sábado, 25 de abril de 2015

LA CONFIANZA

Si puedes saber qué es la confianza, si puedes aprender otra vez los caminos de la confianza, sólo entonces sabrás qué es Dios, entonces llegarás a realizar lo que es la verdad. Esto tiene que quedar claro.

La ciencia depende de la duda. Por eso toda la educación se ha convertido en la educación de la duda. La ciencia depende de la duda, no puede crecer sin ella. La religión depende de la confianza, no puede darse sin ella. Son direcciones diametralmente opuestas.

Recuerda, si basas el trabajo científico en la confianza estarás adoptando el punto de vista equivocado. No serás capaz de conseguir nada, no serás capaz de descubrir nada. Aquí la metodología es la duda. Tienes que dudar y dudar y dudar; tienes que seguir dudando hasta que des con algo de lo que no puedas dudar, que sea indudable. Sólo entonces, desesperado, tienes que aceptarlo, pero todavía con un grano de duda porque maña¬na puede que aparezcan nuevos hechos y todo el asunto tendrá que ser descartado. Por eso, sólo mientras dure... La ciencia nunca llega a una verdad absoluta, sólo a una verdad provisional, una verdad aproximada. Se acepta como verdad sólo mientras dure, porque, ¿quién sabe?, mañana los investigadores pueden encontrar nuevas realidades, nuevos datos. Por eso la ciencia llega sólo a hipótesis, provisionales, arbitrarias. Lo que Newton descubrió fue tirado abajo por Albert Einstein, y lo que éste descubrió será tirado abajo por cualquier otro. En la ciencia la metodología es la duda. No es necesaria la confianza. Tienes que confiar sólo cuando no hay necesidad de dudar, y eso también, sólo provisionalmente, mientras dure, con una cierta impotencia. ¿Qué puedes hacer?, porque no cabe la posibilidad de la duda. Has mirado desde todos los ángulos, todas las dudas se han disuelto y ha surgido un cierto tipo de seguridad.

La religión es una dimensión diametralmente opuesta. Igual que en la ciencia el método es la duda, en la religión el método es la confianza.

¿Qué significa la confianza? Significa que no estamos separados de la existencia, que somos parte de ella, que es nuestra casa, que le pertenecemos, que nos pertenece, que no estamos sin hogar, que este universo ¡es un universo maternal! Podemos ser hijos del universo del mismo modo que el niño confía que siempre que tenga una necesidad vendrá la madre y se ocupará: cuando tenga hambre vendrá y lo alimentará, cuando sienta frío vendrá y lo abrazará y le dará calor, amor, atención. El niño confía. Todo lo que tiene que hacer es gritar, llorar de modo que atraiga la atención de la madre hacia él, eso es todo.

La religión dice que el universo es nuestro padre y nuestra madre, de ahí esas expresiones. Jesús llamaba a Dios abba, que es mucho mejor que padre. "Padre" es una palabra formal, abba es informal. Si tienes que traducir abba correctamente, se acercará más a "papá" que a "padre". Pero llamar a Dios papá parece un poco absurdo; la Iglesia no te lo permitirá, te dirá que no es correcto. Pero Jesús solía llamarle abba, que significa "papá".

De hecho, una oración tiene que ser informal. "Padre" suena muy lejano. No sorprende que llamándole a Dios "el Padre" lo hayamos colocado muy lejos, en algún lugar distante en el cielo. "Papá" es más próximo, puedes tocarlo, es casi tangible, puedes hablar con él. Con Dios Padre sentado en algún lugar en los cielos, puedes seguir gritando y, sin embargo, no estar seguro de si serás capaz de llegar hasta él.

La religión es una aproximación infantil a la existencia: el mundo se convierte en el padre o en la madre. No estás en contra de la naturaleza, no estás luchando contra la naturaleza. No hay lucha, hay una gran cooperación. La lucha parece estúpida y absurda.

La duda no funciona en la experiencia religiosa, igual que la confianza no funciona en la exploración científica. La ciencia significa explorar lo externo y la religión significa explorar lo in¬terno. La ciencia es la religión de las cosas, la religión es la ciencia del ser. Del mismo modo que no puedes ver una flor con el oído; por muy sensible que sea tu oído, por muy musical que sea tu oído, no puedes ver una flor con el oído. El oído sólo puede captar sonidos: tiene sus limitaciones. Si quieres ver el color, la luz, la forma, tendrás que mirar con los ojos. Los ojos son muy hermosos, pero tienen sus limitaciones, no puedes escuchar música a través de los ojos. Incluso la mejor música -Beethoven o Mozart-, incluso la música más excelsa no puede entrarte por los ojos. Éstos son sordos, tendrás que escuchar con los oídos.

La duda es la puerta de las cosas. La confianza es la puerta del ser. Sólo a través de la confianza se conoce a Dios.

Y recuerda, puedes cometer el error de dos maneras. Las denominadas gentes religiosas han estado peleando con la ciencia, la Iglesia ha estado peleando con la ciencia. Fue una lucha ridícula porque la Iglesia pretendía que la ciencia dependiera de la confianza. Y ahora la ciencia se está tomando la venganza: porque quiere que la religión dependa de la duda, el escepticismo, la lógica.

El hombre es tan ridículo que continúa repitiendo los mismos errores una y otra vez. La Iglesia de la Edad Media era estúpida, ahora las personas que se creen que son científicas están repitiendo la misma estupidez.

El hombre de comprensión dirá que la duda tiene su propio mundo. Puedes usar la duda como un método, pero tiene sus limitaciones. Y del mismo modo la confianza tiene su propio mundo, pero también tiene sus limitaciones. No hace falta usar la confianza para saber sobre las cosas, no hace falta dudar acerca de lo interno; entonces estás provocando un lío. Si la confianza se utilizara para la exploración científica, la ciencia ni siquiera habría nacido. Por eso la ciencia en Oriente ha permanecido tan primitiva.

Me he encontrado con científicos indios: incluso un científico en la India que quizás ha tenido toda la educación que es posible en Occidente, que quizás ha ganado premios o ha sido laureado con el Nobel, en algún lugar, en lo más profundo, sigue siendo no científico, supersticioso. Sigue tratando de alguna forma -sabiéndolo o sin saberlo, consciente o inconscientemente- de imponer la confianza en el mundo exterior. Y la persona más religiosa de Occidente sigue de alguna manera, en lo más profundo, lleno de dudas. Occidente ha explorado las posibilidades de la duda y Oriente ha explorado las posibilidades de la confianza. Ambas dimensiones son diferentes, no se encuentran en ningún lugar; lo interno y lo externo no se encuentran en ningún lugar. Tienes que usar los dos.

Y llamo a ese individuo, hombre de comprensión porque puede usar ambos: cuando trabaja en un laboratorio científico usa la duda, el escepticismo, la lógica; cuando reza en su templo, meditando, usa la confianza. Y es libre, no está limitado ni por la confianza ni por la duda.

No te limites a tus oídos o a tus ojos, o seguirás siendo pobre. ¡Tienes los dos!, por eso cuando quieras ver usa los ojos, y cuando quieras escuchar ciérralos. No es accidental que cuando la gente escucha música cierre los ojos. Si sabes escuchar música cerrarás los ojos, porque entonces no te hacen falta.


sábado, 18 de abril de 2015

SER MADURO

Prabhu Maya dice: ser maduro no quiere decir adoptar una actitud madura. De hecho, adoptar una actitud madura será uno de los mayores obstáculos para madurar.

Adopción significa algo impuesto, algo cultivado, practicado. No está saliendo de ti. Es una máscara, una cara pintada; no es tu ser verdadero. Esto es lo que ha estado haciendo todo el mundo. Por eso, la gente en la tierra es aparentemente madura, pero no es cierto, las personas son absolutamente inmaduras en lo profundo; son actitudes adoptadas. Siguen siendo infantiles. Su madurez es superficial, o ni siquiera eso. Rasca un poco en cualquier hombre y verás cómo surge su parte más pueril. Y no sólo la gente denominada corriente, rasca en tus santos y verás cómo aparece su parte más inmadura. O rasca en tus políticos y en tus líderes, ve y observa cualquier parlamento del mundo, y nunca encontrarás ninguna otra reunión de gente tan inmadura e infantil.

El hombre se ha estado engañando a sí mismo y a los demás. Si adoptas, serás falso, pseudo. No te he dicho que adoptes nada. ¡Sé! El adoptar es una barrera para el ser. Y la única manera de ser es empezar desde el principio. Te quedaste atascado en algún lugar porque tus padres no te lo permitieron en tu infancia. La edad mental de la gente denominada normal no supera un lugar situado entre los diez y los trece años; ¡ni siquiera catorce! Y puedes tener setenta u ochenta años, pero tu edad mental se quedó atascada en algún momento antes de la madurez sexual. Una persona queda sellada para siempre en el momento en que alcanza la madurez sexual, a los trece o a los catorce años. Después se va volviendo cada vez más falso. Una falsedad tiene que ser protegida con otras falsedades, una mentira tiene que ser defendida con otras mentiras. Y esto no tiene fin. Te conviertes en un montón de basura; eso es la personalidad. La personalidad tiene que ser abandonada, sólo entonces emerge la individualidad. No significan lo mismo. La personalidad es sólo un escaparate; es una exhibición, no es algo real.

La individualidad es tu realidad, no es un escaparate. Uno puede escarbar en ti todo lo que quiera y siempre encontrará el mismo sabor.

Se cuenta que el Buda dijo: «Pruébame de cualquier lado y encontrarás el mismo sabor, del mismo modo que si das un sorbo del océano en cualquier lado lo encontrarás salado». La individualidad es un todo. Es orgánica. La personalidad es esquizofrénica: el centro es una cosa y la circunferencia es otra, y nunca se encuentran, no están juntas. No sólo nunca se encuentran, no sólo son diferentes, son diametralmente opuestas la una a la otra, están constantemente en lucha.

Por eso lo primero que hay que entender es: nunca adoptes una actitud madura. Sé maduro o sé inmaduro. Si eres inmaduro sé inmaduro. Siendo inmaduro estarás permitiendo el crecimiento. Hazle un sitio a la inmadurez; no seas falso, no seas hipócrita con esto. Si eres infantil, entonces sé infantil. ¿Y qué? Sé infantil. Acéptalo, acompáñalo. No crees una di¬visión en tu ser, sino estarás creando la locura básica. Sé tú mismo.

No hay nada malo en ser infantil. Empiezas a adoptar actitudes porque te han enseñado que hay algo malo en ser infantil. Desde tu infancia has estado tratando de ser maduro, pero ¿cómo puede ser un niño maduro? Un niño es un niño, tiene que ser infantil.

Pero no está permitido, por eso los niños pequeños se vuelven diplomáticos; empiezan a fingir, a comportarse de forma falsa, se vuelven una mentira desde sus mismos comienzos. Y la mentira además comienza a crecer. Y después un día empiezas a buscar la verdad; entonces tienes que acudir a las escrituras, y las escrituras no contienen ninguna verdad. La verdad está contenida en tu ser, esa es la verdadera escritura. Los Vedas, el Corán, la Biblia ¡están en tu consciencia! Llevas contigo todo lo que necesitas, es un regalo de Dios. Todo el mundo ha nacido con la verdad en su ser; la vida es la verdad. Pero tú empezaste aprendiendo mentiras.

Cuando estés conmigo, abandona todas las mentiras. Ten coraje. Y por supuesto sentirás cómo te entra mucho miedo, porque siempre que abandones la personalidad, tu puerilidad, que nunca fue permitida, emergerá. Y sentirás miedo: «¡Qué! ¿Voy a tener que ser un niño a estas alturas? ¿Cuando todo el mundo sabe que soy un gran profesor -o doctor o ingeniero¬ y tengo un doctorado en filosofía voy a comportarme como un niño?». Surge el miedo: el miedo a la opinión de los demás, al qué dirán.

Ese mismo miedo te ha destruido desde el principio. Ese miedo ha sido el veneno: «¿Qué pensará mi madre? ¿Qué pensará mi padre? ¿Qué pensará la gente, qué pensarán los profesores y la sociedad?». Y el niño pequeño empieza a volverse astuto, no mostrará su corazón, sabe que no será aceptado por los demás. Por eso se inventará una cara, un camuflaje. Enseñará aquello que la gente quiere ver. Eso es diplomacia, eso es ser político !Eso es veneno!

Todo el mundo es político. Tú sonríes porque queda bien sonreír, lloras porque se espera que llores. Dices algunas cosas porque eso facilita las cosas. Le dices a tu mujer «Te quiero» porque la mantiene acallada. Le dices a tu marido «Me moriría sin ti, eres la única persona del mundo, eres mi vida», porque él espera que se lo digas, no porque lo estés sintiendo. Si lo estás sintiendo, es bello, entonces es una rosa real. Si sólo estás fingiendo, acariciando su ego masculino, adulándole porque tienes unas metas que alcanzar a través de él, entonces es una flor artificial, una flor de plástico.

Y estás cargado con mucho plástico: ese es el problema. El mundo no es el problema. La gente denominada religiosa no deja de decirte: «Renuncia al mundo». Yo te digo que el mundo no es el problema en absoluto. Renuncia a la falsedad, ese es el problema; renuncia a lo artificial, ese es el problema. No hace falta que renuncies a tu familia, pero renuncia a toda la pseudofamilia que has creado. Sé de verdad, sé auténtico.

Algunas veces es muy doloroso ser de verdad y ser auténtico. No es fácil. Ser falso y no ser auténtico es fácil, conveniente, cómodo. Es un truco, es una estrategia para protegerte; es una armadura. Pero entonces no descubrirás la verdad que está en tu espíritu. Pero entonces nunca sabrás lo que es Dios, porque Dios sólo puede ser conocido en tu interior: primero en tu interior, luego en tu exterior; primero dentro, luego fuera, porque eso es lo más próximo a ti, tu propio ser. Si no encuentras a Dios dentro de ti, ¿cómo puedes ver a Dios en Krishna, Cristo, Buda? Tonterías. No puedes ver a Dios en Krishna si no puedes verlo en ti mismo. ¿Y cómo vas a ver a Dios en ti mismo si estás fabricando continuamente mentiras a tu alrededor? Son tantas las mentiras que casi has olvidado el camino a tu ser. Estás perdido en una selva de mentiras.

sábado, 11 de abril de 2015

LA LEY DEL KARMA

De hecho no es una ley, porque no hay nadie detrás como legislador. Por el contrario, es intrínseca a la misma existencia. Es la naturaleza de la vida: aquello que siembras, recoges. Pero es más complejo, no es tan simple, no es tan obvio.

Para ponerlo más claro, trata de comprenderlo de un modo psicológico, porque la mente moderna sólo puede entender algo si se explica de un modo psicológico. En el pasado, cuando se habló de la ley del karma -cuando el Buda habló y cuando Mahavira habló, se usaron analogías físicas y fisiológicas. El ser humano ha ido más allá, se ha alejado mucho de eso. Ahora vive más en lo psicológico, por eso esto ayudará.

Cualquier crimen que cometemos en contra de nuestra propia naturaleza, todos sin excepción, quedan grabados en nuestro inconsciente -lo que los budistas llaman alayavigvan, el almacén de la consciencia-, todos los crímenes.

¿Y qué es un crimen? No es un crimen porque lo digan los diez mandamientos, no porque determinado gobierno diga que es un crimen, porque eso está continuamente cambiando. Algo es un crimen en Rusia y eso mismo no lo es en América. Algo es un crimen de acuerdo a la tradición hindú y lo mismo no lo es de acuerdo a la tradición musulmana. Entonces, ¿qué es un crimen? Tiene que haber una definición universal.

Mi definición es: un crimen es aquello que va en contra de tu naturaleza, aquello que va en contra de ti mismo, de tu ser. ¿Y cómo reconocer un crimen? Siempre que cometes un crimen se graba en tu inconsciente. Se graba de una cierta manera: se graba y comienza a producirte un sentimiento de culpa. Empiezas a despreciarte a ti mismo, a sentirte indigno, a sentir que no eres como deberías ser. Algo en tu interior se endurece, se cierra. Dejas de fluir como lo hacías antes. Hay algo que se ha vuelto sólido, se ha helado; eso duele, trae dolor, y te hace sentir indigno.

Karen Horney tiene una buena palabra para describir el inconsciente que percibe y recuerda. Dice "lo registra". Me gusta..., lo registra. Registra todo lo que haces automáticamente. Si has sido amoroso, registra que eres amoroso; te da un sentimiento de dignidad. Si has estado odiando, enfadado, si has sido destructivo, deshonesto, lo registra y te da un sentimiento de indignidad, un sentimiento de estar por debajo de lo humano, un sentimiento de inferioridad. Y siempre que te sientes indigno te sientes separado del flujo de la vida. ¿Cómo puedes fluir con la gente cuando estás escondiendo algo? Fluir sólo es posible cuando te expones, cuando estás disponible, totalmente disponible.

Si has estado engañando a tu mujer, viendo a otra, no puedes estar totalmente con tu mujer. Es imposible, porque lo registra: en el fondo de tu inconsciente sabes que has sido deshonesto, en el fondo de tu inconsciente sabes que la has traicionado, en el fondo de tu inconsciente sabes que tienes que esconderlo, que no tienes que desvelarlo. Si tienes algo que esconder, si tienes algo que ocultar en secreto a tu amada, se creará una distancia; cuanto más grande sea el secreto, mayor será la distancia. Si hay demasiados secretos entonces estás completamente cerrado. No puedes relajarte con esta mujer, y no puedes permitir que esta mujer se relaje contigo porque tu tensión produce tensión en ella, su tensión te pone incluso más tenso a ti, y esto se mantiene, creando un círculo vicioso.

Sí, queda registrado en nuestros libros, en nuestro ser. Recuerda, Dios no tiene unos libros con todo apuntado: ésta era la antigua manera de decir lo mismo. ¡Tu ser es el libro! Todo lo que eres y todo lo que haces está siendo constantemente registrado. No es que haya alguien apuntándolo; es un fenómeno natural. Si has estado mintiendo queda registrado que estás mintiendo, y ahora tienes que proteger esas mentiras, y para proteger una mentira tendrás que contar mil mentiras, y de nuevo, para proteger esas mil mentiras tendrás que seguir y seguir y seguir. Te conviertes poco a poco, en un mentiroso crónico. La verdad se convierte en algo imposible para ti, porque ahora decir una verdad será peligroso.

Fíjate cómo va todo junto: si cuentas una mentira en seguida invitas a muchas mentiras -los parecidos se atraen-, y entonces la verdad no es bienvenida, porque a la oscuridad de la mentira no le gusta la luz de la verdad. Por eso, incluso cuando tus mentiras no se encuentren en peligro de ser descubiertas, serás incapaz de decir la verdad. Si dices una verdad, invitas a muchas otras verdades; los semejantes se atraen. Si eres naturalmente sincero es difícil mentir, ni siquiera una vez, porque toda esa verdad te protege. Y es un fenómeno natural. No hay ningún Dios guardando un libro. Tú eres el libro. Tú eres el Dios, tu ser es el libro.

Abraham Maslow dice: «Si hacemos algo de lo que estamos avergonzados, se registra en nuestro descrédito. Si hacemos algo bueno, se registra en nuestro crédito». Puedes fijarte, puedes observarlo.

La ley del karma no es algo filosófico, no es una abstracción. Es simplemente una teoría que explica una verdad en el interior de tu ser.

El resultado neto es: o nos respetamos a nosotros mismos, o nos despreciamos y nos sentimos viles, indignos y no merecedores de amor.

En cada momento, te estás creando a ti mismo; de tu ser surgirá una gracia o una desgracia: esa es la ley del karma. Nadie puede evitarla. Nadie debería tratar de engañar al karma, porque es imposible. Observa..., y una vez que lo entiendes todo comienza a cambiar. Una vez que conozcas su inevitabilidad, serás una persona completamente distinta.

sábado, 4 de abril de 2015

EL EQUILIBRIO DE LA VIDA

Un dicho Sufí dice: «Confía en Alá, pero antes ata el camello».

El camello no es una entidad fija, se manifiesta en todo tipo de formas y tamaños. El camello es sólo un símbolo. Simplemente está diciendo una cosa: no seas pasivo. Dios no tiene otras manos que las tuyas. Confía en Alá, confía en Dios, pero eso no debe ser una excusa para que te vuelvas sucio y perezoso.

Hay tres tipos de personas en el mundo. Unas que piensan que tienen que hacer algo; son las hacedoras. No confían en el todo, en la englobante totalidad. Simplemente viven de su pequeña, pequeña energía, y naturalmente son derrotadas una y otra vez y demuestran ser unas fracasadas. Si vives sólo de tu diminuta energía en contra de la vasta energía que te rodea, vas a ser un perdedor, estás desahuciado. Y sufrirás grandes agonías y angustias. Toda tu vida será una continua desgracia.

El segundo tipo de persona es aquella que piensa: «Si Dios está haciéndolo todo, no necesito hacer nada. No tengo que hacer nada». Simplemente se sienta y espera. Su vida se vuelve cada vez más perezosa, y llega un momento en que deja de vivir, simplemente vegeta.

Esos dos tipos representan Oriente y Occidente. Occidente representa el hacedor, el tipo activo, y Oriente, el no hacedor, el tipo pasivo.

Occidente se está volviendo loco él solo. El problema de la humanidad occidental es la excesiva actividad, la falta de confianza, la exagerada dependencia de un mismo tipo: «Tengo que hacerlo todo»; «Estoy sólo»; «A la existencia no le importo nada». Naturalmente esto produce ansiedad, y la ansiedad es abrumadora, inaguantable. Produce todo tipo de neurosis, psicosis; mantiene a las personas en vilo, tensas, nerviosas. Es aniquilante, enloquecedora. Occidente ha tenido éxito a la hora de hacer muchas cosas, liberándose de la idea de Dios, abandonando todo tipo de confianza y rendición; ha abandonado todo tipo de disposición a la relajación, no sabe nada sobre dejarse llevar, lo ha olvidado por completo. Por eso en Occidente a la gente le está resultando cada vez más difícil conciliar el sueño, porque eso requiere un cierto tipo de confianza.

Una vez conocí a un hombre que no podía dormir por la noche; se quedaba despierto. Dormía durante el día pero se mantenía despierto por la noche. Su mujer me dijo: «Haz algo porque esto está creando muchos problemas. No puede trabajar porque duerme durante el día, y durante toda la noche se queda despierto y nos mantiene despiertos a nosotros también, ¡y me está volviendo loca!».

Pregunté por qué se producía este fenómeno. El hombre tenía grandes dudas, era un hombre desconfiado. Me dijo: «No puedo dormir por la noche porque todo el mundo está durmiendo. Si me sucede algo, ¿quién se hará cargo? Duermo durante el día porque mis hijos están despiertos, mi esposa está despierta, mis vecinos están despiertos, todo el mundo está despierto. Si algo me sucede pueden ocuparse de mí. Si muero por la noche, ¿entonces...? Si dejo de respirar durante la noche, ¿entonces... ?». Estaba loco. ¬

Pero esto es exactamente lo que está creando el insomnio en Occidente. La gente piensa que no puede dormir, que algo va mal en sus cuerpos. Sus cuerpos están tan sanos como siempre, de hecho más sanos que nunca. Pero hay algo que se ha metido profundamente en sus mentes: que tienen que hacerlo todo. Y el sueño no puede ser forzado, no forma parte del hacer. El sueño tiene que ser permitido. No puedes forzarlo, no es un acto; el sueño llega, sucede. Y Occidente ha olvidado completamente cómo dejar que las cosas sucedan, cómo estar en un estado de dejarse llevar, por eso el sueño se ha vuelto tan difícil. El amor se ha vuelto muy difícil. El orgasmo se ha vuelto a veces muy difícil. La vida es tan tensa y tan tirante que parece no haber esperanza, y el hombre se pregunta una y otra vez: ¿Para qué vivir? ¿Por qué seguir viviendo?. Occidente está a punto de suicidarse. Cada vez está más cerca el momento del suicidio.

Oriente ha tenido demasiado éxito en relajarse, en estar excesivamente en un estado de dejarse llevar. Se ha vuelto muy perezoso. La gente sigue muriendo, pasando hambre, y están felices así, no les preocupa, confían en Dios. Se adaptan a cualquier tipo de situaciones horribles. Nunca cambian nada. Son grandes dormilones, y hay una cierta calma y tranquilidad en ellos, pero están vegetando. En Oriente cada año mueren millones de personas sólo de hambre. Ni ellos hacen nada, ni a nadie le preocupa. «¡Debe de ser el deseo de Alá!».

Este dicho sufí quiere crear un tercer tipo de hombre, el hombre real: que sabe cuándo hacer y cuándo no hacer; que puede ser un hacedor cuando lo necesita y decir ¡sí!, y puede ser pasivo cuando lo necesita y decir ¡no!; que está absolutamente despierto durante el día y completamente dormido durante la noche; que sabe cuándo inhalar y cuándo exhalar; que conoce el equilibrio de la vida.

Este dicho viene de un pequeño cuento.

Un maestro estaba viajando con uno de sus discípulos. El discípulo era el encargado de cuidar el camello. Llegaron por la noche cansados a una posada. Era tarea del discípulo atar el camello, pero no se preocupó y lo dejó fuera. En lugar de eso simplemente rezó. Le dijo a Dios: «Ocúpate del camello» y se quedó dormido.
Por la mañana el camello se había ido; lo robaron o se escapó, no se supo. El maestro preguntó:

-¿Qué ha pasado con el camello? ¿Dónde está?

-No lo sé -dijo el discípulo-. Pregúntale a Dios, porque le dije a Alá que se ocupase del camello pues yo estaba muy cansado, por eso no lo sé. Y tampoco soy responsable, iporque se lo dije muy claramente! No puede no haberse enterado. De hecho no se lo pedí una sola vez, sino tres veces. Y tú nos enseñas «Confía en Alá», por eso confié. Ahora no me mires con rabia.

-Confía en Alá -dijo el maestro-, pero primero ata el camello; porque Alá no tiene otras manos que las tuyas.

Si Dios quiere atar el camello, tendrá que usar las manos de alguien; no tiene otras manos. ¡Y es tu camello! La mejor manera y la más fácil, la más rápida, es usar tus manos. Confía en Alá. No confíes sólo en tus manos, sino te pondrás tenso. Ata el camello y luego confía en Alá. Me vas a preguntar: “¿Entonces por qué confiar en Alá si uno está atando el camello?”. Porque un camello atado también puede ser robado. Tú haz todo lo que esté en tu mano: eso no garantiza el resultado, no es una garantía. Por eso haz todo lo que tú puedas, y luego pase lo que pase, acéptalo. Ese es el significado de atar el camello: haz todo lo que esté a tu alcance, no evites tu responsabilidad, y luego, si no sucede nada o algo va mal, confía en Alá. El sabe más. Entonces quizás lo mejor para nosotros es que viajemos sin camello.

Es muy fácil confiar en Alá y ser vagos. Es muy fácil no confiar en Alá y ser el hacedor. El tercer tipo de hombre es complicado: confiar en Alá y seguir siendo el hacedor. Pero ahora tú sólo eres un instrumento; Dios es el hacedor real, tú sólo eres un instrumento en sus manos.

Sucede cada día: podías haber hecho algo pero no lo hiciste, y pones la excusa de que si Dios quiere que se haga, de todas maneras lo hará. Haces algo y luego esperas el resultado, esperas, y el resultado no llega nunca. Entonces te enfadas, como si te hubieran engañado, como si Dios te hubiera traicionado, como si él estuviera en tu contra, de forma parcial, interesada, injusta. Y entonces surge una gran queja en tu mente. Se pierde la confianza.

La persona religiosa es aquella que sigue haciendo todo lo humanamente posible pero no provoca tensión con ello. Las cosas son muy complicadas en este universo porque nosotros somos pequeños átomos, diminutos. Nada depende sólo de mi acción; hay miles de energías entrelazadas. El total de las energías decidirá el resultado. ¿Cómo puedo decidir yo el resultado? Pero si no hago nada no será lo mismo. Tengo que hacer, y a la vez tengo que aprender a no esperar. Entonces hacer es una manera de orar, sin un deseo conectado a un resultado. Entonces no habrá frustración. La confianza te ayudará a permanecer sin frustrarte, y atar el camello te ayudará a permanecer vivo, intensamente vivo. Así pues, el camello no es una entidad fija; no es el nombre de una determinada entidad. Tendrás que ver todo el contexto; irá cambiando. Pero el refrán es de inmenso valor: es el punto de vista sufí para crear el tercer hombre.

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