sábado, 26 de diciembre de 2015

LAS FICCIONES EN LA VIDA

¿Has visto a las gentes en el cine, viendo una película, lo diferentes que son? Lloran si algo sucede en la pantalla, fluyen lágrimas de sus ojos. En la vida real no los encuentras tan bondadosos, tan compasivos. En la vida real puede que sean muy duros. Pero viendo una película –y no hay nada en la pantalla; sólo luz y sombra, un juego, un sueño- lloran y gimen y se ríen, y se emocionan. En vez de mirar la película, resultará más valioso mirar a los espectadores. ¿Qué les está pasando a esas gentes?

El hombre parece estar más interesado en lo ilusorio que en la realidad. Y si intentas despertar a alguno de su mundo ilusorio, se enfada; nunca te perdonará. Se vengará, le has perturbado. Estas ficciones de la mente y la constante voluntad de escapar son los dos problemas que hay que confrontar.

He oído que:

Una madre quería pasar el sábado por la tarde de compras por el centro, y el padre, de profesión estadístico, aceptó de mala gana sacrificar su partida de golf y quedarse con los niños. Cuando volvió, el padre le entregó el siguiente informe sobre la tarde:

“Secar lágrimas, nueve veces. Atar zapatos, trece veces. Comprar globos, tres veces por niño. Duración media del globo, trece segundos. Decir a los niños que tengan cuidado y no crucen la calle, veintiún veces. Número de sábados que volveré a hacer esto, cero”.

Un estadístico es un estadístico. La mente es muy matemática; por eso la mente se ha vuelto tan poderosa. Por eso resulta tan difícil salirse de la mente. Has invertido tanto en ella: toda tu eficacia, todo tu calibre, toda tu carrera, todo depende de la mente. Y en la meditación tienes que salirte de ella. De ahí que muchas veces decidas salirte, pero en lo profundo de ti sigues aferrándote.

La mente recompensa de muchas formas. Especialmente en el mundo, si existes en un estado de no mente, no podrás competir, no podrás luchar violentamente; no puedes tomar parte en la implacable competición por salir adelante que tiene lugar continuamente. En esta multitud de locos, no podrás participar. Irás por la calle a un lado; encontrarás un camino propio.

Por supuesto, te harás rico, tremendamente rico, pero la sociedad no lo contará como riqueza. Serás bello, tremendamente bello, pero tu belleza será incomprensible para las mentes mediocres de que consta la sociedad. Serás muy, muy feliz, dichoso, silencioso, pero la gente creerá que te has vuelto loco, porque a ellos la desdicha les parece el estado normal de la mente humana. Ser desdichado les parece bien, pero ser dichoso les parece un tipo de locura. ¿Quién ha oído alguna vez de un hombre que sea feliz sin estar loco? No sucede nunca.

La mente es la masa humana interna. La masa ha creado un mecanismo dentro de ti; desde ahí se te controla. La sociedad cree en ciertas cosas; la sociedad ha inculcado esas creencias en ti. En lo profundo de ti, cuando apenas te dabas cuenta, te hipnotizó para seguir un cierto papel. Si haces algo en contra de ese papel, la conciencia inmediatamente te dirá que no.

Esa conciencia no es realmente consciencia; es un sustituto, un truco social, es política. La sociedad ha creado ciertas reglas en tu mente, y si vas contra ellas, la voz de la sociedad surge inmediatamente en tu interior: No lo hagas. Está mal. Es pecado. La sociedad te fuerza desde dentro para que te sientas culpable.

Si quieres salirte de lo que llaman conciencia, y lograr una consciencia real y auténtica, necesitas hacer un gran esfuerzo. Y todo el esfuerzo va a ser éste: llevar la consciencia desde la mente a la no-mente, de la conciencia a la conciencia.

La conciencia te la da la sociedad; la consciencia surge en ti. La conciencia es prestada, rancia, podrida; la conciencia viene del pasado, que ya no existe, la vida ha cambiado completamente. La consciencia viene de ti. La consciencia siempre es del presente, siempre es fresca. La consciencia te hará más íntegro, la consciencia es integridad.

La palabra “integridad” es una palabra latina; proviene de dos raíces, in y tangere. Tangere significa puro, entero, incorrupto, virgen. Un hombre íntegro está entero; no es múltiple, es uno. Un hombre íntegro es puro, sin corromper por el pasado, virgen. Y de esa virginidad surge la fragancia que llamamos religión.

Moralidad no es lo mismo que religión. La moralidad es un truco social.

La religión es un descubrimiento individual, tienes que descubrir la religión.

La moralidad puede ser dada; la religión, nunca.

sábado, 19 de diciembre de 2015

ESCAPANDO DE LA REALIDAD

Normalmente, sigues a la multitud. Resulta conveniente, cómodo; es como un sedante. Con la multitud no necesitas preocuparte; la responsabilidad recae en la multitud. Puedes dejar todas las preguntas a los expertos. Y puedes fiarte de una larga tradición, la sabiduría de los siglos. Cuando tanta gente está haciendo lo mismo, es más fácil imitarles que hacer lo que tú quieres, porque una vez que empiezas a hacer lo que tú quieres, surgen a dudas: quizá... ¿vas bien o mal? Con una gran multitud que hace lo mismo, te haces parte de ella. Nunca surge la pregunta si vas bien o mal. “Tanta gente no puede estar equivocada –sigue diciendo la mente-, deben de tener razón. Y han estado haciendo lo mismo durante tantos siglos; debe haber algo de verdad en ello”. Si surge en ti la duda, entonces esa duda es culpa tuya. Durante siglos y siglos una multitud ha estado haciendo cierta cosa. Uno puede seguir fácilmente, imitar. Pero en cuanto imites a otros, nunca podrás saber quién eres.

En lengua malaya hay una palabra, lattah. Es muy bella. La palabra significa: la gente imita a los demás porque tiene miedo; por miedo, la gente imita a los demás ¿Lo has observado? Si estás sentado en el teatro y de pronto hay fuego en el teatro y la gente echa a correr, seguirás a la multitud, donde quiera que vaya. Sucede cuando un barco se está hundiendo; el mayor problema es éste: que toda la multitud corre en una dirección, se juntan en un lado, lo que hace que el barco se hunda antes.

Cuando te asustas, pierdes individualidad. Entonces no hay tiempo para pensar y meditar, entonces no hay tiempo para decidir por ti mismo; hay poco tiempo y se necesita una decisión. En momentos de miedo, la gente imita a los demás. Pero, normalmente, también vives en lattah, vives en un estado de miedo continuo. Y a la multitud no le gusta que seas diferente, porque eso crea sospechas también en la mente de otros.

Si una persona va contra la multitud –un Jesús o un Buda-, la multitud no se siente bien con ese hombre, la multitud lo destruirá; o, si la multitud es muy culta, lo adorará. Pero ambas cosas son lo mismo. Si la multitud es un poco salvaje, inculta, Jesús será crucificado. Si la multitud es como los indios, muy culta, con siglos de cultura, de no violencia, de amor, de espiritualidad, adorarán a Buda. Pero al adorarlo están diciendo: Somos diferentes; tú eres diferente. No podemos seguirte, no podemos ir contigo. Eres bueno, muy bueno, pero demasiado bueno para ser verdad. No eres uno de nosotros. Eres un dios, te adoraremos. Pero no nos perturbes; no digas cosas que puedan trastornarnos, que puedan alterar nuestro placentero sueño.

Matar a un Jesús o adorar a un Buda, ambas cosas son lo mismo. Se mata a Jesús para que la multitud pueda olvidar que existió un hombre así, porque si ese hombre es de verdad... Y este hombre es de verdad. Todo su ser está tan lleno de gozo y bendición que es de verdad; porque la verdad no se puede ver, sólo se puede sentir la fragancia que surge de un hombre verdadero. Ese gozo lo pueden sentir los demás, y esa es la prueba de que ese hombre es de verdad. Pero si este hombre es de verdad, entonces toda la multitud está equivocada, y eso es demasiado. La multitud no puede tolerar una persona semejante; es una espina, dolorosa. Hay que destruir a ese hombre, o adorarlo, para así poder decir: Tú vienes de otro mundo, no eres uno de nosotros. Eres un bicho raro, no eres normal. Puede que seas la excepción, pero la excepción tan sólo confirma la regla. Tú eres tú, nosotros somos nosotros: seguiremos nuestro camino. Está bien que hayas venido –te respetamos muchísimo-, pero no nos molestes. Pones al Buda en el templo para que no tenga que venir al mercado; si no, creará problemas.

Vas siguiendo a los demás por miedo. No te puedes hacer un individuo por miedo. Abandona el miedo, porque es una búsqueda tal que entrará en peligro, tendrás que tomar riesgos. Y la sociedad y la multitud no se van a sentir bien. Y la sociedad te creará todo tipo de dificultades, para que puedas volver en ti y volverte normal de nuevo.

Lo primero que os digo acerca del hombre es que está más interesado en imágenes que en la realidad, más interesado en su imagen que en sí mismo. Y la segunda cosa básica sobre el hombre que hay que recordar es: el hombre es el único animal que está erguido, el único animal que camina con sus dos piernas traseras. Esto ha creado una situación muy única para el hombre.

Los animales caminan con sus cuatro patas. Sólo pueden mirar en una dirección. El hombre se alza sobre sus dos pies, puede mirar en todas las direcciones simultáneamente. No necesita girar todo su cuerpo; simplemente girando la cabeza puede mirar en todas las direcciones. A causa de esta posibilidad, el hombre se vuelve un escapista. En cuanto hay un peligro, en vez de luchar y confrontar el peligro, se escapa. En la misma situación en la que el animal tendría que enfrentarse al enemigo, el hombre trata de escapar. Todas las direcciones están disponibles. El enemigo viene del norte –hay un león ahí-; ahora bien, todas las direcciones están disponibles para el hombre; puede huir, puede escapar.

El hombre es el único animal escapista. No hay nada de malo en ello en lo que respecta a luchar con los animales, el hombre ya ha estado en la naturaleza salvaje durante mucho tiempo. Y aún sigue escapándose de los leones y de los tigres; debe de haber tenido grandes experiencias en el pasado. Pero ese escapismo se ha convertido en un mecanismo profundamente enraizado en el hombre. Y sigue haciendo lo mismo con las cosas psicológicas.

Si hay miedo, en vez de confrontarlo va en otra dirección, reza a Dios, pide ayuda. Al sentir la pobreza, en la pobreza, en vez de enfrentarse a ella, va acumulando riquezas, para así poder olvidar que se siente pobre por dentro. Al ver que no se conoce a sí mismo, en vez de enfrentarse a esta ignorancia, va recogiendo conocimientos, como un loro, y va repitiendo cosas prestadas.

Todo esto son escapes. Si realmente quieres enfrentarte a ti mismo, tendrás que aprender a no escaparte. Llega la ira; no te escapes de ella. Cuando te sientes enfadado, comienza a hacer algo para estar ocupado. Por supuesto, si tu energía se mueve en otra dirección, la ira se reprime. No le das ninguna energía; vuelve a caer en el inconsciente. Pero se vengará; tarde o temprano encontrará una oportunidad de nuevo y saldrá de manera desproporcionada con respecto a la situación.

Si surge en ti el sexo, empiezas a hacer otra cosa, empiezas a repetir un mantra. Pero todo eso son escapes. Y recuerda: la religión no es un escape. Las religiones que conoces son todas ellas escapes; pero la religión de la que yo hablo no es un escape, es un encuentro. Hay que enfrentarse a la vida. Todo lo que se presente ante ti, tienes que examinarlo en profundidad, porque esa profundidad misma se convertirá en tu autoconocimiento.

sábado, 12 de diciembre de 2015

EL AUTO CONOCIMIENTO

Autoconocimiento significa que has llegado a comprender una cosa: que tienes que conocerte a ti mismo inmediata, directamente, no a través de los demás, no pasando por los demás. No hay necesidad de preguntar a nadie; es muy estúpido preguntar a alguien: ¿Quién soy? ¿Cómo podría alguien responder? Entra en tu interior. Entra en tu propia energía; está ahí. Simplemente, saboréala, fúndete con ella.

Una vez que has comprendido que tienes que buscar tu identidad dentro de ti, en total soledad, te estás liberando de las masas, de la multitud. Ha nacido la individualidad, te estás haciendo un individuo, único. Y recuerda: cuando digo “individuo” no quiero decir egoísta. Un egoísta siempre es parte de las masas. El ego e la suma de todas las opiniones de los demás sobre ti que has ido recogiendo; de ahí que el ego sea tan contradictorio. A veces dice que no eres bello, que eres muy feo; a veces dice que eres muy bello, muy encantador; a veces dice que eres un tonto; a veces dice que eres un sabio, porque en tantas situaciones se han dicho tantas cosas sobre ti, y tú las has recogido todas.

El ego siempre está en dificultades. Es una entidad falsa. Parece que existe, pero no existe.

Cuando te haces individuo... La palabra es buena: significa indivisible. Individuo significa lo que no puede ser dividido, lo que no puede sufrir ninguna escisión, lo que no puede ser dos, dual o múltiple, lo que es absolutamente uno, sin que exista ninguna división; entonces eres un individuo. No tiene nada que ver con el ego. El ego es una barrera para ello, porque el ego siempre está dividido, tanto que muchas veces hay personas que vienen a mí y les pregunto: ¿Eres feliz?, y se encogen de hombros. Yo les pregunto: ¿Eres desgraciado?, y de nuevo se encogen de hombros. No están seguros sobre el estado de ánimo en que se encuentran, porque hay muchos estados de ánimo juntos en su interior.

Les gustaría decir tanto sí como no a cada pregunta.

Me han contado de un líder político que sufría de desdoblamiento de la personalidad, el comienzo de la esquizofrenia. Fue hospitalizado. También en las cosas muy corrientes se había vuelto muy indeciso. No podía tomar decisiones corrientes: si ir al baño o no, comer esto o no, ponerse esa ropa o no, pequeñeces, trivialidades. Y cualquier cosa que tenía que decidir le producía temblores. Le trataron seis meses en el hospital, y cuando los médicos decidieron que estaba perfectamente bien, le dijeron:

-Ahora puede irse. Ya está normal; el problema ha desaparecido. ¿Qué dice usted?

Él dijo:

-Sí y no.

El ego es múltiple, nunca es uno. No puede ser uno porque ha sido recogido de muchísima gente diferente. Tú eres uno, el ego es múltiple. Y si piensas que eres el ego, vas camino de la locura.

Una vez viajé por todo el país con un amigo. Él estaba continuamente con su cámara. En el Himalaya no estaba interesado en el Himalaya, estaba interesado en sacar fotos. Una noche de luna llena estábamos mirando el Taj Mahal, y lo que le interesaba era sacar fotos. Después de estar unos momentos juntos, le pregunté:

-¿Qué estás haciendo? El Taj Mahal está aquí; no te veo mirar el Taj Mahal. Estás ocupado continuamente por tus fotos, si saldrán o no, si la luz es adecuada o no.

Él dijo:

-¿Por qué preocuparse por el Taj Mahal? Después voy a hacer un bello álbum de todo el viaje. Entonces podré sentarme y ver cosas.

Interésate más por la realidad. Y cuando la mente trate de separarte de la realidad, en imágenes, ficciones, sueños, estate alerta, vuelve. Vuelve al momento presente.

Un médico solía venir aquí; ahora lo han trasladado fuera de Puna. Él estaba tomando notas constantemente; mientras yo hablaba, él tomaba notas. Yo le dije:

-Cuando estoy hablado, trata de comprender lo que digo.

Él dijo:

-Pero tomar notas está bien, porque después, en casa, tranquilamente, puedo repasarlas y comprender.

Pero este hombre nunca podrá comprender lo que digo, porque no es cuestión de tomar notas; es una transmisión de una cierta visión. Él nunca me miró porque estaba mirando su papel. Y no creo que pudiera escribir notas tampoco, porque para cuando escribía, ya se había dicho otra cosa y él se la perdía. Sus notas serán fragmentarias. Y luego él las convertiría en un todo; ese todo sería suyo, no mío.

Tienes que estar aquí conmigo en realidad, totalmente aquí conmigo. Entonces... Entonces surge un nuevo entendimiento. Y tal debería volverse tu modo de vida, el estilo mismo. Estar constantemente involucrado en la realidad, participando en la realidad. No seas un espectador, y no te intereses demasiado en imágenes; de otra forma, poco a poco perderás la capacidad de ser consciente de la realidad. Pero la mente tiene hábitos viejos, profundos, y al principio va a ser una lucha constante. La mente es como un vendedor.

La mente sigue acumulando cosas, catalogando todas las experiencias, categorizando, clasificando, archivando, para poder usarlas en el futuro, cuando llegue el momento. Pero la vida está tan viva que nunca pregunta las mismas preguntas otra vez. Y si estás demasiado en la mente, lo que respondes nunca es apropiado, nunca puede serlo. La vida sigue cambiando a cada momento.

Así que intenta estar más alerta en vez de tener más conocimientos. Si almacenas demasiados conocimientos, estarás coleccionando imágenes, memorias; irás tomando notas; irás comparando con tus notas. Llegarás ante una bella rosa y la compararás con otras rosas que has visto en el pasado; o puede que la compares con otras rosas que esperas ver en el futuro, pero nunca mirarás esa rosa. ¡Y sólo esa rosa es real! Las rosas que hay acumuladas en tu memoria no son reales, y la rosas con las que sueñas tampoco son reales. Sólo esa rosa es real. Recuerda esto, aquí y ahora.

sábado, 5 de diciembre de 2015

BUSCÁNDOSE ASÍ MISMO

El hombre es el único animal que dibuja su imagen, su propia imagen. Ningún otro animal lo ha hecho nunca. No sólo dibuja imágenes de sí mismo; se para ante el espejo, se mira a sí mismo reflejado. No sólo eso, se para ante el espejo, mira su reflejo y se mira a sí mismo mirando su reflejo, y así sucesivamente. A causa de esto surge la autoconciencia. A causa de esto nace el ego. A causa de esto, al hombre le llegan a interesar más los reflejos que la realidad.

¡Observa tu propia mente! Te llega a interesar más una imagen pornográfica que una mujer auténtica. Las imágenes tienen un control tremendo sobre la mente humana; por eso el hombre vive en una ficción. Y el autoconocimiento no es posible en la ficción. Te tiene que interesar más lo real que lo reflejado. Hay que romper los espejos. Tienes que volver a casa; si no, seguirás alejándote más y más de ti mismo.

Este interés en reflejos, ficciones, sueños, pensamientos, imágenes, es la causa básica por la que el hombre no puede conocerse a sí mismo. No está interesado en absoluto en sí mismo. Está más interesado en la opinión de los demás, en lo que piensan de él. Eso, de nuevo, es un espejo. Estás continuamente preocupado por lo que la gente piensa de ti. No estás preocupado en absoluto por saber quién eres –esa no es una búsqueda real-, sino por lo que la gente piensa que eres. Por eso continúas decorándote. Tu moralidad, tu virtud, no es más que una decoración para poder parecer bello, bueno, honrado, religioso, a los ojos de los demás. Pero eso es una gran pérdida.

Que la gente piense que eres religioso no te hace religioso. Que la gente piense que res feliz no te hace feliz. Y una vez que estás en la pista falsa, puedes desperdiciar toda tu vida.

Ten más interés en ser feliz que en que piensen que eres feliz. Ten más interés en ser bello que en que piensen que eres bello, porque los pensamientos no pueden satisfacer tu sed, los pensamientos no pueden satisfacer tu hambre. Que la gente piense que estás bien alimentado o no, no es la cuestión; no puedes engañar al cuerpo. Se necesita comida real, las imágenes de comida no bastarán. Se necesita agua real, las imágenes de agua, las fórmulas del agua, no bastarán. H2O no puede saciar tu sed. Una vez que comprendes esto, comienza el descubrimiento.

Obsérvate a ti mismo. Te pillarás con las manos en la masa muchas veces al día, pensando en ficciones en vez de en la realidad. Mirarse en el espejo y pensar que te estás mirando a ti mismo es una de las cosas más absurdas. El rostro que se refleja no es tu rostro; es sólo la superficie, es sólo la periferia. Ningún espejo puede reflejar tu centro. Y la circunferencia no eres tú. La circunferencia sigue cambiando a cada momento; es un flujo.

¿Por qué estás tan atraído por la forma? ¿Por qué no por lo real? Un hombre que se busca a sí mismo, al que ha llegado a interesarle el autoconocimiento, va rompiendo todos los espejos. No sonríe porque la gente le está mirando y una sonrisa causará una buena impresión, sonríe cuando lo siente. Su sonrisa es auténtica. No depende de la gente, no depende de quién esté mirando. Él vive su vida. No está siempre intentando convencer a una audiencia de que “soy de tal o cual manera”.

Recuerda: la gente que está demasiado interesada en convencer a los demás es gente vacía, hueca por dentro. No tienen nada auténtico. De otra forma, el deseo desaparecerá. Si eres feliz, eres feliz, y no piensas en ello, en que tienes que verlo reflejado en los ojos de los demás. No vas recogiendo opiniones. Cualquier identidad que creas tener, simplemente analiza y verás que miles de personas han dicho cosas sobre ti y tú las has recogido. Algo que dijo tu madre, algo que dijo tu padre, tu hermano, los amigos, la sociedad, y tú has recogido todo eso. Por supuesto, va a ser contradictorio, a causa de tanta gente, tantos espejos. Tu identidad es autocontradictoria. No puedes llamarla un “yo”, porque un “yo” sólo es posible cuando ya has dejado de vivir en contradicciones. Pero para eso tienes que entrar en tu interior. Lo primero que hay que comprender es que tu ser ya te está esperando, dentro de ti. No necesitas mirar a los ojos de nadie más.

No creas en los espejos, cree en la realidad.

He oído que sucedió una vez:

Un viejo clérigo aconsejó a un político que se pusiera bajo la lluvia y elevase la cabeza hacia el cielo:

-Le traerá una revelación –le prometió.

Al día siguiente, el político volvió.

-Seguí su consejo –le dijo-, y el agua cayóme por el cuello y me sentí un tonto.

-Bueno –dijo el clérigo-, para ser la primera vez, ¿no le parece bastante revelación?

Si puedes comprender tu necedad, eso es ya toda una revelación; sí, lo es, porque el viaje comienza en ese punto.

Un hombre que está constantemente preocupado por la impresión que causa en otros, qué aspecto tiene en los espejos, es un necio, porque está desperdiciando una gran oportunidad en la que son posibles tremendas experiencias. Pero no ha dado el primer paso, por miedo a parecer tonto. No tengas miedo a la necedad porque, si no, continuarás siendo un necio.

Un día u otro tienes que aceptar el hecho de que hasta ahora has estado viviendo en una profunda estupidez. Y si continúas viviendo de esa forma –a través de espejos, reflejos, opiniones-, poco a poco pierdes tu individualidad, te haces parte de las masas, pierdes tu alma. Entonces no eres un individuo auténtico.

La palabra “masa” proviene de la raíz latina massa. Massa significa algo que puede ser moldeado, amasado. Y cuando digo que te conviertes en masa, quiero decir que constantemente estás siendo moldeado por los demás, amasado por los demás. Pero tú lo permites, tú cooperas con ello. Tú te tomas todo tipo de molestias para hacerte parte de la masa, de alguna multitud, porque al estar solo pierdes tu identidad. Toda tu identidad depende de la masa.

Es por eso que la gente, cuando se jubila, muere antes. Los psicoanalista dicen que se cortan al menos diez años de vida. Los políticos, cuando están en el poder, están muy sanos; en cuanto ya no están en el poder, su salud desaparece, mueren pronto, porque sin poder, toda su identidad empieza a desaparecer como un sueño. Sin el cargo, de pronto ya no eres nadie. No has sido nadie en toda tu vida, pero sigues creyendo en las ficciones que creas en torno a ti.

Un hombre que es un gran oficial piensa que es insigne; en cuanto ya no ocupa ese puesto, toda la eminencia desaparece. Un hombre que es rico cree que es rico por su riqueza; siente que es alguien. Si de pronto va a la bancarrota, no es sólo que su salud desaparezca, su propia alma desparece, toda su identidad desaparece. Era un barquito de papel, era una casa de naipes, una pequeña brisa, y todo desaparece.

sábado, 28 de noviembre de 2015

LA BÚSQUEDA DE LA VERDAD (II PARTE)

El mundo es un sueño. No es que no exista, no es que no sea, el mundo es un sueño porque el mundo que tú piensas que es no es más que tu sueño, porque estás dormido, inconsciente, soñoliento, moviéndote, haciendo cosas. ¡Afortunadamente no puedes ir muy lejos! Te puedes iluminar en este mismo momento.

La búsqueda no te va a ayudar a alcanzar la meta porque la meta nunca se ha perdido. La búsqueda sólo va a ayudarte a abandonar la avaricia, el miedo, la posesividad, la envidia, el odio, la ira. La búsqueda sólo va a ayudarte a abandonar los obstáculos, y una vez que ya no hay obstáculos, de pronto uno se da cuenta: siempre he estado aquí, nunca he ido a ninguna otra parte.

Así que la búsqueda entera es en cierta forma negativa. Es como cuando alguien hace una estatua partiendo de un bloque de mármol. ¿Qué es lo que hace? Simplemente va quitando las partes no esenciales, y poco a poco aparece la imagen.

Alguien preguntó a Miguel Ángel... Estaba haciendo una estatua de Jesús y alguien comentó:

-Es una gran creación.

Él dijo:

-Yo no he hecho nada. Jesús estaba escondido dentro de este bloque de mármol y yo le he ayudado a salir. Él ya estaba ahí, sólo que había más mármol del necesario. Lo no esencial estaba ahí, yo he quitado lo no esencial. Simplemente lo he descubierto, no lo he creado.

De hecho, el bloque de mármol había sido desechado por los constructores. Caminando por la iglesia que iban a construir, Miguel Ángel preguntó a los constructores:

-¿Por qué han tirado este bloque de mármol?

Ellos dijeron:

-No sirve.

Así que se lo llevó, y una de las imágenes más bellas de Jesús salió de él.

Miguel Ángel solía decir:

-Cuando pasaba junto a este bloque de mármol, Jesús me llamó. Escondido en este bloque de mármol, dijo: “¡Miguel Ángel, ven y sácame!”. Yo sólo he hecho un trabajo en negativo.

El buscador es lo buscado. Es sólo que hay varias cosas innecesarias apremiándote. La búsqueda es negativa, deshazte de ellas y descúbrete a ti mismo en toda tu gloria.

Al comprender la enseñanza... Budas, millones de budas, han estado en la tierra. Todos han enseñado lo mismo. No pueden hacer otra cosa. La verdad es una; las descripciones, muchas. La verdad es una, han hablado de ella. Si tratas de comprender, podrás distinguir las huellas. Pero en vez de comprender, intentas seguir, y ahí yerras.

Seguir no es comprender. Comprender es algo muy, muy profundo. Cuando comprendes, no te haces budista. Cuando comprendes, te haces tú mismo un buda. Cuando comprendes, no te haces cristiano. Cuando comprendes, te conviertes en el mismo Cristo. Seguir te hará ser un cristiano. Comprender te hará ser un cristo, y la diferencia es tremenda. Seguir es, de nuevo, “decidofobia”. Seguir significa: Ahora, simplemente, seguiré ciegamente. Ahora ya no se trata de mi propia decisión. Ahora iré donde tú vayas. Comprender es: Escucharé lo que digas y meditaré. Y si surge mi comprensión y concuerda con tu comprensión, entonces seguiré mi comprensión.

Los maestros son útiles, muestran el camino. No te aferres a ellos. Seguir es aferrarse, es producto del miedo, no de la comprensión.

Una vez que te vuelves un seguidor, estás perdiendo la pista. Una vez que te vuelves un seguidor, una cosa es cierta: que ya no estás investigando. Te puedes hacer teísta y puedes decir “Dios es, yo creo en Dios”. Te puedes hacer ateo y puedes decir “No creo en Dios. Soy ateo. Pero en ambos casos te has unido a una iglesia. Te has unido a una doctrina, a un dogma. Te has unido a una turba, a una muchedumbre.

La búsqueda es individual, llena de peligros. Uno tiene que ir solo. Pero esa es su belleza. En profunda soledad, sólo en una profunda soledad en la que ni siquiera está presente un pensamiento, Dios entra en ti, o se revela a ti. En profunda soledad, la inteligencia se convierte en una llama, brillante. En profunda soledad, el silencio y el gozo te rodean. En profunda soledad se abren los ojos, se abre tu ser. La búsqueda es individual.

¿Qué estoy haciendo aquí? Estoy intentando haceros individuos. Os gustaría volveros parte de una multitud, os gustaría eso porque resulta muy conveniente y cómodo seguir como un ciego. Pero yo no estoy aquí para volveros ciegos. Yo no estoy aquí para dejar que os aferréis a mí, porque entonces no os estaría ayudando de ninguna forma. Os dejaré estar junto a mí, pero no dejaré que os colguéis. Os dejaré todas las posibilidades para comprenderme, pero no dejaré que creáis en mí. La diferencia es sutil pero grande. Y permaneced alerta, porque vuestra mente tenderá a poner la responsabilidad en mí.

Eso es lo que queréis decir cuando afirmáis: me he entregado. No es una entrega por confianza, es una entrega por decidofobia, por miedo, miedo a estar solos. No, yo no estoy aquí para hacer vuestro viaje cómodo, conveniente, porque no se puede hacer cómodo ni conveniente. Tiene que ser duro, es duro, es cuesta arriba. Y en el último momento, en el momento final que la gente zen llama satori, ni siquiera yo estaré allí contigo. Sólo hasta la puerta podemos ser compañeros de viaje. Cuando entras por la puerta, entras solo.

Así que durante todo el camino tengo que hacerte capaz de estar solo. Tengo que ayudarte a abandonar el miedo, ayudarte a volverte decidido. Confía en la vida, no hay necesidad de ninguna otra confianza. Confía en la vida y te llevará espontánea y naturalmente a lo supremo, a la verdad, a Dios, o como tú quieras llamarlo.

El río de la vida está fluyendo hacia el océano. Si confías, fluyes en el río. Ya estás en el río, pero te estás aferrando a algunas rocas muertas de la orilla. O estás intentando luchar contra la corriente. Aferrarse a escrituras, aferrarse a dogmas, doctrinas, significa no permitir que el río te lleve con él. Abandona todas las doctrinas, todos los dogmas, todas las escrituras. La vida es la única escritura, la única biblia. Confía en ella y deja que te lleve al océano, a lo supremo.

sábado, 21 de noviembre de 2015

LA BÚSQUEDA DE LA VERDAD (I PARTE)

La búsqueda es difícil porque la verdad es desconocida. La búsqueda es difícil, porque la verdad no sólo es desconocida, es incognoscible. La búsqueda es difícil, porque el que busca tiene que arriesgar su vida entera por ella.

Si sigues las escrituras, estás siguiendo ríos que ya tienen nombre. Si sigues cierta religión, secta, iglesia, entonces tienes un mapa, y la verdad no puede tener ningún mapa. No puede haber ningún mapa porque la verdad es privada y no pública. Los mapas se hacen públicos; son necesarios para que también otros puedan seguir. En el mapa se muestran las autopistas, no los pequeños senderos para caminantes; y la religión es un sendero, no una autopista. No puedes llegar a Dios como cristiano o hindú o mahometano. Puedes llegar como tú, auténticamente tú, y no puedes seguir el camino de nadie.

Y llega un momento en la búsqueda en el que uno se siente completamente exhausto, cansado. Uno empieza a pensar que hubiera sido mejor no haber empezado esta búsqueda. Uno se siente tan frustrado que empieza a tener celos de los que nunca se han preocupado por cosas semejante. Esto es natural, pero es ese exactamente el momento en que comienza la búsqueda auténtica.

Este agotamiento, este cansancio, es de la mente. La mente se siente cansada porque la mente siempre se siente feliz siguiendo mapas. Con lo conocido, la mente sigue siendo el maestro; con lo desconocido, lo inesperado, la mente se siente completamente perdida. La mente no puede comprender qué está pasando, la mente se siente cansada, la mente se siente exhausta. La mente dice: ¿Qué estás haciendo? ¿Por qué estás desperdiciando tu vida? ¡Vuelve atrás! ¡Ven al mundo, se como los demás! Sigue a la multitud, no intentes ser individual.

Por eso nunca ves hippies de más de treinta cinco años. Para entonces ya están cansados. Para entonces ya empiezan a pensar en casarse, establecerse, tener una casa. Para entonces ya empiezan a volverse serios. Para entonces ya se han olvidado de todo eso de la revolución y la rebelión y todas esas cosas. Se hacen parte del statu quo; cansados, exhaustos; de hecho, arrepentidos, sintiéndose como culpables. Este momento llega en la búsqueda de todos. Es un momento esencial. Y si puedes continuar, incluso sintiéndote exhausto, cansado, frustrado; si aún puedes seguir hacia delante, entonces se abandona la mente y aparecen los primeros atisbos de la meditación.

Si continúas, si no escuchas a la mente y a su juego del cansancio, el agotamiento, y esto y lo otro... La mente quiere arrastrarte de vuelta, al rebaño, a la multitud. La mente quiere que pertenezcas a una secta, a una iglesia, para que así no tengas que decidir cada paso por ti mismo. Todo está decidido de antemano, todo está ya listo. Sólo tienes que creer en ello.

La mente sólo se abandona cuando has seguido hacia delante mientras la mente decía que te parases; si no escuchas a la mente y dices: Voy a investigar, voy a buscar. Si estás cansado, puedes abandonar. La mente seguirá aferrándose a ti un poco más de tiempo. Pero si no escuchas y te distancias de ella sin prestarle interés, y tus ojos permanecen enfocados en el objetivo, llegarás a descubrir huellas. Siempre han estado ahí, sólo que tú estabas demasiado lleno de pensamiento, demasiado nublado por la mente. Por eso no eras capaz de ver esas huellas sutiles, incluso bajo tus mismos deseos. Incluso bajo los deseos encuentras escondido a Dios. Incluso bajo las llamadas cosas mundanas has estado buscando algo del más allá.

Si un hombre busca más y más dinero, ¿qué está buscando realmente?, ¿dinero? Si lo que está buscando es dinero, llegará un punto en que se sentirá satisfecho, pero ese punto nunca llega. Parece ser que está buscando otra cosa. Erróneamente, buscando dinero, está intentando encontrar otra cosa. Quiere ser rico...

Déjame decírtelo de esta forma: Un hombre que está buscando dinero quiere ser rico, pero no sabe que ser rico es totalmente diferente de tener dinero. Ser rico significa tener todas las experiencias que la vida te puede ofrecer. Ser rico significa ser un arco iris, no blanco y negro, todos los colores juntos. Ser rico significa ser maduro, estar alerta, vivo.

El hombre que está buscando dinero está buscando otra cosa; por eso, cuando se ha conseguido dinero, no se ha conseguido nada. El hombre que está buscando poder, ¿qué está buscando realmente? Quiere ser un dios. Y en el mundo, dice, si tienes poder puedes simular ser un dios. Detrás de su búsqueda de poder se esconde la misma búsqueda de Dios. De forma que cuando logre el poder, de pronto se sentirá impotente por dentro, sin ningún poder; por fuera, riqueza; por dentro, pobre, un mendigo.

Y entonces uno se sorprende: ¿cómo es posible que no pudiera ver estas huellas? ¡Están justo enfrente de mí! Siempre han estado ahí, como la propia nariz. Pero si tienes los ojos cerrados o nublados, no puedes ver.

Esta es la situación. Cuanto más rápido corres, más confuso te vuelves. Cuanta más velocidad coges, más y más confusión llega a ti. Poco a poco, pierdes todo sentido de la dirección. Simplemente, sigues zumbando de aquí para allá. La velocidad misma se convierte en la meta, como si al correr rápidamente uno sintiera que está llegando a alguna parte; de ahí la atracción a la velocidad. Es una neurosis.

Yo te conozco. No puedes ir muy lejos, porque lo cierto es que simplemente estás soñando con la velocidad, con el movimiento, con la meta. Estás profundamente dormido. Todo está sucediendo en tu mente, no en la realidad.

Por eso el zen dice que, si estás listo, la iluminación es posible en este mismo momento, porque no puedes ir muy lejos. Si tu viaje es un viaje real, entonces no es posible.Tendrás que volver. Tendrás que recorrer la misma distancia de nuevo.

sábado, 14 de noviembre de 2015

MIEDO A CONOCERNOS

La gente tiene miedo de ser ella misma. La gente tiene miedo de ser ella misma porque si intentas ser tú mismo estarás solo. Todo el mundo es único y estás solo. Si intentas ser tú mismo, sentirás soledad. Por eso la gente sigue a los demás, a la multitud; se unen a la multitud. Ahí no se sienten solos... Rodeados, hay tanta gente ahí. Si meditas, estarás solo, y si te vuelves loco tratando de conseguir dinero nunca estarás solo, el mundo entero va en esa dirección. Si buscas a Dios, estarás solo; pero si buscas la política, el poder, entonces el mundo entero estará ahí, nunca te dejarán solo.

Walter Kaufmann ha inventado una nueva palabra para designar cierto miedo que siempre ha existido, pero para el que no existía una palabra. Él lo llama “decidofobia”. La gente tiene miedo de decidir algo por sí misma: “decidofobia”. Dejan que otros decidan por ellos, así no tienen que tomar la responsabilidad.

Naciste accidentalmente en una familia hindú, o una familia cristiana; y permitiste a tus padres que decidieran tu religión. ¿Cómo pueden tus padres decidir tu religión? ¿Quiénes son ellos para decidir tu religión?, y ¿cómo puede quedar esto decidido por nacimiento? El nacimiento no tiene nada que ver con la religión. ¿Cómo puede decidir el nacimiento? Tus padres deciden tu religión y así sucesivamente; tú decidirás la religión de tus hijos.

Tomada prestada, debe de haber algún miedo profundo a tomar una decisión propia. El miedo es que si decides por ti mismo, ¿quién sabe?, puede ser una decisión equivocada. Es mejor dejar que decidan otros; ellos saben más, tiene más experiencia. Deja que decida la tradición, deja que decida la sociedad, deja que decidan los políticos, deja que decidan los sacerdotes... Una cosa es cierta: otros tienen que decidir para que tú quedes libre de la responsabilidad de tomar una decisión. Por eso la gente continúa siguiendo a otros, y todo el mundo va perdiendo su propia individualidad.

Hay dos maneras de evitar la decisión: Una es: dejar que decidan otros. Otra es: no decidir nunca, simplemente dejarse llevar. Ambas son lo mismo, porque lo básico es no tomar la responsabilidad de decidir. Las nuevas generaciones han elegido la otra alternativa: dejarse llevar. Las generaciones viejas han elegido la primera alternativa: dejar que decidan otros. Puede que no permitas que decida tu padre, pero eso no significa que tú vas a decidir por ti mismo, puede que simplemente te dejes llevar. Puedes hacer cosas, pase lo que pase... puedes volverte un tronco flotando a la deriva.

De ambas formas, la búsqueda se hace imposible. La búsqueda significa determinación. La búsqueda significa tomar riesgos. Así que recuerda esta palabra, “decidofobia”. No tengas miedo, abandona ese miedo. ¿Quién puede decidir por ti? Nadie puede decidir nada por ti. Sí, otros pueden ayudarte, otros pueden mostrarte el camino, pero la decisión tiene que ser tuya, porque a través de tu decisión nacerá tu alma.

Cuanto más tomas la responsabilidad del compromiso... Por supuesto, es muy peligroso, pero la vida es peligrosa. Ya sé que hay muchas posibilidades de extraviarse, pero hay que tomar ese riesgo. Hay posibilidades de que yerres, pero errando se aprende. La vida es un experimento, un tanteo.

He oído que:

En el siglo XVIII, Francia tenía una aristocracia decadente y privilegiada, y un pobre profesor fue contratado para enseñar geometría al vástago de uno de los duques de la nación.

Esmeradamente, el profesor planteó uno de los primeros teoremas de Euclides al joven noble, pero, a cada pausa, el joven sonreía amablemente y decía:

-Mi buen hombre, no le sigo.

Suspirando, el profesor simplificó el asunto, fue más despacio, usó palabras más básicas, pero el joven noble aún decía:

-Mi buen hombre, no le sigo.

Desesperado, el profesor gimió finalmente:

-Oh, monseigneur, le doy mi palabra que lo que le digo es así.

Después de lo cual, el noble se puso en pie, se inclinó educadamente y respondió:

-Pero entonces, ¿por qué no me lo dijo inmediatamente, para así poder pasar al teorema siguiente? Si es una cuestión de su palabra, no me atrevería de ninguna forma a dudar de ella.

Pero la vida no es una cuestión de la palabra de alguien. No es un teorema, no es una teoría. No puedes aceptar lo que fuere sólo porque otra persona te lo dice con autoridad. La autoridad es un truco. Detrás de ella se esconde tu miedo.

Tienes que decidir. Las decisiones pueden ser fatales, pero no hay nada malo en ello. Errando, aprenderás algo, te harás más rico. Puedes volver y te sentirás feliz de haber errado, porque hay muchas cosas que sólo se pueden aprender errando. Hay millones de cosas que sólo se pueden aprender si tienes el suficiente valor como para cometer errores. Recuerda sólo una cosa: no repitas el mismo error una y otra vez.

Si la religión la han decidido otros, entonces no hay necesidad de buscar. Tu padre dice: Dios existe. Tu madre cree en el cielo y en el infierno, y así tú también crees. La autoridad, el cura, el político, dicen algo y tú lo crees. Estás evitando algo; por miedo de la creencia estás evitando la confianza. La creencia es el enemigo de la confianza. ¡Confía en la vida! No creas en las creencias, ¡evítalas! Evita las creencias, el hinduismo, el islam, el cristianismo. Busca solo. Puede que llegues a encontrar la misma verdad. La encontrarás, porque la verdad es una. Cuando la encuentres, podrás decir: Sí, la Biblia es verdad, pero no digas antes. Cuando la encuentres, podrás decir: Sí, los Vedas son verdad, pero no antes. A no ser que lo hayas experimentado, a no ser que hayas sido un testigo personal, todos los Vedas y todas las biblias son inútiles. Te lastrarán, no te harán más libre.

sábado, 7 de noviembre de 2015

OCUPÁNDONOS DE LO INÚTIL

El toro es un símbolo de la energía, la vitalidad, el dinamismo. El toro significa la vida misma. El toro significa tu poder interno, tu potencial. El toro es un símbolo, recuérdalo.

Existes, y tienes vida, pero no sabes qué es la vida. Tienes la energía, pero no sabes de dónde viene esta energía y hacia qué meta va esta energía. Eres esa energía, pero todavía no eres consciente de lo que es esa energía. Vives ignorante. No has hecho la pregunta básica: ¿quién soy? Y a no ser que lo sepas, ¿cómo puedes seguir viviendo? Entonces todo va a ser en vano, porque la pregunta básica no ha sido formulada, no ha sido respondida. A no ser que te conozcas a ti mismo, todo lo que hagas va a ser en vano. Lo más básico es conocerse a uno mismo. Pero sucede que seguimos dejando pasar lo más básico, y continuamos preocupándonos por lo trivial.

He oído una anécdota:

Una mujer joven que estaba planeando su boda visitó el hotel donde se iba a celebrar la recepción. Estaba muy ocupada examinando todo el lugar, señalando dónde estaría la ponchera, dónde estarían las damas de honor, y entonces le dijo al gerente del hotel:

-En el grupo que dará la bienvenida, mi madre estará ahí, y yo estaré junto a ella; y aquí, a mi derecha, estará... eehh... fulano.

¡Había olvidado el nombre del marido! Sucede continuamente en la vida que sigues ocupándote de lo inútil, y te olvidas completamente de lo más esencial.

¿Cómo te llamas? El nombre con el que se te conoce es tan sólo un nombre dado, es simplemente utilitario. Cualquier otro nombre serviría igual. Llames como te llames, no cambia nada. ¿Cuál es tu verdadero nombre? ¿Cuál es tu rostro original? ¿Quién eres? Construirás grandes casas, comprarás grandes automóviles, dirigirá esto o aquello, y cuando mueras dejarás una gran cuenta bancaria, todo lo no esencial, y sin nunca dedicarte a la auténtica búsqueda de quién eres.

El todo significa tu energía, la energía desconocida y extraña que eres, la tremenda energía que es el origen de tu ser y que sigue creciendo en ti como un árbol.

Los deseos son las hierbas altas en las que se ha perdido tu toro. Tantos deseos, arrastrándote hacia un lado u otro. ¡Tantos deseos! Una lucha constante: un deseo te arrastra hacia el sur, otro hacia el norte.

La vida entera consiste tan sólo en correr tras este o aquel deseo. Al final, no se ha logrado nada; sólo sueños frustrados, un montón de sueños frustrados. Mira hacia atrás, ¿qué has logrado? Has estado corriendo sin parar, ¿a dónde has llegado? Éstas son las hierbas altas.

El dinero atrae, el poder atrae, y sin preguntarse a uno mismo “¿Por qué correr tras estas cosas?”, seguimos corriendo. De hecho, como la sociedad entera está corriendo, todos los niños reciben esa enfermedad como herencia. Todos están corriendo, el niño aprende por imitación. El padre está corriendo, la madre está corriendo, el hermano está corriendo, el vecino está corriendo, todo el mundo está corriendo, tras poder, prestigio, dinero, cosas del mundo. Sin que se de cuenta, también se fuerza al niño a entrar en la corriente principal de la vida. Antes de que el niño pueda empezar a pensar, ya está corriendo.

En nuestras escuelas enseñamos competición, nada más. En nuestras escuelas preparamos a los niños para la gran competición de la vida. En nuestra escuelas, de hecho, no sucede nada más que un ensayo: cómo luchar, cómo dominarse a uno mismo y cómo dejar atrás a los demás, cómo acabar en la cima. Pero nadie hace la pregunta básica: ¿para qué? ¿Por qué anhelar la cima? ¿Qué vas a hacer? ¿Cómo va a satisfacerte?

Es como si alguien tuviera sed y le pusiéramos en un sendero que conduce a más y más dinero. Llega, lucha duro, acumula mucho dinero, pero el dinero no tiene nada que ver con la sed. Entonces, de pronto se siente frustrado. Entonces dice: El dinero no sirve para nada; pero ahora es demasiado tarde.

Observa cuál es tu necesidad interna, y luego esfuérzate por ella, y esfuérzate diligentemente por ella, inteligentemente por ella. Pero primero observa cuál es tu necesidad interna. Y la necesidad interna sólo se puede reconocer cuando reconoces quién eres.

Si puedes comprender la cualidad de tu energía, serás capaz de comprender qué es lo que va a satisfacerte. Si no, sin conocerse a uno mismo, uno sigue corriendo. La carrera es casi loca. Detente a un lado del camino, medita un poco, reconsidera lo que estás haciendo, por qué lo estás haciendo. No corras febrilmente porque correr te hará correr más rápido. Poco a poco, correr te volverá incapaz de pararte. Seguirá haciendo una cosa u otra; se convertirá en un hábito. Sin él no te sentirás vivo.

Hay que comprender algo muy básico: estas cosas no van a satisfacerte porque no son necesidades básicas. Uno necesita otra cosa. Pero esa otra cosa hay que buscarla dentro de uno mismo; nadie más puede indicarte la dirección. Tienes tu destino dentro de ti. Tienes la semilla dentro de ti. Antes de empezar a correr tras algo, lo más fundamental es cerrar los ojos, armonizarte contigo mismo, con tu energía, y escucharla, y lo que diga es bueno para ti. Entonces te sentirás satisfecho, colmado. Poco a poco te irás acercando más y más a tu plenitud, a tu florecimiento.

sábado, 31 de octubre de 2015

INVESTIGAR LA PROPIA MUERTE

Sócrates se estaba muriendo. Sus discípulos comenzaron a llorar y a gemir; es natural, pero él les dijo: “¡Parad! No me molestéis, dejadme investigar. ¡No me distraigáis! Podéis llorar luego, pronto me habré ido. Ahora mismo, dejadme investigar qué es la muerte. Toda mi vida he estado esperando este momento para entrar en la realidad de la muerte”.

Él fue envenenado. Estaba tumbado en su cama observando qué es la muerte. Investigando qué es la muerte. Y entonces dijo a sus discípulos. “Mis pies se están entumeciendo, pero sigo siendo tanto como era antes. No se me ha quitado nada. La sensación de mi ser es total como antes. Mis pies se han ido”. Luego dijo: “Mis piernas se han ido, pero aún soy el mismo. No puedo verme reducido a algo menos. Permanezco total”. Luego continuó: “Mi estómago se está entumeciendo, mis manos se están entumeciendo”. Pero él estaba muy animado, extático. Y siguió: “Pero aún os digo: soy el mismo, no se me ha quitado nada”. Y entonces comenzó a sonreír y dijo: “Esto muestra que tarde o temprano la muerte tomará también mi corazón, pero no puede tomarme a mí”. Luego continuó: “Mis manos se han ido, ahora incluso mi corazón está apagándose, y estas serán mis últimas palabras porque mi lengua se está entumeciendo. Pero os digo, recordad, estas son mis últimas palabras; aún soy el mismo, total”.

Esto es investigar la muerte. Desde la concepción misma hasta la misma muerte, el hombre es una investigación en búsqueda de la verdad. Y si no estás buscando la verdad, no eres un hombre. Entonces has perdido la oportunidad. Entonces, como mucho, pareces un hombre, pero no lo eres. Tu humanidad es sólo una apariencia, pero no está en tu corazón. Y no te dejes engañar por las apariencias: cuando te miras en el espejo puedes ver que eres un hombre, pero eso no prueba nada. A no ser que tu investigación crezca hasta alturas tales que toda tu energía se transforme en pregunta y te vuelvas una búsqueda, no eres un hombre.

Esa es la diferencia entre los demás animales y el hombre. Ellos viven, no preguntan. Simplemente viven, no preguntan. Ningún animal ha preguntada nunca: ¿qué es la verdad? ¿Qué es la vida? ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Por qué estamos aquí? ¿De dónde venimos? ¿A qué meta estamos destinados? Ningún árbol, ningún pájaro, ningún animal o esta gran Tierra ha preguntado esto. Este cielo tan tremendamente grande nunca ha hecho preguntas sobre ello.

Esta es la gloria del hombre. Es muy pequeño, pero más grande que el cielo, porque hay algo único en él, la pregunta. Incluso el cielo inmenso no es tan grande como el hombre, porque puede que el cielo tenga un final, pero la pregunta del hombre no tiene final. Es un peregrinaje eterno, sin principio, sin fin.

El blanco y negro es el lenguaje de la civilización. El arco iris es el lenguaje de lo primitivo. El blanco y negro no es un lenguaje verdadero, pero tendemos... todas las personas que se han adiestrado en la lógica aristotélica tienden a pensar en blanco y negro, bueno y malo, noche y día, verano e invierno, bien y mal, ¡blanco y negro! Y no hay otras frases intermedias. ¿Quién está entre Dios y el diablo?, nadie. Esto no es posible. Observa un arco iris: siete colores. Negro a un lado, blanco al otro lado, y entre estos dos una gran gama de colores, uno detrás del otro.

La totalidad de la vida está llena de color. Piensa en colores, no pienses en blanco y negro. Esa es una de las mayores enfermedades que ha afrontado la humanidad. La enfermedad se llama “Aristotelitis”, proviene de Aristóteles. Dices: Ese hombre es bueno, ¿Qué quieres decir? Y luego dices: Ese hombre es malo. ¿Qué quieres decir? Dices: este hombre es un santo, y ese es un pecador. ¿Qué quieres decir? ¿Has visto alguna vez un pecador en el que el santo haya desaparecido completamente? ¿Has visto alguna vez un santo en el que el pecador haya desaparecido completamente? La diferencia puede ser de grado; no es la del blanco al negro.

El pensamiento en blanco y negro vuelve esquizofrénica a la humanidad. Dices: Éste es mi amigo y aquél es mi enemigo. Pero el enemigo puede volverse un amigo mañana, y el amigo puede volverse un enemigo mañana. De forma que la diferencia puede ser, como mucho, relativa; no puede ser absoluta.

Piensa en colores, no pienses en blanco y negro.

La visualización es el lenguaje de los niños, de todos los pueblos primitivos, y del inconsciente. Tu inconsciente también piensa en imágenes.

Kakuan –el monje pintor Zen- intentó primero el lenguaje inconsciente porque es el más profundo: pintó los diez toros. Pero se sintió insatisfecho. Entonces escribió diez poemas como suplemento, como apéndice. La poesía es el camino intermedio entre el inconsciente y el consciente : un puente, un terreno brumoso en el que las cosas no están absolutamente en la oscuridad y no están absolutamente a la luz, están por el medio. Por eso, donde falla la prosa la poesía puede indicar. La prosa es demasiado superficial; la poesía es más profunda. La poesía es más indirecta pero más significativa, más rica.

Pero Kakuan aún se sintió insatisfecho, por lo que escribió comentarios en prosa.

Primero escribió el lenguaje del inconsciente, el lenguaje de los pintores, los escultores, los soñadores; luego escribió el lenguaje de los poetas, el puente entre el inconsciente y el consciente, el de todo el arte. Y entonces escribió el lenguaje de la lógica, la razón, Aristóteles, el consciente. Por eso digo que semejante experimento es único; nadie más ha hecho esto. Buda habló en prosa. Mira cantó en poesía. Pintores y escultores desconocidos han hecho muchas cosas. Pero una sola persona no ha hecho las tres cosas juntas.

Kakuan es excepcional, y debe de haber sido un gran maestro. Su pintura es magnífica, su poesía es magnífica, su prosa es magnífica. Raramente sucede que un hombre tenga un talento tan extraordinario en todas las direcciones, todas las dimensiones de la consciencia.

Continuaremos con los poemas de Kakuan…

sábado, 24 de octubre de 2015

EL VIAJE INTERIOR

Cuando uno entra en un viaje interior, uno abandona el mundo, renuncia a todo lo que obstaculiza el camino, renuncia a todo lo no esencial para poder buscar, descubrir lo esencial. Uno trata de quedar sin lastres para que el viaje se haga más fácil, porque el viaje, este viaje, es hacia lo alto, la mayor altura que existe, el pináculo mismo de las posibilidades humanas, el clímax mismo. Uno deja el mundo, uno renuncia al mundo; y no sólo al mundo: uno renuncia a la mente, porque la mente es la causa del mundo entero. El mundo de los deseos, el mundo de las posesiones, es sólo la parte externa. La parte interna es la mente: la mente deseante, la mente lasciva, la mente celosa, competitiva, la mente llena de pensamientos; esa es la semilla.

Uno renuncia a lo externo, uno renuncia a lo interno, uno se vuelve vacío, eso es de lo único de que se trata, la meditación. Uno se vuelve totalmente vacío. Pero ¿es eso el final? Las pinturas taoístas acababan en el vacío. Kakuan – pintor Zen que dibujó diez pinturas de toros- dice que esto no es el final, uno vuelve al mundo, uno vuelve al mercado; sólo entonces está completo el círculo. Por supuesto, uno vuelve totalmente nuevo. Uno nunca vuelve con lo viejo; lo viejo se ha ido, ido para siempre. Uno viene totalmente renovado, resucitado, renacido, como si este hombre nunca se hubiera ido; como si este hombre viniera totalmente fresco y virgen. Uno vuelve al mundo y vive de nuevo en el mundo y, sin embargo, más allá de él. Uno se hace corriente de nuevo –cortando madera, trayendo agua del pozo, caminando, sentándose, durmiendo-, uno se vuelve absolutamente corriente. En lo profundo de uno, el vacío permanece incorrupto. Uno vive en el mundo, pero el mundo no está en tu mente, el mundo no está dentro de ti. Uno vive sin ser afectado, como una flor de loto.

Uno viene al mercado; no sólo eso, sino que viene con una botella de vino, borracho –borracho de lo divino-, para ayudar a que los demás también se emborrachen, porque hay muchos que tienen sed, hay muchos que están buscando, hay muchos tropezándose en su camino, hay muchos que se hallan en profunda oscuridad. Uno vuelve al mundo debido a la compasión. Uno ayuda a que lleguen otros viajeros. Uno ha llegado, ahora ayuda a que lleguen otros. Uno se ha iluminado, ahora ayuda a alcanzar el mismo objetivo. Y todos y cada uno están buscando el mismo objetivo.

El vacío es perfecto, dejad que lo repita, pero aún queda una perfección por alcanzar. El vacío es perfecto de forma negativa. Has renunciado, esto es negativo, pero aún no has amado. Falta lo positivo. La desdicha se ha ido, el sufrimiento se ha ido, pero aún no estás extático. Has alcanzado el silencio y el silencio es bello, pero tu silencio aún no es una plenitud, no es un desbordamiento; no es una danza gozosa de tu ser interno.
Con esto Kakuan va más allá del taoísmo y más allá del budismo, porque ambos terminaban en el vacío, como si el viaje estuviera completo. Has llegado al Everest, fresco, sosegado, en calma. Ahora, ¿para qué volver al mercado? Pero si tu meditación no se convierte en compasión, entonces tu meditación de alguna forma está ocultando tu ego, entonces tu meditación aún es egoísta.

Si no lloras, si no llegan las lágrimas a tus ojos por los demás, y si no empiezas a regresar al mundo para ayudar a los que tropiezan, entonces de alguna forma tu meditación aún no es religiosa. Te ha ayudado; puede que te sientas muy, muy bien, pero a no ser que se convierta en compasión y se desborde en todas las direcciones, el árbol se ha parado en un punto, aún no ha florecido. El árbol es verde, está sano, tiene un aspecto perfectamente bello, pero un árbol sin flores no está totalmente realizado. Un árbol sin flores puede que sea muy bello, pero aún queda una perfección por alcanzar. El árbol debe florecer, el árbol debe liberar la fragancia a los vientos para que pueda llegar a los confines mismos de la existencia.

Kakuan trae al buscador de vuelta al mundo. Por supuesto, es totalmente diferente, así que, naturalmente, el mundo no puede ser igual. Él vuelve al mercado, pero permanece en su meditación; ahora, el mercado ya no puede convertirse en una distracción. Si el mercado se convierte en una distracción, entonces tu meditación aún no está completa. Si algo puede distraerte, entonces tu meditación ha sido algo forzado, te has hecho silencioso, de alguna forma te has controlado a ti mismo. Tu meditación aún no es espontánea, no es un flujo natural. No te ha sucedido; tú has hecho que suceda. De ahí el miedo a volver al mercado.

Encontrarás muchos sannyasins en el Himalaya que se han estancado en el octavo toro, el vacío, el silencio. No hay nada de malo en ellos, como mucho se puede decir que no hay nada de malo en ellos, pero no se puede decir que hayan florecido, no se puede decir que su fragancia se lance a los vientos. Su luz aún sólo es parte para ellos mismos. Hay cierta fealdad en ello. Puede que uno no lo vea inmediatamente, pero si reflexionas, verás que esto es egoísmo. Al principio es bueno ser egoísta, de otra forma nunca crecerías; pero al final, cuando la meditación alcanza una conclusión, un crescendo real, el ego debe desaparecer, el egoísmo debe desaparecer. Deberías hacerte uno con la totalidad.

Y no sólo eso: Kakuan dice que uno llega con una botella de vino. ¡Tremendamente significativo!: uno llega borracho de lo divino. Uno no es solamente silencioso, uno baila, canta, se vuelve creativo. No está simplemente escapándose y ocultándose en una cueva. Uno es tan libre ahora que no hay ninguna necesidad de ocultarse en ningún sitio. Ahora la libertad es una cualidad propia. El mundo se vuelve una aventura nueva. El círculo está completo: desde el mundo de vuelta al mundo; comenzando desde el mercado, acabando también en el mercado. Por supuesto, totalmente diferente, porque ahora no tienes mente, de manera que el mercado es tan bello para ti como el silencioso Himalaya; no hay diferencia. Y la gente está sedienta. Tú los ayudas, les muestras el camino.

Buda ha dicho que cuando alguien llega, hay dos posibilidades. O bien permanece satisfecho en su logro, sin salirse de él; entonces es como una balsa de agua, fresco, tranquilo, silencioso, sin ondas, pero aún una balsa de agua; en cierta manera estático, no como un río, que fluye. Buda ha usado dos palabras. Si te vuelves como una balsa de agua te llama arhat. Arhat significa uno que ha alcanzado la perfección pero al que no le interesan los demás. Y la otra palabra que usa es bodhisattva. Si tu meditación florece y se vuelve compasión eres un bodhisattva; entonces ayudas a los demás y tu éxtasis es compartido.

Kakuan pintó diez pinturas de la búsqueda entera del hombre, y el hombre es una búsqueda. No sólo hace preguntas: es una pregunta.

Desde el momento mismo de la concepción, la búsqueda comienza. Si preguntas a los científicos te dirán que cuando un hombre y una mujer se unen, el hombre libera millones de células, y esas células comienzan a correr a algún sitio, hacia el huevo femenino. No saben dónde está, pero corren rápidamente. Ha comenzado la búsqueda. Son células muy diminutas, pero buscan el huevo. Una de ellas lo alcanzará; las demás perecerán en el camino. Una de ellas llegará al huevo, nacerá al mundo.

En ese momento ha comenzado la búsqueda, ha comenzado la pregunta. La búsqueda continúa hasta la muerte…


sábado, 17 de octubre de 2015

LAS VERDADERAS TRADICIONES

Nadie puede hacer una imagen de lo divino porque lo divino quiere decir el todo. ¿Cómo puedes hacer una imagen del todo? Pero no estoy diciendo que no puedas hacer mapas, no estoy diciendo que no puedas crear símbolos. Lo único que hay que recordar constantemente es que un símbolo es un símbolo y no la verdad. No te aferres al símbolo como a una verdad. En el momento en que te olvidas del símbolo como símbolo, y éste se convierte en la verdad misma, entonces... entonces pierdes toda la perspectiva.

La gente puede tolerar a una persona vestida de color naranja. Puede tolerar a dos, tres, cuatro, cinco personas: ¿hasta cuántos pueden tolerar? ¡Voy a crear miles! Y cada persona de naranja será una ofensa. Su presencia será una molestia, una conmoción. ¿Cuántos pueden tolerar? ¿y durante cuánto tiempo?

Esas personas vestidas de naranja tienen una función; todo lo que se hace aquí tiene una función.

No hace falta que tengas miedo; eso es exactamente lo que está sucediendo. No todas las tradiciones son malas. Depende.

Por ejemplo, el cristianismo es una tradición, al igual que el islam ó el budismo. ¡El zen es también una tradición! ¡Y el sufismo también! Pero no los pongas en la misma cesta; son totalmente diferentes.

El cristianismo es una tradición de culto, igual que el islam y el budismo. Pero el zen, el sufismo, el hassidismo no son tradiciones de adoradores, son tradiciones de exploradores.

Son las tradiciones de los que están realmente hambrientos de la verdad, de los que están sedientos.

Muchos han recorrido el camino, ¿no te gustaría beneficiarte de sus experiencias? Esto es una auténtica tradición.

Muchos han buscado antes que tú. No estás buscando la verdad por primera vez. ¿Por qué deberías empezar desde el ABC? Tú te podrías beneficiar de toda esa experiencia. Por eso estoy hablando continuamente de estas tradiciones: sufismo, hassidismo, tantra, yoga, zen, tao. ¿Por qué? Todas son tradiciones, pero ¡hay tradiciones y tradiciones!

La tradición que se convierte sólo en un culto, que sólo es una creencia, que simplemente consuela y no te transforma, está mal. Pero hay tradiciones que pueden transformarte, que son grandes corrientes de energía: si puedes unir tus manos con esas corrientes, tu viaje se volverá muy sencillo, fácil. Te irás moviendo en un territorio determinado.

Sí, ésta es la creación de una tradición. Y eres afortunado porque raramente sucede algo así; muy poca gente puede asistir al principio de una tradición, desde su mismo origen. Las personas que lleguen después no serán tan afortunadas. Tendrán que depender de cosas de segunda mano.

Ha habido dos tipos de personas en el mundo. Uno, aquellos que no quieren crear una tradición. Por ejemplo, Krishnamurti no deseaba crear una tradición, pero aun así, ésta está siendo creada. No obstante, él no coopera para que esto ocurra; al contrario, crea todo tipo de obstáculos. Incluso así habrá una tradición, es algo que no puede evitarse. En el momento en que hablas, la tradición está en camino. En el momento en que dices, en el momento en que miras en los ojos de alguien, se crea la tradición. ¿Qué es una tradición? Sólo la siguiente declaración: «¡He llegado!». Quizás no sea en palabras. Podría quedarme tranquilo, en silencio, pero mi silencio sería percibido; y se crearía asimismo una tradición. Es algo que ocurre cuando me comunico con cualquiera en el mundo. Donde hay dos se produce la creación, la creación de la tradición. Si estoy solo no hay tradición. Si estoy solo y no comulgo y no me relaciono entonces no puede nacer una tradición; es imposible.

Siempre que la verdad sucede tiene que ser comunicada. Es una necesidad intrínseca. Igual que cuando una flor se abre la fragancia se esparce; en el esparcirse de la fragancia está el inicio de la tradición.

Krishnamurti dice que no quiere crear una tradición. Decir esto no sirve de nada; la tradición será creada. El Buda nunca quiso crear la tradición pero la tradición fue creada.

Aunque el maestro no quiera crear una tradición por miedo a que un noventa y nueve por ciento de las cosas se hagan mal -y la posibilidad existe-, la tradición finalmente se creará. Y tendrá sólo ese noventa y nueve por ciento de cosas de las que el maestro estaba asustado, porque él nunca hizo nada por potenciar ese uno por ciento restante.

Krishnamurti podría crear una tradición y procurar que en ella existiese ese uno por ciento; sólo él puede hacerlo. Pero serán los discípulos quienes creen la tradición y, como está sucediendo, hagan que exista en ella únicamente el noventa y nueve por ciento de cosas que están mal.

Otra forma es: el maestro decide crear su propia tradición. Hay más posibilidades de que ésta permanezca más cercana a lo esencial, porque él suministrará el uno por ciento.

Todo mi esfuerzo aquí será éste: crear una tradición tan clara como sea posible para que nadie te pueda confundir fácilmente, y tú no te confundas con facilidad.

Es un trabajo consciente. Es la creación consciente de una tradición. Hay más posibilidades de que más gente sea beneficiada por ella. Pero no estoy diciendo que nada irá mal; hay que correr ese riesgo.

La vida siempre es un riesgo. Dices algo y hay un riesgo: alguien lo puede entender erróneamente, alguien puede darle otro sentido. En el momento que hablas, hay ese riesgo. Hay que aceptarlo, es parte del juego de la vida, Ese es el desafío.

Si tú dices: «Tengo miedo de estar participando en la creación de una tradición». No hace falta que tengas miedo. Es exactamente lo que está sucediendo.

O bien participas en ello conscientemente, o vete de aquí. Va a ser una tradición. Va a ser una de las tradiciones creada más conscientemente. Pero si tienes demasiado miedo, tienes miedo a ese noventa y nueve por ciento de cosas que pueden salir mal y no estás interesada en el uno por ciento restante, entonces, por favor, vete. No hace falta que te metas en problemas innecesarios. Eres libre.

sábado, 10 de octubre de 2015

LA SIMBOLOGÍA Y LA IDOLATRÍA

¿Qué es una imagen? Una imagen representa algo. Si entiendes que representa algo y no es lo que está representado, entonces no hay ningún problema. En el momento que te olvidas que representa algo y se vuelve ese algo en sí mismo, entonces surge el problema.

Por ejemplo, ves un mojón kilométrico. En el mojón está escrito «Delhi 50 kilómetros». Ese mojón no es Delhi, a pesar de que en él está escrito Delhi. Ese mojón está diciendo simplemente: «Sigue adelante. Delhi está a cincuenta kilómetros de aquí». Si la estatua en el templo es sólo un mojón, entonces no hay problema. Si te crees que es Dios, entonces surge el problema.

¡El mala alrededor de tu cuello no soy yo! Si entiendes eso, que simplemente me representa a mí, que es solo un símbolo, una metáfora, entonces no hay ningún problema. Si te olvidas de eso y empiezas a hablar con el mala, y a escucharlo y te olvidas por completo de mí, porque no hay necesidad de venir aquí, porque si tienes el mala, me tienes a mí, entonces has caído en una trampa. Te has convertido en un idólatra. Entonces estás entrando en un estado muy neurótico. El símbolo se ha convertido en la misma verdad.

La palabra "fuego" no es el fuego; no puedes cocinar con ella. ¿O es que puedes cocinar con ella? Cuando quieres cocinar, no escribes la palabra "fuego" ni pones sobre ella la tetera. No funcionará. Pero los símbolos tienden a convertirse en realidades.

La palabra "dios" no es Dios; es una palabra hermosa. En el momento que empiezas a creer que la palabra "dios" es Dios, entonces has caído en una trampa, porque la palabra habrá dejado de ser un símbolo, habrá usurpado la misma realidad. La palabra "amor" no es amor. !Lo sabes! Pero si crees que sí, y sin sentir ningún amor sigues amando a la gente porque les dices «Te amo», nunca sabrás lo que es el amor. Ese es el problema.

No hay nada en el mundo que pueda representar a Dios como es, ni un símbolo, ni una metáfora, ni un signo. Pero el hombre es tan estúpido: o bien quiere hacer de su símbolo la realidad, o quiere tirar el símbolo. Ambas son actitudes estúpidas. No hace falta que quemes la estatua, no hace falta que quemes el templo, porque el que va a quemar el templo es tan tonto como el que va a adorar en él. El templo es sólo un símbolo para recordarte que el mundo no lo es todo, que la tienda y la oficina y la fábrica no lo son todo. El templo está ahí justo en medio de la ciudad para recordarte que hay algo que todavía no has explorado. Es un mojón. Por eso está hecho en medio de la ciudad -la iglesia, el templo, la mezquita-, por eso a la gente que pasa, arriba y abajo, se les recuerda una y otra vez que hay algo que todavía no han explorado. «He explorado el dinero, el poder, pero todavía no sé por qué este templo está ahí.»

Ese templo es un recordatorio constante: «Yo también estoy aquí. Más pronto o más tarde la muerte te llevará. Entra, experimenta algo del más allá, porque a través de mí es posible trascender la muerte».

He oído...

A Renoir, el gran impresionista francés, le preguntaron una vez cómo sabía cuándo estaba terminado un retrato de un desnudo. El maestro respondió: «Cuando dejo de pintar y tengo ganas de pellizcado».

Sí, eso sucede: una pintura te puede fascinar hasta ese punto. Y sabes que es sólo un cuadro, pintura sobre un lienzo, pero se puede convertir en carne y puede que te den ganas de pellizcarla. Pero entonces te estás convirtiendo en un necio.

Eso pasa cada día. Vas a ver una película, y sabes perfectamente que la pantalla está vacía y que detrás de ti hay un proyector, y que en la pantalla sólo hay sombras y nada más -no hay mujer, no hay hombre, no está pasando nada allí, todo está vacío-, pero muchas veces vas a ese sitio en donde olvidas, donde los símbolos en la pantalla se convierten en realidades.

Empiezas a llorar, y más tarde te reirás: «Qué tonto fue todo». Es bueno que en los cines esté siempre oscuro; ayuda a la gente a relajarse. De otra forma sería duro. Si alguien te ve llorando parecerías muy infantil. ¡O a veces te excitas tanto! Hay escenas que pueden alterar tanto tu espíritu que no puedes quedarte tranquilo en tu asiento, tu espalda se pone recta, tus ojos se quedan fijos, tu corazón deja de latir. Empiezas a vivir la película, pasas a formar parte de ella. Has dejado de ser el observador, te has convertido en lo que ves. El observador se pierde en lo observado.

Leyendo una novela te puedes excitar mucho. Hay libros que no puedes leer si estás solo en una casa en mitad de la noche, libros de fantasmas, historias de detectives, asesinatos. Si estás solo en la casa y está oscuro, te puedes quedar tan fascinado con la novela que podrías empezar a sentir que lo que está sucediendo en ella pasa en ese momento a tu alrededor El viento llega y golpea en la puerta y tú justo estabas leyendo la historia de un fantasma... y te olvidas por completo. Entonces estás perdiendo consciencia.

La foto en el mala no soy yo; ¡por favor, no la pellizques! Es solamente una representación. Y ayuda, porque eres muy inconsciente. Hace que recuerdes.

Lo mismo ocurre con el color naranja: sólo sirve para que no olvides. Allá a donde vas la gente te mira impactada; su reacción te recuerda que vas de naranja, que eres un sannyasin. Justo ibas a decir algo, o a golpear a alguien, y ves el color naranja y algo te detiene. Te quedas inmóvil. En ese momento ha habido una gran consciencia: ibas a seguir esa vieja costumbre de decir algo feo, y te das cuenta de que te estás comportando como un estúpido. Ibas a decirlo y, de repente, el recuerdo. El mala se mete en medio, o el naranja. Y todos esos momentos de recuerdo pueden llevar a una gran transformación. Eso no es idolatrar.

Idolatrar es cuando guardas una foto de algún santo y la adoras, y eso es todo. Idolatrar es adorar sin estar de ninguna manera implicado en un proceso de transformación. Si una imagen puede recordarte a ti mismo, eso no es idolatría.

¿Has entrado en un templo budista? ¿Has visto una estatua budista, una estatua del Buda? Ese mármol blanco, esa tranquilidad, esa postura; hasta el mármol parece que está vivo, tanta calma, esta tranquilidad que rodea la estatua. La forma de la figura crea su propia vibración.

Ahora se están llevando a cabo muchos trabajos científicos sobre la forma. Se dice que la forma de las pirámides tiene una función determinada. Si te sientas en el interior de una de ellas, tendrás experiencias nuevas que quizás no tengas sentado en el exterior, porque la forma de la pirámide moldea de una manera especial el espacio y produce cierta vibración.

Se han fabricado pequeñas pirámides para mantener tus cuchillas de afeitar afiladas. Y te sorprenderás: una hoja de afeitar guardada en una pirámide pequeña se puede usar durante años sin que se estropee. Fuera de la pirámide, esa misma hoja de afeitar perdería su filo en pocos días. ¿Qué sucede en ese espacio? El espacio piramidal afila de alguna forma la hoja de afeitar. ¡Esto es un milagro! Pero ahora es un hecho científico. ¿Si puede afilar la hoja de afeitar es posible que pueda afilar tu consciencia, que pueda aguzar tu mente? Es posible. Fueron inventadas por grandes maestros.

Se ha conocido otro hecho: unos científicos estaban trabajando en una pirámide y por accidente entró en ella un gato y murió en el interior. Encontraron el cuerpo muerto después de dos meses. No estaba en absoluto deteriorado, no olía. Quedaron sorprendidos. «¡Es un milagro!» Entonces se encontraron por casualidad con el hecho: ésta es la razón por la que las momias se guardaron en el interior de las pirámides. La forma de estas construcciones impide que los cuerpos se corrompan. Ahora esto puede ser un gran secreto.

Si quieres entrar profundamente en meditación, lo conseguirás más fácilmente debajo de una pirámide, porque necesitarás menos alimento, menos agua. Dentro de una pirámide puedes ayunar durante mucho tiempo con más facilidad que fuera, porque en ese espacio puedes vivir con un mínimo gasto de energía. Un cuerpo muerto puede preservarse dentro de una pirámide. Y algunas veces sucede en profundo samadhi, que desapareces en lo interno tan profundamente que tu cuerpo se siente casi muerto.

Le solía ocurrir a Ramakrishna: entraba en samadhi durante seis días seguidos y el cuerpo permanecía casi muerto. Los discípulos tenían que estar dándole masajes continuamente, para que pudiera regresar. Tenían que calentar el cuerpo y masajearlo para mantener el flujo de la sangre. Ahora bien, esto no hubiera sido necesario si Ramakrishna hubiera sido colocado dentro de una pirámide.

Esas pirámides fueron creadas por grandes maestros, grandes exploradores de lo interno. La forma de una estatua de Buda es la forma de la meditación. Nunca, ni siquiera por un momento, pienses que es una imagen realista, no. ¡El Buda nunca tuvo ese aspecto! No representa su cuerpo físico, simplemente representa la forma interna de energía. Esa es la forma de tu energía interna cuando entras en un silencio absoluto. Esto se ve mejor con la fotografía Kirlian que con la fotografía corriente.

Recuerda, en una fotografía corriente tu figura es captada por una plancha en la cámara. La fotografía Kirlian no capta tu figura, sino la electricidad que está fluyendo alrededor de ella, capta el campo eléctrico. La estatua del Buda es una estatua Kirlian, no una foto de una cámara corriente. Representa la forma de la energía interna; cuando todo se queda silencioso, cuando la mente desaparece. Es el símbolo de la no mente.

Si crees que es el Buda y vas y le colocas algunas flores allí y te postras y te olvidas de todo lo demás, entonces eres un idólatra. Pero si vas y te sientas allí y sientes la energía, la forma de la energía, y creas esa forma de energía en ti mismo, en tu propio ser, esto no es idolatría, esto es pura ciencia. Entonces esa estatua está funcionando sólo como un mapa para recordarte cómo deberías ser.

Algunas veces diré muchas cosas en contra de la idolatría -las digo-, pero no estoy diciendo que todos los que tienen imágenes son idólatras, no. El noventa y nueve por ciento de la gente lo son, pero ese uno por ciento es suficiente para probar la verdad.

Dicen que si puedes encontrar un cuervo blanco será suficiente para demostrar la falsedad de la afirmación de que todos los cuervos son negros. Un solo cuervo blanco será prueba suficiente. No habrá necesidad de aportar dos cuervos blancos para destruir la certeza de que todos estos pájaros son negros. Uno sólo bastará.

Ese uno por ciento es suficiente para probar que hay algo más en la imagen que la misma imagen. Puede ser un mapa de la consciencia, puede ser un símbolo. Si sólo eres un adorador no te darás cuenta. Si no eres un adorador, si eres un explorador, un buscador, te sorprenderá cuántas claves contiene una estatua de Buda; millones. La exploración es grande, es una gran aventura. La forma del templo, de la iglesia, de la mezquita tienen algo que ver con el trabajo interno. Pero entonces estás siendo simplemente científico.

sábado, 3 de octubre de 2015

QUÉ ES LA MENTE EN SI MISMA

La mente nunca entiende. Con la mente no hay comprensión. Ésta es un fenómeno totalmente diferente en ti: sucede sólo en la no mente. La mente pretende entender y no entiende nada. Es una gran mentirosa.

Puedes entender sólo cuando empiezas a ver, a sentir; cuando te das cuenta de algo. Tendrás que poner la mente a un lado. Ese es el significado de ser sannyasin: pones tu mente a un lado, empiezas poco a poco, yendo hacia algo que no es la mente en absoluto.

¿Qué es la mente?: el pasado, lo aprendido, el conocimiento con el que has sido alimentado. La mente es una computadora. La sociedad la ha usado, los padres la han usado, los políticos, los sacerdotes la han usado. Han puesto mil y una cosas en ti; esa es tu mente. ¡No eres tú! y puedes dejar tu mente de lado, ¡porque no eres tú! Tú eres el testigo. Tú no eres el pensamiento, sino el que ve el pensamiento pasar parpadeando. Observa... cuando surge un pensamiento, ¿eres tú el pensamiento?

Sientes enfado, o amor, o compasión, y los pensamientos están apareciendo en ti; pensamientos de rabia, de amor o compasión, hay una gran cantidad de pensamientos pasando, un tráfico de pensamientos. ¿Eres tú ese tráfico? ¿Entonces quién es el que los ve? ¿Entonces quién está mirando ese tráfico? El que está mirando no puede ser parte de ese tráfico, tiene que ser trascendental a ese tráfico. Tú no puedes ser lo que estás viendo. El que ve no puede ser lo visto. El meditador no puede meditar sobre sí mismo.

Cuando empiezas a observar la mente, tus pensamientos, una consciencia totalmente nueva surge en ti: te vuelve el testigo, te vuelves un espejo. Ese espejo entiende. La comprensión es parte de ese espejo.

La mente es una tramposa. Es hipócrita, engañosa, un engaño. Sin entender nada de lo que está sucediendo te sigue diciendo: «Yo entiendo. Mira, sé esto. He leído esto. He pensado todo esto».

Pero en el individuo se crea la falacia de que la mente es suya, y entonces empieza a actuar de acuerdo a la sociedad, siguiendo a la sociedad, pero sintiendo que funciona independientemente. Éste es un dispositivo muy astuto.

Tu mente no es tu mente, esto es algo básico a recordar. Tu mente es un implante de una sociedad en la que has nacido accidentalmente.

La estrategia para crear un tipo de mentalidad en ti es repetir ciertas cosas continuamente. E incluso si es mentira lo que se repite continuamente, empieza a convertirse en verdad; te olvidas de que en un principio era mentira.

Todo aquello que llena tu mente, si lo tomas elemento a elemento e intentas averiguar y descubrir las pruebas, las evidencias, las explicaciones, te quedarás sorprendido: estás llevando una carga innecesaria.

Todo el mundo está fuera de si. No son sólo los locos los que están idos, tú también estás ido. La diferencia sólo es de grado, no de cualidad; un poco más y en cualquier momento puedes traspasar los límites. La diferencia entre los que viven en los manicomios y los que están fuera es solamente de cantidad, no de cualidad. Todos estamos locos, porque todo el mundo busca resultados, metas, objetivos. Se ha de obtener algo. Y así llega el nerviosismo, el temblor interior, entonces no puedes estar impasible por dentro. Y cuando tiemblas por dentro, el objetivo se duplica, o cuadruplica o se multiplica por ocho.

La mente no puede estar sana porque nunca puede estar entera. La mente siempre está dividida; la división es su base. Si no puede estar íntegra ¿Cómo va a poder estar sana?, y si no puede estar sana ¿Cómo va ser sagrada? Todas las mentes son profanas. No existe cosa tal como una mente santa. Un hombre santo vive sin mente porque vive sin división.

sábado, 26 de septiembre de 2015

LAS PARADOJAS Y LAS CONTRADICCIONES

La mente nunca será otra cosa: eso es lo primero que hay que entender. La mente es la lógica, son sinónimos. No puedes tener una mente ilógica; eso no ocurre, es imposible. Eso sería como tener una oscuridad iluminada, o una enfermedad muy sana. Sería en sí mismo una contradicción. La mente es la lógica. No funciona lógicamente, porque eso crea una falacia. La mente no es lógica, ¡la mente es simplemente la lógica!

¡A la lógica se le llama mente! De modo que nunca puedes tener una mente que sea algo más que lógica, la mente seguirá siendo lógica.

Puedes ir más allá de la mente, puedes entrar en lo trascendental, pero tendrás que dejar la mente detrás. Esa es la función de usar las contradicciones, las paradojas. ¿Cuál es la función de la paradoja? Confundir a tu mente, acabar con ella, destruir sus raíces, conmocionarla, derrumbar su lógica. y no lo conseguirás fácilmente, porque la mente tratará de encontrar nuevamente sus raíces. Se agrupará en sí misma de nuevo. Juntará sus fragmentos una y otra vez.

Y tengo que ser contradictorio continuamente, porque lo que estoy haciendo no es transmitirte una enseñanza, es darte un ¡trabajo! No es una enseñanza, es una acción. Recuérdalo: cuando te hablo, actúo sobre ti, es una operación. ¡Observa la distinción!

Un profesor tiene algo que impartir, un maestro tiene un trabajo que hacer; no ofrece enseñanza. Por eso no me importa si estoy hablando de zen, o de yoga, o de tantra o de sufismo. No importa, es sólo una excusa. ¿Qué importa si tengo un martillo que está hecho de oro o de plata, de hierro o de acero, pintado de negro, de verde o de rojo? No importa. ¡Lo que importa es que martille a tu cabeza con él! El color del martillo es lo de menos, su marca es insignificante. Lo importante es la acción.

Escuchándome, estás experimentando la operación. No es una enseñanza, es penetrar en tu ser. Y la mente es lógica, por eso tengo que ser ilógico. Si yo también fuera lógico, entonces la mente estaría siempre de acuerdo conmigo. Se convertiría en mi contemporánea. Diría: «¡Correcto! Eso es lo que siempre había pensado. Estás diciendo las cosas que siempre había pensado pero que no podía decir. Las estás diciendo mejor de lo que yo podría haberlas dicho, pero es lo mismo». Entonces no te has enterado. El asunto no es estar o no estar de acuerdo conmigo. Es una lucha entre tú y yo. Estoy aquí para matarte, y la única manera de matarte es -en el comienzo- golpearte en la cabeza, sin descanso, con argumentos ilógicos que tu mente no pueda seguir, poco a poco, empezará a sentirse cansada y exhausta, hastiada de todo. En ese cansancio, en ese agotamiento, te llegarán los primeros vislumbres del más allá. Las nubes se irán y tendrás algunos momentos iluminados por el sol. Una vez que hayas probado tales momentos todo será fácil; porque sabrás que eres algo más que la mente. Habrá comenzado el viaje. Pero antes que eso ocurra, hay una gran lucha.

Empiezas a crear un sistema a mi alrededor. Quieres que yo sea consistente, esto sería muy cómodo para ti, porque entonces no tendrías problema, estaríamos de acuerdo. Pero estar de acuerdo con facilidad sería demasiado barato. No dejaré que estés de acuerdo conmigo tan fácilmente. Continuaré diciendo cosas que supongan que desacuerdo, que creen continuamente un conflicto entre tú y yo. Continuaré diciendo cosas de forma que no serás capaz de encontrar una manera de seguirlas. Voy a crear contradicciones cada vez más grandes, más duras. Así es como cansaré tu mente, y le demostraré su impotencia.

Un día, escuchándome hablar de sufismo, estarás de acuerdo, y luego, otro día, escuchándome hablar de zen, estarás en desacuerdo. Si estás de acuerdo conmigo con lo que digo en el nombre del sufismo, estarás en desacuerdo cuando digo algo en el nombre del zen. Y luego hablaré de cualquier otra cosa.

Por ejemplo, alguien se preocupa porque dije que una vez que mis palabras han sido pronunciadas están muertas. Naturalmente surge la idea: «¿Entonces por qué las dices?». Y yo sigo hablando. De hecho, nadie ha dicho tanto como yo, y voy a continuar. Si las palabras están muertas, entonces ¿por qué? Esto sería lo lógico: si las palabras están muertas, entonces guarda silencio -si fuera así, te sentirías cómodo conmigo porque tu mente aceptaría esta conclusión-, pero si pueden expresar la verdad y además yo estoy usándolas, entonces no hables en contra de las palabras y sigue utilizándolas. Eso también sería lo correcto. Estarías de acuerdo conmigo: «Este hombre cree en las palabras, y cree que las palabras pueden decir algo, y las dice»; de modo que no hay problema.

Pero no voy a resolver esto tan fácilmente. No quiero que tu acuerdo conmigo sea tan fácil. Sólo dejaré que estés de acuerdo conmigo cuando haya surgido una comprensión no sólo mental en ti. Y no quiero estar de acuerdo con tu forma de pensar porque eso sería estar de acuerdo con tu mente. Y entonces yo no te sería de ninguna ayuda; estaría reforzando tu mente. Y no estoy aquí para eso. Tengo que desarraigarla, destruir sus raíces.

Por eso un día digo que no se puede decir nada, y luego sigo hablando. Ahora bien esto te va a desconcertar.

Cuando citas a Lao Tzu. Dices: el Tao dice: «Aquel que sabe no habla». Pero ¿crees que Lao Tzu estaba en silencio? ¿Entonces quién dijo esto?

Decir que aquel que sabe no habla es decir algo, algo, además, de inmensa importancia. Tú no habrías oído hablar de Lao Tzu si él no hubiera dicho algo. Y hay millones de maneras de decirlo. Incluso cuando vas a un maestro zen y le haces mil y una preguntas, él se mantiene en silencio y entonces de repente dice: «Toma una taza de té», esa es su forma de decirlo. Pero dice algo de todas formas. ¿Qué está diciendo? Está diciendo: «¡Abandona todo este sin sentido!». Cuando dice: «Toma una taza de té», quiere decirte algo de gran importancia: «Todo esto de lo que estás hablando es pura tontería. Es mejor que te vuelvas un poco más alerta». Ese es el símbolo del té: «Toma un poco de té». En el zen una taza de té significa: medita un poco, ten un poco más de consciencia.

El té fue descubierto por Bodhidharma, el fundador del zen. La historia es hermosa.

Él estuvo meditando durante nueve años, de cara a una pared. Nueve años, sólo mirando a una pared, continuamente, y algunas veces, era natural, se dormía. Luchó y luchó con el sueño; recuerda, sueño metafísico, la inconsciencia. Quería permanecer consciente incluso durante el sueño. Quería tener una continuidad de consciencia; la luz debería seguir alumbrando día y noche, durante las veinticuatro horas. Eso es dhyana, eso es meditación, consciencia.

Una noche sintió que era imposible mantenerse despierto, se estaba durmiendo. !Se cortó los párpados y los arrojó al suelo! Ahora no había manera de que pudiera cerrar los ojos. La historia es hermosa.

Para conseguir los ojos internos, los ojos externos deben ser desechados. Hay que pagar ese precio.

¿Y qué sucedió? Después de unos días encontró cómo esos párpados que había tirado al suelo habían comenzado a crecer en forma de pequeños brotes. Ese brote se convirtió en el té. Por eso si bebes té, algo de Bodhidharma te penetra y no te puedes quedar dormido. Bodhidharma estaba meditando en una montaña llamada Ta, por eso se le llama té. Ese ta puede pronunciarse de dos maneras en China, o bien ta o cha. Por eso en hindi se le llama chai, viene de la montaña en la que Bodhidharma meditó durante nueve años. Es una palabra.

Cuando el maestro zen dice: «Toma una taza de té», está diciendo: «Prueba un poco de Bodhidharma. No te preocupes de estas preguntas: ¿Existe Dios o no? ¿Quién creó el mundo? ¿Dónde está el cielo y dónde está el infierno? ¿Cuál es la teoría del karma y el renacimiento?

Cuando el maestro zen dice: «Olvídate de todo esto. Tómate una taza de té», está diciendo: «Mejor hazte consciente, no te líes con todas esas tonterías. Eso no te va a ayudar en absoluto». Pero no te creas que está silencioso. Está hablando, ¡está hablando con su martillo! Lao Tzu dice: «Aquel que sabe no habla». Entonces, ¿qué hay de Lao Tzu?, porque él ha hablado, lo sepa o no.

Será un problema. Te confundirá.

Lo que quiere decir en realidad es: el que sabe habla y sabe bien que no se puede hablar de ello. !Sin embargo habla! No se puede hablar de lo que él tiene, pero la gente que está en el mundo no puede conectar con él de ninguna otra manera que no sea hablando, porque la gente sólo conoce un puente. Todos los demás puentes han sido rotos. Sólo hay un puente entre la gente, y éste es el del intelecto, el del idioma. Todos los demás puentes están rotos. El sentimiento ha desaparecido, la intuición ha desaparecido, el instinto ha sido reprimido y asesinado. ¡El hombre ha quedado paralizado! Sólo una cosa vive todavía: el idioma, la mente, el pensamiento.

Él también conoce una cosa: que sólo escucharás si algo es impartido en pensamientos. De otra forma no lo escucharás. Entonces ¿qué se supone que debe hacer? Hablará y a la vez te mantendrá alerta: «No colecciones sólo mis palabras, porque las palabras están muertas».

¿Entonces cuál es la función de las palabras del maestro? Esas palabras están para provocarte, para seducirte en un viaje de silencio sin palabras. Y esa es también mi situación.

Soy como Carlyle, que dicen que escribió cincuenta volúmenes sobre el valor del silencio. El silencio es tan vasto; ni cincuenta volúmenes, ni siquiera quinientos podrán hacerle justicia. Puedes escribir cinco mil volúmenes y no habrás dicho nada sobre él. El silencio es tan vasto...

¿Puedes pintar el cielo? Sí, lo puedes pintar, pero el cielo pintado será sólo una proporción diminuta. Puedes seguir pintando, pero no puedes agotar el cielo, porque para agotarlo necesitarás un lienzo tan grande como el cielo, y eso no es posible. ¿Dónde guardarás el lienzo? Necesitarás otro cielo, y no hay otro.

Así es la verdad: ninguna palabra puede contenerla. Pero las palabras son la única comunicación que queda entre los hombres. Por eso el maestro tiene que usar palabras y a la vez tiene que recordarte continuamente que las palabras no tienen significado.

sábado, 19 de septiembre de 2015

EQUILIBRIO EN LA VIDA

Hace algún tiempo se me hizo esta pregunta: «¿Por qué Sócrates continuó viviendo con esa mujer inoportuna y regañona, Xanthippe?».

La pregunta es relevante, porque él también está viviendo con una mujer inoportuna y regañona. Pero recuerda, Sócrates era responsable. Él pretendía ser demasiado tranquilo, demasiado filosófico. Xanthippe no era tan mala como la pintan. Si entras en la filosofía del asunto, ella era la víctima de un filósofo. La pobre mujer tenía que hacer todo el trabajo. Hay una especie de equilibrio. Siempre que dos personas están juntas hay un equilibrio. No trates de hacerte el serio, de otra forma el otro tendrá que calentarse más de lo necesario. No trates de hacer que estás en el cielo, de otra forma el otro tendrá que parecer el infierno. Sé natural, sé normal. Es bueno a veces enfadarse y algunas veces estar triste, y algunas veces ser como el infierno y algunas veces ser como el cielo.

Entonces ambos son naturales, son normales. Y una relación normal es una relación cielo/infierno. Cuando uno es -o pretende ser- celestial o diabólico al otro no le queda otra posibilidad. El único papel que le queda por hacer es el opuesto. Tienes que entender esto. Éste es uno de los grandes problemas en el mundo.

He oído...

Avicena, un médico y filósofo árabe, había oído hablar de la fama espiritual de Abel Hasan Khargani y visitó al maestro en su casa en Khargani. En ese momento el maestro estaba ausente de su casa, pues había ido a buscar a las junglas cercanas leña para el fuego atendiendo a la solicitud de su esposa. Cuando Avicena le preguntó a la esposa dónde estaba el maestro ella respondió encendida: «¿Por qué deseas ver a ese lunático impostor? ¿Qué asuntos tienes con él?». Y continuó criticando despreciativamente al maestro, y desacreditando su estatus espiritual.

Avicena se quedó muy perplejo. Lo que ella dijo contradecía lo que previamente había oído, y se sintió poco inclinado a seguir buscándolo. De todas formas, pensando que había venido de tan lejos para ver al maestro, decidió visitarlo. Yendo hacia la jungla se quedó asombrado al ver que el maestro se aproximaba a su regreso de la selva con un gran atado de leña cargado sobre las espaldas de un tigre.

El filósofo, después de presentar sus respetos, le preguntó al maestro el significado y la diferencia entre lo que le había contado su mujer y lo que él había visto con sus propios ojos.

El maestro respondió: «No hay nada asombroso en ello. Es una mera cuestión laboral. Cuando me pongo y cargo con el peso del sufrimiento del lobo (léase esposa) en mi hogar, entonces automáticamente este tigre de la jungla carga mi peso por mí».

El maestro sufí está diciendo: «También existe una especie de equilibrio en la existencia». No sólo hay un equilibrio entre Xanthippe y Sócrates, también lo hay entre esta pareja y la existencia. Sócrates era inmensamente respetado por la gente; su mujer abusaba de él, le torturaba, pero él era respetado por la gente.

Esta historia es bella. Khargani está diciendo: «Es una cuestión de esfuerzo, no hay nada maravilloso en ello. Cuando me pongo y cargo con el peso del sufrimiento del lobo en mi hogar, entonces automáticamente este tigre de la jungla carga mi peso por mí».

Recuérdalo siempre, la vida sólo puede existir en equilibrio. Siempre ha sido así. Buenas mujeres siempre encuentran malos maridos, y buenos maridos siempre encuentran malas mujeres. Y es de tal modo que no existen excepciones. No puede haber ninguna excepción.

Un hombre fue a ver a Sócrates y le preguntó:

-Me gustaría casarme. Soy joven. ¿Qué me sugieres?, pues he oído muchas historias sobre tu vida matrimonial. Eres la persona más experimentada respecto al matrimonio. He venido a recibir tu consejo. ¿Qué debería hacer? ¿Está bien casarse, o es bueno seguir soltero? ¿Qué es más extático?

-Mejor cásate -dijo Sócrates. -Me sorprendes -dijo el joven.

-No hay nada de que sorprenderse, es sencillo -dijo Sócrates-. Si consigues una mujer tal como la que yo tengo, te convertirás en un gran filósofo. ¡A mí me ha sucedido! ¡Es por pura necesidad! Sólo para sobrevivir me he tenido que volver tranquilo y meditativo y silencioso. Eso me ha ayudado inmensamente. Si logras una buena esposa serás feliz, si consigues una mala esposa te convertirás en filósofo. De ambas formas serás beneficiado. ¡Cásate!

Pero no puedo decir que Sócrates no sea responsable del comportamiento de Xanthippe.

Por esta razón muchos buscadores de la verdad en Oriente han permanecido solteros. Existe una razón para esto. La razón fundamental es la compasión -no es que no puedas alcanzar la verdad si tienes esposa-, porque si te vuelves muy meditativo y vives con tu mujer, destruirás su ser. Ella comenzará a equilibrar se volverá fea, se volverá negativa. Si eres positivo, ella se volverá negativa. Entonces estarás cometiendo un crimen en su contra, y serás el responsable. Durante siglos, en Oriente, los buscadores de la verdad se han quedado solteros. Es sólo por compasión: ¿por qué destruir a otro ser humano?

Sócrates era tan silencioso, tan meditativo, estaba tan comprometido con su búsqueda de la verdad que su esposa simplemente se sintió rechazada, ignorada. Ella quería su atención. Puedo verlo, cuando le echa encima la tetera, sólo estaba pidiéndole un poco de atención. Él debía de ser demasiado frío, de modo que lo estaba calentando un poco. Él debía de ser desapacionado, ella estaba buscando algo de pasión. Si podía enfadarse, entonces podría también amar.

Pero no estaba enfadado. Lo usaba como un ardid: se calmaba y se tranquilizaba más. Dejó que el agua caliente quemara su cuerpo, pero permaneció siendo un testigo. Aunque esto debió de volver más loca a su mujer. ¿Cómo puedes perdonar a un marido así, que no salta y te la devuelve? Si él se la hubiera devuelto, su esposa se hubiera tranquilizado.

Si estás casado es mejor ser normal. Tu búsqueda de la verdad debe ser interna. En la relación con tu esposa o con tu marido deberías ser un ser humano normal. De otra forma estarás cometiendo un crimen, un pecado: destrozarás a la mujer o al hombre. Medita luego, cuando estés solo. Y algunas veces, si hace falta, ¡enfádate! Como en el teatro, actúa, incluso si no hace falta, porque una vez que has decidido vivir con un hombre o con una mujer tienes que cumplir ciertas responsabilidades. A veces tienes que enfadarte, es tu responsabilidad.

Si uno decide estar en una relación tiene que preocuparse de no destruir al otro, de no lanzar al otro demasiado en la polaridad. La vida se equilibra a sí misma. Si tú eres demasiado positivo, el otro se vuelve demasiado negativo. Por eso ve al cincuenta por ciento, negativo y positivo, de modo que el otro también esté al cincuenta por ciento, negativo y positivo ambos. Y cuando esto ocurre, se da un tipo de relación bella, surge la belleza. Hay una gran música y armonía. Se convierten en una orquesta.

Si esto no se da es mejor permanecer soltero, es mejor estar solo. Y por lo menos no molestarás a ningún otro ser humano.

Oriente tiene razón: si eres un buscador de la verdad es mejor estar solo. Y si estás ya en una relación y has comenzado la búsqueda de la verdad, entonces por lo menos puedes actuar. No hace falta estar realmente enfadado, puedes actuar y eso bastará. Puedes ser caliente a veces. Y puedes demostrarlo; es algo que le debes al otro.

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