sábado, 30 de abril de 2016

EL SIGNIFICADO DE LA VIDA Y DE LA MUERTE

La vida es vivir. No es una cosa, es un proceso: No hay otra forma de conocer lo que es la vida más que viviendo, estando vivo, fluyendo, discurriendo con ella. Si buscas, el significado de la vida en algún dogma, en una determinada filosofía, en una teología, da por seguro que te perderás lo que es la vida y su significado. ¬

La vida no te está esperando en ninguna parte; te está sucediendo. No se encuentra en el futuro como una meta que has de alcanzar, está aquí y ahora, en este mismo momento, en tu respirar, en la circulación de tu sangre, en el latir de tu corazón. Cualquier cosa que seas, es tu vida y si te pones a buscar significados en otra parte, te la perderás. El hombre ha estado haciendo esto durante siglos.

Los conceptos se han vuelto muy importantes, las explicaciones se han vuelto muy importantes y lo real ha sido olvidado por completo. No vemos lo que de hecho ya está aquí, queremos racionalizaciones.

Oí una hermosa historia.

Hace unos años un americano de renombre tuvo una crisis de identidad. Buscó la ayuda de la psiquiatría, pero no resolvió nada porque no encontró a nadie que pudiera revelarle el significado de la vida, que era lo que él deseaba conocer. Poco a poco se fue enterando de la existencia de un venerable e increíblemente sabio gurú que vivía en una misteriosa y casi inaccesible región de los Himalayas. Llegó a creer que solamente ese gurú le podría revelar lo que la vida significaba y cuál debía ser su destino.

De modo que vendió todas sus posesiones y empezó su búsqueda del gurú que todo lo sabía. Estuvo ocho años yendo de pueblo en pueblo por todos los Himalayas, buscándole. Y un día acertó a encontrarse con un pastor que le dijo dónde vivía el gurú y cómo debía llegar a ese lugar.

Tardó casi un año en encontrarle, pero lo consiguió. Se presentó a ese gurú, que desde luego era venerable y tenía más de cien años de edad. El gurú accedió a ayudarle, especialmente cuando escuchó todos los sacrificios que el hombre había realizado buscándole. ¬

«¿Qué es lo que puedo hacer por ti, hijo mío?», le preguntó el gurú.

«Necesito conocer el significado de la vida», le contestó el hombre. ¬

A lo que, sin dudar un instante, replicó el gurú, «la vida», dijo, «es un río sin fin».

«¿Un río sin fin?», dijo el hombre con asombro. «¿Después de recorrer todo este camino para encontrarte, todo lo que tienes que decirme es que la vida es un río sin fin?»

El gurú se quedó estupefacto, anonadado. Se enfadó mucho y le dijo:

«¿Quieres decir que no lo es?»

Nadie puede darte el significado de tu vida. Es tu vida y el significado ha de ser también el tuyo. Los Himalayas no te servirán de ayuda. Nadie más que tú puede encontrarlo. Es tu vida y solamente es accesible a ti. Solamente con el vivir te será revelado el misterio.

Lo primero que me gustaría decirte es: no lo busques en ninguna otra parte. No lo busques en mí, no lo busques en las escrituras, no lo busques en inteligentes explicaciones; son sólo justificaciones, no explican nada. Simplemente atiborran tu mente vacía, no te hacen consciente de lo que es. Y cuanto más está la mente atiborrada de conocimiento muerto, más torpe y estúpido te vuelves. El conocimiento hace a la gente estúpida, adormece su sensibilidad. Se atiborran de él, cargan con él, refuerzan su ego con él, pero no les aporta luz y no les indica el camino. No puede hacerla.

La vida ya está burbujeando en tu interior. Solamente puedes contactar con ella allí. El templo no está en el exterior; tú eres su santuario. Por eso lo primero que has de recordar, si quieres saber lo que es la vida, es: nunca la busques en lo exterior, nunca trates de descubrirla en alguien. El significado no puede ser transferido de este modo. Las Maestros más grandes nunca han dicho nada sobre la vida, siempre te han devuelto a ti mismo.

Lo segundo que has de recordar es: una vez que sepas lo que es la vida sabrás, lo que es la muerte. La muerte es parte del mismo proceso. Por lo general creemos que la muerte llega al final, por lo general creemos que la muerte se opone a la vida; por lo general creemos que la muerte es el enemigo, pero la muerte no es el enemigo. Y si consideras a la muerte como el enemigo esto simplemente demuestra que no has sido capaz de saber lo que es la vida.

La muerte y la vida son dos polaridades de una misma energía, del mismo fenómeno, el flujo y el reflujo, el día y la noche, el verano y el invierno. No están separados y no son opuestos ni contrarios. Son complementarios. La muerte no es el fin de la vida; de hecho es una culminación de una vida, la cresta de la vida, el clímax, el gran final. Y una vez que conoces tu vida y su proceso, entonces comprendes lo que es la muerte.

La muerte es una parte orgánica, integral de la vida y es muy amistosa con ella. Sin ella la vida no puede existir. La vida existe debido a la muerte, la muerte le da un trasfondo. La muerte es, en efecto, un proceso de renovación. Y la muerte sucede a cada instante. En el instante en que inhalas y en el instante en que exhalas, ambas se dan. Al inspirar, la vida entra; al expirar, viene la muerte. Por eso al nacer un niño lo primero que hace es inspirar; entonces la vida empieza. Y cuando un viejo muere, lo último que hace es exhalar; entonces la vida se va. El exhalar es la muerte, el inspirar es la vida. Son como las dos ruedas de una carreta. Vives tanto debido a que inspiras como a que expiras. El exhalar es parte del inhalar. No. puedes inhalar si dejas de exhalar. No puedes vivir si dejas de morir.

El hombre que ha comprendido lo que es su vida, permite que la muerte suceda, le da la bienvenida. Muere a cada instante y a cada instante resucita. Su cruz y su resurrección suceden continuamente como un proceso. Muere al pasado a cada momento y nace una y otra vez al futuro.

Si observas lo que es la vida podrás saber lo que es la muerte. Si comprendes lo que es la muerte, solamente entonces serás capaz de comprender lo que es la vida. Forman un organismo. Por lo general, debido al miedo; hemos creado la división. Creemos que la vida es buena, y que la muerte es mala. Creemos que ha de desearse la vida Y que ha de evitarse la muerte. Creemos que, de alguna forma, hemos de protegernos contra la muerte. Esta idea absurda crea interminables desgracias en nuestras vidas, porque una persona que se protege contra la muerte se vuelve incapaz de vivir. Es la persona que teme exhalar entonces es incapaz de inhalar y se queda embarrancada. Entonces simplemente mal vive, su vida deja de ser un fluir, su vida deja de ser un río.

sábado, 23 de abril de 2016

OBSERVAR

La persona realizada vuelve al mundo como un hombre corriente. A veces puede que ni siquiera te des cuenta de que uno de ellos vive en tu barrio. Puede que alguien que conozcas esté tan completo que ese hombre parecerá un hombre corriente, porque el esfuerzo por parecer extraordinario es aún una hinchazón del ego. Así que ¡ten cuidado!, puede que estén pasando muchos de ellos por el mercado. Y estate alerta, justo a tu lado puede que haya un buda que ha completado el círculo.

En Oriente nos inclinamos al saludarnos en memoria de Dios. En Occidente dices hola a alguien, dices buenos días, buenas tardes. En Oriente no decimos eso, decimos: jai ram, Dios es grande. Reconocemos al dios que hay en el otro. Saludamos al dios que hay en el otro. Quién sabe, puede que haya completado el círculo.

En ese profundo reconocimiento no hablamos de la mañana o de la moche, o de la tarde; eso es inútil. “Buenas noches” es sólo una formalidad; “buenos días”, sólo una formalidad. Pero cuando alguien dice jai ram –me inclino ante el dios que hay en ti- no es sólo una formalidad. Tiene un significado tremendo. Quiere decir: quién sabe, no estoy muy alerta, y la otra persona puede ser Dios mismo. Deja que me incline ante él.

Cuando un buda completa el círculo, está de vuelta en el mundo. Ahí es donde empiezan todos y ahí es donde todos deberían terminar.

Ahora, la división entre mundo y nirvana se pierde. Este mundo y ese mundo, esa división se pierde. Lo profano y lo sagrado, esa división se pierde. Ahora todo es sagrado o profano, porque todo es uno. Lo llames mundo o nirvana, no cambia nada.

Los dichos de este tipo de los maestros zen preocupan mucho a personas de otras religiones. Los maestros zen dicen: Este mundo es nirvana, este mundo es iluminación, supremo, esencial, y no hay otro mundo. Esto preocupa y crea ansiedad en otras personas religiosas, porque no pueden pensar que lo profano puede ser sagrado, que lo ordinario puede ser extraordinario, que los guijarros del camino son diamantes. Pero es así, y ese entendimiento del zen es absolutamente verdadero.

El otro mundo no está en ninguna otra parte, está aquí ahora. Sólo necesitas percepción, claridad. Cuando tus ojos están limpios, los guijarros se vuelven diamantes. Cuando alcanzas la claridad, todas las piedras se convierten en imágenes de Dios. Cuando alcanzas la realización de tu propio ser, de pronto has realizado la totalidad. No hay otro mundo; éste es el único mundo que existe.

Pero hay dos maneras de verlo: una es con los ojos vendados. No está bien decir que sea esa una manera de ver, es una manera de no ver. Y luego hay otra: con los ojos abiertos, limpios, transparentes, con sensibilidad. Entonces, de pronto todo es bello, divino, sagrado. Estés donde estés, estás en terreno sagrado. Lo más sagrado de lo más sagrado te rodea.

Haciendo cosas corrientes: limpiando la casa, preparando la comida, ocupándote de tu huésped.

Y esté donde esté, me rodea la dicha. Ya no es algo que me sucede, es algo que se ha convertido en mi cualidad intrínseca. No es que a veces esté dichoso y a veces no; se ha convertido en mi naturaleza misma, soy gozo. Porque no es cuestión de alargar la vida. Uno vive eternamente. Ya no hay muerte, así que ¿para qué alargar la vida?

Los yoguis han estado muy preocupados, casi obsesionados, con la idea de alargar la vida, con vivir mucho tiempo. Ese deseo está en lo profundo de toda persona. ¿Por qué? ¿Qué importa si tienes cincuenta o ciento cincuenta o trescientos años? Aún estás identificado con el cuerpo, y aún tienes miedo a la muerte.

He oído acerca de un sadhu en el Himalaya que decía que tenía mil años. Un hombre occidental había recorrido miles de kilómetros para ir a verlo, sólo porque había oído que tenía mil años: “Es imposible, pero quizá... En Oriente pasan cosas...”.

Llegò, observó al hombre, pero no podía creerlo. El hombre no parecía tener más de sesenta años. Observó durante algunos días, pero no podía creer que tuviera mil años, sesenta como mucho. Incluso eso era demasiado. Por fin se armó de valor, y preguntó a uno que parecía ser el discípulo principal:

-¿Tú qué piensas? ¿Tiene realmente mil años?

El discípulo dijo:

-Yo no sé mucho, porque sólo he vivido con él trescientos años.

¡Y el discípulo no tenía más de treinta años!

La mente humana es estúpida. Pero la atracción tiene un sentido profundo: muestra que tienes miedo a la muerte. Te despierta el interés que alguien tenga mil años, entonces quizá también te pueda ayudar a ti. Quizá te pueda dar algún secreto, alguna fórmula alquímica, alguna clase, y tú también vivirías mucho tiempo. Pero el zen no está interesado en una vida larga, porque el zen dice: Una vez que te comprendes a ti mismo, hay vida eterna. ¿A quién le importa una vida larga?

Una vida larga es aún un deseo del cuerpo, un hombre identificado tiene mucho miedo a la muerte. Un hombre de entendimiento sabe que no existe la muerte. La muerte no sucede; nunca ha sucedido. Sólo sucede porque estás identificado con el cuerpo y no te conoces a ti mismo. Sí, serás separado del cuerpo. Si estás demasiado identificado, la separación parece una muerte. Pero si no estás identificado con el cuerpo y sabes que eres el alma que observa, la consciencia, entonces no hay muerte.

Un hombre que ha alcanzado el centro más profundo de su ser está tan lleno de vida que dondequiera que va derrama su vida sobre todas las cosas. Se dice que cuando Buda entraba en el bosque, los árboles muertos cobraban vida y los árboles florecían fuera de estación. Puede que sean sólo historias, pero son muy significativas; mitológicas, no históricas, no ciertas en el sentido histórico, pero, sin embargo, ciertas en un sentido más profundo. Cuando estás vivo, todo lo que tocas toma vida. Cuando estás muerto, todo lo que tocas muere. Tu contacto se vuelve venenoso.

sábado, 16 de abril de 2016

LA VERDAD DEL SER

La verdad del ser de uno es tan inmensa que ni siquiera mil sabios pueden conocerla. Es incognoscible. No sólo lo desconocido; se trata de lo incognoscible. Cuanto más la conoces, más sientes su incognoscibilidad. Es un misterio, no un problema a solucionar, no un enigma que hay que disipar. Es un misterio que sigue creciendo más y más. Cuanto más entras en él, más misterioso se vuelve. Es el sustrato mismo. Es lo supremo. No hay nada más allá. No hay nada más allá de ti; eres la base misma de la existencia, el fundamento mismo del ser. Por supuesto, ese mismo fundamento no puede hacerse parte del conocimiento. Es más profundo que el conocimiento. Es más profundo que quien conoce.

Uno puede sentirlo. Uno lo siente pero no puede conocerlo. Uno se vuelve alerta a ello, pero es muy sutil. No puedes sujetarlo. Puedes realizarlo, puedes vivir en ello, pero no puedes agarrarlo, no te puedes aferrar a ello. Es inaprensible.

Ya no es necesario preocuparse por los budas, por los que saben, por las personas iluminadas? Jesús y Krishna y Lao Tse, ¿por qué preocuparse por ellos? La búsqueda ha terminado. Has llegado a casa. ¿Por qué iba uno a buscar las huellas de los patriarcas? Ya no es necesario. Una vez que has vuelto a tu naturaleza más profunda, no hay necesidad de ninguna escritura, de ninguna doctrina, de ningún yoga, de ningún sistema, de ninguna búsqueda.

Ahora nada está prohibido, ahora nada es negado. Ahora ya no hay “no”. Hay un gran “sí”. Todo está incluido, nada está excluido, ni siquiera la tienda de vino está excluida. Nada està excluido, el sí lo incluye todo, es total.

Uno se vuelve tan inclusivo que va al mercado, incluso a la tienda de vino. Ahora uno encuentra a Dios escondido en todas las cosas. Ahora uno no condena nada. Decir “no” ha desaparecido totalmente. Y recuerda, el ego sólo desaparece totalmente cuando decir “no” desaparece totalmente. Si todavía tienes un “no”, tienes un cuelgue. Entonces el ego aún se esconde de maneras sutiles. Dice “no”, y se siente bien.

Ahora el sí es tan total que el templo y la tienda de vino son lo mismo para mí. Ahora veo a Dios en todas partes. Ahora Dios es la presencia en todas partes.

Eso es lo último que hay que comprender. Una vez que estás iluminado, no puedes encontrar una persona que no esté iluminada. No es que todo el mundo se ilumine, pero si te veo, no puedo ver otra cosa, estás iluminado. Por eso voy diciendo que todos sois budas. El estado búdico es vuestra naturaleza intrínseca. El día que miré dentro de mí, ese mismo día el mundo entero se iluminó para mí.

Puede que te sientas perplejo: puedo ver tu confusión. Puede que te sienta perplejo acerca de tus propios tesoros. Puede que no te des cuenta, pero puedo verlo: llevas el mayor tesoro de la vida. Llevas a Dios dentro de ti. Puede que lo hayas olvidado completamente. Puede que hayas olvidado completamente el camino de vuelta a casa, pero aún está ahí.

Seas lo que seas, encontrarás el mundo exactamente igual. Sigues encontrándote a ti mismo en el mundo una y otra vez. El mundo es un espejo. Si estás rodeado de un universo iluminado, la existencia entera, las roca y el río, los océanos y las estrellas, todos son seres iluminados. De pende de ti. Donde estás, creas tu mundo. Si eres desdichado, vives en un mundo desdichado. Si estás iluminado, vives en un mundo iluminado. Si tu energía está celebrando dentro de ti, la totalidad se vuelve una sinfonía de celebración.

Tú eres el mundo.

sábado, 9 de abril de 2016

PERMANECER NATURAL

Desde el principio, la verdad es clara. Desde el principio, la verdad no está oculta. Desde el principio, la verdad está justo ante ti. Desde el principio, no hay nada más que la verdad. Algo ha ido mal en ti, no en la verdad.

La gente viene a mí y pregunta: ¿Por qué es Dios invisible? Yo les digo: No es invisible. Tú estás ciego. No digas que Dios es invisible. Dios está en todo lo que te rodea, dentro y fuera. Dios no es invisible, tú has perdido la capacidad de ver. Dios está aquí ahora. Dios es todo lo que es. Dios es tan sólo un nombre para designar la totalidad, el todo. En millones de formas está visible. En el río que fluye es el flujo. En la flor roja, es el rojo.

Dios no es invisible. De alguna manera, o tú te has vuelto ciego o te has aferrado a tus anteojeras. Permaneces con los ojos vendados. Tus religiones, tu cultura, tu sociedad, tus condicionamientos, la civilización y todas esas tonterías funcionan como una venda en tus ojos. No se te permite abrir los ojos. Te has acostumbrado a vivir con los ojos cerrados. Has olvidado completamente que tienes ojos y que puedes abrirlos. Te has llegado a asustar tanto de abrir los ojos, de ver la verdad, te has acostumbrado tanto a las mentiras, que ver la verdad va a ser muy devastador. Toda tu imagen se derrumbará, se hará añicos. Toda tu casa de naipes simplemente se derrumbará y desaparecerá. Has vivido demasiado en sueños y deseos, y te has asustado demasiado de lo real.

No digas que Dios es invisible. Dios es absolutamente visible aquí y ahora.

Entonces, ¿dónde se desencamina el hombre? Al intentar ser otra cosa, al intentar ser otra persona, al intentar satisfacer algún ideal, al intentar ir hacia el futuro y ser alguien. Hinchar el ego te desencamina.

Abandona todos los ideales. Abandona todas las ideas sobre cómo deberías ser. El “deberías” es el mayor veneno que existe. Vive naturalmente.

Esto es lo excepcional del zen: no te da ideales, te ayuda a ser natural. No te da imágenes que debas seguir e imitar. Los maestros zen dicen: Incluso si encuentras a Buda en tu camino, ¡mátalo inmediatamente! Y si pronuncias el nombre de Buda, enjuágate la boca. Conocen el mensaje exacto de Buda, lo han comprendido; por eso pueden ser tan duros. Parecen duros; no lo son. Lo que dicen es que sólo puedes ser tú mismo, así que no se debería permitir la imitación. Deberías destruir todas las semillas de la imitación; de otra forma, te volverás algo falso, serás un farsante.

Simplemente, sé tú mismo. No hay otro objetivo que alcanzar. Vive alerta, gozosamente, y todo será como debería ser. No es necesario pensar acerca del “debería”. La verdad te seguirá como una sombra. Simplemente, asiéntate, relájate en tu naturalidad, sé espontáneo, sé natural. No vivas de acuerdo a las reglas. Deja que las reglas surjan de tu naturalidad.

El zen es la religión natural sin dios. Está más allá de la moralidad corriente.

Simplemente permanece natural, te vuelves un testigo. Surge un deseo, se integra, tú sigues siendo un testigo. Tal como se integra, así también se desintegra. No necesitas hacer nada. Igual que surge una ola en el océano y vuelve a bajar, no es necesario hacer nada. No es necesario luchar, no es necesario pelear. Las formas surgen y desaparecen, tú sigues siendo un observador. Y sabes muy bien que ninguna forma es idéntica a ti; no te identificas con ninguna forma.

Fuiste un niño; esa forma llegó y desapareció. Si encontrases tu infancia en alguna parte, no podrías reconocerla. Te hiciste joven, esa forma también desapareció. Si ahora encontraras tu juventud en alguna parte, no podrías reconocerla. Te harás viejo, esa forma también desaparecerá en la muerte. Las formas continúan como las olas, vienen y van, aparecen y desaparecen. No hay necesidad de que te distraigan. La ira viene y va... no hay que hacer nada al respecto. Si permaneces equilibrado, si estàs alerta, no te puedes envenenar. Permaneces a distancia, cerca, muy cerca y, sin embargo, a distancia, lejos, muy lejos.

Permanece en medio de las formas y, sin embargo, permanece alerta de que ninguna forma es idéntica a tu ser. Tu ser no es reducible a ninguna forma. Tu ser es pura consciencia. Es sólo consciencia, sin formas.


sábado, 2 de abril de 2016

EL SALTO A LO DESCONOCIDO

La gente viene a mí y yo les digo que den el salto. Ellos dicen: “Tendré que pensarlo”. ¿Cómo vas a pensar para dar un salto? Y si piensas y alcanzas una decisión pensando, ¿cómo lo vas a llamar un salto entonces?

Un salto es un salto a lo desconocido, no pensado, no previsto, no planeado, un salto no puede ser planeado. No te puedes preparar para ello, no puedes pensar sobre el pro y el contra. No puedes ser el que decide. Un salto es salirse del ego, hacer algo que no ha sido decidido por el ego. Un salto es permitir que la totalidad te posea. Un salto es discontinuo contigo; no es una continuidad. Si piensas y luego tomas una decisión, es una continuidad.

Con un solo paso podías haber llegado a casa, pero querías pensar. Pero también puedo comprender tu problema: ¿cómo puedes tomar algo sin pensarlo? ¿Cómo puedes tener tanta confianza? Un salto necesita confianza. Tú no puedes confiar. Dudas; te han adiestrado para dudar. Te han adiestrado para considerar todas las posibilidades antes de decidir. Te han adiestrado para permanecer siempre en control.

No puedes pensar en el amor, sucede. Por eso tenemos esa expresión en todas las lenguas: en-amorarse, entrar en el amor. Es como una caída, una caída fuera del ego, una caída fuera de la cabeza, una caída fuera de control, una caída fuera de la continuidad.

Sí, es una caída. Ya no eres parte de tu pensamiento, de tu continuidad. De pronto aparece una grieta. O es como la muerte; no puedes hacer nada al respecto. Llega, te posee, no es tu decisión. Pero un día, cuando te acerques más y más a casa, cuando tu casa esté justo delante de ti, te darás cuenta:

Demasiados pasos se han dado volviendo a la raíz y la fuente.
¡Mejor sería haber estado ciego y sordo desde el principio!

Ese es el significado de la confianza: mejor sería haber estado ciego y mejor sería haber estado sordo desde el principio. Si confías, tu mente dice: Piénsalo, tómate tu tiempo y luego toma una decisión. Todo debería ser tu decisión.

¿Lo has pensado alguna vez, que tu nacimiento no fue tu decisión? Nadie te preguntó previamente. E incluso si alguien hubiera querido preguntar, no estabas allí para poder ser preguntado. Tu nacimiento salió de lo desconocido; naciste de la nada. Un día desaparecerás de nuevo en lo desconocido. Esa será tu muerte. Esa no será tu decisión. Y entre estas dos, a veces habrá vislumbres del amor; todas ellas serán de lo desconocido. Si eres suficientemente afortunado, y pruebas la meditación y la oración, tendrás de nuevo unas pocas vislumbres de lo desconocido. No serán algo que tú hagas. De hecho, lo que haces es la barrera.

Hay cosas que sólo tú puedes hacer, y hay cosas que sólo se pueden hacer cuando tú no estás ahí para hacerlas. Hay cosas que sólo se pueden hacer en un estado profundo de no hacer: el nacimiento, la muerte, el amor, la meditación. Todo lo que es bello te sucede, recuerda esto.

Permite que se convierta en un recuerdo continuo: tú no puedes hacer esas cosas.

Mira el río: despreocupado de todo lo que sucede a su alrededor, fluye con profunda tranquilidad, con profunda calma, sin distraerse con lo que sucede en las orillas. Sin distraerse, sigue. Permanece centrado en su propia naturaleza, nunca se sale de su naturaleza. Permanece fiel a sí mismo. Nada lo distrae, nada hace que salga, que salga de sí mismo, sigue avanzando, Incluso si hay una guerra, incluso si están cayendo bombas, suceda lo que suceda, bueno o malo, el río permanece fiel a sí mismo. Sigue avanzando. El movimiento es su naturaleza intrínseca. Y la tranquilidad es como una sombra cuando eres fiel a ti mismo.

Y observa las flores de los árboles. Los árboles también son fieles a sí mismos. Ninguna flor está tratando de imitar de forma alguna a ninguna otra flor. No hay imitación, ni competencia, ni celos. La flor roja es simplemente roja, y tremendamente feliz de ser roja. Nunca le ha dado por pensar en ser otra cosa. ¿Dónde ha estado errado el hombre?

El hombre pierde su propia naturaleza a causa del deseo, la imitación, los celos, la competencia. El hombre es el único ser en la Tierra que no es fiel a sí mismo, cuyo río no está sintonizado consigo mismo; que siempre se está yendo a otra parte, que siempre está mirando a algún otro; que siempre está intentando ser otro. Esa es la desgracia, la calamidad. Sólo puedes ser tú mismo. No hay otra posibilidad, simplemente no existe.

Cuanto antes comprendas, mejor. No puedes ser Buda, no puedes ser Jesús, y no es necesario. Sólo puedes ser tú mismo.

Pero todos están intentando ser otra persona. Por eso seguimos alejándonos más y más de la fuente original. La distancia se crea a causa del deseo. Ves a alguien en un coche bonito y quieres ese coche. No es que necesites ese coche, justo un momento antes no lo necesitabas. De pronto, al ver a alguien en ese coche, ha surgido un deseo. Si no hubieras visto el coche, el deseo nunca habría surgido. Así que no es intrínseco a ti, sino algo que llega desde el exterior. Es como si el río fuera hacia el océano, y en la orilla el río hubiera visto algo y hubiera detenido el flujo; el río ya no quiere ir al océano. Ahora, en esa orilla, quiere aferrarse a algo, quiere poseer algo. Ahora el río se ha salido de su naturaleza intrínseca. Ha perdido su armonía, su autenticidad, su verdad.

Ves a alguien, un atleta, un cuerpo bello, ornamental, y de pronto surge un deseo. Te gustaría tener el mismo cuerpo, te gustaría ser Mohamed Alí, “el más grande”. O ves a un hombre bello o a una mujer bella y te gustaría ser como él. Recuerda una cosa: sólo puedes ser tú mismo; no hay otra manera. Todas las demás maneras te alejan de ti mismo.

Una vez que comprendes esto, has logrado la comprensión básica, e inmediatamente tu río comienza a fluir. No hay obstáculos. La gente viene a mí y dice que hay tantos obstáculos aquí y allá todos los obstáculos existen a causa de deseos muy enraizados de ser algo distinto a lo que puedes ser. Todos los obstáculos existen porque la energía se bloquea, porque la energía sólo conoce una manera de fluir: el flujo natural.

Imagina una rosa que se ha vuelto neurótica y quiere ser un loto. ¿Qué va a suceder ahora? Simplemente, habrá sufrimiento, y en ese sufrimiento la rosa no podrá ser una rosa. Una cosa es segura: la rosa no puede ser un loto, eso es absolutamente seguro. La rosa tampoco podrá ser una rosa; eso también es casi seguro, porque ahora todo el deseo se estará yendo muy lejos. La rosa soñará con el loto, y la rosa pensará en el loto, y la rosa comenzará a condenarse a sí misma.

¿Cómo vas a crecer si te condenas a ti mismo? La rosa no podrá amarse a sí misma. ¿Cómo vas a crecer si no puedes amarte a ti mismo? La energía no estará fluyendo. Ahora habrá obstáculos. Ahora la rosa estará continuamente en dificultades. Un día tendrá dolor de cabeza; otro día será alguna otra cosa. La rosa está enferma.

Una vez que la rosa llega comprender que sólo hay una posibilidad, y es ser una rosa, y que no hay necesidad de ser un loto, y que es perfectamente hermoso ser una rosa, una vez que la rosa se acepta a sí misma y desparece la condena, una vez que la rosa se ama a sí misma, vuelve la gracia, vuelve la dignidad. Ya no hay obstáculos, se disolverán. La rosa empezará a fluir como un río. La rosa será roja, feliz, tremendamente dichosa con lo que hubiere naturalmente disponible para ella.

Las rosas nunca se vuelven neuróticas. Ellas se ríen del hombre. Los lotos nunca se vuelven neuróticos. El mundo entero se ríe del hombre. El hombre es el único animal que se vuelve neurótico. Y la neurosis surge cuando intentas hacer algo que es innatural para ti; entonces surge la neurosis. En cuanto tienes un ideal, vas a volverte neurótico.

Tú eres el ideal, tú eres el destino.
VIVE EN TU PROPIA MORADA VERDADERA... esto significa simplemente ser uno mismo, no intentar ser alguna otra persona.

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