sábado, 29 de diciembre de 2012

EL MISTERIO DE LA VIDA

Lo primero que hay que decir de la vida es que no tiene explicación. Está aquí en su gloria absoluta, pero no tiene explicación. Está ahí como un misterio y si intentas explicarla te la perderás. No será explicada, pero te cegarás con tus explicaciones.

La filosofía es el enemigo de la vida. Lo que más puede perjudicar a un hombre es que se obsesione y se focalice en las explicaciones. El momento en que crees que tienes la explicación, la vida te ha abandonado, ya estás muerto.

Esto parece ser paradójico. La muerte puede ser explicada, pero la vida no puede ser explicada, porque la muerte es algo acabado, completo, y la vida siempre es un asunto en marcha, la vida siempre está en movimiento. La muerte ya ha llegado. Cuando algo se ha completado y se ha acabado, puedes explicarlo, puedes definirlo. Cuando algo está todavía en marcha, significa que lo desconocido tiene que ser explorado todavía.

Puedes conocer el pasado, pero no puedes conocer el futuro. Puedes enmarcar el pasado en una teoría, pero ¿cómo puedes delimitar el futuro con una teoría? El futuro es siempre algo abierto, una apertura infinita y sigue abriéndose y abriéndose. Por eso cuando explicas, la explicación siempre se refiere a algo que está muerto.

La filosofía ofrece explicaciones, por lo tanto no puede estar muy viva, y no puedes encontrar gente más muerta que los filósofos. La vida se les ha ido, la vida se les ha escapado. Son inteligencias secas, como piedras muertas. Pueden hacer mucho ruido; pero no tienen música de vida. Ofrecen muchas explicaciones, pero han olvidado completamente que lo único que tienen en sus manos son explicaciones.

Una explicación es como un puño cerrado. La vida es como una mano abierta. Son totalmente diferentes. Y cuando el puño está totalmente cerrado no tiene aire en su interior, ni cielo, ni espacio para respirar. No puedes agarrar el cielo con tu puño cerrado. El puño se lo perderá. El cielo está ahí, la mano está abierta, está disponible. La explicación es agarrar, cerrar, definir; la vida se le escurre.

Incluso una risa es más grande que cualquier filosofía, y cuando alguien se ríe de la vida, la comprende. Por eso todos los que realmente han conocido, han reído. Y su reír puede ser escuchado incluso siglos después.

Los Budas siempre han estado riendo. Puede que no los hayas oído, porque tus puertas están cerradas. Puede que hayas observado a un Buda y hayas tenido la sensación de que sea demasiado serio, pero esta seriedad es proyectada. Es tu propia seriedad; has usado al Buda como pantalla. De ahí que los cristianos digan que Jesús nunca rió. Esto suena totalmente ridículo. Jesús debió de reír y rió tan totalmente que todo su ser se convirtió en risa, pero los discípulos no pudieron oírlo, esto sí es verdad. Debieron de permanecer cerrados, proyectando su propia seriedad.

Podían ver a Jesús en la cruz porque todos vosotros vivís en tal sufrimiento que sólo podéis ver el sufrir. Si hubiesen oído a Jesús reír, lo hubiesen omitido. Era tan contradictorio con su vida, no encajaba en ella. Un Jesús riendo no encaja contigo, se convierte en un extraño.

Un filósofo es serio porque cree que la vida es un acertijo y debe encontrar una solución. Trabaja sobre la vida con su mente, y se vuelve más y más serio. Cuanto más se aparta de la vida, más serio y más muerto se vuelve.

Los Taoístas, Lao Tse y Chuang Tse, dicen que si tú puedes reír, si puedes sentir una profunda risa surgiendo desde el mismísimo centro de tu ser, que no sea sólo una risa superficial pintada; si puedes sentir una risa que provenga de lo más hondo de tu ser, que se esparza por todo tu cuerpo, se derrame por el universo, esta risa te dará el primer vislumbre de lo que la vida es. Es un misterio.

Cualquier cosa que pueda pensarse, no tiene vida. El pensamiento se relaciona con la muerte, y la muerte se relaciona con cosas muertas; por esto es por lo que en la ciencia no hay lugar para el sentir. El sentimiento da una dimensión distinta a la existencia, la dimensión del estar vivo.

sábado, 22 de diciembre de 2012

LA REALIDAD DE LOS OPUESTOS

La vida es dialéctica, porque no es lógica. Lógica significa que el opuesto es realmente el opuesto, y la vida siempre implica al opuesto en sí mismo. En la vida lo opuesto no es realmente el opuesto, es el complementario. Sin él nada es posible.
Por ejemplo, la vida existe a causa de la muerte. Si no hay muerte no puede haber vida. La muerte no es el final y la muerte no es el enemigo, más bien al contrario, pues debido a la muerte, es posible la vida. Por eso la muerte no está en algún lugar al final, está implícita en el aquí y ahora. Cada instante tiene su vida y su muerte, de otro modo la existencia es imposible.

Existe la luz, existe la oscuridad. Para la lógica son opuestos, y la lógica dirá: si hay luz, no puede haber oscuridad; si hay oscuridad, no puede haber luz. Pero la vida dice exactamente lo contrario: si hay oscuridad es debido a la luz; si hay luz, es debido a la oscuridad. Puede que no seamos capaces de distinguir al otro cuando éste se halla escondido tras la esquina.

Existe el silencio debido al sonido. Si no hubiera sonido alguno, ¿podrías estar en silencio? ¿Cómo podrías permanecer en silencio? El opuesto es necesario como fondo. Aquellos que siguen el camino de la lógica están equivocados porque su vida se vuelve un bucle. Creen en la luz, y empiezan a negar la oscuridad; creen en la vida, y empiezan a combatir la muerte.

Por eso es por lo que no existe tradición alguna en el mundo que afirme que Dios sea ambas cosas: luz y oscuridad. Una tradición afirma que Dios es luz, que no es oscuridad. No existe la oscuridad en Dios para aquellos que creen que Dios es luz.

Otra tradición sostiene que Dios es la oscuridad, pero para ellos no existe la luz. Ambas están equivocadas, porque ambas son lógicas, niegan los opuestos. Y la vida es tan inmensa que lleva al opuesto en sí misma. No es negado, es abarcado.

Alguien dijo una vez a Walt Whitman, uno de los más grandes poetas nunca nacidos, "Whitman, te contradices a ti mismo. Un día dices una cosa, y al día siguiente sostienes la contraria".

Walt Whitman sonrió y dijo, "No tengo límites. Puedo contener todas las contradicciones".

Sólo las pequeñas mentes son consistentes, y cuanto más estrecha es la mente, tanto más consistente es. Cuando la mente es amplia, todo está implícito: hay luz, hay oscuridad, Dios está ahí y el demonio también, en su gloria absoluta.

Si comprendes ese proceso misterioso de la vida que funciona a través de los opuestos, que es dialéctico, en el cual el opuesto ayuda, te da equilibrio, tono, forma el fondo, sólo entonces puedes entender a Chuang Tse, porque el conjunto de la visión Taoísta se basa en la complementariedad de los opuestos.

Ellos utilizan dos palabras: ying y yan. Son opuestos, masculino y femenino. Piensa tan sólo en un mundo que fuera masculino o en uno que fuera totalmente femenino. Estaría muerto. En el momento en que naciera estaría muerto. No podría haber vi¬da en él.

Se necesita al opuesto, porque el opuesto es atractivo. El opuesto se convierte en el imán, te atrae; el opuesto te saca de ti mismo, el opuesto rompe tu prisión, el opuesto te hace inmenso. Siempre que se niegue al opuesto, habrá problemas. Y eso es lo que hemos estado haciendo, de ahí que haya tantos problemas en el mundo.

El hombre ha intentado crear una sociedad que es básicamente masculina, por eso es por lo que hay tantos problemas. La mujer ha sido negada, ha sido expulsada. En los siglos pasados a la mujer no se la veía por sitio alguno. Estaba escondida en las habitaciones posteriores de la casa, y no se le permitía incluso estar en el salón.

No podías encontrártela en la calle, no podías verla en las tiendas. No formaba parte de la vida. El mundo se tornó feo, porque ¿cómo puedes negar al opuesto? El mundo se volvió un bucle, se perdió todo el equilibrio. El mundo enloqueció.

A la mujer no se le permite aún funcionar en la vida corrien¬te, no es realmente una parte, una parte vital de la vida. Los hombres viven en círculos machistas; el club exclusivista donde se reúnen los chicos, la bolsa, la política, el mundo científico.

Todo es un círculo cerrado. El hombre domina, por eso hay tanto sufrimiento. Y cuando uno de los polos opuestos domina, implica sufrimiento, porque el otro se siente herido y se venga.

La vida familiar es tan miserable porque no habéis oído lo que dice Chuang Tse. Ocurren tantas guerras porque no oímos que los opuestos tienen que fundirse entre sí. Negándolo haces una invitación a los problemas, y en cada camino, en cada nivel, en cada dimensión, ocurre lo mismo.

sábado, 15 de diciembre de 2012

LA MENTE ORIENTAL Y LA OCCIDENTAL

Cuando juegas no intentas demostrar que eres alguien. Estás cómodo, en casa. Mientras juegas, tan sólo por diversión, no estás preocupado por lo que los otros pensarán de ti.

¿Has visto alguna vez a un padre luchando en una pelea de bromas con su hijo? Será derrotado. Se tumbará en el suelo y el niño se sentará sobre su pecho riendo y dirá, "¡Soy el vencedor!", y el padre se sentirá feliz. Sólo es para divertirse. Cuando te di¬viertes puedes ser derrotado y sentirte feliz. La diversión no es seria, no está relacionada con el ego. El ego siempre es serio.

Por esto recuerda, si estás serio, estarás siempre confuso, en una confusión interior.

Un filósofo alemán, Eugene Herrigel, fue al Japón a aprender meditación. Y en Japón usan todo tipo de pretextos para enseñar meditación. El tiro con arco es uno de ellos. Herrigel era un perfecto arquero, cien por cien exacto, nunca fallaba. Por esto acudió a un Maestro para aprender meditación por medio del tiro con arco, ya que era diestro en su manejo.

Pasaron tres años de estudio y Herrigel comenzó a pensar que era una pérdida de tiempo. El Maestro seguía insistiendo en que él no debía disparar, le dijo a Herrigel, "Deja que la flecha salga por sí misma. No deberías estar ahí con tu deseo, deja que la flecha parta por sí sola".

Era absurdo. Para un Occidental particularmente era un absoluto absurdo: ¿Qué quieres decir, dejar que la flecha se dispare por sí misma? ¿Cómo puede dispararse la flecha por sí misma? Tengo que hacer algo. Y continuaba disparando sin fallar el blanco.

Pero el Maestro le dijo, "El blanco no es en realidad el blanco. Tú eres el blanco. No estoy mirando si aciertas o no. Esto es una destreza mecánica. Te estoy mirando a ti para ver si estás o no estás. ¡Dispara por puro placer! Disfrútalo, no intentes demostrar que nunca fallas. No intentes confirmar el ego. El ego ya está aquí, tú estás aquí, no hay necesidad de demostrarlo. Relájate y permite que la flecha se dispare sola".

Herrigel no podía entenderlo. Probó y probó y dijo una y otra, vez, "Si mi puntería es perfecta, ¿por qué no me das el certificado?".

La mente Occidental siempre está interesada en el resultado final y la Oriental siempre lo está en el comienzo, no en el final. Para una mente oriental, el final no es útil; la importancia reside en el comienzo, en el arquero, no en el blanco. Por eso el Maestro dijo, "No".

Y entonces, totalmente abatido, Herrigel pidió permiso para partir. Dijo,

"Tendré pues que marcharme. Tres años es mucho tiempo y no he sacado ningún provecho. Sigues diciendo no... que todavía soy el mismo".

El día en que tenía que partir se acercó a despedirse del Maestro y le encontró enseñando a otros discípulos. Esa mañana Herrigel no estaba interesado, se iba, había abandonado todo el proyecto. De modo que se puso a esperar a que el Maestro acabase para poderle decir adiós y partir.

Sentado en el banco miró al Maestro por primera vez. Por primera vez en tres años miró al Maestro. En realidad él no estaba haciendo nada; era como si la flecha se disparara sola. El Maestro no estaba serio, se divertía, jugaba. No existía un alguien interesado en acertar al blanco.

El ego siempre está, orientado hacia un blanco. El placer no tiene un objetivo determinado, el placer existe ya desde el comienzo, cuando la flecha deja el arco. Si éste se dispara, es accidental; si da en el blanco, no tiene importancia; tanto si acierta como si yerra, qué más da. Pero cuando la flecha deja el arco, el arquero debería estar disfrutando, saboreándolo, sin estar serio. Cuando estás serio estás tenso, cuando no estás serio estás relajado; y cuando estás relajado, eres. Cuando estás tenso, el ego es; tú estás tapado.

Por primera vez Herrigel miró... porque ahora él no estaba interesado. Observó al Maestro y fue como si la flecha estuviese siendo disparada por ella misma. El Maestro le estaba dando energía tan sólo, no la estaba disparando. No estaba haciendo nada, no había esfuerzo. Herrigel observó y por primera vez comprendió. Como si estuviera hechizado se acercó al Maestro, tomó el arco en su mano y tensó la cuerda. El Maestro dijo, “Lo has logrado. Esto es lo que te he estado diciendo durante tres años". La flecha no había sido lanzada todavía y el Maestro dijo, "Se acabó. Alcanzaste el objetivo". En ese momento él disfrutaba no estaba serio, no estaba orientado hacia alguna meta.

sábado, 8 de diciembre de 2012

LA NECESIDAD DEL TIEMPO

¿Por qué es necesario el tiempo? ¿Acaso no puedes permanecer aquí y ahora sin el tiempo? ¿No es suficiente este momento, que lees estas notas, sin pasado, sin futuro; este momento intercalado, que es atómico, que es casi no existencial? Es tan pequeño que no puedes atraparlo. Si lo coges, ya ha pasado. Si piensas, estás en el futuro. Puedes permanecer en él, pero no puedes atraparlo. Cuando lo atrapas, se ha ido; cuando piensas en él, no está allí.

Cuando está ahí, sólo puede hacerse una cosa: vivirlo, eso es todo. Es tan pequeño que sólo puedes vivirlo, pero es tan vital que te da la vida.

Recuerda, es como el átomo, tan pequeño que no puede ser visto. Sólo puedes ver las consecuencias. Ellos lo han podido hacer explotar: Hiroshima y Nagasaki fueron las consecuencias. Hemos visto a Hiroshima ardiendo, más de cien mil personas muertas. Esta es la consecuencia. Pero nadie ha visto qué ocurrió con la explosión atómica. Nadie ha visto al átomo con sus propios ojos.

El tiempo es atómico, este momento es también atómico. Nadie lo puede ver, porque en el momento en que lo ves, se ha ido. En el tiempo que lleva verlo, se ha ido; el río ha fluido, la corriente se ha movido y nadie ha visto al tiempo. Sigues usando la palabra tiempo, pero si alguien insiste en tener una definición te sentirás perdido.

Alguien pidió a San Agustín, "Define a Dios. ¿Qué quieres decir con la palabra Dios?".

Y Agustín dijo, "Es como el tiempo. Puedo hablar de él, pero si quieres una definición no puedo dártela".

Y sigues preguntando a la gente, "¿Qué es el tiempo'!". Y ellos miran sus relojes y contestan, pero si realmente preguntas, "¿Qué es el tiempo?", si pides una definición, los relojes no sirven de nada.

¿Puedes definir el tiempo? Nadie lo ha visto, y no hay forma de verlo. Si buscas, se ha ido, si piensas, no está ahí. Cuando no piensas, cuando no buscas, cuando simplemente eres, está ahí. Lo vives. Y San Agustín está en lo cierto: Dios puede ser vivido, pero no visto. El tiempo puede ser vivido, pero no puede ser visto. El tiempo no es un problema filosófico, es existencia!. Dios tampoco es un problema filosófico, es existencia! Hay gente que lo ha vivido, pero si insistes en una definición, permanecerán callados, no pueden contestar. Y si puedes permanecer en este instante, las puertas de todos los misterios se abrirán.

Por eso arroja todo deseo, quita el polvo de tus ojos, ponte en paz interior, sin desear nada, ni incluso Dios.

No anheles; tan sólo sé. Ni incluso busques; sólo sé. No pienses. Deja que este momento permanezca ahí, y tú en él, y de repente lo tendrás todo, porque la vida está ahí. De repente todo empieza a descender sobre ti, y entonces este momento se vuelve eterno y ya no existe el tiempo. Es siempre el ahora. Nunca acaba, nunca empieza, pero entonces estás en él, no afuera. Has penetrado el todo, has reconocido quién eres.

No te das cuenta en modo alguno de que eres ya un vencedor, que la vida te ha sucedido. Eres ya un ganador y nada más es ya posible, todo lo que te podía suceder te ha sucedido. Eres ya un emperador, y no hay otro reino que obtener, pero no te has dado cuenta, desconoces la belleza de la vida que te ha acontecido. No conoces el silencio, la paz, la dicha que está ya presente.

Y debido a esto no te das cuenta del reino interior, siempre sientes que se necesita algo más, algún triunfo, para probar que no eres un mendigo.

Recuerda: Hay dos caminos, y trata de comprender que sólo hay dos caminos. Un camino es el de salir al exterior y demostrar que tú eres alguien; el otro es penetrar en tu interior y conocer que no eres nadie. Si te diriges al exterior nunca podrás demostrar que eres alguien. La necesidad permanecerá, más bien, se incrementará. Cuanto más intentes demostrar, más mendigo te sentirás. El demostrar a los demás que eres alguien no te hace ser alguien. En tu interior, el no ser permanece. Hiere al corazón, ahí tú sabes que tú no eres nadie.

Los imperios no ayudaron, porque los imperios no pueden penetrar en ti y llenar el hueco en tu interior. Nada puede penetrar. Lo exterior permanecerá exterior, lo interior permanecerá interior. No hay fusión. Puedes tener todas las riquezas del mundo, pero ¿cómo puedes metértelas dentro y llenar tu vacío? No, incluso con todas las riquezas te sentirás vacío, más vacío, porque el contraste estará ahí. Es por esto que un Buda deja su palacio: viendo la riqueza y sintiendo sin embargo el vacío interior, ve que todo es inútil.

El otro modo es ir hacia adentro, no intentar liberarse de este estado de no ser, sino comprenderlo. Ve hacia adentro y comprende que no eres nadie. El momento en que te das cuenta de que no eres nadie explotas en una nueva dimensión, porque cuando una persona comprende que no es nadie también comprende que él lo es todo.

No eres alguien en particular, porque lo eres todo. ¿Cómo puede el todo ser alguien? Alguien es siempre una parte. Dios no puede ser alguien porque lo es todo; no puede poseer nada porque lo es todo. Sólo un mendigo posee, porque las posesiones tienen limitaciones, no pueden ser ilimitadas. El ser alguien tiene unos límites, el ser alguien no puede darse sin límites, no puede ser infinito. El no ser nadie es infinito, como el serlo todo.

sábado, 1 de diciembre de 2012

EL ANSIA DE GANAR

Si tu mente está llena de sueños, no puedes discernir correctamente. Si tu corazón está lleno de deseos, no puedes sentir correctamente. Deseos, sueños y esperanzas. El futuro te altera y te divide. Pero todo lo que es, es en el presente. El deseo te conduce al futuro y la vida es aquí y ahora. La realidad es aquí.

Y ahora y el deseo te conduce al futuro. Por tanto, ya no estás aquí. Ves, pero aun así no ves; oyes, pero todavía no lo entiendes; sientes, pero el sentimiento es débil, no puede profundizar, no puede penetrar. Así es como la verdad se esfuma.

La gente sigue preguntando: ¿Dónde está lo divino, dónde está la verdad? No es cuestión de hallar lo divino o de encontrar la verdad. Siempre está aquí, nunca ha estado en otra parte, no puede estar. Está aquí donde tu estás, pero tú no estás aquí, tu mente está en algún otro lugar. Tus ojos están llenos de sueños, tu corazón está lleno de deseos. Te desplazas al futuro y ¿qué es el futuro sino una ilusión? O retrocedes al pasado, y el pasado ya está muerto. El pasado no existe más y el futuro tiene todavía que ser. Entre estos dos se halla el momento presente. Este momento es muy breve, es atómico, no puedes dividirlo, es indivisible. Este instante pasa en un abrir y cerrar de ojos. Si un deseo entra, te lo pierdes; si un sueño está ahí, te lo estás perdiendo.

Todo el arte de la religión consiste en no conducirte a ninguna parte sino traerte al aquí y ahora, devolviéndote al todo, de regreso a donde has pertenecido siempre. Pero la cabeza se ha ido lejos, muy lejos. Esta cabeza tiene que ser devuelta a su sitio. Por eso Dios no tiene que ser buscado en parte alguna. Porque lo buscas en todas partes, no lo encuentras. Ha estado aquí todo el tiempo esperándote.

Borracho de deseos, tambaleándote, llamas a tu propia puerta y preguntas dónde está tu casa. En realidad, preguntas quién eres. Esta es la casa y nunca la has dejado, es imposible dejarla. No es algo exterior de lo que te puedas alejar y abandonar; es tu interior, tu mismo ser.

Preguntar dónde está Dios es una estupidez, porque no puedes extraviar a Dios. Es tu interior, tu ser interno, tu mismísimo centro. Es tu existencia: respiras en él, vives en él y no puede ser de otra forma. Lo que ha ocurrido es que te has emborrachado tanto que eres incapaz de reconocer tu propia cara. Y a menos que regreses y te serenes seguirás buscando y buscando y seguirás errando.

¿Por qué estás tan borracho? ¿Qué es lo que te hace estar tan borracho? ¿Por qué están tus ojos tan soñolientos? ¿Por qué no estás alerta? ¿Cuál es la verdadera causa de todo ello? La raíz misma es que deseas.

Intenta comprender la naturaleza del deseo.

El desear es alcohólico, el deseo es la droga más fuerte que existe. El deseo es lo más perfecto en drogas.

¿Cuál es la naturaleza del deseo? Cuando deseas, ¿qué sucede? Al desear creas una ilusión en la mente; cuando deseas le has alejado del aquí. Ya no estás aquí, estás ausente, porque la muerte está creando un sueño. Esta ausencia es tu borrachera. ¡Está presente!

En este mismo momento las puertas del cielo están abiertas. No hay necesidad de llamar porque no hay un cielo exterior, tú estás ya dentro. Está tan sólo alerta y mira a tu alrededor sin que los ojos estén llenos de deseo y te brotará una risa auténtica. Te reirás de toda la broma, de lo que ha estado pasando.

Tú creas un espacio, y desear es la forma de crear el espacio. A mayor deseo, más espacio se crea. Un deseo puede ser satisfecho en un año, tienes pues un espacio de un año.

Puedes moverte en él y encontrarás muchos reptiles, muchos dragones. A este espacio creado por el deseo le llamas tiempo. Si no existe el deseo no hay necesidad de tiempo.

Un único momento es el que existe. Ni incluso dos momentos, porque el segundo es requerido solamente por el deseo, no es necesario para tu existencia. La existencia es colmada totalmente en un sólo instante.

Si crees que el tiempo es algo exterior a ti estás equivocado. El tiempo no es algo exterior a ti.

Si el hombre desaparece de la faz de la Tierra, ¿dónde estará el tiempo? Los árboles crecerán, los ríos fluirán, las nubes seguirán flotando en el cielo, pero yo te pregunto, ¿existirá el tiempo? No existirá. Existirán momentos, o mejor, existirá un momento y cuando un momento desaparece otro entra en existencia, y así sucesivamente. Pero no hay tiempo como tal. Sólo el momento atómico existe.

Los árboles no desean nada. No desean florecer, las flores brotan automáticamente. Es parte de la naturaleza del árbol el que lleguen las flores, pero el árbol no está soñando, el árbol no se está moviendo, no está pensando, no está deseando.

No habrá tiempo, sólo momentos eternos, si el hombre no está allí. Creas el tiempo al desear. Cuanto mayor es el deseo, tanto más tiempo se necesita.

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