sábado, 23 de febrero de 2019

LA POESÌA


El que se dice poeta, primero: no puedes estar identificado como poeta, porque la poesía sucede solamente cuando tú no estás ahí. Si tú estás presente, será sólo porquería. Sólo ocurre cuando estás ausente.

Por eso es tan hermosa. Penetra en tu vaciedad; te llena, llena tu vacío. Quedas preñado con lo desconocido, con lo extraño.

El poeta es, simplemente, una madre. La madre no va a producir al hijo. El niño ha sido concebido; a lo más, la madre lo va a cuidar, protegiéndolo en lo profundo de su corazón, tratando de darle un cuerpo, no el alma.

La poesía te viene tal como un niño es concebido: en profundo amor. En profunda receptividad, te conviertes en un útero y la poesía es concebida. Es una preñez. Y uno tiene que tener mucho cuidado, porque el aborto siempre es posible; puedes abortar, puedes tener demasiado apuro y puedes destruirlo.

Permite que se asiente dentro de tu ser. Tomará su tiempo; crecerá poco a poco. Crecerá en tu inconsciente. Tu consciente no es necesario; tu consciente sólo será una interferencia. Olvídate de él, déjalo crecer.

Te sentirás pesado, todo tu ser se sentirá como si estuvieras llevando una carga. Grato, agradable; pero aún así, una carga. Y entonces, un día, nace el niño. En ese momento, no solo nace el niño: también nace la madre.

Cuando nace la poesía, también nace el poeta. No es el poeta el que escribe la poesía. En realidad, es el nacimiento de la poesía lo que crea al poeta. Antes no eras un poeta, sólo lo eres cuando nace la poesía.

Una mujer se convierte en madre. Ser madre es entrar en una categoría totalmente diferente de la de una mujer corriente. Una mujer es una mujer, una madre es algo totalmente diferente. Ella ha concebido algo del más allá; ha llevado el más allá en su útero, y le ha dado un cuerpo.

El poeta nace cuando nace la poesía, Es una sombra de la poesía, una consecuencia de la poesía. Sucede a la poesía, no la precede. Antes no hubo poeta, antes no hubo madre. Había un hombre, había una mujer; pero no había un poeta, no había una madre. La madre comienza a existir después de que la poesía ha sucedido.

Pero normalmente, lo que llamas poesía no lo es. Es sólo una cosa mental. La piensas; la escribes. Todo lo que tú escribes es prosa, y todo lo que Dios escribe a través de ti es poesía. Puede que tenga forma de prosa, no importa. Todo lo que dicen Buda o Jesús es poesía. La forma está en prosa: eso da igual. Es poesía, porque Dios la escribe; la totalidad la escribe a través de la parte; el océano trata de enviarte un mensaje a través de la gota.

Siempre que escribes, es prosa, prosa corriente. Cuando Dios escribe a través de ti, es poesía. Puede que sea prosa... pero aún así es poesía.

No puedes identificarte como poeta. Eso será una molestia, destruirá toda la música y toda la armonía. Por lo tanto, es bueno, bueno que la identificación se desmorone, bueno que te hayas olvides de la poesía, bueno que no parezca afectarte ahora en modo alguno el que escribas o no. Esta es la situación correcta. Ahora, por primera vez, existe la posibilidad de que la poesía pueda suceder.

No puedo decir: “Sucederá", porque la poesía no se puede predecir. Si la predices, nuevamente la mente comenzará a funcionar, y esperará y tratará de hacer algo al respecto. No, olvídate de ello completamente. Puede que tarde meses, puede que tarde años, puede que tarde toda tu vida, pero un día, si en verdad has olvidado completamente tu identificación, te convertirás en el canal. Algo fluirá a través de ti.

Vendrá a través de ti, pero será algo del más allá. Entonces serás un observador, un testigo. No serás un poeta, serás un testigo. Y cuando la poesía nazca, una diferente cualidad de ser vendrá como secuela.

Eso es lo que es un poeta. Todos los grandes poetas son humildes, no son pretenciosos.

Los Upanishads ni siquiera están firmados nadie, sabe quién los escribió. La poesía más grande; y los más grandes poetas ni siquiera han tratado de firmarla, no han dejado sus firmas. Eso hubiera sido profano. Han dejado la poesía, pero no se han dado importancia. Fueron sólo vehículos.

Un verdadero poeta es un vehículo, un medio. Por eso alabo tanto la poesía, porque está muy cerca de la meditación, muy cerca de la religión, es su vecino más cercano. El político trabaja con lo práctico, el científico con lo posible, el poeta con lo probable y el místico con lo imposible. Lo probable es el vecino más cercano de lo imposible, es por ese motivo que alabo la poesía.

Pero cuando la alabo, no estoy alabando a sus poetas. El noventa y nueve por ciento de ellos sólo escribe basura. Están haciendo algo mental, están en una empresa del ego. Se las arreglan para hacerlo, eso es todo, pero la poesía no pasa a través de ellos.

La poesía es la comunicación del misterio de la vida. A menos que lo hayas sentido, ¿cómo puedes comunicarlo? La poesía es una relación que estableces con lo absoluto. Algo se transmite entre la gota y el océano, entre la hoja y el árbol. Algo se transmite entre lo absoluto y la parte; y la parte empieza a danzar, la parte está tan rebosante de gozo que canta... tan encantada que sus movimientos se convierten en poesía. Ya no camina sobre la tierra: vuela.

La prosa equivale a caminar sobre la tierra; la poesía es un vuelo hacia el cielo. La prosa es sólo caminar, la poesía es danza. Los movimientos son los mismos, pero la cualidad es tremendamente diferente.

sábado, 16 de febrero de 2019

LA LIBERACIÒN DEL YO


Tanka vivía en un pueblo. Uno se le acerca y le pregunta, “¡Ayúdame! ¡Enséñame! ¡Iníciame! ¡Quiero ser libre!

¡Quiero alcanzar el moksha!”.

Tanka le dice, “No puedo liberarte. Puedo disolver tu “yo”, pero no puedo liberarte”.

No hay libertad para el “yo”. Solamente existe una libertad y esa es la liberación del “yo”. No hay moksha para el “yo”, no hay liberación para el “yo”. Únicamente existe un “liberarse” y ese es “liberarse del “yo”, no “liberar al yo”.

Qué es lo que puedes hacer? Puedes evaluar sin prejuicios. Siempre que dispongas de tiempo cierra tus ojos, ve hacia adentro y descubre dónde estás. Y pronto descubrirás que existes como parte de la infinita Existencia, no como una isla separada. Ningún hombre es una isla. Somos parte de un continente infinito. Este “yo” te da la falsa idea de ser una isla y de ahí surgen todos los problemas. El “yo” es el origen de los problemas. Toda violencia, crimen, guerra, locura, es creada por este “yo”. Nos colgamos de él y así seguimos. Debemos dejar esta dependencia.

Has de ser desarraigado de tu propio “yo”. Nadie aparte de ti puede lograrlo, ni existe práctica yóguica que sirva de ayuda porque si sigues practicando sin buscar este “yo”, cualquiera que sea la práctica, solamente servirá para reforzarlo. Si meditas, este “yo” dirá, “Estoy meditando”. Si renuncias al mundo, este “yo” dirá, “He renunciado al mundo”. Si te conviertes en un sannyasin, este “yo” dirá, “Me he convertido en un sannyasin; “yo” he logrado esto; “yo” he logrado esto otro”. En “este” mundo o en “ese” mundo, esos esfuerzos seguirán reforzando ese “yo”.

Por esto ocurre que una persona que haya estado practicando muy austeramente se convierte en un egoísta de un modo más sutil. Se convierte más en un “yo” en vez de ir formando parte del continente, de tierra firme. Se convierte en un elevadísimo ego. Esto le puede pasar a todo el mundo. De modo que no son solamente las riquezas o el prestigio o las cosas mundanas y las posesiones las que nutren al “yo”. El “yo” puede convertir cualquier cosa en su alimento.

Por eso, antes de entrar en el camino espiritual, siempre se ha de recordar el aviso de Buda. El dijo, “Antes de que entres en cualquier camino, descubre primero si existe o no existe ego”. Solamente entonces tu camino se convertirá en espiritual. Sino, cualquiera que sea el camino, al final resultará ser mundano, porque este “yo” lo explotará”.

Una vez Mulla Nasrudin regresó a su pueblo desde la capital. Todo el pueblo se congregó en torno a él para conocer las noticias de la capital, lo que allí ocurría. Y en esos días en que no había periódicos, eso era un acontecimiento muy importante en el pueblo. ¡Un hombre había estado en la capital y estaba de regreso! Y no era solamente un hombre normal, era Mulla Nasrudin, el único hombre culto del pueblo. Cuando todo el mundo estuvo presente. Mulla permaneció en silencio, muy serio.

Acababa de volver de la capital; todo el pueblo estaba como loco por saber que contaba. Entonces Mulla dijo, “Esta vez no voy a contar muchas cosas. Solamente una: me encontré con el Emperador. Y no solamente esto: él me habló. Más tarde os daré detalles”.

La multitud se dispersó. El pueblo entero estallaba de alegría por una sola causa: Mulla Nasrudin se había encontrado con el Emperador. Y no solamente esto, sino que el Emperador le había hablado. Pero había un hombre que aún permanecía allí y seguía preguntando “¿Qué es lo que ha dicho? Dímelo Mulla, sino no me iré. No voy a poder dormir de excitación. ¿Qué te ha dicho? Cuéntamelo; sólo un poquito. No entres en detalles, dime solamente lo esencial”.

Por eso Mulla le dijo, “No hay tantos detalles. Cuando él me vio allí, me gritó, “¡Quítate de mi camino!”. Eso fue todo lo que me dijo”.

Pero el hombre estaba contento porque esas no eran unas simples palabras. ¡Las había pronunciado el Emperador! ¡Había escuchado las mismas palabras que había pronunciado el Emperador. El hombre que había hecho la pregunta estaba muy satisfecho y dijo, “¡Qué afortunado soy por haber nacido en tu mismo pueblo, Mulla! ¡Imagínatelo! He escuchado las mismas palabras que ha pronunciado el Emperador. El te ha dicho, “¡Apártate de mi camino!”.

Nasrudin le dijo, “Sí, el Emperador se me acercó y dijo, y no fue un susurro, sino en voz alta de forma que todo el mundo lo pudiera oír. “Apártate de mi camino!”. En realidad, lo dijo gritando. Pegó un grito”.

La mente es así, el ego es tal que trata de envanecerse por todos los medios. Sus sistemas son sutiles; tontos, pero sutiles. Si tratas de ir en pos de la espiritualidad, el ego puede envenenarlo. Antes de entrar en esa dimensión, recuerda que no eres un ego. Si descubres que el ego no está presente, entonces todo se vuelve espiritual y todo camino se convierte en un camino espiritual. Entonces vayas donde vayas, irás hacia lo Divino. Entonces todos los caminos conducirán a lo Divino. Con el ego, no hay camino que conduzca a lo Divino. Con el ego, aunque te vayas a la Meca o a Jerusalén, te estarás yendo al infierno.

No puedes ir a ninguna parte porque el ego es el infierno. Sin el ego, ve a adonde quieras, incluso al infierno y descubrirás allí al cielo, porque en ausencia del ego, el cielo está en todas partes. El ego es la raíz de todas las miserias.

Esas son las tres dimensiones de la quietud. El silencio como ausencia de sonido, el silencio como ausencia de movimiento de la mente, el silencio como ausencia de ego. Empieza con cualquiera de ellas y las demás le seguirán poco a poco. O, también, puedes empezar trabajando sobre las tres simultáneamente. Así todo resultará más rápido. Pero no sigas pensando, porque el pensar es moverse, el pensar es ruido y el pensar es un proceso del ego.

Detén el pensar y empieza a hacer. Solamente el hacer te va a servir, solamente el hacer te va a volver existencia. Solamente con el hacer, llega el salto y la explosión.



sábado, 9 de febrero de 2019

LA AUSENCIA DEL EGO


Existe también una tercera dimensión, y será conveniente saber algo de ella. La primera es el silencio en oposición al sonido. Esta es una dimensión: la de la ausencia de sonido. La segunda es la de la quietud frente al movimiento: eso es la ausencia de movimiento. Y la tercera es la del no-ser frente al ego: la ausencia de ego. La tercera es la más profunda.

Buda ha dicho, “A menos que dejes de ser, no puedes estar en quietud. Tú eres el problema, tú eres el ruido, tú eres el movimiento. A menos que tú dejes de “ser” completamente, no podrás alcanzar la quietud perfecta. Por esto a Buda se le conoce como el que cree en el no-ser.

Seguimos creyendo que “somos” que “yo soy”. Este “yo” es algo totalmente falso. Y debido a este “yo”, surgen muchos males; debido a este “yo”, sigues acumulando el pasado; debido a este “yo” sigues pensando en repetir placeres pasados. Todo cuelga de este “yo”: el pasado, el futuro, los deseos.

Buda llegó a conocer a través de la meditación profunda que somos capaces de abandonar los deseos mundanos, pero que si el “yo” permanece empezamos a desear el moksha, la Liberación Última, la libertad de unificarnos con Dios, de ser uno con el Brahman. Si este “yo” subsiste, los deseos están presentes, sea cual sea su dirección y su objetivo.

Buda dice, “Abandona esta existencia centrada en el “yo”. Pero, ¿cómo abandonarla? ¿Quién la abandonará? Si no hay “yo”, ¿quién será el que la deje? ¿Quién pensará en abandonarla? Con “abandonar” se quiere significar el ir hacia adentro y descubrirlo, buscarlo, ver dónde está, si es o no es, porque aquellos que han ido hacia el interior y aquellos que lo han buscado nunca lo han encontrado. Solamente los que nunca han ido hacia adentro, aquellos que nunca lo han buscado, son los que creen en él, en que existe. Nadie nunca ha encontrado que algo semejante al “yo” exista.

Cuando digo “yo soy”, el “soy” es la realidad, no el “yo”. Cuando vas hacia adentro sientes cierta “sensación de ser”, hay un cierto sentimiento existencia. Sabes que allí hay algo, pero que no eres tú. No hay un sentimiento de “yo”. Solamente se siente una difuminada “sensación de ser”, se percibe la Existencia sin “yo”.

Otro sistema para entrar en la tercera dimensión: siempre que tengas tiempo, siempre, trata de encontrar dónde reside este “yo”. No tienes porque ir a un templo. Si vas, de acuerdo, pero no hay porque ir. Viajas en tren: cierra tus ojos, trata de descubrir dónde está este “yo”. ¿En el cuero? ¿En la mente? ¿Dónde está? Muévete con una mente abierta. Descubre dónde está. Sentado en tu coche o tendido en la cama, siempre que dispongas de unos instantes para cerrar tus ojos, ciérralos y pregúntate, “¿Dónde reside este “yo”? ¿Dónde está? ¿Dónde está ese “yo”?

Ramana Maharshi utilizó una meditación. Llamó la meditación del “¿Quién soy yo”? Buda diría que no iba a servir porque cuando pides, “¿Quién soy yo?” has supuesto de antemano que tú “eres”. Esa no es la pregunta. Si la pregunta es solamente “¿Quién soy yo?” entonces el “yo soy” se ha establecido anteriormente. Lo has dado por sentado. Ahora estás preguntando solamente “¿Quién soy yo?”. No estás pidiendo realmente por el “yo”. La meditación budista dice que preguntes, “¿Dónde estoy “yo”, no “¿Quién soy yo?”.

Escudriña todos los rincones, busca con una mente abierta y no te encontrarás en ninguna parte. Te encontrarás con una existencia silenciosa, pero no con el “yo”. Y no creas que es algo muy complicado. ¡No lo es! Solamente cerrando los ojos aquí y tratando de descubrir “¿Dónde estoy?”, no lo conseguirás. Descubrirás muchas otras cosas. Tu corazón empezará a latir, tu respiración se hará presente, encontrarás muchos pensamientos flotando en tu mente. Descubrirás allí muchas cosas, pero no encontrarás ningún “yo” ningún ego.

Buda afirma que el ego es simplemente un concepto colectivo, como “sociedad”, como “nación”, como “humanidad”. No los puedes encontrar en ninguna parte.

Estamos sentados aquí. Podemos llamar a esto, una “clase”, pero no podemos encontrarla. Podemos buscarla: encontraremos individuos, pero ninguna clase. No encontraremos ningún grupo, solamente individuos.

“Grupo” es solamente un nombre para una colectividad. Podemos denominar bosque a un conjunto de árboles. No existe tal bosque, solamente árboles, árboles y más árboles. Si entras en él, solamente encontrarás árboles y el bosque desaparecerá. Este “yo” es solamente un nombre colectivo. “Tú” eres un conjunto. La palabra budista es sangha, un conjunto, un colectivo. Tú eres muchas cosas, pero no un “yo”. Ve hacia adentro y descúbrelo. Buda dice, “No me creas. Ve hacia adentro y descúbrelo: busca y descúbrelo”. Nunca lo encontrarás.

Por eso en esa tercera dimensión solamente hay “ausencia de sensación de ser” o ausencia de ego. Cuando uno descubre que uno no es, uno está en quietud: la quietud ha sucedido. No puedes estar tenso, no puedes estar quieto, no puedes estar en un profundo tumulto si no hay ego. El show ha desaparecido.

Pero, ¿qué es lo que solemos hacer? A cada instante hacemos cosas para alimentar ese ego, para fortalecerlo, para darle más energía, para vitalizarlo. A cada momento tratamos de mantenerlo. Es una idea falsa, pero que puede ser mantenida y mantenida. Puedes seguir creyendo en ella y creando situaciones en las que sea más y más fácil creer en ella. Es una creencia, no es una realidad.
Todo el mundo cree en el ego. La gente pregunta, “¿Dónde está Dios?”. A menos que lo encontremos no podemos creer en El”. Estas personas siguen creyendo en sus egos sin tomarse la molestia de buscar si existe algo así. Esto es un milagro: somos capaces de dudar de Dios, pero no somos capaces de dudar de nosotros mismos. Y a menos que dudemos de nosotros mismos, no podremos entrar en la quietud. Con ese dudar todo resulta hecho añicos. Un hombre religioso nace cuando pone duda su ego y duda de sí mismo.

Hemos dado por sentado ese “yo”. Nunca preguntamos por él, si existe o no. Y si alguien hace que nos demos cuenta de que no existe, se convierte en un enemigo. Los amigos son los que nos ayudan a volvernos egos más fuertes.

Nuestra familia, nuestra nación, nuestra sociedad nos ayudan a estar centrados en nuestros egos. La religión “te” destrona. Te hace bajar de tu pedestal. “Tú” no existes. Y si “tú” no existes, estás en un profundo abismo de quietud, sin fondo infinito, porque este “yo” es el que lo altera todo, este “yo” es el mal, este “yo” es la molestia. Ese es el problema.


sábado, 2 de febrero de 2019

EL MUNDO DE LA MENTE


Mahavira ha dicho que si eres capaz de escuchar correctamente no necesitas practicar nada más, lograrás todo lo que puede ser logrado, porque simplemente escuchar no es una simple escucha, es un gran fenómeno. Y una vez que conoces el secreto, puedes aplicarlo en cualquier situación. Comer se convertirá en meditación, caminar se convertirá en meditación, dormir será meditación. Cualquier cosa en la que estés en ese momento, sin irte al futuro, será meditación.

Pero desconocemos toda actividad en la que estamos en el presente. O empezamos a pensar en el pasado o empezamos a pensar en el futuro. Nos perdemos el presente continuamente. Eso implica que la Existencia se nos escapa siempre. Y esto se convierte en un proceso en cadena; luego se convierte en un hábito.

Una noche Mulla Nasrudin caminaba por una calle. La calle estaba solitaria y de repente se dio cuenta de que unos hombres a caballo, una especie de tropa se dirigía hacia él. Su mente comenzó a trabajar. Pensó que podían asaltarle, que podía matarle o que podían ser soldados del rey y que podían llevárselo para que prestara el servicio militar o cualquier otra cosa. Se asustó y cuando los caballos y el ruido que formaban se le acercaron, se puso a correr y entró en un cementerio y para poder esconderse se tumbó en una fosa abierta.

Al ver a este hombre corriendo, los jinetes, que eran simples viajantes, se dieron cuenta de lo que había sucedido. Corrieron tras Mulla Nasrudin y se acercaron a la tumba en que estaba. El yacía con los ojos cerrados como si estuviera muerto. “¿Qué te sucede? ¿Por qué te has asustado tanto de repente? ¿Qué pasa?”.

Entonces Mulla Nasrudin se dio cuenta de que se había asustado a sí mismo sin motivo. Abrió sus ojos y dijo, “Es algo muy complejo, muy complicado. Si insistís en preguntarme por qué estoy aquí, os lo diré. Estoy aquí por vuestra culpa y vosotros estáis aquí por la mía”.

Es un círculo vicioso. Si tienes deseos, te irás al futuro y esto creará un círculo vicioso. Cuando ese futuro se convierta en el presente, de nuevo te irás al futuro. Hoy pensaré en el mañana; esto se convertirá en un hábito. Y mañana nunca llega. No puede llegar; es imposible. Cuando llega es de nuevo el hoy y he creado el hábito de irme siempre desde el hoy al mañana. Por eso cuando el mañana llega, llega como el hoy y luego me voy de nuevo al mañana.

¡Es una cadena! Y cuanto más la elabores, más eficiente te volverás en contemplarla y el mañana nunca llega. Lo que llega siempre es el hoy, y con el hoy tú no tienes ninguna relación. Estableces un mecanismo: debido a que es hoy, te vas. Es un hábito muy fuerte, no solamente de esta vida, sino de muchas otras vidas. Uno tiene que acabar con él, tiene que salir de él. Hagas lo que hagas recuerda solamente una cosa: permanece en el presente mientras lo estés haciendo. Es difícil, arduo, y no vas a lograrlo de inmediato. Has de romper un hábito muy arraigado. Va a ser una dura lucha, pero inténtalo. El esfuerzo mismo creará una distancia, y por el mismo esfuerzo vas a saborear, a veces, momentos del presente. Y una vez conozcas el sabor, estás en el camino.

Pero no conoces el sabor del presente. No lo has probado nunca, nunca has vivido en él, ¡nunca!, te lo digo. Y está siempre aquí. Es la vida misma; es todo lo que hay en la vida.

Jesús dijo que estamos simplemente muertos, ¡sin vida! Un día pasaba junto a un pescador justo a la salida del sol. El pescador había lanzado sus redes al lago y Jesús puso la mano en su hombro y le dijo, “¿Vas a desperdiciar toda tu vida pescando? Puedo enseñarte algo mejor para pescar. Te haré un pescador de la vida”. El pescador miró a Jesús como si un imán le estuviera atrayendo, luego tiró su red y siguió a Jesús.

Cuando acababan de salir del pueblo uno se les acercó corriendo y le dijo al pescador, “Tu padre ha muerto. Acaba de morir, así que vuelve a casa. ¿A dónde vas?”.

El pescador pidió permiso; le dijo a Jesús, “Déjame que vaya a casa. Volveré pronto. Tengo que enterrar a mi difunto padre”.

Jesús le dijo, “Deja que los muertos entierren a los muertos. No tienes porque ir; sígueme. Hay muchos cadáveres en el pueblo. Ellos enterrarán al difunto”.

Para Jesús, estamos muertos porque nunca hemos saboreado la vida, nunca hemos saboreado el presente, lo existencia. Vivimos en el muerto pasado y seguimos proyectando este pasado ya muerto en el futuro. Esto es a lo que Shankara denomina maya, ilusión. Shankara ha sido muy mal entendido. Cuando Shankara dice que el mundo entero es una ilusión, quiere decir que el “mundo del hombre” es una ilusión, no el mundo en sí.

No sabemos nada del mundo. Hemos creado nuestro propio mundo mental. Todo el mundo tiene su propio mundo, este mundo de pasado y de futuro. Por eso cuando Shankara dice que este mundo es falso, se refiere a “tu mundo”, no al mundo. Y cuando “tu mundo” deje de existir, conocerás al verdadero mundo. Shankara dice que éste es el Brahman, que ésa es la Verdad, la Verdad absoluta.

Es como si estuviéramos viviendo en un mundo de sueños, cada uno estando rodeado de sus propios sueños. Y debido a esos sueños no podemos ver lo que es verdadero, lo que es real. Lo real está escondido tras nuestros sueños. Esta mente soñadora es la mente inquieta; la mente no soñadora es la mente quieta. Pero los deseos crean sueños.

Sueñas por la noche porque deseas durante el día. Si no desearas durante el día no soñarías por las noches.

Un Buda no sueña, porque los sueños son deseos y los deseos son sueños. Cuando surgen durante el día los llamas deseos; cuando aparecen por la noche, los llamas sueños. Pero todo deseo es sueño. ¿Por qué? Porque todo deseo radica en el futuro, el cual no existe. Todo deseo es un deseo de futuro que no existe. ¡El futuro no existe!

Y seguimos soñando. Debemos acabar con este soñar. Este soñar es un movimiento, un movimiento continuo. Estás repleto de sueños, sueños destruidos, acabados, que son de nuevo recreados. Cada día hemos de tirar los viejos y crear unos nuevos.

En cualquier momento, en cualquier actividad, trata de estar aquí y ahora. El esfuerzo mismo es una barrera, pero se ha de empezar con algo. Al principio tendrás que hacer un esfuerzo. Aun el esfuerzo es una barrera porque el esfuerzo te lanza al futuro. Pero al principio uno ha de esforzarse, luego en un segundo nivel uno ha de hacer un “esfuerzo sin esfuerzo”, y luego en el tercer nivel, el esfuerzo desaparece y estás en el presente.

Caminas por la calle: trata simplemente de caminar, no hagas nada más. Parece simple, pero no lo es. Parece que todos lo hacemos, ¡no es así! Cuando caminas, tu mente está haciendo mil cosas más. Acompaña cada paso. Simplemente camina.

Buda ha dicho, “Cuando camines, simplemente camina. Cuando escuches, simplemente escucha”. Permanece por completo en lo que haces, no permitas que tu mente se pierda en otras cosas. Y es una experiencia maravillosa porque. De repente, el presente irrumpirá. En tu mundo de sueños, el mundo de la realidad penetrará. Y si alcanzas ese destello, aunque sea por un solo instante, te volverás una persona distinta. Entonces sabrás algo del aquí y ahora que está a tu alrededor y que te estás perdiendo. Te lo estás perdiendo debido solamente a un hábito mecánico y uno no puede hacer otra cosas que tratar de no ser mecánico.

En el instante en que centras tu atención en un hábito mecánico, éste se detiene porque un hábito mecánico se nutre de tu inconsciencia. La fuerza de voluntad no funciona aquí. ¡El ser consciente sí! Y acuérdate de la diferencia: con la fuerza de voluntad comenzarás a luchar contra el hábito y, si tratas de luchar contra el hábito, lo has aceptado de hecho. Cuando te digo que lo hagas conscientemente, quiero decir que no has de luchar con él.

Dale pleno soporte, no seas anti-él.

Caminas por la calle: préstale toda tu atención. Hazte uno con el caminar; sé consciente de lo que estás haciendo. Primero la pierna izquierda, luego la derecha; se mueven. Siente cada instante conscientemente. Permanece en el momento, no le permitas a tu mente el que se centre en otra parte. Si la mente se distrae debido a viejos hábitos, tráela de nuevo. No te sientas frustrado. Si la mente se distrae, no digas, “Es imposible, no puedo hacerlo”. ¡No! Haz que tu mente regrese. Inténtalo de nuevo, y antes o después empezarás a sentir ciertos instantes, por muy escasos que sean, en los que conocerás el sabor del presente. ¡Qué sabor tiene el presente! Y una vez sientas el presente, estás junto a las puertas de la Existencia. Puedes entrar en Ella.

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