sábado, 28 de julio de 2012

LA INFERIORIDAD Y LA AMBICIÓN


La mente religiosa es básicamente no ambiciosa. Si hay algún tipo de ambición, el ser religioso es imposible, porque sólo un hombre superior puede llegar a ser verdadero religioso. Ambición implica inferioridad. Trata de comprender esto porque es una de las leyes básicas. Sin entenderlo puedes acudir a los templos, puedes irte a los Himalayas, puedes orar y puedes meditar, pero todo será en vano. Estarás simplemente desperdiciando tu vida si no has comprendido cual es la naturaleza de tu mente: ambiciosa o no ambiciosa. Tu búsqueda será inútil, porque la ambición nunca puede llevar a lo divino. Sólo la no ambición puede convertirse en la puerta.

La psicología moderna concuerda con Chuang Tse, con Lao Tse, con Buda, con todos los que han conocido, que la inferioridad crea ambición. De aquí que los políticos se hayan convertido en la peor calaña de la humanidad. Todos los políticos son intocables. No puede ser de otra forma, porque en cuanto la mente experimenta un complejo de inferioridad trata de convertirse en superior. Lo opuesto nace. Cuando te ves feo, intentas volverte hermoso. Si ya eres hermoso, entonces no hay intento.

La fealdad debe ser superada sea como sea y tienes que crear el opuesto para tratar de esconderla, para escapar de ella. Una mujer realmente hermosa no se preocupa de ello, no es incluso consciente de su belleza. Y sólo la belleza inconsciente es hermosa. Cuando te vuelves consciente, la fealdad ha entrado.

Cuando sientes que eres inferior, cuando te comparas con otros y ves que son superiores a ti, ¿qué puedes hacer? El ego se siente herido: tú eres inferior. No puedes aceptarlo, por esto debes engañarte a ti y a los demás.

¿Cómo lo consigues? Hay dos formas. Una es volverse loco. Puedes declarar que eres Alejandro, Hitler, Nixon. Así lo consigues fácilmente porque no te preocupas de lo que digan los demás. ¡Ve a los manicomios de todo el mundo y encontrarás a los grandes personajes de la historia, todavía vivos!

Mientras el Jawaharlal Nehru vivía, al menos una docena de personas en la India creían ser el Jawaharlal Nehru. Una vez, él acudió a un manicomio a inaugurar unas nuevas dependencias. Las autoridades del manicomio lo arreglaron para que algunos internos fueran liberados por él, puesto que se habían vuelto sanos y cuerdos. Le fue traído el primero y Nehru se presentó al loco que se había vuelto cuerdo y le dijo, "Soy el Pandit Jawaharlal Nehru, Primer Ministro de la India".

El loco rió y dijo, "No se preocupe. Quédese aquí durante tres años y se volverá cuerdo como a mí me ha ocurrido. Tres años hace que llegué a esta casa y eso era lo que creía que yo era: el Pandit Jawaharlal Nehru, Primer Ministro de la India. Pero ellos me han curado completamente, por tanto, no se preocupe".

Esto mismo ha ocurrido en diferentes ocasiones. Lloyd George era Primer Ministro de Inglaterra. En los días de la guerra, a las seis en punto de la tarde solía haber toque de queda y nadie podía salir de su casa. Todo el tráfico se detenía, no se permitían luces encendidas, y todos debían estar en un refugio. Lloyd George estaba dando su habitual paseo y se despistó.

De repente la sirena sonó. Eran las seis en punto y se encontraba a varias millas de su casa. Llamó a la puerta más cercana y dijo al hombre que le abrió, "Déjeme descansar aquí por esta noche; si no la policía me detendrá. Soy Lloyd George, el Primer Ministro".

El hombre le agarró de improviso y le dijo, "Entre. Este es el sitio adecuado para usted. Tenemos ya tres Lloyd George aquí. Era un manicomio.

Lloyd George intentó convencer al hombre de que en verdad él era el verdadero, pero él otro le contestó, "Todos se resisten, no importa que lo intente; entre ya o tendré que emplear la fuerza".

Así que Lloyd George tuvo que permanecer quieto durante toda la noche; de otra forma hubiera sido maltratado. ¿Cómo hubiera podido convencerlos? Había ya tres Lloyd George y todos se empeñaban en ser los auténticos.

Una manera es enloquecer. De repente declaras que eres superior, el más grande. Otra forma es volverte un político.

O bien enloquecer o volverte un político. Siendo político no puedes declarar algo abruptamente, tienes que probar que eres el primer ministro o el presidente. Así que éste es el camino largo. La locura es el atajo hacia el sentirse importante; la política es el camino con rodeos. Pero ambos alcanzan la misma meta.

Y si el mundo quiere alcanzar la cordura, quiere volverse un mundo normal, dos tipos de personas deben ser curadas: los locos y los políticos. Ambos están enfermos. Uno ha tomado el camino largo, el otro el atajo. Y recuerda que el loco es menos dañino que el político, porque simplemente declara su superioridad, no se preocupa de demostrarlo; el político se empeña en probarlo, y la comprobación exige un alto precio.

sábado, 21 de julio de 2012

LO NO ESENCIAL


Tú no puedes dejar lo no esencial. Realmente el noventa y nueve por ciento de tu energía se desperdicia en lo no esencial. Lo esencial no es suficiente y la mente siempre suspira por lo no esencial, porque lo esencial es tan poco, tan ínfimo, que puede ser satisfecho fácilmente. ¿Y entonces qué harás?

La mayoría de la gente no está muy interesada en tener una buena comida, está más interesada en tener un gran coche, porque la buena comida puede ser obtenida fácilmente. ¿Y entonces qué hacer? La gente no está interesada en tener cuerpos sanos. Eso puede obtenerse muy fácilmente. Están interesados en algo que no pueda ser obtenido de forma tan fácil, algo imposible, y lo no esencial es siempre lo imposible. Siempre hay casas más grandes, coches mayores, van acumulando cosas más y más grandes y no se te permite nunca descansar.

Todo el mundo está intentando satisfacer lo no esencial. El noventa por ciento de la industria está implicada en lo no esencial. El cincuenta por ciento del trabajo del hombre se desperdicia en cosas que no son útiles en modo alguno. El cincuenta por ciento de la industria se dedica a la mente femenina, en vez de al cuerpo femenino: diseñando nuevos vestidos cada tres meses, diseñando nuevas casas, ropas, polvos, cremas, jabones; el cincuenta por ciento de la industria se dedica a este sinsentido. Y la humanidad se muere de hambre, la gente se muere por no tener comida, y media humanidad está interesada en lo absolutamente no esencial.

Alcanzar la luna es absolutamente no esencial. Si fuéramos un poco más sabios ni incluso pensaríamos en ello. Es absolutamen¬te tonto desperdiciar tanto dinero como el que podría emplearse en alimentar toda la tierra. Las guerras no son esenciales, pero la humanidad está loca, y necesita de las guerras más que de la comida. Necesita alcanzar la Luna antes que tener comida, antes que tener ropas, antes que tener lo esencial, porque lo esencial no es suficiente.

Y ahora la ciencia ha creado el mayor horror, y ese horror es que ahora lo esencial puede ser satisfecho muy fácilmente. En pocos años, todas las necesidades de la humanidad podrán ser satisfechas, toda la tierra podrá ser satisfecha en lo concerniente a sus necesidades. ¿Y entonces qué? ¿Qué harás?

Lo no esencial se requiere para que tu locura permanezca ocupada. Por eso todas las lunas no son suficientes, tendremos que explorar más allí, deberemos seguir creando lo inútil. Se necesita. La gente lo necesita para estar ocupada.

En un hombre verdaderamente religioso sus acciones son las más esenciales las que no pueden ser evitadas. Lo que se puede evitar, él lo evita. Es tan feliz consigo mismo que no necesita desarrollar acciones. Su actividad es cómo inactividad; el actúa, hace sin que haya nadie actuando. Porque si tú lo reconoces, no comprendes el aspecto principal; si sabes que eres un hombre sencillo, no lo eres. Este saber lo complica. Si te reconoces como un hombre religioso, no lo eres, porque esta astuta mente que conoce está todavía ahí.

Cuando eres benévolo, y no lo sabes, cuando eres sencillo y no te das cuenta de ello, te has convertido en tu misma naturaleza. Cuando algo es realmente natural no te das cuenta de ello, pero cuando algo es impuesto eres consciente de ello. Cuando alguien se vuelve rico, un nuevo rico, es consciente de su casa, de su piscina, de sus riquezas, y puedes ver que él está tan preocupado con el ostentar.

Si una persona presume de su religión, no es realmente religioso. La religión es todavía como una espina, no es natural, hiere, él está ansioso por exhibirla. Si deseas exhibir tu sencillez, ¿qué clase de sencillez es ésta? Si exhibes tu amabilidad, se convierte en puro cálculo, no hay nada de amable en ello.

Un hombre del Tao está en extremo sintonizado con él, no hay exhibicionismo no sólo hacia ti, él mismo no es consciente de ello. El no advierte que es sabio, él no advierte que es inocente ¿cómo puedes saber tú si eres inocente? Tu conocimiento alterará la inocencia.

Un hombre del Tao no se reconoce a sí mismo como amable y benévolo. Es benévolo, pero no lo sabe; es amable, pero no lo sabe; es amor, pero no lo sabe porque el amante y el conocedor no son dos, la benevolencia, la amabilidad, la compasión y el conocedor no son dos. No, no se puede dividir en el conocedor y lo conocido. Esta es la aristocracia interior: cuando te has vuelto tan rico que no eres consciente de ello. Cuando posees tanta riqueza, no tienes necesidad de mostrarla.

Cuando estás realmente en armonía, pleno en el reino interior, no te preocupas exhibirte.

sábado, 14 de julio de 2012

HACER DAÑO A LOS DEMÁS


¿Cómo se puede hacer daño? Puedes dañar a los demás sólo cuando te has dañado ya a ti. Recuérdalo, este es el secreto. Si te dañas, harás mal a los demás. Y harás mal aunque creas que les estés haciendo bien. Nada puede suceder a través tuyo excepto el causar dolor, porque uno que vive con heridas, uno que vive en la angustia y la desgracia, haga lo que haga creará más desgracia y angustia en los demás. Puedes dar sólo lo que tienes.

He oído que una vez un mendigo llegó a una sinagoga y le dijo al rabino: "Soy un gran músico y he oído que el músico de esta sinagoga ha muerto y andáis buscando a otro. Por esto ofrezco mis servicios".

El rabino y toda la congregación se sintieron felices porque ya echaban en falta su música. Y entonces el hombre tocó, ¡fue horrible! había más musicalidad sin su música. El creó un infierno.

Era del todo imposible sentir silencio alguno en esa sinagoga esa mañana. Tenía que ser detenido porque la mayor parte de la parroquia comenzaba a irse. La gente escapaba tan rápido como podía pues su música era absolutamente anárquica, como de locura, y empezaba a afectar a la gente.

Cuando el rabino se enteró de que toda la gente se estaba yendo, se dirigió al hombre y lo detuvo. El hombre le dijo: "Si no quieres mis servicios, págame por mi trabajo de esta mañana y luego me iré".

El rabino le dijo: "Es imposible que te pague porque nunca he vivido algo tan horrible".

Entonces el músico le contestó: "De acuerdo, entonces guárdatelo como un donativo de mi parte".

El rabino le dijo: "Pero ¿cómo puedes donar algo que no posees? No tienes música alguna que ofrecer, cómo puedes donarla? Puedes donar algo sólo cuando lo tienes. Esto no es música más bien al contrario, es algo así como antimúsica. Por esto, por favor llévatela contigo, no nos la cedas o continuará persiguiéndonos”.

Tú das sólo lo que tienes. Siempre das tu ser. Si estás muerto por dentro, no puedes ayudar a la vida; dondequiera que vayas matarás.

A sabiendas o sin saberlo, esta no es la cuestión, puedes creer que estás ayudando a otros a vivir pero en realidad les estás matando.

Un gran psicoanalista, Wilheim Reich, que estudiaba sobre los niños y sus problemas, fue interpelado una vez: "¿Cuál es el problema básico con los niños? ¿Cuál crees que es la raíz de todas sus desgracias, problemas, anormalidades?".

El contestó, "Las madres".

Ninguna madre estaría de acuerdo con esto, porque cada madre siente que está ayudando a su hijo sin ningún egoísmo por su parte. Ella se desvive por el niño. Y los psicoanalistas dicen que las madres son el problema. Sin saberlo los están matando, mutilando, mientras que creen que los están amando.

Si estás tullido interiormente, lisiaras a tus hijos. No puedes hacer otra cosa, no puedes ayudarlos, porque das desde tu ser, no hay otra forma de dar.

Dice Chuang Tse: “El hombre del Tao... no daña a nadie con sus acciones”

No es que cultive la no violencia, no es que cultive la compasión, no es que viva una vida de bondad, no es que se comporte de un forma santa, no. El no puede perjudicar porque ha dejado de perjudicarse a sí mismo. El no tiene heridas. Es tan dichoso que de sus acciones o inacciones sólo fluye la dicha. Incluso aunque puede parecer a veces que hace algo equivocado, no puede hacerlo.

El hombre del Tao no puede causar daño. Es imposible. No hay forma, es inconcebible porque no tiene divisiones, fragmentos. No es una multitud, no es polipsíquico. El es un universo y exclusivamente nada más que una melodía le sucede por dentro.

El hombre del Tao no es alguien de mucha acción, no es un hombre de acción, la menor cantidad posible de acción se desarrolla a través de él. El es realmente un hombre de inacción, no está muy ocupado con la actividad.

Pero tú te afanas en la actividad tan sólo para escapar de ti mismo. No puedes tolerarte, no puedes tolerar tu propia compañía. Buscas y buscas a alguien como un escape, alguna ocupación en la que olvidarte a ti mismo, en la que te puedas implicar. Estás tan aburrido contigo mismo...

Un hombre del Tao, un hombre que ha alcanzado su naturaleza interior, un hombre que es realmente religioso, no es un hombre de mucha actividad. Sólo desarrolla la necesaria.

Lo innecesario se abandona totalmente, porque él puede estar en paz sin actividad, él puede sentirse en casa sin hacer nada, él puede relajarse, él puede estar en su propia compañía, puede estar consigo mismo.

sábado, 7 de julio de 2012

LA DICHA


¿Qué es la dicha? La dicha es el sentimiento que te penetra cuando el observador se convierte en lo observado.

Dicha es el sentimiento que te viene cuando estás en armonía, sin fragmentar, sin descomponer, uno, indiviso. Sentir no es algo que provenga del exterior. Es la melodía que surge de tu armonía interior.

El que tiene dicha no está dividido, de modo que ¿quién está ahí para impedir? ¿Qué hay ahí que pueda servir de obstáculo? El está solo, se mueve con su totalidad. Este movimiento en su totalidad, es lo más bello que puede suceder, que es posible.

A veces puedes tener vislumbres de ello. A veces cuando de repente eres total, cuando la mente no funciona, sucede.

Amanece... de pronto miras y el observador no está ahí.

El sol no está ahí y tú no estás ahí, no hay observador ni observado. Sencillamente el sol está saliendo y tu mente no está allí para dirigir.

No te das cuenta de ello y dices: "El sol es be¬llo". En el momento en que lo dices se pierde la dicha. Ya no hay dicha, se ha convertido ya en el pasado, ya se ha ido.

De pronto ves el sol salir, y el que ve no está allí, el que ve no ha entrado en el ser, no se ha convertido en un pensamiento. No has mirado, no has analizado, no has observado. El sol está saliendo y no hay nadie, hay dicha, hay un vislumbre. Pero la mente de inmediato entra y dice: "El sol es bello, este amanecer es hermoso". La comparación se ha introducido y la belleza se ha perdido.

Aquellos que saben dicen que siempre que digas "Te amo" a alguien, el amor ha desaparecido. El amor se ha ido porque el amante se ha introducido. ¿Cómo puede existir el amor cuando la división, el director ha entrado? Es la mente que dice "Te amo", porque realmente en el amor no hay yo ni tú. En el amor no hay individuos. El amor es un fundirse, un disolverse, ya no son dos.

El amor existe, no los amantes. En el amor, el amor existe, no los amantes, pero la mente se introduce y dice: "Estoy enamorado, te quiero". Cuando el "yo" llega, la duda entra; la dualidad se introduce y ya no hay más amor.

Tú tendrás muchas veces tales vislumbres en tu meditación. Recuerda, cada vez que lo sientas no digas "¡Qué hermoso!". No digas "Precioso" porque así lo perderás.

Cuando, en meditación, tengas un atisbo de algo extático, déjalo que ocurra, déjalo que ahonde. No te dividas.

No opines, de otra forma se perderá el contacto.

A veces tendrás vislumbres, pero has llegado a ser tan diestro en perder tu contacto con ellos que no puedes comprender cómo vienen y cómo los pierdes de nuevo. Llegan cuando tú no estás, los pierdes cuando vuelves otra vez. Cuando eres, ellos no están. La dicha sucede continuamente. No es un accidente, es la misma naturaleza de la existencia. No depende de nada, es un derramarse, es el mismo aliento de la vida.

Es realmente un milagro cómo te las has ingeniado para ser tan desdichado, para estar tan sediento cuando está lloviendo a tu alrededor. ¡Has conseguido lo imposible! La luz está por doquier y tú vives en la oscuridad, la muerte no está en ninguna parte y te estás muriendo continuamente; la vida es una bendición y tú estás en el infierno.

¿Cómo lo has conseguido? Mediante el dividir, mediante el pensar... El pensar depende del dividir, del análisis; la meditación es cuando no hay análisis, ni división, cuando todo ha sido sintetizado, cuando todo se ha vuelto uno.

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