sábado, 17 de diciembre de 2011

LO DIFICIL DE LA ENTREGA


Si la entrega funciona, es mejor entregarse. ¿Por qué seguir anhelando métodos? ¿Y quién sabe si un método específico será apropiado para ti o no? Y puede que tardemos vidas en averiguarlo. Así que es bueno entregarse, pero es difícil. Es lo más difícil del mundo.
Los métodos no son difíciles. Son fáciles; te puedes adiestrar. Pero para la entrega no te puedes adiestrar..., ¡no hay ningún adiestramiento! No puedes preguntar cómo entregarte; la pregunta misma es absurda. ¿Cómo puedes preguntar cómo entregarte? ¿Puedes preguntar cómo amar?
O hay amor o no lo hay, pero no puedes preguntar cómo amar. Y si alguien te dice y te enseña cómo amar, recuerda: nunca serás capaz de amar. Una vez que se te ha dado una técnica para el amor, te aferrarás a la técnica. Por eso es que los actores no pueden amar. Saben tantas técnicas, tantos métodos; y todos somos actores. Una vez que sabes el truco de cómo amar, el amor no florece, porque has creado una fachada, un engaño. Y con el engaño no estás en ello, no estás involucrado. Estás protegido.
El amor es estar totalmente abierto, vulnerable. Es peligroso, te vuelves inseguro. No podemos preguntar cómo amar, no podemos preguntar cómo entregarnos. ¡Sucede! El amor sucede, la entrega sucede. El amor y la entrega son profundamente una sola cosa. Pero ¿qué es? Y si no podemos saber cómo entregarnos, al menos podemos saber cómo estamos manteniéndonos a nosotros mismos, cómo estamos impidiendo entregarnos. Eso se puede saber y eso es útil.
¿Cómo es que aún no te has entregado? ¿Cuál es tu técnica de no entrega? Si todavía no te has enamorado, entonces el verdadero problema no es cómo amar. El verdadero problema es ahondar profundamente para averiguar cómo has vivido sin amor, cuál es tu truco, cuál es tu técnica, cuál es tu estructura: tu estructura de defensa, cómo has vivido sin amor. Eso se puede entender, y eso habría que entenderlo.
Lo primero: vivimos con el ego, en el ego, centrados en el ego. Soy, sin saber quién soy. Sigo proclamando: «yo existo». Este «yo existo» es falso, porque no sé quién soy. Y a menos que sepa quién soy, ¿cómo puedo decir «yo»? Este «yo» es un falso «yo». Este falso «yo» es el ego. Ésta es la defensa. Esto te protege de la entrega.
No te puedes entregar, pero puedes tomar conciencia de esta medida de defensa. Si has tomado conciencia, se disuelve. A partir de entonces, no lo sigues fortaleciendo, y un día llegas a sentir: «yo no soy». En el momento en que llegas a sentir «yo no soy», se produce la entrega. Así que trata de averiguar si eres. En realidad, ¿hay un centro en ti que puedas llamar tu «yo»? Ahonda profundamen¬te en tu interior, sigue tratando de averiguar dónde está este «yo», dónde está la morada de este ego.
Rinzai(monje Budista año 866) fue a su maestro y dijo: «¡Dame la libertad !»
El maestro dijo: «Tráete a ti mismo. Si existes, te haré libre. Pero si no existes, ¿cómo te puedo hacer libre? Ya eres libre. Y la libertad no es tu libertad. En realidad, la libertad es librarte de "ti". Así que vete y trata de averiguar dónde está este "yo", dónde estás tú, luego ven a verme. Esto es la meditación. Vete y medita.»
Y el discípulo Rinzai se va y medita durante semanas, meses, y luego vuelve. Entonces dice: «No soy el cuerpo. Sólo he descubierto esto.»
Y el maestro dice: «Esto es lo que te has liberado. Vete otra vez. Trata de averiguar.»
Entonces él lo intenta, medita y descubre que «no soy mi mente, porque puedo observar mis pensamientos. Y el observador es diferente de lo observado: no soy mi mente.» Llega y dice: «No soy mi mente.»
Y el maestro dice: «Ahora estás tres cuartas partes liberado. Vete otra vez y averigua quién eres.»
Y él estaba pensando: «No soy el cuerpo. No soy la mente.» Había leído, estudiado, estaba bien informado, de manera que estaba pensando: «No soy mi cuerpo, ni mi mente, así que debo de ser mi alma, mi atma.» Pero meditó, y entonces descubrió que no hay atma, no hay alma, porque este atma no es más que tu información mental: doctrinas, palabras, filosofías.
Así que un día llegó corriendo y dijo: « ¡Ahora ya no soy!»
Entonces el maestro dijo: « ¿Tengo que ensañarte ahora los métodos de la libertad?»
Rinzai dijo: «Soy libre porque ya no soy. No hay nadie que pueda estar en cautiverio. Soy sólo un gran vacío, una nada».
Sólo la nada puede ser libre. Si eres algo, estarás en cautiverio. Si eres, estarás en cautiverio. Sólo un vacío, un espacio vacante, puede ser libre. Entonces no puedes atarlo. Rinzai llegó corriendo y dijo: «Ya no soy. No se me puede encontrar en ninguna parte.» Esto es la libertad.
La entrega sucede cuando no eres, de modo que tú no te puedes entregar. Por eso es que la entrega no puede ser una técnica. Tú no te puedes entregar: tú eres el obstáculo. Cuando tú no estás, está la entrega. De modo que tú y la entrega no podéis cohabitar, no hay coexistencia entre tú y la entrega. O estás tú o está la entrega. Así que averigua dónde estás, quién eres. Cuando no está el «yo», el «YO» verdadero se abre. Cuando no está el ego, por primera vez te encuentras con tu ser. Ese ser es vacío. Entonces te puedes entregar; entonces te has entregado. Ahora eres entrega. De manera que no puede haber técnicas, o sólo técnicas negativas como esta indagación de « ¿quién soy?».

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