sábado, 31 de octubre de 2009

LA NATURALEZA DEL DESEO

Dijo el Buda que la propia naturaleza del deseo es permanecer insatisfecho. Hagas lo que hagas permaneces insatisfecho y esa es la naturaleza intrínseca del deseo. Así que, puedes sentarte en un árbol que conceda todos tus deseos, que no cambiará nada. Te darás cuenta que por muchas veces que seas colmado por los deseos, ellos volverán a manifestarse, una y otra vez, ad infinitum.

El cristiano, el musulmán, el judío, el hinduista, etc., tienen sus cielos y paraísos, que no son más que deseos proyectados insatisfechos, deseos reprimidos y frustrados. Si, claro, consuelan mucho al ser humano. “Si no has podido hallar satisfacción aquí… entonces allá. Tarde o temprano llegarás a Dios, lo único que has de hacer es rezarle, inclinarte ante una imagen, o ante una idea o ante algún ideal y tenerle contento. Ten contento a Dios y recogerás una gran cosecha de placeres y gratificaciones. Ese será su regalo para ti…a cambio de tus oraciones, de tu aprecio, de tu entrega continua, de tocar sus pies, una y otra vez, de tu obediencia… Esa será tu recompensa”

La recompensa, claro, llega tras de la muerte, porque ni siquiera el más artero de los sacerdotes puede engañarte en esta vida, ni siquiera pueden lograr eso. Saben que el deseo permanece insatisfecho, así que han tenido que inventar un más allá. Nadie ha conocido el más allá, así que resulta muy fácil engañar a la gente.

Si llega alguien y te dice: “Dios puede satisfacer tu deseo aquí y ahora” sería muy difícil de demostrar, porque a nadie se le ha satisfecho nunca un deseo aquí y ahora. Se pondría en entredicho toda la idea de Dios, así que en lugar de ello, lo han intentado utilizando un mecanismo muy taimado, y dicen: “Tendrá lugar después de esta vida”. ¿Es que vuestro Dios no es lo suficientemente poderoso para colmar vuestros deseos aquí? ¿No es vuestro Dios lo suficientemente poderoso para crear árboles que colmen los deseos en la tierra? ¿No es vuestro Dios lo suficientemente poderoso para hacer algo mientras la gente está viva? ¿Si no puede colmar vuestros deseos aquí, donde está la prueba de que los colmará en el más allá?

Dice el Buda: Examina la naturaleza del deseo. Observa el movimiento del deseo, es muy sutil, y verás dos cosas. Una es que el deseo, por su propia naturaleza, es incolmable, y segunda, en el momento en que comprendes en que el deseo es incolmable, este desaparece y te quedas sin deseos. Ese es el estado de paz, silencio, tranquilidad. Ese es el estado de satisfacción. El ser humano nunca alcanza la satisfacción a través del deseo, el ser humano alcanza la satisfacción, solo al trascender el deseo.

Has de examinar el deseo; ni aquí ni en ninguna otra parte, el deseo se ha visto nunca colmado ni satisfecho. Nunca ha sucedido ni nunca sucederá, porque va contra la naturaleza propia del deseo. El deseo no puede ser colmado, porque su misma naturaleza es quedar insatisfecho y proyectarse en el futuro. Siempre está en el horizonte, al cual nunca llegarás ya que llegues a donde llegues verás que el horizonte ha retrocedido. Y la distancia entre ti y el horizonte seguirá siendo exactamente la misma.

sábado, 24 de octubre de 2009

LOS MAESTROS

Hay tres clases de maestros, uno no es exactamente un Maestro, más bien es un maestro. Un maestro es alguien que enseña, que ayuda a la gente a conocer cosas, sin haberlas el mismo realizado. A veces los maestros pueden atraer a miles de personas, lo único necesario es que sean buenos profesores. Puede que no se conozcan a si mismos, pero pueden hablar, pueden argumentar, pueden predicar, y mucha gente puede sentirse atraída con sus charlas, prédicas o sermones. Hablando continuamente de Dios pueden que se estén engañando a si mismos. Poco a poco puede que empiecen a creerse que saben.

Cuando hablas de algo, el mayor peligro que existe es que empieces a creerte que sabes. Enseñar es algo muy atractivo porque colma al ego. Cuando alguien te escucha atentamente satisface a tu ego profundamente porque sientes que sabes y que él no sabe. Tú eres el que sabe y él es el ignorante. Por lo general, para ser maestro se necesita una inteligencia media para acumular información. Uno no necesita ser un genio, uno no ha de poseer mucho talento, una inteligencia corriente es suficiente, puedes seguir acumulando información, puedes convertirte en un maestro.

Existe una segunda clase de Maestro: aquel que se conoce a si mismo, diga lo que diga puede decir como Heráclito “He buscado”, o como Buda: “Lo he encontrado”.

Uno que ha llegado es un Maestro, el aceptará discípulos, los estudiantes están prohibidos, no pueden acudir allí por si mismos, incluso si por casualidad se acercan, partirán pronto como les sea posible, porque el no les estará ayudando a acumular más conocimientos. El tratará de transformarte, te dará tu ser, no conocimiento, te volverá centrado.

Un maestro te ayuda a arraigarte más y más en la cabeza, un Maestro te desarraigará de la cabeza y te replantará. ¡Es un renacimiento!

Con un Maestro aparece una discontinuidad. Tu pasado se vuelve como si nunca hubiera sido tuyo, como si lo hubieras soñado o como si perteneciera a otro. Aparece una brecha. Lo viejo desparece y lo nuevo llega, un Maestro te ayuda a cruzar esta brecha.

Luego existe una tercera categoría: el Maestro de Maestros, el que trasciende el tiempo, para el cual el tiempo ha dejado de existir, el que ha llegado a la comprensión de la eternidad. Este nivel solamente se alcanza cuando un Maestro deja el cuerpo, no antes. En el cuerpo puedes ser consciente, pero el cuerpo tiene un reloj biológico. Siente hambre, y al cabo de cierto tiempo vuelve a sentir. Por la noche el cuerpo ha de dormir, por la mañana el cuerpo ha de despertar. Cada Maestro cuando deja el cuerpo en forma permanente, cuando no ha de volver de nuevo, se convierte en un Maestro de Maestros.

Esto es muy paradójico y muy difícil de comprender, porque no podemos comprender nada que trascienda el tiempo. Toda nuestra comprensión está dentro del tiempo, está dentro del espacio.

domingo, 18 de octubre de 2009

TODO DESEO CONDUCE AL INFIERNO

Los deseos siempre te van haciendo promesas. Siempre prometen más. Dicen: “haz esto y aquello, ¿Por qué no disfrutar este momento?” Nunca haz disfrutado, porque un hombre sin comprensión interior nunca puede disfrutar. Simplemente sufre, todo se convierte para el en un sufrimiento. Incluso el amor, algo como el amor, le hace sufrir. La más hermosa posibilidad para un hombre que está dormido, que está inconsciente es el amor, pero él sufre inclusive a través de esto. Cuando estás dormido no hay otra posibilidad. El amor es la mejor posibilidad, pero tú incluso sufres con ella. De tal manera que suceda lo que suceda, sufrirás. El estar dormido convierte todo sueño en pesadilla. Empieza de forma bella, pero siempre algo se tuerce en alguna parte. Al final llegarás al infierno.

Al comienzo todo deseo te proporciona muchas esperanzas, sueños; ese es el truco. Así es como eres atrapado. Si el deseo, desde el mismo comienzo te dijera. “Mantente alerta, te estoy llevando al infierno”, no lo seguirías. El deseo te promete el cielo, y te promete que con solo unos pasos llegarás. Te dice: “Simplemente ven conmigo”, esto te deslumbra, te hipnotiza y te promete muchas cosas, y tú, al estar sufriendo piensas: “¿Qué hay de malo en intentarlo? Déjame probar un poquito también de este deseo” .

Esto te conducirá al infierno, porque los deseos en sí, son un camino al infierno. Por eso Buda dice: “A menos que dejes de desear, no podrás ser dichoso”. Y el deseo existe solamente cuando estás dormido, porque cuando estás despierto y alerta, los deseos no pueden engañarte, entonces ves a través de ellos. Entonces todo está tan claro que no puedes ser engañado. ¿Cómo va a poder engañarte el deseo del dinero, cuando te diga: “Serás muy, muy feliz cuando me tengas”?

Observa a los ricos: también están en el infierno puede que sea un infierno rico, pero eso no lo hace diferente, un infierno rico es peor que un infierno pobre. Ahora han alcanzado ya el dinero y están simplemente en un estado de constante nerviosismo.

Un hombre pobre está asustado de algo en particular, un hombre rico, está simplemente asustado. Si temes algo determinado, puedes hacer algo. Un hombre rico siempre está nervioso. ¿Por qué está nervioso? ¿Por qué está asustado? Porque cada deseo va siendo satisfecho y aún, la frustración permanece. Ahora no puede ni siquiera soñar, porque el ha atravesado todos los sueños y ha visto que no conducen a nada. No puede soñar y tampoco puede acumular suficiente valor para abrir los ojos, porque existen intereses. En su sueño ha prometido muchas cosas.

Para un hombre dormido, la causa es más poderosa que el efecto, la semilla es más poderosa que la flor. Para un hombre que ha despertado el efecto es más poderoso que la causa, la flor es más poderosa que la semilla. Es el futuro el que produce el pasado, no el pasado que produce el futuro. Pero para una mente dormida, preocupada solamente del mundo exterior, el pasado, lo que está muerto, lo que se ha ido, es más poderoso que lo que no es.

El ser está ya ahí. Todo, tal como es, es ya perfecto, absoluto, no puede añadírsele nada, no hay forma de mejorarlo. ¿Qué es necesario entonces? Solo hay una cosa: que te vuelvas consciente y lo veas.

sábado, 10 de octubre de 2009

COMPRENDER

La primera regla del comprender es no comparar. Quién eres tú para comparar? Comparar es juzgar. Quién eres tú para juzgar? Pero la mente quiere siempre juzgar, porque al juzgar se siente superior, te convierte en el juez, de modo que tu ego se siente muy, pero muy bien. Alimentas al ego. Juzgando y comparando piensas que sabes.

Qué sabes tú del estado más íntimo de Heráclito, de Buda o de Jesús? Todos ellos son clases distintas de flores; incomparables. Cómo vas a comparar una rosa con un loto? ¿Existe alguna comparación posible? No existe esa posibilidad porque son mundos distintos. ¿Cómo vas a comparar la luna con el sol? No es posible. Pertenecen a dimensiones diferentes.

Cuando tú empiezas a florecer, entonces una nueva comprensión se extiende sobre ti; la comprensión de que las flores difieren en color, en olor, en su forma, en su tipo y en su nombre. Pero no difieren en su florecer. El florecimiento, el hecho de que han florecido es el mismo. Cada individuo es único, no puedes colocarlos en una categoría. Pero si tú también floreces, entonces entenderás que el hecho de florecer es el mismo, tanto si la flor es un loto, como si es una rosa. No existe diferencia. El fenómeno interior de la energía que celebra, es el mismo.

No eres capaz de comprender siquiera a una flor corriente del jardín, y aquellos Maestros son el florecimiento supremo de la existencia. A menos que tú florezcas de la misma forma, no podrás comprenderles. Pero puedes comparar, puedes juzgar, y juzgando no captarás nada.

De modo que la primera regla para comprender, es no juzgar nunca. Ellos existen en una dimensión más allá de toda comparación y todo lo que sabes de ellos es en realidad nada, solo fragmentos. No puedes tener la comprensión total. Están mucho más allá. En realidad, solo ves el reflejo en el agua de tu mente.

Desde que la humanidad existe, todos los niños han tratado de alcanzar la luna, lo han tratado, pero la diferencia ha de ser comprendida en su totalidad. El esfuerzo de un niño es hermoso, es un poético esfuerzo. No existe el ego. Es una simple atracción, es un asunto de amor. Todos los niños son atrapados en ese esfuerzo amoroso.

En la existencia real, las cosas existen sin ninguna comparación. Un árbol que se alza veinte metros al cielo y una muy diminuta florecilla son lo mismo, por lo que respecta a la existencia, pero tu los camparas y has destruido un bello fenómeno.

La comparación es una satisfacción para tu propio ego. ¿Cómo no va a ser tu Maestro el más grande? Ha de serlo porque tú eres un “gran discípulo”. Si Cristo o Buda no son lo más grande, entonces donde quedan los cristianos, donde quedan los budistas? En esta existencia todo es lo más grande. La existencia crea solamente lo más grande, todo es único. Pero eso no atrae a la mente porque entonces lo grande es muy común. ¿Todo el mundo grande? ¡Entonces que utilidad tiene! Alguien ha de ser inferior. Tu mente ha de crear una jerarquía.

domingo, 4 de octubre de 2009

LA CONFIANZA Y LA FE

La confianza es muy diferente de la fe. La fe es algo con lo que has nacido. La confianza es algo que crece en ti. Ser un hindú, cristiano o musulmán es un acto de fe, pero ser un discípulo, es confianza. Un Maestro no puede exigir fe, recuerda. Jesús tampoco pudo exigir fe, porque la fe es algo con lo que naces. Los judíos tenían fe, eran fieles. Y de hecho, por eso acabaron con Jesús, porque pensaban que les estaba apartando de su fe, que estaba destruyendo su fe.

Jesús pedía confianza. La confianza es algo íntimo y personal; no es un fenómeno social. Llegas a ella mediante tu respuesta. Nadie puede nacer confiando, pero uno puede nacer en el seno de una fe. La fe es una confianza muerta. La confianza es una fe viva. Trata entonces de entender la diferencia.

Los primeros discípulos de Jesús, alcanzaron la confianza, nacieron judíos, eran judíos. Dejaron su fe, fue una rebelión. La fe es una superstición, la confianza es una rebelión. La confianza te aleja primero de tu fe. Ha de ser así, porque si estás viviendo en un cementerio, primero has de ser sacado de él. Solamente entonces te puede ser mostrada de nuevo la vida. Jesús trataba de llevar a sus discípulos hasta la confianza. Siempre parece como si estuviera destruyendo su fe.

Las religiones se basan en la fe, pero ser religioso es confiar. Y ser religioso no quiere decir ser cristiano, hindú o musulmán, porque la confianza no tiene un nombre, no está etiquetada. Es como el amor. ¿Acaso el amor es cristiano, hindú o musulmán? El amor no conoce clases ni distinciones.

El matrimonio es como la fe. El amor es como la confianza. Has de crecer en ella. Es una aventura. La fe no es una aventura, naces en su seno. Si estás buscando comodidad y practicidad, es mejor permanecer en la fe, sigue las reglas del hinduismo o del cristianismo, pero continuarás siendo algo sin vida. El nacer no puede proporcionarte alguna religión. Puede darte una sociedad, un credo, una secta, puede darte una superstición. La palabra superstición es muy significativa, significa fe innecesaria.

Recuerda, no naces en el seno de una religión; la religión ha de nacer en tu seno. Entonces es confianza. No puedes dar tu religión a tus niños, ellos han de buscar y descubrir la suya. Todo el mundo ha de buscar y ha de descubrir la suya.

Perteneces a una religión porque naciste en su seno. Es un deber, no un amor. Es una formalidad social. Ayuda, pero no es nada profundo en ti. Es solamente un rostro, una fachada, sino, ve a una iglesia y observa: la gente de los domingos, acude e incluso reza, pero están esperando a que la misa se acabe.

Pertenecer a una religión es solo una etiqueta, ser religioso es cuando todo tu ser se halla implicado, es un compromiso.

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