sábado, 29 de noviembre de 2014

EL SER HUMANO FALSO

En primer lugar, hay algo en el hombre que le hace seguir el mal camino. Y en segundo lugar hay gente interesada en guiar a los demás por el mal camino. Ambas cosas, en conjunto, crean un ser humano falso, engañoso. Su corazón anhela el amor, pero su mente condicionada le impide amar.

Te sorprenderá saber que Adolf Hitler nunca permitió a sus novias dormir en la misma habitación que él por una razón muy simple: no podía confiar en ellas. La mujer podría dispararle por la noche, ponerle veneno en el agua. ¿Qué garantías tenía? Ellas podrían estar aparentando que lo querían. Podía tratarse de una conspiración. No había forma de averiguar si se trataba de una conspiración o si sentían verdadero amor por él. Para estar seguro nunca permitió que ninguna mujer con la que hubiera estado en contacto durmiera en su habitación.

Nunca permitió que nadie fuera amistoso con él, ni Goebbels ni ningún otro de sus colaboradores cercanos. Siempre les mantenía a distancia. Se decía que no había ni una sola persona que le pudiera poner la mano sobre el hombro en un gesto de amistad. El exceso de amistad es un peligro, ese era su condicionamiento. El otro puede hacerte daño. Puede averiguar algo de ti que podría usarse en tu contra. Es mejor mantenerle a distancia. Y todo el mundo era ambicioso, todo el mundo quería estar en su lugar, por eso aunque parecieran muy amistosos, en el fondo todos eran competidores, enemigos; podían matarle. No tenía amigos. Y qué tipo de amor era ese que no le permitía confiar en que la mujer durmiera en su habitación.

Una de sus mujeres estuvo enamorada de él durante muchos años y no tenía ninguna razón para sospechar de ella. Pero la sospecha no necesita razones. Un día quiso visitar a su madre enferma, en la misma ciudad. Y Adolf Hitler le dijo que no. Le costaba mucho decir sí a cualquier cosa.

Esto tiene significado psicológico muy profundo. El No da poder. El Sí no da ningún poder. Cuando dices que no, puedes sentir tu poder; cuando dices que sí, puedes sentir amor, compasión, pero no poder. Las palabras tienen sus propias cualidades. Cualidades que no puedes encontrar en el diccionario. Pero en realidad si entras en la psicología de las palabras, cada palabra tiene su individualidad única. El «no» no es una simple negación; es una confirmación del propio poder.

No había necesidad de decirle que no. Sólo iba a ver a su madre enferma y estaría de vuelta cuando él regresara del despacho. Pero el sí no era su palabra. Sólo sabía dar órdenes y rechazar las ideas de los demás. Incluso en cosas tan pequeñas que no tenían nada que ver con el poder...

Él se fue al despacho; la mujer creyó que podría ingeniárselas: podía ir ver a su madre y regresar; él aún no habría vuelto. Fue y regresó; ciertamente se las ingenió. Pero lo primero que él preguntó al guardia al llegar a casa fue: «¿Ha salido? ¿Cuánto tiempo ha estado fuera?»

Hitler cargó su arma, entró en casa y le disparó: ni siquiera preguntó, no le dio la oportunidad de decir nada. Ya era suficiente. Aquello tuvo que ser una prueba para todos los demás de que no seguir sus órdenes significaba morir.

Hitler deseaba amor, pero su mente anhelaba el poder, y no puedes pedir ambas cosas a la vez.

Éste es el problema. El niño nace con un corazón que anhela el amor, pero también nace con un cerebro que puede ser condicionado. Y la sociedad tiene que condicionarlo en contra del corazón, porque el corazón siempre será rebelde a la sociedad, siempre seguirá su propio camino. No puede convertirse en un soldado. Puede convertirse en un poeta, puede convertirse en un cantante, puede convertirse en un bailarín, pero no puede convertirse en soldado.

Puede sufrir por su individualidad, puede morir por su individualidad y por su libertad, pero no puede ser esclavizado. Ese es el estado del corazón…

Pero la mente... El niño llega con un cerebro vacío, sólo es un mecanismo del que puedes disponer como quieras. Aprenderá el idioma que le enseñes, aprenderá la religión que le enseñes, la moralidad que el enseñes. Sólo es un ordenador; tú le vas proporcionando la información.

Y cada sociedad se encarga de fortalecer la mente cada vez más, de forma que si hay algún conflicto entre la mente y el corazón, la mente ganará. Pero cada victoria de la mente sobre el corazón supone más miseria. Es una victoria de los demás sobre tu naturaleza, sobre tu ser: sobre ti. Y ellos han cultivado tu mente para servir a sus propósitos.

La mente está vacía, es un cerebro; puedes ponerle cual-quier cosa dentro. Y tras veinticinco años de educación estará tan fortalecida que te hará olvidarte de tu corazón; así siempre te sentirás miserable. La miseria se debe a que tu corazón sólo puede darte alegría, sólo puede darte felicidad, sólo puede hacerte bailar. La mente puede estudiar aritmética, pero no puede cantar una canción. Sencillamente la alegría, la felicidad y el baile no forman parte de las capacidades mentales. Entonces te sientes desgarrado entre tu naturaleza, que es tu corazón, y los valores sociales que te han inculcado en la cabeza. Y ciertamente has nacido -todo el mundo nace- con estos dos centros. Ahí reside la dificultad.

Uno de los dos centros está vacío. Cuando la sociedad sea mejor se usará en concordancia con el corazón, para servir al corazón. Y entonces la vida será estupenda, estará llena de alegrías. Pero hasta ahora hemos estado viviendo en una sociedad horrible, llena de ideas podridas, que ha utilizado la mente. Y esa vulnerabilidad está presente: la mente puede ser usada.

De hecho es una bendición de la existencia, pero está mal empleada, explotada. Te dan una mente vacía para que pueda ser una fiel servidora de tu corazón, de tus anhelos, de tus potenciales. No hay nada malo en ella. Pero los intereses creados del mundo han encontrado en esta situación la oportunidad perfecta para ellos: usar la mente en contra del corazón. Así tú sigues sintiéndote desgraciado y ellos pueden usarte como quieran.

Por eso el mundo entero es miserable. Cada persona quiere ser amada, cada persona quiere amar; pero la mente es una barrera tal que no te permite amar ni ser amado. En ambos casos la mente se interpone y comienza a distorsionarlo todo. Y si por causalidad te encuentras con una persona a la que amas y la persona te ama a ti, vuestras mentes serán incompatibles. Han sido formadas por sistemas distintos, costumbres diferentes y hasta sociedades y religiones distintas.

Este proceso de condicionamiento debería cambiar completamente. La mente debe ser entrenada para servir al corazón. La lógica debe servir al amor. Y entonces la vida se puede convertir en un festival de luz.

sábado, 22 de noviembre de 2014

VER LO QUE PENSAMOS Y LA REALIDAD

Ver lo que pensamos que es y lo que es en realidad, la diferencia es tremenda.

Vivimos nuestra vida en medio de ilusiones de agua clara como el cristal, pero la realidad es totalmente diferente.

Las personas se ríen de los demás, y si alguien se ríe de ellas se sienten heridas, pero llegar a entender que puedes ver tu propia estupidez... y toda tu vida está llena de estupidez.

Vivimos sueños, ilusiones, alucinaciones. No corresponden a la realidad en absoluto.

Simplemente observa tu mente, cómo crea ilusiones respecto a todo y a continuación se queda desilusionada y alterada. Amas a un hombre, amas a una mujer; creas una cierta ilusión respecto a ese hombre o mujer. En lo profundo de ti lo sabes, estás imponiendo una imagen. Pronto se hará añicos, porque ante la realidad, ninguna ilusión puede durar mucho tiempo.

Entonces lo más normal es que te sientas decepcionado, desgraciado y que no entiendas lo sucedido. Si te hubieras podido reír, lo habrías entendido.

Incluso cuando comprendes que las cosas no son como te las imaginabas, vuelcas toda la responsabilidad en la otra persona. Una mujer que te parecía preciosa acaba siendo insoportable. Un hombre que creías un héroe acaba siendo un marido dominado. No os vais a reír de vosotros mismos. Pondréis toda la responsabilidad en la otra persona: os ha engañado, aparentaba ser algo que no es, no era tan hermosa, sólo aparentaba: logró engañarte con todo su maquillaje. Pero no hace falta maquillaje. Vuestras ilusiones, vuestras alucinaciones, vuestra ansia es suficiente: son el mayor maquillaje del mundo.

Cualquiera cosa que quieras, cualquier cosa que desees, la proyectas y cuando esa proyección resulta estar equivocada, hay dos posibilidades. Una es volcar toda la culpa en la otra persona, que simplemente es inocente de lo que estabas viendo en ella.

En cada relación amorosa ambas personas son inocentes respecto a sí mismas, pero, ambas son responsables de proyectar en la otra persona algo que no es…

Lo hacemos a cada momento de nuestra vida, proyectamos ilusiones -sobre la gente, sobre las cosas- y constantemente nos sentimos frustrados, disgustados.

Si pudieras entender que todo son proyecciones tuyas…. Ese sería el momento de reírte de ti mismo, de tu propia estupidez, de tu propia necedad. Eso sería un acto de una gran inteligencia. Y te liberaría de la constante proyección y frustración, de todo ese círculo vicioso.

Un viejo monje atravesaba el bosque con su discípulo, iban hacia otra ciudad. Pero el joven se sentía muy confuso, porque el anciano nunca había caminado así, iba casi corriendo y llevaba su bolsa agarrada. Y de vez en cuando palpaba algo dentro de la bolsa. El joven no podía imaginar qué tendría en aquella bolsa. Y el anciano no dejaba de preguntar una y otra vez: «¿Podremos llegar a la ciudad antes del atardecer?»

El joven decía: «Aunque no lleguemos, no tenemos nada que temer. Podemos quedarnos en el bosque. Lo hemos hecho muchas veces, no es nada nuevo. Pero hoy parece que te pasa algo, estás muy extraño.»

El anciano dijo: «Eso ya lo discutiremos después. Primero, vayamos rápido. No quiero quedarme en el bosque esta noche.»

Encontraron un pozo al lado del camino y el sol ya se estaba ocultando. Antes de que el sol se ocultara, se lavaron. Estaban muy cansados. Bebieron y mientras el anciano se lavaba la cara, pasó la bolsa al joven y le dijo:, «Ten cuidado.»

El joven se dijo a sí mismo: «Nunca antes ha estado así.» Y miró dentro de la bolsa por curiosidad. Había dos lingotes de oro. Ahora estaba muy claro por qué no quería quedarse en el bosque y por qué tenía tanto miedo.

Mientras el anciano se lavaba la cara y rezaba su oración nocturna, el joven tiró los dos lingotes al bosque, encontró dos piedras que pesaban casi lo mismo y las metió en la bolsa. El anciano terminó su oración en la mitad del tiempo habitual, ¡tenía tanta prisa! Arrebató inmediatamente la bolsa al joven y su peso le mostró que todo estaba en orden. Continuaron a toda prisa. Un kilómetro más adelante, empezó a oscurecer. El anciano dijo: «Parece difícil que podamos llegar a la ciudad y este lugar es peligroso.»

Pero el joven dijo: «No temas. He dejado el peligro junto al pozo.»

Él dijo: «¿Qué quieres decir con que has dejado e! peligro junto al pozo?»

El joven respondió: «Mira dentro de la bolsa y lo sabrás.»

Miró dentro de la bolsa y dijo: «¡Dios mío!» El anciano se rió, tiró la bolsa y se sentó debajo de un árbol; no podía parar de reír.

El joven le preguntó: «¿Por qué te ríes tanto?

El anciano respondió: «Me río porque has hecho lo adecuado, y durante casi un kilómetro he pensado que esas piedras eran el oro. Ahora podemos quedarnos a dormir tranquilamente debajo de este árbol. Está bien. Ya no hay miedo ni prisa.» Podría haberse enfadado con el joven y; entonces no habría entendido nada. Pero se rió, se rió locamente, porque pudo ver el sentido: «Fue tan estúpido de mi parte. El joven ha demostrado ser mucho más inteligente que yo. Mi propio discípulo tuvo que enseñarme esta lección.»

Estuvieron durmiendo durante toda la noche y por la mañana el anciano tocó los pies del joven en señal de agradecimiento y le dijo: «Aunque soy tu maestro, me has ayudado a liberarme de una ilusión. He dormido profundamente toda la noche. Llevaba varios días sin dormir por esa bolsa; los lingotes de oro no me dejaban dormir. Los palpaba a tientas por la noche para asegurarme de que seguían allí. Se habían hecho tan importantes que había perdido mi alegría, incluso abreviaba mis plegarias, acortaba mi meditación.»

Para la existencia, el oro y las rocas no son muy distintos: es una ilusión humana, lo hemos proyectado. Si el ser humano deja de estar en este mundo, el oro ya no será oro; aunque seguirá siendo lo que es, no habrá diferencia entre su valoración y la de una piedra. La valoración y la diferencia la proyectamos nosotros, y después sufrimos.

Por eso la enseñanza de esta pequeña anécdota es inmensa. Si te puedes reír de ti mismo cuando tus ilusiones se caen, pronto podrás vivir sin ilusiones, vivir sin alucinaciones, vivir sin proyecciones. Y vivir sin todo esto significa vivir en paz, en silencio, y celebrar las pequeñas cosas de la vida.

sábado, 15 de noviembre de 2014

DAR O RECIBIR AMOR

Todo el mundo quiere ser amado; ese es un mal comienzo.

Se empieza así porque el niño, el niño pequeño, no puede amar, no puede decir nada, no puede hacer nada, no puede dar nada; sólo puede tomar. La experiencia del amor que tiene el niño pequeño es la de tomar: toma del padre, de la madre, de los hermanos, de las hermanas, de los invitados, de los extraños; pero siempre tomar. Por eso la primera experiencia que se asienta en lo profundo del inconsciente es que tiene que conseguir amor. El problema surge porque todo el mundo ha sido niño y todo el mundo tiene el mismo impulso de conseguir amor; nadie nace de otra manera. Por eso todo el mundo pide: «Dame amor», y no hay nadie que lo pueda dar porque los demás han sido educados de la misma manera.

Uno debe ser consciente y estar alerta para que un simple incidente natal no se convierta en su estado mental constante y prevaleciente. En lugar de pedir: «Dame amor», comienza a darlo tú. Olvídate de conseguirlo, simplemente da; y te garantizo que recibirás mucho. Pero no tienes que pensar en conseguirlo. No tienes que comprobar que lo estás recibiendo ni siquiera indirectamente, lateralmente. Eso bastaría para alterarte. Simplemente da, porque dar amor es muy hermoso y recibirlo no lo es tanto. Éste es uno de los secretos.

Dar amor es realmente una experiencia muy hermosa porque entonces eres un emperador. Recibir amor es una experiencia muy pequeña, es la experiencia del mendigo. No seas un mendigo. Al menos, en lo tocante al amor, se un emperador, porque es una cualidad inextinguible en ti. Puedes dar todo lo que quieras. No te preocupes de que se pueda acabar, de que un día de repente descubras: «¡Dios mío! Ya no tengo ningún amor que dar.»

El amor no es una cantidad; es una cualidad, y una cualidad de cierta categoría, que crece cuando la das y muere si la retienes. Si eres mísero con él, se muere. Por eso, se generoso. No te preocupes de con quién, esta misma idea es propia de una mente avarienta: daré mi amor a ciertas personas que tengan ciertas cualidades.

No entiendes que tienes tanto...; eres una nube de lluvia. A la nube de lluvia no le preocupa dónde tiene que descargar -sobre las rocas, en los jardines, en el mar-, no importa. Quiere descargar. Y esa descarga es un alivio tremendo.

Por tanto, el primer secreto es: no lo pidas y no estés esperando y pensando que lo darás cuando alguien lo pida. ¡Dalo!

La fundadora del movimiento teosófico, la señora Blavatsky, tuvo un extraño hábito durante toda su vida. Y vivió mucho tiempo, viajó por todo el mundo y creó un movimiento mundial... De hecho no ha habido otra mujer tan poderosa en toda la historia humana, ni con tanta influencia a nivel mundial. Solía llevar con ella muchas bolsas llenas de semillas de flores. Todo su equipaje no era otra cosa que semillas de flores. ¡Mientras iba sentada en el tren, junto a una ventana, derramaba las semillas por la ventana, y la gente le preguntaba: «¿Qué estás haciendo?» Llevas mucho equipaje innecesario y después vas tirando semillas por la ventana, durante miles de kilómetros.»

Ella dijo:: «Éstas son semillas de flores, flores preciosas. Cuando acabe el verano y vengan las lluvias, las semillas se harán plantas. Pronto habrá millones de flores. Nunca volveré a pasar por esta ruta y no podré verlas, pero miles de personas las verán y disfrutarán de su fragancia.»

En realidad llenó de flores casi todas las vías de ferrocarril de India, y la gente decía: «Si no vas a volver a verlas, ¿a qué viene tu alegría?»

Ella dijo: «Mi alegría es que muchas personas se sentirán alegres. No soy avara. Haré todo lo que pueda para hacer feliz a la gente; es parte de mi amor.» Verdaderamente amaba a la humanidad e hizo todo lo que sentía que era correcto.

Da tu amor a cualquiera, al extraño. No se trata de dar algo valioso, basta con echar una mano.

Aprende a dar y descubrirás que mucha gente que ni te miraba se muestra amorosa contigo.

El problema es que tienes un corazón lleno de amor pero has sido avaro; el amor, se ha convertido en una carga para tu corazón. En lugar de hacer florecer tu corazón, has estado acaparándolo, por eso, de vez en cuando; cuando sientes un momento de amor, sientes que algún dolor desaparece. ¿Pero por qué ha de ser sólo un momento? ¿Por qué no a cada momento? Ni siquiera ha de tratarse de un ser vivo. Puedes tocar esta silla con una mano amorosa. Es algo que depende de ti, no del objeto.

Entonces descubrirás una gran relajación y una gran desaparición de tu yo -que es una carga-, y la fusión con el todo.

Quizá tengas más amor que los demás, quizás seas más afortunado y estás haciendo de tu fortuna una gran miseria.

Comparte tu amor, sin preocuparte de a quién se lo estás dando. Simplemente da, y encontrarás una paz y un silencio tremendos. Esto se convertirá en tu meditación. Uno puede llegar a la meditación por diversas vías; quizá ésta sea la tuya.

sábado, 8 de noviembre de 2014

LA INCONFORMIDAD PERMANENTE

Eres inconforme porque te han distraído. Has sido dirigido hacia un lugar para el que no estabas destinado. No estás avanzando hacia tu propio potencial. Estás tratando de ser lo que otros quieren que seas, y eso no puede ser satisfactorio. Cuando algo no es satisfactorio, la lógica dice: «Quizá no sea suficiente, hace falta un poco más.» Entonces vas a por más. Miras a tu alrededor y todo el mundo te muestra una máscara sonriente, todo el mundo parece feliz; cada uno engaña a todos los demás. Tú también vienes con tu máscara para que los demás piensen que eres más feliz de lo que eres. Tú también piensas que los demás son más felices.

La hierba parece más verde al otro lado de la valla, pero eso es algo que ocurre a ambos lados. La gente que vive al otro lado de la valla mira tu hierba y le parece más verde.

Verdaderamente parece más verde, más gruesa, mejor. Esa es la ilusión que crea la distancia. Cuando te acercas más, empiezas a ver que no es así. Pero la gente mantiene a los demás a cierta distancia. Incluso los amigos, incluso los amantes se mantienen mutuamente a cierta distancia; un exceso de intimidad es peligroso, puede que vean tu realidad.

Y como te han orientado mal desde el principio, hagas lo que hagas seguirás sintiéndote desgraciado. La naturaleza no tiene que ver nada con el dinero, si no los billetes crecerían en los árboles. La naturaleza no sabe nada de dinero, es una pura invención humana, útil, pero también peligrosa. Ves a alguien con mucho dinero y piensas que el dinero le da alegría: miras a esa persona, lo alegre que parece estar, y entonces vas tras el dinero. Alguien tiene salud, y tú corres tras la salud. Alguien está haciendo algo que parece ponerle muy contento; le sigues.

Pero siempre se trata de los demás, y la sociedad se lo ha montado de tal manera que nunca piensas en tu propio potencial. Toda la miseria proviene de que nunca eres tú mismo. Simplemente se tú mismo y no habrá miseria ni competición, no te molestará que los demás tengan más, o que tú no tengas tanto.

Y si quieres que la hierba sea más verde no hace falta que mires al otro lado de la valla; puedes hacer que sea más verde en tu lado de la valla. Es muy simple hacer que la hierba sea más verde. Pero sólo te dedicas a mirar a todas partes y todos los céspedes parecen muy verdes; menos el tuyo.

La persona debe enraizarse en su propio potencial, sea cual sea, y nadie debería darle consejos ni guía. Se le debería ayudar a ir donde desee ir, a ser lo que quiera ser. Entonces el mundo estaría tan contento que ni te lo podrías creer.

Desde mi infancia, nunca me he sentido descontento por la simple razón de que nunca permití que nadie me distrajera de lo que estaba haciendo o de lo que intentaba ser. Eso me ayudó enormemente. Fue difícil, y las dificultades fueron a más: ahora todo el mundo está contra mí. Pero eso no me molesta. Estoy perfectamente feliz, perfectamente contento. No pienso que pudiera haber sido de otra forma. En cualquier otra posición habría sido desgraciado.

No tengo casa, no tengo dónde vivir y no tengo dinero. Sin embargo, tengo algo que me produce un contento absoluto. He vivido de acuerdo a mi potencial, y ni la muerte puede hacer que me sienta molesto. He vivido a mi manera. Todo el mundo puede estar contra mí, pero eso no me molesta. La gente se siente molesta con que sólo otra persona esté contra ellos. Se sienten tan molestos; no puedo ni entenderlo.

El mundo está en contra de la individualidad.

Está en contra de que seas tu yo natural.

Quiere que seas un robot, y como accedes a ser un robot tienes problemas. No eres un robot. La intención de la naturaleza no era hacer de ti un robot. Y como no eres lo que estabas destinado a ser, sigues buscando constantemente: «¿Qué me falta? Quizá unos muebles mejores, mejores cortinas, una casa mejor, un esposo mejor, una esposa mejor, un trabajo mejor...» Lo intentas durante toda tu vida y vas corriendo de un lugar a otro. Pero la sociedad te ha distraído desde el principio mismo.

Mi esfuerzo es devolverte a ti mismo; y de repente verás que todo el descontento ha desaparecido. No hace falta ser más, eres suficiente. Cada cual es suficiente.

sábado, 1 de noviembre de 2014

LAS CRISIS

Los momentos de crisis son al mismo tiempo peligrosos e inmensamente importantes, peligrosos para los que no tienen el valor de explorar las nuevas dimensiones de la vida. Están obligados a desintegrarse en diversos tipos de locura, porque su mentalidad fue creada por la sociedad. Ahora que la sociedad se está desintegrando, la mentalidad no puede permanecer: sus raíces están en la sociedad. La mente se nutre constantemente de la sociedad y ahora ese alimento está desapareciendo.

Como la sociedad se está desintegrando, en los individuos surgirá una gran sospecha, una duda que nunca antes había estado presente. Y si sólo son gente obediente, gente que nunca han traspasado ningún límite impuesto por la sociedad, que siempre han sido ciudadanos honrados y respetables -en otras palabras, mediocres-, inmediatamente se volverán locos.

Empezarán a suicidarse, empezarán a saltar de edificios altos... y aunque sigan con vida, ya no contarán con una mentalidad que les ayude a resolver las situaciones de su vida. Se quedarán retrasados y puede que acaben esquizofrénicos, que se separen en dos personas, o quizá en una multitud.

En momentos de crisis, el peligro se presenta para los que han disfrutado los tiempos en los que la sociedad estaba asentada, cuando no había problemas, todo era fácil, y ellos eran honrados y respetados. Éstas son las personas que han disfrutado de la obediencia mental y ahora serán los sufridores. Se trata de una aritmética simple. Se volverán psicóticos, se volverán neuróticos; y entre estas dos palabras no hay mucha diferencia.

Recuerdo una definición que oí. Le preguntaron a un psicoanalista:

«¿Cuál es la diferencia entre psicosis y neurosis?»

Y el psicoanalista dijo: «La persona psicótica cree que dos y dos son cinco. Y la persona neurótica sabe que dos y dos son cuatro, pero no se siente cómoda con ese hecho.» Por eso la diferencia es muy fina. Ambos tienen problemas.

Pero los tiempos de crisis son tremendamente significativos, para las almas atrevidas a las que nunca les ha preocupado la respetabilidad social ni los honores sociales; para los que nunca se han preocupado por lo que los demás piensen de ellos, y sólo han hecho lo que les parecía justo hacer, los que de alguna forma han sido rebeldes; individualistas. Para estas personas, los tiempos de crisis son tiempos dorados, porque la sociedad se está desintegrando. Ya no puede condenar a nadie, ella misma está siendo condenada, maldecida. No puedo decir que los demás se equivocan. Se está demostrando que ella misma se equivoca; se está demostrando que toda su sabiduría es estúpida, supersticiosa.

El individuo atrevido puede utilizar esta oportunidad para ir más allá de la mente, porque ahora la sociedad no puede impedírselo, no puede ponerle trabas. Ahora es libre.

Es casi como la situación en una cárcel...; se han abierto las puertas y los guardas han desaparecido, el carcelero no está por ninguna parte. La gente que tiene algún sentido, alguna inteligencia, utilizará la situación para liberarse. Pero los que están tan esclavizados que no pueden pensar en la libertad -la prisión se ha convertido en su hogar-, simplemente sentirán pánico: «¿Qué va a ocurrir hoy? ¿No hay guardas? ¿No está el carcelero? ¡Las puertas están abiertas! ¿Quién cuidará de nosotros? ¿Quién nos dará de comer?»

Hay gente a la que la esclavitud le ha penetrado en el alma; esta gente se volverá loca. Pero la gente que siempre ha estado esperando el momento de escapar de la cárcel se sentirá inmensamente feliz. Éste es el momento que han estado esperando y por el que tanto han rezado. Escaparán de la prisión al cielo abierto. Ir más allá de la mente es ir a un cielo abierto, lleno de estrellas, la luna, el sol, la inmensidad de todo ello... Se vuelve tuyo; toda la existencia se vuelve tuya.

La mente es una pequeña jaula.

Por eso los momentos de crisis son ambas cosas..., y esto es lo que está pasando en todo el mundo. Nunca ha habido una búsqueda tan intensa del crecimiento espiritual, de la meditación. Pero nunca ha habido tanta locura tampoco. Ambas cosas están ocurriendo porque el estatus quo ya no es tan poderoso; ha perdido el control.

Cuando Galileo descubrió que la Tierra giraba alrededor del Sol, y no al revés como afirma la Biblia, el Papa le pidió que se presentara ante su tribunal. Aquel día ocurrieron muchas cosas, y una de ellas es muy importante. Galileo preguntó: «¿Qué importa si se prueba que una afirmación de la Biblia está equivocada? Eso no prueba que toda la Biblia esté equivocada. Yo soy un cristiano devoto, soy practicante, y no veo que el hecho de que una de sus afirmaciones esté equivocada marque ninguna diferencia.»

Pero el papa dijo: «No lo entiendes»; y el papa tenía razón. Dijo: «Si se prueba que una afirmación está equivocada, entonces surgirán miles de problemas. El primero es que Dios puede equivocarse. Y si se equivoca en una cosa, ¿qué certeza queda de las demás afirmaciones?» Si retiras un solo ladrillo, todo el palacio podría venirse abajo.

El papa dijo: «No puedo permitir que ninguna afirmación bíblica esté equivocada.»

Su argumento es significativo. Actualmente no es sólo una afirmación de la vieja mente, de la vieja sociedad, la que está equivocada; hay tantas cosas equivocadas que hace falta un idiota absoluto para creérselas. Siendo un poco inteligente es imposible ser parte de la vieja mentalidad. Ha perdido credibilidad, y no en un lugar, sino en todo el mundo. Hay distintos tipos de tradiciones antiguas, pero todas ellas han llegado al punto en el que se ha probado científicamente que muchas cosas están equivocadas.

Es un tiempo precioso. La sujeción social se ha soltado. Sí, los mediocres sufrirán, pero de todos modos no estaban disfrutando, no estaban viviendo verdaderamente; simplemente eran unos hipócritas. Al estar locos por lo menos serán reales, auténticos. No perderán nada, por supuesto que tampoco ganarán mucho...

Pero la gente que vaya más allá de la mente creará al hombre nuevo, la nueva mente. Y lo esencial que debe recordarse sobre la nueva mente es que nunca se convertirá en una tradición, se renovará constantemente. Si se convirtiera en una tradición, le pasaría lo mismo.

La nueva mente tiene que renovarse constantemente, ser nueva cada día, preparada para aceptar experiencias inesperadas, cualquier verdad inesperada...; simplemente estar disponible, vulnerable. Será tremendamente emocionante, un gran éxtasis, un enorme desafío.

Por eso no creo que una crisis sea mala; es buena. Unos pocos perderán sus máscaras, y serán realmente quienes son -neuróticos, psicóticos-, pero al menos serán verdaderos y honestos. Puede que pienses que están locos; no están locos, simplemente están en un estado de una gran sorpresa. Han creído demasiado en la vieja mente y ésta les ha traicionado.

Si la nueva mente prevalece, entonces la vida podrá convertirse en un proceso iluminador. Y la iluminación no será algo raro que le ocurre de vez en cuando a alguien muy especial; será una experiencia humana y muy ordinaria.

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