Probemos con algunos experimentos para tratar de comprender qué es la meditación. Siéntate de forma que no estés en contacto con nadie. Cierra lentamente tus ojos y mantén tu cuerpo relajado. Relájate completamente de forma que no haya ninguna tensión, ninguna contracción en el cuerpo.
Imagina ahora que hay un río que discurre muy rápidamente, con una tremenda fuerza, entre dos montañas. Obsérvalo y sumérgete en él.... pero no nades. Deja tu cuerpo flotar sin ningún movimiento. Ahora te estás moviendo con el río, simplemente flotando. No hay ningún lugar al que llegar, ningún destino; no hay, por tanto, porqué nadar. Siéntete como si fueras una hoja seca flotando inerte en el río. Vívelo claramente de forma que puedas saberlo que quiere decir "entregarse", "dejarse llevar completamente".
Si has comprendido cómo flotar, descubre ahora cómo morir y cómo disolverte por completo. Mantén tus ojos cerrados, deja que tu cuerpo se afloje y relájalo completamente. Observa que una pira está ardiendo. Hay un montón de leña a la que se ha prendido fuego y las llamas de la pira parecen llegar hasta el cielo. Y recuerda una cosa más: no estás solamente observando como arde la pira, sino que tú has sido colocado en ella. Todos tus amigos y parientes están a tu alrededor.
Es mejor experimentar conscientemente este momento de muerte, pues, un día u otro, nos llegará. Con las llamas ascendiendo más y más alto, siente que tu cuerpo se está quemando. Al cabo de un tiempo, la pira se apagará por sí misma. La gente se dispersará y el cementerio quedará vacío y en silencio de nuevo. Siéntelo y verás que todo se ha quedado tranquilo y que no quedan más que las cenizas. Te has disuelto por completo. Recuerda esta experiencia de sentir como te disuelves, porque la meditación no es nada más que una clase de muerte.
Mantén ahora tus ojos cerrados y relájate completamente. No has de hacer nada. No hay necesidad de hacer nada. Antes de que existieras las cosas eran como eran y seguirán siendo lo mismo incluso cuando hayas muerto.
Siente ahora que todo aquello que está sucediendo es lo que ha de suceder. Siente su "cualidad de ser lo que se es". Es así; solamente puede ser así; no hay otra forma posible, así que, ¿por qué resistirse? Con la "cualidad ser lo que se es" uno se refiere a la "ausencia de resistencia" No existen expectativas de que las cosas puedan ser distintas de lo que son. La hierba es verde, el cielo es azul, las olas del océano braman, los pájaros cantan, los cuervos graznan. No hay una resistencia por tu parte porque la vida es así. De repente, ocurre una transformación. Aquello que era normalmente considerado como una molestia parece ser ahora algo amistoso. No estás en contra de nada, eres feliz con todo tal como está.
De modo que lo primero que has de hacer es flotar, más que nadar, en el océano de la Existencia. Para uno que está dispuesto a flotar, el río lo lleva al océano. Si no nos resistimos, la vida misma nos lleva hasta lo Divino.
En segundo lugar, has de disolverte a ti mismo, más que salvarte a ti mismo de la muerte. Aquello que deseemos salvar, seguro que morirá, y aquello que haya de quedar eternamente, estará allí sin esfuerzo de nuestra parte. Aquél que está dispuesto a morir es capaz de abrir sus puertas para dar la bienvenida a lo Divino, pero sí mantienes tus puertas cerradas debido al miedo a la muerte, lo haces al precio de no alcanzar lo Divino. La meditación es morir.
Lo último que has de vivir es "el ser lo que se es". Solamente una simultánea aceptación de flores y espinas puede traer la paz. La paz, después de todo, es el fruto de una total aceptación. La paz llegará a aquél que esté dispuesto a aceptar incluso la ausencia de paz.
Cierra pues tus ojos, relaja tu cuerpo y siente como si el cuerpo no tuviera vida. Siente como si tu cuerpo se estuviera relajando. Continúa sintiendo esto, y al cabo de poco tiempo descubrirás que no eres el amo del cuerpo. Cada célula, cada nervio del cuerpo se sentirá relajado, como si el cuerpo no existiera. Deja el cuerpo sólo, como si estuviera flotando en el río. Deja que el río de la vida te lleve donde él quiera, y flota en él como una hoja seca.
Siente ahora que tu respiración se está calmando gradualmente, que se está volviendo silenciosa. Mientras tú aliento se silencia, sentirás que te estás disolviendo. Sentirás como si estuvieras en la pira ardiente y te hubieras quemado por completo. No han quedado ni siquiera las cenizas.
Siente ahora el sonido de los pájaros, los rayos del sol, las olas del océano, y sé su testigo; receptivo y al mismo tiempo estando alerta, observando. El cuerpo está relajado, la respiración es silenciosa, y tú estás en el estado de "ser lo que eres"; simplemente eres un testigo de todo esto.
Gradualmente experimentarás una transformación interior y luego, de repente, algo en tu interior se silenciará. La mente se habrá silenciado y vaciado. Siente esto, sé su testigo, y experiméntalo. El río se ha llevado tu cuerpo flotando, la pira lo ha quemado y tú has sido testigo de eso. En esta nada, surge una dicha que denominamos Divinidad.
Respira ahora lentamente dos o tres veces y con cada respiración sentirás paz, frescura, y un placer extático. Abre ahora lentamente tus ojos y regresa de la meditación.
Prueba este experimento por la noche antes de acostarte y vete a dormir justo cuando acabes. Gradualmente, tu sueño se convertirá en meditación.
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