Este es el significado del nacimiento de Jesús, que nació de una virgen. Pero la gente toma todo literalmente y entonces yerra. Nacido de la virgen quiere decir nacido de lo uno: no está el otro, entonces ¿quién puede corromper? ¿Quién puede entrar ahí? La virginidad permanece absolutamente pura porque no hay el otro.
Cuando el otro está ahí, has perdido tu virginidad. En la mente el otro está presente... has perdido la inocencia. Así que estar consciente del otro, el deseo por el otro, es perder la virginidad. Este segundo nacimiento puede ser virginal; el primer nacimiento tiene que ser por el sexo, no hay otra manera, no puede haber.
Jesús nace del sexo como todos los demás, y está bien que deba ser así. Jesús es como tú en la semilla, pero en el florecimiento él es absolutamente diferente, porque le ha sucedido un segundo nacimiento; un nuevo hombre ha nacido. Jesús, el que nació de María, ya no está ahí, él se ha dado nacimiento a sí mismo.
En la antigua secta de los Esenios se dice que cuando un hombre es transformado se vuelve su propio padre. Este es el significado cuando decimos que Jesús no tiene padre: quiere decir que ahora Jesús se ha vuelto su propio padre. Parece absurdo, pero así es como es.
El segundo nacimiento es un nacimiento virginal, entonces eres inocente de nuevo. Y esta inocencia es mayor a la de un niño, porque el niño tendrá que perder su inocencia, porque es un regalo de la naturaleza, no ha sido ganada por el niño, tiene que ser arrebatada. Cuando el niño crezca perderá su inocencia ¡y tiene que crecer! Pero un sabio permanece inocente. Ahora esta inocencia no le puede ser arrebatada, porque es el clímax, el crescendo del crecimiento; no hay crecimiento más allá. Si fuera posible más crecimiento, entonces las cosas cambiarían; si has alcanzado la meta más allá de la cual no existe nada, sólo entonces las cosas no cambiarán.
Un niño tiene que crecer todos los días: perderá su inocencia, se volverá experiencia; tendrá que lograr conocimiento, tendrá que volverse astuto, calculador, Pero si te obsesionas demasiado con tu mecanismo de cálculo, entonces permaneces nacido del sexo, de la dualidad. Y entonces siempre habrá un continuo conflicto interno, porque eres dos.
Cuando naces de dos vas a continuar siendo dos, porque ambos están ahí: un hombre no sólo es un hombre, también es una mujer; una mujer no sólo es una mujer, también es un hombre, porque ambos nacen de dos. Tu padre continúa existiendo en ti, tu madre continúa existiendo en ti, los dos participaron; en tu cuerpo ambos se encontraron, sus corrientes siguen fluyendo, tú eres dos. Y si eres dos ¿cómo puedes estar en tranquilidad? Si eres dos va a haber un conflicto constante. Si hay dos polaridades opuestas en ti, siempre va a permanecer una tensión. Esta tensión no se puede perder, y tú continúas tratando de estar en silencio, de estar en paz, de lograr la bienaventuranza. Es imposible porque eres dos.
Para estar en silencio la unidad es necesaria, así que tienes que nacer de nuevo, esto es lo que Jesús le dijo a Nicodemus.
Nicodemus le preguntó: "Qué debo hacer?".
Jesús le dijo: "Primero tienes que nacer de nuevo, sólo entonces podrá suceder algo. En este momento, tal como estás, no se puede hacer nada".
Y lo mismo te digo: en este momento, tal como estás, no se puede hacer nada. A menos que renazcas, a menos que te vuelvas padre de ti mismo, a menos que tu dualidad desaparezca, que se vuelva uno... La mujer dentro de ti y el hombre dentro de ti se encuentran, se vuelve un círculo. No están en lucha, desaparecen, el uno niega al otro, y entonces queda la unidad. Esta unidad es virginidad.
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