sábado, 24 de diciembre de 2011

ESTAR AQUÍ Y AHORA


La verdad siempre está aquí. Ya es la realidad. No es algo que se tenga que lograr en el futuro. Tú eres la verdad aquí y ahora, así que no es algo que se tenga que crear o algo que se tenga que proyectar o algo que se tenga que buscar. Comprende esto muy claramente; entonces estas técnicas serán fáciles de comprender y también de hacer.

La mente es una máquina de desear. La mente siempre está deseando, siempre está buscando algo, pidiendo algo. El objeto siempre está en el futuro; a la mente no le interesa en absoluto el presente. En este mismo momento, la mente no puede moverse: no hay espacio. La mente necesita el futuro para moverse. Se puede mover en el pasado o en el futuro. No puede moverse en el presente; no hay espacio. La verdad está en el presente, y la mente siempre está en el futuro o en el pasado, de manera que no hay ningún encuentro entre la mente y la verdad.

Cuando la mente busca objetos mundanos, no es difícil, el problema no es absurdo; se puede resolver. Pero cuando la mente empieza a buscar la verdad, el esfuerzo mismo se vuelve un desatino, porque la verdad está aquí y ahora, y la mente siempre no está aquí. Así que lo primero que hay que comprender es: no puedes buscar la verdad. La puedes encontrar, pero no la puedes buscar. La búsqueda misma es el obstáculo.

En el momento en que empiezas a buscar, te has ido del presente, te has alejado de ti mismo, porque tú siempre estás en el presente. El buscador siempre está en el presente y la búsqueda está en el futuro; no te vas a encontrar con lo que estás buscando. Lao Tsé dice: «No busques; de lo contrario, errarás. No busques, encuentra. No busques y encuentra.»

Lo que estás buscando ya está aquí. Hay que traer la mente del buscar al no-buscar. Es difícil. Si lo piensas intelectualmente, es muy difícil. ¿Cómo traer la mente del buscar al no-buscar?, ¡porque entonces la mente convierte el no-buscar mismo en su objeto! La mente dice entonces: «No busques.» La mente dice entonces: «No debería buscar.» La mente dice entonces: «Ahora, no-buscar es mi objeto. Ahora deseo el estado de no-deseo.» La búsqueda ha vuelto, el deseo ha vuelto por la puerta de atrás. Por eso hay gente que busca objetos mundanos y hay gente que piensa que está buscando objetos no mundanos. Todos los objetos son mundanos, porque «buscar» es el mundo.

De modo que no puedes buscar nada que no sea mundano. En cuanto buscas, se convierte en el mundo. Si estás buscando a Dios, tu Dios forma parte del mundo. Si estás buscando la liberación, tu liberación forma parte del mundo, tu liberación no es algo que transcienda el mundo, porque buscar es el mundo, desear es el mundo. Así que no puedes desear el nirvana, no puedes desear el no-deseo. Si tratas de entenderlo intelectualmente, se convertirá en un acertijo.

Si practicas una técnica, tu mente abandonará su viaje al futuro o al pasado. De pronto te encon¬trarás en el presente. Por eso Buda ha dado técnicas, Lao Tsé ha dado técnicas, Krishna ha dado técnicas. Pero ellos siempre presentan sus técnicas con conceptos intelectuales. Sólo Shiva es diferente. Él da técnicas inmediatamente, sin comprensión intelectual, sin introducción intelectual, porque sabe que la mente es tramposa, la cosa más astuta que existe. Puede convertir cualquier cosa en un problema. No buscar se convertirá en el problema.

Así que lo que cuenta es estar aquí y ahora. Puedes intentarlo, pero el esfuerzo puede resultar vano; porque si te esfuerzas por estar en el presente, este esfuerzo se mueve hacia el futuro. Cuando preguntas cómo estar en el presente, de nuevo estás preguntando sobre el futuro. Este momento está pasándose por alto en la indagación: «¿Cómo estar presente? ¿Cómo estar aquí y ahora?» Este momento presente está pasándose por alto en la indagación, y tu mente comenzará a tramar y a crear sueños en el futuro: algún día estarás en un estado de mente en el que no hay ningún movimiento, ningún motivo, ninguna búsqueda, y entonces habrá dicha.

sábado, 17 de diciembre de 2011

LO DIFICIL DE LA ENTREGA


Si la entrega funciona, es mejor entregarse. ¿Por qué seguir anhelando métodos? ¿Y quién sabe si un método específico será apropiado para ti o no? Y puede que tardemos vidas en averiguarlo. Así que es bueno entregarse, pero es difícil. Es lo más difícil del mundo.
Los métodos no son difíciles. Son fáciles; te puedes adiestrar. Pero para la entrega no te puedes adiestrar..., ¡no hay ningún adiestramiento! No puedes preguntar cómo entregarte; la pregunta misma es absurda. ¿Cómo puedes preguntar cómo entregarte? ¿Puedes preguntar cómo amar?
O hay amor o no lo hay, pero no puedes preguntar cómo amar. Y si alguien te dice y te enseña cómo amar, recuerda: nunca serás capaz de amar. Una vez que se te ha dado una técnica para el amor, te aferrarás a la técnica. Por eso es que los actores no pueden amar. Saben tantas técnicas, tantos métodos; y todos somos actores. Una vez que sabes el truco de cómo amar, el amor no florece, porque has creado una fachada, un engaño. Y con el engaño no estás en ello, no estás involucrado. Estás protegido.
El amor es estar totalmente abierto, vulnerable. Es peligroso, te vuelves inseguro. No podemos preguntar cómo amar, no podemos preguntar cómo entregarnos. ¡Sucede! El amor sucede, la entrega sucede. El amor y la entrega son profundamente una sola cosa. Pero ¿qué es? Y si no podemos saber cómo entregarnos, al menos podemos saber cómo estamos manteniéndonos a nosotros mismos, cómo estamos impidiendo entregarnos. Eso se puede saber y eso es útil.
¿Cómo es que aún no te has entregado? ¿Cuál es tu técnica de no entrega? Si todavía no te has enamorado, entonces el verdadero problema no es cómo amar. El verdadero problema es ahondar profundamente para averiguar cómo has vivido sin amor, cuál es tu truco, cuál es tu técnica, cuál es tu estructura: tu estructura de defensa, cómo has vivido sin amor. Eso se puede entender, y eso habría que entenderlo.
Lo primero: vivimos con el ego, en el ego, centrados en el ego. Soy, sin saber quién soy. Sigo proclamando: «yo existo». Este «yo existo» es falso, porque no sé quién soy. Y a menos que sepa quién soy, ¿cómo puedo decir «yo»? Este «yo» es un falso «yo». Este falso «yo» es el ego. Ésta es la defensa. Esto te protege de la entrega.
No te puedes entregar, pero puedes tomar conciencia de esta medida de defensa. Si has tomado conciencia, se disuelve. A partir de entonces, no lo sigues fortaleciendo, y un día llegas a sentir: «yo no soy». En el momento en que llegas a sentir «yo no soy», se produce la entrega. Así que trata de averiguar si eres. En realidad, ¿hay un centro en ti que puedas llamar tu «yo»? Ahonda profundamen¬te en tu interior, sigue tratando de averiguar dónde está este «yo», dónde está la morada de este ego.
Rinzai(monje Budista año 866) fue a su maestro y dijo: «¡Dame la libertad !»
El maestro dijo: «Tráete a ti mismo. Si existes, te haré libre. Pero si no existes, ¿cómo te puedo hacer libre? Ya eres libre. Y la libertad no es tu libertad. En realidad, la libertad es librarte de "ti". Así que vete y trata de averiguar dónde está este "yo", dónde estás tú, luego ven a verme. Esto es la meditación. Vete y medita.»
Y el discípulo Rinzai se va y medita durante semanas, meses, y luego vuelve. Entonces dice: «No soy el cuerpo. Sólo he descubierto esto.»
Y el maestro dice: «Esto es lo que te has liberado. Vete otra vez. Trata de averiguar.»
Entonces él lo intenta, medita y descubre que «no soy mi mente, porque puedo observar mis pensamientos. Y el observador es diferente de lo observado: no soy mi mente.» Llega y dice: «No soy mi mente.»
Y el maestro dice: «Ahora estás tres cuartas partes liberado. Vete otra vez y averigua quién eres.»
Y él estaba pensando: «No soy el cuerpo. No soy la mente.» Había leído, estudiado, estaba bien informado, de manera que estaba pensando: «No soy mi cuerpo, ni mi mente, así que debo de ser mi alma, mi atma.» Pero meditó, y entonces descubrió que no hay atma, no hay alma, porque este atma no es más que tu información mental: doctrinas, palabras, filosofías.
Así que un día llegó corriendo y dijo: « ¡Ahora ya no soy!»
Entonces el maestro dijo: « ¿Tengo que ensañarte ahora los métodos de la libertad?»
Rinzai dijo: «Soy libre porque ya no soy. No hay nadie que pueda estar en cautiverio. Soy sólo un gran vacío, una nada».
Sólo la nada puede ser libre. Si eres algo, estarás en cautiverio. Si eres, estarás en cautiverio. Sólo un vacío, un espacio vacante, puede ser libre. Entonces no puedes atarlo. Rinzai llegó corriendo y dijo: «Ya no soy. No se me puede encontrar en ninguna parte.» Esto es la libertad.
La entrega sucede cuando no eres, de modo que tú no te puedes entregar. Por eso es que la entrega no puede ser una técnica. Tú no te puedes entregar: tú eres el obstáculo. Cuando tú no estás, está la entrega. De modo que tú y la entrega no podéis cohabitar, no hay coexistencia entre tú y la entrega. O estás tú o está la entrega. Así que averigua dónde estás, quién eres. Cuando no está el «yo», el «YO» verdadero se abre. Cuando no está el ego, por primera vez te encuentras con tu ser. Ese ser es vacío. Entonces te puedes entregar; entonces te has entregado. Ahora eres entrega. De manera que no puede haber técnicas, o sólo técnicas negativas como esta indagación de « ¿quién soy?».

sábado, 10 de diciembre de 2011

MEDITAR Y ESTAR ACTIVOS

En lo más profundo de vosotros están las raíces. Sois como árboles: la mitad está por encima de la tierra, y la otra mitad oculta por debajo, en la oscuridad de la tierra. Allí están las raíces. Las flores florecen, es algo que puede verse, pero florecen a causa de las raíces que no pueden verse. Las raíces son invisibles, las flores son visibles.

Dejad que vuestras acciones sean vuestras flores, visibles, pero dejad que vuestra inacción sea vuestra raíz, lo invisible. Y mantened el equilibrio. Cuanto más alto es el árbol, cuanto más penetra en el cielo, más profundas son sus raíces. Lo mismo ocurre con vosotros: pasad a la acción, pero a continuación pasad a la inactividad cada día. Convertidlo en un ritmo, en una armonía.

En la inactividad os disolvéis en el océano, el pez se convierte en el océano. ¿Dónde estáis en el sueño? El ego no está, el pez se ha disuelto. ¿Dónde estáis en el sueño profundo? No ocupáis ningún espacio, os habéis hecho uno con la existencia. Lo mismo sucede en la meditación profunda.

Los hinduistas han dicho que la meditación profunda es como el sueño profundo, pero con una diferencia: en la meditación se permanece alerta, y en el sueño no. Cuando pasáis a la meditación desde un mundo de actividad, estáis cayendo como una hoja muerta o como la pluma de un ave. Os sacudiréis un poco, movidos por la brisa, levados de aquí para allá, y poco a poco iréis profundizando hasta asentaros en la tierra. Habréis alcanzado la raíz y todo se asentará. Entonces no hay preocupación, ni pensamiento, ni mundo, ni yo…solo queda lo que es. Eso es el Tao. Después, enriquecidos, rejuvenecidos, regresáis al mundo y luego se os hace más fácil salir de casa y entrar en él. Se hace más fácil.

Sed activos cuando queráis, pero recordad que esa actividad debe estar en función de vuestras necesidades corporales, no de vuestros deseos mentales. Sed activos cuando la energía fluya y sentiréis que la energía debe utilizarse, porque la energía requiere acción, la energía se encanta en la acción. Si suprimís la energía entonces sois agresivos, no suprimáis la energía. Este es uno de los mayores problemas del hombre moderno.

Ahora, por lo general, la tecnología os ha liberado de mucho trabajo. ¿Qué hacer? Os volvéis agresivos, lucháis, os encolerizáis. Todo el mundo sabe que eso es una tontería, incluso vosotros mismos, en vuestros momentos más tranquilos, sabéis que es una tontería, pero entonces, ¿por qué estalláis innecesariamente? El pretexto no era suficiente. La auténtica razón no es una situación dada; la razón es que tenéis demasiada energía, demasiado combustible que rebosa, inflamable, que en cualquier momento puede estallar. Por eso después del estallido os sentís relajados, sentís que os inunda un cierto bienestar.

Tenéis demasiada energía sin acciones en las que invertirla. Y hay muchos y buenos alimentos, que a su vez crean más energía. Es combustible. Esta es la era mejor alimentada de la historia.

Así que elegid, pero de acuerdo a vuestras necesidades corporales. No forcéis el cuerpo, no lo coaccionéis; sentidlo y sentid lo que necesita. Si necesita acción entonces daros una carrera, id a nadar, a dar un largo paseo. Meditad y sed activos, permitid que la energía fluya. A través de la acción os fundís en la existencia. Y cuando la energía desaparece y os relajáis, entonces permaneced silenciosos. Tratad de encontrar un lugar fresco y relajaos allí.

Dios siempre llega a vosotros de la misma manera que vosotros vais hacia él. Recordad: Dios es una respuesta. La ley es exacta y correcta, y dice: recibiréis todo lo que deis; recogeréis lo que sembréis. Dios llega a vosotros por el mismo camino por el que vosotros vais hacia él.

sábado, 3 de diciembre de 2011

SOMOS DIOS

Chuang Tzu dice que los peces nacen en el agua, y que el hombre lo hace en el Tao. El agua se ocupa de los peces, el Tao se ocupa de vosotros. Vosotros sois peces en el Tao, en la naturaleza; podéis llamarla Dios. El hombre nace en el Tao, por eso no podemos sentirlo. Los peces no pueden sentir el agua, pero la conocen profundamente porque han nacido en ella. Han vivido con ella mucho tiempo; nunca ha habido una separación. Los peces no saben lo que es el agua. Se mueven en ella, viven en ella, mueren en ella, llegan a ella y desaparecen en ella, pero no saben lo que es.

Se dice que un pececillo se empezó a preocupar porque había oído hablar mucho del océano y quería saber lo que era. Así que fue de un pez sabio a otro. Buscaba un maestro, un gurú. Había muchos; Un gurú le dijo:

-Está muy lejos y es difícil de alcanzar; muy pocos son los que llegan al océano. No seas tonto. Hay que prepararse para ello durante miles de vidas. No es una cosa normal y corriente, es una gran tarea. Primero purifícate y haz estas asanas.

Otro era budista, y dijo:

-Eso no te será de ninguna ayuda. Entra en el sendero del Buda. Las ocho disciplinas del Buda te ayudarán; primero purifícate del todo, hasta que no quede impureza alguna, y solo luego podrás ver el océano.

Entonces alguien más dijo:

-En la kaliyuga, la era presente, solo ayuda cantar el nombre de Rama. Canta “Rama, Rama, Rama”; solo se llega mediante su gracia.

Y el pez siempre estuvo en el océano, nunca dejó de estar en él. Buscó y buscó, consultó muchas escrituras, muchas doctrinas, a muchos doctores, visitó muchos ashrams, pero al no llegar a parte alguna se fue frustrando cada vez más. ¿Dónde está el océano? Todo el asunto se convirtió en una obsesión.

Entonces, un día, conoció a un pez, a un pez muy corriente; debe haber sido como Chuang Tzu, corriente. Nunca nadie se había imaginado que ese pez pudiera ser un gurú, viviendo una vida corriente de pez como vivía. Y este pez dijo:

-No seas loco, deja de hacer tonterías. No está lejos, está aquí. Todo lo que ves a tu alrededor es el océano. No está lejos, está aquí, por eso no puedes verlo –porque para ver una cosa se necesita una cierta distancia; para tener perspectiva hace falta espacio-. Está tan cerca que no puedes verlo; está fuera de ti, y está en ti. No eres sino una ola en el océano; una parte de él, una concentración de su energía.

Pero el buscador no lo creyó y le respondió:

-Me parece que estás loco. He visitado a muchos maestros y todos ellos dicen que está muy lejos. Primero uno ha de purificarse, realizar las asanas de yoga, cultivar disciplina, carácter, moralidad, ser religioso, pasar por muchos rituales, y luego, al cabo de millones de vidas, sucede. Y si uno alcanza el océano es mediante la gracia de Dios.

Pero Chuang Tzu tiene razón: el océano está a vuestro alrededor, rodeándoos. Estáis en él, no puede ser de otro modo. ¿Cómo podrías vivir si Dios no respirase en vosotros? ¿Quién hace circular vuestra sangre? ¿Quién late en vuestro corazón con el latido de lo desconocido? ¿Cómo puede ser que Dios esté lejos? Y si Dios está lejos, ¿cómo es que vosotros estáis aquí? ¿Cómo podéis existir? No es posible, porque Dios es vida y vosotros sois una cristalización de esa vida.

Sois proyectos de Dios en miniatura, pero sois Dios. Y no estoy diciendo que algún día, en el futuro, podéis llegar a ser como dioses; lo que estoy diciendo es que ya lo sois ahora, en este mismo instante. Lo sepáis o no, sois dioses; eso es todo. Puede que os lleve millones de vidas realizarlo, pero la causa de vuestro estúpido comportamiento no es la distancia, ni el que seáis impuros, sino que sois ignorante. La única disciplina necesaria es ser consciente de la proximidad y cercanía, hacerse consciente de eso que ya está tocando vuestra piel, de lo que palpita en el corazón de lo que fluye en vuestra sangre, ser consciente de la cercanía y proximidad. Y para ello debéis vivir en el momento, porque si os trasladáis al futuro os alejáis. Entonces os embarcáis en un viaje lejano. Y Dios está aquí; ya le habéis dejado atrás.

sábado, 26 de noviembre de 2011

LAS NECESIDADES Y LOS DESEOS (SEGUNDA PARTE)

Las necesidades son hermosas; los deseos son horribles. Las necesidades son corporales; los deseos psicológicos. Pero mirad a vuestros santos y sabios: siempre condenan vuestras necesidades y alientan vuestros deseos. Os dicen: “¿Qué estás haciendo? Solo coméis y dormís, estáis desperdiciando la vida. ¡Intentad alcanzar el cielo! El cielo es el deseo esencial. Os espera el paraíso, y vosotros no hacéis más que perder el tiempo en cosas corrientes, estáis vegetando. Poneros en pie y corred, porque no queda mucho tiempo. ¡Vamos, vamos! ¡Llamad a las puertas del cielo! ¡Llegad hasta Dios! Pero no os quedéis aquí”.

Siempre condenan vuestras necesidades y siempre alientan vuestros deseos. Por eso el mundo se ha convertido en un lugar tan horrible: todo el mundo está lleno de deseos y las necesidades no están siendo satisfechas. Lo que puede satisfacerse está siendo desatendido y lo que no puede colmarse es alimentado. Esa es la miseria del hombre.

Chuang Tzu está a favor de las necesidades. Satisfacedlas y no os ocupéis de los deseos. Abandonad la idea, porque no hay futuro; solo existe el presente. ¡Y qué hermoso es! Cuando tenéis hambre, coméis –no hay futuro-, y cuando estáis comiendo y os concentráis en ello, el presente se convierte en un paraíso. Por eso dijo Jesús: No penséis en el mañana. Mirad los lirios del campo: ellos no acumulan, no piensan, no están preocupados por el futuro. Florecen aquí y ahora. Fijaros en el florecer de los lirios, el mañana se ocupará de sí mismo. Solo tenéis que estar aquí y ahora. Este momento es suficiente, no pidáis nada más.

Ese es el auténtico sabio, el que vive en el momento, para quien este instante es suficiente. Si permanecéis en este momento, totalmente concentrados. Disfrutando de él con todo vuestro ser, entonces el tiempo se detiene. No hay movimiento de tiempo, no hay horizonte ni necesidad de ir tras él. Pero todo el mundo tiene prisa por alcanzarlo.

Todo el mundo tiene prisa. ¿Adónde vais con tanta prisa? ¿Alguna vez habéis visto llegar a alguien a alguna parte? ¿Sabéis de alguien que haya llegado a algún sitio a todo correr, con impaciencia, con rapidez? Hemos oído hablar de algunos que han llegado parando, pero nunca hemos oído hablar de nadie que llegase corriendo. El Buda se detuvo y llegó; Jesús se detuvo y llegó; Chuang Tzu se detuvo y llegó. Lleváis el destino en vosotros mismos, no hay ningún otro lugar al que ir. Pero el deseo os hace ir a tierras lejanas, a tiempo distantes, a apartados puntos del espacio. Y cuando más deseosos estáis, más prisa tenéis, y más os perdéis de vista; frustrados y destrozados, sois una ruina ya antes de morir.

Pero en esa ruina sigue habiendo deseo. Habéis reunido toda una vida de experiencias y deseos, y vuestra mente os dice: “Has fracasado porque no te has esforzado suficiente. Fíjate, hay otros que lo han conseguido. Observa a tus vecinos, ellos han triunfado; pero tú has fracasado porque no corriste lo suficiente. La próxima vez tienes que estar preparado”.

Concentráis esa actitud en una simiente, volvéis a nacer y vuelve a empezar el círculo vicioso. ¿Adónde vais? ¿Hay algún sitio al que dirigirse? Y aunque llegaseis a algún lugar seguirías siendo el mismo, el mismo ser frustrado, el mismo ser ambiguo, con la misma tensión, la misma angustia, las mismas pesadillas.

Corréis y corréis, y no dejáis de correr, hasta que caéis en brazos de la muerte; ese es el fin de vuestro esfuerzo.

sábado, 19 de noviembre de 2011

LAS NECESIDADES Y LOS DESEOS (PRIMERA PARTE)

Las necesidades pueden ser satisfechas, pero los deseos no. El deseo es una necesidad que se ha vuelto loca. Las necesidades son simples, provienen de la naturaleza. Los deseos son muy complejos; y no provienen de la naturaleza, sino que son creados por la mente. Las necesidades son del momento, son creaciones de la propia vida. Los deseos no son del momento, siempre pertenecen al futuro. No son creaciones de la propia vida, son proyecciones de la mente. Los deseos son proyecciones, no son necesidades reales. Eso es lo primero que hay que entender, y cuando más lo entendáis, mejor.

¿Qué es el deseo? Es el movimiento de la mente hacia el futuro. La necesidad pertenece a este momento: tener hambre es una necesidad que tiene que ser satisfecha. Y puede serlo, no es problema. Si estáis sedientos, lo estáis aquí y ahora, y por lo tanto hay que buscar agua. Debe satisfacerse, es una necesidad de la vida.

Las necesidades son hermosas, los deseos son feos. ¿Cuál es la diferencia? La diferencia estriba en que la necesidad proviene del cuerpo, mientas que el deseo es producto de la mente. Los animales, las aves y los árboles son más felices porque carecen de mente para desear; son más felices estén donde estén. Viven y mueren, pero nunca están angustiados; no hay tensión en ellos.

Pero los deseos no son así. Cuando se desea ser presidente de un país no se trata de una necesidad, sino de una ambición, es una proyección del ego en el futuro. O bien se desea el cielo; eso también pertenece al futuro. O se desea a Dios; y eso también pertenece al futuro. Recordad, las necesidades son siempre aquí y ahora, son existenciales. Y los deseos nunca son de aquí y ahora, son no existenciales. Son únicamente mentales, pertenecen a la mente y no pueden ser satisfechos porque su naturaleza es ir hacia el futuro.

Son como el horizonte. Da la impresión de que hay un lugar cercano donde el cielo y la tierra se unen: es tan aparente que uno puede ir allí andando. Pero se puede caminar durante toda la vida y la distancia será la misma; el cielo y la tierra se encontrarán en algún lugar más adelante. Pero nunca se llega a tal sitio, al punto en que se unen cielo y tierra. Nunca se unen. Solo es una apariencia, lo que los hinduistas denominan maya: lo parece, pero no lo es. Lo parece si se mira a lo lejos. Cuanto más te acercas más te percatas de que no es así. El horizonte se aleja más, y la distancia sigue siendo la misma.

La distancia entre vosotros y vuestro deseo siempre es la misma. ¿Cómo satisfacerlo? Si deseáis diez mil rupias, puede que las tengáis algún día, pero para entonces, el deseo ya estará diez mil veces por delante. Tenéis mil rupias; el deseo pedirá diez mil. Cuando tengáis diez mil, el deseo pedirá cien mil. La distancia continuará siendo la misma. Podéis llegar a tener cien mil y eso no significará diferencia alguna. El deseo continuará siendo el mismo, diez veces mayor, diez veces más.

Las necesidades son simples, pueden colmarse. Tenéis hambre y coméis; estás sedientos y bebéis; tenéis sueño y os acostáis.

Los deseos son muy arteros y complejos. Os sentís frustrados pero no a causa de las necesidades. Estáis frustrados por los deseos. Y los deseos consumen gran parte de vuestra energía no podréis satisfacer vuestras necesidades, porque, ¿quién estará ahí para satisfacerlas? Os movéis hacia el futuro, pensáis en el futuro; vuestra mente divaga y sueña. ¿Quién está ahí para satisfacer las necesidades corrientes de cada día?; vosotros no. Y os gustaría seguir hambrientos pero poder alcanzar el horizonte: os gustaría posponer las necesidades para que así toda la energía estuviese disponible para los deseos. Pero al final os dais cuenta de que el deseo no ha sido colmado, y como se han desatendido las necesidades, acabáis no siendo más que una ruina. Y no puede recuperarse el tiempo que se ha perdido; no se puede volver atrás.

Hay una historia de un viejo sabio que se llamaba Mencio. Era un seguidor de Confucio, y murió muy, muy viejo. Hubo alguien que le preguntó: “Si le volviesen a dar la vida, ¿cómo empezaría?”.

Y Mencio contestó: “Pondría más atención a mis necesidades y menos a mis deseos”.

Y esta comprensión también os llegará a vosotros. Pero siempre llega demasiado tarde, cuando la vida ya no está en vuestras manos. Si os volviesen a dar otra vida…

sábado, 12 de noviembre de 2011

LAS PROMESAS Y EL AMOR

Siempre vas por ahí prometiéndote y no sabes qué es lo que estás haciendo. Cuando amas a una persona, sientes que la amarías para siempre. Es la sensación de ese momento; no la conviertas en una promesa. Solo di: “En este momento siento que te amaría para siempre, pero no sé cómo me sentiré al momento siguiente”. Nadie puede decir nada sobre el momento siguiente, nadie puede prometer. Si prometes algo, es que vives en un mundo de plástico. No se puede hacer ninguna promesa.

Y esa es la verdad, la honestidad del amor: no es prometible, aunque todo el mundo quiere la promesa para sentirse seguro. Y cuanto más asustados estás, más promesas te hacen falta. Por eso, por lo general, las mujeres necesitan más promesas que los hombres; están más asustadas, se sienten más asustadas por naturaleza. Les gustaría que todo fuese permanente, y solo entonces darían un paso. Y por eso vas haciendo falsas promesas que no pueden cumplirse. Todas las promesas se rompen, y con cada promesa tu corazón se rompe y también el corazón del otro. Y con cada promesa desaparecida, la vida se convierte en algo fútil y sin sentido; se pierde la poesía, se convierte en prosa llana, en un fenómeno legal. Llegas a casa y le besas a tu esposa, y entonces se convierte en una cosa legal…tienes que hacerlo, no es espontánea. Tienes que besar a tus hijos; no es algo espontáneo, es algo que tienes que hacer, es un deber. Y el deber es la peor de las cosas, te lo digo de verdad. El amor es lo más hermoso; el deber, lo más feo.

El amor es un fenómeno desconocido que no puedes manipular. El amor es un subproducto social. La esposa puede decir: “Tienes que hacerme el amor; es tu deber, ¡y además lo has prometido!”. Y sabes que así es, que lo has prometido. ¿Qué puedes hacer? Si el amor ha desaparecido, o si en ese momento no tienes ganas de hacer el amor, ¿qué puedes hacer? Para cumplir la promesa del pasado tienes que ser falso y actuar. Así que dices: “Sí, lo prometí”. ¿Qué puedes hacer? ¿Puedes fabricar amor?

No puedes, pero lo pretendes, finges que sí. Esa pretensión, ese fingimiento se irá asentando en ti cada vez más, porque la espontaneidad es algo que no está permitido. Y eso hace que todo el mundo se sienta engañado, porque un amor fingido no puede colmar. Todo el mundo sabe que es fingido, es fácil darse cuenta. Haces todos los movimientos del amor, pero el amor está ausente. Es como un ejercicio de yoga: las posturas están ahí, los gestos están presentes, pero falta el corazón. Estás en otra parte, tanto si es por deber como por obligación, pero también sientes que: “Si, lo prometí”.

Y te digo que la promesa puede haber sido perfectamente correcta, pero cada promesa pertenece a su propio momento. Si no puedes prometer que estarás allí mañana, ¿cómo puedes prometer que tu amor sí estará? Solo puedes hablar de la sensación de este momento: “Te amaré para siempre jamás, pero se trata de una sensación momentánea: ¿qué puedo hacer si desaparece al momento siguiente?”. Pero la seguridad crea el problema. Necesitas seguridad en todo; por eso todo se ha convertido en falso.

La vida es insegura. Deja que la verdad te penetre cada vez más, deja que se convierta en una semilla en lo más profundo de tu corazón. La vida es insegura: esa es su naturaleza y no puede hacerse nada al respecto; todo lo que intentes no hará más que envenenarla. Solo puedes matar…y cuanto más seguro te sientas, mas muerto estarás. Observa a aquellos que se sienten seguros rodeados de riqueza, prestigio y castillos, y verás que están muertos. Mira sus rostros: parece que tienen los ojos de piedra. Sus rostros parecen máscaras. Sus gestos son automáticos, vacíos; están enjaulados y no fluyen, están congelados e inmóviles. No son como ríos que fluyen y discurren hacia el mar. Son pozas fétidas, que no van a ninguna parte, ni fluyen en ninguna dirección.

sábado, 5 de noviembre de 2011

AUTORIDAD Y VERDAD

Todas las religiones intentan demostrar que sus autoridades son muy antiguas, extremadamente viejas. Preguntad a los hinduistas…dicen que su santana-dharma (nombre que los hinduistas dan a su propia religión: “la ley imperecedera”, en el sentido de verdad eterna) no tiene principio. Son los más astutos: al decir que no tiene principio no se puede demostrar que hay otra religión más antigua que la suya. Lo han conseguido: no tienen principio. Dicen que los Vedas son los más antiguos, y creen que si se demuestra que los Vedas son los más antiguos, entonces tendrán más autoridad.

De algún modo, la mente humana cree que cuanto más viejo es algo mejor es; como si la verdad fuese un vino…cuanto más viejo mejor. Y todas las interpretaciones no son más que el viejo vino en botellas nuevas. La verdad no es un vino, la verdad no tiene nada que ver con los vinos, es justo al contrario: cuanto más nueva, más fresca, más joven, más profunda es. Cuanto más viva está, más profunda es. Lo muerto es insulso, mugre dejada por el pasado, solo eso y siempre que te implicas en el pasado estás tratando con mugre, con tumbas; eres un sepulturero. Vives en un cementerio, dejas de formar parte del fenómeno vivo que es la vida.

Pero los hinduistas demuestran que sus Vedas son antiquísimos y no hacen más que retrasar la posible fecha en que fueron escritos. Y se enfadan mucho si alguien intenta demostrar que no son tan antiguos; creen que eso es irreverente, que te has vuelto loco.

¿Para qué todo ese esfuerzo en demostrar que se es más antiguo? Porque la mente cree en la muerte, y porque la mente cree en el pasado. La mente, es más pasado. Así que creéis que vuestra mente será mejor si vuestra autoridad es antigua, porque cuanto más grande el intervalo de tiempo, la acumulación de tradición, más espacio tiene la mente para moverse. La mente necesita tiempo para moverse y no es nada sino acumulación de pasado, así que tendréis una mente mayor si vuestro pasado es mayor, y contaréis con una mente más pequeña si vuestro pasado es menor.

Cuanto más vieja es una cosa, más autoridad tiene. Si Podéis tener ciento cincuenta años y únicamente ser un tonto de ciento cincuenta años, porque la edad no trae sabiduría, no tiene nada que ver. Por el contrario, los niños son más sabios; tienen que serlo. Dios no puede equivocarse, porque siempre se lleva a los viejos y los sustituye por niños; eso significa que cree más en los niños que en los viejos. Dios cree en lo nuevo y el hombre cree en lo viejo; Dios siempre cree en las hojas nuevas, por eso se desprende de las viejas. Y las sustituye con otras nuevas, frescas y jóvenes.

Dios es eternamente joven y nuevo, y así es la verdadera religión. Pero las autoridades… Así que no podéis confiar en la autoridad de Dios. Si observáis la creatividad divina que os rodea, siempre veréis que parece un poco loca, porque para cuando un hombre se ha convertido en sabio, va Dios y lo retira. Habéis cumplido noventa años, habéis vivido a través de todas las estaciones, sabéis mucho, habéis acumulado experiencia, y para cuando empezáis a ser sabios, va Dios y os llama y te sustituye por un bebé; eres sustituido por un bebé que no sabe nada. Da la impresión de que ama más la inocencia que el conocimiento, que le gustan más las hojas verdes que las viejas y descoloridas. Y así debe ser, porque la vida debe ser joven, y si él es vida eterna, entonces tiene que ser eternamente joven.

Pero entonces Dios no puede ser autoridad, porque autoridad significa el peso del pasado; no se puede crear autoridad sin el peso del pasado.

La vida no se detiene, y nunca se repite a sí misma; aunque parezca que lo está haciendo, en realidad nunca se repite. Si sentís que la vida se repite, será porque no podéis sentir lo nuevo, porque estáis muertos. Pero nunca se repite. La nube que habéis visto esta mañana nunca volverá a aparecer en el cielo, porque mañana por la mañana el universo será distinto. Es algo inmenso y cambiante.

sábado, 29 de octubre de 2011

LA NECESIDAD DE LA EXPERIENCIA

La vida cambia a cada momento. No se puede hallar la respuesta en el pasado porque nada es igual en el presente. No se puede hallar la respuesta en el pasado porque la respuesta no vale, porque siempre muere con el hombre que la descubre. Pero los fantasmas no hacen más que rondar. Vuestros vedas, coranes, biblias, gitas, no son más que fantasmas. Han dejado de ser realidades, hace tiempo que murieron, pero siguen teniendo atractivo.

Así que, de entrada, tratemos de comprender por qué atraen tanto los muertos, por qué el pasado, ya muerto, tienen tanto atractivo para los vivos, por qué los muertos siguen tirándoos de las piernas. ¿Por qué seguir cargando con ellos? ¿Para qué seguir escuchándoles? Vosotros estáis vivos, sois frescos, recientes. ¿Para qué mirar al pasado, a autoridades y expertos?

Lo primero: cuanto más tiempo hace que ha muerto una persona, más grande es la tradición. El tiempo…el tiempo lo santifica todo. Si el Buda estuviese vivo, apenas podríais tolerarlo. Como mucho, mostrándoos muy amables con él, podríais ir a escucharlo. No podrías creer que ese hombre ha conocido lo esencial porque tendría un aspecto como el vuestro: un hombre de carne y hueso, joven o viejo, enfermo o sano, tan proclive a la muerte como vosotros mismos, igual que vosotros. Cuando siente hambre, debe comer, cuanto tiene sueño, necesita una cama;¡igual que vosotros! ¿Cómo podéis creer que ha llegado a conocer lo esencial, lo que no muere? Es difícil, casi imposible.

Pero ahora, veinticinco siglos más tarde, el Buda ya ha dejado de ser un hombre de carne y hueso. Nunca cae enfermo, nunca tiene hambre, nunca necesita comida, ni medicinas. Nunca morirá, es inmortal. El tiempo todo lo santifica, y luego olvidáis que él era igual que vosotros. Poco a poco, la imagen muerta se va convirtiendo en dorada. Cada vez más elevada, perdida en algún tipo de paraíso, de que solo podéis tener una vislumbre. Entonces podéis creer.

Ahora se venera a Jesús, y no obstante, cuando estaba vivo, lo crucificaron. Vivo, lo crucificáis, muerto, lo veneráis. ¿Por qué la muerte lo convierte en alguien tan significativo, tan importante? La muerte destruye el cuerpo, y entonces se rompe el vínculo que mantenía con vosotros. Entonces podéis contar con una imagen espiritual: sin sangre, sin huesos, suprafísica. Ahora podéis imaginaros lo que queráis y proyectar sobre él todas las cualidades que deseéis.

Es difícil proyectar sobre una persona viva porque la realidad está ahí, y él destruirá todas vuestras proyecciones. No está dispuesto a convertirse en prisionero de vuestras proyecciones. Pero una vez muerto, no puede hacer nada. ¿Qué puede hacer Jesús? ¿Y el Buda? Están desprotegidos frente a lo que queráis hacer, han de sufrir.

Así que toda escritura no es sino un espejo: en ella veis vuestro propio rostro. Podéis leer lo que queráis, pero como la mente es muy astuta, no escuchará nada que vaya en contra suya. Puede interpretar como mejor le convenga, y Jesús, Buda o Krishna, no estarán ahí para decir: “No, eso no era lo que quise decir”.

Pero el problema estriba en que cuando un buda está vivo puede ayudaros. Cuando un buda está vivo podéis impregnaros de su espíritu. Cuando un buda está vivo es posible que algo sea comunicado, transferido. Pero cuando está muerto se hace cada vez más difícil. ¿Por qué? Porque aquello que debe transferirse no puede hacerlo mediante el lenguaje. Si pudiera comunicarse a través del lenguaje bastaría con las escrituras, que son las palabras de un buda. Pero no puede comunicarse a través de la palabra. La palabra es una mera excusa. El Buda os habla a vosotros; es una excusa para crear un contacto en el plano mental. Y si sois receptivos, siempre sucede algo; entre líneas, entre las palabras, el Buda llega a vosotros; eso es una experiencia viva.

No transfiere una teoría, sino a sí mismo. No debe comunicar una hipótesis, una filosofía, sino una experiencia viva, y eso se parece más a una capacidad que a una filosofía. Aunque sepáis cómo nadar, no podéis enseñárselo a otro mediante palabras. ¿Qué le ibais a decir? Dijeseis lo que dijeseis, no sería lo adecuado. La única manera es llevaros al discípulo al río, para primero enseñarle cómo nadáis –a fin de darle confianza y valor-, y luego pedirle que vaya hasta donde estáis vosotros. Si confía en vosotros, entonces irá. Así, poco a poco, irá pasando por la experiencia.

La experiencia es lo único que enseña. Y la espiritualidad es como nadar; no se puede explicar. Se puede describir, pero la descripción será letra muerta. Se trata de una experiencia viva. Algo sucede cuando está presente alguien que tiene esa capacidad. No os la puede contar, pero podéis aprender. Y ese es el misterio: no puede enseñárosla, pero vosotros podéis aprender si sois receptivos.

Así es como nacen las sectas y credos.

Jesús fue un hombre corriente, pero no tenéis más que mirar a los católicos, a los protestantes, a los cientos de sectas cristianas y a sus interpretaciones. Jesús era un hombre corrientes, el hijo de un carpintero, nunca utilizó la jerga teológica. No era un hombre de palabras, fue un hombre de experiencia. Hablaba de manera sencilla, utilizando historias, anécdotas y parábolas. Y les hablaba a los analfabetos. Y el significado de sus palabras era sencillo. Pero fijaros…los protestantes, los católicos, sus teólogos, han sacado inmensidades de él, ¡una montaña! No hacen más que discutir acerca de cosas la más sencillas, y se han perdido tanto en ellas que han olvidado a Jesús por completo.

Escapáis de Jesús y siempre lleváis la Biblia en el bolsillo. Podéis meter la Biblia en un bolsillo, pero no podéis meter a Jesús. La Biblia os pertenece, pero con Jesús sois vosotros los que tenéis que pertenecerle. Esa es la diferencia; podéis tener una Biblia, pero no podéis tener a Jesús. Sois vosotros los que tenéis que ser de Jesús.

sábado, 22 de octubre de 2011

ESCUCHA LA VOZ INTERIOR (SEGUNDA PARTE)

Una vez que podáis escuchar vuestra voz interior no necesitaréis leyes, porque vosotros seréis la regla. Y cuanto más clara sea la voz, más pasos daréis en la dirección correcta. Se va convirtiendo en una fuerza cada vez más fuerte; cada paso os acerca más a vuestro destino y os hace sentir mejor. Sentiréis un profundo contento, sabréis que nada es erróneo, y podréis bendecir y ser bendecido por todos.

La religión es rebelión, rebelión contra los demás, rebelión contra los bienintencionados, rebelión contra los bienhechores. Es la mayor rebelión de todas, porque se está solo, no hay nadie más, y hay que recorrer el camino solo. Es la rebelión del individuo contra la masa. La masa es muy, muy poderosa. Puede aplastaros, ya casi lo ha conseguido. Estáis lisiados y machacados, casi muertos. Dejaros con vida es peligroso para la masa porque entonces seguiréis vuestro propio camino, y la masa tiene el suyo, que quiere que vosotros sigáis. La masa quiere que os convirtáis en hombre de negocios o burócrata y vuestra voz interior puede que no esté dispuesta a serlo. Puede que vuestra voz interior quiera ser poeta, o bailarina, o cantante. Puede que vuestra voz interior está llevándoos a ser un Buda o un Chuang Tzu. Pero la sociedad no necesita un Buda, sino un ejecutivo perfecto. ¿Para qué sirve un Buda? Económicamente no tiene sentido, es una carga.

Estáis en tan mala forma porque son muchos los que han querido muchas cosas de vosotros. Si los colmáis a ellos, entonces os quedáis vosotros vacíos, porque nadie puede saber para qué estáis aquí; para saberlo debéis investigar, indagar interiormente. Eso es el alma. Podéis llamarlo Dios, podéis llamarlo verdad. Los nombres difieren, pero el meollo es encontrar el destino auténtico que habéis venido a cumplir; si no algún día acabaréis en el psiquiatra tratando de indagar. ¡Y todo el mundo está cada vez más cerca de la puerta del psiquiatra! Ni siquiera el psiquiatra está bien, porque acude a otro psiquiatra para llevar a cabo su propio análisis; es algo que hacen todos ellos. Y eso quiere decir algo: los psiquiatras son la gente que más se suicida, más que nadie, el doble que en cualquier otra profesión. Y también se vuelven locos el doble de psiquiatras, y mira por dónde, ¡se supone que están aquí para ayudar a los demás! Todo el mundo está mal porque nadie ha escuchado a su auténtico ser. Escuchadlo y no hagáis caso a nadie más.

Será difícil, debéis perder mucho, se perderán muchas inversiones de todo tipo. Eso es lo que significa sannyas: es renunciar a las falsas inversiones, es renunciar a los demás, a sus deseos y expectativas, y es tomar la decisión de ser auténtico con uno mismo.

No estáis aquí para colmar las expectativas de los demás, sus reglas, sus mapas. Estáis aquí para realizar vuestro propio ser. De eso trata toda la religión, la religión entera; estáis aquí para realizar vuestro propio ser. Ese es vuestro destino. No vaciléis, no hay nada que pueda sustituirlo.

“Si alguno quiere venir en pos de mi, niéguese así mismo, tome su cruz y sígame. Porque el que quiera salvar su vida la perderá, y el que pierda su vida por causa de mi la hallará”.

sábado, 15 de octubre de 2011

ESCUCHA LA VOZ INTERIOR (PRIMERA PARTE)

Seguid aquello que os proporcione felicidad, bendiciones, paz y silencio. Seguid en esa dirección, y no pasará mucho antes de que os llegue más.

El Buda vivió a su manera, y entonces apareció un templo; y entonces hubo miles que empezaron a vivir como el Buda. Pero no se trataba de eso. EL Buda nunca siguió a nadie, su camino era suyo, fue feliz, entonces estuvo bien. Pero vosotros no seréis felices siguiéndolo. No sigáis a nadie, porque si no seréis desgraciados. Ya sois bastante desgraciados porque primero habéis seguido a vuestro padre, a vuestra madre, a vuestros profesores, a vuestra religión. Habéis seguido a demasiada gente y demasiadas cosas, y todas esas voces son diferentes, contradictorias, inconscientes. Tiran de vosotros en todas direcciones; ¿cómo podréis manteneros íntegros? Sois un fenómeno de desintegración, una multitud, con una parte que quiere ir al este y otra yendo hacia el oeste; la parte inferior del cuerpo quiere ir al sur, la superior se ha ido al Himalaya, hacia el norte. Sois un fenómeno de desintegración, estáis desmembrados. ¡Integraros!

Y os digo que si permanecéis íntegros, si no escucháis a nadie, si solo escucháis vuestra propia voz…a veces os equivocaréis, a veces os habéis equivocado; no os preocupéis. Os equivocáis porque estáis tan acostumbrados a seguir a los demás que habéis perdido vuestra vos interior. No sabéis lo que es la voz interior. Tenéis dentro muchas voces, y todas ellas son ajenas. A veces habla la madre: ¡Haz esto! A veces lo hace el padre: ¡No lo hagas! A veces es otro, el Buda, Jesús, Cristo, Chuang Tzu…dejad irse todas esas voces. ¡Escuchad!

La meditación es escuchar en profundidad, escuchar la voz interior. Al haceros más silenciosos, las voces van cesando. Chuang Tzu se va a su casa, el Buda se va a su casa, Jesús ya no está, y vuestros padres ya no están; todo el mundo se ha ido, solo quedáis vosotros, solos, con vuestra vacuidad. Entonces es cuando se afirma vuestra naturaleza, y eso es florecer. De la misma manera que una semilla germina y aparece en la superficie, también vuestra voz interior aparece en la conciencia, germinando. Cuando eso suceda, enseguida seguidla allá donde os lleve. No escuchéis a nadie más; ese será vuestro camino hacia Dios. Y todo lo que un maestro puede hacer es llevaros hasta vuestra propia vos interior. El maestro no puede convertirse en sustituto de ella; si no acabaréis con más voces que antes.

No me convirtáis en vuestra voz, no soy vuestro enemigo. ¡No me hagáis caso! Solo una cosa: profundizad en vosotros mismos y escuchad vuestra propia voz. Si puedo ser de ayuda en ese proceso, entonces seré vuestro maestro, si no, solo seré un enemigo. Y una vez que hayáis empezado a escuchar vuestra propia voz ya no me necesitaréis, podéis descartarme.

Escuchad. Al igual que hay un tercer ojo, también hay un tercer oído, del que no hablan las escrituras. Hay un tercer oído, y al igual que el tercer ojo os proporciona vislumbres de vuestro ser, el tercer oído os proporcionará atisbos de vuestra voz interior. Cuando los oídos externos dejen de funcionar, cuando no escuchéis a nadie, cuando seáis completamente sordos, cuando ninguna voz os penetre y os hayáis deshecho de todas las voces, cuando hayáis expulsado toda esa basura de vosotros, cuando os hayáis quedado vacíos, sosegados…entonces sentiréis esa voz. Siempre está ahí.

sábado, 8 de octubre de 2011

LA NATURALEZA Y EL “YO”

Para tener el “yo” hay que matar a la naturaleza, porque en la naturaleza no existe ego alguno. Los árboles están ahí, pero desconocen el “yo”; los animales están ahí, pero desconocen el ego, viven inconscientes. Viven sin luchar ni pelear, como lo hace el hombre. Cuando tienen hambre buscan comida; cuando están satisfechos se ponen a dormir…solo existen; no van por ahí diciendo: “Somos”. Son como olas en un vasto océano de vida, van y vienen sin dejar huellas. No tienen historia, ni autobiografía; van y vienen como si nunca hubieran estado ahí.

Para crear el ego, el hombre ha creado un conflicto. Y este conflicto tiene dos aspectos. Uno de ellos es la naturaleza exterior: ese es el origen de la ciencia. La ciencia es una lucha contra la naturaleza exterior, la naturaleza como algo externo. Y existen otros aspectos conflictivos: ese aspecto que llamáis religión. Un aspecto es la lucha contra la naturaleza exterior; nace de la ciencia, que es destructiva. El objetivo último no puede ser otra cosa más que Hiroshima, y será alcanzado, y toda la tierra se convertirá en un Hiroshima. La lucha conduce a la muerte, el conflicto lleva finalmente a la muerte definitiva; la ciencia mal encaminada nos está llevando en esa dirección.

Pero también existe otro conflicto, el conflicto interno: luchar contra uno mismo. Eso es lo que denomináis religión: conquistarse a uno mismo. También es una lucha, y también es destructiva. La ciencia destruye la naturaleza desde el exterior, y la supuesta religión destruye la naturaleza desde el interior.

Debemos estar contra ambos tipos de conflictos. La seudociencia y la seudorreligión no son enemigas: están asociadas, y su afinidad es profunda.

Hay una energía tremenda, pero se la disipa en luchas; os dividís y lucháis en ambos frentes, y la energía se disipa. Esa misma energía se convertirá en éxtasis si se la permite instalarse en una armonía interior, no en la lucha.

Pero tenemos miedo de seguir a la naturaleza, no porque sea mala, sino a causa de los maestros moralizantes, a causa de los envenenadores de la fuente de la vida. Os han enseñado tantas cosas, tantos “deberías”, que no podéis mirar directamente a lo que es. Siempre buscáis lo que “debería”. Aunque miréis a una rosa, inmediatamente empezáis a pensar en cómo debería ser la rosa: un poco más roja, un poco más grande; podrías pintarla de color más rojo…pero no podéis aceptarla tal cual es. Pequeña o grande o no tan roja, es lo que es. ¿Por qué no disfrutar de ella en este momento?...Pero para poder disfrutar de ella primero tenéis que hacerla más roja, más grande.

No sabéis que estáis posponiendo, y por lo tanto posponer se convierte en un hábito. Cuando se ha hecho más grande, la misma mente dirá: “Podría ser aún más grande”. Y la misma mente será la que irá posponiendo hasta que la muerte llame a vuestra puerta. Y eso os sorprenderá: “He desperdiciado toda mi vida pendiente de los “debería”, cuando ahí estaba el “es”. Y el “es” es hermoso. El “es” es la única religión.

El conflicto entre el “es” y “debería” es fundamental. Si podéis desprenderos de vuestro “debería”, no serías tan respetables como sois ahora mismo. La gente os respeta a causa de vuestro “debería”. Dicen: “Este hombre es estupendo, nunca se enfada, siempre sonríe”, pero no saben que esas sonrisas son falsas, porque un hombre que nunca se enfada no puede reírse de verdad. Ese es el problema, si no es auténtico en su enfado, tampoco puede serlo su sonrisa.

Los niños son auténticos: cuando están enfadados lo están de verdad. Miradlos: su enfado es hermoso. Se convierten en animales salvajes, saltan y gritan, con el rostro totalmente enrojecido. Son como leones, y en ese momento destruirían todo el mundo. Su enfado, su cólera, es auténtica, y todo lo que es auténtico es hermoso. Observad un niño enfadado. Observadlo y veréis un hermoso florecer, un florecer de fuerza, poder, energía; energía en movimiento. Y al instante siguiente, el niño es feliz, todo sonrisas. Esa sonrisa también es auténtica, y hermosa, Todo lo natural es hermoso. Pero les decís: “No te enfades, suprime tu cólera. Eso no está bien, ¡los niños no tienen que enfadarse!”. ¿Pero quién es el que supone todo eso? ¿Existe la posibilidad real de ir más allá de la naturaleza? ¿Quiénes sois vosotros?

A lo sumo, solo podéis conseguir una cosa, que es forzarlo a hacerlo. Un niño está indefenso, si lo forzáis, no tiene más remedio que hacer caso. Es débil, depende de vosotros, porque podéis retirarle vuestro amor. Necesita vuestro amor, así que no tiene más remedio que hacer caso. Y cuando sienta cólera no podrá expresarla, y la cólera se instalará en la sangre, y como la cólera es química, todo su cuerpo acabará envenenado. Expresada, es un fenómeno hermoso; suprimida, es una enfermedad. Ahora, cuando sonríe, la sonrisa estará cargada de esa cólera, de ese veneno; ahora está en su sangre.

¿Cómo podéis hallar un dios, cómo podéis convertiros en divinos si no sois verdaderos? Buscáis la verdad, pero en vuestra vida siempre sois falsos. ¿Cómo puede hallar la verdad alguien que es falso? Parece algo casi imposible. La verdad llamará a vuestra puerta, no necesitáis ir a ninguna parte; solo necesitáis ser auténticos. Y cuando digo ser auténticos, estoy queriendo decir naturales.

Lo natural es auténtico, y no existe otra verdad que lo natural.

sábado, 1 de octubre de 2011

LA VIDA COMO UNA EXPERIENCIA

La vida es experiencia, no teoría. No necesita de ninguna explicación. Está ahí, con toda su gloria, para ser vivida, disfrutada, gozada. No es una adivinanza, es un misterio. Una adivinanza es algo que puede ser resuelto, un misterio es algo que nunca puede ser resuelto. Un misterio es algo con lo que te haces uno; puedes disolverte en él, puedes fundirte en él; tú mismo puedes convertirte en misterioso. Esa es la diferencia entre filosofía y religión. La filosofía considera la vida como una adivinanza; hay que solucionarla, hallar explicaciones, teorías, doctrinas. La filosofía imagina que tiene que existir una explicación, una respuesta, que la vida es un interrogante y que uno tiene que esforzarse para descubrir la respuesta. Claro que si uno se toma la vida como un interrogante, entonces el esfuerzo se torna intelectual. La presunción de que la vida es una pregunta abierta nos lleva a realizar esfuerzos intelectuales cada vez mayores, y al tener que buscar una respuesta hay que decidirse a favor de una teoría.

La religión dice que tomarse la vida como una pregunta es básicamente una falsedad. No es una pregunta, está aquí, sin ningún signo de interrogación. Es un secreto abierto, una invitación. Hay que convertirse en un huésped, hay que vivirla, trasladarse a ella. Está preparada y es acogedora… ¡no luchéis contra ella! No es una pregunta, ¡no tratéis de resolverla! No es un acertijo. Venid y sed uno con ella, y la conoceréis. Y ese conocer provendrá de vuestra totalidad, no del intelecto. El intelecto es un esfuerzo parcial, y la vida necesita de la totalidad, fluir con ella, ser tan uno con ella que no se sepa qué es qué, que no se sienta donde acaba uno y dónde empieza la vida. La vida entera se convierte en ti, y tú entero te conviertes en vida. Eso es la salvación. No es una solución, es una salvación.

Eso es lo que los hinduistas han llamado moksha: no es una teoría, una conclusión, es una manera totalmente diferente de vivir con existencia. No es producto de la cabeza. En realidad, vives sin cabeza, pierdes de vista toda distinción: la periferia se disuelve, eres como una gota en el océano. Pierdes tus límites y ganas los cósmicos, que son infinitos.

Lo primero que hay que comprender es que no hay que tomarse la vida como una pregunta. Cuando se la toma como una pregunta, uno está destinado a tener problemas; ya estaremos caminando por el sendero equivocado, que nos acabará llevando a un callejón sin salida. Nos atascaremos en algún lugar, en alguna teoría. Todo el mundo está atrapado en la teoría, y cuando eso sucede resulta muy difícil dejarla ir. Abandonarla. Os aferráis a ella porque la pregunta os asusta. Al menos una teoría es un consuelo, al menos sentís que sabéis. ¡No sabéis! La mente no puede saber, la mente solo puede teorizar. Puede ir dando vueltas a las palabras cada vez más deprisa; puede jugar con las palabras, organizarlas, pero todo se reduce a interpretaciones, nada es la cosa en sí, solo la propia interpretación.

Es como un mapa. ¿Veis el mapa de la India? Pues podéis ir por ahí cargando con el mapa, podéis pensar que lleváis la India en el bolsillo, pero el mapa no es el país. Podéis tener una teoría acerca de una rosa, sobre lo que es una rosa. Incluso podéis tener una fotografía de la rosa, pero esa fotografía solo es una fotografía, no tiene en sí nada de lo que es el fenómeno vivo de la rosa.

Mirad a un niño; todavía carece de mente. Abre sus ojos y mira al mundo. Llevadle la rosa. No conoce el nombre, no puede etiquetarla, ni categorizarla, ni decir qué es. No obstante, la rosa está ahí, su color inunda al niño, la belleza de la rosa lo rodea, la fragancia alcanza su corazón. No sabe lo que es pero experimenta un momento vivo. Entonces le decís: “Es una rosa”, y la experiencia nunca volverá a ser la misma; nunca más podrá experimentar el misterio de la rosa. Ahora bien, siempre que tenga una rosa delante, dirá: “Es una rosa”. Ahora cargará con la palabra. Le habéis empobrecido, y era tan rico… La rosa estaba ahí y él solo podía vivirla, no había otra manera de describirla, de definirla.

Una rosa es una rosa. No podéis decir que es esto o lo otro. El niño estaba silencioso, la mente no funcionaba, la mente estaba ausente, no había barrera. El corazón de la rosa se fundió con el del niño, y el del niño con el de la rosa. El niño ni siquiera podía decir dónde acababa él y comenzaba la rosa, dónde finalizaba la rosa y empezaba él… no había frontera alguna. En ese momento de asombro fueron uno. Durante un instante dejaron de ser dos… tuvo lugar un momento de unidad.

Pero le dijisteis: “Es una rosa”. Ya no volverá a tener esa experiencia. En el momento en que aparezca la rosa, la mente dirá: “Es una rosa”. El misterio se habrá perdido; ahora habrá una respuesta, ahora el niño sabe. ¡Vaya un absurdo! Ahora diréis que el niño crece en conocimiento, pero resulta que es justamente al contrario. Antes de decirle qué era qué, el niño sabía; pero lo sabía con su totalidad. No era conocimiento, era experiencia. Pero entonces creías que era un ignorante. Ahora creéis que sabe porque carga con una palabra en su mente.

La palabra “rosa” no es ninguna rosa, la palabra “dios” no es Dios, la palabra “amor” no es amor. Pero vamos acumulando esas palabras. Y además están todas esas mentes inteligentes que convierten esas palabras en interpretaciones, teorías y argumentos. Y cuando más argumentos se tienen, más teórico se es, y más se aleja uno de la rosa. Entonces incluso la resonancia es imposible: no hay nada que venga hacia nosotros, ni nosotros vamos hacia nada. Solo vivimos en la mente, ordenando palabras.

Una vez que empezáis a observar la realidad a través de la mente, todo se convierte en un problema; entonces el ego empieza a interpretar y solo os quedáis con las interpretaciones. Podéis conseguir pruebas que las demuestren, incluso puede que parezcan muy razonables, pero solo os lo parecerán a vosotros, a nadie más, porque esas interpretaciones serán producto de vuestro ego. Y cada vez os aferraréis más y más a vuestras interpretaciones porque habréis invertido mucho en ellas.

sábado, 24 de septiembre de 2011

LOS CONFLICTOS INTERNOS

¿Has oído hablar de cómo un ave marina fue llevada por el viento tierra adentro y fue a parar a las afueras de la capital de Lu?

Una hermosa parábola: un ave marina yendo a parar a las afueras de la capital de Lu.

El príncipe ordenó una solemne recepción….porque un príncipe es un príncipe, y creyó que había llegado un rey de entre las aves, y por ello debía ser recibido como correspondía a su rango, y como esta ave era tan hermosa merecía un recibimiento de ese tipo. ¿Pero cómo recibir a un ave? El príncipe tenía su propia manera de hacerlo…

El príncipe ordenó una solemne recepción, ofreció vino al ave marina en el Sagrado Recinto, hizo venir a los músicos para que tocasen las composiciones de Shun, sacrificó cabezas de ganado para alimentarla. Aturdida por las sinfonías, la desgraciada ave marina murió de desesperación.

Aunque se dispuso para recibir a un huésped, nadie se preocupó en saber quién era dicho huésped. El huésped fue recibido a imagen del anfitrión, no a imagen del huésped, y eso mató a la pobre ave. Muchos de vosotros estáis simplemente muertos a causa del anfitrión. Nadie os tiene en cuenta a vosotros.

Cuando nace un niño los padres empiezan a pensar en qué le convertirán. Piensan en ello antes de que haya nacido.

En una ocasión me alojé en casa de un amigo. Este amigo es profesor en una universidad, y su esposa también es profesora. Ambos son personas muy inteligentes, con medallas de oro, certificados y licenciaturas. También vi a su hija –solo tienen una hija –tocando el piano, llorando y gimiendo. Así que le pregunté a su madre qué era lo que pasaba.

La madre me respondió: “Siempre quise ser músico y mis padres nunca me dejaron. Así que eso no a va pasarle a mi hija. Ella tiene que ser músico. Yo sufrí mucho porque mis padres no me dejaron y me obligaron a ser profesora. Pero yo no voy a obligar a mi hija a ser profesora, va a ser músico”. ¡Y la hija no dejaba de llorar y gemir!

Estáis así de confusos a causa de los demás: vuestra madre quiere que seáis una cosa y vuestro padre otra. Y es así porque nunca van a ponerse de acuerdo: ¡los padres y las madres nunca están de acuerdo en casi nada!

Padre y madre siempre se llevan la contraria, y su oposición mutua va penetrando en vosotros, se convierte en un conflicto interno. Puede que ambos estén muertos, que ya no formen parte de este mundo, pero siguen en el interior de vuestro inconsciente, luchando. Nunca os dejarán en paz. Hagáis lo que hagáis, por lo general, vuestro padre os dice que sí y vuestra madre que no. Vuestro conflicto interno es el de vuestros padres. Y luego, además, están los tíos y hermanos, hermanas y familiares diversos, y vosotros estáis solos en medio de tanta gente que nos desea el bien. Y todos ellos quieren que hagáis algo tal y como ellos quieren. En realidad os destruyen. Y luego toda vuestra vida se convierte en una gran confusión: no sabéis lo que queréis ser, ni dónde ir, ni lo que estáis haciendo ni por qué lo hacéis. Entonces os sentís miserables. La miseria aparece cuando no podéis crecer y convertiros en un ser natural, cuando no podéis crecer de acuerdo a vuestro ser.

Esto es lo que le sucedió al ave marina y eso es lo que les pasa a todas las aves marinas: vosotros sois esas aves. Un día aterrizáis en un útero en la capital de Lu; sois recibidos con gran pompa y ceremonial. Los astrólogos deciden lo que hay que hacer, los músicos os reciben con su música, los padres con su amor. Y todos juntos se las arreglan para volveros locos, y nada más.

Un hombre sabio os recibe no según él, sino según vosotros. El ave murió a causa de los músicos y de sus bellas sinfonías. Y el príncipe lo hizo todo bien, pues así era como se recibía a un invitado.

¿Cómo hay que tratar a un ave?

¿Cómo a uno mismo o como a un ave?

Siempre hay que dar al otro la oportunidad de que sea él mismo, eso es comprensión, eso es amor. No forcéis a los demás. Podéis albergar buenos deseos, pero los resultados serán malos. Un buen deseo no es suficiente en sí mismo; puede convertirse en un veneno. La cuestión no es vuestro deseo. La cuestión es saber dar libertad al otro par que sea él mismo o ella misma. Permitid que vuestra esposa sea ella misma; dejad que vuestro esposo sea él mismo; aceptad que vuestros hijos sean ellos mismos, no forcéis.

Todos somos aves marina, desconocidas entre sí, extrañas. Nadie sabe quién sois. Como mucho, todo lo que podemos hacer es ayudar a que cada uno sea lo que tenga que ser. Y el futuro es desconocido; no puede forzarse. Y no hay manera de conocerlo, ningún astrólogo puede; esos son métodos ridículos. Las personas dependen de ellos porque la gente es estúpida. Los astrólogos continúan existiendo porque no hacemos más que querer saber cómo será el futuro para poder hacer planes. La vida no se puede planear, es un aluvión imprevisto. Y está bien que no se pueda prever porque ahí radica la libertad. Si el futuro fuese algo que pudiera conocerse, entonces no quedaría libertad alguna, entonces nos moveríamos en un mecanismo predecible. Pero eso es precisamente lo que queremos, o lo que intentamos hacer.

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