ardid, pero no respecto a la meditación. La meditación será un salto a lo desconocido. Puedes trabajar con el ardid y el ardid te empujará automáticamente hacia lo desconocido. Se necesita de la estratagema debido sólo al condicionamiento de la mente; si no, no es necesario.

Una vez que has saltado dirás: "El ardid no era necesario; no lo necesitaba". Pero ésta es una consideración retrospectiva. Sólo después sabrás que el recurso no era necesario. Krishnamurti lo dice: “No se necesita ningún ardid; no es necesario ningún método”. Los maestros zen lo dicen: "No se necesita ningún esfuerzo: se consigue sin esfuerzo'*. Pero esto es absurdo para quien no haya atravesado aún la barrera. Y uno piensa prioritariamente en los que no han atravesado la barrera. Por eso digo que un ardid es algo artificial. Sólo es un truco para que la mente racional esté relajada, de forma que puedas ser lanzado a lo desconocido.

Mi solución consiste en utilizar métodos potentes. Cuanto más potente sea el método, menos se necesitará a tu mente calculadora. Cuanto más vigoroso llegue a ser, más totales serán los resultados, pues la vitalidad no es sólo de la mente; es también del cuerpo, de las emociones. Es de todo tu ser.

Los dervíches sufies han utilizado la danza como una técnica, como un ardid. Si entras en la danza, no puedes mantenerte en un plano intelectual porque la danza es un fenómeno absorbente. Todo tu ser te será necesario aquí. Y llegará un momento en que la danza abandone la mente. Cuanto más vital sea la entrega, cuanto más pongas en ello, cuanto más estés en ello, menos presente estará la razón. La danza fue ideada como una técnica para empujarte, Llegará un momento en el que sientas que no estás bailando, en el que la danza te habrá absorbido, te habrá tomado por completo. Serás arrastrado hacia la fuente desconocida.

Los Maestros zen han utilizado los métodos koans. Los koans son rompecabezas que, en sí mismos, son absurdos; eso es lo que te atrae. No pueden ser resueltos por la razón. No puedes pensar en ellos. A primera vista parece como si uno pudiera pensar sobre los koans, de modo que empiezas a hacerlo. Tu mente racional se siente cómoda, se le ha dado algo para ser resuelto... pero lo que se le ha dado no tiene solución. Su misma naturaleza es tal que no puede ser resuelto, puesto que el koan es, por propia naturaleza, absurdo.

Hay cientos de koans, de rompecabezas. El Maestro dirá: piensa en un sonido sin sonido". Dicho así, de palabra, parece como si uno pudiera pensar en ello. Si lo intentas con ahínco, el "sonido sin sonido" podrá ser encontrado, de alguna manera, en alguna parte. Entonces, en un punto determinado, y ese punto no puede ser previsto, pues en cada uno es distinto, la mente queda paralizada. No está allí; tú estás, pero la rnente, con todos sus condicionamientos, ha desaparecido. Eres simplemente como un niño. Los condicionamientos no existen; eres simplemente consciente. La concentración limitadora no está ahí. Ahora sabes que el ardid no era necesario. Pero esto es un pensamiento posterior: no se puede saber de antemano.

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