sábado, 27 de septiembre de 2014

LIBERARSE DE LA MENTALIDAD

La mente está dentro de ti, pero en realidad es una proyección de la sociedad sobre ti. No es tuya.

Ningún niño nace con mente, con una mentalidad. Nace con un cerebro. El cerebro es el mecanismo; la mente es la ideología. El cerebro es alimentado por la sociedad, y cada sociedad crea una mentalidad de acuerdo a sus propios condicionamientos. Por eso hay tantas mentalidades en el mundo. La mentalidad hindú evidentemente está separada de la cristiana, así como están separadas entre otras ideologías o religiones.

Pero en el individuo se crea la falacia de que la mente es suya, y entonces empieza a actuar de acuerdo a la sociedad, siguiendo a la sociedad, pero sintiendo que funciona independientemente. Éste es un dispositivo muy astuto.

Tu mente no es tu mente, esto es algo básico a recordar. Tu mente es un implante de una sociedad en la que has nacido accidentalmente. Si hubieras nacido en un hogar cristiano, pero hubieras sido transferido inmediatamente a una familia musulmana y educado por los musulmanes, no tendrás la misma mentalidad; tendrías una mentalidad muy distinta que no puedes ni concebir.

Bertrand Russell, uno de los genios de nuestro tiempo, trató denodadamente de liberarse de la mentalidad cristiana, no porque fuera cristiana, sino porque le había sido dada por otros. Quería tener su propio punto de vista sobre las cosas. No quería ver las cosas con las gafas de los demás; quería entrar en contacto con la realidad de manera directa inmediata.

Quería tener su propia mentalidad.

La cuestión es ver si tu mentalidad es tuya o te ha sido implantada por otros, porque la mentalidad que otros te implantan no está a tu servicio, sino al servicio de sus intereses.

Tus padres, profesores, sacerdotes, y el sistema educativo te prepara para tener cierta mentalidad, y vives toda tu vida con esa mentalidad. Esa es una vida prestada. Y por eso hay tanta miseria en el mundo: porque nadie vive auténticamente, nadie vive su propio yo; simplemente sigue las ordenes que le han sido implantadas.

Bertrand Russell lo intentó con mucho empeño y escribió un libro: Why I Am Not A Christian. Pero en una carta a un amigo escribió: «Aunque he escrito el libro, aunque creo que no soy cristiano y que he abandonado esa mentalidad, todavía, en el fondo... Un día me pregunté: "¿Quién es el mayor personaje de la historia?" Racionalmente se que es Gautama Buda, pero no podía poner a Gautama Buda por encima de Jesucristo.

»Ese día supe que todos mis esfuerzos habían sido, inútiles. Sigo siendo cristiano. Se racionalmente que Jesucristo no puede ser comparado con Gautama Boda, pero sólo es a nivel racional. Emocionalmente, sentimentalmente, no puedo poner a Gautama Buda por encima de Jesucristo. Jesucristo sigue estando en mi inconsciente, aún afecta mis actitudes, mis planteamientos, mi comportamiento. El mundo cree que ya no soy cristiano, pero yo se... ¡Resulta difícil liberarse de esta mentalidad! La han cultivado con tanta agudeza, con tanto arte.»

Es un largo proceso. No sueles pensar en él. Un hombre vive setenta y cinco años, y durante veinticinco tiene que ir a escuelas, institutos, universidades; dedica un tercio de su vida a cultivar cierta mentalidad; Bertrand Russell fracasó porque no sabía cómo librarse de ella.

Luchaba, pero estaba caminando a tientas en la oscuridad.

Hay métodos de meditación que con absoluta certeza te pueden alejar de la mente y entonces, si lo deseas, es muy fácil dejarla atrás. Pero sin separarse de ella es casi imposible abandonarla, ¿quién va a dejar a quién?

Bertrand Russell luchaba con una mitad de su mente contra otra mitad, y ambas eran cristianas; es imposible. Y ahora ha sido probado científicamente. Una de las contribuciones científicas más importantes es de Delgado. Ha encontrado setecientos centros en el cerebro. Cada uno de ellos es capaz de contener una gran cantidad de información; es como una grabación. Y sus experimentos son muy sorprendentes: toca cierto centro cerebral con un electrodo y el hombre comienza a hablar. Aleja el electrodo y el hombre deja de hablar. Vuelve a poner el electrodo en el mismo centro y el hombre comienza a hablar de nuevo, desde el principio.

Delgado mismo aún no ha descifrado como darle la vuelta a esta especie de grabación, porque el hombre siempre empieza a hablar desde el principio. No importa dónde lo haya dejado, no vuelve a empezar donde lo dejó. Se llegará a descubrir algún proceso mental automático...

Delgado dice: «Antes o después este descubrimiento se convertirá en una bendición para la humanidad o en una maldición.»

Es, fácil implantar un electrodo a cada niño. Tendrás gente muy obediente; no tendrás ningún rebelde, no habrá revolucionarios, pero todo el encanto de la vida desaparecerá. La gente será como simples vegetales, esclavizados científicamente. Y no lo sabrán, porque la unidad de control remoto puede estar en la capital, en manos del Gobierno.

Puede ser útil para protegerse de los criminales, de los asesinos, se puede cambiar a los ladrones, se puede transformar a los violadores; pero también es algo muy peligroso. Cualquiera que esté en el poder puede hacer de todo el país una partida de esclavos. Y no puedes hacer nada parque no lo sabes.

La estrategia para crear un tipo de mentalidad en ti es repetir ciertas cosas continuamente. E incluso si es mentira lo que se repite continuamente, empieza a convertirse en verdad; te olvidas de que en un principio era mentira.

Por ejemplo, la cristiandad, el hinduismo y el islam son tres religiones que repiten a los niños: «Dios existe.» El jainismo, el budismo y el taoísmo son otras tres religiones que dicen: «Dios no existe.» El primer grupo de tres religiones tiene cierta mentalidad. Toda su vida está llena de la idea de Dios, el infierno, el cielo, la oración. El segundo grupo de religiones no tiene oraciones porque no hay nadie a quien rezar, no hay Dios. Y esa misma cuestión no llega a surgir.

Tu mentalidad no es tuya. Y tu mentalidad no es joven; tienes siglos de antigüedad, tres mil años, cinco mil años. Por eso todas las sociedades tienen miedo de que alguien cree una duda sobre sus mentalidades.


sábado, 20 de septiembre de 2014

EL PODER PARTE III

La gente que detenta el poder está a punto de destruir el mundo para no perder su poder. Puedo entender su lógica, aunque quizá ellos mismos no sean conscientes de ella. Su lógica es: Como vamos a morir de todos modos, ¿qué más da que todo el resto del mundo muera? Nuestra muerte es cierta, ¿qué nos importa que el mundo siga viviendo después de nosotros? Debemos tener el poder mientras estemos aquí, y no tenemos que preocuparnos por lo que pueda pasar si estalla una tercera guerra mundial.

La lógica interna es: el día que uno muere, todo el mundo está muerto para él. Un día no estabas aquí; que el mundo estuviera aquí o no, no habría supuesto una gran diferencia para ti. Un día no estarás aquí; que el mundo siga estando o que las armas nucleares lo hayan hecho estallar no supondrá ninguna diferencia para ti. Lo que supone una gran diferencia para ellos es que, si están en el poder, quieren probar al resto del mundo que son los más poderosos.

Ahora esta competición ha llegado a un punto suicida, y Occidente tiene prisa para que estalle la tercera guerra mundial. Rusia quiere retrasarlo un poco porque algunos paises de Occidente han desplegado una trama de microondas en el que se han invertido miles de millones de dólares. No puedes verla, no obstruye nada; lo único que hace es impedir el paso de armas nucleares. Si se dispara una bomba nuclear, si un misil viene hacia América del Norte, será devuelto; no puede entrar, por eso ha ocurrido la refriega con varios países del medio oriente..

Rusia aún no ha podido perfeccionarlo... están trabajando muy duro para crear una armadura protectora alrededor del país. Su país es grande, vasto; sus recursos financieros no son tan grandes como los americanos, pero siguen preparándose; no tienen otra salida. Estos dos poderes nucleares están preparando su protección. Entonces los EEUU enviará misiles a Rusia que ésta también devolverá. Nadie sabe dónde caerán, caerán en alguna parte. Pero esos países están protegidos y todo el resto del mundo carece de protección. Por eso todo el mundo está en peligro. Ahora mismo, Rusia todavía no tiene preparada la protección completamente; lo de Medio Oriente sólo ha sido una forma de comprobar si Rusia está preparada o no. Si hubiera estado preparada, la tercera guerra mundial ya podría estar en marcha.

Rusia está dispuesta a apoyar a Medio Oriente, pero tiene cierto recelo de hacerlo por la simple razón de que aún no dispone de protección total para su propio país; necesita tiempo. Por eso sus líderes hablan de reducir poco a poco la producción de armas nucleares de tal manera que para el final de este siglo toda la producción se detenga; y todo el mundo se queda impresionado ante esa iniciativa.

EEUU y algunos aliados no pueden aceptarla porque se han gastado miles de millones de dólares en una armadura protectora que ahora sería inútil...; miles de millones de dólares en armas nucleares y ninguna oportunidad de utilizarlas. Tienen prisa; quieren una excusa. Y la distancia no es muy grande, quizá en poco tiempo Rusia ya esté preparada. Por eso, si la guerra tiene que ocurrir, EEUU y sus aliados la quieren cuanto antes.

Quizá no estemos muy lejos, EEUU tiene prisa, y la prisa tiene una razón...; ha de ser antes de que Rusia complete su proyecto de protección, porque después los dos países estarán protegidos. Entonces morirán todos los que no estén participando en la guerra, todos los que no tengan nada que ver con la lucha, los que están fuera de la guerra pero carecen de protección. Los misiles nucleares devueltos caerán por todo el mundo.

La élite intelectual del mundo tiene que crear una atmósfera a nivel mundial que deje muy claro que las consecuencias no se limitan a los Estados Unidos y Rusia; está implicado el mundo entero. Como todo el mundo va a sufrir, todo el mundo debería unirse contra estas dos naciones y obligarlas a detener esta loca carrera de las armas nucleares y el poder.

Pero no parece haber protesta, no parece haber preocupación. El mundo sigue su viejo surco rutinario. Parece que la gente no tiene ninguna alerta, ninguna claridad respecto a este problema.

Puedo ver claramente que hay más posibilidades de que el mundo estalle que de que se salve, porque no se está haciendo nada por salvarlo y se está haciendo todo lo posible para que estalle.

Si en el mundo hay gente inteligente, deben presentar una protesta unificada ante las Naciones Unidas: «Esto es intolerable. La paciencia tiene un límite, tenemos que prohibir todas las armas nucleares, debemos tirarlas al mar o encontrar la forma de inutilizarlas o darles una utilización creativa.»

sábado, 13 de septiembre de 2014

EL PODER (PARTE II)

En Roma se mataba a los cristianos. Cristo fue el primero, a continuación cualquiera que se hiciera cristiano moría de la misma forma: cientos de personas fueron crucificadas. Y estas crucifixiones crearon tanta culpabilidad en la gente que de todo ello surgió una gran religión. Pero una religión así sólo puede ser una cobertura psicológica; no puede ser una religión verdadera. Simplemente encubre tu culpabilidad.

Cuánto más fanática es una persona religiosa... a través de su fanatismo puedes medir lo culpable que se siente, lo que se esconde detrás.

La cristiandad se convirtió en la mayor religión del mundo por la simple razón de que no sólo Cristo, sino muchos otros que se habían hecho cristianos, fueron crucificados sin juicio previo. Las masas apoyaban a los poderosos pero en el fondo se sentían heridas: lo que estaba ocurriendo sencillamente era inhumano, no debería haber ocurrido. Pero eran pobres, no tenían poder; no podían hacer otra cosa que rendir culto de adoración.

Una religión real siempre es meditación.

Una religión falsa siempre es adoración.

La adoración es un método psicológico para lavarte las manos de la sangre que ves en ellas. Hasta Poncio Pilatos... lo primero que hizo después de ordenar la crucifixión de Jesús fue lavarse las manos, porque no estaba dispuesto a matar a un hombre inocente. Había hablado con él, se había disfrazado para escucharle mientras hablaba con sus discípulos y empezó a amar algo en aquel hombre. Era inocente. Decía cosas locas pero su forma de decirlas era muy hermosa. No tenía estudios pero lo que decía era pura poesía. No sabía mucho, pero lo que sabía lo expresaba con una gran autoridad. Y no estaba haciendo daño a nadie: si no quieres escucharle, no le escuches; si no quieres seguirle, no le sigas. No está predicando ninguna idea peligrosa.

Poncio Pilatos quería liberarlo. Intentó persuadir a los sacerdotes de que le liberaran porque parecía inocente. Pero los judíos no estaban dispuestos a liberarlo; y cometieron un gran error. Son los responsables de la creación de la cristiandad. En el fondo, los judíos son responsables de todo el derramamiento de sangre que la cristiandad ha producido, y la cristiandad se ha vengado: ha torturado a los judíos, los ha matado, los ha dejado sin hogar. Esto ha venido ocurriendo durante siglos.

¿Quiénes son los que se hicieron cristianos? Unos cuantos judíos que sintieron la inocencia de la persona pero temían a los sacerdotes, a la jerarquía religiosa que estaba en el poder. A continuación hubo mucha más gente crucificada en Roma, y muchos más romanos se hicieron cristianos.

Existía el acuerdo de que cada año los judíos pedían a Poncio Pilatos que perdonara la vida a una persona justo el día antes de su gran fiesta religiosa; se hacía por misericordia religiosa, se hacía por compasión.

Poncio Pilatos esperaba que le pidieran que liberase a Jesús -porque había tres personas que iban a ser crucificadas- ya que los otros dos eran grandes criminales. Pero los sacerdotes y la jerarquía de rabinos gritó: «¡Queremos a Barrabás!, un criminal que había cometido siete asesinatos. Ni el mismo Barrabás se podía creer que le fueran a liberar, y aquel pobre tipo, Jesús, a quien conocía...; no estaban pidiendo su libertad. ¡Y eso que no había hecho nada!»

Barrabás fue salvado. Los cristianos no hablan mucho de Barrabás, pero es un personaje tremendamente poderoso y muy importante, porque el milagro le ocurrió a él, no a Jesús. Se esperaba que Dios salvase a Jesús, pero Dios falló la diana. Barrabás no podía creérselo. Cuando le liberaron miraba atrás una y otra vez, debía haber algún error. Era un gran criminal, no había crimen que no hubiera cometido: violación, asesinato... Y siempre estaba bebido, era un borracho.

Pero el rostro de Jesús se grabó en su mente y le torturaba. El también empezó a sentirse culpable: «No debería haber sido liberado. Era perfectamente justo que me crucificaran. Ese pobre hombre...; yo he tomado su lugar y él ha tomado el mío.» El corazón se le ablandaba un poco al pensar en Jesús. En seis meses volvió a viajar y a asesinar, y fue atrapado otra vez.

Pero la regla era que una vez que el emperador romano había librado a alguien de la crucifixión, esa persona no podía volver a ser crucificada. Por eso tuvieron que encontrar una alternativa para esta gente, porque como eran unos criminales tan empecinados era seguro que volverían a cometer algún delito. En Roma había una mina de carbón muy peligrosa; esta gente solía ser enviada picar a la mina de carbón. Y la mina ya era tan profunda que de vez en cuando había un colapso que mataba a miles de trabajadores. Esa era su forma de evitar la crucifixión.

Barrabás fue enviado a la mina de carbón en Roma. A los tres meses la mina colapsó. Murieron al menos tres mil personas; sólo sobrevivió Barrabás, todos los demás murieron. !Ese fue el segundo milagro! ¡No podía creer lo que le había ocurrido! Le habían colgado en la cruz y luego le bajaron. No podía creérselo; estaba totalmente preparado para la crucifixión y sabía que había cometido tantos crímenes que aquello estaba perfectamente justificado; ni se planteaba la posibilidad de ser liberado.

¿Y ahora qué había ocurrido? Habían muerto tres mil personas y sólo se había salvado él. Hasta el emperador y la emperatriz romanos se dieron cuenta de que debía ser un hombre de Dios: había vuelto dos veces de la muerte. Fue llamado a Roma. Se había hecho tan famoso que la gente quería tocarle, casi se había vuelto divino: sólo el hecho de tocarle ya era una gran experiencia. Hasta la emperatriz quería tocar a Barrabás.

Pero el emperador dijo: «Una prueba más; las dos ocasiones anteriores pueden haber sido fruto de la casualidad.» Y la última prueba fue... Cada año se celebraban unos juegos en los que se enviaba a los criminales desarmados a luchar contra los leones hambrientos. Barrabás fue arrojado a un león hambriento y pudo salir del aprieto por tercera vez: mató al león hambriento. Entonces hasta el emperador pensó: «Ya no puede ser un accidente.» Nunca se había visto antes... ¡Todos los criminales eran comidos por los leones!

Esta era la primera vez que un criminal mataba a un león; salió victorioso, sin un rasguño.

Le liberaron y le concedieron la ciudadanía romana. Ya no era un esclavo, porque en aquellos días las personas se dividían en dos categorías: los esclavos y los ciudadanos. Le dieron la ciudadanía. Era un gran honor, especialmente para un criminal..., pero había probado tres veces que podía volver de la muerte.
Los cristianos tienen muchos problemas para probar que Jesús hacía milagros. Barrabás era el que hacía milagros. Se esfuerzan en probar que Jesús es el unigénito de Dios, pero parece haber un error: ¡Parece que Barrabás es el unigénito de Dios!

Durante todos esos años Barrabás estuvo llevando el recuerdo del rostro de Jesús, y se había estado sintiendo culpable por haberse salvado: «Ha habido algún error. ¡Y yo he sido salvado tres veces!» Empezó a reunirse con los cristianos en las catacumbas donde se juntaban para que nadie lo supiera. Escuchó por primera vez el mensaje de Jesús y se hizo cristiano. El día que se hizo cristiano fue atrapado y crucificado, ¡y entonces no le ocurrió ningún milagro! Es una historia muy extraña.

Pero los romanos, que ahora son italianos, comenzaron a sentir que miles de personas estaban siendo crucificadas sólo por tener algo que ver con Jesús y sus enseñanzas. El Imperio Romano desapareció y todas las tierras de los romanos se hicieron cristianas. Y desde allí el cristianismo comenzó a expandirse hacia el resto del mundo. (Continuará)

sábado, 6 de septiembre de 2014

EL PODER

La gente es tan inconsciente que puede hacer cualquier cosa para mantener su poder, su respetabilidad, aunque eso suponga hacer estallar el mundo entero. Pueden arriesgar cualquier cosa para salvar su ego. Y son las personas que de manera natural acceden a los puestos de poder, porque son los únicos que lo buscan.

Ninguna persona inteligente y creativa busca el poder.

Ninguna persona inteligente está interesada en dominar a los demás. Su principal interés consiste en conocerse a sí misma. Por eso las personas con mayor calidad de inteligencia se dirigen al misticismo y los mediocres van en busca del poder. Ese poder puede ser mundano, político; puede estar basado en el dinero o puede ser el dominio espiritual de millones de personas, pero el impulso básico es dominar cada vez a más gente.

Este impulso surge porque no te conoces a ti mismo, y no quieres saber lo que no sabes de ti mismo. Tienes mucho miedo a tomar consciencia de la ignorancia que prevalece en el centro mismo de tu ser. Te escapas de esa oscuridad por medio de estos métodos: ambición de dinero, ambición de poder, ambición de respetabilidad, de honor. Y un hombre que tiene oscuridad dentro de sí mismo puede hacer cualquier cosa destructiva.

La creatividad es casi imposible para una persona así, porque la creatividad viene de ser consciente, de estar un poco alerta..., luz, amor. La creatividad no está interesada en dominar a nadie, ¿para qué? El otro es el otro; ni dominas a otro ni te dejas dominar por nadie. La libertad es el sabor mismo de mantener esa pequeña alerta.

Pero esta gente está completamente dormida. En medio de su sueño están fabricando bombas atómicas, armas nucleares, sin saber lo que hacen. Lo único que los mantiene en movimiento es una cosa: más y más poder. Y cualquiera que se interponga en su camino debe ser destruido. No saben nada más. Son bárbaros que no han evolucionado hasta el estado humano. Sí, pueden destruir todo el mundo; ya están preparados para hacerlo.

Y estoy sorprendido: en todo el ancho mundo no hay nadie que quiera unir sus manos con las mías porque la gente tiene miedo de los poderosos: pueden destruirles. Uno sólo deja de tener miedo cuando se sabe indestructible; puedes matarle pero no puedes destruir su ser. Pero estas personas han ido desapareciendo lentamente de la tierra. No los hemos cuidado. Los matamos y después los adoramos.

Esto también tiene que ser comprendido, por qué toda la gente que hemos matado -por ejemplo, Jesús, Sócrates, Al-Hillaj Mansoor, Sarmad- son inmensamente respetables después de que han sido asesinadas.

Cuando estaban vivos todo el mundo los condenaba, no sólo los que tenían el poder, también los que no lo tenían. Los que no tenían el poder los condenaban para mostrar a los poderosos: «Estamos con vosotros.» Y los poderosos los condenaban porque esta gente tenía una visión. Si su visión tenía éxito, no habría dominación en el mundo; entonces habría seres humanos, cada uno de ellos único, floreciendo a su manera.

Pero a toda esta gente se le adora una vez muerta. Es producto de la culpa. Primero les matan... Los poderosos los matan con el apoyo de los desvalidos, de los dominados; es un apoyo involuntario pero muy fanático, porque quieren mostrar a todo el mundo: «Estamos más contra ellos que vosotros, y estamos más a favor de los poderosos que vosotros.»

Pero una vez que el hombre ya está muerto, crucificado, envenenado, hay gente que empieza a sentirse culpable, porque en un principio no querían matar a ese hombre. No tenían ningún problema con él; no estaba destruyendo ninguno de sus intereses creados. Simplemente apoyaban a los poderosos porque tenían miedo de que si no los apoyaban, si se quedaban en silencio, serían sospechosos de apoyar a la persona asesinada.

Un discípulo de Jesús estaba entre la multitud cuando le crucificaron -no se parecía a los demás, no era de allí, era un extranjero que nadie reconocía- y le preguntaron: «¿Quién eres tú? ¿Conoces al hombre que ha sido crucificado?» Y el dijo: «No, nunca he oído hablar de él. Al ver que venía tanta gente hacia aquí, he venido a ver qué pasaba.» Él tampoco pudo admitir que era un discípulo de Jesús porque sabía que habría acabado en otra cruz.

Así, finalmente, cuando esta gente está crucificada, los que han dado su apoyo sin ganas empiezan a sentirse culpables: «¿Qué habéis hecho contra este inocente que no había hecho daño a nadie? Y tenía razón en todo lo que decía.» Pueden entender que los poderosos están explotando a todo el mundo.

Éste es un mundo extraño. Hay gente que conocemos actualmente como reyes y reinas, pero si sigues su linaje hasta el principio, son descendientes de ladrones. ¿Cómo consiguieron los títulos de realeza? Son grandes ladrones que han matado a mucha gente, han acumulado dinero, tierra, se han declarado señores de la tierra, y ahora tienen sangre real. Son descendientes de criminales, y no de criminales ordinarios sino de grandes criminales. Pero tienen dinero y tienen poder; naturalmente su “sangre” es especial.

La gente llana ha sabido desde el principio que se ha visto aplastada, asesinada lentamente. Trabajan duro y no pueden permitirse ni una comida al día. Producen, pero los poderosos se apropian de todo su trabajo.

Por eso, cuando apoyan a los poderosos, lo hacen sin ganas. Esa falta de ganas, cuando el hombre está muerto, se convierte en culpa; comienzan a sentir que han participado en un acto criminal. No han hecho nada pero de alguna forma han participado; estaban mostrando su apoyo a los poderosos.

La adoración surge para quitarse de encima la culpabilidad. La adoración sólo es para quitarse la culpa, para lavar la culpa. Así es como las grandes religiones como la Cristiandad...; por lo demás, Jesús no tenía la genialidad suficiente para producir una religión tan grande. Había cientos de rabinos muchos más inteligentes, mucho más cruditos que él: era un joven sin estudios, pero su crucifixión cambió totalmente la situación. Después de crucificarle hicieron de él un dios, un dios para los millones de personas que apoyaron su crucifixión. Empezaron a sentirse culpables.

Si lo examinas en profundidad, podrás verlo. Jesús murió por orden del emperador romano, de su virrey en Judea, Poncio Pilatos, con el acuerdo de los altos sacerdotes del templo judío. Actualmente Roma ha sido la capital de la cristiandad durante veinte siglos, pero la orden de matar a Jesús vino de Roma.

Posteriormente llegó el día en el que todo el Imperio Romano se convirtió en la civilización cristiana. Actualmente, el papa sólo tiene un pedazo de tierra -veinte kilómetros cuadrados-, pero constituyen un país independiente. Ha ido encogiéndose lentamente; anteriormente llegó a poseer toda Italia. Estaba por encima del estado. (Continuará)

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